Antes que nada muchas gracias a todos aquellos que leéis y añadís a favoritos esta historia. Me encanta que os encante y eso es lo que me motiva a seguir escribiendo. Me he dado cuenta (o a lo mejor son sensaciones mías) de que la historia puede que vaya muy deprisa, ya sabéis, autocrítica del autor por lo que he decidido que los capítulos van a ser algo más largos y elegantes ahora que empieza de verdad la trama fuerte. Vuestros comentarios y opiniones siempre son bien recibidos y motivan a una a seguir dando caña. Os dejo este capítulo que espero que os guste y os intrigue tanto como a mi.

Por cierto, he visto que pese a separar con linea discontinua los saltos de tiempo en los capitulos (cosa que hago a la hora de escribir) a la hora de publicarlo no se guarda y aparece todo junto siendo a lo mejor un caos. Me he dado cuenta tarde y si puedo algún día revisaré los capítulos uno a uno para editarlo (espero que el hecho de que no haya separación no os cree desconcierto a la hora de leer). He conseguido en este capitulo separarlo con una pequeña barrita. Solo por avisar.

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Nathalie se había encargado de avisar a la castaña mientras que su hermano se ocupaba del pelirrojo omitiendo para él el tema de Malfoy pues sabía como podía reaccionar su amigo y la salud de su hermana era en estos momentos lo más importante.

- ¡Por Merlín! ¿Porqué no me lo habías contado antes? Es... parecen raíces de un árbol- dijo Hermione totalmente fascinada frente a Nathalie mientras recorría con la punta de sus dedos aquel grotesco dibujo que recorría el pecho de su amiga.

- No lo sé, pensaba que desaparecería con el tiempo, que a lo mejor eran pequeños resquicios de un mal conjuro que simplemente necesitaban algo de tiempo para desaparecer pero estaba equivocada...

- Y teniendo el cuenta que al estar con Malfoy habrás echo ciertas...cosas, ¿como no lo ha visto? - preguntó totalmente extrañada, no era algo que se pasara por alto así por las buenas - Si te ha visto desnuda ha tenido que fijarse en esto- señaló la oscura marca.

- He sido precavida, no quiero que se entere de esto... aún no, quiero buscar una solución primero.- respiró hondo mientras se giraba para verse reflejada en el espejo de su amiga. Su mirada se tornó triste, más aún de lo que ya la tenía- He usado un hechizo para camuflarla y parece que ha funcionado pero los efectos es algo a parte.

- No me puedo creer que pegaras a Malfoy- dijo con una pequeña sonrisa a lo que Nathalie la regañó con una mirada- Lo siento, sé que le quieres pero se merece más de un guantazo bien dado.

La conversación quedó ahí pues Nathalie no tenía ni ganas ni fuerzas de seguir hablando de Draco. Sabía que hasta que encontraran la forma de deshacerse de eso tendría que andar con pies de plomo y mantenerse alejada de Draco, el problema era que iba a decirle para excusar su ausencia por las noches, o si salía corriendo cuando se cruzaba con él por los pasillos. Era mas que consciente de que iba a pasarlo bastante mal y como consecuencia se lo haría pasar mal a la persona que más quería, pero todo era por el bien de ambos, sobretodo el de su propia salud.

Una vez se hubieron reunido en los jardines y tras varias teorías y planes decidieron separarse para buscar respuestas más rápidamente. Hermione y Ron fueron a la biblioteca donde la castaña se desenvolvía como pez en el agua. Harry y Nathalie decidieron acercarse a la cabaña de Hagrid para consultarle pues el moreno sabía que su amigo le diría todo lo que supiera, al contrario que cualquier otro profesor o adulto de Hogwarts. Era cerca de media tarde cuando Harry tocó suavemente la puerta de la cabaña del guardabosques. Un andar pesado se escuchó dentro seguido de varios ruidos que indicaban que había chocado con utensilios metálicos por el camino. La puerta sonó debido a su estado cuando Hagrid abrió la puerta.

- ¡Harry!¡Nathalie! Que gusto veros por aquí, hacía mucho que no veníais a verme- les saludó con una sonrisa de oreja a oreja escondida entre esas espesas barbas. - Pasad pasad, ¿una taza de té?

