—Hey, Shikamaru—esa voz serena le interrumpe cuando ordenaba unos papeles.
—Qué sorpresa encontrarte por aquí, Kakashi—el pelinegro sonríe de lado dejando las hojas en el escritorio—. ¿Por qué vienes aquí un sábado por la tarde? Deberías estar... no sé, disfrutando tu retiro.
—Ja, puede ser—musita Kakashi mirando a Shikamaru—. ¿Y ahora por qué estás tú solo aquí? ¿Naruto te ha dejado con todo el trabajo?
Shikamaru se recarga sobre el asiento y emite un largo suspiro. Flexiona ambos brazos y los pone en su nuca a forma de almohada.
—El pobre no descansa ni un día. Me preocupa que deje a su familia tan descuidada, así que le pedí que se tomara el fin de semana libre.
—Vaya, vaya—comenta Kakashi tomando los papeles y hojeándolos perezosamente—. Será mejor que te ayude para que regreses temprano a casa. Tú también tienes una familia que cuidar.
Pasan unas horas. El sol comienza a ponerse. Los ninjas ya han terminado todo el trabajo. Shikamaru quiere fumarse un cigarrillo así que sale al balcón. Kakashi va detrás de él.
La aldea entera se puede ver desde ahí, ambos la contemplan en silencio. Son hombres de pocas palabras, por lo cual no se sienten incómodos. De pronto la mirada de Kakashi se enfoca en un punto en especial. Afuera de la academia ninja, Sarada se encuentra sentada sobre el columpio que cuelga del viejo roble.
— ¿Hum?
El monosílabo llama la atención de Shikamaru. Se preguntan qué hace la hija de Sasuke sola a esas horas. Saben de antemano lo exigente que es el Uchiha y Shikamaru inmediatamente conjetura que algo no se encuentra bien. Kakashi parece sentir lo mismo, sin embargo no se han dicho nada. Continúan observando hasta que Shikamaru enciende un segundo cigarro. Kakashi se aburre, pues la chica no ha hecho nada más que balancearse en el columpio. Dirige su mirada al libro que siempre tiene entre las manos y comienza a leer. Unos minutos más tarde, Shikamaru le da un ligero codazo. Kakashi alza la mirada y ve hacia el lugar donde se encuentra la joven. Naruto está con ella.
«Menos mal», piensa el peligris mirando atentamente cómo Naruto y Sarada intercambian palabras; luego, Naruto la abraza. Confundidos, Kakashi y Shikamaru se ponen más atentos. Y se quedan con la boca abierta en el momento en que Naruto besa a Sarada.
Shikamaru por poco se ahoga con el humo que estaba por expulsar de sus pulmones, Kakashi le da fuertes palmadas en la espalda sin dejar de ver lo que está frente a sus ojos.
Se sienten incómodos y confundidos, y por primera vez en mucho tiempo, Shikamaru no tiene idea de qué hacer.
—Creo que debes hablar con él—sugiere Kakashi frotándose la frente. Se da media vuelta y abandona el lugar sin decir más. Shikamaru suspira.
—Esto es tan problemático—y se lamenta un poco de ser el consejero del Hokage. Finalmente se encoge de hombros y camina hacia dentro con las manos en los bolsillos.
Lunes por la mañana. Naruto está radiante, descansó muy bien esos dos días. Sin duda le faltaban unas pequeñas vacaciones. Todo marchaba bien en casa, sus hijos estaban felices de haber pasado tiempo al lado de su padre.
Llega a la torre y se sienta en su gran y cómoda silla. Enciende aquel «aparato infernal» —que es como llama a su laptop— y suspira. Otra larga semana cargada de responsabilidades. Luego suelta una risita traviesa.
Ser Hokage es genial.
Shikamaru toca la puerta y Naruto le permite entrar.
—Buenos días, Shikamaru—saluda el rubio con una sonrisa radiante. Shikamaru responde con una mueca, pero Naruto está demasiado entretenido para notarlo.
— ¿Cómo pasaste tu fin de semana?—pregunta Nara como tanteando el terreno. Naruto deja de teclear y mira a su asistente sin despegar las manos del aparato. Alza una ceja inquisitiva. Shikamaru no suele preguntarle sobre su vida personal, así que la cuestión le parece sospechosa.
—Bien, supongo—responde al cabo. Él y Shikamaru se miran por unos instantes, y el del clan Nara se siente incapaz de sacar el tema de lo que presenció el sábado. Nunca pensó que sería tan... problemático. Suspira y sale de la oficina sin decir más. Naruto no repara en ello y continúa haciendo quién-sabe-qué-cosa en su laptop.
