Después de superar el breve momento de pánico, Kyoko se recuperó lo suficiente para conectar los puntos en su cerebro y lograr articular palabra para responder al preocupado llamado del otro lado de la línea.

—¿Mogami-san? —volvió a llamar la voz.

—Buenas noches, Tsuruga-san.

—¿Estás bien, Mogami-san?

—Sí, Tsuruga-san, ¿a qué debo el placer?

—Eso debería estártelo preguntando yo, Mogami-san, ya que tú eres la que has llamado y luego no contestabas.

—Lo siento tanto, Tsuruga-san —exclamó tratando de hacer una dogeza en su futón.

—No hay por qué disculparse, pero, ¿estás segura de que todo marcha bien?

—Oh sí, perfectamente, es solo que el teléfono se me resbaló de la mano —omitió los detalles, él no necesitaba saber que ella lo había soltado del susto cuando marcó su número telefónico por error.

—Me alegra escucharlo, ¿qué tal tu día?

—Muy bien, Tsuruga-san, gracias por preguntar, en la mañana tuve un poco de trabajo de la sección Love Me, oh, y también tomé el té con Maria-chan —comentó con alegría—, seguramente pase las vacaciones de verano con su padre, estoy tan feliz por ella.

—Sí, es bueno ver que Maria fortalece la relación con su padre —Kyoko notó cómo su voz se suavizaba—, merece ser feliz, pero no me has contado, ¿qué tal ha ido la reunión con Sawara-san?, ¿era hoy, cierto?

—Oh cierto, casi lo olvido. Muy bien, solo era para entregarme algunas propuestas y mi próximo trabajo de Love Me.

—¿Trabajo de Love Me?

—Sí, se trata de uno de los VIP's del presidente. Quiere que lo asista en lo que necesite durante su estadía en Japón.

—Ya veo… Y ¿qué hay de las ofertas? ¿Alguna que llame especialmente tu atención?

—Bueno, sí, de hecho no es una oferta, sino una invitación a participar en el casting de una producción que ha generado mucha expectativa, el personaje tiene parece tener un poco de algunos personajes que he interpretado hasta ahora con algunos rasgos que seguramente serán un nuevo reto para mí.

—Es bueno escuchar eso, Mogami-san.

—Además tengo una oferta para un comercial, pero aún no sé si aceptarla —dijo dejando entrever la duda en sus palabras.

—Puedo preguntar, ¿por qué? —preguntó suavemente, no a modo de regaño como Kyoko había estado esperando.

—…

—¿Mogami-san?

—Tsuruga-san, ¿alguna vez tuvo perros? —preguntó casi en un susurro.

—No, nunca he tenido un perro, tuve otras mascotas, mas nunca un perro, pero, no entiendo a qué viene la pregunta.

Kyoko captó el sutil tono de curiosidad en la voz de Ren y fue justo en ese momento que se dio cuenta que parecía que estuviese inmiscuyéndose en la vida privada de su senpai.

—Lo lamento, Tsuruga-san, eso fue demasiado personal. Por favor, no piense que estoy interesada en su vida personal.

—…

—¿Tsuruga-san?

—Me hieres, Mogami-san —Kyoko no logró identificar la emoción detrás de esas palabras, recibía señales cruzadas. Su voz delataba cierta juguetona irreverencia, pero su aura, dejaba bastante claro su decepción y se atrevería a decir que enojo. Sintió un escalofrío recorrerle la columna.

—No quise decir eso, Tsuruga-san, me encantaría saber todo sobre usted… No, no, no, por favor, no piense mal de mí… Lo que quiero decir es que sería un honor…, pero usted no hablaría de su vida privada con una baja kohai como yo…

Escuchó la risa del otro lado de la línea.

—Tsuruga-san, ¿se está burlando de mí? —canturreó, sus furias danzando a su alrededor.

—Lo siento, lo siento, Mogami-san. Quizás no hablaría de mi vida personal con una simple kohai, como lo pones, pero tú, eres mucho más que una simple kohai, ¿no es así? —Kyoko enrojeció y no tuvo tiempo de replicar, porque Ren continuó hablando—. Ahora, ¿vas a contarme por qué querías saber si había tenido mascotas?

Su pregunta fue todo lo que necesitó para recuperar su tren de pensamiento.

—Verá, Tsuruga-san, lo que sucede es que el comercial que le comenté requiere trabajar con animales, con perros para ser exacta, y bueno —agregó bajito, casi en un susurro—, yo nunca he tenido una mascota, ni tenido animales cerca —a menos que se trate de la Shoracha, pensó tratando de contener su enojo—, mucho menos trabajado con animales.

