Hola a todos, ha pasado un buen tiempo desde que no escribía nada para nadie. Lectores, si estoy aquí es porque he regresado para quedarme.

Me encontré a mí mismo en estos días y encontré la respuesta que había estado buscando, gracias a todos por sus comentarios y por su apoyo, y por entender al menos un poco mi decisión.

No podía volver con las manos vacías, así que les tengo un capítulo de seis partes para ustedes. Muchos se quedaron satisfechos con el final, yo también, pero al menos sé que le faltaba más y es por eso que me nació esta idea.

Espero les guste y lean la nota de autor del final porque esto no acaba aquí.


Guía para enamorar a un espíritu.

Afterstory. Parte 1: Cicatrices.

Una gota.

Dos gotas.

Al final fueron tres. Luego vendrían más, naturalmente, como suele pasar cuando uno se baña y las gotas de agua resbalan por las puntas del cabello, sobre todo cuando es como el de Shidou.

Habían pasado unos días de su recuperación, alrededor de cinco días en los que poco a poco se fue recuperando de todas sus lesiones. A pesar de que fue curado, el rostro le dolía, de hecho, todo su cuerpo a veces se entumecía.

Y no solo eso.

El chico estaba sentado en el banquito usual japonés para bañarse frente a la pared; la observaba sin razón alguna. Solo cuando estaba en soledad, cuando observaba a un punto fijo, cuando todo parecía tranquilo como el mar muerto, Shidou recordaba partes de su pelea con un espíritu particular.

El espíritu de la luz, Satou Matsuo, poseedor del ángel Mikael.

Veía su cara invertida; ojos color rojo, con una oscuridad profunda en el punto central del iris, su cabello negro largo que le cubría parte de su frente y su sonrisa estirada, de oreja a oreja. Su expresión parecía burlarse de Shidou y de hecho, cuando pelearon, en verdad se burló de él, lo hizo sufrir. Y ahora seguía viéndolo con una expresión burlona.

¡Je! Tu amigo está muerto, ¡te reunirás ahora mismo con él! ¡Acabaré contigo, Shidou!

Se vacío agua encima de su cabeza, la imagen de su amigo inverso se distorsionó en ondas cristalinas, como una hoja de papel que se mueve entre corrientes de aire. Cabello cayó de la cabeza de Shidou y algunos se pegaron a su mejilla.

«Satou… No dejaré que se repita, nunca más. Nunca más». Llenó de nuevo otra cubeta y se la echó encima para que todo su cabello extra fuera removido de su cabeza, luego apretó los puños. Su cuerpo se había desarrollado gratamente, aunque recién había dejado su método de entrenamiento intensivo, su cuerpo había quedado como el de un atleta, aunque no de manera exagerada, sino de una manera normal, como si ya hubiera crecido así de forma natural.

—¡Shidou!

—¡Wahh! —Ante el llamado de su hermana, soltó un grito ahogado por un congelamiento repentino que le llegó hasta el cuello, todo se había congelado de repente—. ¡Uhhh! … que… frío…

—Shidou, yo también me quiero bañar, ¡sal ya de ahí! Llevas como 20 minutos en el baño.

—L-lo siento, Kotori. Po-pronto… saldré… —Shidou intentó sonar normal, pero esto no pasó por desapercibido por su hermana menor.

—¿Por qué tartamudeas? Y por qué se siente esta… —Sus ojos se abrieron como platos al ver su propio aliento, por lo que abrió la puerta de manera precipitada—. ¡¿Qué pasó aquí?!

—Kotori…

La chica se quedó perpleja al ver como Shidou estornudó al tener solo libre la cabeza, todo lo demás estaba congelado, así como el baño. También se sonrojó por ver el cuerpo de su hermano, claro, no pudo verlo todo pero aun así le dio vergüenza.

—¿¡Otra vez?!

—Sí… —dijo en un susurro entrecortado.

—Pues haz algo para quebrar todo ese hielo, el entrenamiento con Satou no es un desperdicio, ¿sabes? Nos cuesta la mañana del sábado, ¡no seas tonto!

Shidou calentó todo su cuerpo hasta que una nube de vapor llenó el lugar, todo el hielo se había derretido por las llamas de fuego de Shidou, gracias al ángel Camael.

Aprovechó el vapor para tomar su toalla y salir del baño. Después de unos minutos en los que su hermanita se bañó y salió de buen humor después de una sesión de burbujas en su baño, se sentó con Shidou en el sillón. Cruzó las piernas y como tenía puestas las cintas negras, se puso seria.

—Se te ve bien el cabello corto, Shidou.

—Gracias, Kotori. La verdad es que con todo lo que pasó, no tuve tiempo de cortármelo, ni de ir a la escuela.

—…o eso es lo que debería decir. Ahora, ¿qué pasó ahí dentro? —Shidou dejó las sonrisas para ver a su hermanita a los ojos.

—Bueno, me asusté y de repente se congeló todo. Aunque ya me había pasado antes.

—Es la segunda vez en esta semana, cielos, te acabas de recuperar y ya estamos teniendo problemas.

—Uh…

Muchos cambios pasan cuando uno crece, pero cuando tienes poderes de espíritu sellados en ti y luego los usas todos de golpe para luchar contra un rey demonio que, además, es tu amigo, ¡y muchas cosas más! Bueno… sí, tenía problemas para estabilizarse de nuevo.

—La anterior vez causaste un remolino en la cocina y acabaste con la cena…

—Uh… —Shidou tragó saliva, se sentía un niño regañado, pero, ¿era su culpa? Él sabía que no, o eso era su defensa.

—Luego quemaste tu pijama e incendiaste tu cama. —Shidou sintió esas acusaciones como estacas en su cuerpo.

—Eh… bueno… no sé por qué está pasando esto. Debe ser por la pelea con Satou.

—Ahhh… Shidou, tu estado actual es raro, ¿estás seguro que estás bien? A veces parece que no prestas atención.

—Estoy bien, Kotori. —Sonrió amargamente, ella bajo la mirada—. Haré la cena, estoy seguro que las demás estarán hambrientas.

Como quien calla un secreto, como quien encierra su oro con candado, Shidou no podría mostrar sus preocupaciones. Él entendía lo delicado de la situación, a pesar de que todo parecía ir bien, a pesar de que se mostraba feliz con las chicas, a veces perdía el control de sí mismo por el miedo y por la culpa, como sombras que siempre estaban detrás de él.

De todas formas, Shidou se puso a hacer la cena, distrayéndose. Mientras eso pasaba en la casa de los Itsuka, justamente a lado, en los departamentos de los espíritus, las gemelas Yamai competían una con la otra en la consola de videojuegos, mientras Satou observaba la pantalla con las manos sueltas encima de sus piernas, con los ojos perdidos en esas impresionantes secuencias de actos que realizaban los personajes al pelearse uno contra el otro.

"¡Tenemos un vencedor!"

—¡Sí! ¿¡Viste eso, Satou?! ¡Gané, gané! —Kaguya alzó los brazos y sonrió, su hermana gemela bajó los hombros en derrota.

—Veredicto: fue suerte.

—¡Satou es testigo de que gané limpiamente! ¿No es así, Satou? —Ambos interrumpieron sus miradas retadoras al no escuchar respuesta del chico, por lo que ambas giraron sus cabezas lentamente para observar al chico—. ¿Satou?

Pero ellas no entendieron que mientras presionaban botones sin descanso para ganar, Satou podía observar otras cosas; su pelea con Shidou… no, no era él y eso lo atormentaba, ¿cómo era posible que esa… cosa hubiera tomado control de él?

—Satou, ¿estás bien?

—Petición: Satou, háblanos.

El chico entonces volvió en sí y agitó la cabeza para alejar esos pensamientos de él.

—¡Lo siento! Me fui por unos momentos. —El chico sonrió ligeramente, ellas cambiaron su expresión rápidamente a una despreocupada.

—Cielos, por un momento me preocupaste.

—Lo siento, no volverá a pasar.

—Opinión: Kaguya tuvo suerte al ganarme, ¿no es verdad, Satou?

—¿Eh?

—No es verdad —dijo al instante—. Gané limpiamente, ¡limpio!

—Bueno… no hay forma de hacer trampa en un juego como este. Además, Kaguya se ha hecho muy buena en esto. Es lo que yo creo.

—Je, escúchalo, Yuzuru, Satou tiene razón. —Abrazó al joven de cabello negro con una sonrisa, entonces él hizo una sonrisa automática, Yuzuru los miró con un poco de molestia.

Todas se compartían a Shidou porque lo amaban, pero aunque no amaban a Satou como a Shidou, era su amigo y se lo compartían también, pero siempre en las mismas cantidades. El problema de ser gemelas era ese: no podían evitar pelearse por lo mismo, sin importar que tan mínimo fuera.

—Petición: apóyame a mí también, Satou. —Le abrazó por el costado sin ocupar y mirándolo con su expresión blanca pero de suma profundidad, ella era justamente así.

—¡Hey! Yo tengo su apoyo desde antes, ¿verdad? —Segura de sí misma, sonrió. El joven se encontraba en una encrucijada.

«No sabía que mi opinión les importaba tanto. Pero no quiero que ninguna de las dos se sienta mal».

—Kaguya tiene mi apoyo…

—Fufufu. —Sonrió la más expresiva. Su gemela agachó la mirada pero luego, ambas fueron abrazadas con solo un brazo.

—Pero también lo tiene Yuzuru.