Se siente estúpido al ver a Kakashi a la cara —o a lo que el peligris deja ver de ella—, incapaz de decirle directamente que ha fallado en su misión.
—Creo que el indicado para hablar con él, eres tú—dice el pelinegro intentando zafarse de la responsabilidad que Kakashi había puesto sobre él. El ninja copia suspira ciertamente molesto. No desea hablar con Naruto sobre ello, pero lo que vio el sábado le parece muy delicado.
—Está bien, lo haré—dice Kakashi revolviéndose el cabello. Sus ojos se ven ojerosos, no por la edad, sino por el cansancio. No ha podido dormir bien desde que vio la escena del sábado.
Shikamaru asiente y se va. Kakashi se queda solo en el umbral de la puerta de su casa.
« ¿Y cómo se supone que he de hacerlo?» se dice a sí mismo. Entonces, resignado, se da cuenta de que la única forma de hacer que Naruto se dé cuenta de lo que ha hecho, es contándole la razón por la que jamás se casó.
Pasan las horas y Kakashi se decide a hacerlo. Va rumbo a la torre del Hokage, es casi la hora en que Naruto va a casa. Intencionalmente toma un camino para toparse «de forma casual» con Naruto. Y su plan funciona, pues ve a Naruto caminar a solas. Se topan de frente, Kakashi finge estar distraído en su libro.
—Nee, Kakashi-sensei—saluda el rubio deteniéndose.
— ¿Hum? Hola, Naruto—sonríe Kakashi bajando su pequeño libro—. Ha pasado tiempo sin verte.
Naruto se rasca la nuca mientras esboza una sonrisa que le enchina los ojos.
—Je, je. Pues... verás, esto de ser Hokage me mantiene muy ocupado, de veras.
Kakashi siente cómo una gotita de sudor resbala por su sien. ¿Acaso el idiota olvidaba que él también había sido Hokage? Esconde su irritación y finge una sonrisa que el rubio no puede ver, pero que sabe que se encuentra detrás de la tela.
—Te invito a cenar ramen a Ichiraku—dice Kakashi palmeando el hombro del Uzumaki. Él lo piensa un poco, pues desea cenar con su familia pero a la vez quiere pasar tiempo con su sensei. Al final decide que comerá un tazón de ramen y luego irá a casa a atascarse de comida. Satisfecho con su decisión, camina con Kakashi a su lado rumbo al pequeño restaurante.
Después de la cena, Kakashi se ofrece a caminar con Naruto hasta su casa. Intencionalmente toma un camino para pasar frente a la academia ninja. Se detiene justo al frente del columpio de soga. Naruto lo mira extrañado, pero no pregunta nada, en cambio se acerca a su sensei.
— ¿No hay nada que quieras platicarme?—pregunta el mayor luego de dar un largo suspiro. Naruto se rasca la cabeza, intentando comprender, o más bien recordar algo. Después de conjeturar, se da cuenta de los planes de Kakashi. Suspira y se sienta sobre el columpio.
—Así que tú nos viste—dice incapaz de mirar a Kakashi a los ojos.
—Sip. Pero fue por casualidad—dijo zafándose de la culpa. Kakashi sabe que él no estaba espiando, así que no se preocupa demasiado. Se sienta en el suelo a lado de Naruto, apoyando los antebrazos sobre sus rodillas flexionadas.
—No te culpo por sentir algo por ella—dice al encontrar las palabras que considera correctas—, pero «sentir» y «hacer» son dos cosas muy diferentes. Y estuvo mal que lo hicieras.
Naruto puso las manos en su regazo, mirándolas. ¿Había ensuciado con sus manos la pureza de Sarada?
—Quiero que entiendas algo, Naruto—dice Kakashi mirando al rubio, quien no lo mira a su vez—. Tú no tienes la culpa. Yo entiendo perfectamente por lo que estás pasando, yo... te contaré por qué jamás me casé.
Naruto mira sorprendido a Kakashi. El peligris lo mira con sus ojos reflejando cansancio. Se pone de pie para sentarse ahora frente a Naruto.
—Buenos días, Kakashi-sensei—le saludó Sakura al aludido. Kakashi se detuvo y miró a la chica, quien estaba sentada en el viejo columpio de soga.
