Muchísimas gracias por el apoyo que recibí en la adaptación "THE DUFF", fue realmente importante para mi, me alegra que haya gustado tanto, por eso me animé a realizar otra adaptación, aunque algo diferente. Espero que les guste ^^

Esta es una adaptación del libro "Una proposición peligrosa" por Fayrene Preston, los personajes de Harry Potter, no me pertenecer, sino son de la fantástica J.K Rowling.

Capítulo 1 - "Clases de como beber champán"

Hermione Granger se detuvo bruscamente. El jardín de su casa parecía estar girando a su alrededor. Respiró hondo y esperó a que la lógica volviera a ocupar su lugar. Hacía diez años que era dueña de aquella casa en North Dallas, y sus tierras no se habían movido ni una sola vez en todo ese tiempo.

De hecho, ni un solo acre de las vastas extensiones de Texas se había movido nunca. Las tierras del oeste podían ser azotadas por tormentas de arena y tornados capaces de llevarse casas enteras, árboles y coches, pero el terreno siempre permanecía firme. Se dio ánimos con aquel pensamiento y, en unos momentos, el jardín dejó de moverse.

Todo iba a ir bien.

—¿Puedo hacer algo por ti antes de irme?

Hermione se sobresaltó. Creía estar sola. Se volvió e hizo un esfuerzo por sonreír a su secretaria.

—No Molly, gracias.

—¿Estás segura? Te noto un poco pálida.

—Todo el mundo parece pálido de noche —Hermione apreciaba mucho a Molly por su eficiencia y su capacidad organizadora, pero a veces mostraba una molesta tendencia a mimarla como una auténtica madre. Pero ella carecía de madre desde los tres años, y ya no necesitaba ni quería una.

—Tú nunca pareces pálida, Herm. Si quieres, puedo subir para traerte tu medicina.

—¡No! —Hermione cerró brevemente los ojos—. Lo siento. No pretendía ser tan brusca, pero ya sabes lo que siento respecto a esas cosas. Estoy bien, y tú ya has abajado suficiente por hoy. La fiesta ha ido de maravilla. Gracias por tu colaboración. Ahora, vete a casa y duerme un rato.

—Si estás segura… —Molly aún parecía preocupada.

—Lo estoy.

—En ese caso, nos vemos mañana por la mañana.

—Buenas noches —Hermione dio otro sorbo de la botella de champán que sostenía en una mano. Luego miró el estanque del jardín. Sobre su superficie flotaban apaciblemente numerosas velas encendidas con forma de flor de loto.

Entrecerró los ojos. Brillantes. Las llamas eran demasiado brillantes. Se inclinó y derramó champán sobre una de las velas, apagándola. Tras hacer lo mismo con el resto, bebió un poco más de champán.

Aún no estaba lista para volver a la casa. Aquel era su momento favorito de las fiestas que daba. Los últimos invitados se habían ido. La orquesta y el personal encargado de la comida y la bebida también. Le gustaba reivindicar su casa y los terrenos en que se asentaba. Le gustaba el regreso a la tranquilidad y el orden. Pero, por encima de todo, le gustaba el sentimiento de plenitud que se apoderaba de ella tras una fiesta exitosa.

El estanque se movió. La tierra se movió. Se detuvo y miró con el ceño fruncido sus pies descalzos que asomaban bajo el borde de su vestido de color crema. La tierra no se estaba moviendo. Ni ella tampoco. Maldición.

Tal vez había bebido más champán del que creía. Desestimó aquel pensamiento de inmediato. Nunca se había emborrachado, y casi nunca bebía en ninguna fiesta antes de que se hubiera ido el último invitado. No le gustaba perder el control sobre nada y mucho menos sobre sus facultades mentales. Esperó y, tras unos momentos, su paciencia fue recompensada y la tierra y el estanque dejaron de moverse.

Se encogió de hombros y dio un nuevo trago de la botella.

La fiesta había sido muy productiva. Había logrado llevar a Holland Mathis al punto al que pretendía. Una visita más y lo convencería para que le vendiera los tres edificios del centro de Dallas que tanto tiempo llevaba intentando conseguir. También había logrado que Tyler Forster se interesara en reformarlos para convertirlos en un próspero negocio de apartamentos.

Su negocio florecía. Debería sentirse más que satisfecha con todo lo que estaba logrando. Y así sería si no fuera porque sentía que le faltaba algo.

Durante toda su vida había alcanzado las metas que se había propuesto. Aquel era el año en el que, según el testamento de su padre, si lograba alcanzar el nivel financiero establecido por él, heredaría un sexto de la empresa familiar. Pero ya hacía unos años que había alcanzado aquella meta y su negocio marchaba mejor que nunca. De manera que, ¿qué podía faltarle?

Se detuvo en seco. Ron. Por supuesto. ¡Ron!

Hasta el momento, la única meta que no había alcanzado era conseguir que su primo segundo aceptara casarse con ella.

—¿Qué sucede? ¿No has podido encontrar una copa?

Hermione se volvió, sorprendida, y al hacerlo estuvo a punto de perder el equilibrio.

—Draco.

Draco Malfoy sonrió perezosamente y alargó una mano para tomar la botella de champán.

—Si vas a beber de la botella, así es como debes hacerlo —echó la cabeza atrás y terminó el resto del champán en cuestión de segundos.

—No necesito lecciones sobre cómo beber champán —replicó Hermione, y le quitó la botella de las manos de un tirón.

—No, no las necesitas, y por eso resulta tan interesante verte beber de la botella. Nunca te había visto hacerlo hasta ahora. Y tampoco te había visto nunca descalza. Lo cierto es que esas uñas de color rosa pálido no resultan especialmente atrevidas, Hermione.

