Disclaimer: Los personajes de Fairy Tail. pertenecen a Hiro Mashima, no a esta servidora que solo escribe cosas por diversión.
Warning: Desde aquí la autora se va a poner un poco pervert. Leer bajo su propio riesgo. ¿Ha de ser clasificado como +16? No sé, igual tiene la T xDD
Onceaba Regla
Un Resbalón con los Hearthfilia y Dragneel
(Tercer parte)
Lucy por la mañana siempre que tuviera la oportunidad, aprovechaba para dormir hasta la hora máxima que le permitía su rapidez para arreglarse, pero ese día, despertó más temprano y no pudo conciliar el sueño nuevamente.
Se sentó y observó la habitación especialmente sus sábanas.
No hace muchas horas Natsu la había besado, como un irrespetuoso, sobre esa cama, y después de ser descubiertos por los otros dos inquilinos de la casa,aunque él se le acercó con el objetivo de continuar lo que dejó a medias, ella le pidió que dejaran las cosas así; que era tarde y debían dormir. Pero no lograba conciliar el sueño como le era deseado, pues inmediatamente se le venía a la mente aquellos labios, y sentía como si aquello todavía estuviera pasando.
Se rozó los labios con las yemas de los dedos; y podía imaginarse todo lo que había hecho el chico solo con au lengua, y hasta pudo imaginar cómo hubiera sido ai él hubiera continuado.
El rostro ae le encendió en un rojo intenso, y se llevó las manos a la cabeza ¿Cómo podía ser tan depravada?
Culpaba a Natsu y su maldita manera de besar, pero, no comprendía... Solo era un beso. Algo de lo más normal para él, pero no para ella.
Se levantó sabiendo que ya no podría dormir, y bajó a la cocina en busca de algo que la calmase.
Abrió el refrigerador y observó de arriba a abajo, nada se le antojaba, a excepción de un té helado al final de éste. Se inclinó para alcanzarlo sin saber que alguien tras el mesón se regocijaba con la vista, y se mantenía en silencio, para no asustarla.
Lucy sacó el té, cerró el refrigerador y giró encontrándose con la mirada oscura, aquella que parecía estar asechando de una manera que la ponían lo suficiente nerviosa para quedar gagueante.
- N-Natsu... - Dijo tratando de no demostrar el hecho de que se había espantado. - ¿Qué haces aquí? - Preguntó fingiendo calma y vomenzando a buscar en los anaqueles.
Natsu levantó una ceja incrédulo de lo que escuchaba.
- Es mi casa, tengo derecho. - Respondió dirigiendo su vista a la rubia y a cada movimiento que hacía. Hasta cuando bajó el vaso, pues de nuevo escuchó su voz.
- Me refiero, a ¿Qué haces en la cocina a esta hora?- Ella giró sin precaución, aquel chiste no le hizo ninguna gracia, así que el muchacho se merecía una mirada de reprimenda.
- Eso... - Dudó. - No podía dormir. - Lucy se sirvió el té y de paso también le paso un poco al empresario. - No creo que esto sea un buen desayuno.
- No lo es, simplemente es un calmante. - Respondió recostándose un poco al muro contrario. y bebiendo un poco.
- ¿Y para qué quieres calmarte? - Sintió curiosidad después de haberse tomado el té a gran velocidad. Lucy se tapó la boca con la mano libre, y él se levantó.
- Por nada en especial, olvídalo... - Negó con la mano observando el trayecto de su jefe, si no fuera porque aquello era cerrado, habría salido corriendo del otro lado ¿Y si salía subiendo al mesón? Y aunque lo intentó, no fue lo suficientemente rápida para alzar las dos piernas para cuando Natsu estaba a sus espaldas, atrapándola por la cintura con sus fuertes brazos.
Ella maldito en un murmullo audible para su captor, éste solo le dedicó una sonrisa cuando la giró para verla de frente.
