Los personajes pertenecen a Suzanne Collins, la Historia es 100% original; cualquier parecido con alguna otra es mera coincidencia.
Epílogo
Cinco años después
A pesar de que la luz del sol ya se filtra en la ventana de mi habitación continuo con los ojos cerrados, una sonrisa atraviesa mi rostro mientras me acurruco en las sábanas blancas de la cama, bueno después de lo de anoche no sé si las sabanas continúan blancas.
Anoche el amor de mi vida me dijo que me tenía una sorpresa por mi cumpleaños, así que me deje arrastrar a la habitación y cuando entramos me di cuenta que iba a ser una noche larga, juntos tuvimos una sesión de sexo salvaje con comida, que puedo asegurar, fue la mejor de mi vida.
Hoy es mi cumpleaños y la "semillita", nos hizo jurar que iríamos en su búsqueda en cuanto saliera el sol para darme un beso y abrazo de feliz cumpleaños. Desde afuera de la habitación se escuchan unas rápidas pisaditas con risitas divertidas, los pasos de adulto también se escuchan de cerca, aguanto una risa burlona cuando de repente la puerta de la habitación se abre de par en par y entra corriendo un pequeño mini me, salta a la cama y se coloca a horcajadas sobre mi espalda.
— Despierta, ya salió el sol. — Grita la vocecita mientras protesta con sus manitas en mi espalda.
— Un rato más. — Murmuro fingiendo un sueño que no tengo.
— No puedes seguir durmiendo, ya es de día y yo te tengo que felicitar y dar un abrazo. — Vuelve a protestar mientras se enoja.
Soporto solo un poco más su rabieta cuando sin que se lo espere me incorporo de golpe, y cubro con la sabana a la pequeña bestia que perturbo mi mañana, lleno de besos su carita y le provoco cosquillas que hacen reír a mi víctima.
— Papi detente. — Ríe mi pequeña víctima,
— Jamás, es mi venganza por despertarme. — Digo fingiendo enojo.
— Quiero felicitarte. — Protesta mientras ríe a carcajadas.
— Ruega primero. — Ataco sus mejillas provocando que se retuerza más.
— Piedad, piedad. — Dice fingiendo vulnerabilidad. — Mami ayúdame. — Grita de repente.
— Ha no, mamá solo me ayuda a mí. — Ataco con más cosquillas y vuelve a reír.
Cuando observo a Katniss a la orilla de la cama, nos observa embelesada, ríe con nosotros y sé que este es mi mejor regalo de cumpleaños.
— Por favor Peeta. — Ruega Katniss a favor de mi víctima.
— Si, por favor. — Dice mini me.
Ataco unas cuantas veces más y suelto a mi víctima, lo observo ceñudo y me rio ante sus mejillas sonrosadas y despeinado cabello.
— Papi. — Se lanza a mí y me estrecha entre sus bracitos, me llena de besos la cara y me susurra al oído. — Feliz cumpleaños Papi.
— Gracias. — Acaricio su cabello rubio mientras cierra sus hermosos ojos grises. Y de repente se me viene a la cabeza la primera vez que tuve la oportunidad de ser padre.
Al final, tuve que comprar un estadio, un balón y un casco para mi campeón. No me arrepiento de nada, aunque a veces el pequeño tenga una energía triplicada a la de un niño normal.
— Te quiero dar tu regalo. — Dice soltándose de mi abrazo, salta de la cama y va a nuestro armario. De allí sale con una caja de regalo y se corre hacia mí. — Toma. Ábrelo.
— ¿Cómo se dice Tiago? — Katniss regaña a nuestro hijo, este alza la mirada gris hacia la de su sexy mamá y recuerda algo que olvido.
— Espero que te guste papá. — Dice Tiago rascándose su cabecita rubia y despeinando los rulos que se forman en esta.
Cuando abro la caja una sonrisa maliciosa se forma en la boquita de Tiago, dentro de la caja están unos guantes negros, dos jersey de diferente tamaño de Chicago Bears y un balón nuevo.
