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Naruto & friends by Kishimoto.

Drabbles KakaSaku como concepto no es una idea original. Serenity-touched tiene 'un fic' en Fanfiction cuya idea es esta, un conjunto de drabbles con esta misma pareja (Kakashi y Sakura), no tienen desperdicio ninguno. Se llama A Pocket of Drabbles. Buscadlos porque son excelentes.

El caso es que me parece una gran idea, en vez de crear un story por cada historia corta, crear un cajón desastre donde meter todas esas pequeñas historias que tienen en común una cosa, ser KakaSaku. Así que le copio la idea, sólo la idea, los fics (drabbles, one-shot, o lo que sea) son originales míos.

Bueno, nada más, empiezo con éste, llegarán más.

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Observador nocturno

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Se había convertido en una rara costumbre venir siempre al mismo sitio al salir de la oficina sólo para verla entrenar desde las sombras.

Recordaba la primera vez que se había sentido así. Cuando ella le puso la mano sobre el pecho, justo tras perder por segunda vez el sharingan.

Sí, había sido una estupidez que, justo en ese momento, se le erizara la piel. Pero había hecho tantas estupideces durante la guerra que una más tampoco importaba.

Lo bueno era que la mayoría de ellas se habían quedado en el pasado. Una tontería como quedarse en shock por descubrir quién era en verdad el falso Madara, o casi perder la vida por no defenderse… tonterías, vaya.

Sin embargo la tontería de dejar que la piel se le erizara por el contacto de Sakura había sido distinto. Es algo que se repitió después, como cuando ella le abrazó tras la marcha de Sasuke. En ese momento fue acompañado de una rabia infinita hacia el Uchiha, ¿cómo podía rechazarla de ese modo?

Había vuelto a pasar cuando le felicitó por convertirse en Hokage, un abrazo mucho más agradable y alegre.

De nuevo cuando ella le pidió bailar durante la boda de Naruto… ¡Kama-sama! Esa había sido la peor. Por norma general un abrazo no dura ni tres segundos, un poco más si es por reconfortar a alguien. Pero el baile… el baile había durado una eternidad.

Una agradable e increíble delicada eternidad.

Luego una cosa llevó a la otra y mientras que de frente sólo era el Hokage, por detrás siempre la observaba y se preocupaba por ella.

Desde que descubrió que todas las noches iba allí sola a entrenar, él se escabullía de su despacho y venía a verla.

En la distancia. Siempre en la distancia.

No venía para no olvidarla, ahora que no la veía tan a menudo por sus deberes como Hokage. No podría olvidarla.

Eran otras cosas las que le traían hasta ahí cada noche sólo para verla.

Eran lo increíble de sus movimientos, gráciles a pesar de la fuerza y velocidad.

Era su olor, cuando llovía conseguía respirarlo hasta el centro de su ser y podía mantenerlo vivo en su memoria por días. Ya conocía su olor a la perfección.

Había muchas cosas que no conocía de ella.

En realidad sabía muy poco de ella.

No sabía cual era su lado de la cama, aunque sí conocía el humor de sus mañanas, había compartido muchos amaneceres con ella en las misiones.

No sabía cómo le iba en el hospital, aunque tenía claro que no podría ir mal, era una gran médico ninja.

No sabía si, al menos una vez al día, ella pensaba en él. Lo que sabía era que él no podía quitarla de su cabeza.

Sólo era el Hokage, su antiguo profesor.

Y sin embargo, para él, era el sueño de cada noche. De manera literal.

Se imaginaba junto a ella cada noche, en su cama. Dormidos abrazados.

Se imaginaba besando su espalda cuando despertaba en mitad de la noche y ella dormía.

Pero ella nunca se giraba. Nunca despertaba.

Él si despertaba. Sólo. En su habitación.

Un grito le sacó de sus pensamientos.

Era Sakura, que había caído al suelo desde algunos metros de altura.

Sin pensarlo saltó del árbol y se agachó a su lado.

-¡Kakashi! –gritó la pelirrosa por la sorpresa.

-¿Estás bien Sakura? –casi, sólo casi, consiguió no dejar ver su excesiva preocupación.

-Sí –respondió acariciándose el tobillo-. Sólo he sido un poco torpe, me caí.

-Lo vi, no fue torpeza –la excusó.

-Un poco sí –respondió sonriendo y poniéndose colorada.

-Llevas mucho tiempo entrenando muy duro, estás cansada.

Sakura le miró con extrañeza.

-¿Me estaba espiando? –preguntó graciosa.

-¿Eh? –esta vez fue él quien se puso colorado, y por ello agradeció su máscara.

-Bromeaba. ¿Puede ayudarme a ponerme en pie? –pidió estirando la mano en su dirección.

Kakashi la miró dudando por un momento. Luego la ayudó a levantar.

-¿Cómo estás? –se preocupó, que más daba que se diera cuenta.