—Oh, ya veo. No, como te mencioné, no he tenido perros, pero sí que he trabajado con animales para algunos anuncios, han sido experiencias enriquecedoras y son unos increíbles co-protagonistas. Estoy seguro de que lo disfrutarías, y desafiará tus habilidades actorales.

—¿Y si el perro me odia?

Lo escuchó soltar una risita alegre, de esas que solo había escuchado algunas veces cuando solo estaban los dos.

—Realmente dudo que alguien pueda odiarte, Mogami-san, especialmente un perro, ellos no saben de odios, ni resentimientos.

En otra ocasión hubiese refutado esa premisa, hubiese argumentado que su madre la odiaba, pero a la luz de las revelaciones recientes descubrió que su madre no la odiaba por ser ella, sino por lo que su existencia representaba, porque le recordaba un pasado terriblemente doloroso. Nunca fue su culpa. Y aunque dolía, estaba aprendiendo a vivir con ello.

—Además —lo escuchó seguir hablando del otro lado de la línea—, estoy seguro de que te amará, sería difícil no hacerlo…

Sintió su corazón galopar desenfrenado… Ese playboy —gritó su mente mientras sus mejillas se coloreaban.

—Y si te tranquiliza, tengo que agregar que son animales altamente entrenados. Estoy seguro de que lo harás perfectamente.

—…

—¿Mogami-san?

—Gracias, Tsuruga-san. Acaba de hacer mi decisión más sencilla de tomar.

—Para qué están los amigos, sino para ayudarse.

¿Eh?, ¿amigos?

—Es tarde, Mogami-san, descansa y me alegra haber sido de ayuda.

—Buenas noches, Tsuruga-san.

Algunos días después

Náyade se sentaba alegremente frente a Kyoko mientras iban en el auto de Yashiro, en el momento en el que lo conoció, Náyade supo que Yashiro era uno de los suyos, un enamorado del amor, un alma traviesa y el perfecto aliado humano que un hada podría querer. Ella reconocía ese brillo travieso donde fuera.

—Luces muy bonita hoy, Kyoko-chan.

—Está exag…

Nyx chasqueó los dedos y Kyoko pareció meditar sobre lo que iba a decir y finalmente sonriendo volvió a hablar.

—Gracias, Yashiro-san.

Para Náyade era una fuente de diversión ver cómo la mayoría de las personas acostumbradas al auto desprecio de Kyoko se sorprendían y luego sonreían al escucharle aceptar sus cumplidos, todo sería mejor si ellos no estuviesen interviniendo aunque fuera solo un poco en las respuestas de Kyoko, pero a veces la fuerza de la repetición y el hábito era el primer paso para los grandes logros. El primer paso para amar y ser amado, era después de todo amarse a uno mismo.

Kyoko revisaba el libreto una vez más, cuando Yashiro llamó su nombre.

—Kyoko-chan, tus co-protagonistas están aquí. Sería bueno que fueras a conocerlos.

Kyoko asintió con la cabeza, a pesar del ligero temblor en sus manos, pero se obligó a recordar las palabras de Ren, no había absolutamente nada que temer, se repitió, y aun así se sorprendió pensando en cuál de los personajes a los que había dado vida le ayudaría a manejar su actual situación. Pensó en Mio, pero la descartó con la misma rapidez con la que la idea llegó, Mio seguramente utilizaría a cualquier animal como diana de tiro al blanco o como un regalo deconstruido para su adorada prima. La siguiente en hacer aparición fue Natsu, pero ella muy seguramente entrenaría al perro exclusivamente para atormentar a sus víctimas, ya lo podía ver todo tierno y peludo, pero llevando en alto el nombre de Ijime*. No, definitivamente Natsu, no. Tal vez Setsu… No, no había manera de que Setsu volteara a ver a un perro, o a otro ser vivo para el caso, no, Setsu no voltearía a ver un perro a menos que Caín se convirtiera en uno.

Dejó escapar un suspiro pesado, no había escapatoria de esto.

—¿Estás bien, Kyoko-chan? Pareces un poco pálida.

—No es nada, Yashiro-san, solo estoy un poco nerviosa.

—Eso es normal, Kyoko-chan, ¿es tu primera vez trabajando con animales, cierto?

—Sí, así es.

—No hay de qué preocuparse, te lo aseguro.

—Gracias, Yashiro-san —dijo mientras se acercaban al grupo que se reunía alrededor del set de grabación que había sido dispuesto en el costado sur del parque.

