N.A: Tengo que extender una disculpa INMENSA a quienes siguieron este fic.
ElisaM2331, esta disculpa va especialmente para ti, mushasha de mi corazón. Justo cuando iba a empezar a escribir me llegó el correo de el fic que me prometiste y... Dios, estaba en la encrucijada de leerlo pero ya mismo, porque me moría por leerlo, y escribir... Pero me decidí a escribir, porque quiero que esto sea igualitario contigo, bb :'D Más notas para ti al final.
Este es el último capítulo. Gracias a todos por acompañarme.
Advierto que es más corto porque es la conclusión de todo este embrollo.
Disclaimer: Shingeki no Kyojin no me pertenece, el autor es Hajime Isayama. La obra musical es creación de Catherine Johnson, encargada del libreto.
CAPÍTULO OCTAVO
"I DO, I DO, I DO, I DO, I DO" [1]
Love me or leave me, make your choice but believe me
I love you
I do, I do, I do, I do, I do
I can't conceal it, don't you see, can't you feel it?
Don't you too?
I do, I do, I do, I do, I do.
(Ámame o déjame, haz tu elección, pero créeme
Te amo
Lo hago, lo hago, lo hago, lo hago, lo hago
No puedo ocultarlo, ¿no lo ves? ¿No puedes sentirlo?
¿Tú también?
Yo sí, yo sí, yo sí, yo sí, yo sí)
.
—¡¿Dónde rayos te habías metido?! ¡Mikasa estaba esperándote aún sentada sobre ese animal del demonio! —reclamó Hanji a Levi en cuanto este apareció frente a ella, algo agitado.
—Una piedra.
—¿Qué?
—Una piedra de mierda en el camino me estaba estorbando —respondió, y Hanji dedujo de inmediato que se trataba de cualquier cosa menos de una piedra—. ¿Dónde está Mikasa?
—En la puerta de la iglesia... Cuando llegamos, el animal se alborotó y casi la hace caer. Logramos controlarlo.
—Esto es lo que pasa por querer imitar las monerías de las películas —se quejó, acomodándose el nudo de la corbata y dejando a Hanji atrás para buscar a su hija.
Luego de esa conversación con Farlan no estaba precisamente tranquilo. Más bien, sentía que el cuerpo seguía temblándole. Pero no podía permitirse estar alterado, no en la ceremonia más importante en la vida de su hija. Su mente solo debía estar centrada en Mikasa y la boda, nada más.
Era más fácil decirlo que hacerlo.
—¿Dónde estabas? —inquirió Mikasa, perforándolo con la mirada. No era que estaba molesta por su demora, sino que, conociéndolo, algo serio debió ocurrir para que se retrase. Se sabía muy amada por él, después de todo.
—Un estorbo en el camino, eso es todo. ¿Lista?
Ella asintió, y Levi le extendió el brazo para que lo tome y por fin haga su entrada en la iglesia. Hanji dio aviso e inició la marcha nupcial.
Cuando Eren y Erwin, que ya se encontraban en el interior del recinto, oyeron que empezaba la música, volvieron sus rostros en dirección a la entrada, confundidos. Si Mikasa deseaba que la entreguen, ¿por qué no les había dicho nada? Según suponían, ella encargaría a alguien que les avise de su llegada, y entonces tomarían posición a su lado para hacer su entrada triunfal. No en vano estaban luciendo sus mejores trajes.
Eren, más impulsivo, se puso de pie en un brinco por la sorpresa, llamando la atención de todos los presentes, y no desprendió sus ojos de la muchacha mientras avanzaba hasta llegar a donde se hallaba Jean, su novio. Erwin por su parte permaneció sentado, pero sin cruzar las piernas, dispuesto a levantarse en cuanto sea necesario. Al menos todo tenía más sentido al ver a Levi junto a su pequeña.
—Así que finalmente se decidió por Levi... —refunfuñaba Eren, algo desilusionado. Ya se había hecho a la idea de ser el encargado de entregarla, y que no se haya cumplido su deseo le generaba cierto pesar—. Supongo que igual luego podremos pasar tiempo de padre e hija.
Cuando Mikasa estuvo frente al religioso, Jean tomó su mano con delicadeza, y Levi la dejó para que dé inicio la ceremonia. Tomó asiento en la primera fila, junto a Petra, que dejaba escapar unas pequeñas lágrimas, y Hanji, que mordía un pañuelo y casi pataleaba en un llanto dramático.
—Cierra la boca, maldita loca, lo estropeas todo —susurró Levi a su amiga, tirando del pañuelo para que lo suelte y le mire a los ojos.
—E-Es que... ¡Recuerdo cuando era pequeñita! Ahora está tan enorme que...
