¡Hola a todos! Lamento la demora, os dejo el nuevo capítulo de La mirada del mar. Ya vamos por el 10 no me lo puedo creer.


—Makoto, no te pongas romántico ahora —dijo Gou a su ahora esposo viendo como besaba a Haruka. —mi hermano no tardará en intuir que pasa algo y vendrá a buscarnos.

—No me importa —dijo abrazando al moreno —ahora que estamos juntos de nuevo no quiero separarme de Haru.

—Recuerda que tenemos que fingir, los dos —dijo la pelirroja bajando la mirada, refiriéndose a ella misma también. Ahora que estaba casada sería más difícil ver a Momo.—venga, basta de arrumacos. —Ambos muchachos se separaron de mala gana. Pero la princesa tenía razón. —Tenemos que irnos...

—¿Qué está pasando aquí? —Rin y Sousuke caminaban hasta ellos con paso firme. En los ojos del Emir se podía vislumbrar el odio y la ira que sentía al ver a la pareja.

—Tranquilo, Haru —dijo abrazándole, al ver que temblaba de miedo y bajaba la cabeza.

—Hermano, tranquilízate. —Gou se interpuso entre Makoto y Rin, dispuesta a conciliar al ver como el Emir se ponía más y más iracundo al ver a la pareja abrazada.

—¡Cállate! —exclamó abofeteando a su hermana con fuerza, haciendo que la princesa cayera al suelo. Alzó la mirada con sorpresa mientras se tomaba la mejilla dolorida.

—Me has pegado… —murmuró Gou levantándose del suelo, temblando.

—¡Y más que tendría que pegarte! ¡Me has traicionado! —Rin se encaró con su hermana dispuesto a golpearla de nuevo. Pero recibió un puñetazo de Makoto que lo tiró contra Sousuke.

—¡Rin! —exclamó el guardia sosteniendo al Emir que abrió los ojos pasmado e iracundo.

—¡No permitiré que hagas daño a mis seres queridos! —dijo Makoto con seguridad, protegiendo a Gou y a Haruka.

—Mereces morir por hacer daño al Emir… —Sousuke se lanzó contra Makoto, enzarzándose en una pelea.

—Haru, vamos —le tomó de la mano y comenzaron a correr pasillo abajo, hacia su alcoba. Allí estarían seguros.

—No escaparéis tan fácilmente —Rin corrió tras ellos mientras Sousuke daba buena cuenta de Makoto a base de puñetazos, aunque el príncipe no se quedaba atrás.

Al ver que Rin seguía a Gou y Haruka, Makoto intentó ir tras ellos pero Sousuke aprovechó ese descuido para agarrarle del cabello con fuerza. Tiró de él y lo estampó contra uno de los muros del palacio. Sousuke, aprovechando que el príncipe se había quedado medio inconsciente, siguió al Emir.

—Malditos bastardos… —jadeó Makoto dolorido palpándose la nuca, sangre, seguramente tendría una brecha por el golpe contra la pared. —No dejaré que les hagáis daño…—Se levantó, mareado, y siguió el camino hasta la alcoba de Gou.

Haruka y Gou se encerraron en el cuarto de la chica mientras Rin golpeaba la puerta con fuerza, intentando abrirla. El moreno temblaba sin parar, sabía de lo que era capaz el pelirrojo, lo había sentido en sus propio cuerpo, era peor que cualquier cosa que hubiera vivido como esclavo. Se abrazó notando el frio del grillete en su cuello y la cadena, pensando en lo que le pasaría, porque en cuanto el Emir consiguiera abrir la puerta le castigaría.

—Princesa… no debería protegerme. Solo le causará mal. —murmuró Haruka mirando a Gou a los ojos. A ella no le tenía miedo, pero se parecía demasiado a su hermano, le costaba mantener la mirada.

—No me importa —sonrió —no creo que Rin pueda abrir la puerta el solo. Es un flojo en realidad. —abrazó al esclavo. —Siento mucho lo que mi hermano te ha hecho pasar, Haru. Él tiene un lado bueno, o al menos lo tenía…

—¡Gou! ¡Abre la puerta! —el Emir no cesaba en su intento de entrar por la fuerza. —¡Obedece a tu hermano!

—¡Mi hermano nunca me habría pegado! ¡Estás desquiciado! —Gou no se amedrentaba ante Rin.

—¡Soy el Emir de la costa norte! ¡Consigo todo lo que quiero! ¡todo! —exclamó con ira.

La puerta se abrió con un estruendo, sobresaltando a Gou y Haruka. Sousuke acababa de tirarla abajo y, tras él, Rin sonreía con triunfo mostrando sus afilados dientes. Sousuke agarró del brazo con fuerza a Haruka, tirando de él para separarlos. Pero Gou se enfrentó al guardia intentando que soltara al esclavo.

—Sousuke, no hagas esto, por favor… —rogó la princesa.

—Lo siento, Gou —el guardia los separó finalmente y empujó a la princesa contra la cama. —pero es la voluntad del Emir.

—¿Acaso no ves que está loco? Tu eres mejor que todo eso, Sousuke. —dijo la princesa intentando que el guardia entrara en razón.

—Rin, es Rin… —dijo el moreno, entregándole al Emir lo que era suyo.

Haruka apenas podía caminar por el miedo. Estaba paralizado. En cuanto notó las manos de Rin sobre sus brazos se sobresaltó y tembló. Aquellas caricias no eran normales, demasiado suaves, estaba seguro de que algo horrible le iba a hacer.

