Recomendación musical: Lonely Day -System Of A Down


Prólogo

Una extraña y hermosa mujer, poseedora de unos impactantes ojos azul eléctrico, revolvía distintos calderos que la rodeaban en la pequeña habitación. Agregaba ingredientes, trituraba otros, y volvía a mezclar.

Llevaba el cabello castaño oscuro pasándole la mitad de la espalda en delicadas ondas, con ayuda de algunas horquillas se había despejado el rostro de mechones molestos y se podían encontrar algunas finas trenzas perdidas adornándolo.

Un vestido rojo fuego iba cubierto por una túnica color lavanda tan larga que se arrastraba por el piso mientras ella se trasladaba completamente concentrada en sus quehaceres. Se movía con una agilidad y naturalidad admirable. Estaba trabajando en mezclas extremadamente complicadas y ella las resolvía como si hubiese nacido haciéndolo… aunque quizá la verdad no estuviera muy lejos de ello.

Llevaba un frasco transparente desde el cual podía vislumbrarse un líquido color azul que terminó desparramado por el piso cuando, luego de haberse quedado estaqueada de golpe en su lugar, lo había dejado caer. Su vista se notaba ausente, y ni siquiera después del incidente fue capaz de mover sus pies.

En un instante de lucidez extendió su brazo hacia una de las estanterías que envolvía la habitación atrayendo una esfera, también transparente, directamente hacia ella. La atrapó con una mano, y en el mismo instante en el que apoyó la otra en el objeto sus ojos se volvieron completamente blancos. Abrió y cerró la boca un par de veces hasta que una voz ajena a la suya, mucho más grave, más rasposa, y con efecto de eco, empezó a salir por su garganta.

"El hijo después de la vidente.
Como el equilibrio del bien y el mal, será llamado como tal.
Con intención de defender a su estrella, al mundo de la total oscuridad liberará"

Dicha la última palabra, sus ojos volvieron a pestañear por primera vez, y al levantar los párpados su iris volvía a ser del mismo azul que antes.

La mujer miró la esfera en su mano que ahora contenía una nebulosa atrapada en su interior y sonrió.

Al mismo tiempo, dos chicos de diecisiete años, en distintas partes del mundo, se despertaban sobresaltados, con el rostro cubierto de transpiración y el corazón a punto de salírsele del pecho, donde ambos, sin saberlo, apoyaron su mano hasta que las palpitaciones volvieron a su normalidad. Ninguno pudo volver a dormir, y lo peor es que tampoco sabían que habían soñado para despertarse así.

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Siempre odió los extremistas. La gente que es una cosa o la otra. Blanco o negro. Frío o calor. Día o Noche. Bueno o Malo.

Él vivía en un eterno término medio: prefería el gris, como sus ojos, como el cielo en tormenta. Le atraía el frío mientras tuviera una chimenea cerca donde mantenerse templado. Disfrutaba los atardeceres… ¿Bueno o malo? Aunque no estuviera en el rango, traidor era la descripción exacta. No estaba ni de una vereda ni llegaba a estar en la otra.

Que estuviera como infiltrado entre los Mortífagos no lo hacía una buena persona.

Porque Draco no estaba la Orden por gusto, no había entrado en sus filas por su espíritu heroico y altruista. Entró por el simple y conciso hecho de salvarse el trasero y hacer lo que estuviese a su alcance por ELLA. Y definitivamente, eso no significaba ser una buena persona. El suyo era un pensamiento completamente egoísta, lo que en cierto modo lo reconfortaba, porque no… él no quería ser un héroe.

Hacía más de un año que Draco no vivía, sobrevivía. Más de un año que cada minuto que pasaba era un minuto en el que su vida corría peligro, un minuto en el que se preguntaba en que mierda estaba pensando cuando se dejó convencer por el palabrerío barato del viejo chiflado o cuán mal estaba para recurrir a Snape y pedirle ayuda en la misión que le habían encomendado.

