Disclaimer: Skip Beat y sus personajes no me pertenecen, sino son de la mente maravillosa de Nakamura Yoshiki-sensei.


Serendipia, esa extraña palabra acudía a la mente de Kyōko una y otra vez, sin parar. Desde que la escuchó en una de las tantas clases de literatura en los años escolares, no dejó de rondar su mente y es que el significado mismo de la palabra, era de por sí maravilloso para la joven.

Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta.

Su mente divagaba en lo maravilloso que podría ser descubrir o hallar de manera inesperada un hada, mientras se busca otra cosa; y lo recordó.

Recordó a aquel niño de aspecto celestial, ojos verdes, cabello rubio brillante como si tuviera millones de diamantes, el único ser capaz de llevarse toda la pena y el dolor, con una sonrisa. Corn, aquel príncipe de las Hadas que encontró de manera totalmente inesperada, mientras buscaba un refugio donde llorar sin ser vista, un lugar donde liberar su corazón del dolor y la soledad. En aquel lugar, encontró a un amigo, su primer amigo de verdad.

Luego recordó al hombre en el que se convirtió, como lo encontró después de tantos años, mientras buscaba sirenas en Guam, y cómo buscando devolver la sonrisa el príncipe Corn, quien había sido maldito desde su nacimiento, se topó con el regalo de su primer beso, aquel beso entregado a su príncipe de las Hadas.

Ante ese recuerdo, Kyōko sonrió y un ligero rubor cubrió sus mejillas.

Pero después un amargo recuerdo a su mente acudió, aquella noche donde su mera existencia fue negada, por su propia madre, esa noche donde necesitó una vez más el dulce consuelo de Corn, su Príncipe de las Hadas, pero mientras lo buscaba, halló otra cosa, se encontró en los brazos de Tsuruga Ren, su admirado senpai, su guía y mentor en el mundo de la actuación, su persona más respetada y una vez más, igual que en Karuizawa, fue quien calmó su dolor y le brindó el consuelo que tanto necesitaba.

Y dentro de todos esos acontecimientos maravillosos, el más sorprendente fue encontrarlo a él, a ese hombre que en un principio odió, luego admiró, respetó y finalmente amó. Ese único hombre, aquel hombre al que estaba destinada a encontrar una y otra vez en su vida, bajo mil caras distintas y con tantos nombres diferentes, ese hombre que transformó su búsqueda de venganza en amor; amor por la actuación, amor hacia sí misma y finalmente amor hacia él, siempre fue su príncipe de las Hadas.

Y mientras abría la puerta de su departamento, lo vio. Rubio, alto, ojos verdes y hermoso. Él volteó en su dirección y le sonrió. El corazón de Kyōko latió como si estuviera en una maratón y le devolvió la sonrisa.

―Okaeri, Kyōko.― le dijo.

―Tadaima Kuon.― respondió la actriz.

―Llegué temprano y aproveché de bañar y alimentar a los monstruos.―le dijo en tono de broma mientras se acercaba a besarla.

―No llames así a tus propios hijos Hizuri Kuon.―continuó ella con una sonrisa, y respondió a su beso.

―Llegaste justo, cuando iba a llevarles un poco de leche para que duerman tranquilos cariño.

―Iré contigo, debo supervisar esas tareas, no quiero que su maestro los regañe otra vez.

Ambos entraron a la habitación y lo que encontraron, fue dos cabecitas castañas y ojos verdes mirando a la puerta y con una sonrisa traviesa reflejada en sus rostros.

Y he ahí lo más maravilloso que Kyōko se encontró en su vida. Porque eso es algo que Kyōko nunca podría haberse esperado, tener la familia amorosa que de niña nunca tuvo.

Eso mis queridos lectores, es Serendipia.