Tomoyo estuvo dos horas peinando y acicalando a Sakura, preparándola para aquella noche. No podía dejar de sonreír al pensar en la proposición que le iba a hacer Shaoran. Sin embargo, no estaba muy segura de que Sakura la fuese a aceptar con los ojos cerrados. Aquella mañana, Shaoran la había telefoneado desde el trabajo pidiéndole su opinión al respecto, cosa que le impresionó. Le dijo que Eriol estaba totalmente de acuerdo, pero que quien mejor conocía a Sakura era ella, Tomoyo. De inmediato, había animado al joven castaño a que la llamase y le pidiese ir a cenar con él a algún sitio especial y, desde el mismo momento en que él colgó el teléfono, Tomoyo había contado los minutos hasta que su amiga le llamara.

Suspiró en cuanto acabó con el suave maquillaje de su amiga y se hizo a un lado para que se viera en el espejo. Sakura se inclinó hacia adelante en su silla y abrió la boca al verse reflejada en el pequeño espejo de su habitación. Tomoyo le había adornado el pelo con una cinta negra muy fina que le recorría el cabello por completo con dos vueltas. En cuanto al maquillaje, Tomoyo le había dedicado especial atención a los ojos de Sakura, ahumados con toques marrones y verdes que resaltaban sus irises. Sus labios apenas estaban coloreados con un sencillo brillo de color rosa pastel. Sus mejillas se pusieron rojas al mirar hacia abajo y ver el vestido que Tomoyo había elegido para ella. Era negro, cogido al cuello, con cintas que se cruzaban por su espalda y ajustaban el vestido a su figura. Para rematarlo, el escote de la espalda llegaba hasta el inicio de su cadera y una enorme abertura en el lado izquierdo enseñaba toda su pierna hasta la parte superior del muslo.

-Por Dios, Tomoyo…-Sakura se llevó las manos a la cara, queriendo taparse- Te has pasado con esto, ¿no te parece?

La morena dio varios saltitos de emoción y tomó a Sakura de las manos.

-En absoluto-negó Tomoyo, sonriente-. Es, sencillamente, espectacular. Me encantaría grabar la cara de Shaoran cuando te vea.

Sakura la miro con aprehensión.

-Por favor, Tomoyo. No hagas esto más vergonzoso…

-¿Vergonzoso?-se burló Tomoyo- Por favor, ¡pero si él ya te ha visto desnuda!

-¡Calla, por Dios!-ordenó Sakura, enrojeciendo más y más por momentos.

Tomoyo rió a carcajada limpia y abrazó a su querida amiga. Sakura se sorprendió por el abrazo, pero le correspondió. Al fin y al cabo, habían llegado a aquel punto de felicidad después de un largo camino lleno de sufrimiento. La emoción se apoderó de las dos y Sakura estuvo a punto de llorar. Tomoyo se apresuró a negar con la cabeza con severidad, consiguiendo que su amiga riera un poco. Intercambiaron una mirada llena de significado. Para ellas, no hacía falta nada más para comunicarse.

Tomoyo suspiró y cogió con ambas manos el rostro de Sakura.

-Quiero que sepas que siempre tendrás un lugar muy especial en mi corazón, Sakura. Y que lo único que deseo para ti es tu felicidad, te lo mereces. Así que-cerró los ojos unos momentos y volvió a abrirlos, empañados-, escoge siempre lo que te haga feliz. Nadie va a juzgarte por lo que decidas, ¿de acuerdo?

-Tomoyo…-Sakura agarró las manos de su amiga y las juntó en su pecho- Tú siempre has estado a mi lado. Nunca sabré cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí.

-Sé feliz, Sakura. Es todo lo que quiero.

-Tú también-sonrió la rubia-. Sé que Eriol te cuida mucho.

La morena asintió, sonriendo. El momento de complicidad entre las dos amigas se rompió cuando escucharon sonar un claxon bastante conocido. Sakura se mordió el labio inferior, nerviosa. Tomoyo asintió con firmeza y tiró de ella.