El chico se olvidó de sus problemas completamente al ser abrazado por ellas dos, felices de la vida. Con una expresión alegre de ellas, lo contagiaban de alegría, como una droga que parecía aspirarse en los perfumes de las chicas, o como una inyección que no necesitaba aguja.

Tenía que consumirlo a diario, así todo lo veía de colores, así todo lo sentía cálido, así también podía brillar… brillar locamente, con el tono que representaba su ser, solo así se sentía seguro, con esa extraña sensación que inundaba su cuerpo, su corazón y su alma. Era el tesoro de Satou, su fuente era casi extraordinaria, tenía que cuidarla como a una pequeña planta o como a un recién nacido, debía hacerse cargo porque si no, esa dulce sensación que lo alejaba del dolor, que ya no lo hacía sentir más que éxtasis, se iría.

Y estaba asustado, mejor dicho, aterrado de que no volviera a probar de esa sensación nunca más. De que la perdiera para siempre, ahora que era adicto a ella.

A ellos.

—¡Satou, chicas! —Tohka abrió la puerta sin preguntar, se le veía apurada y feliz—. ¡Es hora de cenar!

Notó el abrazo cariñoso y ellas pensaron que Tohka haría un escándalo como solía hacer, pero en vez de eso, saltó encima de ellos tres.

—¡No me excluyan! —Ahora todos estaban en el suelo después de ese salto de bomba por parte de la chica de cabello morado. Satou se sobó la cabeza porque el golpe le dolió un poco. De alguna manera, ella se las había arreglado para quedar encima de él—. ¿Por qué no te quedas a cenar? Sabes que Shidou cocina muy bien, ¡y tiene un 100% de recomendación por mí!

—Ya sé que cocina bien, pero no puedo quedarme a cenar, Tohka. —Se alejó y se levantó del suelo, aunque él también estaba triste de dejarlas. Tohka hizo un puchero—. Tohka… será otro día, ¿de acuerdo?

—Bueno… está bien, pero asegúrate de que ese día suceda.

—Claro que sí. Nos vemos luego.

Satou se despidió de todas y ellas de él. También pasó a despedirse de Shidou, para luego alzarse al cielo y volar a casa.


Durante el camino, el frío empezó a hacerse presente, era Septiembre y en las noches había corrientes que te hacían temblar.

—Mikael… Mikael…

Llamó inútilmente a su ángel, pues no hubo respuesta. En los últimos días no había podido hablar con él y hoy no era la excepción. Decidió pasar por una pastelería ya que recordó que no había nada que cenar hoy y su cuerpo demandaba algo dulce, que hiciera feliz su paladar. Por lo que compró uno de fresas con crema, de un tamaño mediano y se lo llevó a casa.

—Ya estoy en casa… —anunció al abrir la puerta, pero las luces estaban apagadas. El joven agachó la cabeza, viendo al piso—. De todas formas, no es como si me estén esperando en casa…

Satou caminó hacia la cocina para servirse pastel, no sin antes abrir el refrigerador, así con las luces apagadas, la soledad lo rodeaba, una vez más. No era la primera vez que se encontraba con su vieja "compañía", la soledad, pero esta vez sí le molestaba. No estaba su ángel guardián y lo entendía en parte, pero no podía evitar sentirse triste.

Al sacar leche y cerrar el refrigerador, vio una nota pegada a éste. "No me esperes".

—Kurumi-san…

Suspiró al leer la nota, era muy directa y no tenía mensajes lindos ni delicados, como lo haría cualquier otra chica normal que estuviera enamorada. Después de todo, ella tenía objetivos que cumplir y no los dejaría tirados solo por él.

Una vez que iba a su casa, en la noche, en la tarde, donde sea que no estuviera nadie más que solo él, la soledad reinaba a sus anchas, su tesoro se le iba de las manos, sus amigos no podían estar siempre con él. Kurumi también lo confundía y los recuerdos de su pelea regresaron a él desde que empezó a recuperarse, y el fantasma de su inversión empezó a tomar forma en sus sueños, más bien pesadillas. Tenía miedo de invertirse, de sentirse mal, necesitaba su "inyección de felicidad", los necesitaba a ellos.

Pero no podía cargarles eso, no podía hablarles sobre esto, no después de lo último que pasó. No después de que…

Tú las mataste. —Escuchó en un susurro. Vio a todos lados, aterrado de esa voz, corrió hacia el interruptor y lo encendió con fuerza, pero rayos salieron de su mano, por lo que las luces se volvieron locas.

—¡Maldita sea! —El foco de la cocina estalló. El chico recuperó el aliento mientras partes del cristal quedaron en su cabeza. Miró sus manos electrificadas y temblorosas, por lo que lo tomó con la otra—. No puede ser…

Se arrodilló y se puso una mano en el corazón; estaba acelerado, pero Mikael no estaba ahí para ayudarle, no había marcapasos tampoco. Estaba solo con sus demonios. Se puso a exhalar y a inhalar, para calmarse él solo. La electricidad mermó un poco y sus latidos también.

Se levantó aun con electricidad recorriéndole las manos. Vio el pastel y sin servirse, lo empezó a comer en seco, era la primera vez que se sentía así. ¿Era la soledad? Pero si había estado con él siempre, pero ahora tenía amigos y tenía a Kurumi, aun así, ¿por qué se sentía tan solo?

Kurumi iba a regresar, la tarea de buscar al primer espíritu acabaría por hoy y regresaría a casa como otras noches. Él mismo se lo repetía en su mente, era como un juego. También estaban sus amigos, que siempre le tenderían la mano, eso también se lo repetía. Una y otra vez.

—No debo de preocuparme, ¿verdad, Mikael? —Pero frunció el ceño a la nada al recordar que no podía hablarle ahora, apretó los puños al sentirse así. Una onda eléctrica alejó todo de él, el pastel salió volando en pedazos y la silla y mesa casi se incendian al contacto.

Harto de su situación y descontrol, decidió salir a buscar a Kurumi. La necesitaba, era por eso que tal vez no podía calmarse.

«Kurumi-san… no puedo hacer lo que me dices, no quiero que nadie te haga daño».

Sin importarle la cocina, ni las llaves, salió a buscarla en esa fría noche, pensó que ella también tendría frío. Su tic nervioso seguía, la electricidad sin fin en su mano le preocupaba, ¿por qué no podía controlarlo? ¿Era una forma de expiación? ¿Su cuerpo le estaba indicando algo?

Buscó por una hora en todos los alrededores cerca de su casa, por lo que fue al viejo edificio de la DEM, en el transcurso, empezó a llover, pero no le importó, en su mente solo estaba encontrarla sana y salva, su tic desapareció también.

«¿Por qué a pesar de que te lo digo, no me entiendes? ¿Por qué siempre me haces preocupar? ¿Por qué me siento así cuando no estás?». Satou entonces, perdió vuelo y terminó cayéndose en una azotea, se estampó en el suelo y lo agrietó. —¿Qué diablos me está pasando?

Se incorporó y sangre le salió de la nariz de manera incontrolable, pero no sentía dolor, la lluvia cayéndole encima y empapándolo, solo hizo correr la sangre por el suelo y por su rostro.

«Esta energía… ¡Está disminuyendo!».

Satou vio algo negro en el suelo pero sus latidos se hicieron tan tenues que terminó desmayándose. Para cuando retomó la consciencia, ya estaba en cama, habían pasado horas y todo estaba oscuro, a excepción que a un lado, la luz de la lámpara de cama estaba encendida.

—Satou-kun, ¿estás bien?

—¿Kurumi-san? —Ella le tocó su frente, estaba un poco fría aun después de estar tapado con sabana. El joven empezó a sentirse mejor de repente.

—Te dije que no me esperaras, no que fueras a buscarme. Hace frío afuera e incluso ahora está lloviendo. Iba de regreso cuando lo noté.

—Lo siento… pero estaba preocupado por ti.

—Ahh… —Ella suspiró y negó con la cabeza. Se acostó a su lado y lo abrazó con una media sonrisa—. No soy débil, Satou. No tienes por qué preocuparte por mí y no salgas a buscarme, no quiero que… hagas eso. —Satou quiso protestar pero no pudo, las palabras no salían y ella tenía el control. Pero fue abrazado con fuerza y él aceptó eso, porque lo hacía sentir bien. Eso era todo.

Lo hacía sentir bien. Como Tohka, como Kotori, como Miku, como todas sus amigas. Tenía dudas que querían ser respondidas, pero solo las callaba porque tenía miedo de decirlas, de lastimarlas. Los espíritus deberían de ser protegidos por él y por Shidou, ahora esa era su motivación, su nueva vida. Por eso no podía decirles la verdad, aunque eso era lo correcto. ¡Quería gritárselo a alguien!

Pero no había nadie, su ángel no estaba ahí, no podía hablarlo con nadie, no quería preocupar a Reine o a Kannazuki.

Ahora lo tenía todo… y nada.

Estaba solo.

En una soledad extraña, con sombras que lo acompañaban.

Satou acercó su mano a su cara para poder mirarla, todo en él se había calmado, volvía a sentir esa calidez por todo su cuerpo y miró su torso, la mano de Kurumi residía ahí y se giró para ver el rostro de su pareja; su largo cabello negro le tapaba medio rostro, su respiración era muy tranquila, ante sus ojos, ella era la más hermosa, la única que amaba, por la que haría lo que fuera, incluso morir.

—Kurumi-san… —susurró el chico.

—¿Qué sucede? —preguntó de la misma forma.

