Hola a todos. Esta historia va a estar basada en Hinata Hyuga.

Debo aclarar que en este fic, los padres de Naruto están vivos y la masacre Uchiha nunca ocurrió.

Sí, muchos cambios pero ya van a ver por qué ;)

¡Espero que les guste!

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"Todas las personas nacimos destinadas a algo, pero todos compartimos un mismo destino: "la muerte""

Una deshonra. Eso dijo su padre luego de su entrenamiento cotidiano con él. No podía lograr dominar su doujutsu a sus diez años mientras que su hermana menor lo logró siendo cinco años menor que ella.

Ella y su hermana ya se habían enfrentado por orden de su padre para demostrar que era fuerte y digna de ser la heredera pero el resultado fue desopilante, ella perdió miserablemente ante su padre y los ancianos consejeros del Clan.

Flashback

Era una mañana un poco nublada en la Aldea Oculta entre las Hojas. De pie en el patio principal del Compuesto Hyuga estaban Hiashi y su padre reunidos junto a otros miembros. Sus hijas, Hinata y Hanabi estaban enfrente de él esperando a que hablara.

- Hoy las dos realizarán un duelo de prueba – comenzó a explicar Hiashi con los brazos cruzados – veremos la fuerza que tienen – frunció el ceño – no permitiré que ninguna de las dos se reserve nada. Luchen para derrotarse – terminó con una mirada severa

Lentamente, Hiashi se acercó a Hinata y puso las manos sobre sus hombros. La miró a los ojos.

- Hinata, lucha y demuéstrame que eres digna de ser la heredera del Clan Hyuga – habló Hiashi

- Hai – asintió

Hiashi volvió a su lugar al lado de su padre. Este día cambiaría sus vidas para siempre.

- ¡Empiecen! – ordenó Hiashi

Apenas terminó de decir la palabra, Hanabi se lanzó hacia su hermana con sus palmas en alto. Con esfuerzo, Hinata detuvo aquel poderoso golpe. Hanabi contraatacó dando un salto y volviendo a atacarla constantemente. A duras penas, Hinata se defendió de cada puño suave hasta que tuvo el momento perfecto para atacarla. Hinata levantó su palma repleta de chakra dispuesta a golpear el pecho de Hanabi pero esta ya sabiéndolo dio un salto hacia atrás evitándolo.

Ambas hermanas se miraron y corriendo se acercaron para continuar. Los miembros de la segunda rama observaban asombrados el combate, las chicas estaban peleando con todo su poder. Golpes y patadas eran dadas continuamente.

Hanabi estaba asombrada, su hermana no dejaba ningún hueco para golpearla. En ese instante, pudo ver uno y procedió rápidamente a atacarla pero Hinata golpeó su mano haciendo que fracasara. Hanabi casi pierde el control de su cuerpo pero puso su pie delante de ella para evitarlo. Su hermana, se preocupó por ella pensando que la había herido pero se tranquilizó al ver que no fue así. Las hermanas Hyuga iban a realizar su último golpe dando así un resultado contundente. Levantaron sus manos repletas de chakra y se acercaron para atacarse. El movimiento fue rápido. La palma de Hanabi golpeó el estómago de Hinata haciendo que esta cayera derrotada al suelo.

- ¡Se acabó! – exclamó Hiashi acercándose a sus hijas

Hanabi observó con preocupación a su hermana mayor que estaba en el suelo. La había derrotado.

- Tou-sama – susurró Hinata reincorporándose

- Fuiste inferior a Hanabi, a la que sacas cinco años. Es suficiente. ¡Retírate! – gritó Hiashi

Los ojos de Hinata se llenaron de lágrimas, se levantó rápidamente y se fue corriendo hacia su habitación.

Fin Flashback

Su naturaleza era amable y solidaria. Jamás dañaría a su hermana. Además la confianza en sí misma era muy baja y también influía en sus decisiones.

A partir de ese momento, los miembros de la primer y segunda rama susurraban en su contra. La consideraban no digna de ser la heredera, de ser débil.