—Ya. Cállate. Yo debería estar así.
—¡Tú eres de palo!
—Hanji... —advirtió Levi, y Petra, que alcanzó a oír su discusión, colocó una de sus manos sobre el hombro de Hanji.
—Ya empieza. Escuchemos —pidió.
Precisamente antes de que el religioso diga sus primeras palabras, Farlan apareció en la iglesia, agachando la cabeza para no llamar la atención de los presentes. Sin más remedio, se ubicó al filo de la última de las butacas. Sin embargo, como no podía estar tranquilo, echaba miradas al frente en busca de Levi. No fue difícil de hallar, ya que, necesariamente, debía estar ubicado en la primera fila. En cuanto tuviera oportunidad, volvería a la carga. Claro que no había desistido. No lo haría luego de quedar confundido por esas palabras de Levi.
Le había dicho que lo mejor que pudo pasarle fue que se marche, y que en realidad estaba muchísimo mejor que cuando se conocieron, pero él no podía creerle. Más bien, no lo entendía: Levi se recluyó en el hotel, dedicó su vida entera al mantenimiento de este, según sabía, así que tan bien no estaba. Además, aún latía en su pecho la esperanza de que Levi le haya mentido y aún sienta algo por él.
Eren volvió a sentarse al reparar en las miradas de desaprobación que recibió. Lo que no le hizo mucha gracia fue que, a los pocos segundos, el religioso les pidió a todos ponerse de pie.
—Queridos amigos, ustedes han venido a esta Iglesia para que el Señor selle y fortalezca su amor en presencia del ministro de la Iglesia y de esta comunidad. Cristo bendice abundantemente este amor. Él los ha consagrado a ustedes en el bautismo y ahora los enriquece y los fortalece...
—¿Tanto para que solo digan que sí? —masculló Levi, harto de tanta palabrería, a sus ojos, innecesaria.
La ceremonia continuó, y con cada pregunta Levi se sentía más y más agotado. Incluso se cruzó de brazos, aguardando al momento en que, por fin, haga la pregunta definitiva. En su mente comenzaba a pulular la idea de que a Mikasa tampoco le agradaba que el asunto resulte ser tan prolongado.
Al fin, llegó el momento:
—Jean Kirchstein, ¿aceptas Mikasa Ackerman como tu esposa? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarla y respetarla todos los días de tu vida?
Él, que seguía algo dolido por lo que había ocurrido con Mikasa, sobre todo porque ella demostró que no confiaba lo suficiente en él al no atreverse a contarle sus problemas, además de tomar conciencia de cuán importante era ese compromiso, vaciló un momento, guardando silencio. En realidad, incluso estuvo a punto de no presentarse, porque, ciertamente, la discusión con Mikasa fue más que fuerte.
Levi reparó en su hija al percibir el silencio sepulcral que inundó el lugar, y vio que ella le lanzaba insistentes miradas al novio, como instándolo a responder.
—¿Jean quiere morir? —se cuestionó Hanji en un susurro, y Petra le tiró un codazo, a lo que la mujer respondió—: Oye, está decepcionando a Mikasa y Levi. Definitivamente quiere morir...
—Ella... Ella tiene algo. Algo está pasándole —concluyó Levi, y a Hanji le quedó claro que Jean no iba a morir. No ese día—. Tengo que–
—Cariño, espera —atajó Hanji, colocando su mano sobre la de su amigo—. Ellos van a resolverlo. Solo observemos.
—¿Jean? —dijo el religioso, intentando hacer recapacitar al muchacho—. ¿Aceptas a Mikasa?
—Sí —respondió al fin, y todos los presentes dejaron escapar un gran suspiro de alivio—. Sí acepto.
—Bien —sonrió el cura, relajándose también—. Ahora, Mikasa Ackerman...
—No —cortó ella abruptamente.
—¿Qué? —replicó el cura, incrédulo. Quería pensar que no había oído bien—. Te repetiré: ¿Aceptas...?
—No, no puedo —declaró ella, y a Jean se le esfumó el color del rostro, al igual que la respiración. De pronto el ambiente se volvió terriblemente pesado.
—¿Por qué no puedes? —interrogó en un murmullo nervioso Jean, exigiéndole respuestas también con sus ojos—. Tú querías todo esto... Tú querías esta ceremonia...
—No puedo... Tú no querías esto, ¿o sí? Esperaba que tengas el valor de decir que no. Desde un principio es como dijiste, un capricho vanidoso mío... Quería... Quería una familia completa, y solo por eso estaba forzándote a casarte conmigo...
—Nunca me sentí forzado, Mikasa —dijo él dulcemente, y la tomó por los hombros al ver que temblaba—. Es solo que... Aún somos muy jóvenes. Aún tenemos mucho por hacer, un mundo por conocer.