A Tiago le encanta el futbol americano, por lo que en el amplio jardín de nuestra casa a las afueras de la ciudad, mande pintar unas cuantas yardas para que practique cuando tenga tiempo.
— ¿Te gusta? — Pregunta esperanzado mi hijo.
— Claro. — Sonrió mientras le paso su jersey y la viste de inmediato. — ¿Quieres jugar un rato antes de la fiesta?
— Sí. — Grita Tiago y se pone de pie.
— De ninguna manera. — Protesta Katniss. — Por un día Peeta, deja de consentir a Tiago y prepárate a tiempo. Es tu fiesta, amor. — Seductora como siempre se coloca a mi lado, se monta a horcajadas sobre una de mis piernas y comienza un muy bien disimulado vaivén con sus caderas. — ¿Me vas a hacer quedar mal?
Esta mujer es mi muerte. Desde nuestra boda aprendió como conseguir lo que quiere de mí. Con el embarazo de Tiago sus hormonas hacían una revolución en su cuerpo, por lo que hacíamos el amor a todas horas durante la luna de miel y nuestra estancia en Torre León. Pero cuando nos mudamos a la casa de nuestros sueños los encuentros se incrementaron. Estrenamos la casa completamente en menos de una semana, hicimos el amor, tuvimos sexo salvaje y encuentros fugaces en cada una de las habitaciones de nuestra casa.
— ¿Peeta? — Murmura Katniss mientras salgo de mi ensoñación.
— Perdona, estaba recordando. — Murmuro, Tiago ya no nos presta atención, está jugando con mi balón y mis guantes.
— No sé lo que estabas recordando, pero por la carpa de circo puedo imaginarlo. — Bajo la mirada y veo que mi erección no ha bajado. Por lo que ahora se forma una carpa de circo a la altura de mis caderas.
Katniss ríe mientras me sonrojo y acomodo mi dureza para no causar traumas en un niño de cuatro años.
— Te hago responsable señora Mellark. — La miro ceñudo mientras ríe burlonamente.
— ¿Por qué a mí? — Finge inocencia mientras me provoca con sus caderas sobre mi muslo.
Quiero lanzarle una respuesta provocadora, pero mini me interrumpe con su inocencia.
— Mamá, — Trapa a la cama y se una a nosotros. — ¿No le vas a dar tu regalo a mi papi?
— Yo ya se lo di amor. — Katniss acaricia las mejillas de Tiago y este frunce el ceño.
— Yo no te vi. — Cuestiona mi pequeño.
— Es que se lo di anoche. — Responde Katniss.
Me lanza una seductora mirada mientras muerde su labio inferior. Cada musculo de mi cuerpo reacciona. Me está provocando. Y lo peor es que está cumpliendo su objetivo.
— ¿Puedo ver lo que te regalo mi mamá? — Pregunta mi hijo inocentemente.
A mi mente acude la noche anterior. Al entrar a la habitación el olor a chocolate, fresas y champagne me envolvió completamente. Ahora que veo claramente la habitación, veo que las sabanas están manchadas de chocolate; culpo a Katniss de moverse cuando intente quitarle de los pezones el delicioso dulce, también hay manchas de champagne; culpo a Katniss de no quedarse quieta cuando utilice su espalda para beber mi bebida, y también hay manchas rojas; vuelvo a culpar a Katniss por sentarse arriba de las fresas, aunque su hermoso culo me sirvió de plato cuando quedo completamente cubierto de la deliciosa fruta. Pensando en todo esto, tengo la respuesta a la pregunta de mi hijo.
— Mmm, creo que no Tiago. — Respondo con miedo.
— ¿Por qué no? — Hace morritos y me derrito por completo.
— Porque ya me lo comí. — Es lo primero que se me ocurre. Y vaya que disfrute comiendo.
— Pero el pastel se lo comen entre los invitados, ¿Te comiste un pastel tu solo? — Abre los ojos como platos y suelto una risita.
— Tu mamá me ayudo.