—Hola—saludó él con una sonrisa. Había pasado un año desde que Sasuke abandonó la aldea y Naruto se fue a entrenar con Jiraiya. La pobre Sakura había trabajado sola, a veces salía a misiones pequeñas con él, pero la mayor parte del tiempo su joven alumna entrenaba con Tsunade, que la había aceptado como su discípula. Se sentía culpable de la soledad de Sakura. Veía cómo ella se esforzaba a diario por hacerse más y más fuerte, y a pesar de que ella tenía una familia, se le veía muy sola.
Y es que una persona puede sentir la soledad aunque mucha gente esté con ella.
Kakashi había encontrado a Sakura la mañana después de que Sasuke se había largado. La pelirosa estaba recostada en una banca, inconsciente. Kakashi la despertó y al ver sus ojos verdes notó que el brillo que tenían había desaparecido.
— ¿Qué sucedió, Sakura?—preguntó tomando las manos de la Kunoichi. Ella se echó a llorar.
—Se ha ido, Kakashi-sensei, ¡me ha dejado sola!
Luego se lanzó a los brazos de su sensei, quien estaba atónito a la noticia. Ya se imaginaba por qué Sakura se encontraba allí, y al pensarlo se llenaba de rabia. Sasuke era un estúpido por herirla de esa forma.
—Vamos, ya no llores—le dijo intentando consolarla. Sakura estaba muy débil, en la nuca tenía un moratón por el golpe que Sasuke le había dado para dejarla inconsciente. Kakashi no quiso arriesgarse a poner en peligro la salud de Sakura, así que la cargó en su espalda y la llevó al hospital.
A partir de ese momento se prometió a sí mismo que no la dejaría sola. Sabía que Naruto estaba bien acostumbrado a la soledad y que podía lidiar con ella. Sin embargo Sakura, que siempre había sido lo que podemos catalogar como «una chica normal», había sufrido un colapso emocional al perder dos de sus vínculos más fuertes en tan poco tiempo.
— ¿Te parece si entrenamos juntos hoy?—le dijo con una sonrisa—. Vamos, ahí sentada en el columpio, lamentándote, no lograrás nada.
Sakura se puso de pie, sonriendo de oreja a oreja.
— ¡Nadie se está lamentando!—exclamó. Kakashi le hizo un cariño brusco en la cabeza y ambos caminaron al campo de entrenamiento.
A partir de ese momento, Kakashi formó un lazo con Sakura distinto al que llegó a formar con Naruto cuando éste volvió de su entrenamiento.
Pudo verla crecer y madurar como ninja, y convertirse en una mujer. Él literalmente se quedó con la boca abierta al saber que Sakura se había enfrentado a un Akatsuki y había salido viva, y además lo había vencido con la ayuda de la anciana Chiyo. Y su impresión no se hizo notar cuando supo que la kunoichi de cabello rosa había salvado a Kankurō de una muerte segura, cosa que ni siquiera la anciana Chiyo pudo hacer. A pesar de haberla visto crecer durante varios años, Kakashi no se dio cuenta hasta ese momento, en lo que su alumna se había convertido. Y al ver su excelente desempeño en la guerra supo que Sakura Haruno, la niña débil y berrinchuda que fue su alumna, había dejado de serlo y ahora, tal y como escuchó cierta vez de boca de Ino, había «florecido».
Y aquella vez en que Sasuke intentó matar no una, sino dos veces a Sakura, Kakashi sintió frustración, porque a pesar de eso, la joven seguía totalmente enamorada. Cuando regresaron a la aldea, Kakashi tuvo una larga plática con ella.
—Sakura, no puedes seguir detrás de él, ¿acaso no ves en lo que se ha convertido?—le dijo tomándola por los hombros. En ese momento, Kakashi se dio cuenta de que se había enamorado de Sakura.
Ella se soltó del agarre de Kakashi y lo miró frunciendo el ceño.
— ¿Qué puede saber usted sobre el amor? ¿Acaso ha sentido lo que es amar a alguien?
— ¡Sí!—Kakashi alzó la voz provocando que ella se cohibiera un poco—. Sí, lo he sentido... es por eso que sé que cuando amas a alguien lo que más deseas es su propio bien, su felicidad antes que la tuya, ¿acaso él ha hecho algo similar por ti? ¡Sólo le importa su estúpida venganza! Ahora que ha terminado con Itachi sólo busca otro motivo para seguir por ese sendero de odio, ¡jamás terminará!
