Disclaimer: Naruto y todos sus personajes son propiedad de Mashahi Kishimoto.
…
Entre el barullo de la ciudad de la moderna Konoha, como muchas otras personas, se encontraban dos chicas paseando.
Una era risueña, y derrochaba simpatía y alegría tras de sí a su vez que iba conversando con la chica de las lentes. La otra, un poco más seria, como cierto ninja que tenía más detractores que admiradores, pero era ese aire misterioso lo que traía de cabeza a más de uno.
—Ahh… —suspiró la morena—. ¡Quiero ir al ichiraku!
—Chouchou —dijo la pelinegra girando los ojos—. Acabas de comerte cinco raciones de costilla de cerdo.
— ¡Ya lo sé Sarada!, ¿Pero tú has visto que raciones más pequeñas servían? —Rebufó indignada.
—Pues yo estoy bastante llena y solo he comido una ración –. mencionó colocándose las manos en la tripa y una gran sonrisa a modo de burla.
—No…si ya veo —dijo mirándola de arriba abajo sin reparo alguno —. ¿Cómo no te vas a llenar?
Las dos chicas empezaron a reír y siguieron su tranquila caminata.
Habían pasado dos años desde los exámenes chunin. La generación de Sarada, Chouchou y compañía había cumplido ya los 17 años y se dirigían hacia la mayoría de edad sin problemas. Las misiones escaseaban, ya que desde la última Cuarta Guerra Shinobi el ambiente entre las aldeas era más pacífico. Pero siempre había algún que otro altercado.
Había una gran bonanza económica pues los aldeanos se dedicaban mayoritariamente al comercio y el negocio. Se podría decir que era una generación afortunada y que no viviría las atrocidades de otras.
Mientras en la aldea, pasaban los minutos y las horas llegando a desaparecer los últimos rayos de sol, y dando paso a las primeras estrellas, en una ciudad que parecía que no quería dormir.
Las muchachas sacaron distintos temas de conversación para hacer más entretenido el paseo, cuando de repente a Chouchou se le ocurrió empezar a hablar de un tema que había tenido antes en casa.
— ¿Sabes? —empezó la morena—. Mis padres me han empezado a dar la charla.
La pelinegra giró la cara hacia su amiga con las cejas en modo interrogación.
— ¿Charla? ¿Qué es eso? — Dijo estupefacta. No entendía a qué se refería.
La chica de tez morena se quedó unos segundos mirando la inocente cara de su acompañante.
—Madre mía... —Empezó a reír —. Una de dos Sarada, o eres muy buena haciéndote la graciosa—río aún más fuerte—. o eres demasiado inocente.
Sarada molesta por el comportamiento de esta no dijo nada y se limitó a seguir su camino y dejarla tras de sí. Cuando Chouchou quiso darse cuenta ya había avanzado varios metros delante de ella.
— ¡Eh, Sarada…! —gritaba intentando recomponerse y ponerse a su paso—. A ver, espera...
La pelinegra paró y se giró delante de ella cruzándose de brazos algo molesta, esperando a que le explicará el significado de aquella desconocida y nueva palabra que acababa de escuchar.
—Creo que no me he explicado correctamente. —Intentaba mantener la compostura tras la carrera que había dado.- A lo que me refería era a la charla sexual, en la que suelen explicarte tus padres o familiares todo lo relacionado con el coito, los métodos anticonceptivos…
Chouchou seguía hablando sin parar, empezando a coger más velocidad. Sarada notó como su cara empezaba a ponerse roja hasta no poder más.
— ¡Vale! —.alzó un poco la voz haciendo llamar la atención incluso de algún viandante que pasaba cerca.- Creo… que ya lo he entendido—. Dio media vuelta intentando calmarse y empezó a caminar, su compañera le siguió el paso. Esto no era nada nuevo, era su amiga desde hace mucho y ya sabía que su comportamiento era un tanto especial.
Siendo sinceros, le incomodaba hablar de algunos temas. Si algún día escribía una lista de temas que le resultaban incómodos para hablar, los temas sexuales ocuparía el primer puesto.
Aún recuerda como ligeramente les explicaban en la Academia como se formaba un bebé, ella se enrojeció al oír la explicación de cómo empezaba el coito entre un hombre y una mujer, en ese entonces se quedó quieta como una estatua intentando pasar desapercibida de la clase y a su vez evitar alguna pregunta del sensei. Su amiga, por su parte, no paraba de hacer preguntas al maestro, con una sonrisa de oreja a oreja y una efusividad digna de admirar, en ese aspecto las dos amigas eran muy diferentes.
—Creo que ya nos lo explicaron bastante bien en la Academia.— soltó de repente Sarada venciendo a su orgullo siendo la primera en cortar el silencio.— No veo la necesidad de que mi madre me tenga que explicar nada, por otra parte …mi padre está ayudando a Boruto en su entrenamiento del chidori.
Sarada no pudo evitar sentirse un poco extraña al nombrar a su padre.
Sasuke había dejado apartado su viaje hace un tiempo debido a la insistencia de Sakura y Naruto para que pasara algo de tiempo en la villa y descansar un poco, pero ahora pasaba más tiempo entrenando a Boruto que en casa. Sin embargo, ya estaba acostumbrada a su ausencia, así que no le daba mucha importancia.
—Es lo que tiene ser el Sensei de Boruto, ¿No crees?— agregó la morena—. Tengo entendido que también es gran amigo del 7º, así que estará haciéndole una especie de favor.
—Sí, supongo que sí… — La pelinegra seguía absorta en sus pensamientos.