Estaba harta de todo. De que la subestimaran. Pero en esos momentos recordó a alguien.

Naruto. Él, un chico al que más admiraba desde lejos. Nunca se atrevió a acercarse a él pero todos los días lo veía entrenar y esforzarse por mejorar. Cada vez que la juzgaban y menospreciaban, huía para buscarlo y observarlo. Aquello le hacía sentir mejor, con una nueva determinación y así lograba vivir cada día con el peso de las palabras de su Clan sobre sus hombros.

Ella tenía un primo. Su nombre era Neji. Lo llamaban el prodigio, el genio del Clan Hyuga. Admiraba su perseverancia en sus entrenamientos pero por alguna razón él la odiaba con toda su alma. En muchos entrenamientos, intentó asesinarla o dañarla lo más posible pero su padre lo detenía.

Hinata parpadeó y toco sus mejillas. Estaba llorando. Llorar, desde que tenía memoria lloraba por una u otra razón. No quería llorar pero no podía evitarlo. Deseaba que su madre estuviera en este mundo para que ella la abrazara y consolara pero eso no era posible.

Estaba cansada de llorar, de soportar los susurros, el odio y menosprecio de su familia especialmente el de su padre.

− Hinata-sama – llamó una sirviente con respeto – su padre desea verla

− Hai – asintió poniéndose de pie

La sirviente era quizás su única amiga llamada Nami, descendiente de la segunda rama pero jamás la despreció sino que la apoyó cuando más lo necesitaba. Ambas llegaron al despacho del Líder del Clan. Nami sonrió alentadoramente y Hinata correspondió su sonrisa para luego enfrentarse a su padre.

− Hinata – dijo Hiashi sentado junto a dos ancianos – hemos llegado a la conclusión de que Hanabi heredará el mando del Clan Hyuga – informó severamente, Hinata agachó la cabeza con tristeza – el destino no quiso que fueras la heredera, por desgracia no tienes el talento ni la fuerza para ser mi sucesora. Naciste siendo amable y odias la lucha – continuó Hiashi sin emociones – por lo tanto al Clan Hyuga no le sirve alguien así – Hinata comenzó a sollozar en silencio – y continuarás tus estudios en la Academia para servirle a la aldea

− ¿Me-e po-ondrán el se-ello de ma-aldición? – preguntó Hinata entre lágrimas

− No, la edad máxima para colocártelo ya fue excedida y si lo hacemos podría matarte – explicó un anciano

− Puedes retirarte – ordenó Hiashi

Lentamente, Hinata se retiró de la oficina y cerró la puerta corrediza. Estaba temblando, había sido desheredada. Se apoyó en una pared cercana y rompió nuevamente en lágrimas mientras se deslizaba por la pared. Se sentía tan derrotada y mediocre. De repente se sentía furiosa consigo misma por ser tan débil.

− ¡Hinata-sama! ¿Está usted bien? – preguntó con preocupación Nami

Hinata no respondió solo comenzó a correr a su habitación, no quería hablar con nadie. Cuando llegó a su habitación después de trastabillar varias veces, cayó de rodillas y agachó la cabeza mientras continuaba llorando. En un intento de dejar escapar su frustración, apretó los puños fuertemente con enojo.

Luego de unos minutos, con tristeza Hinata se puso de pie junto a la ventana y miró a la luna que brillaba en lo más alto del cielo pero unas sombras llamaron su atención. Era Hanabi y su abuelo.

− Pusimos a Hinata al servicio de la aldea – explicó el anciano – en unos años se graduará como genin

− Ya veo – contestó Hanabi mirando el suelo

− Es una lástima, pero no hay motivo para cargar con una heredera que no puede seguir el nivel – dijo el anciano cruzando los brazos – ese es su destino. Pero tu destino es diferente, pues naciste con una fuerza que supera a la de tu hermana, Hanabi – el hombre la miró – tendrás que pulir esa fuerza siempre, por el Clan Hyuga

− Hai – susuró Hanabi cerrando los ojos

Una nueva determinación floreció en lo más profundo de su ser. Ella iba a demostrarles a todos ellos quienes se hacían llamar su familia que estaban equivocados. Ella podría cambiar su destino.