—Tienes razón. Siempre tienes razón... —sonrió Mikasa, acariciando las manos de Jean—. ¿Qué dices? ¿Paramos esto?
—Si es lo que realmente quieres, yo estoy de acuerdo.
Levi ya no pudo soportarlo más. Supo con solo ver el rostro de su hija que algo no estaba bien, que alguna duda o problema la abrumaba y no sabía bien cómo expresare. Entonces, zafándose del agarre de Hanji, se aproximó a la pareja en busca de respuestas.
—No vamos a casarnos —declaró muy contenta Mikasa. Su padre quedó un momento en shock, pero la sonrisa en el rostro de su hija le recordó a cuando cometía alguna travesura.
—¿Por qué? —inquirió él, descolocado como nunca. Si hasta habían peleado cuando él le propuso desistir de la ceremonia...
—No estamos listos, Levi —confesó, y echó sus brazos alrededor de su padre—. Todo ha sido culpa mía. Todo lo que ha pasado en los últimos días...
—Es momento de que le digas, Mikasa. Ya es hora —regañó Jean.
—Promete que vas a perdonarme, por favor —rogó, apretando más a su padre en el abrazo—. Me he portado muy mal... He hecho algo horrible.
—¿Tiene que ver con tu decisión?
—Sí. Todo en mi vida tuvo que ver con eso hasta el momento en que discutimos esta mañana.
—No voy a enfadarme. Cuéntame —consoló, acomodándole el velo con todo el cariño y cuidado que podía un hombre brusco como él. El cura empezaba a sentir que estaba sobrando.
—Yo... ¿Recuerdas el día que me mandaste a ordenar el sótano? —Levi asintió levemente—. Pues... Ese día encontré unas hojas sueltas. Esas hojas eran una especia de bitácora de tu celo, y las personas con las que copulaste. Es de la época en que me concebiste.
—¿Qué hojas? —replicó Levi, sin tener idea de qué estaba hablando su hija—. No recuerdo haber hecho algo como eso.
—No sé quién las escribió, pero estaba tu nombre y el de tres alfas. Los tres alfas que están aquí presentes. —Levi se separó de su hija y la vio directo a los ojos—. Yo los invité.
—Los invitaste porque querías conocer a tu otro padre —concluyó.
—Sí. Pero eso ya no me importa, porque hoy comprendí todo. No necesito a otro padre, cuando contigo lo he tenido todo.
El cura, que alcanzó a oír lo de "tres alfas", se persignó y masculló algo sobre reclamar al omega y no dedicarse a una vida de perdición.
—Sí, me cogí a muchos tipos de joven, ¿algún problema? —espetó Levi al religioso, sin tener la delicadeza de medir el volumen de su voz.
Tan fuerte lo dijo, que toda la concurrencia rompió en cuchicheos de asombro y reproche. Y entre la concurrencia se encontraban Eren, Erwin y Farlan. Los tres se pusieron de pie al mismo tiempo, por lo que no fue sino hasta ese momento qué significaban tantas coincidencias.
—Levi se... —balbuceaba Eren, señalando alternadamente a Erwin y Farlan, incapaz de articular palabra—. Es decir, tú... Levi y... tú... ¡Oh, Dios! —jadeó, golpeándose las mejillas con las manos, incrédulo.
—Creo que, de algún modo, lo vi venir desde que descubrimos que vinimos aquí por invitación de Levi. Y que en realidad fue Mikasa quien nos invitó —comentó Erwin, suspirando por lo embarazoso de la situación.
—¡Qué es esto, Levi! —exclamó Farlan, abandonando su lugar para acercarse amenazante al altar—. ¿Cuándo hiciste... lo que hiciste?
—¿Y a ti qué te importa? ¿No te quedó claro cuando te lo dije antes?
—A ver, a ver, ¿qué está pasando aquí? —dijo Hanji, acercándose con aire conciliador—. ¿Por qué Levi ha gritado, en una iglesia, nada menos —rió—, lo puta que era de joven?
—No sé de dónde ha sacado Mikasa unas hojas que hablaban sobre mi celo de la época en que la tuve —explicó él, desviando la mirada, algo aburrido. Esa cara de reclamo no le venía nada bien a Farlan. Es más, le parecía demasiado cínico de su parte pretender hacerle un reclamo.
—¡Ay, por la mierda! —chilló Hanji, jalándose del pelo, echándose a perder el peinado al hacerlo—. ¡No puedo creer que lo dejé olvidado ahí! ¡Tanto tiempo buscando esas malditas hojas!
—Me vas aclarando todo este asuntito de las putas hojas, loca de mierda. No me gusta nada esto —amenazó Levi, clavando sus ojos en su amiga.
