Primera parte: El Milenio de Plata

Vivían en un planeta oscuro y frio, alejado de la Vía Láctea donde una vez habían habitado. Ahora reinaban en las sombras, creando un nuevo imperio.

La viudez de la Reina Ágata le había dado la fuerza y el coraje para sacar adelante su reino, su gente, sus hijos… y pretendía que ese odio que la consumía fuera heredado para poder mantener esa guerra, que era más personal que otra cosa.

Sin embargo, los pequeños príncipes aun no estaban envenenados por el odio de su madre; Diamante, el más grande, tenía 5 años, y Zafiro, 3. Para ellos, el mundo en el que vivían era perfecto y feliz.

El pequeño Diamante, con la inocencia de sus 5 años, amaba todas las cosas que habían en su planeta; las escazas plantas, los pocos animales… disfrutaba sentir el viento en la cara y reía cuando éste le agitaba su pequeña melena plateada. Pero su pasatiempo favorito era admirar un planeta hermoso, plateado y brillante en la lejanía del espacio.

Todas las noches, Diamante salía al balcón de su pequeño dormitorio para admirar las estrellas y ese planeta que le llamaba la atención, y con sus manitas trataba de alcanzarlo. Deseaba viajar ahí y conocer a la gente que lo habitaba.

Una noche, la reina decidió ser ella misma quien arropara a su hijito para la hora de dormir, así que recorrió los amplios y largos pasillos de su palacio hasta llegar a la habitación del niño. Entró y lo encontró en su balconcito, solo, observando el horizonte.

- Diamante, ¿Qué haces aquí solo? ¿Dónde está Topacio?

- ¡Mami! – exclamó el niño – Le pedí a Topacio que se fuera, quería ver yo solito las estrellas.

- Mi pequeño – acarició tiernamente la cabeza de su hijo – entra, hace frio y ya es hora de dormir.

- Mami, ¿cómo se llama ese planeta que se ve allá? – señaló el niño

- Ese no es un planeta, es un satélite llamado Luna – dijo con desprecio la Reina.

- ¡Ah! ¡Es muy bonito! ¿Podemos ir ahí mami?

- ¡No Diamante! La Luna está habitada por gente muy mala y despreciable. Jamás debes ir ahí a menos que sea para acabar con esos infelices – Dijo con odio la reina Ágata – Nunca vayas hijo mío, porque ellos podrían matarte.

Diamante no podía creer que en aquél lugar tan hermoso pudiera existir gente tan malvada como decía su madre, y se dijo a sí mismo que algún día viajaría hasta ahí.

SxD

El tiempo pasó y Diamante fue creciendo hasta convertirse en un jovencito de 15 años; durante todo esos años jamás había dejado de observar la Luna y desear con todos sus fuerzas poder conocer tan bello lugar.

Una noche, en la que no había nadie que pudiera verlo en el palacio, se armó de valor y decidió que ya era momento de emprender su tan deseado viaje, así que tomó una capa y recorrió los oscuros pasillos sigilosamente hasta llegar al patio trasero y desde ahí teletransportarse al satélite.

Sin embargo, no se percató que alguien lo seguía de cerca.

- Diamante, hermano, ¿a dónde vas?

- ¡Zafiro! ¿Qué haces aquí? Regresa a tu habitación.

- No hermano, dime, ¿a dónde vas? ¿Puedo ir contigo?

- Voy a viajar a la Luna – contestó Diamante con un brillo en los ojos.

- Pero hermano, nuestra madre nos lo tiene prohibido. Si ella se entera…

- ¡No Zafiro por favor! No le digas nada, de verdad quiero ir.

- Pero, ¿y si te pasa algo?

- No sucederá nada, volveré pronto, solo no digas nada.

- Está bien, cuídate.

Y usando su poder, el príncipe Diamante se teletransportó a la Luna, dejando a su afligido hermano en medio de la fría noche en Némesis.

SxD

El príncipe Diamante llegó a un bello y tibio campo; era de noche. Observó las hermosas casitas que había en aquel lugar, el Rio de la Serenidad y el imponente castillo que se erigía sobre este: era igual de grande que el suyo en Némesis, pero tenía algo que lo hacía ser más hermoso, más cálido…

Avanzó entre la arboleda asombrado por las cosas que encontraba a su paso; nada de eso había en su planeta. Observaba a las personas, las flores y los animales, parecía que siempre hubiera fiesta allí, y a lo lejos, pudo observar un hermoso y gran planeta azul que lo dejó maravillado.