-Vamos.

Ambas bajaron la escalera y, cuando llegaron a la puerta, escucharon unos golpes suaves en ella. Tomoyo se adelantó a Sakura sin siquiera preguntar y abrió un resquicio. Shaoran esperaba al otro lado de la puerta retorciéndose las manos.

-Hola, Daidouji-saludó Shaoran con la voz tomada-. ¿Sakura está lista?

-Creo que ya es hora de que me llames Tomoyo, ¿no crees?-sonrió Tomoyo, divertida con la situación.

-Sí… Ya…-dudó Shaoran, revolviéndose en el sitio- ¿Y bien?

Tomoyo rió por lo bajo y se retiró. Puso a Sakura frente por frente a la puerta y la abrió desde dentro, ocultándose con ella. Sakura contuvo un suspiro al ver a Shaoran. Iba vestido con un precioso traje negro, camisa blanca y corbata negra. Llevaba un pañuelo de lino blanco en el bolsillo superior de la chaqueta y, aunque estaba claro que había hecho todo lo posible por domar su mata de pelo castaño, algunos mechones rebeldes se salían de su sitio, confiriéndole un aspecto joven, salvaje y tremendamente atractivo. Parecía increíble que solo fuera unos meses más pequeño que ella.

Por su parte, Shaoran se quedó en estado de shock, preguntándose por dentro cómo iba a aguantar toda la noche sin querer arrancarle el vestido. Se aclaró la garganta mientras paseaba sus ojos por todo el cuerpo de Sakura, que había juntado las manos por debajo de su ombligo y había agachado la cabeza, azorada. Parecía mentira que, después de lo que habían pasado, aún se sintieran cohibidos en presencia del otro en situaciones como aquella.

-Hola, Shaoran-musitó Sakura sin levantar un ápice la mirada.

Shaoran sacudió la cabeza y avanzó un paso para situarse justo en la entrada de la casa. Alzó una mano y le cogió la barbilla con dos dedos para encararle. Sakura no tuvo otro remedio que mirarle a los ojos. Odió hacerlo, pues sintió que se perdía sin remedio en aquel mar de chocolate fundido.

-Estás preciosa-musitó Shaoran a pocos centímetros del rostro de Sakura.

Ella cogió aire con esfuerzo y esbozó una sonrisa tímida.

-Tomoyo ha…

-No-la interrumpió Shaoran-. Tú eres preciosa.

Sakura se quedó con la boca abierta, impactada. Aún le sorprendía la fuerza que ejercían sus palabras en ella. Se convertía en una muñeca de trapo que se dejaba llevar por el viento y la marea. No podía pensar con claridad cuando Shaoran la miraba con aquella fijeza. No podía, le resultaba imposible.

-Gracias-respondió con un hilo de voz, abrumada.

Shaoran le soltó la barbilla con esfuerzo y se alejó un poco de ella, sintiendo que si seguía tan cerca de su cuerpo no sería capaz de responder por sus actos.

-¿Estás lista?

Sakura asintió y miró un instante a su espalda. Observó que Tomoyo salía de detrás de la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y la instaba a irse.

-No te preocupes-la animó Tomoyo-. Eriol viene a recogerme en unos minutos. Estaré bien.

Sakura se sorprendió una vez más de la fortaleza de Tomoyo. Su amiga se había recuperado sin aparente esfuerzo del secuestro de Reed y de las cosas que le había obligo a hacer. No obstante, ella sospechaba que su amiga estaría lidiando con sus propios demonios con la ayuda de Eriol durante mucho tiempo, aunque no quisiera dejarlos entrever.

-De acuerdo-aceptó Sakura en un murmullo.