− Prometo convertirme en alguien mucho más fuerte y jamás volver a ser débil – susurró Hinata mirando la luna – Les demostraré a todos que puedo ser fuerte y digna de proteger a los que amo – prometió secándose las últimas lágrimas que derramaría

Sintiéndose una nueva persona, Hinata decidió vivir su vida a su propia manera y convertirse en kunoichi sin retroceder a sus palabras.

Hinata se miró al espejo, sus ojos estaban rojos por el llanto pero sus ojos demostraban que algo dentro de ella había cambiado.

Era una nueva Hinata Hyuga.

Un nuevo día comenzaba en la Aldea Oculta entre las Hojas, el sol alumbraba todo el lugar sin una sola nube. Los comerciantes recién empezaban a abrir sus negocios, señoras barrían las veredas y los niños salían a buscar a sus amigos para jugar.

Mientras tanto en el Compuesto Hyuga se podía ver a Hinata Hyuga preparándose para un nuevo día donde sería una nueva persona más segura de sí misma. Ya no dependería de nadie, solo ella misma se haría fuerte.

La noche anterior había decidido dejar de espiar a Naruto y comenzar a esforzarse más en sus debilidades que básicamente eran muchas. Su padre ya no la entrenaría pues ahora había fijado su atención como heredera en su hermana menor, Hanabi Hyuga. Por supuesto, ella no odiaba a su hermana ni nada por el estilo.

Hinata pensó en cambiar su atuendo, tomó una camiseta negra de su armario y unos pantalones cortos negros de un cajón de este y por supuesto sus sandalias ninja. El conjunto parecía muy oscuro pero por ahora era lo único distinto que poseía. Después de haberse cambiado, debía ir a desayunar junto a su padre y hermana. Lo haría pues si no sería una falta de respeto. Ella bajó las escaleras hasta el salón donde en efecto Hiashi y Hanabi estaban desayunando.

- Hanabi, a partir de hoy entrenaremos todas las mañanas – informó Hiashi con severidad

- Hai – asintió Hanabi

Hinata desayunó en silencio siendo ignorada por completo mientras Hiashi le explicaba a su hija menor lo que le enseñaría. Luego de esto, Hinata se retiró del salón y fue a su habitación donde recogió sus elementos ninja para ir a entrenar en un campo de entrenamiento.

Cuando Hinata había llegado al campo de entrenamiento no sabía cómo empezar pero al instante recordó una de las tantas críticas de su padre en sus entrenamientos privados. Él le decía que no golpeaba con suficiente fuerza y chakra al entrenar el movimiento especial de sus palmas es decir, las Katas de las Mil Hojas.

Ella decidió comenzar a mejorar eso así que se posicionó enfrente de un tronco del campo de entrenamiento y comenzó a golpearlo con sus palmas simulando que era una persona, en cada golpe agregó más chakra de lo que agregaba antes. Fracasaba una y otra vez, sin poder dañar al tronco. Hinata frunció el ceño y procedió a golpear con más chakra el tronco, la madera astillada lastimaba sus manos en cada golpe pero no le importó.

Cuatro horas después

Hinata continuaba golpeando el tronco, el cual ya estaba bastante dañado. Hubo momentos en que el dolor la superó haciendo que se detuviera pero regañándose a sí misma seguía entrenando a pesar del dolor de sus manos las cuales estaban muy cortadas y rojas.

Después de haber roto aquel tronco por los miles de golpes que le había producido, Hinata se sentó agotada en el suelo de tierra que por inercia apoyó sus manos en el suelo lo que la hizo sisear de dolor. En estos momentos deseaba saber algo de ninjutsu médico. Sonrió levemente, buscaría en la biblioteca de la aldea algunos libros para aprender lo básico pero por ahora se conformaría con un ungüento curativo.

