Outtake
Un loco embarazo
Historia Beteada por Flor Carrizo
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Bella Pov
Bien sólo debía decírselo, ¿qué tan mal podía tomarlo?
Yo no lo había tomado de la mejor manera e incluso le había dicho al doctor que lo demandaría porque sus estúpidos anticonceptivos no habían funcionado, pero seguro eran las hormonas. Según había leído en las últimas semanas, desde que me enteré, podías volverte un mar de hormonas, en especial en los primeros meses.
Y sí, tenía ahora siete semanas de gestación y aún no se lo decía a Edward. Estaba nerviosa, no había pasado ni un año de nuestra conclusión de no querer tener hijos. Sabía que él estaría conmigo en todo y me apoyaría, pero la verdad era que me estaba sobrepasando, yo no tenía un lado maternal desarrollado, ni siquiera había tenido hermanos o primos pequeños mientras crecía, no tenía idea de cómo cuidar un niño y lo peor fue cuando leí lo de los embarazos múltiples, había la maldita posibilidad de que fueran más de uno.
Tal vez leer en internet no era lo mejor, incluso me había llevado el susto de mi vida al ver un video de un nacimiento, casi me desmayé del pánico de que en menos de siete meses yo estaría en esa posición. Así que, después de ver el vídeo, llamé a mi ginecóloga nueva, porque mi anterior médico ya no quería recibirme, y le pedí que me programara una cesaría, ni de broma pasaría por un parto natural. Ella me aconsejó dejar de revisar en internet o sólo me trastornaría más, que mejor comprara un libro de maternidad, en general la información ahí era más verídica que la que había en internet.
Así que terminé en una librería en el área de maternidad, elegí un par de libros que parecían interesantes y salí de ahí, fui a comprar comida y fui a casa. Edward estaba llegando también, así que nos topamos en la puerta, yo escondí rápidamente los libros detrás de mí.
—Hola, nena —dijo sonriendo mientras besaba mis labios tiernamente.
—Hola, amor —contesté sonriendo también, pero estaba sudando frío, esperaba que pasara por alto los libros, venían en una bolsa así que no podía ver los títulos, pero seguro me preguntaría qué había comprado y últimamente lo mío no era mentir—. Traje la cena —comenté mientras él abría la puerta.
—¿Qué trajiste? —preguntó dejándome pasar primero, pasé rápidamente con la bolsa de libros al frente.
—Pasta y pizza —respondí mientras caminaba a la cocina.
—Te has vuelto fanática de esa comida —afirma riendo. Era verdad, tenía como una semana trayendo lo mismo, pero no podía dejar de comerlo, incluso había hecho que Edward comprara lo mismo en los días que le tocaba encargarse de la cena.
—Está delicioso y cerca de la empresa —dije restándole importancia—. Voy a cambiarme por algo más cómodo. —Pasé a su lado corriendo a nuestra habitación, me puse un pijama y escondí los libros al fondo de mi clóset. Sabía que en cualquier momento empezaría a notarse, yo ya me sentía diferente, no demasiado, pero podía notar que mi cuerpo estaba cambiando.
Acaricié mi vientre y me dieron ganas de llorar, no quería que mi bebé creyera que no lo quería, había leído que ellos sentían y temía que mi bebé pensara que no lo amaba, porque sí lo hacía. Era mi bebé y lo amaba, sólo estaba aterrada sobre la reacción que podría tener Edward.
—Se lo diré pronto, bebé —dije y suspiré.
Bajé las escaleras para volver a la sala.
—Puse una película —dijo cuando llegué, vi todo ya servido y él sentado en la sala esperándome. Sonreí un poco y me senté en la orilla del sillón, él frunció el ceño—. ¿Estás bien? —preguntó mirándome fijamente.
—Sí —contesté sin mirarlo, tenía miedo y la única otra persona que lo sabía era Tanya y ella jamás comprendería mi temor a ser madre.
—Has estado actuando muy raro, Bells —afirmó y tomó mi mano jalándome a su regazo—. ¿Qué tienes? —cuestionó mirándome intensamente.
Miré sus ojos verdes llenos de preocupación y supe que era el momento, él era el papá, merecía saberlo y fuera la que fuera su reacción seguramente no sería peor que la mía.
—Estoy embarazada —dije rápidamente. Él abrió los ojos como platos y se quedó de piedra, no dijo nada, no hizo un solo movimiento. Incluso temía que hubiera dejado de respirar—. ¿Edward? —dije ansiosa.
—Vamos… Tú y yo… Tú estás… —salían palabras de sus labios pero no decía nada coherente y estaba empezando a asustarme.
—No tienes que decir nada ahora —dije intentando calmarlo, tampoco era que esperara que él gritara de alegría y de pronto amara la idea de ser papá.
—Pero nos cuidamos todo el tiempo —susurró ansioso.
—Lo sé, el doctor dijo que los anticonceptivos eran sólo un 99% efectivos —murmuré recitando lo que el doctor me había dicho—. Ed, no espero que grites de alegría que pero di algo, por favor —dije ansiosa.