—Podemos… ¿Puedo… besarte? —Toda su ilusión, deseo y esperanza fueron depositados en esas palabras, pero ella se quedó callada y no abrió ni los ojos. Él quería besarla como cuando por primera vez se besaron, como esa vez en la que por primera vez sintió el amor, después de haberlo enterrado en sus memorias olvidadas. ¿Y ella? Ella no era el clon que se enamoró de Satou y sus sentimientos honestos, ella no estaba enamorada, pero sí admitía que se sentía muy extraña a su lado, porque él era demasiado cariñoso con ella, algo que ni ella misma, ni loca, haría por una persona así… como ella misma.

—Satou-kun… por ahora, vayamos a dormir. —Kurumi se acercó para darle un beso en su mejilla y recostarse en su hombro. El joven solo pudo cerrar los ojos y tomar la mano de Kurumi con delicadeza.

—Bien… hora de dormir.


Parte 2: Quiebre.

El sol le llegó a la cara y en respuesta, abrió los ojos, se los frotó porque no lograba despertar del todo. Algo raro es que se supone estaba abrazando a alguien hace unos momentos, al recordar ese detalle, despertó de inmediato.

—¿Satou-kun?

Iba a descubrirse las sabanas, ahí es cuando notó que estas tenían ciertos hoyos y estaba quemada, incluso ella misma tenía una quemadura rojiza en su mano izquierda, la quedó viendo estupefacta.

«¿Qué significa esto? Ayer no tuve problemas con las hechiceras de la DEM ni con la AST». Tocó su propia mano, le ardía el contacto, su piel blanca estaba rojiza como si alguien la hubiera rascado sin fin.

Se levantó para ir al baño, entonces vio que todo estaba desordenado, lo más extraño fue la mesa y silla giratoria en la que Satou usualmente se ponía a estudiar, algunas partes estaban carbonizadas, ella no podía creerlo; ¿cómo pasó todo eso sin que se diera cuenta?

—Satou-kun hizo esto, pero… ¿Cómo es posible? ¿Por qué?

Bajó a la cocina para ver todo el desorden que no pudo ver ayer. La mesa y sillas tiradas, el pastel de fresas con crema, regado en el piso, también habían pedazos de cristal y al ver arriba se encontró con que el foco ya no estaba en su lugar, también el interruptor había estallado.

Kurumi encontró la nota que le había dejado a Satou para que se fuera a dormir tranquilamente, aunque no había tenido tacto al escribirla. Agachó la cabeza e invocó a su Vestido Astral.

«Tal vez esto es mi culpa, pero es tan extraño, casi siempre ha estado feliz, incluso cuando yo regreso de buscar al primer espíritu y algunos rastros de la DEM, Satou-kun no parece triste. No he hecho nada, todo estaba bien». Kurumi hizo aparecer cuatro clones y los mandó a buscar a Satou, traspasaron el piso y se pusieron manos a la obra.

Siguió pensando, quedándose parada en medio de la sala y la cocina. Ella misma se dijo que no debería de estar preocupada, que no debería haber necesidad de ello.

¿Qué sientes cuando me abrazas? ¿Por qué quisieras abrazarme?

Porque se siente muy bien, esta calidez. Además… me siento muy feliz cuando estoy contigo, no lo puedo evitar, ni quiero hacerlo.

—Satou-kun… tú no… no debiste de… ¿Por qué yo? ¿Por qué tú?

Satou-kun cree en Tokisaki Kurumi, yo sé que si hubieras hecho esta cita, ¡también te hubieras dado cuenta!

¿De qué estás hablando?

Él nos quiere, ¡lo hace de verdad! Tú eres yo después de todo, él es diferente, estoy segura que ahora… y tal vez después, nos acepte como somos.

Imposible, todo lo que dices es lo más estúpido que he escuchado hoy. —La otra Kurumi palideció y se alejó de ella, le apuntó en la cabeza con su pistola más pequeña—. ¿Sabes por qué no fui yo? La que tuvo esta cita.

Porque tienes miedo… siempre lo has tenido, lo hiciste con Shidou-san y ahora lo haces con Satou-kun, tienes miedo de mostrarte cómo eres, ¡porque también tengo ese miedo!

Soltó los brazos al recordar esa conversación consigo misma, ¿qué era lo que había en su oscuro corazón? ¿Había un lugar para él? ¿Había un lugar para ella para empezar? ¿O era un corazón solo lleno de ambiciones?

«Nunca podré saber lo que sintió esa yo… porque ella… tenía razón. Tuve miedo de echarlo a perder todo, de que no creyeras en mí. Ahora tengo todo de ti, absolutamente todo, solo lo tengo que pedir, era lo que… lo que quería, pero… ¿Por qué me siento mal? Toda tu energía es para mí uso personal, a pesar de que proteges a Shidou-san y sus amigas, de todas formas, me proteges más a mí. Hasta me diste un lugar donde dormir, es… demasiado bueno de tu parte, a veces pienso que tienes segundas intenciones, Satou-kun… porque no hay chico que no tenga segundas intenciones, mi cuerpo no te interesa, ¿no es así? No es eso lo que quieres, creo que aunque te lo mostrara todo, no pasaría nada, ¿no es así? Tal vez solo me pedirías explicaciones… No merezco todo lo que eres».

Alzó la mirada y se dirigió a la puerta para salir y entonces lo notó por fin. Estaba en la puerta, esperando ser leído.

Un mensaje.

"NO ME ESPERES".


Parte 3: Por ti.

En la casa de los Itsuka, todos estaban muy activos. Algunos dejaron la casa temprano para ir al supermercado a comprar ciertos implementos que necesitaban. Después de muchos días de espera y de planearlos entre todos, el día por fin había llegado.

Shidou y Kotori estaban en la cocina, cada quien con un mandil para evitar cualquier suciedad en sus ropas, estaban preparando mucha comida, Tohka y Yoshino estaban en la sala, inflando globos de distintos colores.

Las gemelas Yamai tenían otro tipo de tarea, ir al supermercado por ciertos ingredientes que se habían gastado y muchas bebidas, no iban solas, Reine y Kannazuki también querían apoyar a los chicos. Últimamente las cosas iban demasiado bien, nadie estaba en Fraxinus monitoreando a nadie.

Solamente Miku no estaba disponible, desde hace pocos días que sabía que celebración tan importante era hoy y había estado trabajando muy duro que casi no se le veía por ningún lado.

—¿Crees que está bien así de sal, Shidou?

—No lo sé, necesito seguir por aquí.

—Tohka, prueba esto por mí —llamó a la chica, Tohka sabía que probaría comida, por lo que fue de inmediato a la cocina.

—¡Lista, Kotori! —Tohka probó un poco de la comida y sonrió—. ¡Está perfecto!

—Que bien, espero que le guste mucho a Satou.

—¡Estoy segura de que le gustará! Todo esto es para él y para que lo celebremos todos juntos, pero… ¿Por qué no le dijimos nada, Shidou?

—Porque es una fiesta sorpresa, Tohka. Cuando vaya a traer a Satou o cuando lo llame y entre a la casa, verá todo esto listo y se pondrá muy feliz —dijo con emoción mientras seguía cocinando—. Además, es su cumpleaños y nos vamos a esforzar mucho, ¿no?

—¡Por supuesto! —dijeron todos los presentes.

En este día no podía salir nada mal, era temprano aun y apenas estaban empezando, para la tarde de seguro lo tendrían todo listo.

Mientras los chicos seguían trabajando duro en el cumpleaños de su amigo espíritu, éste mismo se encontraba en paradero desconocido.


Los clones de Kurumi y ella misma se dividieron la ciudad como a un pastel, cada quien fue a diferentes secciones para buscarlo primero por aire usando la vista, luego a pie por algún hotel o lugar donde podría haber pasado la noche o la madrugada. Ella tampoco tenía idea en qué momento él desapareció.

«¿Cómo es posible que te hayas ido sin que me haya dado cuenta?» Vio la marca rojiza en su mano que ya se estaba curando pero estaba tardando más de lo debido, hizo memoria de lo que pasó en la noche. «¿Acaso lo hice enojar? Eso podría ser peligroso hasta para mí, no quiero que se invierta de nuevo, no, eso podría ser imposible ahora. Esta herida es una quemadura… electricidad…»

Ella abrió los ojos ante su descubrimiento.

—Eso es, electricidad. Esta es una quemadura por contacto eléctrico, le he observado hacerlo un montón de veces. Pero… Satou-kun no se atrevería a hacerme daño. El cuarto también tenía daños…

—¡Kurumi! —Del piso de la azotea, salió el cuerpo entero de uno de sus clones—. Lo encontramos, pero…

—¿Qué pasa? Dímelo mientras vamos para allá. —Su clon asintió con la cabeza y voló en dirección opuesta a donde ella estaba mirando antes. Kurumi le siguió al sur de la ciudad, hasta las afueras—. ¿Qué es lo que querías decirme?

—No me acerqué a él, de hecho, lo vi desde lejos.

—¿Por qué hiciste eso?

—Porque no podía, Kurumi. —Ella se sorprendió por este hecho, que un clon suyo dijera eso con tanta seriedad, le preocupaba un poco—. Ahí está.

Entonces vio un incendio a lo lejos, además de rayos que sobresalían del incendio. El clon de Kurumi se levantó la falda de su Vestido Astral mostrando sus piernas perforadas con varios orificios ya negros, su piel estaba quemada también.

—Eso es lo que pasó cuando intenté acercarme a él. Al atacarme, creó todo eso que ves.

—¿Satou-kun hizo eso? ¿Te hizo eso? ¿Le viste el rostro? —preguntó un tanto preocupada.