Los hermanos entraron en aquella cabaña húmeda y oscura, iluminada solo por un par de velas sobre la pequeña mesa de madera donde Hagrid servía el té. Fang descansaba en un montón de almohadas roñosas que Hagrid habría colocado a modo de cama para el perro y solo levantó la cabeza cuando vio entrar a Harry y Nathalie pero segundos después volvió a dormir como si nada hubiera pasado. Los chicos se sentaron uno al lado del otro en el banco que Hagrid tenía pegado a una de las paredes y el semi gigante les imitó ocupando su butaca habitual.

- ¿Que os trae por aquí muchachos?

Nathalie dio un sorbo a su té y miró a su hermano con ojos suplicantes para que fuera él quien hablara con Hagrid pues tenía mucha mas confianza con el semi gigante y sabía que le diría mucho más que a ella.

- Verás Hagrid, la verdad es que no venimos a pasar un buen rato, estamos buscando... respuestas.

-¿Respuestas? - Hagrid miró a su pequeño amigo con ojos acusadores- ¿Has vuelto a hacer de las tuyas Harry?

- No, no es eso...verás...- y Harry relató el problema de su hermana. Como la habían atacado, la marca que le había quedado en el pecho y los problemas que la maldición le estaba acarreando. Nathalie apenas podía mirar a los ojos de ninguno pues sentía que cualquier gesto o palabra le haría romper a llorar y no quería que nadie la viera de esa forma.

- ¿Puedo ver la marca Nathalie?- dijo Hagrid tras unos minutos pensativos seguramente analizando las palabras del joven Potter.

La chica le miró algo vergonzosa pero le pudieron mas las ganas de volver a la normalidad que el pudor que pudiera sentir en esos momentos. Se levantó con desgana como si cada movimiento le doliera en lo más profundo del alma y se puso frente al guardabosques que incluso sentado era algo mas alto que ella. Bajó con cuidado el cuello de su camisa dejando la tela de la misma al ras de sus pechos, para cubrir por lo menos las partes privadas pero lo suficiente como para que Hagrid pudiera apreciar los daños. El semi gigante abrió mucho los ojos y se acercó unos centímetros mirando ceñudamente la marca que recorría el cuerpo de la chica como pequeñas venas cargadas de sangre negra y densa.

- ¿Tienes idea de que puede ser? Es importante Hagrid, Nathalie... bueno ella está...

- Hagrid - se escuchó la voz de la chica por primera vez desde su llegada. Parecía rota y llena de lamentos. - Si no encuentro la forma de revertir esta maldición perderé a alguien muy importante para mi, perderé al amor de mi vida. ¿Sabes lo que es eso? Le estoy haciendo daño- continuó sin dejar contestar al guardabosques- cada vez que estoy a su lado solo siento odio y desprecio y sé que eso no es real, pero solo soy capaz de controlarlo y arrepentirme de mis actos cuando está lejos. No soporto estar lejos de él, no soporto hacerle sufrir y sé que si esto sigue así le perderé para siempre. Si le pierdo Hagrid...- sus ojos esmeralda brillaron con fuerza dejando caer un par de lágrimas rebeldes que se negaron a quedarse en sus ojos - Si le pierdo me muero.

Harry agradeció las palabras de su hermana que ablandaron el corazón de Hagrid y también suspiró tranquilo al ver que no decía el nombre de Draco Malfoy pues aún sabiendo la bondad infinita que poseía su amigo no se fiaba del efecto que causaba escuchar ese maldito nombre ni la persona que lo poseía.

El semi gigante se levantó nervioso y dio vueltas por su cabaña. Se llevó las manos a la barba y la acarició como si esta fuera capa de darle todas las respuestas. Tras unos largos y tensos minutos de espera se paró frente a los hermanos. Nathalie se había sentado en el regazo de Harry que la abrazaba con cariño intentando darle el consuelo que no era capaz de encontrar.

- Creo que sé como ayudaros.

Harry y Nathalie levantaron la vista y un pequeño destello brilló en sus ojos, el destello de la esperanza.

- Hay muchos libros que poseen información acerca de maldiciones y esas cosas...

- Hermione y Ron están en la biblioteca buscando algo que pueda ayudarnos - interrumpió Harry.

