HERMANDAD

TÍO STAN

"Los celos son su gran defecto, en vez de estar orgulloso de los hijos que tiene, prefiere dejar que lo venza la envidia, está claro que el señor no soporta ver a una persona feliz, Tanto trabajo, tanto sudor, para nada"*

Eran casi dos décadas la que ya habían pasado desde que Ford desapareció dentro del portal, si casi veinte años de largas noches de dolor, muchas de insomnio, otras de memorias adormecidas por el alcohol y las pastillas. Lo único que me permita seguir viviendo a medias era esta ridícula farsa a la que llamaba "hogar" y "trabajo", cada día resultaba más frustrante y agotador qué el anterior, pero la voz de mi cabeza decía no te rindas, si lo haces lo perderás para siempre, algún día lo recuperaras, si, era sin duda la voz de la culpa, aunque ahora no estoy del todo seguro.

Esa semana había sido extenuante, por más que buscaba no encontraba esos jodidos diarios, tenía que seguir soportando la facha de ser Stanford, y por supuesto no faltaba quién lo buscara, si, buscara a ese estúpido genio y su ridículo potencial en base a las distintas investigaciones que dejo en la universidad. ¡Carajo! ¿Acaso no lo podían olvidar? No, por supuesto que no, la vida tenia que reprochármelo una y otra vez hasta dejarme en el borde de la locura. Sonó la puerta, estaba dispuesto echar a patadas a quién fuera, sin embargo reconocería esa cara aun después de tantos años, cómo olvidarla si también formaba parte de mi historia de derrotas.

-Hola –dijo un tanto inseguro –sé que tal vez no te acuerdes de mi pero… bueno creí que cuando estuvieras frente a mi sabría que de decir, es raro no sé cómo continuar.

-No digas más, eres Robert ¿verdad? –dije señalando lo obvio.

-Sí, creo que así será más fácil continuar –decía rascándose la cabeza.

-¿Qué te trae a Oregón desde Jersey? –le pregunte.

-En realidad tiene cinco años que vivo en California –señalo él.

-Ah, perdona mis modales. Pasa por favor –dije invitándolo a entrar.

-Gracias –contestó, entramos y nos dirigimos al comedor.

-Tienes un lugar bastante peculiar –decía sentándose en la silla.

-Es una manera de ganarse la vida –fue lo que contesté.

-Tío Stanford… Stan, la verdad no sé cómo llamarte –hablaba aun con inseguridad.

-Puedes llamarme Stan –si esa era la mejor manera.

-Quisiera saber cómo decir esto, pero no encuentro las palabras –dijo mirando a la mesa.

-Sólo dilo muchacho, sin rodeos –lo alenté.

-Es sobre Papá- continuó diciendo sin subir la mirada.

Sabía que por eso me buscaba, tenía que ser algo relacionado con Sherman -¿Qué pasa con el "gruñón"?

-Murió hace siete meses –dijo dejando escapar un suspiro.

Un enorme escalofrío recorrió mi espalda, ahí estaba de nuevo presentándose en mi vida algo que jamás podría reparar. Permanecí en silencio un minuto, necesitaba ese tiempo para controlar mi corazón, mi dolor, me acaba de enterar que perdí a uno de mis hermanos para siempre.

-Lo siento hijo –le respondí intentando controlar mi voz.

-Por eso vine a buscarte, hasta hace un par de años me atreví a preguntarle qué fue lo que paso ese día en el cementerio. Me entere que eras mi tío, que bueno tu habías "abandonado" Jersey hace muchos años, y en especial a tu familia. Ese día comprendí muchas cosas de mis abuelos, de mi propio padre, de sus largos silencios, de sus miradas nostálgicas perdidas en los atardeceres de la bahía, de quienes eran esos jóvenes que aparecían en esas viejas fotos, y me di cuenta de lo rota que estaba mi familia – me dijo con cierta tristeza.

-Lo siento Robert, soy un gran bastardo –fue lo único que le pude decir.

-Eso es lo que quiero que sepas, ese día le pregunte si alguna vez supo porque te alejaste. Obviamente su respuesta fue no, me contó que todo se había ido a la mierda desde que el abuelo Fil corrió a tu gemelo de la casa, después tú te fuiste a la universidad y no volviste. Entonces le dije cómo es que sabía que tu no estabas sufriendo, ya sabes en personalidad era bastante parecido al abuelo, no me respondió nada únicamente guardo silencio. No volvimos a tocar el temas hasta hace unos meses, lo había ido a visitar, en contra de su personalidad me confió que estaba pensando en venir a buscarte, que incluso ya no le importaba porque te alejaste, desea tener a su hermanito una vez más a su lado, afortunadamente guardaba una de las últimas cartas que le escribiste a la abuela -continuó hablando.