—No me vio, estaba de espaldas y su cuerpo estaba rodeado de electricidad… su cuerpo estaba brillando y sus ropas estaban en muy mal estado…

—Debe ser el uso de sus poderes sin ponerse su Vestido Astral.

—Cuando lo llamé, toda esa electricidad se disparó a todos lados. No sé qué pasa con él pero debe ser malo. No sé qué pueda pasar si-

—Lo sé. —Su clon ya no dijo más porque regresó a la sombra ella. Las llamas del incendio se reflejaron en sus ojos y tuvo un escalofrío en su espalda, así como respiró hondo—. No sé qué pueda pasar si me acerco a ti, por una segunda vez. Pero es hora de que lo sepa.

Kurumi fue hacia el incendio y como todo ya estaba bien quemado y no quedaban hojas en los árboles, pudo ver lo que describió a su clon. Estaba de espaldas y de pie. Ella pensó en dispararle desde ahí para ver su reacción, pero lo mejor era entrar al incendio cautelosamente.

Desde la altura en la que estaba ella, se percató que Satou mantenía una barrera algo grande para que las llamas no le llegaran siquiera cerca, por lo que aprovechó eso para estar cerca de él y así lo hizo.

«¿Qué debería de decir ahora? Ni siquiera sé por qué estoy aquí». Pero tenía un mal presentimiento por todo lo que había pasado; su quemadura en la mano, la nota en la puerta, la casa con daños, su desaparición y luego el ataque a una de ellas. Algo estaba muy mal aquí e incluso ella que no le prestaba atención al chico, entendía que algo iba mal con él.

—Satou-kun… yo… estaba buscándote. Cuando desperté… tú no estabas. —Fue rodeando al muchacho que no movía ni un músculo, siguió hablando para poder estar cara a cara con él—. Pensé que estabas haciendo el desayuno, como otros días, pero… me di cuenta de que algo estaba mal. Y… es por eso, ¿verdad? —Vio el rostro de Satou, estaba derramando lágrimas y sus ojos estaban rojos, no solo porque había estado llorando en silencio absoluto, sino porque en verdad estaban de ese color—. Satou-kun… nunca dijiste nada… incluso ahora sigues callado, creo que… y-ya no me puedes… escuchar…

Agachó la cabeza y caminó hacia él con tristeza, ¿por qué había pasado esto? ¿Por qué ese chico feliz y siempre amable ahora estaba así? Ella acercó su mano quemada hacia el hombro de Satou, pero fue tomada por Satou rápidamente, ella se impresionó mucho, pero la electrificó por completo, hasta que una bala le perforó la mano a Satou y a Kurumi, ella fue soltada.

—Satou-kun… si me escuchas, quiero que lo sepas. No estoy aquí por tus poderes, estoy aquí por ti. No sé ni que estoy diciendo… pero creo que entenderás —dijo Kurumi al levantarse después de tremenda descarga y que su mano ya estaba negra por la quemadura—. Lo siento… no sé qué hacer, esto nunca me había pasado y de alguna manera, sé que esto es mi culpa. Y no creas que soy idiota, sé que me quieres decir algo, sé que buscas una respuesta de mí… algo que yo no te puedo dar ahora. Pero si ahora te vas, nunca la vas a saber. Y si te vas y te conviertes en eso, entonces no me dejarás opción, Satou-kun. Nunca lo sabrás.

—Ya veo, Kurumi-san —dijo con un tono indescriptible, no era tristeza ni enojo, no era calma tampoco—. Entonces… no lo sabes.

—No… no lo sé.

—Entiendo. Gracias… por todo. —Él no pudo verla a los ojos pero ella quería asegurarse de que todo estaba bien en él, por lo que antes de que se diera la vuelta, le tomó de la mejilla y lo obligó a verla.

Sus ojos seguían rojos y todo seguía igual para él, excepto una cosa. Ya no podía ver a Kurumi como antes, no, no era eso. Él no podía verla por lo que le había hecho. De nuevo sentía calidez y suavidad en la mano de ella, al ver su rostro preocupado se sintió importante, pero no podía estar seguro de nada, ¿quién podría decirle que era realidad?

—Lo siento… —Puso su mano encima de la de ella y sonrió—. Ya he tomado una decisión, y no se trata de ti… no es solo de ti. Por favor, no me esperes más, Kurumi-san.

—No… ¿Esperarte? ¿De qué estás…? —Satou le tocó su pecho y de una descarga adecuada, le detuvo el pulso. No hubo nada que pudiera hacer, él era demasiado rápido y otra cosa era que ella no estaba atenta.


Parte 4: El fin de la esperanza.

Se quedó mirándola, tan tranquila, como otras veces en las que le había visto dormir en paz y en calma. Habían pasado horas desde que se fueron de las afueras de la ciudad.

Se le había quedado mirando por un buen rato, ella estaba en su cama, le había tapado el cuerpo como alguna vez lo hizo en el pasado.

Se acercó a ella y le tocó su mejilla, era difícil hacer todo esto, pero realmente… era solo porque en verdad la amaba, por eso era difícil dejarla sin decirle nada, incluso tuvo que herirla para poder alejarse, pero ahí estaba de nuevo, sin querer irse de su hogar.

Voy a matarla, Satou.

«No lo harás, no le harás daño a nadie. Ni yo tampoco». Le dio un beso en la mejilla, porque era un idiota y creyó en Kurumi, no podía besarla en los labios sin su permiso, incluso ahora, no podía desobedecer eso. —Adiós, Kurumi-san.

Satou dejó su celular en la mesa y bajó las escaleras de su casa por una última vez. No tenía intención de volver, sus ojos seguían de color rojo y tampoco parecía que eso iba a cambiar. A lo último que le dio una mirada fue a la foto que tenía con todos sus amigos y la que se tomó con Kurumi, en su primera cita.

Eres muy ingenuo, Satou Matsuo. Por eso todos te engañan, por eso estás así, ¿sabes una cosa? Siempre estarás así. Por siempre.

Esa voz oscura y grave comenzó a dar carcajadas mientras que el joven solo agachó la cabeza. Había estado oyendo a esa voz desde hace unos días, en ciertas pesadillas que involucraban la muerte de Kurumi y otras que no alcanzaba a ver con claridad.

La última pesadilla que tuvo, ya no fue una pesadilla como tal.


Él estaba consciente en su sueño y se encontró en un espacio totalmente oscuro, pero él podía desprender una luz blanca.

¿Qué es esto?

¿Ya te olvidas te de mí? —Escuchó una voz extraña, muy grave y oscura, su tono no le agradaba nada, se notaba el enojo. Satou retrocedió.

¿¡Quién eres?! ¡Muéstrate!

Tú sabes quién soy, después de todo, soy parte de ti. Me escondo entre tu sombra, me ocultas de todos, incluso de ti. No importa si no me recuerdas, es posible que no me recuerdes, pero el dolor nunca se olvida y menos… el odio.

¿¡Qué eres tú?! ¡No entiendo de lo que estás hablando!

Entonces… te haré recordarme… ¡Recordarte!

Una mano oscura le tomó de la cabeza, mientras muchas más enrollaron su cuerpo, hasta que no hubo nada de luz blanca rodeándolo.

Entonces recordó todo lo que había olvidado; revivió todo lo que había hecho en modo inverso, como había matado a las hechiceras de la DEM, masacrándolas completamente, así como cuando mató a Shidou.

¡No, no es cierto! ¡Esto no puede ser verdad! ¡Fuiste tú, maldito!

¡Jajaja! ¿Ya te olvidaste de la razón detrás de todo esto? —Entonces volvió a ver el cuerpo de Kurumi lleno de sangre—. Fuiste tú, Satou… querías que ellos pagaran, querías destruirlos, ¿no es así? Los humanos que tanto te esforzaste en proteger de los espíritus, mataron a la persona que amabas. ¡No revivió! ¡No es con la que duermes!

No… Kurumi-san… yo la quiero y ella también me ama, ¡yo lo sé! ¡No creeré en tus mentiras!

¡Ja! Deberías seguir viendo quienes son los mentirosos aquí. Tú eres uno de ellos, engañándote a ti mismo. ¿Te crees diferente a mí?

¡Tu eres un monstruo! —Las risas hicieron eco, provenían de todos lados y él no podía saber si eso siquiera existía en esa inmensa oscuridad—. ¡Cállate ya!

Tú también eres un monstruo. Yo lo admito, pero tú vives engañado. Por aquellos a quienes llamas "amigos".

No vas a convencerme, ¡no voy a caer ante ti y tus provocaciones! ¡Sácame de aquí!

Pero entonces vio todo como si él lo estuviera haciendo, entonces comprobó que concordaban con los pequeños episodios que tenía de una pelea que, antes parecía borrosa, ahora la veía en alta definición.

Vio todas las peleas que tuvo, la muerte de Shidou, el sacrificio de Tohka, el de todos al querer evitar un terremoto espacial gigantesco. Él siempre creyó que solo había matado a personas inocentes y de seguro que Shidou también había muerto, se culpaba mucho por eso.

Todo por su ira, por su odio, todo lo que hizo… también fue por amor. Por eso había perdido toda voluntad, había matado a inocentes, había matado a sus amigas, había lastimado a Yoshino; esa niña dulce que le aceptó después del gran error que había cometido con ella. Le destrozó la garganta a Miku; la chica con una voz tan preciosa que encantaba a todo el mundo, esa chica quien ahora le sonreía, esa que odiaba a los hombre pero a él no. Aun así le privó del habla y de la vida.

Pero ellas… están… siempre sonriéndome… son tan felices…

Porque vives en una mentira, tus amigos no existen, tú los mataste y lo olvidaste, como ellos. Es muy fácil olvidar, así no sufres… pero creo… que fue tu propio deseo.