Una señora de aspecto maduro estaba paseando por los campos de entrenamiento cuando casualmente vio a una niña de cabello azulado golpeando concentradamente un tronco. Por curiosidad, continuó observándola hasta que se detuvo para descansar y ponerse algún tipo de ungüento. Ella hizo muecas mientras deslizaba dicho ungüento sobre sus lastimadas manos. La mujer decidió continuar su camino pero con la imagen de la niña entrenando en su mente.

Al día siguiente

Nuevamente, Hinata se despertó para luego desayunar junto a Hiashi y Hanabi. Aunque su padre no pasó por alto las vendas envueltas alrededor de sus manos. Ella se levantó de la mesa agradeciendo el desayuno y se dirigió a entrenar.

En el camino al campo de entrenamiento, vio a Naruto caminar junto a sus padres donde reían por alguna razón. Ella observó su familia y deseó tener su suerte pero dejó de lado esos pensamientos y continuó su recorrido al lugar de entrenamiento.

Cuando finalmente llegó no pudo evitar notar que el tronco donde había estado entrenando estaba cubierto con pajas para evitar que se lastimara. ¿Quién haría algo por ella?

La señora que el día anterior había estado observándola sonrió ante su estupefacción. Como respuesta sus pensamientos, hizo su aparición.

- Eso hará que no te lastimes – explicó la mujer

- ¿Qu-uién es usted? – preguntó Hinata sospechosamente

- Es una cortesía muy común dar tu nombre antes de preguntar el de alguien más – sonrió la señora

- ¡Go-omen! – tartamudeó Hinata, regañándose mentalmente por ello – mi nombre es Hinata Hyuga

- Soy Midori – se presentó la mujer – he visto tu entrenamiento y me impresiona el alcance de chakra de tus manos

- ¿Le impresiona mi entrenamiento, Midori-san? – preguntó con incredulidad Hinata – lo que hice es muy básico y no es lo suficientemente bueno – murmuró

- No dije que fuera perfecto, tiendo a ver los movimientos ninjas más allá de lo normal – explicó Midori con las manos en las caderas – y puedo asegurarte de que tienes potencial y puedo pulirlo – sonrió – si quieres, puedo entrenarte

- ¡¿Enserio?! – exclamó Hinata con emoción – ¡Sí, por favor Midori-san!

- A partir de ahora soy Midori-sensei y quiero que estés aquí a las cinco de la mañana todos los días – informó Midori para luego esfumarse en una nube de hojas

Hinata estaba súper feliz, alguien la entrenaría para hacerla fuerte. Con mucha más determinación se dirigió al tronco para continuar entrenando su Kata de las Mil Hojas. Cada golpe que Hinata hacía al otro estaba repleto de chakra, por lo menos no dudaba de la cantidad de chakra que debía usar.

Después de dos horas repitiendo aquel movimiento constante hizo que sudor se le formara en la frente. Hinata debía admitir que sus muñecas le dolían pero no quería parar, debía mejorar. Además comenzaría un nuevo entrenamiento mañana. Se detuvo un momento para abrir y cerrar sus manos, el dolor comenzaba a molestarla pero continuó haciéndolo. Obviamente paró para almorzar un bento que ella misma se había preparado, se sentó debajo de un árbol para disfrutar de aquella delicia. Nuevamente retomó su entrenamiento hasta el atardecer donde terminó agotada, sabía que ese entrenamiento no era nada pero poco a poco mejoraría.

En el Compuesto Hyuga durante la noche

Durante una parte de la tarde noche, Hinata había dormido unas cuantas horas y se despertó a altas horas de la noche. Sin poder dormir decidió ir al patio de la casa donde había un árbol de entrenamiento. Se posicionó enfrente del árbol y comenzó a golpearlo con sus palmas fervientemente.

Desde el piso superior a través de la ventana, Hanabi observó a su hermana mayor entrenar en el patio. Ella nunca deseó ser la heredera, al contrario admiraba a Hinata por su determinación cuando su padre le decía que no era digna del Clan Hyuga. Cuando Hiashi le informó sobre el cambio de heredero, se sintió mal por su hermana mayor. La amaba y no quería que sufriera pero ahora que la veía sonrió pero recordó lo que le dijo su abuelo, uno de los ancianos.