Trepó por una de las paredes del castillo hasta llegar a su interior, pudiendo observar las bellezas que éste guardaba. Era mucho más majestuoso por dentro.

Avanzó hasta llegar a un árbol y se escondió tras él, pues había guardias haciendo una especie de ceremonia en el patio central; no eran como sus aguerridos guardias en su castillo, estos tenían rostros amables y hacían sus deberes con verdadero gusto.

Estaba entretenido viendo la ceremonia cuando escuchó una voz tras él.

- ¿Quién eres?

Diamante sintió que perdía el aliento ante el temor de ser descubierto, así que con mucho temor dio la vuelta para encarar a la persona que lo había descubierto.

¡Cual fue su sorpresa al descubrir a la dueña de esa vocecita! Era una niña de unos 12 años, su cabello rubio lo llevaba peinado en dos coletas con odangos y sus ojos eran tan azules como el planeta que había visto cuando llegó a la Luna. Llevaba un hermoso vestido blanco bordado con adornos dorados y era la niña más hermosa que había visto en su vida.

- ¿Te comió la lengua el conejo? ¿Por qué no me respondes quién eres?

- Yo… bueno… - Diamante no pudo evitar sonrojarse.

-¡Tienes una marca en la frente! ¡Como la mía! Solo que la tuya es una luna menguante…

- Y la tuya es una luna creciente… Soy el Príncipe Diamante, de la familia de la Luna Obscura Black Moon y heredero al trono de Némesis – dijo orgulloso Diamante.

- Yo soy la Princesa de la Luna Llena, Serenity. Bienvenido al Milenio de Plata, mi reino – dijo ella amablemente, y estrechó su mano con la de él.

Al contacto, Diamante no pudo evitar sentir esa calidez que la princesita emanaba, quedando enamorado al instante de ella, quien le sonreía plenamente. Era tan hermosa, y su voz… Parecía que no era caprichosa como la escandalosa de Esmeralda, la hija de la Condesa Amatista, prima y dama de compañía de su madre, con quien pretendían desposarlo.

- Por favor Princesa, no vaya a decirle a nadie que estoy aquí. Si alguien se llega a enterar le podrían decir a mi madre y me castigaría.

- Tranquilo, no le diré nada a nadie, y puedes llamarme Serenity. ¿Quieres dar un paseo conmigo?

- ¡Por supuesto!

Desde ese momento, surgió una sincera amistad entre el príncipe Diamante y la princesa Serenity, aunque para el príncipe, lo que sentía por ella era más que amistad.

A partir de ahí, todas las noches, Diamante viajaba a la Luna, para disfrutar de la compañía de Serenity y conocer todas esas maravillas que la niña le mostraba día a día.

Reían, platicaban, jugaban… Diamante se sentía realmente feliz y enamorado, ¡su madre estaba equivocada! La gente de la luna era amable, ella era amable.

- Serenity, cuando seamos mayores, me casaré contigo.

- ¿De verdad Diamante? – preguntó emocionada Serenity

- Si, te lo prometo. Serás mi reina, uniremos nuestros imperios, y seremos muy felices y todo será dicha y prosperidad.

- Si Diamante, eso me encantaría mucho – y los dos chicos se abrazaron.

Pasaron los años y Diamante continuaba viajando a la Luna para visitar a la princesa, aunque ya no lo hacía tan seguido, puesto que sus obligaciones en su planeta fueron aumentando, pero nunca se olvidaba de la hermosa princesa que lo hechizara desde que tenía 15 años.

Ahora, a sus 21, el joven y apuesto príncipe estaba dispuesto a pedir su mano en matrimonio, a desposarla como le había prometido y hacer su vida a lado de la mujer que amaba.

Una de esas noches, el Príncipe Diamante decidió que era hora de presentarse ante la madre de Serenity y pedir la mano de su hija en matrimonio, así que como muestra de su compromiso, cortó una orminia, la flor más extraña y hermosa que existía en todo Némesis, se vistió con su traje de Príncipe Heredero y salió al patio trasero de su palacio para emprender el viaje que decidiría su futuro cuando fue descubierto.

