¡Agradecimientos por los reviews a Kimi Deathberry, arsarsursa, Alba Salvatore y Yui Aishimasu-Hiro! ^^

Ahora quiero hacer una nota general.

No sé si habrán notado que el capítulo anterior fue diferente al primero. No hay romance, sino que más bien parece mero drama.

La idea del fic comenzó siendo distinta, pero conforme lo fui pensando, ¡me es imposible agregar más romance! Creo que debo cambiar el Hurt/Comfort por Drama, pues, como dije al principio, ya estoy haciendo todo más basado en Karin que en Ishida.

Creo que, puedo decir, es un fic que se trata sólo de Karin queriendo superar su enamoramiento. De la idea original que tenía, han nacido dos fics que planeo postear a futuro. Para no decepcionar al aquellos que no querían éste tema que presento ahora.

De todos modos, si alguien quiere seguir esto hasta los próximos tres shots que quedan, no se preocupen que seguiré publicando.

Sin más que decir, espero les agrade.


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No fue a primera vista

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Parte 3

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Observaba cómo el sol estaba poniéndose tras las ventanas. Después de ducharse y dejar su fuku en el lavado automático Karin bajó las escaleras y vio a su hermana llegar con brillo en sus ojos. La bolsa en las manos de Yuzu, le indicó que el lugar donde se realizó la compra se trataba de la panadería donde Orihime-chan trabajaba a medio tiempo.

—Karin-chan, ¿quieres uno?

Siguió a Yuzu a la cocina, quien abrió la bolsa para dejarla escoger el tipo de pan que más llamara su apetito. Sin mucha elección para decir que no tenía hambre, tomó uno cualquiera y ahogó un bufido cuando, apenas había quitado la mano, su hermana se apresuró a guardar el contenido de la bolsa alegando que los bollos se pondrían amargos si los dejaban mucho tiempo fuera.

—Orihime-chan no estaba. ¿Tú recuerdas qué días tiene libres? —Yuzu comentó casualmente, pero dejando ver su pequeña confusión por el hecho.

Estar al tanto de esa información le hizo estremecerse internamente pero, como siempre, se guardó lo que de verdad sentía al respecto.

—No lo sé. Eres tú la que habla más con ella que yo —le respondió su duda, con aparente aburrimiento y volvió a darle una mordida al bollo con azúcar negro que tenía entre la palma. Antes de que su hermana decidiera hablar otra vez, decidió abandonar el lugar—. Me iré a terminar la tarea.

Ya en su habitación y teniendo hojas sobre la madera laqueada del escritorio, le era dificultoso concentrar su mente en los problemas matemáticos. Y aunque nunca había sido excepcional en la materia, comprendía el tema. El motivo de su distracción era un solo y la hacía bajar la mirada, molesta, irritada consigo misma.

Teniendo en cuenta quién era su hermano, lo que podía hacer y qué lugar ocupaba en su propia familia así como en el mundo, se sentía culpable de estarse preguntando por un tema que, ella consideraba, tan banal como compadecerse de sí misma.

Había pasado las noches anteriores en vela. Prefería no recostarse, a dormir y ser asaltada por pesadillas nocturnas sobre el desastroso final de vida de su hermano.

Y aunque había sido un hecho de una única vez, el soñar acerca de la vida pasada de un alma, temía estar prediciendo en sueños el posible asesinato de Ichigo.

Eso era producto de un acontecimiento ocurrido hace poco.

Le había incomodado a niveles insospechados el haber visto ingresar, a su casa, a dos hollows. Pero los arrancar, si su memoria no fallaba al recordar las explicaciones de Urahara-san, eran inofensivos. Lo mismo había expresado su hermano, y su palabra valía mucho para Karin. Además, no había sentido un aura negativa, típica de los entes malignos, en ese par de aspecto gracioso y voces todavía más cómicas.

De nuevo Ichigo había salido con un propósito claro, obligado él mismo a arriesgar su vida por otros.