"El destino de Hinata es una lástima – explicó el anciano – ella nunca podrá ser fuerte"

Al día siguiente

Fiel a la orden de Midori. Hinata estaba de pie en medio del campo de entrenamiento a las cinco de la mañana. Su sensei estaba enfrente de ella, mirándola.

- Hinata, atácame – ordenó Midori con calma

- ¡¿Qué?! ¿Atacarla? – preguntó Hinata preocupada

- Estás repitiéndome – comentó Midori – dije que me ataques, quiero ver tu poder

- Hai

En posición de batalla Hyuga, Hinata comenzó a correr hacia la mujer con su palma derecha en alto. Al estar cerca, Midori con un simple movimiento golpeó su mano desviándola. Hinata amplió los ojos, ese golpe era característico del Clan Hyuga. Sin esperar, Hinata contraatacó fervientemente mientras Midori con calma continuaba desviando cada uno de sus ataques.

Ya frustrada, Hinata decidió hacer un último golpe por lo tanto activó su Byakugan. Se puso en posición puño suave. Estiró sus palmas hacia adelante y luego colocó su brazo derecho hacia atrás mientras desplazaba su pie izquierdo adelante.

- Hakke Sanjūni Shō – exclamó Hinata en su posición y luego corrió hacia Midori – ¡Ocho trigramas, dos palmas! – dijo Hinata bloqueando dos puntos de chakra – ¡cuatro palmas! – bloqueó otros dos – ¡ocho palmas! – repitió el movimiento – ¡dieciséis palmas! – continuó Hinata – ¡treinta y dos palmas! – exclamó bloqueando esos últimos puntos de chakra

Midori se esfumó en una bola de humo. Hinata parpadeó, era un clon de sombra. La verdadera Midori salió de entre los árboles aplaudiendo lentamente.

- Eso fue grandioso, Hinata – sonrió Midori – pero tengo entendido que esa técnica es en realidad de sesenta y cuatro palmas, ¿me equivoco? – preguntó acercándose a la niña

- Sí, es de sesenta y cuatro palmas – contestó desactivando su kekkei genkai

- Dime, ¿por qué no las hiciste? – preguntó Midori con calma

- Porque… porque no puedo – contestó Hinata con los puños apretados

- ¿Y por qué no puedes? – volvió a cuestionar la mujer

- Po-orque… porque… no lo sé – contestó confundida

- ¿Lo ves? Nada te detiene a lograr esa técnica, Hinata – explicó Midori – y a partir de ahora, nos enfocaremos en que lo aprendas

- Hai – dijo Hinata sorprendida

A partir de entonces, Midori le explicó a Hinata con detalles la técnica de ocho trigramas sesenta y cuatro palmas. Aquella mujer sabía muchas cosas del Clan Hyuga, entre ellas el duro entrenamiento de sus miembros desde pequeños, la rivalidad entre el Souke y Bouke es decir la rama principal y secundaria, y la severidad de Hiashi Hyuga. Desde que vio a la pequeña Hinata entrenando por sí misma, pudo darse cuenta de que la niña estaba sufriendo pero en sus ojos vio el deseo de ser más fuerte y demostrarle al mundo que podía ser un excelente shinobi. Midori sonrió para sí misma, Hinata le recordaba su pasado e infancia. Ella quería entrenarla todo el tiempo que le quedara, así por lo menos olvidaba un poco el avance de su terrible enfermedad.

Después de cuatro meses

Hinata ya estaba acostumbrada a los rigurosos entrenamientos de su sensei. Todas las mañanas le hacía correr cien vueltas a la aldea pero no podía completarlas por su falta de resistencia por tanto Midori le explicó que corriendo todos los días e intentando completar sus cien vueltas algún día lo lograría. Y ese día estaba cerca, ya había logrado completar esta mañana noventa y seis vueltas hasta que quedó agotada. No solo corría, hacía flexiones, sentadillas y por desgracia su sensei la obligaba a caminar con las manos con su cuerpo en posición vertical.