Satou se giró a otro lado para ver una luz, él vio sus manos ensangrentadas, con la sangre de sus amigos que juro proteger ante todo mal, corrió hacia la luz pensando que era la salida, ya no quería seguir recordando, no quería seguir ahí más.

¡No puede ser mentira! ¡Ellas me sonríen, maldito! ¡Ellas me quieren! ¡Si esto en verdad pasó, entonces me odiarían! ¡No es el caso! ¡No es verdad! ¡No es verdad! —gritó hasta que llegó a la luz para ver otro recuerdo.

¿Una foto?

Sí, en la segunda planta hay un lugar donde nos podemos tomar fotos. Ya que tienes amnesia, es para que esto nunca lo olvides, Satou-kun.

No creo que pueda olvidar esto, Kurumi-san. Tenerte a mi lado me hace feliz.

Satou se arrodilló pero no pudo llorar, una parte de él entendió que era verdad, ya no veía a esa Kurumi, ella se había ido. La Kurumi Tokisaki con la que dormía, era fría comparado a la que él conoció en su cita, la notaba muy indecisa y muy distante, pero la amaba. Él nunca supo y nadie le dijo que no hay dos personas iguales, sin importar cuanto se parezcan.

Nadie le había dicho que una verdad también puede ser mentira. Kurumi también le sonreía, lo abrazaba, dormían en la misma cama, no había forma que se sintiera solo. También sus amigas le sonreían y se reían, siempre estaban felices con él y con todos.

Pero desconocían la verdad y él también lo hacía, hasta ahora. Porque la verdad duele y por eso, la mayoría de personas la callan. Él también las engañó para hacerlas sentir bien, ocultando sus preocupaciones a sus amigos; en los que más debería de confiar, también de Reine; quien era su tutora y podría hablar con ella de lo que fuera, pero no quería complicar las cosas, no después de todo lo que causó.

Ellas… yo… soy un monstruo… ¡Soy un monstruo! ¡Soy un monstruo!

Yo puedo ayudarte… volvemos a estar solos, siempre lo hemos estado, ¿no lo notas? Nunca serás amado, no de verdad, la persona que pudo haberlo hecho está muerta y no va a regresar. Lo sé todo sobre ti, Satou Matsuo. Ellos no van a regresar, tampoco la mujer que amas, los amigos que juraste proteger, tú los mataste con mi ayuda, los que miras son una ilusión, ellos también fueron engañados como tú. Era mejor cuando no recordabas el amor, ¿no lo crees? ¡Jajaja! Resulta irónico que por eso es que yo estoy aquí, por algo tan volátil e inservible como es el amor.

Cállate… solo… deja de hablar. —Las sombras volvieron a agarrar el cuerpo de Satou pero él mismo comenzó a arrancárselas de encima, rasgando parte de su cuerpo—. ¡Ahhhhhhhh! ¡Hyaaaaa!

No hay suficiente espacio para los dos, Satou. Ya no tienes nada por lo que vivir, ahora sabes la verdad, ¡tu vida estaba arreglada! ¡Shidou te engañó! ¡No te contó la verdad y tú también la ocultaste de ellos! ¡Eres una porquería humana! ¡Muere y olvida todo, abandónate!

¡AHHHHHHHH!

¿Qué? ¡No podrás! Tu voluntad es débil, ¡eres un humano muy moldeable, manejado por otros! ¡Solo abandónate!

Pero Satou con su fuerza, se arrancó parte de su piel, sangre le salió del rostro, luego de los brazos, así lo hizo con todo el torso, las sombras se alejaron de su cuerpo ensangrentado, sus ojos estaban rojos.

No importa… regresaré… estaré siempre aquí. Esperando a que falles, esperando…

Para cuando él despertó de su pesadilla, en realidad habían pasado pocas horas pero ya le había hecho daño a Kurumi y a las sabanas. De alguna forma, su mano estaba encima de la cabeza de ella y le había dado una descarga, su frente estaba roja. Se alejó aterrado, su cuerpo desprendía electricidad y salió de la habitación, dejando algunos daños de por medio.

Su respiración estaba agitada, su corazón acelerado y sus manos temblaban. Entendió que estaba totalmente fuera de control, por lo que decidió irse, no sin antes dejar un mensaje para Kurumi. No tenía idea de lo que hacía y ahora que conocía la verdad sobre su relación, la verdad que no quería aceptar desde el principio, terminó dejándole el mismo mensaje frío y hasta hostil, que ella le había dejado antes.


Parte 5: No digas adiós.

«Tal vez no lo escucha».

Shidou se encontraba dando vueltas en su habitación, había llamado a Satou a su celular tres veces seguidas. Sabía que para su amigo, el celular era algo muy importante para él, tenía más que un valor material por lo que nunca lo dejaba, siempre lo tenía cerca, ¿cómo era posible que no le contestara?

«Esto ya es extraño». Él terminó de abotonarse su camisa azul oscura aun teniendo el celular en mano y después de eso, se acomodó un poco el cabello, como estaba corto era sencillo de maniobrar. En eso estaba, cuando llamaron a su puerta.

—Shidou, ¿ya terminaste de arreglarte? Ya solo faltamos nosotros.

—Ya casi, Kotori. ¿Puedes llamarle a Satou? A mí no me contesta y ya se me hace raro, pero puede que sea mi celular.

—Está bien, solo apresúrate a cambiarte. —Kotori no se alejó de la puerta y marcó el número de Satou, esperó un rato pero no le contestaron—. Raro… no me contestó.

Shidou salió de su habitación con preocupación en toda la cara, sin dejar de mirar su celular, ya eran cuatro llamadas y sin respuesta.


En la habitación de Satou, las primeras veces no fue escuchado el timbre del celular, hasta que debido al ruido de la quinta llamada, Kurumi cayó de la cama y se golpeó la nariz, eso fue más que suficiente para despertarla.

—Maldita sea… Satou-kun fue más rápido —dijo con molestia. Luego se levantó al escuchar el celular, también estaba vibrando en la mesa, por lo que fue hasta él para tomarlo—. ¿Shidou-san? Sí… es cierto, yo… —Miró la mano con la que sostenía el celular, era la misma que había sido perforada por una bala de uno de sus clones que, después de haberla dejado inconsciente a ella, terminó fuera de combate. Pero su mano estaba vendada con un pedazo de playera azul, que ahora estaba manchada de sangre. Su corazón fue estrujado, era la culpa que lo perforaba como una aguja—. Satou-kun… no te entiendo, a pesar de todo… ¿Te sigues preocupando por mí? Pero no hay nada que yo pueda hacer, porque lo que tú quieres de mí, no es algo que pueda darte, porque… la Kurumi que tu amas está muerta. Y yo… yo… no sé qué hacer ya…

Entró otra llamada, pero ella la canceló. Luego pulsó otro botón en la pantalla para enviar un mensaje a Shidou.

—Yo no puedo detenerte, Satou-kun. Y tal vez nunca tengas lo que mereces, pero no es motivo para que hagas esto. Pero Shidou-san… él sí podrá hacerte entender.


"Nuevo mensaje", apareció un anuncio en la pantalla que solo Shidou pudo ver. Su hermanita se dio cuenta del cambio y volteó a verlo.

—¿Qué pasa, Shidou?

—Quiere que me reúna con él en cierto lugar. —Shidou sonrió—. Será mejor que lo vaya a traer pronto para que empecemos con todo.

—De acuerdo… Shidou, ¿está todo bien?

—Claro que sí. Solo tienen que esperarnos, te prometo que estaremos aquí cueste lo que cueste. —Su hermana arqueó una ceja, Shidou dijo todo esto con una sonrisa, pero sus palabras eran serias.

De todas formas, Shidou salió de la casa y emprendió vuelo, ese mensaje le preocupaba, solo estaba confirmando todas sus sospechas de que algo estaba mal.

"Shidou, lo siento. Necesito tu ayuda, por favor, búscame, encuéntrame.

Haz lo que tengas que hacer".

«Satou, ¿qué significa esto? ¿Por qué me estás diciendo esto?». Shidou fue en dirección a la casa de su amigo, fue ahí cuando se dio cuenta de que el clima había cambiado, ahora estaba nublado y se podía escuchar truenos lejanos.

Su celular volvió a sonar, se detuvo para leerlo.

—Tenguu Arena… así que ahí estás.

El muchacho fue lo más rápido que pudo hacia el lugar indicado, entonces vio que en la torre que estaba cerca del lugar, había alguien, con las manos alzadas y desprendiendo mucha energía espiritual. Una luz se proyectó al cielo, una luz azul que comenzó a formar en las nubes grises, la sensación de que iba a caer un rayo en cualquier momento.

—¡Satou! —gritó con fuerza para embestir al joven, quebrando toda concentración, un rayo cayó encima de un transformador, toda la luz eléctrica del lugar se fue, quedando a oscuras—. ¿¡Qué diablos haces?!

—Shidou… —Satou se levantó como si nada y los ojos azules de Shidou se agrandaron al verlo con su ropa rasgada, con hoyos, su sudadera sin cierre, su mano tenía un orificio que aun sangraba y sus ojos estaban rojos, con un punto negro en el centro del iris.

—S-Satou… ¿Qué te sucedió? ¿Por qué están así tus ropas?

—Eso no importa. ¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué estarías aquí? —preguntó con una mirada gélida, Shidou frunció el ceño.

—¿Cómo no voy a preocuparme por mi amigo? No hagas esto, ¿qué ibas a hacer con esa energía?