- ¿Quieres saber porqué estoy aquí tan temprano? - Acercó su rostro a una Lucy cohibida, quien negó. - Porque no he podido dormir. - Rió bajo ante el intento de alejamiento de su secretaria. Y aprovechó eso para depositar un suave beso en el femino cuello, notando que la reacción que obtuvo fue mejor de lo que esperaba, ella había respingado y se había quedado casi de piedra. - ¿Y sabes porqué no he podido dormir? - Ahora, ella le observaba atenta esperando que le mintiera diciéndole que no tiene nada que ver con ella. Pero Natsu no era tan compasivo. - Es por tu culpa. -
- ¡Y qué culpa tengo yo?
- Permitiste que te besara eso.
- Eso fue... Un pequeño despiste...
Trató de taparle el rostro con las manos recibiendo una mordida que le encendió las mejillas de la vergüenza.
- ¿Despiste? - Arrugó el entrecejo demostrando que no le creía, Lucy asintió lo más decidida que pudo. - ¿Segura? - Sonrió, a milímetros de sus labios. Lucy no sabía que hacer, no solo sabía que estaba mintiendo sino que había logrado que algo despertara en ella, una sensación que la dejaba insatisfecha y pedía a gritos por ese hombre, quien desde que interrumpió su huida, no perdió el tiempo para atreverse a masajear sobre la ropa partes cercanas. Eso la estaba haciendo estremecerse, y al mismo tiempo hacía que se detestara. Normalmente sentiría eso como acoso, pero, aunque lo fuese, se trataba de Natsu, y le gustaba. Tanto que fue ella quien osó a unir sus labios una vez más, con un beso superficial, el que un Natsu curado de la sorpresa, se atrevió a profundizar, Irrumpiendo en la boca femenina, la que torpemente correspondía, mientras él jugueteaba con sus manos y tocaba bajo la blusa.
La piel de Lucy era suave, él lo sabía desde el principio, desde su ropa, hasta su manera de caminar cuando estaba alegre, y por supuesto que sus suspiros de tentación, cuando apretó uno de sus senos, no se quedaban atrás. Tanto que quería escuchar más, lo necesitaba.
Separó sus bocas y quedó observando a sus ojos chocolate que mostraban una lujuria deseando salir en ese momento. Pero su voz le distrajo.
- Natsu... - Murmuró ella bajo, con una voz de súplica que lo dejó seco. Y se maldijo a sí mismo por querer obedecer en ese mismo momento, a pesar de estar en la cocina, y con el peligro de ser descubiertos. Y aunque no quisiera pensar realmente, debía de controlarse.
No la soltó, pero, la dejó de espaldas a él. y continuó masajeando su pecho a lo que ella quedó intranquila, pues estando de espaldas no sabía que podría estar tramando, y no solo eso, así sus caderas quedaban más pegadas, notando la sensación de un creciente bulto entre sus glúteos.
- Nat... - No pudo terminar su frase cuando un gemido salió de ella, cada vez la presionaba más a su cuerpo.
- Luce... - Murmuró a su oído. La chica sintió una corriente helada recorrer su cuerpo. - Tú... eres demasiado inocente para estas cosas... - Besó bajo su oreja. - ¿Está bien que sea yo el que te muestre todo?
- ¿Todo? - Ella simplemente repitió, pues la excitación no la dejaba pensar claramente. Pero después de sentir que la mano del hombre se deslizaba bajo sus interiores, despertó. En serio ¿Qué estaba haciendo? Era su jefe, ese mismo que trató de sacarla del camino con acciones bajas e infantiles... Además estaban en plena cocina ¿Dónde estaba la Lucy centrada que solía ser?
Detuvo la mano de Natsu antes de que alcanzara su objetivo. y por suerte este no insistió, porque estaba segura que en fuerza perdía, y en ese momento ni su voluntad era inquebrantable.
Lo que no sabía es que después de eso, tendría a un Natsu insistente sobre ella.
— Natsu, suéltame — Pidió Lucy tratando de sacar el pesado brazo de su cintura.
— Pero ¿Por qué? Si... — Natsu se acercó a morder su oreja de manera coqueta, aunque en realidad solo estaba jugando un poco.
