¡Hola! Después de algún tiempo, traigo aquí otro fic de esta pareja. A continuación mis ideas y aclaraciones, por supuesto que si así lo desean pueden pasar directamente a leer. No pasa mucho en este capítulo salvo una introducción del OC que va a participar y un pequeño establecimiento de la relación de nuestra pareja principal.
Éste fic es un ejercicio para (al fin) volver a escribir sobre la pareja con quien empecé a usar esta cuenta; ZoroRobin. Tengo algunas intenciones con éste fic:
-Escribir algo estilo Black Black Heart que me han pedido ya en varias ocasiones. Estoy consciente de que ese fic tiene demasiados errores que aunque en el momento me habían dejado satisfecha actualmente me hacen sentir algo avergonzada de mi desparpajo para escribir en ese entonces. Necesito más autocrítica, supongo.
-Involucrar emociones y sentimientos un poco más complejos. También construir personajes más acordes y creíbles, mejorar la trama y las relaciones entre dichos personajes, aunque no sé si tendré éxito en todo esto.
Y no menos importante que todo, cumplirle a Myri Weasley28, quien hace mucho me sugirió una historia en la que Robin le ganara a Tashigi (en lo referente al cariño de Zoro, of course). No sé si te acuerdes amiga, pero si lees esto, éste fue el resultado aunque tomó más de un año (creo) en formarse bien la idea.
El título de esta historia es el mismo de una película de Stanley Kubrick que tiene como temática la expresión de la sexualidad, a veces extraña, en una pareja. Además del título, el fic no tiene que ver con la película, debo aclarar. Sólo me gustó porque me parece que tiene un simbolismo interesante.
Pareja principal: ZoroxRobin
Parejas secundarias: ZoroxTashigi, RobinxOC, LuffyxNami
Rated: M
Espacio temporal: Después de Thriller Bark. Aún no me acostumbro a todas estas nuevas habilidades y poderes que pasaron después de esos dos años, y necesito a los personajes en cierto punto físico y emocional que sea más sencillo de manejar para que la narrativa funcione. Espero que eso sea convincente.
Disclaimer: One Piece le pertenece a Oda sama (*-*) afortunadamente para el mundo, jeje. Yo solo escribo esto por diversión.
No los mareo más con mis explicaciones. Pasemos al primer capítulo.
Eyes wide shut
Capítulo 1: Interés
El silencio le daba cierta presión extra a la situación. Robin miró fijamente a la chica que estaba sentada frente a ella. Se miraron a los ojos un momento; sabían que no debían hablar o se meterían en problemas. El calabozo en que estaban metidas era húmedo y daba una impresión general de suciedad. Los labios de la chica temblaban. Robin tenía entendido que se llamaba Tashigi.
-Parece que va a haber algo de diversión aquí después de todo.
Uno de los toscos hombres que las habían atrapado entró en el calabozo y las miró cínicamente. Era un hombre alto, bien formado, de cabello rubio. Lucía sucio y descuidado, como si llevara días sin tomar un baño o siquiera cambiarse de ropa. Sus dientes estaban sucios y su expresión lasciva resultaría nauseabunda para cualquiera. Otros dos entraron tras él. Tenían más o menos las mismas pintas, solo que diferente color de pelo, uno era castaño y otro tenía el cabello más oscuro. Los tres las desnudaron con la mirada antes de que los ojos del rubio se posaran largamente sobre Tashigi.
-La de lentes se ve más asustada, creo que comenzaré con ella.
Tashigi miró a Robin como si ella pudiera ayudarle de algún modo pero ella se quedó congelada antes de poder pensar en cómo actuar en tal situación. Dos de los asquerosos sujetos tomaron a Tashigi, uno de cada brazo, y la levantaron del suelo con brusquedad. Ella gritó, pataleó y se retorció, decidiéndose al fin a hablar. Su voz sonaba rasposa después de esas largas horas de silencio.
-¡No! ¡Suéltenme! ¡Malditos asquerosos…!
El primero en entrar le dio una bofetada muy fuerte que la hizo callar. Tashigi era bastante fuerte físicamente, pero contra tres hombres, después de más de dos días sin probar bocado, y sin su espada, estaba indefensa.
-¡No tengo ganas de aguantar estupideces, puta! ¡Quédate quieta!
Tashigi temblaba de vergüenza y de rabia. Se siguió moviendo y recibió una bofetada más.
-¡Déjenme ir! ¡Por favor!
-Si te interesa, yo no me moveré tanto.
Los sujetos entonces prestaron su atención a la mujer que seguía sentada en el piso. Los ojos de Robin miraban hacia ellos fríamente, sin miedo. Ella sabía perfectamente que no tenía mucho que perder; no era tan inocente como Tashigi. Estaba casi segura de que la joven era virgen, mejor que la experiencia no la traumara o que cuando menos, ver lo que hicieran a continuación con Robin le sirviera para hacerse a la idea de lo que podía esperar para ella misma.
Robin no podía usar sus poderes. No habían sido tan tontos para dejarla en disposición de ellos mientras estaba allí encerrada. Usaba una tobillera hecha, cómo no, de kairoseki, en una cantidad suficiente no para dejarla inconsciente pero sí para impedirle hacer mucha fuerza. Ella también estaba indefensa después de dos días de permanecer en el mismo estado que Tashigi.
Los piratas no tuvieron mucho que pensar. Robin se entregaba voluntariamente, y sin duda era más atractiva que la muchachita chillona que tenían en las manos. Cuando la dejaron caer, Tashigi no comprendió qué acto de misericordia había llevado a la mujer que ella aún consideraba una peligrosa delincuente a sacrificarse así.
