Cap 7.
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El sol aún desprendía su típico tono anaranjado de las mañanas, el primer rayo de luz se atrevió a pasar entre aquel par de ventanas semiabiertas iluminando tímidamente una pequeña habitación. En medio de esas cuatro blancas paredes, destacaba la figura de una joven con el símbolo de los Uchiha a su espalda. Ni tan siquiera se había percatado de la entrada de luz, su mirada estaba fija en un libro, sus manos jugaban con un bolígrafo, "Heridas de primer grado" marcaba al principio de la hoja. Su concentración parecía llegar al punto máximo, hasta que varios golpes en la puerta la hicieron despegar rápidamente su nariz del libro.
— Sarada, ven un momento preguntan por ti.
La voz de su madre le hizo volver en sí, por primera vez en aquel día, se separó de su zona de estudio, del cual no se había apartado desde primera hora de la mañana.
Era bastante inusual que alguien fuera a casa de los Uchiha a preguntar por Sarada, quitando de cuando todavía iba a la academia y faltaba, en ese caso siempre se acercaba algún compañero a traerle la tarea.
Al salir de la habitación pudo ver a su madre en frente de su puerta con una media sonrisa en su rostro que trataba de ocultar.
— ¿Quién es?
La pelirosa solo se limitó a señalarle levemente con el dedo la puerta principal. Sarada desvió la mirada en aquella dirección y pudo observar como Boruto lucia de pie con su típica vestimenta de siempre con la mirada perdida, probablemente, en una de las plantas de la entrada, o quién sabe dónde.
¿Boruto?
Era la primera vez que se presentaba en su casa de esas formas, al menos sin avisarle antes. Y no le hacía nada de gracia pausar su estudio en estos momentos.
Apretó los nudillos dando fuertes pasos llamando la atención de este que pareció despertar de un trance. Él levantó unos cuantos de sus dedos como en una especie de saludo, a su vez que daba a relucir uno de sus colmillos en una leve sonrisa pícara, la cual se hacía más y más grande a cada paso que daba esta.
—Se puede saber qué haces aquí est... ¡Eh!
En un movimiento rápido, el rubio la agarró del antebrazo y tiró con fuerza prácticamente arrastrándola fuera de la casa hasta acabar detrás de unos arbustos que quedaban a unos metros más adelante de la casa.
— ¿¡Pero que te ocurre!? — gritó ella con los ojos en llamas.
Sin dejarla seguir protestando, sus manos rodearon su diminuto rostro callando su molesta boca en un profundo beso que pilló por sorpresa a la chica. Un beso que se alargó por varios segundos, hasta que el rubio se separó levemente apenas unos centímetros.
— ¿Acaso no puedo venir a ver a mi novia? — dijo con una sonrisa maliciosa pronunciando lentamente aquellas últimas palabras lo cual provocó un sonrojo aún más latente en la pelinegra. Los ojos de esta parecían temblar, el contacto visual se le hacía a cada segundo más difícil de mantenerlo, la mirada felina de él le resultaba terriblemente penetrante.
Y es que hacía ya un año desde que iniciaron una relación estable, sin embargo, por extraño que parezca, nadie, absolutamente nadie en la aldea sabía de esto. Por ello, la palabra "novia" a Sarada se le hacía bastante extraña de escuchar, la mayor parte del tiempo no se sentía como que estuvieran saliendo, entre las prácticas de ella y las continuas misiones de él no se veían muy de continuo. Debido a esto, alargaron el tema de decírselo a sus familiares y amigos, hasta el punto de llegar al año, y todo continua de la misma forma.
—P-Pero... mi madre est... — tartamudeaba con las manos en sus labios todavia exhausta.
Estaba claro que algún día su madre tendría que saberlo, pero lo último que queria es que se enterara de esta forma. Y por primera vez, daba gracias de que su padre no estuviera en la aldea, no quería ni imaginarse el hecho de que les encontrara de esta forma, quien sabe lo que Sasuke sería capaz de hacerle al rubio.
— Shh — susurró — Aquí no nos puede ver ¿Acaso te crees que no lo he pensado? — Volvió a ponerse en su típica pose triunfante.
El joven pudo observar como apartaba la mirada aturdida, mentiría si dijera que aquella imagen no le resultaba adorable. Cada gesto de ella, cada pequeño rubor, sus largas pestañas, sus oscuros ojos, todo en ella le tenía completamente fascinado. Verle tan poco le ponía enfermo. Por un instante rezó para congelar este momento para siempre. No necesitaba a nada ni a nadie más que a ella.