Katniss contiene una risa burlona, sabe que mi hijo es una de las cosas que más quiero, pero desde que Tiago quiere pasar tiempo conmigo, mi mujercita aprovecha para provocarme frente a él. Al final termino perdiendo mi autocontrol y en cuanto Tiago se duerme, ataco con todas mis armas, la hago sufrir y rogarme, ya sea en la cama o en cualquier lugar donde pueda tumbarla y hacerle pagar por tal osadía.
— Tiago. — Katniss atrae la atención de mi pequeño. — Tal vez tu papi te muestre lo que le regale en la mañana antes de ir a buscarte.
La sangre abandona mi rostro, Katniss se levanta de mi regazo y se ríe con suficiencia mientras sale de nuestra habitación. Mi primer regalo al despertar, fue una felación de campeonato por parte de mi mujercita, y es que después de lo de anoche y de dormir desnudos después de días de no hacerlo, ¿Qué esperaba?, desperté con una dolorosa erección, tenía el hermoso culo de Katniss pegado a mis caderas, la provoque para despertarla, después de un beso tierno intensificado poco a poco a algo más provocador, Katniss tomo iniciativa propia y se llevó mi miembro a sus labios y ya lo demás es historia, chupo, succiono y jugo conmigo por el tiempo que ella quiso, cuando ya no pude soportarlo más trago mi semen, llevo sus labios a mi oído y susurro el más sexy feliz cumpleaños que he tenido en mi puta vida.
Tiago se me queda mirando con sus ojitos esperanzados, trato de controlarme, pero la mirada de mi hijo me pregunta si puedo mostrarle el regalo de su mami.
— Tiago ¿y si mejor jugamos un poco antes del desayuno? — De inmediato mi niño cambia la expresión de su carita y acepta encantado.
Le ordeno que vaya a buscar a mami y le cuente nuestros planes, no sin antes decirle a Tiago que le dé un mensaje a mi linda esposa de mi parte.
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Mi familia vino a celebrar, los Mellark, mi suegra y mi cuñada están en mi casa. Annie y Finick vienen acompañados por Finn, mi sobrino consentido, el pequeño es la calca de Finick, pero con los ojos de mi hermana. Finn también es el amigo y compañero de juegos de Tiago y juntos, provocan un tornado. Junto a Lucas, nuestro perro Golden dorado juegan en el patio con el balón que me regalo mi hijo.
Seneca y Glimmer trajeron a Dominic, el pequeño de ocho meses es muy despierto y ya provoca grandes dolores de cabeza a mi hermano, pues a esa edad los niños demandan demasiada atención, por lo que mi hermanito tiene el anticonceptivo más efectivo del mundo.
Johanna viene acompañada de un tipo llamado Kanye, la veo bastante segura con este tipo, pero ya quiero que madure y siente cabeza. Aunque ella se dedica completamente a su carrera como diseñadora. Le va muy bien, pero quiero verla feliz.
Mi padre ha hecho muy buena amistad con Antoinette Everdeen, pasan tiempo juntos, yo solo espero que mi padre recupere las ganas de vivir, puedo constatar personalmente que las mujeres Everdeen provocan cambios sorprendentes en los Mellark.
Mi cuñada se entretiene con un chico; Jasón, llevan mucho tiempo juntos, creo que desde nuestra boda, yo solo espero que sea feliz, porque la carrera de medicina es pan comido para mi cuñadita.
Gale y Ceaser vienen juntos, esta vez solos, se ven felices, y eso quiere decir que el proceso de adopción en el que estuvieron pasando por dos años está rindiendo frutos, pies por sus sonrisas creo que pronto tendrán al pequeño Jared con ellos.
Como siempre Tiago y Finn son el centro de atención, a sus cuatro años y medio son muy inteligentes, tienen el encanto Mellark en las venas y puedo ver que este par romperá corazones cuando crezcan. Los niños juegan y cuentan chistes y anécdotas mientras comemos el delicioso mignon de res hecho, por supuesto por mi querida Sae.
