Farres miró nuevamente su cuaderno. Era la primera vez que hacia algo como eso, pero ese grupo de estudiantes jamás iban a salir de su mente, y quería saber que fue de ellos. Apenas y conocía el paradero de algunos.

Los extrañaba, y eso era algo bastante notable cada vez que pasaba por la vidriera donde exhibían los premios que ganaba el instituto. No podía olvidar los logros académicos de Nathaniel y Melody, o el día del concierto, pero él siempre se quedaba mirando la única fotografía que había de todos ellos juntos en la obra de teatro.

—Es increíble de que hayan pasado ocho años desde que dejaron el instituto— se dijo.

El ruido de la puerta al abrirse lo hizo girarse.

Un cabello ahora completamente blanco fue lo primero que se asomó por la puerta, y Farres ya sabía lo que pasaba. Siempre pasaba lo mismo. Igual no lo culparía, antes era una libreta, ahora eran los exámenes de sus estudiantes.

—¿Los exámenes de nuevo, Lysandro?

Este miró a su antiguo profesor y actual compañero de trabajo.

—En realidad te buscaba a ti— aclaró—. Delenay quería que fueras al laboratorio cuando acabaras con las notas de los exámenes.

Farres sonrió, ya habían pasado seis años desde que esa mujer era su compañera, y no especialmente una compañera de trabajo.

—Está bien, iré a verla cuando termine.

—Ah, Farres ¿de casualidad no has...?

Antes de que Lysandro terminara de hablar, el profesor de historia le entregó un cuaderno bastante grueso.

—Es mejor que no pierdas tu registro personal de las notas.

Lysandro tomó el cuaderno y salió de la sala de profesores.

Inevitablemente, Farres sonrió hacia la puerta.

—Algunas cosas jamás cambian.

Volvió a mirar su propio cuaderno. Había decidido seguir adelante con aquella locura. Y nadie iba a impedírselo.

«Después de todo una reunión de ex-alumnos no podía ser tan caótica» pensó. «Seguramente ya maduraron»

—¿Mirando a la nada Farres?— preguntó Delenay.

Farres miró a la profesora de ciencias que estaba parada en la puerta de la sala de profesores. Este bajó su vista directamente a la alianza que destacaba en su mano izquierda de ella.

—Solo recordaba algunas cosas, cariño.