- ¿A dónde crees que vas Diamante?- preguntó su madre.

- ¡Madre! – exclamó sorprendido el príncipe.

- Ni creas que iras a la Luna de nuevo

- ¿Cómo sabes que voy hacia allí?

- Lo siento hermano – dijo Zafiro – pero tenía que decírselo

- ¡Traidor! – gritó Diamante – No me van a detener, esta noche le propondré matrimonio a la princesa Serenity.

- ¿Y crees que la Reina Serenity permitirá que te cases con su hija? – dijo fríamente la reina Ágata – Serenity nos odia, ¡ella es la culpable de que vivamos en este lugar!

- ¿Qué estás diciendo ? – preguntó intrigado el platinado príncipe

- La Reina Serenity y el Rey Apolo mataron a tu padre y nos desterraron a este lugar – dijo secamente Ágata - ¿Por qué crees que somos la Familia de la Luna Obscura? Nosotros vivíamos en la cara oculta de la Luna, y ellos usurparon el trono que nos correspondía a tu padre y a mí en el Milenio de Plata, ¡No les importó que tu fueras un pequeño de 2 años y tu hermano un recién nacido! ¡Y ahora me vienes a decir que estás enamorado de esa maldita princesa cuando deberías odiarla!

- ¡Basta madre! ¡Serenity no es así! Ella es buena, gentil y me ama.

- ¿Estás seguro de eso, hijo? – preguntó sarcástica Ágata – Estoy preparando un ataque hacia la Luna – comenzó a caminar alrededor de él – Tengo ojos y oídos en todos lados – se situó detrás de él y comenzó a hablarle al oído – y sé perfectamente que la princesa ha recibido visitas de otro príncipe… el príncipe de la Tierra creo…

Diamante cerró los puños con furia y se volvió hacia su madre

- Detente madre, no te creo nada. Serenity se casará conmigo – contestó fríamente y se teletransportó a la Luna.

- Madre… pero… - intervino Zafiro

- Tranquilo Zafiro, deja que se desengañe solo. Vamos al salón de juntas, sigamos preparando nuestro ataque.

SxD

La espina de la duda que sembrara en su corazón la reina Ágata comenzaba a hacer efecto en Diamante. ¿Cómo era posible que los padres de Serenity le hubieran hecho eso a su familia? Y ¿sería verdad que otro príncipe la visitaba? Los celos y la duda lo mataban, deseaba cuanto antes aterrizar en la Luna y encontrarse con su amada para preguntarle lo que pasaba.

-¡Serenity! ¡Serenity! – la llamó

- ¡Diamante! – La princesa salió a su encuentro y se estrecharon en un abrazo sincero; para ella de amistad, para él de amor - ¿Diamante qué ocurre?

- Mira lo que te traje – acarició el rostro de la princesa – Es la flor más bella que existe en todo Némesis.

-¡Oh Diamante! ¡Es muy hermosa!

- Princesa Serenity, ¿quieres casarte conmigo? – se hincó, tomando una de sus manos y ofreciéndole la flor.

- ¿Qué?- Preguntó la princesa, sorprendida.

- Serenity cásate conmigo. ¿Recuerdas que cuando éramos chicos, te dije que nos casaríamos?

- Pero Diamante, éramos unos niños… además, te quiero como amigo y…

El semblante de Diamante se ensombreció

-¿Y qué, Serenity?

- Estoy enamorada del Príncipe de la Tierra; Endymión y yo nos casaremos.

El Príncipe sintió que algo en su interior se rompía en mil pedazos, su madre tenía razón. Sin darse cuenta, pulverizó la flor que le iba a dar a Serenity y sin prestar atención a todas las cosas que ella le decía, se levantó y volvió a su planeta, lleno de rabia y desesperación.

Hecho una furia, Diamante irrumpió en el salón de juntas de su palacio, dónde su madre sostenía una sesión con todos sus fieles súbditos y el príncipe Zafiro sobre el ataque a la Luna.

- ¡Madre! – gritó lleno de dolor Diamante – Tenías razón, ella se casará con otro.

- Te lo dije hijo. Ven, únete a nosotros, ataquemos la Luna y ¡acabemos con todos!