— Porque estamos en el trabajo. — Le recordó. Estaban en la puerta de entrada, y más de los que Lucy quisiera, habían notado aquel empalagamiento. Hasta Zeref. Que en el momento no pudo hacer más que señalar a los dos, y después a su oficina.
— ¿Y ahora se supone que están saliendo?
— Bueno...
— S-Solo fueron unos cuantos besos... - Se apuró a decir la rubia.
Zeref se restregó los ojos con irritación ¿Y si Jude se enteraba? ¿Qué diría? Aunque mientras solo fuera un desliz, no importaba ¿No?
— Regresen a trabajar... Al menos ya no harán más idioteces...
Lucy pudo cancelar su cita con Loke, y después de unos días...
— Tienes que redactar el acuerdo. — Dejó una pila de papeles sobre su escritorio. — Y firmar esto. — Sonrió.
— No, por favor Luce...
— Hazlo...
— Por favor... Redactar no...
— No voy a hacer eso por ti, suficiente con que la semana anterior escribí algunas cartas de disculpa.
— Luuuuceeee...
— Y ahí están los enamorados... — Dijo una secretaria al ver a Natsu prendido de la cintura de Lucy, mientras ella en vano, se lo trataba de sacar de encima.
— Nosotros no...
— Estamos tratando negocios — Sentenció Natsu mientras las personas del rededor solo chismeaban sobre ellos.
Mala idea salir de la oficina con un Natsu que no se soltaba mientras rogaba por ayuda.
Por lo que al escuchar los silbidos y cuchicheos, entró nuevamente y cerró la puerta rápidamente.
— Ya suéltame — Le pidió. Él la cargó ante sus protestas, y se sentó dejándola a ella en sus piernas. — Natsu... — Se tapó el rostro, avergonzada.
— Ayúdame...
Al verse sin salida, solo suspiró pesadamente.
— Redacta hasta dónde puedas, luego yo lo reviso, y lo corrijo ¿Bien?
— Eres la mejor — La apretó a él en un abrazo.
— Natsu... Ya... — Y entonces los labios de él aprisionaron los suyos, y después de una pequeña pelea solo se dejó llevar.
Hasta el momento ella no lo comprendía.
Para los demás ellos dos estaban saliendo, ya que de vez en cuando jugueteaban en público por culpa de que el peli-rosa es nada prejuicioso. Pero ella siempre lo cortaba cuando era así.
Pues no sabía realmente cuál era su relación. Ya que... Nunca hubo la formalidad de petición y él simplemente se lanzaba a ella cuando le daba la gana... Aunque aceptaba que le gustaba y que de vez en cuando también era porque ella comenzaba, pero... No sabía cuánto soportaría en una situación en la que eran algo... Sin serlo.
Por lo que se separó de sus labios.
— Ya... Ponte a redactar... — En un intento de levantarse se vio pausada por los fuertes brazos de su amante.
— Luce... ¿Por qué siempre eres así? Es más... No tenías que irte de mi casa...
— Pero... ya pasó el tiempo impuesto y...
— ¿Y eso que importa?
— No quiero molestarlos.
— Pero si Happy e Igneel te adoran.
— Aunque me digas eso...
— Regresa.
— Natsu... Ni siquiera sé que es lo que somos... Y no creo que a Zeref le agrade...
— ¿Cómo que no sabes? Lucy, se supone que cuando te besas y pasas tanto tiempo con alguien es porque son pareja...
— Eso lo supones tú, yo no estoy acostumbrada a esto... — Y volvió a intentar zafarse.
— Luce...
— Suéltame ya — Y así lo hizo el peli-rosa, que se sintió estresado no muy después, ya no tenía ganas de escribir nada.
Pasaron el resto de la semana sin pasar palabra más que la necesaria, pues cuando el tema salía a flote eran interrumpidos.
Llegó el domingo, Lucy había salido a dar un paseo para despejarse, pero hubo un problema, la temporada de lluvia no parecía estar de su lado, y fue mala idea meterse al pequeño laberinto del parque central, tanto que cuando logró salir estaba empapada.
Debería de tomar un taxi, y tantas ganas que tenía de pasear...