Le parecía irónico como en su momento rió al enterarse que su propio padrino, la mano derecha del Señor Tenebroso, era un espía… un traidor al que ahora él acompañaba.

No podía decir que esto del espionaje le resultó difícil. Reconocía que su padrino era el que más difíciles se las veía. Él sólo debía asistir a una que otra reunión, escuchar detalladamente, asentir a lo que se le ordenaba, y sobre todo mantener la mente cerrada… nunca pensó que las enseñanzas de su tía le fueran a resultar tan sumamente útiles.

Aunque pareciera increíble, lo que le molestaba a Draco era la falta de sentimiento de pertenencia. Él, en ese sentido, siempre había tenido las cosas demasiado claras: pertenecía a una de las familias más importantes del mundo mágico, que a su vez, pertenecía al cerrado grupo elitista de sangre puras, en el colegio pertenecía a Slytherin y acarreaba con todo lo que eso conllevaba. Ahora su lugar de pertenencia ¿cuál se suponía que era?... el limbo.

Demasiado bueno para ser malo y demasiado malo para ser bueno. Un traidor en el bando de los mortífagos y un indeseado para la legión de San Potty. No es que le interesara formar parte de aquél aquelarre, ni lo más mínimo. Ni siquiera por ELLA, cuanto más lejos mejor… pero siempre que pudiera tenerla a la vista.

Por algo había pedido explícitamente a Dumbledore que nadie de la Orden -excepto Snape, por supuesto- se enterara que él estaba trabajando de su bando. No quería que lo tuvieran siempre en la mira de la desconfianza, ni tampoco una compasión fingida… en realidad, ningún tipo de compasión. No le interesaba que lo incluyeran en su grupo de amistades –como si eso fuera a pasar- ni tampoco que cuando derrotaran al mestizo con complejos de grandeza –porque eso sí era algo que deseaba con todas sus fuerzas- lo enaltecieran como un héroe o algo similar.

Él sólo quería cumplir con su trabajo, mantenerla a ELLA a salvo y que Potter –quién, bajo su punto de vista, sí estaba interesado en todo lo demás, sobre todo en ser señalado como un héroe- terminara esa guerra de una puñetera vez y poder seguir con su vida en paz. Quizá irse a algún país donde nadie lo reconociera para poder descansar y empezar de cero.

Pero muchas veces –por no decir la mayoría- las cosas no suceden como uno quiere. El destino está marcado para cada uno de nosotros, y el de Draco distaba bastante a lo que él tenía planeado.

Respiró profundamente antes de volver a alejar las ideas de su cabeza y poner la mente en blanco. Cubrió su cuerpo con una larga túnica negra y envolvió con la capucha sus prolijos cabellos rubios. Como último detalle una impecable máscara plateada cubrió su rostro y rogó internamente que fuera la última vez que tuviera que usarla. Guardó su varita y relajó sus hombros y cuello.

La irrupción de un hombre en su habitación no lo perturbó en lo más mínimo. Sabía de quién se trataba. Sabía a que venía. Ni siquiera se volteó cuando su fría voz arrastró las palabras a su espalda.

-Ya es hora, hijo


n/a: Bueno, arranco nuevo fic que hacía rato había empezado pero quería esperar a terminar con Dancing in the Dark para poder dedicarme especialmente. Como ya llevo varios capítulos adelantados me atrevo a comenzar con la publicación!

Este primer capítulo es apenas una introducción. No sé bien cuantos capítulo van a hacer, ni su largo, ni nada... veremos como se suceden las cosas, ya aprendí que mis historias suelen tomar el rumbo que a ellas se les apetece!

Si todo sale según lo planeado, el día de actualización será los viernes... así que de aquí en mas, tendremos una cita :)

Espero contar con ustedes en este nuevo proyecto, y por lo tanto leer sus opiniones en los reviews!

Hasta la semana que viene!

Ilwen (14/08/2015)