- Pero yo quiero a la Princesa, madre

- Entonces – dijo malévolamente la Reina Ágata – Ataca la Luna y reclama a la princesa como tu botín…

- Si – dijo Diamante, deformando su hermoso rostro en una mueca malsana y malévola.

SxD

Los días pasaron, la Familia Black Moon se encontraba reunida en la sala del trono; Diamante estaba a la cabeza de la invasión que su madre había planeado por años. Ahora, sentado en el trono y con una copa de vino en la mano, esperaba las noticias que su general Rubeus le tenía que traer para poder atacar.

- Alteza – dijo el pelirrojo general – El Milenio de Plata ha sido destruido.

- ¡¿Qué?! – Preguntó Diamante, al tiempo que rompía su copa.

- Al parecer, una fuerza obscura se nos ha adelantado. La causante de la destrucción del Milenio de Plata es una tal Reina Beril, comandada por la Reina Metalia

- ¿Hay sobrevivientes? – preguntó la Reina Ágata

- No Majestad, todos están muertos, incluyendo la reina y la princesa.

Diamante no pudo soportar la noticia; a pesar de que la princesa lo había rechazado, ya se había hecho a la idea de que la tendría a su lado y ahora, con esa terrible noticia, ¿cómo podría sobrevivir sin la mujer que tanto deseaba? Fuera de sí, se retiró a sus habitaciones, tratando de esa manera apaciguar su alma herida.

- Zafiro, ve a buscar a Esmeralda y mándala a las habitaciones de tu hermano. Diamante necesita que lo reconforten – ordenó Ágata

- Si madre – Hizo una reverencia y salió de la sala.

SxD

Esmeralda llegó a las habitaciones del príncipe Diamante. Desde que tenía uso de razón lo había amado, pero el príncipe apenas y la volteaba a ver. Cuando supo que la Reina Ágata y su madre planeaban comprometerlos, fue la chica más feliz de Némesis, pero sus ilusiones se derrumbaron cuando se dio cuenta que el príncipe no la amaba a ella, sino a esa tal Princesa de la Luna Llena que vivía muy lejos de ahí.

Ahora ahí estaba, en el umbral de la habitación de Diamante. Le daba gracias a las fuerzas oscuras de esa Reina Beril de la que todos hablaban de que se hubiera deshecho de la odiosa princesa, y ahora, ella sería la única mujer que obtuviera el amor del príncipe.

Lo vio hincado al pie de su cama, llorando y maldiciendo una y otra vez el no haber traído consigo a Serenity cuando ésta le dijo que no se casaría con él; la hubiera obligado, la hubiera hecho su reina y ahora, estaba muerta, y nunca más la volvería a ver.

- Alteza – susurró Esmeralda

- Esmerada…

Diamante se incorporó, tomándola bruscamente por los brazos y la besó salvajemente. Esmeralda rodeó su cuello e instintivamente él la llevó a la cama.

Destrozó el vestido que llevaba puesto y la besó con desesperación, tratando de calmar su ego herido. Recorrió todo su cuerpo, se deshizo de su ropa interior y de un tirón le abrió las piernas para penetrarla una y otra vez.

Esmeralda sentía las embestidas del príncipe, sumida en un extraño éxtasis de placer que le provocaba ver al príncipe así, de esa manera tan irracional y salvaje haciéndola suya. Se aferró a la espalda de él enterrándole las uñas y arqueando la espalda, lista para unirse a él en un solo orgasmo, cuando su corazón se rompió en mil pedazos al escuchar el nombre que el príncipe aullaba con dolor al mismo tiempo que terminaba dentro de ella.

¡SERENITY!


Hola!

Bueno Sailor Moon Crystal ha terminado y creo que hay black ladies que nos quedamos con ganas de más acerca de nuestro amado Príncipe (Seiya no te pongas celoso ok?) Así que aquí les dejo la primera parte de este mini fic.

Lo estaré publicando cada domingo (si, es madrugada del lunes pero el día no me alcanzó -.-)

Espero que sea de su agrado, y pues es de los primeros fics que escribí, por eso tal vez haya cosillas medias raras, pero tratare de revisarlo y editarlo antes de subirlo :) y si, contiene lemon, porque, qué es la vida sin él? jaja xD

Besos estelares Bombones y nos leemos el próx domingo! :D