— ¡Ya basta!—le gritó Sakura bañada en lágrimas y se fue de ahí. Kakashi golpeó una pared con el puño, abriéndole unas grietas.
—Carajo—gruñó y se fue dando pasos muy pesados.
Cuando Sasuke se quiso enfrentar a Naruto, Kakashi sintió por primera vez el odio al ver cómo el Uchiha la despreciaba por segunda vez cuando ella le volvió a confesar su amor. —Sakura… Sakura realmente quería salvarte—le dijo Kakashi tomando a la pelirosa entre sus brazos; ella había caído en un Genjutsu de Sasuke.
— ¿Qué? ¿Se estuvo divirtiendo soñando despierta sobre el amor? —espetó Sasuke—. No sé qué le gusta sobre mí y sinceramente… no estoy interesado en ella en lo absoluto.
— ¡El único momento en que necesitas un motivo es cuando odias a alguien! ¿No acaba de decir que te quiere a su lado? —le gritó Kakashi, quien se enfurecía cada vez más— ¡Tan sólo quiere salvarte y nada más! Esa chica de ahí, que casi pierde la vida por ti… sigue llorando cuando apareces en su mente. ¡Y la única razón es que te amaba tanto que incluso le dolía!
—Eso… para mí está en el pasado—susurró Sasuke, yéndose de ahí. Kakashi golpeó el suelo con el puño, luego susurró un «Kai» para liberar a Sakura. Ella lo miró a los ojos, estaban solos, Naruto había corrido tras Sasuke.
—Sakura, ¿te encuentras bien?—preguntó con tono preocupado. Sakura asintió e intentó levantarse pero Kakashi se lo impidió. Ella lo miró una vez más, ciertamente confundida. El peligris la tenía agarrada por el brazo, estaba sentado en el suelo. Probablemente los huesos de ambos brazos los tenía rotos, pero no iba a dejar a Sakura irse, no en ese estado. Con la mirada le pidió que se quedara. Sakura se acuclilló junto a él y comenzó a curarlo con su ninjutsu médico.
—No lo hagas, yo me encuentro bien—le pidió Kakashi. Ella no le obedeció y el chakra curativo siguió emanando, él sintió cómo sus heridas se cerraban poco a poco.
—Vamos, no tiene que fingir que no le duele, Kakashi-sensei—dijo Sakura sonriendo, unas lágrimas le resbalaban por las mejillas. Kakashi no pudo evitar recordar a cierta kunoichi de cabello castaño.
A pesar del dolor que sentía en todo el cuerpo, el ninja copia alzó ambas manos para limpiar las lágrimas de Sakura.
—Déjeme, no me toque—gruñó ella moviendo la cabeza en un gesto de desapruebo. Kakashi la estaba mirando de una forma tan dulce y sincera que le dio escalofríos. Puso sus manos frías sobre las de Kakashi, que seguían sujetándole el rostro. Sin importarle nada, lo abrazó.
—Gracias, Kakashi-sensei—dijo sollozando, su rostro enterrado en el cuello del ninja. Él la estrechó contra su cuerpo y le acarició la cabeza con suavidad, deseando que ese momento no terminase nunca...
Pero claro, nada dura para siempre.
Después de la última pelea entre Naruto y Sasuke, Kakashi se dio cuenta de los sentimientos de Sasuke hacia Sakura, y también comprendió las razones por las cuales la había rechazado: Sasuke no quería que Sakura pasara una vida amarga y oscura junto a él, por eso la alejó, para no contaminarla con su maldad, para no arruinarle la vida.
Se sintió como un idiota al darse cuenta hasta ese momento.
«Después de todo yo hice lo mismo» se dijo cuando veía cómo Sakura y Sasuke conversaban antes de que este último partiera a su viaje por el mundo. «Jamás le dije y jamás le diré mis sentimientos, es por su propio bien».
Habían pasado dos años después de que Sasuke se había ido. Sakura se ponía cada vez más bella, la adultez sin duda le había sentado muy bien. Kakashi, desde su torre de Hokage, la había observado pasar varias veces. Más de una vez se preguntó si debería invitarla a cenar, pero le daba miedo hacerlo. Sentía que no era lo suficientemente bueno para ella, pero si Sasuke no daba señales de vida, él podría aprovechar y...
Cierto día, el sexto Hokage fue hasta su casa a buscarla. Tocó tímidamente la puerta, ella abrió. Estaba radiante, como siempre. Un halcón descansaba en su antebrazo. Kakashi conocía bien esa ave, pertenecía a Sasuke.