Un ligero rubor comenzaba a aparecer en las mejillas de él. El chico comenzaba a ponerse en situación, había actuado casi sin pensar pero estaba empezando a reaccionar a todo lo que acababa de hacer, haciéndose presente en él una extraña inquietud.
En un leve y suave movimiento de manos agarró con timidez la menuda de ella. Era mediados de otoño pero estaban tan calientes que casi las notaba arder. Sus grandes dedos se entrelazaron entre los de ella, quien pareció apretar con fuerza, lo cual provocó una cálida sonrisa en él.
Respiró hondo y suspiró.
—La verdad... es que quería verte — Las sinceras palabras del chico la golpearon con fuerza. Que Boruto se sincerara tanto y sacara su lado más afectuoso era completamente nuevo para ella.
A la joven le quemaban las mejillas y sus ojos continuaban observando el suelo, como si fuera lo más interesante del mundo.
— Y yo... — soltó la chica en un leve suspiro apenas inaudible.
El chico sintió como el tiempo se paraba a la par que su respiración.
— ¿Qué has dicho? — pregunto serio con cierto estupor en su mirada.
Ella abrió los ojos en un acto de sorpresa e inquietud desprendiéndose de sus manos en un acto reflejo.
— ¡No he dicho nada!
—Sí que lo has hecho. — Una pequeña y leve sonrisa comenzaba a formarse en su rostro.
— ¡Te digo yo que no! Además tengo que seguir estudiando, estoy perdiendo el tiempo. — Soltó a la vez que daba media vuelta emprendiendo camino a su casa.
No dio ni dos pasos cuando sintió unos brazos rodeándola por la espalda, siendo atada por completo.
Inconscientemente levantó la cabeza para dar con su mirada. La cabeza de él se asomaba por encima de la suya, observándola con aquellos grandes orbes azules a los cuales aún no estaba acostumbrada a verlos tan de cerca. Era alto. Más de lo que pensaba. Sin duda, durante este año había aumentado en altura más de lo esperado. Podía apostarse lo que fuera a que era incluso de la misma estatura que su padre. Además, no podía negarlo, olía increíblemente bien. Desprendía un dulce olor a flores de vainilla que hacía que su estómago temblara de una forma extraña.
—No hace falta que te pongas así — susurró él con su calmada voz.
Ella bajó el rostro volviendo a evadir su mirada por décima vez en aquel corto periodo de tiempo.
Tras un par de segundos reflexionando, ella se zafó de sus brazos, cogió airé y suspiró tratando de estar lo más seria posible.
— ¿Me vas a decir realmente para que has venido? —Preguntó arqueando una ceja.
Empezaba a notar que detrás de sus palabras había algo más que una simple visita.
— Valeee valeee — soltó a desgana poniendo los ojos en blanco. Él también intuía cuando sus bromas ya no podían ir más allá — A las cinco tenemos que ir al despacho del Hokage. Probablemente a nuestro equipo se le habrá asignado alguna misión.
Sarada se quedó inmóvil durante unos segundos con los ojos como platos.
— ¿Ya está? ¿Solo eso? — Maldecía al tiempo que se cubría el rostro con las manos a modo de desesperación — ¿Me has hecho interrumpir mis estudios solo para eso? Podías haberme llamado —
Tras sus palabras se formó un extraño silencio, por la irritación del momento no se había dado cuenta, pero parece ser que el rubio no había estado escuchando nada de lo que le decía, hacía ya un largo rato que había comenzado a caminar calle abajo.
— ¿Dónde vas?
—A avisar a Mitsuki — dijo al aire antes de frenar en seco y girar sobre sí — ¿Acaso quieres qué me quede contigo un poco más?
La sonrisa burlona desquició de los nervios a la joven que entró a casa sin dar ni una sola contestación.
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Finalmente, el sensei Konohamaru fue el último en llegar al despacho. Estando así ya los cuatro integrantes del equipo reunidos, esperaron las palabras del Hokage.
Como Boruto dijo, al equipo de Konohamaru se le habia encargado una mision de rango B. Por lo que explicaba Naruto, la misión consistia en traer de vuelta un importante pergamino que perteneció al segundo Hokage.
—Aquí tenéis todos los datos — dijo acercando un par de hojas a Konohamaru — Varios miembros ANBU nos han comentado que hay indicios de que se encuentre a las afueras de Konoha, en una antigua guarida de los Akatsuki. Si el pergamino llega a ser utilizado puede ser bastante peligroso, se dice que-
— ¿Y por qué no le asignas la misión a un equipo ANBU?
