Capitulo cuatro:
De mentiras se hizo la familia.
— Señor, ¿necesita ayuda?
— Yo… ando buscando ropa para chicas… ¡N-no es para mí! Es para… es para regalar…
Y ahí estaba el macho, el fuerte, el solitario, Subaru. En una tienda para chicas, donde atendían chicas y solo iban chicas (Si, todo rosita). Gracias a Dios que nadie lo conocía. La muchacha que lo había atendido parecía agradable, cabello rubio junto con unos ojos cálidos y un tercer hoyuelo en la barbilla. Si no estaría enamorado de la pequeña Yui esa chica lo habría hecho sonrojarse por lo bonita que era. Se preguntó dónde se encontraba Yui, no la había visto en la mañana y menos cuando salió. Le preguntaría a Reiji más tarde de ella.
Volviendo a la realidad, la empleada le dio otra sonrisa amigable y lo guió hasta un pasillo en especial donde había ciertas marcas de ropas. Todas las prendas eran bastante femeninas.
Subaru se fijó bien que compraba, recordando cómo era el cuerpo de su hermano ahora y variando con los talles. Pensó que las ropas negras y blancas le gustarían, aunque también le compró tres vestidos rosados, azules y morados. Le quedarían bien… suponía.
Aunque los zapatos fueron más difíciles y tuvo que pedirle a la muchacha que le ayude a que combinen con la ropa. La empleada lo miraba como sorprendida y divertida a la vez, mostrándole zapatos delicados mientras le hablaba de porque quedarían bien con estas prendas y esas otras y bla, bla bla… aburrido.
Se preguntó si debía comprarle ropa interior y paró sus pensamientos en ese momento. No, no iba a pedirle a la vendedora que lo lleve por ropa interior para chicas o a alguna otra tienda donde vendan esas cosas. Ya tenía suficiente con ese conjuntito azul de lencería ¿No? Hasta seguramente debía tener más.
Y así, sin nada que decir más que asentir y soltar "si, me llevo estos, y estos también" se dirigieron a la caja. La misma empleada lo atendió allí y se sorprendió mucho al ver que su comprador sacaba una blackcard. Subaru enarcó una ceja al ver la expresión de la muchacha, ¿es que era tan malo que un chico de dieciséis años lleve una tarjeta de crédito prestada de su hermano travestido? No jodan.
— Es tan lindo que hayan chicos como usted ahora —le dijo alegremente al entregarle el ticket y las bolsas con toda la ropa—, ¡Ya me gustaría a mí que mi novio me regale toda esa ropa!
Por un instante tuvo como un flashback de sus sueños: caminaba alegremente por el parque de la mano con Yui, pero no era Yui, sino otra joven con mirada más seria y roja, de cabello largo y negro que se hacía llamar Reiji Sakamaki…
AY MALDITA SEA, POR DIOS NO.
No solo se fue corriendo del lugar con las cosas casi saliéndose de las manos, sino que juro nunca más volver a esa tienda por el resto de su vida. Nunca, jamás. Ya tenía bastantes pensamientos incestuosos cuando recordaba la historia de su hermano Laito con la madre de este. Perturbador.
El nombre de Laito le llevó al recuerdo de aquella conversación que tuvieron antes de que él salga despotricando por la puerta de entrada. Tan solo ver esos ojos verdes divertirse con el nerviosismo de Subaru hacía a este temblar de asco…
… Lo miraba a los ojos por pura testarudez, pero se notaba de a kilómetros que estaba más nervioso que novia de sacrificio en la cena. Obstaculizaba el camino de su hermano mayor, ya que este se dirigía a la habitación de Reiji. Sea cual sea el motivo no iba a dejarlo pasar, y que ni piense que cruzará esa puerta.
— ¿Despertándote temprano, Subaru-kun? —inquirió el vampiro de ojos verdes y cabello castaño, observándolo de pies a cabeza.
El menor chasqueó la lengua y se metió las manos en los bolsillos del pantalón.
— Solamente estaba hablando con Reiji, él no se siente muy bien —mintió. Bueno, en realidad fue decir un poco la verdad al ver la indignación en la carita de esa nueva chica.
Laito parpadeó y sonrió otra vez, dejando ver los colmillos.
— ¿No se siente bien? Justo estaba por hacerle una visita, tengo algo que quiero preguntarle…
— Me dijo que no quiere ver a nadie y… yo… — el mayor de los trillizos alzó una ceja curiosa. Subaru no pudo evitar sonrojarse de vergüenza—. Laito, necesito tu ayuda.