—Creo que de todas formas tendré que decírtelo, pero quiero que sepas que no debes de entrometerte en mi camino. No esta vez, Shidou.

«¿De qué está hablando?»

—Toda esta energía, ¿sabes? Ya no escuchó a mi ángel guardián, lo he contaminado. Ahora ya solo queda el silencio, y es doloroso. Shidou, ¿te acuerdas de lo que me dijiste cuando despertamos de nuestra pelea?

—¿Qué tiene que ver? Satou, no pienses más en el pasado, vámonos a casa, todos te estamos esperando…

—¡Eso es lo que quisieras! —El sellador de espíritus retrocedió unos pasos, ahora Satou frunció el ceño y sus ojos brillaron—. Ya no tienes por qué ocultarlo más, lo he recordado… todo… ¡Lo sé todo ahora!

—¿Qué?

—Tú también vives engañado, como yo vivía… creyendo en tus palabras bonitas. ¡Solo me diste un poco más de tiempo para que sufriera! Te lo dije antes y te lo digo ahora, ¡solo sufro en este mundo!

—¡No es verdad! ¡Ya no estás solo! ¿¡No es así?! Tohka, Yoshino, Miku, Kaguya, Yuzuru, Kotori, ¡todas ellas están ahí, esperándote! ¿Vas a negar su amistad?

—No, Shidou. Estoy más solo que nunca, es así como debe ser. Soy un peligro para todos, ya viste lo que soy, lo que siempre trato de mantener encerrado, pero… es muy fuerte —dijo con dolor y apretando los puños, hasta que uno de estos se electrificó por completo—. No podré mantenerlo a raya…

—Si te rindes, si dejas que te controle, eso pasará. Pero no si tú se lo permites, yo también te ayudaré a superarlo, ¡a ser más fuerte! ¡Lo haremos todos juntos! —Shidou se puso en frente de él y le ofreció su mano con una sonrisa confortante—. Dame la mano, Satou, no tienes por qué hacer esto solo, está bien tener miedo, ¡pero no te rindas!

—Shidou… vive en mi cuerpo, es una parte de mí. No merezco seguir aquí y tampoco quiero seguir aquí. Soy una bomba de tiempo, maté a Miku, a tu hermana y a Tohka…

—¡Eh! —Shidou palideció, se supone que él no debería poder recordar eso—. Satou… eso…

—Maté a personas inocentes, también te maté a ti. Destruí la ciudad… ¡Soy un monstruo, no tengo control! ¡Ya no quiero esto! Ellas no lo saben, pero yo sí… yo las maté. Fui engañado por mi propio bienestar, fui engañado por ti y por Kurumi-san… ¡Esto no es vivir, Shidou! —Su mano electrificada fue detenida antes de que perforara su propio corazón.

—¡Detente, Satou! ¡La solución no es morir! —Satou le metió un puñetazo en la cara que lo hizo caer del edificio, también le hizo sangrar pues le cortó el labio—. ¡Satouuuuuuuu!

Shidou giró en el aire para poder volar de nuevo hacia la azotea, lo que logró. Esta vez no detuvo su brazo de cometer suicidio, sino le metió una patada en la cara a Satou que lo alejó unos metros.

—Satou, no dejaré que hagas esto.

—Maldito, Shidou. Deja de meterte en mi camino, no hay nada por lo que vivir aquí, con amigos que no saben el peligro que represento, viviendo con mentiras de que este es un mundo bueno y de que alcanzaran la felicidad, ¡tú sabes que este lugar es cruel y sin amor! Los humanos que creí débiles y asustados por los espíritus, ¡me quitaron a la persona que sí me amaba de verdad! ¡Por culpa de estos sentimientos sigo sufriendo! Tú… ¿¡Cómo podrías entender eso?! ¡Estás rodeado de amor! —Satou intercambió golpes con Shidou, su enemigo se cubrió perfectamente de sus ataques; patadas y puñetazos por igual, a gran velocidad fueron evitados.

Pero Shidou seguía mirándolo con seriedad y no atacaba.

—Sí, es verdad, Kurumi murió. Pero la que está contigo ahora, es la fuente de todas ellas, ¡y ella te quiere! No olvides que es por ella que estás aquí.

—Estoy aquí porque la amo, porque ella me devolvió a mis sentidos, pero no porque ella me ame, porque soy solo necesario, Shidou.

—Eso no es-

—¡Lo es! No necesitas mi ayuda, Shidou. Después de todo, ¿qué es un muerto más? Yo solo vivo porque los espíritus me necesitan, ¿qué sentido tiene eso? Algún día los salvaras a todos, conmigo o sin mí, ¿qué haré entonces? Cuando no falte ninguno, solo quedaré yo… tendrás que matarme de todas formas, ¿para qué esperar?

Ambos tomaron cierta distancia.

—Voy a ponerle fin a todas esas esperas, esto es lo correcto, lo fue desde el principio.

—Al final de todo, nunca estaremos de acuerdo, ¿no es así, Satou? ¿Nos pelearemos siempre por lo que pensemos? ¿Cuándo estaremos de acuerdo, amigo?

—Puedes ser la persona más justa y correcta que haya conocido hasta ahora, Shidou. Pero… creo que tienes razón incluso ahora… ¡No puedo aceptar tu verdad como la mía! ¡Porque la tuya es una ilusión! —Shidou escupió sangre por la boca y apretó los puños con fuerza.

—¡Estúpido! —Gritó con todas sus fuerzas—. ¿¡Cuándo vas a entender con palabras!?

—¡El idiota aquí eres tú, Shidou! No vas a detenerme, no aquí. Aquí nadie nos va a detener, no hay AST, no hay DEM, no están ellas y no tienes la ayuda de nadie, estamos solos.

—No voy a dejar que sigas con esta locura, ¿estás dispuesto a enfrentarme por esto? Me enseñaste todo lo que sabes. —Satou sonrió ligeramente.

—Nunca digas "todo", Shidou.

Entonces, ambos se movieron rápido y el primero en soltar el golpe fue Satou, pero su enemigo los esquivaba con mover la cabeza hacia los lados, probó con una patada a las piernas pero él saltó.

«Conoce mis movimientos». Satou lo alcanzó de un salto, pero para sorpresa de Shidou, el chico de cabello negro desapareció y le metieron una patada en la espalda que lo mandó lejos, luego Satou apareció en frente de él, listo para golpearlo en la cabeza con sus dos manos pero Shidou, en cuanto estuvo cerca, lo congeló usando los poderes de Yoshino.

—Satou, te congelaré por completo si sigues con esto. —Pero el hielo se rompió por la fuerza de Satou, una capa de energía espiritual le rodeaba.

—¡Hyaa! —Se movió más rápido que antes, pero Shidou lo esquivó y atrapó su brazo haciéndole una llave de candado, ahora estaba detrás de él y le metió golpes en la espalda sin parar, Satou escupió sangre por la boca.

—Nunca entiendes… nunca escuchas, Satou. Tohka y las demás te quieren, aun si recordaran lo que dices, solo haría las cosas más difíciles, pero terminarían aceptándote, ¡porque te quieren!

—¡Shidou! —Satou electrificó su cuerpo, fue soltado gracias a eso, pero Shidou le metió una patada en vertical que lo hizo caer, esto no acabó ahí, él le persiguió hasta tomarlo del cuello y golpearlo a la cara.

—¡Mereces vivir! Estás equivocado, ellas nunca van a dejarte de querer, ¡no lo hicieron cuando te invertiste! —Los dos seguían cayendo y Shidou siguió golpeándolo a la cara, hasta que su puño fue detenido junto con su otra mano, de un rodillazo en el estómago lo levantó a cierta altura, soltó sus manos y le dio una patada a su quijada, como si estuviera haciendo una chilena y la cabeza de Shidou fuera un balón de futbol.

—No entiendes, no se trata solo de ellas. —Shidou había roto los cristales del edificio con su cuerpo y Satou se paró a un lado de él. Shidou no podía hablar, sangre salía de su boca sin cesar, su mandíbula estaba quebrada.

—Sa… to… Sa…

—Quiero morir, Shidou. Lo deseo desde que volví a la vida. Kurumi-san, las demás, tú… fui muy feliz con todos, de verdad. Pero dime, ¿qué clase de vida es esa? Solo me siento bien cuando estoy con ustedes, solo me siento vivo cuando los veo felices, eso siempre me da gusto. Kurumi-san me dijo que exagero, pero solo es porque quiero protegerla, no quiero verla lastimada, tampoco a ustedes, a pesar de que soy yo el que más los ha lastimado.

«Satou… no tenía idea de que… sufrieras tanto. ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no dijiste como te sentías?» Estiró la mano hacia él, pero fue pateado en las costillas con tanta fuerza que lo mandó a romper varias paredes de la planta en la que estaban.

Una de sus costillas se rompió y se había quedado atascado en la pared que lo separaba de caer del edificio de oficinas. Vio que Satou se acercó de nuevo.

—Me convenciste de que no matara a Tohka, de que la DEM era responsable, al final, todos estábamos con las manos llenas de sangre. Y me diste un nuevo objetivo en la vida. Proteger a los espíritus, ellas se volvieron mis amigas. También fue en esos días en los que me enamoré, persiguiendo esos objetivos, tratando de protegerlos, solo vivo porque otros lo hagan… —Satou recordó a Kurumi y a las demás personas que quería—. ¿Qué clase de vida es esa? Solo vivo porque otros estén bien, ¿es eso por lo que debo de vivir? ¿Cuál es mi motivación entonces? Sin mis amigos y sin Kurumi-san… estoy perdido. Esta vida que me diste, Shidou, esta vida que perdonaste cuando debiste de haberme matado, ¡no tiene sentido! ¡Es vacía!