—Qué agradable verlo por aquí, Kakashi-sensei—dijo ella sonriendo. Kakashi no pudo evitar sentir un proyectil imaginario estrellándose en su pecho.
—Hum, yo... pasaba por aquí y quise invitar a mis alumnos a cenar, pero me enteré de que Naruto está en casa de los Hyūga—comentó.
—Oh, sí, al fin está llevándose bien con Hiashi-san. Me alegro por él y por Hinata—respondió Sakura con una sonrisa triste—. Por favor, pase.
Kakashi entró a la casa y se sentó en un sillón, junto a Sakura. El halcón se posó sobre el brazo del asiento.
—Este halcón es mensajero de Sasuke-kun—comentó Sakura acariciando la cabeza del ave—. Envía un mensaje cada semana desde que se fue.
Kakashi sintió como si un piano le hubiese caído encima. « ¿Sólo se comunica con ella? Ni siquiera Naruto sabe algo de él», pensó impresionado.
—Sólo un año más—comentó Sakura con emoción, estrechando un pergamino contra su pecho. Luego miró a Kakashi con una sonrisa divertida—. ¿Le gustaría leer lo último que mandó? Sólo si promete no decirle a nadie; cuando se trata de cartas, Sasuke-kun es otro, literalmente.
Kakashi se encogió de hombros y tomó el papel.
«Sakura:
Mi viaje está por terminar. No me he sentido tan ansioso en toda mi vida; en verdad quiero verte, saber qué tanto has cambiado y lo mucho que has mejorado. También quiero probar esa sopa de tomate que aprendiste a hacer, según me comentaste en la misiva anterior. Aunque te parezca raro de mi parte, también quiero ver al dobe. Pero bueno, sabes que mis noches están dedicadas a una sola persona: tú.
Una vez más te agradezco por sacarme de las sombras, de no ser por ti ahora seguiría siendo un criminal y un vengador despiadado. Eso no quiere decir que te ame, ¿okay? Bueno, la verdad... sabes que sí, molestia. Te amo, te necesito. A veces me arrepiento de no haberte traído conmigo, pero este no es un ambiente en el que yo quisiera que mi futura esposa se desenvuelva. Dentro de un año me verás ahí, me encuentro algo lejos de Konoha. Tengo un par de regalos para ti, para Naruto y para Kakashi. No les digas que los aprecio, se burlarían... par de tontos. Tampoco es que quiera mostrarles mi lado "bobo", ese lo reservo sólo para ti. Bien, aquí termino con mi carta. Por tu bien espero que no le muestres esto a nadie, ¿eh? Que bastante me cuesta expresarme, te lo advierto. Cuidado de andar saliendo con Rock Lee, como me entere de algo cuando regrese, juro que le arrancaré las cejas.
Cuídate y cuida a Naruto, por favor. Te quiero. Hasta la próxima semana, espero tu respuesta.
Sasuke».
Kakashi enrolló el pergamino y se lo devolvió a Sakura.
—Hum, pues... felicidades—dijo haciendo una leve inclinación de cabeza.
— ¿Ahora lo entiende, sensei?—preguntó Sakura mirando a Kakashi con una sonrisa. Él bajó la mirada; sabía bien a lo que Sakura se refería, sin embargo preguntó:
— ¿A qué te refieres, Sakura?
La pelirosa suspiró. Pensó que Kakashi había olvidado aquella plática que tuvieron, así que no quiso insistir.
—A nada—guiñó un ojo—. Quiero agradecerle por todo el apoyo que me ha dado, de verdad me ha sido de gran ayuda no sólo hoy sino... siempre.
—Emm... no tienes que agradecer, Sakura—respondió Kakashi sonriendo—, yo lo he hecho porque...
Ella no lo dejó terminar. Posó un beso sobre la mejilla de su sensei, pero él no pudo sentir bien el tacto de los labios de Sakura debido a la tela de su máscara. Kakashi colocó una mano sobre su rostro y bajó la tela que lo cubría. Sakura se quedó atónita mientras sus mejillas adquirían un tono rosado. Kakashi era bastante guapo; un coqueto lunar al lado de sus labios le daba un toque seductor a su sonrisa.
—Ka...kashi-sen...sei—tartamudeó. Kakashi echó una risa mostrando una dentadura muy blanca. Le tomó la mano y la puso sobre su propia mejilla. Siempre se había preguntado si las manos de Sakura eran tan suaves como parecían, pero se equivocaba: eran mucho más suaves de lo que aparentaban. O bueno, tal vez a él le parecía de esa forma.