Jamás olvidaría lo que estaba por decir.
— ¿Hm? ¿Qué sucede?
— Yo… esto… voy a tener mi primera vez, y necesito de tus consejos.
Jamás se olvidaría de esa mentira. Jamás olvidaría como se humilló para salvar el sucio secreto de su hermano mayor.
Y tampoco olvidaría la cara de felicidad absoluta de Laito en ese momento, como lo tomó de las manos y lo llevó corriendo hasta el salón. ¿Dónde estaban sus hermanos metiches cuando se les necesitaban? ¡Quería escapar de ahí cuanto antes!
— ¡Cuéntame todo, seguramente debes tener muchas preguntas sobre eso! —dijo con emoción al sentarse con él en el sillón. Bueno, más bien lo había arrastrado y tirado.
— ¡LAITO POR FAVOR, NO ME ARRASTRES ASÍ!
El aludido soltó carcajadas, palmeandole el hombro como si se llevaran bien de toda la vida. Subaru lo podía estar más sonrojado, se sentía tan humillado y perturbado por lo que sea que su hermano le hable…
— Como veo que no vas a hablarle de la dama en cuestión, iré al grano —Laito no quitaba la sonrisita de suficiencia de su rostro. Quizás era por el bochorno en la cara de su hermano menor lo que le gustaba, le parecía algo tan divertido—. Primero lo primero, debes saber que si ella se siente a gusto y está sintiendo placer, todo va a ir bien para ti…
Subaru escuchó, y escuchó todo. Lo que no lo hacía palidecer y querer golpear a su hermano fueron las ganas de salir corriendo de la habitación. Soportó como pudo, hasta que la conversación se volvió demasiado bizarra para él y se excusó con la idea de que ya había aprendido bien y estaba listo. Se levantó, caminó lentamente y con un "¡Buena suerte!" de su hermano mayor casi arranca la puerta de la entrada. Jugó con la idea de no volver jamás a esa mansión de locos, pero luego recordó a Yui sola en la casa y se retractó de todo.
Algún día, algún día se iría. Oh, si…
El teléfono lo sacó del recuerdo, vibrando en el bolsillo trasero de su pantalón. Torpemente atendió.
— ¿Diga?
— ¿Ya tienes todo, Subaru? —la vocecita femenina de su hermano parecía urgente.
— Si, pronto iré a casa —pensaba tomar un taxi para llegar más rápido, pero no se veía ninguno circular por la calle—. ¿Todo bien por allá?
Se escuchó a Reiji suspirar.
— Todo bien, nadie ha venido a molestarme… y he tenido tiempo para pensar una estrategia. Te la diré cuando vengas, por el momento solo de trata de llegar antes de que tus hermanos se pongan insoportables, ¿está bien?
— Si, llegaré en un momento.
Colgó antes de que su hermano diga otra cosa, no quería que le pida más favores el día de hoy.
De alguna manera, Subaru dejaba de sentirse extraño. Al principio había parecido una locura, algo totalmente bizarro que era más adecuado a una pesadilla, pero ahora se sentía igual que todas las mañanas: malhumorado, hastiado con las actitudes de sus hermanos y aburrido. Si no se tocaba el tema de la transformación de Reiji todo parecía normal, caminando por las calles y con cinco bolsas de ropa en cada mano.
De alguna manera, podría relajarse con el sonido de la gente pasar a su alrededor. Era una mañana tan relajante…
— ¿Subaru-kun?
Giró de repente al escuchar esa voz, con sus ojos rojos sorprendidos.
— ¿Yui?
En la mansión, Reiji no paraba de mirarse al espejo.
Lo había hecho desde que todo cambió, descubriendo partes de ese nuevo cuerpo que no se había dado cuenta que estaban allí. Se miraba las piernas, las caderas, los delgados hombros y la pequeña cintura. Si no fuese él, hubiera dicho que esa joven sería muy bonita. Su rostro había pasado de ser masculino y duro a ser delicado y bonito como una muñeca de porcelana. Sus cabellos, cambiados del corto y discreto peinado a los largos y voluminosos rizos negros. Las largas pestañas relucían, los ojos rojos eran un poco más grandes. Se tocó los labios sonrosados, separándolos lo suficiente como para ver los colmillos de vampiro. Suspiró, al menos algo en él no había cambiado.
Seguía siendo él mismo, aunque en un cuerpo de mujer.