- Calla- le ordenó su hermana poniendo una mano sobre su boca.

- Decía- prosiguió- que hay muchos libros con información sobre diferentes maldiciones... pero por las carácterísticas que me habéis descrito me da que lo que buscáis no está en esos libros. Sin embargo, hay un pequeño libro, muy pequeño, del tamaño de mi mano- alzó su enorme mano - con la tapa de un color amarronado que el profesor de Defensa contra las Artes Oscuras guarda en su despacho. Ese libro nunca ha salido de ahí pese al cambio de profesorado que ha habido año tras año. Es un libro que ni si quiera está autorizado para ocupar un lugar en la sección prohibida ya que al igual que posee información sobre la forma de revertir las maldiciones también posee información sobre como ejecutarlas y la mayoría de ellas suelen ser mortales. Lo descubrí en mi primer año en Hogwarts cuando cumplía uno de los tantos castigos que sufrí durante ese año. Si existe alguna solución a su problema, está en ese libro.

Nathalie tembló en los brazos de su hermano. Puede que hubiera una solución a todo esto. Harry en cambio solo pudo escuchar "la mayoría de ellas suelen ser mortales" y miró a su hermana. No podía ser mortal, la suya no...

- Gracias Hagrid, no sabes cuanto te lo agradecemos. - Nathalie se levantó torpemente y acercándose a Hagrid lo abrazó con ganas. El guardabosques respondió al abrazo acariciando paternalmente el pelo de la chica.

- Seguro que todo se soluciona. Eso si- separó a la rubia del abrazo para mirarla seriamente- nadie debe saber que yo os lo he dicho.

- Te lo prometo.

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Tras discutir lo que habían descubierto decidieron colarse esta misma noche en el despacho del profesor de Defensa contra las Artes Oscuras para encontrar el libro que les había descrito Hagrid. Eran demasiados para esconderse bajo la capa de invisibilidad de Harry por lo que Hermione y Ron decidieron quedarse en su sala común y dejar a los hermanos buscar el libro pues eran los únicos que habían estado presentes en la charla del guardabosques.

Dejaron correr el tiempo en la sala común de los gryffindor hasta que se hizo suficientemente tarde para asegurarse de no encontrar a nadie por los pasillos, nadie a excepción de Filch pero ese viejo era fácil de despistar. Cuando dio la una los hermanos se escondieron bajo la capa de invisibilidad y salieron de la sala común bajo la confundida mirada de la Dama Gorda. El despacho estaba bastante cerca y solo tenían que bajar un piso para llegar a él por lo que no encontraron ningún obstáculo en su camino. El despacho estaba entre dos estatuas de unos magos en posición de ataque que ninguno consiguió reconocer. Sin quitarse aún la capa Nathalie conjuró un leve alohomora y para su sorpresa la puerta cedió. "Que poca seguridad tienen los despachos, como se nota que en este colegio nadie quiere romper las normas".

El interior del despacho era un desorden total. La mayoría de los libros estaban tirados por el suelo junto con cientos de pergaminos. Las paredes cubiertas de cuadros tenían manchas de a saber que poción o mejunje y los cuadros estaban ladeados o incluso rotos. Parecía como si un huracán hubiera pasado por aquel lugar.

- Va a ser más difícil de lo que pensábamos con todo este desorden- dijo Harry una vez se hubo quitado la capa. Ninguno dijo nada más y comenzaron a buscar entre los montones de libros de aquella sala.

El tiempo pasó y tras revisar uno a uno los libros que fueron encontrando cayeron rendidos en el suelo sin haber encontrado nada.

- Ese libro no está aquí. - pensó en voz alta Harry.