—E-Es que... Enanito... Yo nunca te conté, pero tomaba apuntes de tu celo... —Se encogió de hombros y cubrió su rostro con sus manos, preparada en el golpe que veía venir—. ¡Si te lo decía no me ibas a permitirlo, todo fue en nombre de la ciencia! —volvió a chillar, clamando por su vida.
—¿Estaban los nombres de estos tres imbéciles en esas malditas hojas? —dijo, señalando a Farlan, Eren y Erwin, que ya se iban acercando al altar.
—Bueno, yo me fui de viaje, ¿recuerdas? Solo los anoté a ellos tres. No sé qué habrá pasado mientras no estuve. Cuando volví ya estabas en labor de parto.
—Pues resulta que mi hija leyó las sandeces que apuntaste, maldita loca. Y por culpa de esas estúpidas hojas, ella invitó a estos idiotas a su fiesta de matrimonio.
—¿Pero por qué no me dijiste nada? ¿Por qué los invitaste, Mikasa? No creo que hayas pensado que eso iba a poner contento a Levi, ¿no? No luego de lo que escribí.
—Cuando acabemos con esto quiero leer lo que escribiste —anunció Levi, cruzándose de brazos.
—Entonces, quien escribió todo eso, ¿fuiste tú, tía Hanji? —dijo Mikasa, tomándole una mano en un apretón que asustó a la mujer.
—A-Así es... ¿Por?
—Porque si invitó a estos tipos, es porque quería saber quién es su padre. Muy bonito lo que has causado.
—¡Yo jamás imaginé que esto pasaría!
—Entonces... ¿quién de ellos es mi padre?
—¿Realmente quieres saber? Porque puedo contarte, aunque no te guste —propuso Levi—. La loca no sabe nada en realidad, porque solo se quedó con lo que le contaba y un par de cosas que veía. No sé si te agradará saber este lado de mí.
—Levi, acabas de reconocer que te acostabas con muchos tipos —acotó Hanji—. Y que en tu historial haya tres alfas... No es que seas un ejemplo de castidad, tampoco.
—Como sea... Reconozco que dormí con estos tres tipos, eso, si Hanji hizo bien su trabajo, debes tenerlo claro. Sin embargo, si la pregunta es hija de quién de estos tres eres, la respuestas es: ninguno. No eres hija ni de Eren, ni de Erwin, ni de Farlan. —Tomó aire, fastidiado de tener que revelarlo todo frente a los aludidos. No comprendía por qué ponían esa expresión tan triste—. Cuando Eren se fue, porque él fue el último de estos que están aquí presentes, continué con mi vida. Con esto quiero decir que...
—Que te largabas a fiestas todas las malditas noches. ¿Verdad? —regañó Hanji, como si tuviera autoridad moral para hacerlo.
—Sí, así es. Honestamente, tengo los recuerdos algo borrosos. Mikasa, ni siquiera tengo verdadera intención de contarte.
—Quiero saber. Sé quién eres y no pensaré mal de ti, Levi —le aseguró ella.
—Bien. Una noche...
Luego que Eren se marchó, Levi se dio un tiempo para recordarlo. Porque, siendo sincero consigo mismo, iba a extrañar al mocoso atrevido. Eren había dejado en él una huella imborrable al ser una de las personas que más ratos agradables le hizo pasar. Era divertido, atractivo, osado y, pese a su juventud, un alfa en toda regla. Al principio pretendió hacerse el difícil con él, pero el mocoso fue capaz de seducirlo con esa mezcla de ternura y desfachatez. Claro que también podía decir en su defensa que su estado emocional en ese momento no era precisamente el mejor.
Extrañando a su amiga Petra, decidió dedicar sus noches a pasarla de bar en bar, para ahogar su soledad en alcohol. Claro que también tenía a Hanji, pero la ausencia de Petra sumada a la de Eren y sus viejos recuerdos no era la mejor combinación para reconfortarlo. Se había olvidado un poco de sí mismo, apenas y se fijaba en su aspecto de tan mal que se sentía. Los días transcurrían y él no era consciente de eso.
Y fue una noche que salió a divertirse que la aventura más grande de su vida comenzó.
Ese día no vería a Hanji porque ella le explicó que tenía que hacer una importante diligencia, así que, para no desaprovechar el tiempo, decidió salir. Ya sentado a la barra, matando las horas mirando la botella casi vacía de cerveza que tenía frente a él, decidió ponerse en movimiento y buscar algo más entretenido que hacer. Pagó al encargado y salió en busca de alguna fiesta, con la esperanza de lograr algún ligue. Para su buena fortuna, en su camino se topó con un bar que estaba celebrando una especie de aniversario, así que decidió que ese era un buen lugar para olvidar sus muchos pesares.