Al admirarse se puso a pensar, ¿cómo debía actuar a partir de ahora? Ya no podía sentarse como un hombre, actuar como hombre. Mientras estuviese en ese cuerpo podría actuar como la dama que siempre quiso que las novias de sacrificio fuesen, que Yui fuese. Una pequeña sonrisa curvó sus labios, tal vez no tendría que pasarla tan mal mientras esté así. Sería una dama, se comportaría bien y hablaría con delicadeza.
Claro, no podía usar su nombre verdadero… debía pensar en uno para ocultar las apariencias en ese lapso de tiempo.
Sus ojos se dirigieron al reloj. Carajo, Subaru se estaba tardando demasiado ¿es que tendría que llamarlo dos veces más para que acelere el paso? Estar sin ropa era algo incómodo. Tomó de nuevo el celular y comenzó a marcar, ya con el ceño fruncido.
— ¡Ya llegué, Reiji! —y se abrió la puerta de repente.
Subaru apareció con cinco bolsas en cada mano, todas pertenecientes a marcas caras. Reiji se preguntó si lo que había comprado sería adecuado para él y su nueva figura.
— Estaba a punto de llamarte, pensé que llegarías más tarde y tendría que regañarte por no hacerme caso —habló con cautela mientras dejaba el celular en la cómoda.
Subaru dejó las bolsas en la cama, sin mirar siquiera a su hermano mayor.
— Tuve un pequeño problema, pero debo decirte que tienes una muy buena escapad… —cuando levantó sus ojos casi se le cae el alma, los colores se le subieron a la cara y se tapó los ojos con desesperación— ¡¿POR QUÉ ESTÁS DESNUDO?!
— ¿Qué tiene de malo? ¿Qué acaso no soy tu hermano?
— ¡SI, PERO RESULTA QUE AHORA NO TIENES EL MISMO CUERPO QUE ANTES, IDIOTA! —gritó, y lanzando un dedo acusador hacia la nada no dejó a su hermano hablar—. ¡VISTETE ANTES DE QUE ME DÉ UN INFARTO, MALDICIÓN!
Oh, hasta ese momento no se había dado cuenta de que estaba "desnuda" frente a él. Reiji chasqueó la lengua y tomó el salto de cama para cubrirse.
— No entiendo por qué te tomas tantas molestias con este asunto si al final vas a ver a muchas mujeres de esta manera.
— No quiero hablar de eso contigo, ni de las cosas que tuve que decir para salvar tu pellejo.
El Sakamaki mayor tomó una de las bolsas y se metió en el baño con paso dudoso. Subaru se sentó, escondiendo la cara entre las manos ¿Cuántas cosas tendría que soportar durante todo esto? Deberían darle un maldito premio por ser tan comprensivo.
Se escuchó una puerta abrirse y allí estaba su hermano mayor, ahora hermana: se había atado el cabello en una coleta alta y el flequillo a los lados para que no estorbase, se había puesto el vestido morado que se ajustaba en la cintura y se abría como flor en la falda. Era raro, pero tenía medias blancas junto con zapatos escolares, como si fuese la marca registrada de Reiji Sakamaki. Subaru parpadeó.
— ¿Así estoy presentable? —preguntó, tomando la falda entre sus largos dedos. Parecía avergonzado.
Se veía muy bonita.
— E-estas muy bien, supongo —contestó Subaru junto a una tos que disimulaba su sonrojo. Y para cambiar de tema…—. Háblame de la "estrategia" que haremos de ahora en adelante, dime los detalles.
Cuando dijo eso su hermano sonrió con ganas, parecía entusiasmado.
Lástima que Subaru no estaba en la misma onda.
Yui sacó los platos de la alacena mientras tarareaba una canción, algo que había aprendido por el camino de vuelta a casa. Estaba feliz por haberse encontrado con Subaru, también porque últimamente uno de los Sakamakis mayores, Reiji, se había comportado muy amable con ella. Había decidido que esa noche lo ayudaría con la cena, ¡Y estaba tan entusiasmada!
Pero cuando estaba por poner la mesa vio al dirigirse hacia el comedor una imagen algo extraña para ella.
Todos menos Shu estaban sentados en la mesa, aunque había como cuatro cajas de pizza encima. Los trillizos miraban extrañados el asiento de Reiji. Todo estaba normal, y ella se hubiera dado la vuelta para retirar los platos, pero lo que la dejó sorprendida fue que, en vez de Reiji, en su asiento se encontraba una chica de cabello negro y con ojos rojos como el mismo infierno miraba a Subaru como si fuese el único vaso de agua en el desierto.