-Creo que me he torcido el tobillo.

-Vamos –dijo poniéndose de espaldas a ella y separando sus brazos de sus costados

-¿Qué hace?

-Sube, te llevaré a cuestas.

-No es necesario.

-No seas tonta, no vas a ir hasta casa andando.

-El Hokage me ha llamado tonta por no subirme a su espalda. Genial –comentó irónica.

Kakashi dejó escapar una risilla y se giró para verla.

-¿Piensas caminar hasta tu casa? ¿O qué? –preguntó mirándola serio.

Sakura mira a su alrededor.

-¿Qué buscas?

-Nada.

-Entonces, ¿qué miras?

-Nada.

-¿Qué me estoy perdiendo? –preguntó imitándola mirando a su alrededor.

-Me da vergüenza.

Kakashi la miró entornando los ojos.

-¿Él qué?

-Que me suba a caballito. No soy una niña.

-No. Eres una persona adulta herida.

-Es sólo un tobillo torcido.

-Entonces camina hasta tu casa –ofrece como alternativa absurda.

Sakura intentó apoyar el tobillo pero un gruñido escapó de su garganta.

Kakashi la cogió por la cintura y la cargó sobre su hombro.

-No, no, no, no. Así sí que no. Por favor bájeme –pidió pataleando y golpeándole la espalda con los puños.

-No. Si te comportas como una niña, tendré que tratarte como tal.

-No soy una niña.

-Puedo notarlo –dijo afianzando el agarre en torno a su cintura.

-¿Qué dice pervertido? –gritó Sakura avergonzada.

-No pesas como una niña. A eso me refería.

-Bájeme por favor, prefiero ir a caballito.

-Está bien –dijo dejándola con cuidado en el suelo y agachándose de espaldas a ella.

-Es de lo peor –se quejó subiéndose a su espalda.

-Soy el Hokage, tengo que cuidar de mi gente.

-Sólo es un esguince.

-Sigue diciendo eso, quizás tu tobillo se dé cuenta. Agárrate –pidió poniéndose en pie.

Sakura rodeó su cuello con los brazos y hundió la cara en su nuca.

-¡Que vergüenza! –susurró echándole el aliento en el cogote.

Kakashi sonrió al sentirla contra su cuerpo, y no pudo impedir que su piel se erizara.

No era su plan. Como cada noche sólo esperaba verla entrenar un rato y luego, cuando ella se marchara, irse a su casa.

-¿Por qué vienes hasta aquí para entrenar?

-No entiendo la pregunta.

-Los campos de entrenamiento están más cerca.

-Demasiado cerca. Hago bastante ruido. Y no quiero molestar a la gente.

-Ya.

-¿Ya qué?

-Ya sé que haces ruido. Yo te entrené, ¿recuerdas?

-¿Y usted que hacía allí? –preguntó estirando el cuello y asomándose por su izquierda intentando verle el rostro, o al menos la parte que mostraba.

Se tensó un poco ante la pregunta. Nunca había pensado una excusa. Nunca pensó que le descubriría. Así que simplemente dijo lo que le llevó allí la primera vez.

-Estaba huyendo de Tsunade.

-¿Tsunade?

-Sí. Me busca por un papeleo inacabado.

-Ah. Muy de usted.

-Oye, ¿quieres que te deje aquí mismo? –preguntó indignado con burla.

-Es usted quién se empeñó en cargarme –respondió encogiéndose de hombros.

-Será que soy un ogro.

-Bueno, yo no diría tanto –dijo poniendo los ojos en blanco-. A veces es agradable.

Kakashi se detuvo.

-¿Qué pasa? –preguntó Sakura a su espalda.

La bajó lentamente y con suavidad la dejó en el suelo.

-¿A veces soy agradable? –preguntó mirándola curioso.

-¿Por eso me ha bajado? ¿Por qué he dicho que sólo a veces es agradable?

-No, en realidad te he bajado porque has dicho que a veces lo soy.

Sakura se rió y apoyo una de las manos sobre su hombro intentando mantener el equilibrio sobre una pierna.

-No se haga el asocial, en el fondo es bastante encantador.

-¿Encantador? –dijo soltando un bufido-. Algo debo estar haciendo realmente mal.

-Todos le han descubierto. Da igual que cubra su cara o nos mire mal. Da igual que no participe o llegue tarde. Sabemos que se preocupa por todos y que en el fondo es un osito de peluche.

-¿Un osito de peluche? –preguntó incrédulo sujetándola por la cintura ante la inestabilidad de Sakura con el pie en vilo.

-Sí. Blandito y suave.

-¡Kami! No sigas, estás destrozando mi imagen –fingió sentirse herido.

-Kakashi…

-¿Sí?

-Ya no engaña a nadie.

-Ya veo. Tendré que empezar a gobernar con puño de hierro.

-¿Puedo pedirle algo antes de que empiece su nueva era del horror?