No solo eso, también la había ayudado a que sus ataques de puño suave fueran más rápidos y sutiles, logrando un mayor daño. Además, Midori le explicó con lujo de detalles su kekkei genkai. Por supuesto que Hinata sabía muchas cosas sobre su doujutsu pero había pequeños detalles que desconocía y la impresionaba. Hinata se preguntaba por qué su sensei sabía tantas cosas y por qué a veces cuando entrenaban ella realizaba movimientos propios del Clan Hyuga.

Después de haber realizado su rutina, Hinata apoyó las manos en sus rodillas respirando con dificultad. Levantó un poco la vista y vio los pies de Midori.

- Hinata, ponte firme – ordenó Midori, ella obedeció – ha llegado el momento de que me demuestres cuánto has progresado. ¡Lucha! – gritó la mujer

- ¡Hai! – Hinata corrió hacia ella dispuesta a atacarla

Midori golpeó la mano de Hinata desviando su ataque pero resultó ser que Hinata usó el jutsu de sustitución. La mujer sonrió y en un instante se dio vuelta enfrentando cara a cara la palma de Hinata que golpeó su pecho y basta decir que la dejó bastante perpleja.

- Hakke Rokujūyon Shō – exclamó Hinata con su Byakugan activado y golpeando a gran velocidad sesenta y cuatro puntos de chakra

Su sensei en el último bloqueo fue expulsada hacia atrás chocando contra un árbol. Siseó de dolor pero la mujer se puso de pie a duras penas y tomando una posición estilo Hyuga corrió hacia Hinata.

Sorprendida, Hinata se defendió con uñas y dientes de las poderosas manos de su sensei. La mujer logró acertar un par de puntos débiles en la defensa de Hinata lo cual la dejó un poco herida y cayó al suelo.

- ¡Pelea, Hinata! – gritó Midori, la niña hizo una mueca de dolor – ¡¿Pretendes convertirte en Hokage rindiéndote así?! – exclamó con rudeza

- ¡No! ¡Seré la primera mujer Hokage! – gritó con determinación Hinata poniéndose de pie

- ¡Entonces defiéndete! – volvió a gritar Midori

Hace un tiempo, Hinata se puso como objetivo y sueño ser Hokage. Quería proteger a toda la gente de su aldea, su Clan y establecer la paz. Estaba segura de querer serlo.

Hinata decidió utilizar su puño suave es decir su Jūken. Ambas corrieron hacia la otra, Hinata comenzó a golpear con sus manos cada punto de chakra que estaba a su alcance. Era una tarea difícil pero no imposible. Midori cancelaba gran parte de los ataques hechos por Hinata pero algunos eran imposibles de desviar por lo que varios puntos de chakra fueron cerrados por la niña. De repente, Midori detuvo la batalla. A veces, su enfermedad no le permitía hacer movimientos exigentes y bruscos.

- Hinata, eso no me lo esperaba – admitió Midori – el peor error de un shinobi es subestimar a su oponente. Y ahora me doy cuenta – sonrió con dolor

- Lo lamento, sensei – se disculpó Hinata

- No, hiciste lo que te dije – corrigió Midori – has progresado y podido hacer la técnica ocho trigramas sesenta y cuatro palmas

- Hai, todo gracias a usted pero me falta un largo camino

- Por supuesto que sí – asintió la mujer

Hinata la miró, últimamente la notaba más pálida haciendo que su cabello negro resaltara mucho más y también sus ojos verdes oscuros se veían cansados. Una vez, Hinata la descubrió tomando dos pastillas. Su sensei dijo que no era nada y cambió de tema.

- Midori-sensei, he querido preguntarle algo desde hace un tiempo – comenzó Hinata tentativamente

- Mm, pues pregúntame – instó Midori

- ¿Está usted enferma? – soltó Hinata, la mujer la miró fijamente por unos segundos y contestó

- Sí – afirmó Midori con tristeza – es una enfermedad en mi sangre

- ¿Puede curarse? – cuestionó preocupada

- Desafortunadamente no hay cura – negó la mujer – solo unas pastillas permiten que viva más días

- Yo… eem… quiero decir – comenzó nerviosamente Hinata – ¿va a morir?

