Disclaimer: Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi.

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Antes de que Inuyasha me saltara encima, quite la estola de alrededor de Kagome y corrí a la mujer hacia la izquierda, a salvo de la furia del hibrido.

—¡Garras de acero! -pronuncio Inuyasha y vino por mí.

Yo estaba hastiado de él. Tenía un buen momento con mi compañera, por fin la hallaba y ella me reconocía... y este idiota hibrido venia con sus ataques de ira.

Antes de que me atacara de nuevo, saque mi látigo venenoso y lo tire contra él, dándole en sus pies.

El lanzo una maldición y cayó al suelo.

—Perdiste, Inuyasha, es hora de que veas a tu madre.

En su mirada había odio y resignación, pero antes de poder lanzar mi ataque final, la voz de Kagome me detuvo.

—No, no, no -moví un poco la cabeza para mirarla y eso mismo hizo Inuyasha. -No puedes matarlo.

En mi mirada seguramente pudo ver mi interrogante de "¿Por qué no mataría a este animal?"

—El es una buena persona, Sesshomaru, no puedes matarlo.

—Vete de aquí, Kagome -pronuncio Inuyasha, quien estaba luchando por ponerse de pie.

Me gire hacia él y Yako le lanzo un gruñido, no nos gustaba ni un ápice que ese ser inferior le hablara asi a nuestra compañera, como así tampoco nos gustaba que ella defendiera al medio demonio.

—No me ire hasta que se calmen. Tal vez sean demonios -solté un bufido, Inuyasha no era más que un hayou, compararlo con un demonio era un insulto a la especie. —¡No bufes, Sesshomaru! -un gruñido involuntario salió de mi garganta, era instintivo y el que me tratara así moriría lentamente, mas jamás le haría daño a mi compañera. Ella era todo lo que tenía.

Mire a los ojos a la mujer y vi en ellos el desafío... y me gusto, me gusto ver fuego en sus iris, lista para pelear por lo que consideraba correcto. Y por más que odiara al idiota de Inuyasha, quede prendado en mi compañera una vez más, eso sí, siempre manteniendo mi estoica actitud.

—Nos vamos —dije fríamente y empecé a caminar, mas me detuve al ver que Kagome no me seguía.

Me gire hacia ella y la cuestione con la mirada.

—No puedo irme, Sesshomaru, de verdad no puedo. Hay un demonio acechando y me pidieron que me quedara.

La furia se hizo evidente en mi rostro. Los malditos humanos la iban a usar como cebo, estaba seguro de eso y antes muerto que permitirlo.

—No. Y es mi última palabra, Kagome. O vas conmigo dócilmente o te llevo a la fuerza.

Mientras mi compañera me miraba de forma incrédula, el rostro de Inuyasha mostraba confusión, mas a los pocos segundos se recupero.

—¿Estás loco, Sesshomaru? ¿El castillo del Oeste? Además... ¿desde cuándo llamas a un humano por su nombre y dices oraciones tan largas? —dijo con un deje burlón el idiota de Inuyasha.

—Kagome —la llamé y ella miro las dos esferas doradas que eran mis ojos.

—Debo ayudar, Sesshomaru...

—Bien -el alivio fue evidente en sus facciones, mas le duro poco con mis proximas palabras. -—Te advertí que irias conmigo por las buenas o las malas.

—¡No! —gritó Kagome cuando la sujete con mi estola y nos puse en el aire. Ella se calló y se sujetaba fuerte como si creyera que yo dejaría que se lastimara.

Abajo de nosotros oía los reclamos de Inuyasha que corría en la tierra persiguiéndonos. Me eleve más alto y lo perdí.

A los minutos divise el castillo del Oeste, el lugar que Kagome había hecho mágico.

Sonreí a medias.

Por fin ella volvería a ser mía.

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Damas, aunque no lo crean este es el capitulo final. Fue un placer escribir esta historia para ustedes.

Tratare de subir algunas escenas sobre la vida de su futuro.

Gracias por todo.

Un cordial saludo. Sayonara, adios.