-Claro.

-¿Puede llevarme a casa?

-Puedo. Pero no le digas a la gente que lo hice. Terminarás por arruinar mi imagen.

Volvió a cargarla sobre su espalda.

-Kakashi.

-¿Si?

-Está a mi merced. Ahora mismo podría bajarle la máscara y a menos que me deje caer no tiene forma de impedirlo –comentó divertida.

-Tú lo has dicho, puedo soltarte.

-¿Lo haría? ¿Me dejaría caer aunque me hiciera daño?

-Es posible. El secreto bajo la máscara tiene más años que tú. Sería una pena que se descubriera por un tobillo torcido.

-Al final va a resultar que sí es un ogro.

-Te lo dije.

Sakura estiró una mano hasta la mejilla de Kakashi y rozó el borde de su máscara.

Él giró un poco el rostro para mirarla de reojo.

-¿Me soltará?

-Lo estoy valorando.

Un dedo de la pelirrosa se introdujo bajo la máscara.

-Mmmm.

-¿Mmmm?

-Tiene algo de barba.

Los dedos de Kakashi dejaron de sujetar las piernas de Sakura, pero no sus manos.

-¿Va a soltarme?

-Aún lo estoy valorando.

Otro dedo pasó bajo la máscara y la deslizó por su nariz hasta dejar la tela arrugada sobre sus labios.

-En realidad nadie puede verle, ni siquiera yo desde aquí. Su secreto no está siendo descubierto. No debería soltarme –añadió cuando notó cómo Kakashi aflojaba su agarre.

-Aja –dijo.

-Es como si se la hubiera bajado en su casa. Ni siquiera, seguro que duerme sin ella, yo a penas se la he bajado de la nariz.

-En realidad no.

-¿No qué?

-Duermo con ella.

-Venga ya.

-Es cierto.

-No me lo creo.

-No es necesario que lo creas para ser verdad.

-¿Ni cuando se ducha?

-Cuando me ducho no suelo llevar nada –bromeó sugerente-. ¿Tú si?

-No sé para qué pregunto.

Kakashi volvió a sujetarla con fuerza.

-Gomen –agradeció ella.

-¿Por qué?

-Por no soltarme.

Volvió a pasar su mano por su cara hasta el borde de la máscara.

-¿Eres como tú maestra?

-¿Qué quiere decir eso?

-¿Te gustan las apuestas? ¿Estás comprobando si seré capaz de soltarte?

Sakura rió sobre su cuello.

-Es un osito de peluche, ¿recuerda? No creo que lo haga –dijo poniendo énfasis en el apodo mientras pasaba de nuevo dos de sus dedos bajo la máscara.

-No te dejaría caer al suelo. No soy tan cruel.

-Lo sabía. Es un blandito.

-Eso no quiere decir que no hiciera algo.

-Veamos –dijo retadoramente mientras bajaba un poco más la máscara mientras sus dedos acariciaban su mejilla con una incipiente barba-. Supongo que es una de las ventajas de la máscara, no necesita afeitarse.

-Me afeito regularmente.

-¿Regularmente?

-Cada quince días –confesó ganándose un resoplido de ella-. No he dicho frecuentemente, he dicho regularmente.

-Ya veo.

Sólo un poco más y sus labios estarían libres de máscara.

-¿Y que hará?

-¿Qué haré? –preguntó sin saber a que se refería.

-Ha dicho que no me dejaría caer, pero que haría otra cosa.

-Lo estoy pensando.

De un tirón le retiró la máscara hasta el cuello.

-Soy curiosa –dijo sonriendo.

En un rápido movimiento Kakashi la puso delante suya pegando su nariz a la de ella.

Sakura dejó escapar un grito por el susto.

-Sccchhh, no hagas ruido –susurró Kakashi a apenas unos centímetros de su boca.

-¿Por… por qué? –preguntó tartamudeando nerviosa.

-Puede oírnos alguien, y dado que me has bajado la máscara no me gustaría que me vieran.

-Lo siento.

-¿Por qué?

-Por bajarle la máscara.

-Aja –podía sentir su aliento sobre sus labios-. ¿Te suelto?

Sakura negó con la cabeza.

-Me está tocando el culo, Hokage-sama.

-Es una posición incomoda. De otro modo te dejaría caer.

-Está demasiado cerca, todavía no he podido verle la cara. No sería justo que me dejara caer.

-No. No lo sería –responde sonriendo.

Sakura sube una de las manos y acaricia su mandíbula.

Kakashi cierra los ojos bajo la caricia y una de sus manos abandona el culo de Sakura para subir por la espalda.

-Todos los días vengo aquí a verte entrenar –no sabía por qué lo había dicho, pero ya daba igual. Se había confesado y esperaba que ella saltara de sus brazos al suelo y le gritara algo. Pero no pasó.

-Lo sé –dijo justo antes de besarle.

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