Y... Como si el destino le jugase una mala broma, el deja vú la visitó, en un auto negro.
— ¿Vas a tu casa?
— Contigo no.
— Sube, te llevo.
— Esperaré a un taxi.
— Sube o me bajo a embarcarte...
— Que esperaré...
Y como los Dragneel cumplen lo que dicen, bajó sin importar que el agua hiciera de las suyas, y la obligó a subir de copiloto.
— Esto es secuestro — Lucy iba abrazándose a sí misma, el aire acondicionado del auto estaba encendido, y como si fuera a propósito, estaba a tope de potencia.
— Se llama solidaridad forzada.
— Hubiera preferido gastar en un taxi.
— No me quejo si me pagas.
— ¿Cuánto?
— No con dinero.
— Policía... Auxilio.
— Dramática.
— Pues sí... ¿Dónde vamos? Este no es el camino a mi casa... Y lo sabes... De tanto que te has escabullido sin permiso.
— ¿Lo he hecho?
— Debería demandarte.
Ingresó al garaje y se bajó primero, para luego ver a una tiritante Lucy bajar.
— ¿Agua caliente?
— Iré al baño de Happy...
— Mejor ve al mío, la última vez dejaste tu champú.
— ¿Seguro que es por eso?
— Y porque he estado abstenido ya mucho tiempo.
— No creo que sea tanto.
— Soy bastante fiel ¿Sabes? Y contigo no ha pasado... Bruja — Se cruzó de brazos molesto, Lucy simplemente ingresó a la casa, después de todo conocía el camino.
— Natsu... — Llamó desde el baño, él sin importarle nada abrió la puerta — No mires, bien escuchas desde fuera.
— No quiero. Habla cariño, antes de que me meta también.
— Ropa...
— Déjame ver qué encuentro...
Y regresó con una camisa que creía debería quedarle al menos un poco larga, para tapar lo necesario. Y el poder disfrutar de la vista.
— ¿Dónde están Happy e Igneel? — Bajaron al comedor por un poco de chocolate caliente que fue preparado por Natsu. Quien se quedó simplemente en pantaloneta después de ducharse.
— Happy se quedó a dormir dónde un amigo, Igneel fue a visitar la tumba de su fallecida esposa.
— Comprendo...
— Entonces... Estamos solos hasta mañana ¿Qué hacemos?
— ¿Podrías llevarme a mi casa?
— Sabes que no lo haré.
Lucy suspiró y se concentró en su taza.
— Luce... Es en serio lo que te dije.
— ¿Qué de todo?
— Todo. Quiero que regreses, no solo Happy e Igneel te adoran, yo más que ellos, y... Sé que soy un idiota por no decirlo como es debido pero...
— ¿Pero?
— Es vergonzoso.
Ella resopló, y luego tomó su último sorbo de chocolate.
— Si eso es todo...
— Ve a mi cuarto.
— Me quedaré en el de huéspedes.
— Andas muy necia hoy... — Se levantó y Lucy dio pasos hacia atrás.
— Como si nunca lo fuera.
— Pero hoy estás colmando mi paciencia — Y cuando dio los suficientes pasos, Lucy había comenzado a correr en dirección a la sala, claro que le dio ventaja, pero como era de esperarse, la alcanzó, la rodeó y se tiró con ella al sillón más largo.
— ¿Quieres ser mi novia?
— No eres nada romántico.
— Como si lo fuera siempre. — Le regresó la anterior conversación con un tono divertido.
Ella le daba la espalda, así que se tuvo que mover un poco entre sus brazos para quedar de frente.
— Si lo hubieras dicho desde un principio estaríamos en mejores términos ahora.
— Dime sí o no. Ese extraño idioma femenino, no lo entiendo. — Y como siempre, la hizo reír. Es verdad, que normalmente discutían, pero, él era quién más le sacaba risas, las cuales no hacían más que enloquecerlo. No solo de desesperación, sino también de amor.
— ¿Tú que crees? — Le besó — Claro que sí. – Él sonrió más que nunca.
Y en un susurro hizo que ella cerrara los ojos de gusto y felicidad al escuchar aquello.