Nathalie suspiró dejando que la poca esperanza que tenía se fuera con aquel suspiro. Sus ojos divagaron por todo el despacho fijándose en los cuadros que les miraban curiosos. Todos estaban desordenados, a excepción de uno. Un viejo cuadro pequeño que contenía la imágen de una joven y bella bruja de cabellos rojos que bailaba alegremente. Ese cuadro era el único que estaba recto y con multitud de polvo sobre su marco. "Podría ser..." se planteó Nathalie y sin decir nada se levantó movida por una fuerza salida de no se sabe donde en dirección al cuadro. Harry la miraba expectante. Cuando llegó al lado del cuadro primero lo observó con curiosidad y tras unos instantes de duda cogió el cuadro con cuidado y lo descolgó de la pared. Tras el cuadro la pared no era lisa si no que encubría un fino hueco de forma rectangular donde se podía ver en su interior el fino lomo de un libro de color marrón con unas elegantes letras doradas que decían "Maldiciones prohibidas e irreversibles". Los ojos de Nathalie se abrieron como platos y Harry saltó para ponerse rápidamente al lado de su hermana la cual ya había cogido el libro entre sus manos. La encuadernación era muy antigua y el libro parecía no haber sido tocado en años pues también estaba cubierto de una fina capa de polvo que estaba demasiado adherido a la tapa.

No dijeron nada y sin perder más tiempo Harry pasó la capa por encima de ambos y salieron lo más rápido posible del despacho. Minutos después estaban atravesando la puerta de la sala común de los leones. Hermione y Ron seguían en el mismo sillón donde les habían dejado solo que la chica dormitaba sobre las rodillas del pelirrojo que daba fuertes cabezadas intentando mantenerse despierto. Cuando la capa dejó de cubrirles Ron saltó del sillón despertando abruptamente a Hermione.

- ¿Lo tenéis?- preguntó con ansia.

- Si, aquí está- y Nathalie sacó el libro de entre sus ropas. Los cuatro amigos se reunieron alrededor del libro mientras Nathalie pasaba sus hojas. El libro había sido escrito en 1584 y las páginas estaban tan viejas que parecía que pudieran romperse con solo respirar cerca de ellas. Fueron pasándolas una a una mirando con atención los dibujos y datos sobre las distintas maldiciones hasta que al llegar casi a la mitad del libro Nathalie paró de golpe. Frente a ella plasmado en tinta negra estaba el dibujo de un cuerpo humano que poseía la misma marca que la suya solo que mucho menos extendida. Sobre el dibujo en letras mayúsculas y subrayado venía el nombre de la maldición. "Extrémora"

- Venga, lee- le incitó Hermione con curiosidad.

Nathalie tragó saliva y leyó con voz clara.

"EXTRÉMORA

La maldición conocida como extrémora es una de las más poderosas y menos utilizadas de la magia. La persona que es capaz de conjurarla sin ningún tipo de error debe poseer un poder muy allegado a las artes oscuras pues esta maldición se alimenta de la parte muerta del alma. Cuanto más oscura y perdida esté tu alma más fuerte será el poder de extrémora.

La maldición extrémora se conoce también como "Los amantes malditos" pues solo puede ser usada sobre aquellas personas que estén conectadas por el amor romántico. Esta maldición actúa llevando al extremo contrario los sentimientos de aquella persona que la recibe, de ahí su nombre. Para poder conjurarla de forma precisa se necesita conocer el nombre de ambos amantes y visualizar sus rostros durante el proceso, si no esta será inútil o podrá causar daños a terceros no implicados en dicho amor romántico.

Usada desde el principio de los tiempos para romper relaciones o separar a los amantes fué excusada de castigo durante muchos años por el sentimiento de celos que poseían aquellos que la conjuraban.

La maldición extrémora solo afecta a la persona sobre la que se conjura provocando que aquellos sentimientos de amor romántico hacia una segunda persona se conviertan en el odio y repulsión más profundos, es decir, convierte el amor en odio, por lo que la persona maldita al estar en presencia de su amante no es capaz de sentir el amor original si no un odio profundo y rencor hacia la otra persona.

A medida que pasa el tiempo y si no es revertido su poder la maldición aumenta su intensidad aumentando con ella el odio y cualquier sentimiento desagradable. La marca que se instala en el cuerpo de la persona maldita al impactar sobre ella esta maldición se extiende en forma de raíz desde la primera zona afectada por el impacto hasta cubrir en algunos casos el cuerpo entero. Cuanto más cerca esté el impacto del corazón más aferrada estará la maldición a la persona. Esta marca provoca un dolor intenso a medida que aumenta su tamaño.