Se giró de nuevo hacia Shaoran y tomó el brazo que, galante, él le ofrecía. Salió de su brazo de su casa y dejó que la ayudara a entrar en el coche. Cuando Shaoran se colocó en el asiento del conductor, intercambió una breve e intensa mirada con él. Él dibujó una media sonrisa arrebatadora y arrancó el coche sin dejar de mirarla. Sakura le devolvió la sonrisa y desvió la mirada, azorada, con un incesante calor recorriéndole todo el cuerpo y estableciéndose en su vientre. Shaoran contuvo una risa traviesa y se internó en las calles de Tomoeda para salir a Tokio.

Minutos después, Shaoran aparcaba frente a un lujoso restaurante y le daba las llaves al aparcacoches. Le abrió la puerta a Sakura y le ofreció su mano para ayudarla a bajar. Ella la aceptó, sonrojada y ambos se internaron en el precioso lugar al que habían llegado. Aquella zona estaba repleta de restaurantes y tiendas de lujo, de altos bloques de pisos con arquitectura exquisita y de aspecto caro. Sakura se sintió pequeña cuando un mesero les acompañó a su mesa, separada del resto y rodeada por un fino velo que les daba intimidad y seguridad. Aquellas mesas privadas no tenían sillas por asiento, sino un sofá realmente cómodo de color crema en forma de u clavado a la pared, con cojines en colores marrones, verdes y plateados. Sobre la mesa descansaban dos cubiertos completos, compuestos por dos platos, uno más hondo y pequeño que el segundo, y un juego de cubiertos preparado al detalle, con todos sus tenedores, cuchillos y cucharas. Frente a los platos, cubriendo un precio centro de mesa con una vela aromática, había tres copas de distintos tamaños y grosores.

Sakura se dejó caer con suavidad en el sofá y lo observó todo con los ojos muy abiertos. No se atrevió siquiera a hablar cuando un camarero de porte elegante les preguntó qué querían tomar para beber. Shaoran, al ver que todo aquello había impresionado fuertemente a Sakura, pidió una botella de agua y otra de vino blanco junto a una cubitera con hielo. Cuando el camarero se fue con una inclinación de la cabeza, Shaoran se sentó junto a Sakura y estudió su expresión.

-¿Estás bien?-quiso saber el castaño, temiendo por un instante que hubiese entrado en pánico y se hubiese quedado paralizada.

-Sí…-respondió Sakura tras unos segundos en silencio- Lo que pasa que esto es… abrumador.

Shaoran se removió un poco en su sitio y se aproximó un poco a ella. Le pasó el brazo izquierdo por la cintura con una suave caricia y ella lo aceptó de buen grado. Siempre se sentía más segura con él a su lado.

-Sé que no te van mucho estas cosas tan… opulentas-Sakura rió por la elección de la palabra-, pero la ocasión lo merece. Así que…

Sakura giró la cabeza y clavó sus ojos verdes en Shaoran, que echó hacia atrás la cabeza, impresionado por la fuerza que destilaban. La había notado tan tímida durante el rato que habían pasado que no se esperaba aquella reacción.

-¿Y qué ocasión es esa, Shaoran?-preguntó con suavidad, llena de curiosidad y miedo.

Shaoran tragó saliva y desvió la mirada, fijándola en algún punto sobre el mantel blanco que cubría la mesa.

-Te lo diré cuando hayamos cenado algo, ¿de acuerdo?

Sabiendo que no le contaría nada antes de tiempo, Sakura asintió. En ese momento, el camarero llegó con sus bebidas y dos menús. Ambos eligieron sus respectivos platos y cuando el camarero volvió con ellos, degustaron su comida en medio de un ambiente relajado y distendido. Shaoran pensó que sería mejor así para que la comida no le sentara mal por culpa de la tensión. Si algo sabía de Sakura era que ella no soportaba la espera.