-Lamentablemente murió dos semanas después de eso, lo encontraron descansando en su viejo sofá. Bueno a decir verdad tampoco había podido sobre ponerse a la muerte de mamá hace tres años, su nostálgico corazón no pudo más y se detuvo –unas pequeñas lágrimas se asomaron en sus ojos.

-Lo siento mucho, debí pedirle perdón. Creo que eso ya no sirve de nada ahora –dije dejando escapar también un par de lágrimas.

-Es por eso que estoy aquí, Stan a mí no me importa lo que paso entre ustedes, todas las veces que se lastimaron, las cosas que nunca podrán recuperarse, lo único que quiere es que seas parte de mi familia –dijo sonriendo.

-¿En serio muchacho? Soy un gran hijo de puta, de verdad me quieres cerca –le dije expectante.

-Todos cometemos errores, sabes jamás olvidare tu rostro ese día en el cementerio, voltee a verte antes de alejarnos lo suficiente para ya no distinguir tu rostro. Lo que yo vi ese día fue a un hombre con un inmenso dolor sobre sus hombros, tal vez que equivocaste al seguir tu carrera sobre tu familia pero para mí eso ya quedo en el pasado. Yo quiero recuperar a los Pines, de hecho déjame presentarte a alguien –se levantó y fue hasta la puerta. Unos minutos después entro una joven mujer castaña, esta cargaba dos especies de canastas.

-Bueno tío Stan, ella es mi esposa Caskey. Estamos casados desde hace tres años –dijo ayudándole con unas de esa canastas.

-Mucho gusto Caskey Pines, pero tú puedes decirme Caz –decía con una enorme sonrisa que cubría casi todo su rostro.

-Stan… -un instante de duda, si mi joven sobrino era capaz de hablarme con el corazón porque no hacerlo yo. No, eso no era posible, ahí estaba sintiéndome miserable una vez más, siendo un maldito desgraciado, iniciaba esta oportunidad con una mentira. –Stanford Pines –esa repuesta me dolía tanto. –Pero puedes decirme Stan- dije estrechando su mano.

-Ya se mejor te diré Tío Stany –dijo entre risas.

-Caz, tienes razón eso suena genial. Bueno pero queremos que conozcas a lo más importante de nuestras vidas –en ese instante me di cuenta que aquello era un porta bebé. Cada uno tomó a esas pequeñas criaturas entre sus brazos.

-Ella es mi pequeña Mabel –decía Robert dándole un pequeño beso en la nariz.

-Y él es… -no puede escuchar bien su nombre la primera vez, ya que en mi cabeza únicamente daba vuelta una palabra "gemelos" –pero le decimos Dipper por su marca de nacimiento.

-Gemelos –fue lo que se escapó de mi boca.

-Si unos hermosos y terribles gemelos, sobre todo a la hora de cambiar pañales –decía Caz.

-Gemelos –volvía a decir.

-Sabía que te agradaría saberlo, después de todo tu tenía un gemelo –decía Robert volviendo a besar a su hija.

-Tiene seis meses –añadió Caskey.

-Eso quiere decir que Shermy no los conoció –dije entristecido.

-No, pero estoy seguro de que se alegra de que tú los conozcas en su lugar. Ellos no van a tener a sus abuelos paternos, pero tal vez puedan tener a su tío abuelo Stan –dijo sonriendo el joven –bueno claro si tú quieres ser parte de nuestras vidas.

-¿Quieres cargarlo? –me preguntó ella.

-No, no sabría cómo hacerlo –le dije temeroso.

-Es muy fácil, además un hombre tan grande como tú no tendrá problemas –puso al bebé en mis brazos. Lo cargue con un cierto temor, se veía tan frágil, sin darme cuenta Caz se acercó a mí con la pequeña Mabel, y sin que pudiera protestar la acomodo en mi otro brazo.

-Espera los voy a dejar caer –le decía nervioso.

-Claro que no Tío Stany, si yo los puedo amantar al mismo tiempo tú puedes cargarlos –dijo sonriendo.

Me sonroje un poco, los mire, se veían tan dulces, Mabel fue la primera en abrir los ojos, creí que se asustaría al verme, pero no fue así, por el contrario sus enormes ojos castaños se fijaron en mí y comenzó a sonreír. Sentía sus cabezas recargadas en mi pecho, ella comenzó a jalar mi pelo, después Dipper también despertó al escuchar los balbuceos de su hermana, él me miró con intriga y se puso a chupar mi solapa. No sabía cómo reaccionar a todo esto, sentí como cuatro cálidas y pequeñas manos tocaban mi rostro, a través de su tacto me reconocían, ahora las lágrimas fluían libremente por mis ojos. Ese par de niños me habían roto, si, roto como nunca creí volver a estarlo, ellos en un momento había derrumbado la barrera que le puse a mi corazón para no volver a amar a nadie, a no sentir ese cariño, a no preocuparme por alguien que no fuera yo mismo, si me daba tanto miedo volver a salir lastimado.