Ya adentro, percibió cierta tensión en el ambiente, pero decidió pasarla por alto suponiendo que se debía a la algarabía de las muchas personas presentes. Estando ya muy entrada la noche, muchos de los que allí se encontraban ya habían decidido con quién tenían pensado marcharse. Grave error.
Levi ya había bebido bastante en el otro bar, pero decidió seguir bebiendo más y más. Bebió tanto que fue perdiendo la conciencia y sus inhibiciones –que eran pocas– quedaron olvidadas en algún rincón de su mente. Cuando ya estaba más que ebrio, en un pequeño momento de conciencia, se descubrió bailando en medio de una multitud que lo envolvía cada instante más y más, al punto de ahogarlo.
Pero a él no le importaba demasiado. Les permitía hacerlo y, repentinamente, sintió que alguien lo tomaba por la cintura y lo arrastraba para poder tener la exclusividad de su cuerpo. Levi no lo veía con claridad por la borrachera, pero le pareció ver unos cabellos claros, casi rubio cenizo. O quizá era otra jugarreta de su mente. Otro recuerdo.
Como fuere, se dejó guiar sin ningún cuidado ni precaución. Para cuando volvió un poco en sí, estaba tendido sobre una cama y el sujeto le devoraba la boca mientras iba deshaciéndose de su ropa. Y siguió sin importarle, hasta que sintió una gran humedad entre sus piernas.
—E-Espera... ¿Quién eres? —jadeó, y al sentirse terriblemente húmedo y afiebrado comprendió todo: había despertado su celo.
Comprendió también que el tipo que tenía encima no iba a dejarlo ir por nada. Comprendió, además, que su cuerpo necesitaba ser tomado, y contra eso su, en ese momento, poca razón no podía luchar.
Así que se dejó llevar.
Cuando terminó el celo, exhausto, se halló tendido sobre la cama como cuando llegó allí. Pero solo.
Luego de ese incidente, al cual restaba importancia porque, honestamente, no era la primera vez que se mandaba un acostón con un extraño, siguió con su rutina de trabajo y visitas al bar, sin dejar de sentir por un instante ese vacío que le generaba la ausencia de las personas que quería, aunque no lo reconociera. Sin embargo, algo sí cambió: algo en él le decía que no debía ligar con nadie, a lo mucho unos besos, pero nada más. Trató de convencerse de que lo hacía porque, llegado el celo, la experiencia sería mucho más placentera; pero la idea no le duró mucho.
Transcurrido más de un mes, luego de una borrachera espantosa, se dio cuenta de que su celo periódico no había llegado al revisar unas fechas en el calendario.
Y eso solo podía significar una cosa.
—Así que ni yo mismo tengo idea de quién me fecundó. Pero fue él, porque no volví a estar con nadie más. Descubrí que estaba gestándote porque mi celo cesó hasta que te di a luz.
Levi temió ver decepción en los ojos de su hija al darle semejante respuesta, pero no fue así. Ella le dedicó una pequeña sonrisa comprensiva, como si fuera capaz de ponerse en su lugar y entender cuánto sufrió para que lleve esa vida.
—¿Sigues sin odiarme?
—Claro que no, papá —se animó a decirle, como nunca hacía—. Jamás podría odiarte.
—Bueno, para acabar con esto... A ellos los conocí antes. De ellos, el último con el que estuve fue Eren. Antes de él fue Erwin y... Y Farlan. Yo estuve–
—No hace falta decirme más, papá. No necesito más. Ya bastante tienes con lo que hice al hacerlos venir y traerte esos recuerdos. Lo siento mucho.
Al oír su nombre, Farlan decidió intervenir:
—Levi...
—Este es el peor momento, Farlan. Cierra la boca.
—Entonces —intervino Eren—, ¿Mikasa no es hija de ninguno de nosotros?
—No, Eren —dijo Levi.
—Pero... Pero yo siento que me he encariñado con ella... —lloriqueó, resentido—. Me había hecho a la idea de tener una niña.
—Aún estás a tiempo. Fóllate a un omega y hazle los hijos que quieras.
—¡Por Dios! —exclamó el cura, cubriéndose las orejas, indignado—. ¡Respete este lugar!
—Para ser sincero, a mí también me agradaba la idea de ser padre de Mikasa —confesó Erwin.
—La solución es la misma, rubio.
—Me alegra saber que no hay rencores. Que han pasado tantos años y podemos ser amigos —continuó Erwin, con esa sonrisa que, sabía, podía sacar de quicio a Levi.
—¡Lo mismo digo! —exclamó Eren.
—¿No habrá boda? —dijo el cura, cada vez más incómodo por el lenguaje procaz del padre de la que fuera novia—. Porque de ser así, me retiro.