Cuarenta minutos después, Shaoran pagó la cuenta y llevó a Sakura una sala diferente del restaurante, un bar de copas especialmente caro, con bebidas alcohólicas provenientes de los cinco continentes. Shaoran pidió que les llevaran a una sala VIP aparatada de todo el jaleo que se podía montar allí. Les condujeron a una estancia de paredes de cristal oscuro, por el que se podía ver lo que ocurría fuera pero nadie de la sala principal podía ver lo que ocurría dentro. Era íntimo, personal y claramente sensual. Podían observar sin ser observados. Sakura pidió un licor de hierbas y Shaoran se decantó por el ron miel, algo muy diferente de lo que solía tomar. Cuando les llevaron las bebidas, Sakura se acomodó en el gran sofá de cuero negro y se enfrentó a la intensa mirada de Shaoran.

-¿Me vas a decir ahora por qué me has traído aquí?-inquirió, un tanto divertida por tanto teatro, pero más impaciente que nunca.

Shaoran bebió un sorbo de su bebida. A Sakura casi le da un paro cardiaco cuando vio cómo se pasaba la lengua por los labios para recoger los restos del ron de su boca.

-Está bien-suspiró, sabiendo que no podía evadir por más tiempo el objetivo de la cena y las copas-. No quiero que pienses nada extraño, ¿de acuerdo? Y aceptaré cualquier decisión que tomes, pero la verdad es que me encantaría que dijeras que sí.

-Shaoran, ve al grano, por favor. No aguanto más la curiosidad.

-El caso es-prosiguió, tomando aire y llenando sus pulmones- que, después de todo lo que hemos vivido, después de haber estado contigo tantas horas seguidas, sin separarme de ti apenas para salir o hacer alguna cosa importante, me he dado cuenta de que… En fin…

-Shaoran, por favor… ¿Qué pasa?

-Yo…

-¡Shaoran!

-Quiero que te vengas a vivir conmigo-dijo de sopetón y a toda velocidad.

Sakura se echó hacia atrás sin dejar de mirar fijamente a Shaoran. Él no apartaba los ojos de ella, temiendo cualquier reacción, incluso las buenas, porque dudaba que hubiese alguna en ese momento.

-Te echo tanto de menos que me cuesta dormir-continuó, más lento y en voz más baja-. Cuando llego a mi apartamento, lo único que espero es verte allí, sentada en el sofá, leyendo. O en la cocina, preparando la cena. O viendo la tele, o arreglándote las uñas, o…

-Yo no me arreglo las uñas-repuso Sakura en un susurro, sintiéndose estúpida por ser lo único que era capaz de decir.

-No puedo…-Shaoran cerró los ojos y apretó los puños, conteniéndose- No sé cómo, pero mi almohada huele a ti. ¡Es cierto! No puedo dormir porque toda mi cama huele a ti, a pesar de que he cambiado las sábanas mil veces porque no soporto olerte y no tenerte a mi lado.

-Shaoran…

-Y sé que es demasiado precipitado pedirte que te cases conmigo. Hasta yo mismo lo pienso. Y ya te he dicho que no espero que digas que sí porque…-se pasó una mano por el pelo, echando la cabeza hacia atrás; se aflojó con la otra mano la corbata y se abrió el botón superior de la camisa, necesitaba aire- Nunca, jamás en mi vida…Yo…

Agachó la cabeza. Sakura no decía nada y no estaba seguro de cómo interpretar eso. Levantó la mirada por debajo de los mechones desordenados de su flequillo y vio que, increíblemente, ella sonreía. ¡Estaba sonriendo! Sakura le devolvió la mirada, conmovida y se acercó a él para agarrar sus manos y llevárselas a sus manos. Shaoran no se movió en ningún momento, no quería estropear lo que ella quisiera decirle. Lo cierto era que esperaba un "no" rotundo, porque sabía que era feliz viendo a su padre todos los días en la cocina, preparando el desayuno por la mañana. Y él no quería quitarle eso, pero no podía evitar ser egoísta aquella vez. Tenía que intentarlo, por lo menos.