— Te amo.
— Yo a ti.
— Ahora puedo dejar de abstenerme. – Lucy le apartó el rostro con la mano.
— No he dicho nada de eso…
— Pero Luce… He esperado… — Se puso a recordar – Básicamente desde que te vi…
— Es poco tiempo.
— ¿Y?
— Y que… Pues que… — Su cara volvió a enrojecer, y se puso peor cuando al moverse un poco sintió un bulto bajo su ombligo. – ¿Natsu?
— ¿Qué esperabas? A penas estás usando ropa… Mi ropa — Recalcó. — y te mueves más que una lombriz…
Lucy no sabía que decir, estaba avergonzada, eso no era lo suyo, de hecho se sentía intranquila, pues nunca esperó estar tan cerca de un hombre con tan poco tiempo fuera de casa ¿Y si al final solo era una ilusión? Pero, luego pensó de nuevo. Era Natsu, alguien demasiado sincero para ser verdad, ya algunas veces le había dicho que la amaba por poner su mundo de cabeza... Cuando en realidad ella sentía las cosas de otra manera, pues él fue quien puso su mundo de cabeza, tanto, que todo ese tiempo sin hablar con él, tuvo ansiedad por conocer más de él. Y que el orgullo no le dejaba preguntar.
— De todas maneras, no es para que te pongas así — Le regañó tímida. No era que no quisiese, era que temía decepcionar al chico, después de todo, él sí tenía experiencia.
Ella le amaba, por lo que, había decidido, regresarle cada beso y caricia que él le diera, por mucha vergüenza que le diera, y por lo más que se quejara de que era su actual enamorado. Aquella noche sin duda (Dejando el dolor de un lado) fue perfecta.
La reunión con la otra empresa llegó, Natsu había escrito el acuerdo, y se sorprendió al revisar que Lucy no le había corregido absolutamente nada.
¿Estaría de vaga?
— Luce... — Estaban a punto de salir cuando pronunció su nombre — ¿Has estado ocupada?
— No mucho...
— ¿Por qué no corregiste el acuerdo? Si entrego esto así.
— Lo aceptarán...
— ¿Eh?
— Está bien hecho, Natsu.
—Pero...
— Me ahorraste un poco de tiempo esta semana. Gracias.
— No te burles.
— Déjame, solo de vez en cuando. — Le sonrió, y después de un corto beso.
La reunión pasó sin percance, y el contrato fue firmado la misma noche. Pero Lucy estaba intranquila, aquella era una organización cercana a los negocios de su padre, además reconocía a su benefactor. Sting.
Si no mal recordaba lo había visto una vez cuando tenía quince, justamente cuando los padres de ambos, cerraron un trato.
Ella apenas tuvo una pequeña y extraña conversación con el rubio.
— ¿Y estás de acuerdo?
Ella giró extrañada sin comprender la pregunta.
— ¿De acuerdo con qué?
— Con el trato.
— Ni siquiera sé de qué trata...
— ¿En serio?
— ¿Tendría que saberlo?
— Bueno, si tu padre no te lo dijo, yo no soy nadie para hacerlo.
Y así, terminó su primera y única charla. Pues hasta en la reunión, ella se mantuvo callada e ida cuando se trataba de pasar palabra con aquel hombre.
— ¿Estás bien? — Escuchó a su enamorado, quien la miró preocupado, algo muy raro en el semblante del peli-rosa.
— Claro.
— Pues no te creo.
Suspiró.
— ¿No te vas a molestar?
— Trataré.
Le contó sobre aquella vez, pero más que molesto, Natsu sintió incertidumbre.
— Hey... Luce... — Y con unos cuantos toquecitos logró que abriera los ojos, y después de mirarlo, ella volvió a cerrarlos con intenciones de seguir durmiendo.
— No eres nada madrugadora estos días. Happy... — Y comenzó, un pequeño karaoke, con canciones pesadas y fuertes para darle buenos días a la rubia, quien solo se dedicó a maldecir luego de esto.
Las tardes de los fines de semana, salían, o jugaban para complacer a Happy.