—Es que no sé qué decir —susurró y se notaba en verdad nervioso—. ¿Cuánto tiempo? —preguntó mirando mi vientre como buscando algún cambio.
—Casi dos meses —dije bajito.
—¿Cuándo te enteraste?
—Hace unas semanas —susurré sintiéndome culpable—. Fui a un chequeo de rutina y me topé con esto. Estoy aterrada —admití mirándolo a los ojos de nuevo.
—Bella, siendo completamente honesto, yo también estoy aterrado —aceptó e intentó sonreír, también sonreí un poco—. Pero estamos juntos en esto, es nuestro hijo y lo voy a amar —afirmó y me atrajo a sus brazos.
Por fin en semanas me sentí en paz de nuevo, nos esperaba una locura pero mientras él estuviera conmigo podríamos hacerlo.
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Cuatro meses después
—Edward —susurré. Él estaba dormido hacía una hora pero yo no podía dormir, quería un churro relleno y, curiosamente, también quería un sándwich de pollo con mucha mayonesa.
—Mmmm… —dijo en un gemido mientras dormía, rodé los ojos.
—¡Edward! —dije más alto. Ya mi vientre era mucho más grande y tenía exactamente seis meses, mi bebé estaba perfecto y mi cesaría estaba programada para dentro de tres meses más. El embarazo iba de maravilla, pero Edward y yo aún estábamos aterrados con lo que pasaría después, quiero decir, traeríamos un niño a casa, un bebé que nos necesitaría completamente.
—¿Qué pasa? —dijo levantándose confundido.
—Quiero un churro relleno y un sándwich de pollo —murmuré sonriendo, él me miró como si estuviera loca.
—Bells, no hay nada de eso a estas horas de la madrugada —respondió bajito y medio dormido.
—En algún lado debe haber —afirmé haciendo un puchero.
—Nena, te prometo que mañana te llevo a que compres todo eso, pero ahora hay que dormir, ¿sí? —dijo bostezando.
—Edward… —susurré como un ruego, él se levantó de mala gana y se puso los zapatos y una chaqueta.
—¿Otra cosa? —preguntó mirándome serio. Negué y él salió de la habitación.
Después de una hora por fin Edward regresó y yo feliz me comí mis antojos, él sólo me miraba extrañamente.
—¿Qué? —pregunté después de un rato.
—Bells, pollo y churro… Suena asqueroso —dijo haciendo una mueca.
—No está tan mal —respondí restándole importancia—. Al menos no es tierra, según los libros hasta eso podría ser un antojo —comenté moviendo la cabeza.
—¿Tierra? Tal vez debería leer esos libros —murmuró mirándome raro.
—¡Aw! —exclamé emocionada al sentir que mi vientre se movía, él casi saltó de la cama.
—¡¿Qué?! —gritó asustado.
—Se está moviendo —dije colocando mis manos sobre mi vientre, tomé una de las de Edward y la puse ahí también—. ¿Lo sientes? —pregunté emocionada.
—En serio se está moviendo —murmuró sonriendo, le devolví la sonrisa emocionada.
Y por esos pequeños momentos valía la pena todo eso. Era la primera vez que lo sentía así de fuerte, antes sólo habían sido pequeños movimientos, y era maravilloso, mi bebé estaba ahí y se movía, era como estar en otra parte, sólo nosotros tres.
—Te amo —susurró mirándome a los ojos, sonreí y besé sus labios.
—Te amo.
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Dos meses después
—No sé si esto sea buena idea, Tanya —dije tomando el DVD que traía con ella.
—Es mejor prepararse ahora, Bella.
—Yo ya vi un video de un nacimiento en internet y créeme no quiero ver otro si no hasta que mi bebé nazca y será por cesárea —dije sin intención alguna de volver a ver algo así.
—En internet todo es más dramático, este video es de una amiga, su esposo grabó todo, yo lo vi hace unos días para estar segura de que no te dejara traumada y creo que es maravilloso —afirmó sonriendo, la miré como si estuviera loca.
—¿Maravilloso?
—Sí, es el milagro de la vida —dijo emocionada—. Deberían verlo juntos.
—Gracias, Tanya, pero no quiero traumar a mi esposo. Será cesárea y entrarán las personas indispensables a la habitación, no quiero a mi madre o a Edward ahí, estaré sedada ni siquiera los notaría.
—Sí, pero ¿no quieres que Edward corte el cordón?
—Tanya, me basta con que Edward esté ahí cuando despierte y ame a mi bebé. Pero si te hace sentir mejor, le preguntaré si quiere estar ahí.
—¿Entonces verán el video? —preguntó. Sonreí y asentí, por supuesto que no vería ese estúpido video, pero cuando ella me preguntara le diría que sí y fin de la discusión.
Ya estaba en mis meses de reposo, así que ya no iba a la oficina, era bueno porque la última vez que intenté meterme en uno de mis bonitos trajes de oficina casi empecé a llorar cuando mi falta se rompió.