Si no se para a tiempo puede conseguir que la persona maldita pierda la noción del tiempo, no distinga la realidad de la fantasía, amplíe su odio hacia otras personas queridas (incluidos amigos o familiares), ataque a aquellas personas antes citadas, pierda la memoria poco a poco o incluso llegue a matar a su amante. En los casos más extremos esta maldición es irreversible y puede provocar tal locura y dolor que la persona maldita se suicide, se consuma o su corazón llegue a pararse. "

Nathalie no pudo leer más. Se había quedado muda a medida que procesaba la información leída. Sus amigos y su hermano tampoco eran capaces de decir nada o puede que no supiera que decir, solo la miraban esperando alguna reacción en ella. El texto no terminaba ahí pero viendo la incapacidad de Nathalie por continuar leyendo Hermione le quitó el libro de las manos y siguió en busca de la cura.

"La única forma de hacer desaparecer la maldición y cualquier rastro de ella es la siguiente: El amante deberá ralentizar el corazón de la persona maldecida hasta que esté clínicamente muerta. Mientras su corazón esté parado debe absorber el poder de la maldición con la ayuda de una daga purificada hasta limpiar por completo el cuerpo de la víctima. Una vez vacío de todo poder se volverá a poner en marcha el corazón de la persona.

Puede parecer fácil pero la mayoría de de ellos no sobrevive al proceso. La única forma de asegurar que el ritual se cumpla sin un final trágico es si el amante posee un amor completamente puro y sincero el cual en la mayoría de los casos no se cumple pues una simple mentira piadosa puede alterar el resultado."

El silencio volvió a reinar entre los amigos. Harry tenía los puños cerrados para evitar gritar de rabia. Su hermana, la única familia que le quedaba en el mundo, la persona que se había convertido en todo para él tenía todas las de perder y morir ya fuera porque el ritual para curarla saliera mal o por que la maldición se extendiera tanto que la hiciera volverse loca y acabar con su vida. Se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos intentando pensar. Su cabeza era un caos. Ron simplemente no sabía que hacer o que decir miraba a Nathalie mientras mil preguntas se le pasaban por la cabeza. ¿Quién era la otra persona que entraba en la ecuación de dicha maldición?¿Acaso Malfoy y Nathalie estaban realmente enamorados?¿Como iba en ese caso Malfoy a curarla si ese insecto no era capaz de amar a nadie más que no fuera él?. Sus ojos bailaban furiosos como si estuviera leyendo a una velocidad pasmosa. Hermione simplemente cogió la mano de su amiga la cual tenía la mirada perdida y el miedo en el cuerpo. Nathalie reaccionó a su contacto y alzó la vista para encontrarse con los ojos acaramelados de Hermione los cuales no desprendían miedo como Harry o ira como Ron. Los ojos de Hermione parecían tranquilos.

- Tienes que hablar con Malfoy.

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El bosque estaba más oscuro que nunca lo que facilitaba sus planes. Era la quinta vez que se reunían desde que empezó el último curso pero la segunda vez que se arriesgaban a hacerlo en los jardines del colegio, exponiéndose a ser descubiertos. El frío invernal le calaba los huesos pese a las capas y capas de ropa que se había puesto para el encuentro. Sabía que sería una reunión mas larga que las anteriores y quería prevenir un resfriado inoportuno.

Cuando llegó todos estaban esperando. Sus noticias eran las mas esperadas e importantes de aquellas reuniones por lo que se sentía con más poder del que nunca hubiera imaginado.

- Ya era hora, te estábamos esperando- dijo una voz que provenía de aquel que estaba a su derecha. La máscara plateada relucía con el brillo de la luna.

- He tenido un pequeño contratiempo pero no os haré esperar más. La maldición está avanzando. En unos días podremos pedirle que nos lo entregue y no será capaz de negarse pues será lo que en esos momentos desee.

Un murmullo victorioso llegó de parte del resto de los presentes lo que se sintiera mucho mas importante en todo aquello.

- Perfecto- volvió a decir la voz de su derecha- ya queda menos para acabar con lo que queda de los Potter. Una vez que ella nos lo entregue y se dé cuenta de lo que ha hecho no dudará en pedirle ayuda y como buenos héroes vendrán directos a nosotros.

Las sonrisas no pudieron verse tras las mascaras pero la emoción se palpaba en el ambiente. Era la hora de renacer.