Pues, Lucy a pesar de ser recién llegada, lo comprendía, Happy, era un niño así como lo decía su propio nombre. Feliz, alegre, risueño, y que le gusta divertirse... Pero... Estaba a falta de algo importante, padres, algo de lo que Natsu e Igneel se hicieron cargo de cubrir como podían.
Pero un día un comentario de este niño, hizo que Lucy diera un vuelco a su niñez y se sintiera terriblemente nostálgica.
— Natsu... — Llamó a su hermano, quien estaba tratando de descifrar cómo se usaba una batidora.
— Dime Happy.
— Es la primera vez que hacemos galletas, pero, quiero hacer más además de darles forma.
— ¿Te parece ayudarme a preparar la masa, mientras Natsu descubre cómo prender eso? — Preguntó Lucy bajando a su altura, ya habían hecho una parte de galletas, pero necesitaban más por lo glotones que eran los Dragneel.
— Por supuesto — El niño le sonrió, y Lucy lo levantó para sentarlo sobre el mesón dónde tenía un gran bol.
— Primero echas la harina... — Le dio una bolsa de esto, y Happy hizo lo dicho — Espera, no tanto... — Tarde pues el niño la había vaciado. Ella suspiró. — Bueno, no importa, solo hay que aumentar las proporciones...
— Lucy...
— ¿Dime?
— Ayer te molestaste conmigo por cruzar la calle solo... Y hoy te da igual que tire la harina, Igneel y Natsu me hubieran dado sermones... ¿Sabes? Me da un sentimiento cálido. No comprendo qué es, pero siento que me llena un vacío que tenía... ¿De qué trata?
Ella quedó muda viendo al niño de par, en par. Tampoco sabía a qué se refería. Obviamente ella se iba a molestar si hacía cosas que no debía, o se iba a preocupar si algo le ocurriese... Pero... ¿Por qué se molestaría simplemente porque echó harina de más? Sus criadores eran bastante estrictos.
— Pues... Yo no... — Y fue interrumpida por una extraña tos, con un mensaje de por medio de parte del peli-rosa.
— ¡Eso es! — Exclamó feliz el niño — Eres mi mamá ¿Es eso?
— Yo... — Miró a Natsu quien simplemente le sonrió en súplica, lo entendía, quería que Happy tuviera una mamá, quería que supiera todo lo que un niño normal sabe y siente. Después de todo, ser el hermano menor de una empresa que se codea con mafiosos no es fácil. Menos cuando los hermanos que tiene, o son tontos o su tiempo es agitado hasta en muchos fines de semana. La mayoría se ha de recalcar. — Happy — Le habló y miró dulcemente. — No quiero engañarte, así que mejor hagamos un trato.
— ¿Trato? — Ladeó la cabeza, extrañado cuando la rubia se agachó mirándolo desde su regazo.
— Aja. Trato. — Al notar que el niño no tenía más que decir, continuó — No soy tu madre biológica. Y no tienes idea de cuánto me moleta eso — Le sonrió, Happy no comprendió a qué se refería. — Así que... ¿Te parece que de ahora en adelante Trate de ser tu mamá?
Happy asintió con una gran sonrisa, Lucy le abrazó con fuerza y después terminó con lágrimas en los ojos. No es que se sintiera triste, era más bien, felicidad, y una extraña angustia que crecían en ella, como si aquello fuera a cambiar su vida en totalidad... Luego se puso a pensar... ¿Un hijo? ¿Realmente estaba capacitada para aquello?
— Natsu...
— Dime viejo — Estaba en el balcón del patio, pues Lucy estaba bañando a Happy.
— ¿Cómo te sientes?
— No lo sé... ¿Cómo debería de sentirme?
— Y yo menos lo sabré — El anciano se rió a carcajadas de su hijo. Realmente era tonto muchas veces.
— Ya, ya... — Pidió regresando a ver al cielo — ¿Sabes viejo? Es la primera vez que me siento así, como si todo fuera armonía, y no quisiera cambiar nada en mi vida de aquí en adelante.