Es verdad que había días que se ausentaba mucho, pero por otra parte admiraba como a nadie a su padre, conocía su historia de primera mano gracias a su madre y por todo lo que ha tenido que pasar. Al fin y al cabo eran una familia sin secretismos.
La morena notó enseguida como la nostalgia y la tristeza empezaba a invadir a Sarada.
— ¡Venga, no pongas esa cara te invitare a unos tallarines! —. le dijo agarrándole del cuello.
— ¡Ay, Chouchou, para, para, me haces daño! — soltó intentando zafarse de su amiga.
En un acto de desprenderse chocó contra un viandante que pasaba por su camino, el impacto resulto tan fuerte que se le cayeron sus gafas en el acto.
—Ah... Disculpe — Dijo mientras buscaba sus llamativas lentes. — Eh, Chouchou ayúdame a buscar mis gafas — replicaba torpemente buscando ahora a su compañera o al menos una silueta que pareciera ella debido a la agravada miopía, sin embargo, no se dio cuenta se había desplazado del lugar del infortunio.
Forzando un poco la vista, logró divisar una figura que parecía ser ella, ¿Estaba saludándose con el viandante con el que había tropezado? ¿Sería conocido suyo? Apartó la mirada dándose más prisa en buscar las lentes.
No pasaron ni dos segundos cuando topó con ellas, se las colocó como pudo y acto seguido se acercó al lugar donde se encontraba su compañera.
Al acercarse finalmente pudo claramente ver quién era el desafortunado.
— ¡Sarada, pensaba que te había perdido! — vociferó la morena con tal felicidad que se asemejaba a un cachorrito perdido al ver de vuelta a su dueño. —Mira a quien me he encontrado — Hizo un gesto con la mano señalando a su derecha.
Se trataba de su amigo y compañero de equipo Boruto Uzumaki.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, la pelinegra tuvo que alzar la vista para poder mantener contacto visual, así pues, la diferencia de altura se había hecho bastante notable desde hace ya un tiempo, llegando el muchacho a tener una estatura semejante a la de su padre, el Séptimo Hokage. Quien sabría cuánto podría llegar a medir dentro de un tiempo el joven.
Sarada por su parte media poco más de 1,60 m y parecía ser que su cuerpo no tenía intención de crecer más.
— ¡Ho…Hola, Sarada! — Tartamudeó un poco nervioso y sonrojado el muchacho. Hacía tiempo que no se veían debido al entrenamiento de este y encontrársela de repente le había sorprendido un poco.
Si el rubio había aumentado de altura con el paso del tiempo, la pelinegra había ganado en atractivo. Y es que desde hace poco, la joven había tenido más de un pretendiente que fue rechazado en el acto pues por el momento no entra en sus planes tener una relación seria con alguien, por no hablar de que lo ve una verdadera molestia.
—Eh, Hm, ¿Cómo estás? — Continuó torpemente Boruto.
—Bien, Chouchou y yo estábamos dando una vuelta por la aldea — Comentó con indiferencia la joven.
— ¡Sííí, pero antes de eso hemos ido a comer unas cotillas de cerdo y estaba bueníííisimo! – Comentaba con una efusividad y un increíble brillo en los ojos —Lo malo es que las raciones eran bastante pequeñas y caras. — Y rápidamente se deprimió.
—Ja, ja Chouchou…—rió ligeramente —. Veo que nunca cambiaras.
Repentinamente se hizo un silencio entre los tres jóvenes ninjas. La morena al ver a su compañera un poco apartada de la conversación, intentó conectarla un poco con el rubio.
— ¡Eh, Sarada! —agregó de golpe asustando a los aquí presentes —. Yo tengo que hacer unos recados, ¿Qué te parece si vas a cenar con Boruto al ichiraku?, Hace un rato me dijiste que tenías unas ganas increíbles de comer algo de ramen—. Le guiñó el ojo sin que este se diese cuenta.
El rubio se puso tensó al pensar que podría estar a solas con la pelinegra, aunque simplemente fuera por un corto periodo de tiempo.
— ¿Qué dices, si ya te he dicho hace un momento que estaba llena y no podía más, a parte ya debería estar yendo hacia casa, mi madre no quiere que llegue tarde.—Espetó Sarada con la misma frialdad que antes, pero algo cabreada pues ella no había dicho tal cosa.
Y sintió como algo dentro de él se hacía añicos. Si el rubio podía tener algún tipo de sentimiento amoroso hacia Sarada, estaba claro que no era mutuo.
—La verdad es que Sarada tiene razón, — comentó con la mayor naturalidad que pudo—. Es un poco tarde, y por mi parte estoy bastante cansado por el entrenamiento de hace un momento.
—Bueeeeno…— dijo con resentimiento Chouchou mirando a sus dos compañeros—. Que se le va hacer… ¡Pero Boruto! —Esto sobresaltó al chico de orbes azules—. No te olvides que le debes una cena en el ichiraku, esto no se queda aquí—. agregó mientras sonreía pícaramente y levantaba las cejas.
Sarada rodó los ojos un tanto molesta, ¿Qué pretendía conseguir? Sea lo que sea empezaba a molestarla un poco.
—Ah, eh, ¡Claro! — Pareciera que en cualquier momento reventaría de los nervios. — Siempre y cuando ella quiera, por supuesto… Bueno chicas, creo que va siendo hora de que me vaya, nos vemos — Le dedicó la última mirada hacia la chica de las lentes y se fue alejando a paso lento.
Cuando desapareció su silueta entre la multitud, Chouchou dejo de mover efusivamente los brazos, y giró repentinamente hacia su inexpresiva acompañante.
...
Fin. Cap 1