Mi mujercita se ve espectacular con ese vestido naranja atardecer, sabe que me encanta, le resalta cada una de sus deliciosas curvas mientras me deleito observándola. Mi hijo le dio mi advertencia, por eso cada vez que nuestra mirada se cruza un delicioso sonrojo aparece en sus mejillas, provocando que mi entrepierna de tirones en mis pantalones de lino, y es que en pleno verano del mes de Agosto, mi camisa celeste y pantalón azul hace juego con el clima caluroso de las afueras de Chicago.
— Papi. — Tiago lama mi atención. — Quiero pastel.
Mi pequeño ruega y hace morritos, este niño también me va a matar, en eso se parece a su madre.
— Primero come lo que tienes en el plato y después comerás el pastel que quieras.
— Este bien, Pero tú ya no puedes comer pastel papá. — Me advierte mi niño.
— Tiago, ¿Por qué ya no puede comer pastel tu papá? — Pregunta Johanna.
— Porque mi papá se comió anoche un pastel solito.
— ¿El solo? — Pregunta Annie.
— Si, bueno mi mamá se lo dio. — Mi hijo se rasca su cabecita de manera pensativa. — Bueno, creo que los dos comieron pastel y no me dieron. Pero como era pastel para adultos no puedo comer yo porque soy pequeño.
Me atraganto con la comida mientras Katniss abre los ojos como platos. Todos ríen ante la ocurrencia de mi hijo mientras los niños observan a los adultos partirse de risa.
— Bueno, era de esperarse que Katniss, le diera de comer de su pastel a Peeta. — Como siempre Johanna abre la boca. — Todavía recuerdo como conocí a mi ahora cuñada, Estoy segura que estaban haciendo muy detalladamente a mi angelito Tiago la primera vez que la vi.
Mi mujercita se sonroja, aquello fue bochornoso, pero la tranquilizo abrazándola y riéndome de Johanna.
— ¿Cómo se hacen los angelitos tía Johanna? — Pregunta un inocente Finn.
Es el momento de atragantarse por parte de Johanna, ella llama angelitos a sus sobrinos, aunque sean todo lo contrario.
— Anda Johanna, explícales a los niños como se hacen los angelitos. — Ríe Seneca mientras Dominic toma de su biberón en los brazos de su padre.
Johanna ríe maliciosamente, se acomoda en su lugar y ve fijamente a los niños.
— Verán pequeños, cuando el hombre se excita…
— Johanna. — Grita mi padre. — Esta no es una plática para una comida familiar.
— Los niños querían saber. — Se escusa inocentemente mi hermanita.
— ¿Qué es excitar? — Pregunta Finn.
— Sera mejor traer el pastel. — Murmura Annie tornándose de todos los rojos posibles.
Mi hermana y mi mujer desaparecen en la cocina mientras los niños las acompañan. Momentos después, los niños nos entregan unos ridículos gorritos de cumpleaños, por complacerlos todos se los ponen, hasta Dominic se pone uno. Los veo a todos y comienzo a reírme, de repente siento como ponen en mi cabeza un gorro más grande. Trato de ver al culpable alzando la cabeza y veo a la mujer de mi vida, ella toma mis mejillas y me besa castamente, le tomo las manos y la hago sentarse en mi regazo.
— Mi papá es el rey. — Grita Tiago y corre hacia nosotros. — Tienes una corona de rey papi.
— Es que soy el rey de la casa. — Digo haciendo ademanes locos mientras los niños ríen.
Nuestro hijo viene a nosotros y se sienta en el regazo de Katniss, Annie y Finick traen un pastel de tres pisos con varias velas chispeantes. Todos cantan alegremente el feliz cumpleaños, abrazo a mi pequeña familia y regalo besos a cada uno.
— Tienes que pedir un deseo papá. — Dice Tiago muy animado.