-Si –dije tragando mi llanto y abrazando a los gemelos fuertemente. -¡Sí! Yo quiero ser parte de su vida.

Mi sobrino y su esposa sonrieron, y fue así como ese par de mocosos llegó a mi existencia y la llenaron de vida. Me di el chance de conocer a Robert y Caskey, él era publicista y ella decoradora de interiores, pero sobre todo me di la oportunidad de verlos crecer. Estuve ahí cuando dieron sus primeros pasos, dijeron sus primeras palabras, cuando decidieron llamarme "Grunckle Stan". Cuando iniciaron la escuela, cuando aprendieron a andar en bicicleta, cuando Mabel recogió su primer gato, cuando Dipper leyó su primer libro, para mi fueron las primera cartas que Mabel escribió, fue a mí a quien Dipper derroto por primera vez en ajedrez.

Estuve con ellos en los momentos felices, y en lo tristes también acune a mi calabaza cuando lloró porque murió su perro, escuchaba a mi pequeño presumido cuando lo molestaban en la escuela, le dije a Mabel que ella seguiría siendo hermosa con o sin frenos, le dije a Dipper que jamás de avergonzara de ser diferente. Me gustaba cuando pasaban los cuatro unas semanas conmigo durante el verano, ir con ellos durante navidad y acción de gracias, me hacía feliz ser parte de su vida.

Por esos momentos me hacían continuar, porque el resto del año estaba atrapado en mi maldita rutina, en mi misión de traerlo de vuelta, y seguía carcomiéndome lentamente, ese par de niños era lo que me mantenía, lo que me permitía continuar. A veces me sentí tentado de contárselo a Robert pero corría el riesgo de que me detuviera, que me dijera esto no tenía sentido, que debía continuar, pero al mismo tiempo deseaba que alguien me liberara de este purgatorio. Por eso cuando me llamo y dijo que los gemelos pasarían todo el verano conmigo me emocione, acondicione el ático, traje todo lo que yo consideraba necesario para que estuviera bien, porque yo los amo, los amo tanto.

Me deje caer en la cama, volvía a leer la carta de mi calabaza, la estruje contra mi pecho, pensé en mis dos sobrinos y sin darme cuenta me quede dormido.

Abrí mis ojos, realmente no había dormido más que un par de horas, escuche ruido en la cocina. Me dirigí hacia allá, a decir verdad me gustaba cocinar para Dipper y Mabel, prepararía unos de mis famosos Stanqueques espero que esta vez sin tanto Stan.

No pude dejar de sonreír la ver lo que pasaba en la cocina, si, la Cabaña estaba en ruinas, pero ahí estaba algo que me permitía no derrumbarme. Mis niños habían preparado el desayuno, Dipper al verme fue corriendo y me abrazó.

-Lo siento Tío Stan, perdóname por no confiar en ti –dijo con cierto aire triste.

No él nunca tendría que estar triste por mi causa –Dipper no tengo nada que perdonarte lo hiciste pensando en proteger a tu hermana.

Baje hasta su altura y era ahora yo quien lo abrazaba –estoy orgulloso de ti –le dije.

-Gracias Stan –decía abrazándome fuertemente.

-El expreso de Abrazosville llego –y Mabel se unió.

-Si cariño también estoy muy orgulloso de ti –dije para abrazarla.

Escuche como unos pasos llegaron hasta la cocina, era Ford, me miró con recelo, pero por primera vez en mi vida me importo un carajo lo que el pensara, yo tenía entre mis brazos a mi única familia.

-¡Tío Ford! –gritaron los dos y fueron a su lado.

Mi corazón se oprimió lo último que deseaba es que ese par resultara lastimado, o tal vez era yo quien lo seguía temiendo… No, ellos son lo más preciado que tengo.

Mire a Ford con furia, si, en efecto si ese nerd los lastimaba de alguna manera, a la mierda estos treinta años, se lo haría pagar.

CONTINUARA…

Notas de la autora:

Quería ahondar en lo que significan Dipper y Mabel para Stan, creo en efecto que ese par fue por al menos trece años quienes le ayudaron a reparar su roto corazón, además como lo vimos en la serie Stanley es capaz de hacer a un lado a Ford si quienes están en peligro son los niños. Si Stan tu eres genial.

También espero terminar este fic antes del final de GF, para usar a lo máximo mi imaginación y no depender tanto de lo que pase, sólo me quedan dos capítulos más así espero poder terminar.

En otras cosas, estamos a siete días del GRAN FINALE compartan sus teorías, sí, mucho se ha especulado a acerca de Ford como el gran villano, pero yo apuesto mi reino a que no lo es ni lo será, tal vez por un momento sienta duda pero su familia lo hará reaccionar.

*Fragmento del libro Caín de José Saramago

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