Cuando Subaru sintió su presencia en la sala alzó la cabeza como quien ve la luz por primera vez. Ella le correspondió con una sonrisa algo nerviosa.
— ¡S-supongo que no necesitaremos los platos! —agregó rápidamente para salir de allí cuanto antes.
Se encerró en la cocina y, cuando los platos estuvieron en la mesa y no en sus manos temblorosas pudo pensar ¿Por qué se fue de esa manera?
La conversación pareció animarse y unas voces se alzaron por un momento. Fue en ese momento cuando abrieron la puerta y su concentración se fue el caño. La chica de hace rato estaba allí, con unos lentes muy familiares y mordiéndose el labio. Parecía que había ido para saludarla, o para tomar algo de la cocina. Quien sabe, pensó Yui.
— Hola —dijo la joven con voz aterciopelada.
Yui se sonrojó, nerviosa otra vez ¿Quién era esa chica tan agraciada? "Como sea, ella es una invitada y necesita una buena hospitalidad".
— ¡Hola! —instantáneamente la sonrisa de Yui se deja ver—. Soy Yui, Yui Komori —Esperando a que la otra hable dejó otra sonrisa volar por el aire, sin embargo esta parecía pensar en algo—. ¿Y tú eres…?
Esa pregunta pareció sacarla de sus pensamientos. Abrió sus ojos rojos como la sangre y la observó, entre sorprendida y preocupada.
— Lo siento. Mi nombre es Rei —la chica parecía dudar de sus propias palabras—. Kozakura… Rei.
— ¿Por qué tan nerviosa, Yui? —La voz fantasmal de Subaru al aparecerse de la nada casi hace morir del susto a Yui, que pegó un gritito escandaloso—. Agh, calla, me dañas los oídos… ¿Podemos ir a la mesa antes de morir de hambre? De alguna manera pude hacer que esas bestias nos esperen.
Las dos se miraron, como si no entendieran absolutamente nada de lo que Subaru murmuraba, pero asintieron al unísono. Por suerte para la humana, el tiempo pasó rápido mientras Subaru le hablaba a todos sus hermanos. No dejaba de preguntarse en donde estaba Reiji.
Cuando Subaru dijo que ella era pariente, los demás la volvieron a mirar como si fuese un bicho raro. Los trillizos alzaron la ceja a la vez y se escuchó a la chica tragar de forma nerviosa, frunciendo el ceño.
—… ¿Prima? —Ayato dio unas carcajadas ausentes, mirando entre la nada y a "Rei" —. No jodas, Subaru.
— Nunca oí nada acerca de una mujer en nuestra estirpe que no sean las esposas de ese sujeto —murmuró Kanato, aferrándose más a Teddy—. Todos son hombres.
Subaru se tapó la cara con las manos. Parecía exhausto y eso nadie lo negaba. Laito fue el único que no habló durante toda la escena, algo extraño en él. Aligeraba el ambiente la sonrisa pícara que siempre adornaba sus labios, al menos una señal para advertir que todo seguía como siempre. Los demás lo dejaron así, como si el mayor de los trillizos no quisiera hablar y ya ¿para qué iban a darle tantas vueltas?
— Tenemos familiares lejanos que existen por más que no los veamos, Kanato —reprendió Subaru y su hermano mayor puso los ojos en blanco—. Rei necesitará hospitalidad de ahora en adelante ya que la mayoría de nuestra familia siente resentimiento hacia ella.
— ¿Por qué? —inquirió Ayato.
Y ahí Subaru no contestó ¿se habría quedado sin ideas? Rei lo miró con un movimiento rápido de cabeza y con un sutil movimiento se echó los cabellos atrás.
— Mi… mi padre tuvo muchos problemas con los territorios del norte —habló con voz tan suave, Yui la miraba impresionada—. Ningún miembro de mi familia es bienvenido en las tierras cercanas a mi hogar…
Su voz fue bajando hasta quedarse en silencio. Los demás asintieron a su vez.
La única que no parecía querer terminar con la conversación era la curiosa humana de ojos rosados. Miraba a la invitada con fascinación, por su belleza y su forma de hablar.
¿Prima? ¿Ellos tenían primos y esas cosas? Yui se quedó mirando hacia la nada mientras comían y Subaru les explicaba todo eso a sus hermanos. Escuchó que se iba a quedar unos días en la casa, también que probablemente asistiría al colegio con ellos. "Es solo temporal hasta que puedan reparar el lugar donde ella reside" soltó Subaru. En su estadía en la mansión Sakamaki jamás mencionaron parientes lejanos, o al menos que ella haya escuchado. (Oh, bueno, tampoco era que a ella le cuenten de esas cosas. Quizás podría preguntarle a Reiji cuando vuelva a la mansión).