Mas, todas las personas dentro de su hogar ya habían hecho a un lado cualquier tipo de desesperanza. Para ellos era simplemente descabellado que Ichigo no regresara a salvo, así que aunque podían estar alarmados con su salud, y lo herido que volvería, tenían la certeza de que volvería a casa.

Eso bastaba para que no se preocupara más de la cuenta, y de que, al mismo tiempo, su preocupación recayera en otra persona del grupo por el que su corazón clamaba.

¿Qué estará haciendo él ahora?

¿Qué pensará sobre ser el único, de sus amigos, que no puede ayudar a esos hollows?

¿Es ésa toda la verdad de que se negara?

No había ido con ellos, y Karin estaba preguntándose el motivo detrás del rechazo. O, al menos, eso hacía minutos atrás hasta que Yuzu, indirectamente, le recordó el detalle de un suceso que aún a ese día le oprimía el pecho.

Era comprensible que los amigos de su hermano visitaran su casa, pero que entraran a su habitación, teniendo el consentimiento de Ichigo, era nuevo.

Tratándose de Ishida, de hecho.

El ruido arriba había ido en aumento cuando, de algún modo que no adivinaba del todo, sintió a su hermano alejándose. Dejando la mitad del pan obsequiado que poseía su mordida, disimuló su curiosidad frente a Yuzu y se apresuró a ir arriba a ver si Chad decidía explicarle por qué tanto alboroto.

(…) esa es una de las cosas que me gustan de ti.

¡N-No te burles de mí de formas que no puedo entender!

Su coraje la abandonó cuando sus oídos oyeron esa parte de la conversación, y su cuerpo quedó congelado entre el pasillo, mientras que sus labios y ojos se llenaban de un gusto agrio que hicieron estremecer sus hombros por unos milisegundos. Terminó dando pasos que la llevaron hacia su habitación compartida, en la que, como en ese preciso instante, un sentimiento indeseable se apoderó de ella.

Tristeza.

Karin odiaba la tristeza, como odiaba sentirse triste. Porque esa emoción a veces la hacía desear ensañarse con la razón detrás de ella, y, aunque su mente le decía que sería bueno dirigirle su rabia a Uryuu, sólo hacía caso omiso del inservible consejo. ¿De qué serviría hacerlo responsable de su malestar? Sentir odio injustificado hacia él no haría que ella tuviera mejor control sobre sus emociones. No ganaría la lucha, contra su propio corazón, detestando a Ishida por el cariño que le profesaba a Inoue.

No dejaría de quererlo, odiándolo.

Jamás había tenido ni una pizca de aversión hacia Orihime-chan, y tampoco funcionaría que los repentinos celos, que habían comenzado a manifestarse, se transformaran en un sentimiento más oscuro.

Compadecerse de sí misma, tratarse de miserable, no repararía la baja autoestima que se provocaba el creerse una chica que no estaba a la altura del chico que le gustaba. Hasta puede que, ese papel, se lo haya entregado ella misma inconcientemente, buscando un camino fácil para desprenderse de esa voz traviesa, de su interior, que deseaba volver realidad su pequeño anhelo: Tener un mínimo del aprecio de Ishida.

Sin embargo, su parte racional, sus pensamientos fríos, se negaban a buscar la atención o, peor, la aprobación de Uryuu.

Querer llamar su atención… ¡Como una mocosa caprichosa!

Yo simplemente quiero volver ser como a los once años, cuando no le interesaba en absoluto, ni me dificultaba tener delante cualquier persona del sexo opuesto.

Pero, un camino fácil no siempre era la mejor solución.

Sí.

Ignorarlo no es una opción.

Ni siquiera los fantasmas la dejaban en paz, hasta que tomó la iniciativa de deshacerse de ellos. Las emociones anidadas en su pecho eran más difíciles de alejar, pero quería realizar el esfuerzo necesario para desvanecerlas.

Aun así, ¿era exagerado tener preocupación por las decisiones de Ishida?

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n/a: ¿Reviews de aquellos que aún continúen queriendo leer hasta el final?

Un saludo a todos y mil gracias.