Con la ayuda de Yashiro se abrió paso entre la pequeña audiencia y se petrificó en su lugar cuando vio al animal que se alzaba orgulloso ante las miradas de los espectadores. Pero la mente de Kyoko solo registraba tres cosas, el animal frente a ella era peludo, era negro y era increíblemente enorme. Nunca en su vida había visto un animal tan grande. Parado en cuatro patas estaba segura que le llegaba hasta la cintura, si se paraba en dos patas seguramente era más alto que ella, qué va, si se paraba en dos patas seguramente la aplastaba. Sintió la necesidad urgente de correr lo más lejos posible de aquella bestia. Nadie le mencionó que fuera tan grande.

—Kyoko-san —llamó la alegre voz del director—, qué bueno que estás aquí, ven, ven para que conozcas a Golfo y a Bunny.

Dos, habían dos de esos gigantes —gritaba desesperada en su cabeza.

Son perros altamente entrenados Mogami-san, te lo aseguro —recordó las palabras de su senpai y se obligó a moverse. Era una profesional después de todo.

—Este es Golfo —mencionó señalando al gigante negro—, es un terranova, de cinco años. Y esa —dijo señalando los brazos de su co-protagonista masculino— es Bunny, un bichón maltés de 3 años.

—Oh —fue todo lo que dio para decir.

—Bueno, ya sé que los perros son muy lindos y todo lo demás pero tenemos un trabajo que hacer, así que todos a sus puestos —ordenó el director—, solo tenemos el día de hoy —luego dirigiéndose a sus dos actores agregó—. Kyoko-san, Nakahara-san, ustedes dos por favor pasen un poco más de tiempo con Golfo y Bunny para que se familiaricen con ustedes.

—Sí —contestaron los dos al tiempo.

Kyoko se sentó en el pasto jugando con Bunny, ella era tan pequeñita y suavecita, y amaba lamerle los dedos y corretear por el lugar; pero sus ojos no se apartaban de Golfo. Muy en el fondo sabía que el perro no le haría nada, pero eso no evitaba que le tuviese miedo.

—Sabes, Kyoko-san, eventualmente tendrás que acercarte a Golfo, después de todo, él es tu perro en el comercial. Ya sabes, tienes que correr con él, llevarlo de la correa, abrazarlo.

—Lo sé —dijo con las mejillas rojas de la vergüenza de que su compañero de comercial notara su temor.

—No te va a morder, Kyoko-san —mencionó Nakahara sentándose al lado de Golfo mientras le sobaba la cabeza, y el perro la inclinaba hacia un lado para que el chico continuara administrando los mimos.

—Yo sé —dijo Kyoko mirando a Golfo.

—No lo parece —contestó Nakahara con una sonrisa.

—Es solo que es tan, tan…—le faltaban las palabras para describir su impresión.

—¿Grande, intimidador?—proveyó él las palabras que a ella le faltaban.

—Sí.

—Te aseguro, Kyoko-san, que no hay de qué preocuparse, ellos están muy bien educados, sus entrenadores están aquí, y nadie dejaría que nada te pasara en caso de alguna eventualidad. Además —agregó mientras continuaba acariciando a Golfo—, míralo, él es toda una ternurita, es como un cachorro en un cuerpo extra grande y felpudo —Y como para dar prueba de ello, Golfo se volteó para que Nakahara le sobara la tripa—. Ya ves, él es apacible y bonachón. Nada que temer.

Kyoko movió su mano y comenzó a acariciar lentamente el pelaje del animal, quien en respuesta se movió un poco para acomodarse más cerca de ella, después del susto inicial, Kyoko dejó escapar la risa. Si algo había que sentir por este precioso animal, era solo ternura. Y una idea fugaz atravesó su mente, una idea que no parecía suya, pero a la vez lo era tanto. ¿Qué más te ha impedido disfrutar el miedo?

Yashiro observaba desde cierta distancia a Kyoko interactuar con sus compañeros de reparto cuando el celular vibró en su bolsillo, se colocó sus guantes y abrió la pantalla, una sonrisa se dibujó en sus labios cuando leyó el mensaje. Náyade en su hombro leyó el mensaje en la pantalla y sus ojos se iluminaron como el lucero del alba.

Espero que estés bien, son dos días antes de lo esperado, pero acabo de llegar a Narita. Ren

Las cosas se iban a poner mucho mejores, de eso no tenía la menor duda.

Nyx miró el brillo travieso en la mirada del humano llamado Yukihito y en los de Náyade y respiró hondo. Ya podía ver los problemas en el horizonte y aún faltaba Howard, que alguien le diera un descanso.

...


Notas autor

*Ijime: El ijime significa literalmente acoso o intimidación, se denomina ijime a las acciones intimidatorias o vejatorias realizadas por un grupo de personas en contra de un único individuo.