—¡E-Espere! —atajó Farlan, y tomó una muñeca de Levi para apartarlo un poco.
—Suéltame —espetó él, zafándose de su agarre con brusquedad.
—Debí empezar con esto en cuanto tuve oportunidad de hablar contigo... —farfulló, volviendo a coger la mano de Levi para forzarlo a quedarse con él—. ¡No me casé!
—Ajá. ¿Y qué se supone que haga con lo que acabas de decirme? —ironizó, pero, aunque su expresión reflejaba desgano, en su interior algo despertó.
—Yo me fui, es cierto, tenía un compromiso que cumplir, pero no me casé. Le expliqué a Isabel que no iba a casarme con ella porque amaba a alguien más. Ella al principio hizo un berrinche... —suspiró Farlan, como si de solo recordarlo pudiera vivirlo de nuevo. Levi concluyó que debió ser una discusión realmente única—. Pero luego comprendió todo, porque a ambos nos estaban forzando a casarnos.
—¿Algo más?
—Que cuando volví a esta isla a buscarte, me dijeron que te habías ido con otro. Eso pasó —declaró, y su expresión dejó de ser tan dulce como siempre. Parecía furioso de solo recordar ese hecho—. ¿Sabes cómo me sentí? Como un imbécil. En ese momento me convencí de que esas patrañas sobre acostarte con cualquiera eran ciertas.
Erwin y su viaje a Skópelos. El peso de sus decisiones.
—¿Te parece que tienes cara para reclamarme? El primero en largarse fuiste tú.
—¡Pero yo creí que me esperarías!
—Tú decidiste marcharte. Me diste libertad de decidir. Y, en realidad... Si no te hubieras ido, no habría tenido a Mikasa. Por eso me alegra que todo haya pasado de este modo.
—Levi... Yo... Yo volví por ti. No te lo dije claramente hace rato, cuando discutimos, pero es así. Es cierto, todo el tiempo te he extrañado.
—En realidad siempre fui como te dije. Hasta Hanji lo dice. Era muy puta.
—¡Ya no me importa! ¿Por qué entonces volví aquí, luego de tantos años, aun sabiendo que te fuiste con otro al poco tiempo de despedirnos?
No pudo decir nada, porque lo que decía Farlan estaba tan bien sustentado que era incapaz de replicar cualquier cosa. Además, su corazón, aunque no le gustara y lo negara, se había rendido desde el momento en que volvió a verlo.
—Casémonos —propuso Farlan, y la mente de Levi quedó bloqueada al oír esas palabras. Al no recibir respuesta, continuó—: Cásate conmigo, por favor. Aún no es tarde. ¡Incluso tenemos al cura! Yo sé, desde el fondo de mi ser, que aún me quieres. Nunca has podido mentirme, y desde que nos vimos todo ha despertado. No intentes engañarme, Levi, por favor.
—C-Cállate... Déjame pensar... —logró articular, y se acarició la frente con el dorso de la mano. Desde que tuvo a Mikasa no sintió tanta presión como en ese momento.
Farlan le había hecho muchísimo daño, eso lo tenía muy presente. Aún le quedaba el rencor por su abandono, y también el temor de que eso vuelva a ocurrir. Entonces, ¿qué hacer?
—Jamás volveré a dejarte —dijo, suponiendo cuál era su duda—. Te lo puedo jurar aquí. Esa vez no podía simplemente desaparecer teniendo un compromiso, ¿puedes entenderme, por favor? —rogó—. Porque yo volví, pero ya no te encontré. Si te hubiera encontrado, te habría reclamado como mío y no me habría separado de ti por nada del mundo.
Era momento de una decisión. El todo o nada.
—Si vuelves a largarte —amenazó, con la mirada clavada en el suelo, porque le costaba aceptar su derrota. Su derrota no solo frente a Farlan, sino también frente al amor—, me acostaré con cada persona de esta puta isla, y a ti te castro de un solo tajo en cuanto pueda poner mis manos sobre ti.
Farlan, ebrio de dicha, se arrojó a sus brazos y lo arrastró frente al religioso.
—¡No se vaya! Aquí hay trabajo por hacer —declaró, con una sonrisa inmensa. Una de las que iluminaba su sala, su casa, su vida entera en esa época—. Nosotros vamos a casarnos.
—Pero sáltese la parte que ya dijo —pidió Levi—. Solo cásenos y ya.
—¿Tanto te urge que te haga mío? —bromeó Farlan.
—Cierra la boca o me echo para atrás.
Eren, Erwin, Hanji, Petra, Mikasa y Jean, además del resto de la concurrencia, no pudieron ocultar su sorpresa.