— Se llama amor.
— ¿Tan enamorado estaré?
— Mejor no contabilices, que te quedarás sin cielo para enumerar.
— ¿Y espacio?
El anciano se encogió de hombros.
— Hasta eso tiene su límite.
— Yo... Quieto pensar un poco más...
— Bien, simplemente... ten cuidado, no quiero que te explote el cerebro.
— Te estás juntando mucho con Lucy...
— Es tu culpa.
Lo reconocía, Lucy llegó a esa casa por su culpa, por la de ambos y no sabía cómo agradecerlo... O a quién agradecerle... De hecho, si sabía pero nunca lo haría.
Pasaron los meses, y tanto Natsu como Lucy, solo podían asegurarse a sí mismos que sobre cualquier cosa, deseaban estar juntos. Formar una familia todavía más grande que la que ya tenían.
Y al fin un día.
— Luce... ¿Qué prefieres? ¿Perlas o diamantes?
— Oro.
— No estaba entre las opciones.
— Pero lo prefiero.
— No te daré un anillo de compromiso de oro, ese es para la boda... Mierda — Reaccionó para cuando vio a la chica medio desmayada en el mueble.
— ¿Qué crees? — Natsu dio una vuelta antes de sentarse frente a su hermano.
— ¿Por fin tienes materia prima?
—... No sé qué hizo Lucy, pero hoy le las paga. Y no... Es algo... Mucho mejor.
— ¿Qué puede ser mejor?
— Me casaré con Lucy dentro de dos años.
Zeref solo le observó irritado. ¿Cómo se atrevía a ponerle la mano encima a la hija de un Hearthfilia? Claro con la misma estupidez, con la que se enteró, estaban viviendo juntos cual familia feliz.
— No sé qué decir... Felicidades.
— Yo sé, es la mejor noticia. — Asintió con orgullo y después quedó pensativo, lo que intranquilizó a su mayor — Verás Zeref... Si no fuera por ti no la hubiera conocido, ni mucho menos ahora estaría en mi casa... Así que... Gracias.
Abrió los ojos grandes ante tal revelación, era la primera vez que Natsu le agradecía, y que además se veía tan contento. Quizá, hablaría con Jude, a ver si lograban llegar a un acuerdo con el matrimonio de por medio.
Y así lo hizo, visitó a Jude, y le habló de lo ocurrido, haciéndose conocedor de algo que no le agradaba.
— Escuché que me mandó a llamar...
— Sí, señorita Hearthfilia... siéntese por favor.
Ella obedeció ¿Natsu habría hecho algo mal?
— ¿Es sobre la última carta de disculpas? Sé que Natsu es un poco...
— No, no — Negó con una sonrisa — No es sobre eso... Verá... Tengo que despedirla.
— ¿Qué? — Lucy sintió un balde de agua fría caer sobre ella. — ¿Por qué?
— Su trabajo en esta empresa ha sido espléndido... Pero... Está representando una distracción para una de sus bases principales, por lo que, será un problema a futuro...
— No entiendo... Sé que sabe que Natsu y yo estamos comprometidos y eso, pero, ni él, ni yo... Nunca hemos descuidado el trabajo, y todas las tareas están hechas antes de lo pedido... No comprendo qué clase de distracción estoy siendo...
— Lucy... — Le miró con arrepentimiento, pero él ¿Qué podía hacer? — La verdad... Esto es algo necesario... Si, ustedes se casan... No quiero saber lo que le puede ocurrir a mis hermanos o esposa.
— ¿Es cosa de papa, verdad?
Zeref asintió y con pesar decorando su rostro Lucy se levantó y salió de esa oficina.
— Gracias por avisarme, y disculpe las molestias.
— Luceee — Natsu apareció en el pasillo — ¿Qué ocurre? No te ves bien...
— Natsu... — Levantó el rostro hacia él, volvía a hacerlo, a llorar frente aquel peli-rosa, aunque aquellas fueran otras circunstancias. Se aferró a él en un fuerte abrazo el cual él regresó con más fuerza. No comprendía lo que pasaba, pero a quien sea que la haya hecho llorar... Lo golpearía hasta que no tuviera más remedio que hacerse cirugía plástica.