¿Un deseo?, ¿qué más puedo desear?, tengo lo que siempre quise tener, una casa a mi gusto, un perro corriendo por el jardín, una familia unida, unos sobrinos hermosos, un hijo encantador, cariñoso y sano. Y lo más importante, tengo a la mujer que siempre quise tener a mi lado, Katniss es mía en todos los sentidos, desde que la vi discutir en aquella reunión con mi personal supe que sería mía, que me volvería loco y que la amaría más allá de mí. Tengo todo lo que siempre quise tener, tengo cosas de más. Paz, tranquilidad, salud, felicidad, dinero y amor. Solo puedo desear una cosa, y con la persuasión adecuada lo lograré. Observo con complicidad a mi hijo y a Katniss, pido mi deseo y soplo la vela del número treinta y cuatro, mi edad actual.
Mi pequeño se acerca a mí y cómplice susurra.
— ¿Pediste lo que querías papá?
Le guiño un ojo y sonríe de medio lado, es igual de guapo que yo. Katniss entrecierra los ojos y nos observa a ambos, le sonrió y la beso castamente.
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La fiesta se acaba poco más de las diez de la noche, ha sido una tarde larga, pero mi mujercita me debe algo. Me provoco todo el día y esta noche me las pagara completamente.
La tía Johanna se ofreció a quedarse con sus angelitos por lo que resta del fin de semana, por lo que Tiago no está en casa, y eso solo significa una cosa.
Katniss entra a nuestra habitación, algo cansada, pero juro que aprovechare cada minuto de la ausencia de mi hijo para hacerla gritar como nunca.
Me incorporo de la cama y la alcanzo, la abrazo y le acaricio los hombros y la espalda, gime, provocando que mi erección despierte.
— ¿Cansada? — Murmuro cuando atrapo el lóbulo de su oreja.
— Algo. — Murmura con la voz entrecortada.
— Me debes algo señora Mellark. — Murmuro atacando su cuello.
— ¿Con un lo siento te conformarías? — Juguetea con mi camisa, abre cada botón poco a poco, provocando un fuego por donde pasan sus dedos.
— Sabes que no. — Alcanzo la cremallera del vestido y poco a poco lo bajo.
Frente a mi queda vestida solo con lencería en tonos rosas pastel, el encaje no deja nada a la imaginación y solo cubre las partes necesarias.
— ¿Te gusta? — Susurra alejándose de mí, da una vuelta sobre si misma y mi trago en seco. — Feliz cumpleaños Mellark.
— Tú eres el mejor regalo.
Katniss sonríe mientras poco a poco camina hacia mí.
— Hoy soy toda tuya, quedo a tu merced solo por hoy, así que aprovéchalo.
Sin duda es el mejor regalo. Sonrió son malicia cuando cientos de ideas vienen a mi mente. Katniss nunca es sumisa, pero esto me excita de sobremanera.
— Bien, un trato perfecto. — Sonríe. — Primero ve a la mitad de la cama y siéntate sobre tus muslos, abre las piernas y coloca las manos detrás de ti.
Katniss vacila, creo que no era lo que esperaba, pero al final obedece, con un pañuelo de seda negra a la mano me acerco a ella.
— No te muevas. — Ordeno. Tomo sus brazos y ato el pañuelo a la altura de los codos, esto logra que sus pechos se alcen.
Me quito el resto de la ropa y me coloco frente a ella, bajo las copas del sostén y sus duros pezones quedan expuestos. La voy a hacer pagar cada provocación. Me llevo un pezón a la boca y chupo, succiono y mordisqueo a mi libre antojo, Katniss cierra los ojos y hecha la cabeza hacia atrás, se retuerce con mis caricias, gime y gruñe cada vez que atrapo entre mis dientes un duro pezón. Cuando sé que está a punto de terminar me separo de ella, abre los ojos y me mira atónita.
— Peeta… — Susurra.
— Lo sé. Pero eres mía recuerdas. — No dice nada, no quiero que se arrepienta, esto no me lo da todos los días. — Ponte de pie.
La ayuda a levantarse, le desato los brazos y le llevo a la pared frente. Ayer coloque un espejo de cuerpo entero, y hoy voy a hacer uso de este. Le quito el sujetador y queda solo con las braguitas.