—¡¿Te vas a casar ahora?! —chilló Hanji, casi tan feliz como Farlan—. ¡Yo sabía que eran el uno para el otro! Te lo dije desde que salían —le recordó—. Ahora, por favor, no lo arruines, ¿sí? Porque si Levi vuelve a sufrir, quien te hará pagar seré yo —amenazó con una sonrisa, pero su mirada psicótica le dejó claro que no estaba bromeando.
—Esto es inesperado, aunque igual de hermoso... —suspiró Petra, feliz de ver, finalmente, un amor realizado, pero sobre todo, a su amigo feliz.
—Suerte, papá —dijo Mikasa, estirando su brazo para que Levi lo tome.
—¿Me vas a entregar tú? —cuestionó, algo divertido del rumbo que tomaban las cosas y cómo se habían invertido los papeles.
—Claro que sí. ¿Quién más?
—Sabes algo, Eren —comentó Erwin, acercándose a él—. No sé qué pienses, pero, dado que Levi fue parte importante de mi vida, me hace feliz saber que ha encontrado a su pareja.
—¿Llegará la que nos corresponde? —cuestionó él, algo abatido al saberse solo—. Es decir, ya soy un poco mayor...
—¡Dímelo a mí! —rió Erwin en respuesta—. Al menos no pierdo la fe. Debe haber alguien en el mundo para mí. No tengo duda de eso.
—¡Yo tampoco entonces! —respondió, repuesta su típica energía—. Ahora hay que guardar silencio, ya va a comenzar.
El cura, bastante confundido por el giro que había dado la ceremonia, al menos se consoló con saber que uniría a dos personas que, aparentemente, se amaban. Además de no haber llegado hasta ese lugar en vano.
—Te quedaría lindo un velo —susurró Farlan, tomando la mano de Levi—. Y no es broma.
—¿Quieres casarte o no?
—¡Está bien, está bien! Si me amenazas así, no puedo hacer nada más que ceder.
—Bien.
—Es porque me muero por casarme contigo.
—Pase al "acepto" —insistió Levi, ignorando a Farlan—. El resto ya nos lo sabemos.
El cura, algo disgustado por lo informal que era Levi, accedió.
—Farlan Church, ¿aceptas Levi Ackerman como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
—Acepto —afirmó, apretando la mano que sostenía. Feliz. Inmensamente feliz.
—Levi Ackerman, ¿aceptas Farlan Church como tu esposo? ¿Prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?
—Mhm... —Farlan, algo asustado, giró el rostro para exigirle explicaciones por su demora. Levi, que le echó una mirada de reojo, rió internamente. Se veía tan adorable así, preocupado por su respuesta—. Acepto. [2]
—Pueden besarse.
Farlan era cauteloso y procuraba evitarse problemas, según recordaba Levi, pero en ese momento no le importó nada: se abalanzó sobre él y le dio, por fin, luego de veinte años de espera, un beso. Un beso que significaba tanto: reconciliación, amor, perdón, deseo, paz, etc. Demasiado. Sintió su cuerpo ser envuelto por los brazos de su flamante esposo, y no pudo resistirse más. Lo abrazó con la misma fuerza, y sus manos ávidas recorrieron su espalda, convenciéndose así de que no se trataba de un recuerdo ni un sueño. Farlan estaba ahí, para él.
A pesar de no entender muy bien qué había ocurrido, los presentes estallaron en aplausos de alegría en cuanto los vieron unirse en el beso, y estos se volvieron más y más potentes cuando comprobaron por esas muestras de afecto que, verdaderamente, acababan de casarse dos personas que se amaban.
—No puedo esperar a tu celo... —jadeó Farlan una vez que se separaron.
—¿Quién dice que aún tengo celo? Ya estoy viejo, idiota.
—Oh, lo había olvidado... —murmuró, llevándolo por la cintura a través del corredor de la iglesia.
—De todos modos... En ese entonces no teníamos que esperar al celo. ¿Recuerdas? —explicó despreocupadamente, sabiendo perfectamente lo que provocaría.
Con toda seguridad, volverían lo más rápido posible a casa.
.
.
.
.
—¿Qué piensas hacer ahora?
—Viajaré con Jean, papá. Dice que canto muy bien y podría forjarme una carrera en esto. Me tiene mucha fe.
—No lo culpo, en verdad cantas muy bien.
—Oye, ¿eres feliz?
—¿A qué viene eso? —respondió, doblando una camiseta de su hija para guardarla en una de las maletas que tenía frente a él, sobre la cama de su "niña".
—En realidad no hace falta preguntarlo. Se te nota. —Ella tomó su viejo overol y también lo guardó.
—¿Vas a estar bien?
—Claro que sí. Voy con él. Ya lo conoces, papá, me cuidará a mí antes que a él mismo.