-Te amo-susurró Sakura con dulzura-. No quiero pasar mi vida con nadie que no seas tú, Shaoran.

Él asintió, comprendiendo y aceptando sus sentimientos, porque él sentía lo mismo.

-Sé que me vas a decir que no-suspiró Shaoran, volviendo a bajar la mirada-, pero tenía que intentarlo, ¿entiendes?

Sakura rió por lo bajo y le agarró la cara con una mano. Shaoran la miró, sorprendido.

-Yo no he dicho que no-murmuró, radiante de felicidad.

-¿Qué…?

-Tomoyo me dijo que debía elegir lo que me hacía más feliz porque nadie me lo reprocharía. Sí, adoro ver a mi padre todos los días en casa, pero he aprendido a vivir sin su presencia constante. Sin la suya-repitió Sakura, acercándose un poco más a su rostro-, pero no sin la tuya. Así que...

Shaoran abrió los ojos y la boca de par en par. ¿Le estaba diciendo que sí?

-Entonces…

Sakura rió con fuerza y se abalanzó contra él.

-Te estoy diciendo que sí, tonto.

A Shaoran le costó unos segundos asimilar lo que había ocurrido. En cuanto lo hizo, le devolvió el abrazo a Sakura y enterró su rostro en su cuello, besándolo. Ella se estremeció por el contacto de su boca y se dejó hacer. Shaoran vio su predisposición y buscó su boca con ahínco. La besó de tal manera que nada ni nadie habría podido separarle de sus labios. Danzó con su lengua en su interior, la exploró de nuevo hasta la saciedad, sin cansarse de su sabor. Recorrió con sus manos su espalda, maravillándose con su tacto y la sensación de su piel bajo la yema de sus dedos. Sakura gimió cuando Shaoran bajó por su mandíbula hasta su cuello, besando, chupando y mordiendo. Llegó hasta el pequeño escote y metió una de sus manos por debajo de la tela del vestido, justo por la abertura lateral de su pierna izquierda.

La tumbó sobre el sofá y dejó que ella le quitara la chaqueta negra, tirándola al suelo. Shaoran le abrió las piernas y se ubicó entre ellas para poder tener mejor acceso a su cuerpo. Localizó con la mano izquierda los botones del vestido y los desabrochó con cuidado, con una suave caricia. Sakura se estremeció entera, sintiendo que su sexo estaba dispuesto a entregarse de nuevo a Shaoran. Le agarró de la espalda y tiró de la camisa blanca hacia afuera de los pantalones, para poder meter por debajo de la fina tela sus manos y agarrar su piel con las uñas. Shaoran se arqueó al darse cuenta de la exigencia de Sakura y no tardó en echar a un lado la tela del vestido, descubriendo su bendita piel blanca cubierta con lencería negra de encaje. La recorrió con los ojos, hambriento, ávido de ella. Se pasó la lengua por la boca y clavó su mirada en sus pozos verdes.

-No grites-jadeó Shaoran-. No nos ven, pero pueden oírnos, ¿de acuerdo?

-Sí… ¿La puerta?

-Cerrada-le indicó la mesa con un gesto de la cabeza y le hizo ver un botón oculto en la parte baja del mueble; lo presionó y, de inmediato, ambos escucharon el cierre hermético de la puerta-. Ahora eres mía-Shaoran esbozó una media sonrisa.

Sakura se mordió el labio inferior, muerta de deseo. Tiró de su corbata hacia abajo y le obligó a juntar su boca con la de ella.

-Hazlo, Shaoran-gimió entre beso y beso, mordiéndole el labio inferior.

-¿El qué?

Por toda respuesta, Sakura bajó sus manos hacia la hebilla del cinturón y comenzó a abrirla. Shaoran la miró, con los ojos ardiendo en llamas por el deseo y la lujuria, y la ayudó con el resto, deshaciéndose de sus pantalones en medio de un pestañeo. Sakura exhaló un gemido cuando le vio quitarse también el bóxer y rebuscar un condón en los pantalones. Alzó una ceja, divertida.