Tenía demasiado tiempo libre y ya que no sabíamos el sexo del bebé, no podía arreglar su cuarto ni comprarle mucho ropa, de hecho sólo le había comprado un par de cosas para cuando naciera y unos días, porque no quería a mi hijo vestido de amarillo patito todo su primer año.
Tanya apostaba todo porque sería una niña, por la forma de mi vientre, Edward y yo no teníamos preferencia en realidad. Mi madre, que creyó que jamás sería abuela, no dejaba de decir que quería que sean tantos como se pudiera, gemelos, trillizos, lo que sea, pero más de uno, porque estaba claro que Edward y yo sólo tendríamos ese bebé.
Dejé el DVD en la sala y fui a darme un baño, faltaba un rato para que llegara Edward y trajera la comida, estaba hambrienta, por suerte las pequeñas clases que me había dado Tanya hacía unos meses me salvaban cuando tenía un antojo y Edward no estaba cerca.
Estaba relajada y perdida en mi mundo de burbujas y agua tibia. Acariciaba mi vientre y suspiraba, era maravilloso, cuando de pronto un grito proveniente de la sala me hizo saltar como una loca.
Me puse una bata y unas sandalias lo más rápido posible para bajar a ver qué pasaba, me encontré a mi esposo a punto del colapso nervioso viendo el DVD que Tanya había traído.
—¡Edward! —grité sorprendida—. ¿Por qué estás viendo eso? —dije intentando no ver el maldito video.
—Creí que habías traído películas, estaba acomodando todo mientras bajabas —susurró con el rostro crispado y la mirada llena de miedo—. ¿Por qué trajiste eso?
—Yo no lo traje, Tanya lo hizo porque creía que necesitaba verlo antes de que nuestro hijo naciera —expliqué moviendo la vista—. ¡Quítalo! —grité enojada, se escuchaban los gritos de la mujer y el doctor diciéndole que pujara.
Edward se levantó e, intentando ver lo menos posible, apagó el televisor y luego el reproductor.
—¿No le dijiste que querías cesárea? —dijo más tranquilo, pero seguía pareciendo que había visto un fantasma.
—Sí, pero ella tenía la idea de que cambiaría de opinión si veía esto —dije por fin viéndolo a los ojos—, pero obviamente no es así.
—Deberíamos quemar el disco antes de que traume a más personas —afirmó haciendo una mueca y me reí bajito, por suerte no era tan traumático como la primera vez.
—Deberíamos, pero no podemos porque es de unos amigos de Tanya —comenté riendo.
—Bella, ¿tú quieres que entre al quirófano contigo? —preguntó y parecía asustado, me reí y decidí jugar con él un poco.
—Claro, es tu parte en el embarazo —respondí subiendo las escaleras.
—Creí que mi parte era cumplir antojos —murmuró siguiéndome.
—Eso es nada en comparación de lo que yo hago, así que tu parte será entrar al quirófano y cortar el cordón —afirmé sonriendo y comencé a cambiarme una vez en la habitación.
Se acercó y me abrazó acariciando mi vientre.
—Haría lo que fuera por ustedes dos, nena. Así quede traumado de por vida —dijo sonriendo, sonreí con él y besé sus labios.
—Eres lindo —susurré sonriendo y mirándolo a los ojos—. No te preocupes, no quiero a nadie ahí, estaré sedada y no creo necesario eso, sólo asegúrate de que no intenten robarse a nuestro precioso bebé —dije riendo.
—Si nos sale bonito podemos tener más —habló sonriendo.
—Claro, pero esta vez tú llevarás el embarazo —murmuré guiñándole un ojo.
Un mes después
—Bella… —Estaba medio dormida y me dolía un poco el cuerpo, quería descansar.
—Ahora no, Edward —dije y acomodé mis manos sobre mi vientre, al no sentirlo me levanté ansiosa, la estúpida anestesia me tenía confundida—. ¿Dónde está mi bebé? —pregunté mirándolo fijamente.
—La enfermera la traerá en unos minutos —susurró y su sonrisa fue más grande que alguna otra que hubiera visto.
—¿Ella? —interrogué curiosa, habíamos decidido no saber qué era hasta que naciera.
—Es una bebé preciosa —afirmó con sus ojos brillantes, una enfermera entró a la habitación y traía con ella un bultito rosa.
—La bebé Cullen quiere ver a sus papás —dijo sonriendo.
Sonreí y estiré mis brazos para que me diera a mi bebé, me pasó a la pequeña y sonreí al verla.
Tenía las mejillas sonrojadas y una nariz pequeñita, su cabellito era apenas una pelusita de color café. Era preciosa.
—Es hermosa —dijo Edward sentándose a mi lado, sonreí y asentí.
—Es la bebé más hermosa que he visto —acepté mirando a mi bebé, era hermosa.
—¿Cómo la llamaremos? —preguntó acariciando su mejilla.
—Renesmee —dije sonriendo.
—Bienvenida, mi niña —susurró Edward y me giré a verlo, tenía el rostro lleno de felicidad—. Mi pequeña Renesmee…
Espero les guste y dejen sus RR :3