Los tres restantes shinobis mataron con la mirada al joven Uzumaki, quien no sintió haber hecho nada malo y muy seguro de sus palabras. Sin embargo, el interrumpir al Hokage era una grave falta de respeto.
—Tiene razón — soltó reacomodándose en su silla — Podría asignárselo a un equipo ANBU, pero hay un pequeño problema. — agarró aire para luego continuar —No sabemos dónde se encuentra el lugar con exactitud.
Konohamaru desconcertado observó rápidamente los documentos que Naruto le acababa de entregar. Repasó arriba y abajo las hojas hasta encontrar la palabra ''Localización'' y a su lado un ''desconocida'' remarcado en rojo.
— ¿Entonces...?
—Como bien sabréis Sarada y Sasuke son los únicos portadores del sharingan en la aldea. Podría habérselo encargado a Sasuke pero no se encuentra en Konoha y contactar con él supondría un malgasto de tiempo muy valioso para esta misión. Por lo tanto el equipo Konohamaru resulta la mejor opción.
— ¿Entonces crees que la guarida está bajo un gentujsu que impide que podamos verlo? — Preguntó Konohamaru.
—Exacto.
—Y el sharingan de Sarada nos ayudaría encontrarlo.
El Hokage volvió a asentir mientras continuaba. La conversación se extendió quince minutos más hasta que el rubio dio por concluida la charla.
Uno a uno fueron saliendo del despacho hasta que Naruto llamó la atención de la joven shinobi.
—Sarada espera un momento.
Naruto esperó a que todos salieran de la habitación. Boruto giró el rostro instintivamente percatándose del hecho de que esta se quedaba atrás, cerró la puerta lentamente fijando su mirada en su padre, quien continuaba leyendo un par de hojas.
Al escuchar un 'clack' en la puerta, Naruto se levantó con cuidado de su silla acercándose a una pila de medio metro de folios que quedaba en una de las esquinas de su escritorio y agarró una carpeta de color marrón claro que lucía arriba del todo. Del mismo modo, volvió a sentarse y comenzó a observar detenidamente aquellos documentos que se encontraban dentro de dicha carpeta.
Pasó la mirada sobre las hojas, Sarada pudo observar en él unos ojos hundidos, probablemente provocado por el cansancio acumulado, un cansancio que hace escasos minutos no parecía no haber reconocido en su mirada, y que probablemente había estado ocultando.
La joven continuaba de pie esperando alguna palabra por parte de él quien seguía repasando con cautela cada una de las hojas. Sus orbes se movían lentamente de lado a lado, de vez en cuando entrecerraba los ojos para volver a abrirlos al ver algo que por lo visto le llamaba la atención. Cada uno de estos movimientos ponía más nerviosa a Sarada que empezaba a preguntarse que estaría tramando realmente el Hokage.
— Para serte sincero, — dijo sin apartar la vista de aquella hoja provocando un pequeño brinco en ella — estamos bastante impresionados.
Sarada se tensó aún más tragando saliva en un acto reflejo.
— ¿Impresionados? — soltó sin darse cuenta con la voz temblorosa.
Tras varios segundos releyendo las hojas, Naruto finalmente alzó la vista observándola con inocencia. Por un instante creyó ver la figura de Sakura y Sasuke enfrente de él, sin duda era la viva imagen de sus padres, poseía la astucia de su padre y la inteligencia de su madre, varios recuerdos del equipo 7 pasaron rápidamente delante de él a la vez que soltaba un leve bufido para dejarlo ir y centrarse en lo que realmente importaba ahora.
—Así es — comenzó— Tsunade me ha ido informando sobre tus progresos prácticamente desde que comenzaste. — Volvió a cerrar la carpeta para dejarla encima de la mesa.
Sarada tuvo un impulso de querer preguntarle a que se debía ese interés en ella, pero aquellas palabras no fueron más allá de su cabeza y continuó escuchando atenta.
—Has progresado muy rápidamente en apenas año y medio, además el que hayas comenzado tus estudios del Ninjutsu médico es una gran noticia.
Sin dejar la conversación de lado y bajo la atenta mirada de la joven, fue levantándose con cierta lentitud de la silla haciendo que la esta tuviera que levantar la mirada hacia él.
—Últimamente en la aldea escaseamos de ninjas médicos, no es un problema grave ya que Sunagakure nos presta varios de los suyos. Sin embargo, es una gran alegría que todavía tengamos un buen futuro médico entre nuestros shinobis. — soltó dejado ver una amplia sonrisa en su rostro.