— Apoya las manos contra el espejo.
Obedece, con una de mis piernas le separo las de ella. Con toda la tranquilidad del mundo, me siento en el suelo, mi espalda contra el espejo, por lo que su centro queda frente mí.
Pego la nariz al triangulo entre sus piernas, las bragas están mojadas, inhalo su dulce elixir y acaricia con mi nariz su centro.
— ¿Te pusiste la lencería para mí? — Pregunto seguro de su respuesta.
— Sí. — Murmura.
— No quites las manos del espejo.
Con una sonrisa maliciosa, encajo los dedos en las costuras de las preciosas bragas, las rasgo y se deshacen en mis manos, Katniss jadea mientras ve desaparecer sus lindas bragas. Aviento los trozos de encaje mientras la penetro con dos de mis dedos. Gime, pero no la dejo disfrutar, mi lengua comienza a jugar con el hinchado botoncito, su clítoris palpita, con la ayuda de mis dedos y mi lengua en su sexo no tardara en venirse.
Chupo y estiro su clítoris mientras grita y pega la frente al espejo. Me encanta tenerla así. Incorporo un dedo más, ahora son tres dedos penetrándola. No aguanta por mucho tiempo, con un grito gutural estalla entre mis dedos, con unos últimos toqueteos de mi legua en su clítoris la hago estremecerse.
La dejo recuperar el aliento, mientras me quito el resto de mi ropa. La incorporo y la penetro sin previo aviso, todavía puedo sentir los espasmos provocados por su orgasmo. Estar dentro de ella es la gloria. La dejo acoplarse a mí, para después comenzar con un vaivén lento pero fuerte.
— Katniss, eres increible. — Murmuro en su oído. — Mira cómo te estremeces.
La tomo de las caderas y la embisto, fuerte.
— Observa como nos unimos. — Obedece de inmediato.
Lo que veo es erótico en todos los sentidos. Sus labios vaginales libres de vello se comen toda mi erección.
— Mira como me recibes. — La embisto más fuerte moviendo mis caderas y dando en ese dulce punto de su cuerpo.
— Peeta… — Gruñe, cierra las manos en puños, pero no deja de observar nuestra unión.
— Te amo preciosa. — Grito. Va a terminar muy pronto.
— Te amo Peeta. — Grita cuando una de mis manos pellizca su clítoris haciendo retorcerse contra mi cuerpo.
— Mi linda mujercita está a punto. — Vuelvo a mover las caderas, toma una de mis manos y la lleva a su sexo.
En un intento de provocarla, mi dedo la penetra junto con mi erección. Es su perdición. Con un grito gutural se viene entre mis brazos, me exprime con los espasmos de su interior provocando que termine en su interior. Le muerdo un hombro y la abrazo fuertemente.
Pego mí frente a su cuello, le tiemblan las piernas, y está cansada. La tomo entre mis brazos y la llevo a la cama. Me acuesto sobre ella y coloco mi rostro en el valle de sus senos. Ella toma mi cabello entre sus dedos y comienza un suave masaje.
— ¿Te gusto tu regalo? — Pregunta con sonrisa malévola.
— Sabes que sí. — Muerdo un pezón, mi favorito, el pezón donde tiene el lunar.
— Quiero preguntarte algo. — Dice estirándome del cabello para que deje de atormentar sus senos.
— Dime.
— ¿Qué deseaste de cumpleaños? — Pregunta con el ceño fruncido.
Sonrió mientras me acuesto sobre mi espalda y la llevo a ella sobre mi cuerpo.
— Algo. — Murmuro.
— ¿Y porque Tiago y tú se miraron cómplices?
— Porque él ya sabe lo que deseo.
— ¿Y que deseas? — La observo una y otra vez. No puedo ocultar por mucho tiempo mi deseo.
— ¿Recuerdas que cuando conocimos a Tiago en aquella ecografía le pregunte a Coin si iba a comprar un estadio, un balón y un casco, o un castillo, coronas y vestidos?