Lucy en ese momento lo decidió debía de hablar con su padre.
A la mañana siguiente, Natsu encontró una sorpresa en su cama, y es que... No había nadie al lado solo se percató de la ausencia de su amada al registrar toda la casa, y no hallar ni una de sus pertenencias... Excepto por aquel anillo de plata que representaba su compromiso con ella.
Lo tuvo claro, le había abandonado.
Lucy entró al despacho de su padre y con el temple que nunca se había atrevido a mostrar le encaró.
— ¿Cómo te atreves?
— ¿A qué?
— No te hagas el tonto, sé que el hecho de que me despidieran tiene que ver contigo.
— Simplemente hiciste mal tu trabajo. No me revires los ojos...
— Yo sé perfectamente lo que hago con los negocios, y también se perfectamente que has amenazado a los Dragneel.
— ¿Te lo dijo Zeref?
— Lo sé, porque te conozco mejor que nadie, y lo que menos te importa es mi felicidad.
— No puedo permitir que te cases con un hereditario bastardo.
— ¿Bastardo?
— ¿No te dijeron que son hijos de diferentes madres?
— Eso es lo de menos... Quiero decir... Si me caso con Natsu hasta tú obtienes beneficios papá.
— Esos beneficios son nada, comparado con lo que necesito.
— ¿A qué te refieres?
— Lucy, tú ya estás comprometida... ¿Te acuerdas de los Eucliffe? Bien, te vas a casar con su hijo mayor Sting.
Y sus ojos se abrieron como platos ¿Cómo se atrevía a decidir sobre su vida? Ella a penas y había pasado palabra con ese hombre.
— Ni creas...
— Lo harás.
— No, padre. Me niego rotundamente a continuar con un compromiso que no es de mi agrado.
— Entonces regresa con los Dragneel y espera a la muerte de cada uno, descuida, el sufrimiento vendrá por partes, un día uno...
— ¡Ya! ¡Cállate! Entendí.
— Ah que bien.
— Entendí, que tengo el peor padre que puede existir en este mundo. Y que le odio con toda mi alma.
A esas palabras Lucy se dispuso a irse pero fue detenida por la voz de su padre.
— ¿Cómo te atreves a decir eso de quien te ha criado?
Al escuchar esto se giró y con llanto furioso contestó.
— ¿Criarme tú? Por favor, no me hagas reír, fue mamá quién me crio, luego fueron los empleados y tutores... En cambio tú... Lo único que puedes enseñarme es que la gente sin corazón existe... Y antes de que me digas algo más... No te preocupes, me alejaré de los Dragneel, así que déjalos en paz, pero eso sí... ¡No pienso vivir bajo el mismo techo que tú! — Y con sonoros pasos rápidos Lucy salió de aquel lugar. Tenía los ahorros de su sueldo ya que no había comprado gran cosa. Y así, rentó un departamento hasta que encontró un empleo, el cual era en empresas Metallicana, y dónde su ascenso fue como viento en popa, y dónde conoció a personas como Levi, con quien no tardaron en hacerse amigas, a día de hoy... Mejores amigas. Pero nunca esperó que su plan se fuera a ver truncado por una negociación entre los Dragneel y los Redfox. Debía de andarse con cuidado y no caer en una tentación mortal. Pues sabía que era observada por algunos de los matones de su padre.
Me disculparé toda una vida por cosas como esta :'D
Definitivamente en narración y ortografía, es de los peores, pero... No quiero aplazar más su espera.
Porque estoy muy emocionada de que cada vez más personas lo siguen, y sus reviews me ponen realmente de muy buen humor. Muchas gracias :D
Me encantaría contestar uno por uno; pero por ahora realmente no puedo. Y trataré lo posible de no atrasarme tanto con el siguiente episodio ;w;
Ya viene el pasado de nuestra pequeña Levi, con una gran sorpresa :D
Espero no me abandonen (? especialmente a las personas que comentan, son amor del bueno
Hasta el próximo episodio ~