—¿Lo… es? —Shidou tenía sus ojos de color amarillo ahora y su energía aumentó enormemente. Su mandíbula le dolía y se estaba regenerando rápido—. Ese hueco… lo llenas con las personas que te rodean…

—Hmp. Eso no tiene sentido, ya abrí mi corazón a las personas, solo fui lastimado y engañado, usado. No somos iguales, Shidou. Si yo muero, estoy seguro que Tohka y las demás sufrirían, pero terminarían superándolo. Kurumi-san no perdería gran cosa, posiblemente no lo sabría nunca. Mi vida para ellas no significa algo tan grande como lo serían las suyas, eso es algo que jamás entenderán, lo que ellas significan para mí… es lo que para ellas significaría tu muerte, Shidou.

—No… no digas eso… Satou… —Shidou intentó ponerse de pie mientras lágrimas resbalaban de su rostro—. Tú eres importante, vales tanto como yo, no digas-

—Ellas te aman —dijo con una pequeña sonrisa, Shidou quedó con la cabeza gacha—. Compararme contigo es inútil. Eres el protector de los espíritus, los mantienes a salvo, tú eres el único que puede sellarlos. —Shidou fue tomado del cuello y lo azotó contra el suelo, agrietándolo, luego lo golpeó en el estómago con tanta fuerza que quebró el piso y su cuerpo cayó al piso de abajo.

—¡Ahhght!

—Tú mereces vivir, puedes dar más y te espera más de lo que a mí me espera. Tu vida es parte de un plan más grande que el de detener los deseos de esta porquería humana que mató a las personas que juró proteger, que tomó tus metas como las suyas, ¡solo déjame morir! —Saltó encima del estómago de Shidou pero fueron detenidos por los brazos de Shidou, estos recibieron todo el impacto.

—¡No voy a dejarte!

Satou de todas maneras lo pisó tan duro que rompió de nuevo el suelo pero Shidou le atrapó el pie y empezó a congelarlo, mientras caían, lo jaló de su piel congelado para quedar frente a él, lo tomó de la cara y le dio un cabezazo que le abrió la cabeza a ambos.

Shidou le dio un golpe en el estómago, luego de eso, un torbellino de aire proveniente del golpe del chico, envió a Satou a quebrar los cristales de la ventana.

La pelea siguió su curso, se golpearon muchas veces más. Shidou hasta tuvo que usar a Sandalphon para defenderse de los ataques de Satou, pues su mano electrizada podría perforarlo fácilmente. Quedar inconsciente en esta pelea significaba el fin de la misma para ambos, solo que Shidou viviría y Satou ya no.

Las personas que los vieron pelear, se alejaron desde que la luz se había ido, por lo que no quedaba nadie que les viera, ya estaba lloviendo y Shidou y Satou no se detenían. Llevaban media hora peleando, a veces intercambiando ciertas palabras e incluso ofensas.

La sangre se resbalaba por sus rostros, Shidou tenía la cara hinchada por tanto golpes, Satou estaba lleno de cortes por el cuerpo pero no podía perder ante su rival.

—¡Detendré esta locura, Satou!

—¡Basta ya, Shidou! ¡Esta es la decisión que he tomado! ¿¡Cuándo vas a dejarme en paz?! ¡Esto solo ha sido pospuesto desde el principio! —Satou y Shidou se golpeaban sin descanso y sin piedad, chocando sus puños y sangrando a cada golpe, la lluvia tampoco ayudaba mucho a ver bien, ya que la sangre les nublaba la vista de un color carmesí.

—¡No voy a abandonarte! —Satou logró romper la defensa de Shidou y darle un golpe con electricidad en su pecho que lo mandó a destruir un edificio.

—Solo… solo déjame de joder, Shidou. —El chico concentró grandes cantidades de energía en su mano, hasta que se llenó de electricidad que caminó incluso por todo el piso mojado—. Nunca me dejarás en paz si te dejo en pie, y ya sé que eres inmortal, pero voy a ponerle un alto a tus intentos de una vez por todas.

Lo primero que vio Shidou fue una luz azul muy potente en el cielo que se dirigió a él como la caída de un rayo, como su fuerza no sería suficiente por la caída, encendió sus manos con fuego y para cuando Satou cayó, lo detuvo con sus manos, quemándole el brazo izquierdo a Satou, en todo caso, ninguno de los dos se detuvo.

—¡Detente! —Gritaron ambos como el rugido de un león.

—¡Ahhhhhh! —Shidou estaba quemando el brazo de su amigo por lo que usó mucha de su energía para alejarlo de él, Satou todavía podía mover su brazo pero estaba de un color rojizo y parecía cuero.

—¿¡Por qué?! ¿¡Por qué haces esto?! ¡Ya te dije que quiero morir! —Satou concentró gran energía en su mano y se la dirigió a Shidou—. ¡Cañón espiritual!

—¡Porque eres mi amigo! —Shidou hizo el mismo ataque y ambos colisionaron por un buen rato—. ¡No te voy a abandonar!

—¡¿Amigo?! ¡Soy un peligro, idiota! No tengo nada más por lo que vivir, ¡solo quiero dejar de sufrir y tener la paz que ansío! ¿¡Qué derecho tienes de decir no a eso?! ¿¡Por qué estás tan obsesionado conmigo?! ¡No tienes derecho, Shidou!

—Sí… tal vez sea egoísta, pero… no puedo ver cómo te desmoronas, cuando veo que estás a punto de caer, cuando te veo triste, ¡cuando estás justamente así! ¡No puedo soportarlo!

—Shidou… gracias. —Shidou vio aterrado como Satou bajo la mano, por lo que el impacto de ambas técnicas lo recibiría él.

—¡SATOU!

Satou llegó a parar hasta una de las pantallas gigantes que anunciaban publicidad y la hizo pedazos con su cuerpo, cristales se ensartaron en su espalda y en su cabeza.

Pero no murió, Shidou se había puesto en frente y ambos cayeron al suelo y mancharon con sangre el pavimento.

—Es cierto… soy un idiota…

—Shidou… ¿Por qué? Déjame morir ya… —Lágrimas se resbalaron de sus ojos al ver que Shidou se levantó, sangre le salía del costado izquierdo de su cuerpo, Satou también estaba perforado, pero por el costado derecho, donde estaba su hígado.

—No… hoy, ¿sabes qué? Hoy es… no podemos llegar tarde, hoy es tu cumpleaños, Satou… —El otro se levantó lentamente y arrastró los pies para confrontar a un Shidou ya moribundo—. Hoy naciste, hace mucho tiempo… todos te están esperando, sin importar lo que hayas hecho, sin importar lo que nos haya pasado.

—No voy a cambiar, no hay nada aquí que me ate.

—No dejaré que eso suceda. —Satou apretó los dientes y le dio un golpe en la cara que lo hizo caer. Fue hacia el cuerpo de Shidou para agarrarlo a golpes, por lo que lo levantó un poco de su camisa ya sin botones, Shidou lo jaló hacia él de su ropa y le metió un cabezazo, ambos cayeron, así como la sangre salpicó el suelo.

—Ahh… Ugh… ahh, ya, ugh…

—Mierda…

Ambos volvieron a levantarse, el espíritu se agarró su herida pues estaba sangrando demasiado y empezaba a ver borroso. De todas maneras, golpeó a Shidou en el ojo, luego en el estómago, pero él también le respondió con una patada al estómago y a la cara, uno, dos y al tercero, ambos cayeron al suelo mojado.

—Sí… no puedo decirte… el propósito de tu vida, la razón por la que estás aquí… la razón por la que vale la pena todo lo que has hecho. No puedo decírtelo, Satou… lo siento. Yo tampoco lo supe al instante... y mi único propósito es ayudarte…

Shidou alzó la mirada para verlo, su ojo izquierdo sangraba y ya no podía abrirlo, su cara estaba hinchada y bajaba la sangre de su frente, ya no estaba para nada presentable. Ya no podía llorar tampoco.

Satou no sabía si era otro discurso de Shidou para calmarlo o si, en verdad, lo entendía. El chico de cabello azul sonrió.

—Estás loco… ¿Cómo puedes hacer esto? ¿Por qué estás sonriendo? ¿Es por qué soy un espíritu? —Satou caminó hasta su posición y le puso sus manos encima de su pecho—. Basta… déjame… abandóname…

—No es eso. Eres mi amigo, aun si no me entiendes con palabras… cuando esta pelea termine… sin importar lo que pase, te enseñaré que la vida no se trata de un propósito… sino de hacer lo que quieras, Satou, por más estúpido e imposible que parezca, si lo quieres y lo amas, entonces, ¡hazlo! Hazlo… —Sintió una descarga ir directamente a su corazón, con la fuerza que el quedaba, tomó los dos brazos de él con sus manos y empezó a quemarlas con las llamas de Camael.

—¡AHHHHHHH! —El pecho de Shidou empezó a carbonizarse, la temperatura se elevó tanto que después de mucho dolor, Satou dejó de sentir sus brazos, Shidou también perdió el rumbo y soltó las manos, Satou se derrumbó a su lado, boca arriba.

—Satou… vive por lo que quieras vivir, no por lo que otros piensen de ti… no porque seas necesario para otras personas… no vivas por algo que no te hace feliz, y si no sabes qué es… entonces vive para encontrarlo… prométeme que no… te rendirás con eso… por favor.