— Y no te cansas de comprar casos y balones. — Sonríe, menos mal. — Aunque te falta comprarle un estadio.
— Le construí uno en el jardín. — Me defiendo.
— Esta bien, pero no te entiendo. ¿Qué tiene que ver esto con tu deseo? — Suelto un suspiro. Bien es ahora o nunca.
— Que ahora quiero comprar un castillo, coronas y vestidos. — Suelto con toda la tranquilidad del mundo, cosa que no siento.
Katniss, se queda sin habla. No era lo que esperaba.
— Pero, ¿Ya no quieres a Tiago? — ¿Qué?, esto no va por donde quiero.
— Lo amo. Pero seamos honestos, que quedaras embarazada de Tiago fue una sorpresa. Fue lo único bueno que hizo ese maldito. Pero ahora quiero un embarazo planeado.
Katniss sigue sin decir nada. La abrazo y la beso dulcemente.
— Quiero una familia Katniss, Tiago y tú me hacen el hombre más feliz del mundo, pero imagina tener una niña, una princesa de papá, quiero pintar una habitación en colores pastel, tener una cama con resbaladilla en forma de castillo, un guardarropa con vestidos de todos los colores que les gustan a las mujeres. Quiero una calca tuya, Tiago solo tiene tus ojos, pero yo quiero una niña como tú, una hermosa princesita.
Katniss me evalúa, medita mi propuesta.
— Quiero planear embarazarte, quiero vivir la noticia de que esperamos un bebé mientras los nervios me consumen al esperar que se pinten rayitas en una prueba de embarazo, aguantar tus primeros meses, cuidar de ti, alimentarte, masajearte los pies y darte todo el sexo que necesites.
Katniss sonríe, bien al menos no está tensa. Pero sigue sin decir nada.
— ¿Qué dices?, ¿Nos aventuramos a ser padres de nuevo?
Mi mujercita suelta un suspiro y sigue pensativa. Se incorpora a horcajadas sobre mis caderas y coloca las manos sobre mi pecho. Después de una eternidad, por fin abre la boca.
— Si me embarazo y tenemos una niña — Se muerde el labio inferior, busca mi mirada y la obtiene. — ¿El castillo del jardín tendrá fosa con cocodrilos y pirañas?
Suelto una sonora carcajada, Katniss se una a mí, la estrecho entre mis brazos, ya lo he dicho, Esta mujer me va a matar.
— Podría considerar las pirañas. Pero cocodrilos definitivamente tendrá. — Bromeo mientras la tumbo sobre la cama. — Eso es un sí, supongo.
— Definitivamente, pero no sé si lo sepas, pero el hombre es el que da el sexo al bebé. — Dice desafiante.
— Entonces tendré que trabajar arduamente. — Murmuro seductor mientras dejo que sienta mi erección en el vientre. Gime.
— Podemos comenzar desde ahora. — Logra decir mientras gime de nuevo cuando mi dureza da de llano en su clítoris.
— Es un trato, un trato perfecto…
Como alguna vez dije, toda historia llega a su fin. Agradezco a todos los que se dieron el tiempo de leer la historia, muchísimas gracias de antemano; para ser mi primer Fic no me fue como esperaba. Me agrado que la historia tuviera fans, sus reviews, me divertían y me hacían trabajar en lo que hacía. Gracias por todo este tiempo, su paciencia al actualizar y su mente abierta. Sé que la historia no fue del agrado de todo el mundo por la crudeza de cómo estaba relatada, pero recibí un 85% de buena crítica, así que creo poder superarlo.
Agradezco principalmente a las siguientes fans:
0catita
abimedina
Ady Mellark87
Al3zxa
Alanis Dawson Salvatore
alejandracottom
Anayatzin
Angie Mellark
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wenyaz
Gracias nuevamente. Y pido disculpas si a lo largo de ambas historias encontraron errores ortográficos. Soy humana y no me dedico a escribir, así que fue un gran esfuerzo el que hice en todo este año.
Gracias y nos leemos luego. :)