Sin embargo, la chica le caía bien. Parecía que se sentía muy incómoda entre tantos chicos que la miraban como si fuese la manzana prohibida. De alguna manera sintió gran empatía. ¡Le hablaría después del almuerzo!
Escucha, idiota, tienes una mujer en la mansión. Por fin podrás descontrolar tu lado femenino por todos lados.
La voz de su consciencia hizo que algo en su cerebro haga clic.
Yui sonrió con verdadera alegría y todos los demás la observaron como si tuvieses problemas mentales graves (Ayato y Kanato ya se esperaban que su mente se fuera a la verga, pero los demás estaban sorprendidos)
— ¡Rei-chan, vamos a tener una noche de chicas!
La pequeña humana comenzó a dar grititos y saltitos en su asiento, mientras los demás solo miraban. Reiji y Subaru tuvieron que contener un grito de terror.
Bueno, más Reiji.
—Que Dios nos ampare… —murmuraron los dos al mismo tiempo.
Shu se dirigió a la cocina. Se había saltado la cena solo para no ver la cara de lelo de Reiji por una vez en la noche, pero al enterarse que se había ausentado lamentó demasiado perderse la pizza, y su estómago también.
Pero algo no andaba bien (quitando el hambre que sentía). Había un extraño efluvio en el aire, no era de sus hermanos ni tampoco de Yui… ni de los losers de los Mukami… ALGO ANDABA MAL.
Ah, cierto que le valía madres.
Siguió caminando con pasito lento, escuchando The Neighbourhood a todo lo que da hasta que estuvo frente a las puertas de la cocina. Oh si, esta noche se comería todo lo que haya en la heladera y luego culparía a Ayato. Era lo bueno de ser el hermano mayor.
Pero antes de tomar el pomo de la puerta, alguien más la abrió por él.
Lo que se encontraron sus ojos fue más un espejismo que la realidad.
Parecía un ángel con ese camisón blanco, los cabellos sueltos descansar en sus hombros y los pies descalzos. Sus ojos azules se conectaron con esos ojos carmesí, tan grandes y hermosos como joyas. El efluvio tan extraño y familiar manaba de ella, de aquel arte llamado persona.
— Eh… Buenas noches —el arte parecía incomoda, Shu apenas podía hablar. Pero ella levantó su mano en señal de saludo, también haciendo una pequeña reverencia (aunque al hacerlo… ¿vio en su mirada un poco de repulsión? A la verga) —. Usted… usted debe de ser Shu-san… Soy Rei, Kozakura Rei.
Y luego le dedicó una pequeña sonrisita.
Shu pensó que era la persona más hermosa del mundo.
Oh, pero no sabría qué decir. Santos infiernos… ¿Qué se le dice a alguien tan hermosa y que aparecía en esas fachas, como si fuese alguien celestial? Por su aroma se sabía que era una vampiresa, pero hasta ahí la conocía. ¿Acaso ella era una invitada?
DIOS, LO QUE UNO SE PERDÍA POR NO QUERER VER A REIJI.
Se quedaron mirando un buen rato. Shu solo podía verla con ojos bien abiertos y Rei parecía impacientarse. Al Sakamaki le faltaba abrir la boca como un pez para parecer un real tarado, o eso decía él. Pero no lo podía evitar, el pobre.
— Este… yo… me iré a mi habitación.
Despacito se deslizó por el lado derecho de Shu para irse por el pasillo casi corriendo. Dejó solo al vampiro que, tras su partida, casi cae al suelo de la impresión.
Demonios ¿Quién carajos era esa belleza?
¡Continuará!
POR FAVOR NO ME MATEN, TENGAN PIEDAD.
Ahre.
Perdón por haber desaparecido y dejar de actualizar, sé que hice mal y lo lamento. Y me estoy disculpando mucho porque yo también me enojo cuando mi autor favorito o el que estoy siguiendo en la actualidad no actualiza rapido, y eso es hipocresía :c
Igual estoy actualizando despacito, pasito a pasito(?) para ustedes. Pronto voy a tener todo bien actualizado y van a ver como les cierro la boca a los que habían dicho que había abandonado :v
CHUPENSE ESA, HATERS
Ahrex2
¡Ojala les haya gustado el cap! Vieron el desvergue a lo ultimo? esto se va a poner feo :v
¡Bye bye!
By: Shelikernr