Hermione pensó que Draco estaba hablando demasiado alto. Era casi como si estuviera escuchando sus palabras en sonido cuadrafónico.

—No pretendía que lo fueran cuando me las he pintado.

—Eso está bien, porque con ese color no lo habrías conseguido —Draco se encogió de hombros en un gesto que indicaba claramente que no se consideraba responsable de su mal gusto, aguijoneándola como solía hacerlo, presionándola hasta hacerla responder.

—Hay muchas cosas que no me has visto hacer nunca, pero eso no significa que alguna de ellas sea interesante, ni que alguna vez vayas a verme hacerlas, Draco.

—Ah, pero en eso es en lo que te equivocas.

—¿Me equivoco? —Hermione apoyó dos dedos en un punto situado por encima de su sien derecha. Draco la estaba confundiendo. De todos sus conocidos, ¿por qué tenía que ser él el que había vuelto? Se movían en los mismos círculos sociales y benéficos pero, últimamente, aquel círculo parecía estar reduciéndose más y más, y no dejaba de verlo en todas partes. Pero esa noche ella era la única culpable, pues lo había incluido en la lista de invitados a la fiesta.

—Todo lo que haces me interesa, Hermione. ¿Dónde están tus zapatos?

Hermione seguía sin entender de qué estaba hablando. Pero, ya que lo había mencionado, ¿dónde estaban sus zapatos? ¿Y qué más le daba a Draco que los llevara puestos o no?

—¿Qué haces? Creía que ya te habías ido —por su mente pasó el recuerdo de Draco escoltando a una atractiva joven hacia la salida. También recordó que había pensado que el cabello pelirrojo de la chica chocaba violentamente con el desafortunado vestido naranja que había decidido ponerse—. Te he visto salir con Corine.

—La he llevado a su casa y luego he vuelto a esperar a que los demás invitados se fueran.

Hermione frunció el ceño.

—¿Y por qué has decidido volver?

—Para ver cómo estabas.

—¿Para ver…? —Hermione se quedó anonadada mientras el suelo empezaba a moverse de nuevo bajo sus pies.

Cerró los ojos, rogando que se detuviera. Aquello no estaba sucediendo. No podía ser. No estaba dispuesta a permitirlo, sobre todo delante de él. Cuando el suelo se estabilizó bajo sus pies, abrió los ojos y vio una expresión de preocupación en su rostro que la puso muy nerviosa.

Pero Draco siempre la ponía nerviosa. Como de costumbre, tenía un aspecto molestamente atractivo y confiado. El tono palido de su piel siempre hacía pensar que no acababa de volver de unas vacaciones en algún lugar exótico, y su pelo rubio claro nunca estaba completamente peinado. Cada vez que lo miraba tenía que luchar contra el impulso de alisárselo con la mano.

Y además estaba el hoyuelo de su mejilla izquierda. Incluso una media sonrisa podía hacerlo surgir. Hermione había visto a más de una mujer quedarse totalmente hipnotizada por aquel hoyuelo, hasta el punto de que olvidaban lo que estaban diciendo o dónde estaban.

En cuanto a sus ojos grisis con destellos azules… Lo había visto flirtear descaradamente con ellos, hasta conseguir que la mujer objeto de su atención pareciera dispuesta a cualquier cosa que fuera a proponerle. Era totalmente repugnante.

Pero lo peor de todo era cómo la trataba a ella. Nadie se burlaba de ella. Nadie excepto Draco, por supuesto. A menudo, en medio de una fiesta o reunión, se volvía y lo encontraba mirándola con una sonrisa de evidente diversión, como si le acabaran de contar un chiste del que ella no había sido partícipe. En otras ocasiones tenía la desagradable sensación de que sabía exactamente lo que estaba pensando y por qué.

Pero, en aquellos momentos, la mirada de Draco era totalmente solemne y firme. Hermione trató de recordar lo que estaba a punto de decir, pero no lo logró.

—¿Qué has dicho?

—Que he vuelto para ver cómo te encontrabas.

—Eso es. Ya lo sabía —Hermione respiró profundamente—. Lo que quería preguntarte era por qué… —volvió a llevarse una mano a la frente— por qué lo has hecho.

—Hacia el final de la fiesta me ha parecido que te pasaba algo, o que te preocupaba algo. He decidido volver para ver si podía ayudarte.

Temiendo que el suelo empezara a moverse de nuevo si se agachaba, Hermione dejó caer la botella. Era como si estuviera bebida, aunque ella sabía que no era así. Tal vez se debía simplemente a que estaba un poco baja de azúcar en la sangre. Debería haber comido más en la fiesta.

—Podías haberte ahorrado la molestia, Draco. Ni me sucedía ni me sucede nada malo.

—¿No?

—No, claro que no.

Cuando dos años atrás conoció a Draco en una fiesta benéfica, él se mostró claramente interesado en ella, pero se echó atrás en cuanto notó que el interés no era mutuo. Desde entonces, solo lo había visto en grupo. Tenían amigos y socios comunes, y el círculo en que se movían estaba constituido por personas como ellos, hombres y mujeres enérgicos, con importantes metas en la vida y de aproximadamente la misma edad.

Hermione sabía que Draco la observaba, aunque no entendía por qué. Pero lo más extraño era que a veces se encontraba observándolo a él. Lo cierto era que a veces podía ser bastante divertido, encantador e interesante. Pero, normalmente, lo único que lograba era enfadarla o desconcertarla. Como en aquellos momentos.

Si la adaptación es de tu agrado, y quieres que continué, hazlo saber :3

XO, Doppelganger94