—Por eso es que permito que viajes con él —suspiró, doblando una blusa—. ¿Cuándo volverán?
—Es incierto, ¿sabes? Pero te prometo que me mantendré en contacto.
—Eso me parece bien.
—Te quiero, papá.
—Lo sé. Yo también.
Una hora después, tras terminar de empacar todas las pertenencias de Mikasa, Levi y Farlan la acompañaron al viejo muelle para despedirla, junto a Hanji y Petra, que decidieron quedarse un tiempo más en la isla al enterarse de los planes de su pequeña. Cuando llegaron, Jean estaba esperándolos.
—Cuídala —advirtió Levi, y Jean solo le respondió con una sonrisa, porque Mikasa era su prioridad, y pedirle eso estaba de más.
—Hasta pronto, Mikasa —despidió Hanji, abrazando a la muchacha hasta casi ahogarla—. Recuerda mantenerte en contacto con tus tías...
—Cuídate, Mikasa. No dejes de contarnos sobre lo que estés haciendo —pidió Petra, dejando escapar unas pequeñas lágrimas.
—Lo haré —aseguró, y entonces echó una mirada a su padre—. Nos vemos pronto, papá —dijo, acercándose a él para despedirse.
—Nos vemos, Mikasa —respondió, abrazándola con fuerza. Al menos, desde los momentos previos a la boda, se había hecho a la idea de dejarla partir y hacer su propia vida.
Jean y ella se alejaron por el muelle, arrastrando las maletas. Abordaron el bote que los llevaría al otro lado del mar para, finalmente, tomar el avión que los llevaría por el mundo. Mientras se iban distanciando, agitaban alegremente sus manos a modo de despedida, tratando de grabar en sus memorias ese instante.
—¿Estás bien? —preguntó Farlan a Levi cuando Hanji y Petra ya estaban volviendo al hotel.
—Sí, lo estoy... Ella es feliz.
—¿Eres feliz tú?
—¿Por qué preguntas?
—Quiero saber si estoy logrando lo que me propongo, eso es todo...
—Lo haces bien —reconoció, recostando su cabeza en el hombro de Farlan abruptamente—. Escucha bien, porque no lo diré de nuevo.
—Te escucho.
—Te amo.
Y antes de que Farlan pueda devolverle el gesto multiplicado, al menos, mil veces, Levi se echó a andar con rumbo a su hotel. Aunque, claro, finalmente se dejaría atrapar y envolver en los brazos de su esposo. Le permitiría besarlo y decirle palabras de amor, porque, aunque fueran cursis, de boca de Farlan resultaban adorables y sinceras.
Y si a la mañana siguiente desayunaban juntos, y la sonrisa de Farlan iluminaba la sala, la casa, su vida entera, Levi ya no negaría que vivir eso mismo a diario era maravilloso.
Vivir con él era maravilloso. Y le alegraba haberlo recuperado.
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Fin
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[1]: Esta canción es adorable. La dejaré en mi perfil, esta vez la versión de Abba.
[2]: El título de la canción relacionado con la película es un juego de palabras: "I do" es la forma de decir "acepto" durante las bodas. El título de la canción no tiene necesariamente que ver con esa idea, como podrán notar si la escuchan.
N.A: ¡Completo al fin!
Dios, me he tardado tanto que no puedo creerlo...
Gracias, de veras, gracias a todas las personas que dejaron review: Akire, Red, Angeal23, Nana19 (un beso, muchas gracias por tu apoyo. Espero que este final sea digno de tanta espera), Liz Joker, Daurina-Mikko, blacksoulstar95, Mickeylove14, Yenessis Kutsenova Tetsuya (Yene :'D gracias por tus reviews), Tropico, Emilda (tú ya sabes que te quiero) y schezar. Gracias también a quienes dieron a favoritos y follow n_n
ElisaM2331, de veras, aprovecho para decirte aquí MUCHAS GRACIAS por todo: por tu amistad, por tu apoyo, por ese fic hermoso FaRi que me acabas de dedicar. En serio, es que las palabras no me alcanzan, no sé cómo expresarte lo mucho que te agradezco... TODO.
Sé que he tardado mucho, me merezco que me maltraten, pero, al menos, espero que este final te guste. Te lo dedico con todo mi kokoro (?) ¡Aguante FaRi!
Traté de terminarlo para el miércoles, pero no pude, lo siento muchísimo.
Muchísimas gracias a todos, lo reitero. Me hizo muy feliz escribir esto y relacionarlo con música.
No volveré a escribir para este fandom por un muy buen tiempo, así que:
¡Hasta pronto, lectores! Gracias por tanto.
Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo.
Un beso enorme.
Mercurio se despide.