Sakura movió sus manos por sí misma, acariciando y admirando el rostro de Kakashi. Sabía que lo que el ninja copia había hecho era muy importante, pues él no le mostraba su rostro a nadie.
Kakashi cerró los ojos disfrutando del tacto de su alumna. Ella se acercó a él y nuevamente lo besó en la mejilla.
—Gracias, sensei...
Cuando Kakashi abandonó la casa de Sakura, caminó sin rumbo durante un buen rato. Casualmente llegó al viejo columpio donde empezó todo. Se sentó sobre él y comenzó a balancearse lentamente.
—Ay, bien... lo has hecho bien, Kakashi—se dijo a sí mismo cerrando los ojos. Sonrió, pero su sonrisa no reflejaba ni la más mínima alegría. Se sentía mal, como un egoísta, pero si Sakura era feliz, para él estaba bien.
Era sábado en la noche y él no tenía mucho que hacer. Podía volver a su oficina y adelantar el trabajo del lunes o ir a casa y dormir temprano. Pensándolo bien, tenía un par de libros sin leer...
— ¡Kakashi!—una voz conocida lo sacó de sus pensamientos.
— ¿Uh?
— ¡Kakashi, mi eterno rival!—exclamó Gai, sentado sobre su silla de ruedas, empujada por Rock Lee—. Vamos, te invito a cenar, a ver quién come más ¿te atreves?
Desde que Gai había perdido la capacidad de caminar luego de su impresionante pelea contra Madara, sólo retaba a Kakashi a cosas con las que podía lidiar, como competencias de comidas o de piedra, papel y tijeras.
Kakashi suspiró y se levantó del columpio.
«Es más fácil sobrellevar la soledad de tu corazón cuando tienes amigos».
Al terminar de narrar, Kakashi da un largo suspiro. Naruto hace una mueca.
— ¿Quieres decir que le mostraste tu rostro a Sakura-chan como un acto de amor? ¡Pero Kakashi-sensei!—exclama agitando los brazos. Kakashi entrecierra los ojos—. ¡Sasuke y yo también somos tus alumnos! Deberías...
—Dado el caso, como besaste a Sarada también deberías besar a su padre, igual son de la misma sangre, ¿no?—le ataca Kakashi riéndose levemente. Naruto frunce el ceño.
—Ya lo he hecho, pero igual sigue sin ser lo mismo—responde desviando la mirada.
—Da igual, Naruto—dice Kakashi poniendo su mano sobre el hombro del rubio—. Te he contado esa historia para que entiendas los sacrificios que una persona hace cuando está enamorada. No puedes llegar simplemente y arruinarle la vida... además, ¿has pensado siquiera en tus hijos?
Naruto agacha la cara.
—Tú no entiendes—musita mirando su propio regazo—. Lo hice por su propio bien.
A pesar de que Kakashi piensa que Naruto es un testarudo y un tonto, el rubio en realidad hizo lo correcto.
Naruto sabe que no volverá a hacerlo, sabe que ella ya no lo necesita. Sabe que aquel beso fue por el bien de Sarada. Al igual que Kakashi sacrificó su felicidad por la de Sakura, Naruto le dio a Sarada lo que ella más quería. Luego de aquel «rozar de labios», Sarada pierde el interés romántico por Naruto, sigue su vida de adolescente y se supera cada vez más como ninja. En cambio Naruto no puede ni podrá pasar una noche sin recordarla, sin desearla. Ama a su esposa, la ama demasiado. Pero Sarada ocupa un lugar especial en su memoria y en su corazón. Un lugar que nadie puede reemplazar.
Años más tarde Kakashi lo entiende al fin, al ver a Sarada feliz y radiante de la mano de Boruto, con la bendición de Sasuke; lo entiende al fin al ver la mirada que Naruto le echa cuando la ve por la calle. La misma mirada que él mismo le echa a Sakura cuando ella va a visitarlo en ocasiones.
«Gracias, Kakashi-sensei» piensa Sakura en los brazos de su esposo cada noche.
«Gracias, Naruto-sama» susurra Sarada cada noche antes de dormir.
Gracias por leer todo, el maldito servidor siempre me la juega igual, y el formato es un asco cuando lo subo -_- Van dos veces que pasa, una disculpa si lo leyeron así, espero sus reviews (no me maten :c)