—Al fin de vuelta, Haruka —sonrió el pelirrojo, tirando de la cadena hasta que el esclavo levantó la vista y los ojos de ambos se encontraron. —No me importa lo que sientas, no me importa de quien sea tu corazón, eres mio, ¿entiendes? —el moreno desvió la mirada —¡Mírame! —Rin tiró de la cadena y Haru volvió a fijar sus ojos en los del Emir. —dilo.

—Yo… —Haruka no se atrevía a apartar la mirada de los ojos de Rin. Estaba loco, de eso no cabía duda. Sabía que podía hacer daño a cualquiera, incluso a su querida hermana, todo por él. Si cedía, los protegería, a Gou y a Makoto, incluso a la familia de Makoto. ¿qué importaba? Nunca había sido nada a parte de un esclavo, quizás ahora podría ser algo más, podría proteger a la gente que apreciaba. —soy suyo, Emir.

—Así me gusta —sonrió mostrando sus dientes y soltó a Haruka del agarre. —Sousuke, castiga a mi hermana. O mejor, ¿qué tal si la metemos en prisión? Su delito, traición.

—Señor, no creo que pueda hacer lo que me pide. —dijo el guardia todavía algo sorprendido por la petición.

—No te atrevas a tocar a mi esposa —Makoto llegó hasta la puerta de la alcoba de Gou acompañado de Rei y Momo, ambos con las armas desenvainadas, dispuestos a proteger a los príncipes.

—Solo era una pequeña broma —se burló el Emir, sonriendo —Gou ya no es mi problema. Ahora solo tengo que ocuparme de él, de mi príncipe —dijo acariciando lascivamente el cuerpo de Haruka. —es mío, y no puedes hacer nada por evitarlo, Makoto.

—Nadie se merece ser esclavo —el príncipe se encaró con Rin. Irguiéndose con orgullo.

—Que bonitas palabras para alguien que vive en un país donde el mercado de esclavos es lo que mueve la mayor parte del dinero. Me recuerda a cuando mi padre vivía… que lástima que muriera quemado —sonrió con cinismo.

Rin hizo una señal a Sousuke y ambos junto a Haru se marcharon del lugar. Momo corrió hasta donde estaba Gou y la abrazó para consolarla. Rei ayudó al príncipe a sentarse en la cama junto a la princesa.

—No te preocupes, Gou. Todo saldrá bien. No dejaremos que te hagan daño —Makoto acarició el hombro de la pelirroja, que asintió.

Al día siguiente ambos Emires convocaron a Makoto y a los capitanes de la guardia de ambas facciones en la sala de estrategias. Los capitanes parecían nerviosos, demasiado. El príncipe observó la sala. Lo que más destacaba era la gran mesa donde había un mapa de la zona extendido. En el desierto, su reino y junto a la costa el reino de Rin, pero algo le llamó la atención. Según ese mapa, había un pedazo de tierra más allá del mar que pertenecía al reino del pelirrojo. ¿Qué era aquella zona y porque era propiedad de Rin?

—Bienvenidos —finalmente ambos Emires aparecieron con gesto serio. Los guardias se pusieron firmes. Rin lanzó un pedazo de pergamino sobre la mesa con desdén y tomó asiento junto al padre de Makoto. El príncipe intuyó en el exterior de la misiva un sello lacrado con un emblema en particular: el emblema del pueblo bárbaro que vivía en las estepas del este.

—¿Qué significa esto? —finalmente Makoto se atrevió a romper el silencio.

—Es una carta del líder de los bárbaros. Nos declaran la guerra. —dijo su padre. —Ya han atacado los pueblos fronterizos de ambos reinos. Se extienden con rapidez.

—Tenemos que acabar con ellos. —dijo Rin, mesándose la barbilla pensativo.

—Pero, ¿qué es lo que quieren? Quizás si negociáramos nos ahorraríamos las batallas y las muertes. —ambos Emires rieron.

—Hijo mío, parece mentira que hayas estado en el frente. ¿No entiendes que la única forma de acabar con esos asquerosos bárbaros es cortándoles la cabeza? —dijo con desprecio el Emir del desierto.

—Pero padre...

—Nada de peros, Makoto. Tenemos que planear una estrategia.

Los planes de batalla comenzaron a pactarse entre ambos reinos. Ambos ejércitos marcharían hacía uno de los poblados fronterizos y acamparían allí. Después se dividirían en dos tropas y atacarían en pinza a los bárbaros que están acampados en otra aldea cercana.

—Makoto, tu comandarás nuestro ejército. Mientras Sousuke comandará el del Emir Rin. —dijo su padre al terminar la reunión. —tenemos que enviar a los mejores soldados.

—¿En serio creéis que acabaréis con los ejércitos bárbaros con esa estrategia tan tonta? —dijo Makoto levantándose de su silla —y además me mandas a mi a la batalla.

—Tenemos un buen informador de las estrategias que siguen los bárbaros. —dijo con una sonrisa Rin —¿quién sino representará a tu padre? Que mal hijo eres.

Makoto arrugó los labios, molesto por el comentario. No es que el fuera mal hijo, es que su padre era horrible y él no le debía nada más que desprecio. Suspiró, asintió a su padre y se marchó. Tenía que investigar aquella zona al otro lado del mar y averiguar quien era el que informaba de los movimientos bárbaros a los gobernantes. Aunque no tenía mucho tiempo, la guerra se acercaba, tenía que marchar en dos días. Notaba temblar los cimientos de los dos reinos, los cimientos de la esclavitud, de todo lo antiguo. Quizás sería mejor así, quizás así Haruka podría ser libre al fin… quizás todos podrían ser libres.


Espero poder actualizar más a menudo a partir de ahora. Un saludo y hasta el capi 11 :D