-¿Qué? Uno nunca debe perder la esperanza-se excusó Shaoran, poniéndoselo.

-Ya veo, ya-rió Sakura.

Shaoran se cernió sobre ella, pero frunció el ceño.

-Tú sigues vestida-comentó la evidencia.

Ella abrió los brazos y cerró los ojos.

-Soy toda tuya.

No quiso discutir. Shaoran paseó sus manos por sus bragas negras de encaje y tiró de ellas hacia abajo con cuidado para no romperlas; pensó que sería bueno que Sakura volviera a usarlas en alguna ocasión. En cuanto estuvieron fuera, Shaoran introdujo dos dedos entre los pliegues del sexo de Sakura, maravillándose con su creciente humedad.

-Joder-exhaló, totalmente erecto-. Ya estás lista.

Sakura gimió al notar cómo introducía sus dedos en su vagina, presionando los puntos estratégicos para hacerla gritar. Sin embargo, se dijo que no podía emitir ningún ruido de ese tipo, debía aguantarse y el morbo a que pudieran escucharlos le subió aún más la temperatura y le hizo tirar de Shaoran para que se introdujera en ella de una sola estocada. Él no pudo evitar el impulso que ella le había dado a sus caderas y la metió por completo de una sola vez, aguantando un sonoro gemido cuando sintió la estrechez de Sakura. Acunó su cabeza con sus manos y la besó con dulzura.

-¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?

Sakura negó con la cabeza, con los ojos cerrados, perdida en el placer que Shaoran le otorgaba.

-Muévete, por favor-le rogó Sakura, aturdida-. Quiero sentirte. Muévete.

-Deseo concedido, princesa-sonrió Shaoran, maravillado con ella.

Empezó a balancearse sobre ella, perdiéndose en su interior y en las sensaciones que le provocaba. En esos momentos no era capaz de ser dulce con ella ni esperar demasiado, estaba ansioso por tenerla como la tenía y su autocontrol desapareció cuando sintió que ella le mordía la clavícula, aguantando un grito. Apretó el ritmo y subió la velocidad. A los pocos segundos, ambos estallaron en una nube de placer indescriptible, tragándose los gemidos y los gritos del otro en un brutal beso lleno de lujuria y entrega. Shaoran se corrió dentro del preservativo sin saber si podría hacerlo de nuevo o no gracias a las sacudidas que Sakura estaba sufriendo en su interior.

Tras unos minutos en los que recuperaron el sentido y el aire, se miraron con cariño a los ojos. Shaoran le acarició con una mano la mejilla y depositó un suave beso en sus labios.

-Te amo-susurró, sintiendo que nadie podía ser más feliz que él en esos instantes.

-Te amo-sonrió Sakura.

Shaoran volvió a besarla y se quitó de encima de su cuerpo para poder vestirse. Con pesadez, Sakura se movió también y se arregló cuanto pudo. Al terminar de colocarse bien la ropa, Shaoran se pasó una mano por el pelo y la observó. Había dicho que sí. ¡Había dicho que sí! ¡Se iría a vivir con él! No era capaz de esperar a un nuevo asalto.

Sakura se dio cuenta de la mirada de Shaoran y le sonrió, feliz. No se arrepentía en absoluto de su decisión.

-¿Quieres que nos vayamos?-propuso Shaoran.

Sakura estalló en carcajadas, pero asintió. También ella estaba deseando tenerle completamente desnudo.

-Bien-Shaoran le ofreció la mano, presionó el botón bajo la mesa y salieron de la sala son el preservativo envuelto en un servilleta dentro del bolso de mano de Sakura.

Él pagó las copas que no se habían tomado y la condujo hasta el coche. Una vez estuvieron dentro, se miraron y se sonrieron. Aquella iba a ser una larga noche para los dos. Empezaban una nueva etapa y eso había que celebrarlo.