Soltó un suspiro y sonrió, a pesar de que le dolía todo el cuerpo.

—Ahh… ¿Sabes, Shidou? Aun quiero golpearte…

—Si pudiera moverme… yo también lo haría… por lo idiota que eres, Satou.

—Je… estoy hecho mierda, Shidou… ya no puedo ni levantarme, mis brazos se sienten como dos bombas… de todas formas, aunque has ganado… la próxima vez que peleemos… ya no podrás detenerme, Shidou.

—Por eso… voy a golpearte como amigo que soy… —Satou derramó una lágrima mientras ambos miraban la lluvia caer sobre sus rostros, ya no podían moverse y estaban en pésimas condiciones—. No habrá próxima vez… Satou…

—¿Qué es eso?

—¿Qué cosa?

—La amistad…

—Oh… eso —dijo con una risa al final—. No me creerás pero… eso es algo que no puedo explicar… no de la forma que quisiera, no entiendes nunca con palabras… siempre luchas por lo que crees, como yo… como todos los que se esfuerzan. Pero la amistad y el amor… son verdad.

Nadie de los dos habló y siguieron viendo las gotas de lluvia cayendo por sus rostros. Los ojos de ambos volvieron a su tono natural, se sentían con un peso fuera de encima.

Hasta que las nubes negras se fueron alejando de la ciudad.

Así como sus dudas y temores.


Parte 6: Al menos por una vez.

Después de un tiempo, ambos seguían en el suelo pero al menos la herida mortal de Shidou estaba más protegida, no podía decirse lo mismo de Satou, él estaba en peligro de muerte segura, se estaba desangrando.

Shidou se levantó, exigiendo más de lo que su cuerpo podía darle. Sus ojos volvieron a ser amarillos.

—No podemos quedarnos aquí… vamos. —Hizo que se apoyara en su hombro mientras le agarraba de su cintura y voló lentamente para no gastar su energía de manera precipitada.

—Shidou…

—Lo sé, te pondré a salvo una vez lleguemos a casa. Vamos a estar bien. —Shidou congeló la herida de su amigo para que no se desangrara más, aunque ese hielo no iba a durar mucho.

—Hoy es mi cumpleaños… ¿No?

—Lo es… y estamos retrasados.

—Llévame a mi casa, hay algo que quiero hacer. —Shidou se detuvo pero Satou no podía moverse, pero su tono de voz era de súplica—. Vamos… como regalo de cumpleaños, ya hiciste suficiente… llévame a casa…

—Si lo hago, te vas a desangrar.

—No puedo hablar tanto, idiota… solo hazlo, tengo que decirlo ahora… esto es lo que quiero hacer, ¡debo hacerlo! Ahora… ahora…

No era correcto, sabía los riesgos, pero era el deseo de su amigo. Por lo que lo llevó a su casa y como no había de otra, quebró la ventana con una patada y Satou entró por ahí, cayendo en el sillón.

—Satou, tus heridas deben-

—Cállate… luego, luego veré eso… necesito hacer esto solo.

El joven no discutió y se desplomó en el suelo, fuera de la casa. Ni siquiera podía decirles a sus amigas y hermana que llegaría tarde, muy tarde a la fiesta.

Lo peor es que tal vez no habría ninguna fiesta, a pesar de todo lo que se esforzaron.

«Peor es que murieras, Satou».

Kurumi bajó las escaleras por pura curiosidad, de todas maneras, se esperaba un gato o algún idiota intentando robar en la casa. Pero al ver quien era, se quedó en shock.

—Satou-kun…

—Kurumi-san, estoy en casa. —Ella se acercó al sillón para verlo más de cerca, estaba más herido que la última vez que lo vio, estaba peor que nunca—. Tengo… tengo algo que-

—¿Por qué? ¿Qué estás haciendo aquí? Deberías de estar en un hospital o algo, ¡mírate! Tus brazos… tus brazos… —Los ojos de ella se agrandaron al ver los brazos carbonizados que ya no podía ni mover, con cierto temor a lastimarlo más de lo que ya estaba, le agarró la mano y la sintió helada y pesada, la sangre ya no estaba circulando en sus manos.

—No te preocupes… aún sigo vivo. Pero no es eso… lo que quiero decirte.

—Estúpido, Satou-kun, si sigues así, vas a morir, ¡te llevaré al hospital!

—¡No! No lo hagas, primero, déjame hablar.

—¿¡Qué es?! ¿¡No puedes esperar?!

—Lo siento, por todo lo que te hice, incluso… te pido perdón por todas esas veces… en las que me metí en tu camino. —Kurumi negó con la cabeza, pero Satou le sonrió un poco—. A pesar de todo, te amo, Kurumi-san, no me importa si aún no te intereso, incluso si tu no me amas, sin importar lo que me hagas, yo… no voy a dejar de amarte, debo ser un idiota por hacer algo tan estúpido… está bien, es lo que quiero hacer. Sé que… tal vez soy solo… algo necesario, aun si todo fue mentira, aunque no me creas, lo que yo siento… es verdad, lo ha sido siempre… solo quería… —Se quedó sin habla cuando una gota cayó en su mano, ligeramente lo sintió, aunque esa parte de él estaba casi muerta.

Kurumi no pudo verlo a la cara, nuevamente se sentía rara. Tampoco quería moverse y todos sus sentidos se habían dislocado, ya no tenía idea de que estaba haciendo, solo escuchó las palabras de ese chico que estaba más propenso a la muerte que un vagabundo en noche de invierno, y ahora estaba derramando lágrimas por sus palabras.

—Lo siento, Satou-kun… —Él cerró los ojos y se dio por vencido.

«Ya lo esperaba, pero quería intentarlo, quería creer… en que al menos una vez…»

—No sé lo que siento, porque no sé lo que es el amor. Nadie me había tratado como tú lo hiciste, me hacía mucha gracia todas tus reacciones, así jugué muchas veces contigo y con tus sentimientos, fue muy divertido. Hacías cosas que no entendía, te preocupabas mucho y no querías verme herida. Nadie se había preocupado así de mí, me molestaba… pero también, me gustaba. Todo lo que hacías, lo que me decías, todo se sentía extraño, y creo que es porque no confíe jamás en ti, en todo este tiempo, porque… nadie me había querido, ni siquiera yo misma me querría… no merezco todo lo que tú eres, mucho menos tus sentimientos… —Finalmente, mostró su rostro a él, lleno de lágrimas y no tuvo más opción que huir; tapándose con su cabello.

No quería mostrarse débil, ¿cuándo lo había hecho? ¿Cuándo había mostrado sus sentimientos de manera real a otras personas? No lo hacía ni con ella misma, mucho menos a otros. Pero ahora no pudo evitarlo, la consciencia le ardía y su corazón dolía; era molesto y triste. No pudo contenerse más, había dicho la verdad.

Sollozó como nunca en su vida había hecho, hasta que un golpe ligeramente en la cabeza, le hizo destaparse un poco la cara.

—Está bien, si lo mereces o no, creo que… ya no importa, porque yo quiero… yo te quiero a ti, eso es todo.

Kurumi lo abrazó y siguió llorando más, su llanto se hizo muy fuerte y a pesar de que no podía abrazarla, no tenía necesidad de hacerlo, sus palabras ya lo habían hecho.

Tampoco necesitaba decir nada, sus lágrimas y llanto hablaban solas; un lenguaje que no necesitaba letras, uno que se transmitía por los sentimientos.

No tenía por qué decir más.

Tiempo después, cuando Kurumi por fin se calmó, el hielo ya había sido derretido y sangre salía de nuevo por el cuerpo de Satou. Shidou se curó un poco más en ese tiempo y la chica de ojo de reloj le encargó todo a Shidou, como pago de uno de los favores que le debía.

Cuando llegó a casa, todas estaban muy preocupadas y pegaron de gritos cuando los vieron en ese estado. Todos se pusieron manos a la obra para curarlos en Fraxinus. Los brazos de Satou ya no volverían a ser los mismos y el pecho de Shidou tampoco, ahora él tenía un parche en el ojo.

La celebración quedó cancelada, había cosas más importantes que eso, como el bienestar del cumpleañero. Tardó una semana en que Shidou pudiera curar su ojo por completo, así como sus demás heridas. Satou no tuvo tanta suerte, sus brazos jamás se curarían, tampoco quería que lo hicieran, porque era la prueba de todos los esfuerzos que hizo Shidou, su amigo, para salvarle la vida, una vez más.

No sabía lo que le deparaba el futuro, tampoco estaba seguro de lo que debía hacer ahora con su vida, estaba tan confundido que parecía un recién nacido. Pero eso no importaba, porque ahora no dudaría de las cosas que hizo o hará, porque ahora intentaría hacer lo mejor, sin importar lo duro que fuera el camino.

Porque así era la vida en la que estaba y… si él quería, sabía que podía cambiarla.

Y eso es poder.


Espero les haya gustado mucho, a mí me encantó escribir esto, fue todo un viaje fantástico, espero que también lo hayan sentido así.

Ahora todo lo inconcluso del epílogo se resuelve aquí.

Pero no es todo, tal vez dentro de un rato, verán un fic con el nombre de "Nosotros y ellos", que es un one-shot tipo secuela de este fic. Solo es un capítulo pero tiene varias partes, por lo que lo tuve que dividir, espero les guste mucho también y que pasen a leerlo.

Esto de vuelta y no puedo estar más feliz por tener tiempo para dar rienda suelta a mis deseos de seguir escribiendo para mi satisfacción y para compartirlo con todos ustedes.

Saludos.