Ahora la que estaba sorprendía era ella, la escasez de ninjas médicos en la aldea era algo que desconocía. Ahora mismo en su cabeza se estaban creando un cúmulo de preguntas y dudas, pero no habia tiempo para divagar.
—Solo quería que supieras que estás haciendo un gran trabajo, y que tienes todo mi apoyo. — dijo posando su mano sobre el hombro de ella. —Dejando de lado eso, esta no será una misión fácil. Por lo tanto, como ninja médico que eres, te encargo que protejas al máximo al equipo.
Ella asintió con firmeza.
No sabría muy bien como describirlo, pero antes, cuando los viajes de Sasuke se alargaban hasta varios meses, el Séptimo suplía a Sasuke como referencia paternal de la joven, él llenaba aquel vacío que su padre le dejaba. El hecho de que Boruto no apreciara el tener su padre en la aldea le frustraba. Aquello era lo que siempre había deseado. Sin embargo, ella y el Hokage tampoco es que hayan entablado muchas conversaciones, pero las pocas veces que lo hacían, sentía una gran calidez, alguien con quien poder confiar. Lo admiraba en todas sus facetas, tanto por su fuerza, como por su valentía y coraje. Hasta el punto de llegar a ser actualmente un gran referente, en todos los sentidos, para ella.
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Un grito de desesperación se escuchó desde prácticamente toda la aldea, el sensei Sarutobi se removia el cabello angustiado e inquieto.
— Seguro que se ha dormido, vayámonos sin él — soltó impasible Mitsuki.
— ¡No podemos salir de la aldea si no estamos todos! — Konohamaru se movía en círculos nervioso. Hacia media hora que deberían haber salido de la aldea. Si no estaban los cuatro no les permitían salir.
— Voy a ir a buscarlo — dijo Sarada colocandose su mochila tratando de calmar sus nervios.
— ¡No, está demasiado lejos!
—Pero...
Cuando menos lo esperaban, escucharon un ¡Ey! a lo lejos provocando que los tres se giraran simultáneamente.
El rubio se acercó a ellos a un paso rápido, tenía el cabello desaliñado, y la chaqueta mal colocada. Probablemente haría menos de cinco minutos que se había despertado.
—Gomeen, anoche me quedé jugando con Shikadai hasta tarde y hoy no había quien me levantara. — Contaba como si la cosa no fuera con él. — Es lo que pasa cuando sacan un nuevo videojue- ¡Auch! — La pelinegra acababa de concentrar toda su rabia en la cabeza de este a traves de un terrible y sonoro golpe.
— ¿¡Pero a ti que te pasa ¡?, Esta misión es muy importante y lo único que te importa es ese estúpido videojuego.
—Au... — el joven se quejaba aún desde el suelo, lugar donde había acabado por el fuerte impacto de ella. — Si solo es encontrar un pergamino, he tenido misiones más complicadas.
— ¿Solo? — Sarada hizo crujir sus nudillos, la furia e ira que acaba de desprender tornaban con más fuerza.
Antes de que volviera a hacer un movimiento que hiciera peligrar la salud del rubio, Konohamaru se interpuso entre los dos tratando de calmar los nervios. Lo último que quería era que malgastaran energías antes de hora.
— Sarada tiene razón, estamos ante una misión muy importante, y además no es un objeto cualquiera, se trata de un pergamino del segundo Hokage.
Konohamaru giró los ojos al peli azul recriminándole con la mirada algo de ayuda, más en la del joven solo encontró diversión.
— Vale, vale, tienes razón — dijo a desgana levantandose del suelo, realmente le seguía importando más bien poco, pero no quería empeorar las cosas.
El sensei Sarutobi observaba a sus alumnos algo más calmado pero con la preocupación aún latente en él, y no era para menos. Sarada echando humo y soltando múltiples palabras malsonantes hacia sus dos compañeros, quienes se habían envuelto en una repentina riña. Mitsuki parecía seguir disfrutando de la situación, provocando al Rubio, algo que por el contrario no hacía nada de gracia a este, quien le devolvía las bromas con más fuerza. Konohamaru comenzaba a replantearse seriamente si era buena idea realizar la misión.
Y es que había pasado cierto tiempo desde la última misión que tuvieron como equipo, sin embargo la relación entre sus alumnos no parecía haber cambiado en absoluto desde entonces.
Ah... ¿Estaré siendo un buen sensei... ojiisan?
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Fin Cap 2.
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Espero que os haya gustado este nuevo capítulo, como siempre, los reviews, favs y follows son bienvenidos, nos leemos en el siguiente ^^
ojisan: abuelo (Konohamaru hace referencia a su abuelo, el tercer Hokage)