- Hinata, voy a ser honesta contigo. No me queda mucho tiempo de vida – explicó Midori para luego suspirar – puedo morir en cualquier momento

- ¡¿Qué-e?! – exclamó Hinata con los ojos aguados – ¡No quiero que muera!

- Lo sé, querida – sonrió con tristeza – pero la muerte es parte de la vida

Hinata no respondió simplemente la abrazó por su cintura con fuerza, no quería perderla. Además de Nami, ella fue la única persona que no la despreció. Sorprendida, Midori comenzó a acariciar su cabeza en forma reconfortante. Hinata subió la vista y vio que ella le dio una sonrisa brillante.

- Sensei – dijo Hinata después de unos minutos – quería hacerle otra pregunta

- Hai – asintió

- ¿Cómo aprendió el estilo taijutsu Hyuga? – preguntó Hinata con curiosidad

- Veo que te has dado cuenta – Midori sonrió – como sabrás yo no soy Hyuga pero tuve un miembro de ellos en mi equipo genin – dijo la mujer recordando aquellos tiempos – y con el tiempo nos hicimos amigos. Él me enseñó el taijutsu Hyuga, aprendí muchas cosas y esos detalles de los que te hablé – Hinata asintió – bueno, él me los contó

- ¿Y qué pasó con él?

- Murió en batalla durante la Tercera Guerra Mundial Shinobi

Luego de aquella triste charla, Midori y Hinata se sentaron debajo de un árbol para descansar. Ambas miraron el atardecer, era tan hermoso. El cielo estaba pintado de colores naranja, violeta y rosa. Fue un momento precioso. Las copas de los árboles se mecían junto al viento, pequeños insectos volaban de un lugar a otro. Hinata miró a su sensei y vio que estaba con los ojos cerrados y respiraba suavemente. Se había dormido. Ella estaba triste por la grave enfermedad de su sensei, no quería que muriera pero al parecer era inevitable. Suspiró suavemente, y la abrazó con delicadeza. Quería pasar sus últimos momentos junto a ella.

Unos días después

Hinata corría moderadamente hasta el campo de entrenamiento donde se encontraría como siempre con Midori-sensei. Esta vez le había preparado un bento como agradecimiento por entrenarla todo este tiempo. Al llegar vio que no estaba. Frunció el ceño, era extraño. Midori-sensei siempre fue muy puntual. Se encogió de hombros y decidió esperarla.

Las horas pasaban y su sensei no aparecía. Estaba empezando a preocuparla. ¿Y si le había pasado algo en alguna misión? Ahora se daba cuenta de que no sabía casi nada de ella. Tendría que haberle preguntado más cosas.

Cuando comenzó el atardecer, Hinata todavía estaba esperándola. No quería irse, temía que algo le hubiera pasado. No quería pensar lo peor, quería que solamente fuera una estupidez lo que hubiese ocurrido. Sin embargo, un shinobi apareció en una bola de humo.

- ¿Es usted, Hinata-san? – preguntó el ninja

- Hai – contestó confundida

- Lamento informarle que Midori Kobayashi ha muerto en su apartamento durante la noche – informó el ninja con tristeza – la causa de su fallecimiento fue su enfermedad terminal

Hinata no contestó simplemente comenzó a llorar la muerte de su sensei. Sin más, el ninja se esfumó cuando su trabajo de informarle fue cumplido. Hinata estaba devastada, lloró más fuerte. Ella quería a Midori-sensei por más que no la hubiera conocido mucho, fue tan amable con ella. Cerró los ojos con fuerza pero las lágrimas continuaban cayendo por sus mejillas. Hinata cumpliría su sueño de ser Hokage no solo por ella, sino por Midori que la entrenó sin descanso para que sea más fuerte. Le faltaba recorrer un largo camino para conseguir sus sueños y su sensei no estaría para estar con ella.

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Háganme saber su opinión sobre este capítulo. ¡Hasta la próxima!