Jalándola hacia arriba del mismo modo que habían hecho antes con Tashigi, los sujetos levantaron a Robin por las muñecas y la dejaron de pie en el centro de la reducida habitación. Tashigi se arrastró a un rincón, agazapada, asustada. Robin le lanzó una mirada como para asegurarse de que estaba bien. Sabía que no había nada mejor que pudiera hacer por ella y la verdad es que no tenía idea de porqué le estaba teniendo tanta consideración. Quizás porque sabía que inevitablemente irían por ella después. Mejor darle la oportunidad a la joven de que se aclimatara.
Robin tenía la extraña –y a veces estresante- capacidad de esconder sus sentimientos muy bien. Tashigi casi no podía creer su expresión fría y desinteresada cuando comenzaron a jalonearle la ropa o a tocarla descaradamente. Las manos se paseaban sin consideración sobre sus piernas y sus brazos, luego por su vientre, sus pechos y su sexo. Tashigi se quedaba en silencio, tapándose la boca y agazapada en el rincón. Robin estaba de pie, inmóvil.
Uno de ellos le arrancó la chaqueta que usaba sobre el vestido corto que traía puesto, y sus hombros quedaron al descubierto. El primero que había entrado a la habitación, el rubio, decidió que sería el primero. La sujetó firmemente de la cintura y comenzó a mordisquearle el cuello y los hombros mientras metía su mano entre sus piernas.
Robin sentía que en cualquier momento su compostura se iría al demonio.
-¡¿Qué carajos creen que hacen estúpidos!?
La puerta del calabozo se abrió de golpe y un hombre apareció en el umbral. Los otros se quedaron petrificados.
-Capitán…nosotros estábamos…
-Sólo nos divertíamos un poco…
-Me importan un bledo sus excusas. Les dije claramente que no quería que pusieran una mano encima de ellas. Ahora largo.
La voz del capitán era profunda y determinada; la voz de mando de alguien que sabe lo que hace, que controla a sus hombres y que no permite tonterías a bordo. Robin no lo pudo mirar; se le habían doblado las rodillas debido a la repentina debilidad, y no distinguía más que su silueta debido a la fuerte luz que provenía del pasillo. Por lo poco que había podido distinguir supo que tenía que ser alguien cuya corpulencia era mayor a la de los piratas que la estaban agrediendo.
Ellos salieron de allí a toda velocidad y el asunto quedó en un buen susto para las dos mujeres.
-Lleva a la dama a mi despacho, Amelia-san. Y luego vuelve aquí y quédate a hacerle compañía a la muchacha.
El hombre se dio la vuelta y salió de la habitación.
Robin pudo ver entonces a la mencionada Amelia. Era una mujer bastante mayor, y tenía apariencia de buena persona. Usaba un vestido largo hasta los tobillos y encima un delantal. Llevaba el cabello cubierto con una pañoleta y tenía ya sus buenas arrugas en el rostro.
-Lo lamento mucho, señorita- expresó, acercándose a Robin. No le llegaba ni a los hombros, pero se veía que era una señora fuerte-, esos sujetos pueden ser muy brutos. Pero no te preocupes. William no dejará que te hagan daño.
Robin levantó las cejas. La mujer la tomó de la mano y la sacó del calabozo, que luego cerró con llave.
-Perdóname, hija- se dirigió luego a Tashigi, que seguía dentro del lugar, arrinconada y sorprendida-, vendré en un rato más y te traeré algo de comer.
Tashigi asintió, aún sorprendida y en un cerrado silencio.
Comenzaron a caminar por el pasillo. Se detuvieron frente a una habitación pequeña, y la mujer entró y salió rápidamente, ofreciéndole a Robin un largo abrigo que parecía ser de muy buena calidad, suave y cálido. Siguieron caminando y ninguna de las dos dijo nada. Finalmente llegaron ante una puerta doble de madera, sencilla e imponente. La mujer llamó con dos golpes bajos de su puño y desde adentro se escuchó de nuevo esa dominante voz.
-¿Amelia-san?
-Sí, William, soy yo.
-Pasa.
La mujer abrió la puerta y le hizo una seña a Robin para que pasara delante de ella. Robin obedeció. Ya se había puesto el abrigo; hacía una noche bastante fría y parecía que iba a haber una gran tormenta. Se preguntó dónde estarían sus amigos en ese momento, ya era tiempo de que la hubieran encontrado y...no era momento de pensar negativamente. Era momento de hacer lo que mejor sabía hacer y salir viva de ésta.
El capitán de aquel barco estaba sentado ante un escritorio, con la mirada fija en un enorme libro abierto de par en par. Una lámpara iluminaba su lectura. Levantó los ojos hacia ellas y una sonrisa escapó de su rostro.
Robin se ajustó un poco mejor el saco alrededor de su cuerpo; ahora que su mirada se posaba sobre ella de pronto se sentía vulnerable y expuesta.
-Muchas gracias, Amelia-san. Puede retirarse.
-¿Quieres que te traiga algo?
-Ordena que nos manden la cena, por favor. Tengo mucho de qué conversar con esta dama.
-De acuerdo.
Amelia salió de la habitación y cerró la puerta tras ella.
Robin, impresionada, observó a su anfitrión.
Debía tener 30, 32, máximo 35 años de edad.
Era un hombre alto y muy atractivo, siendo sinceros. Tenía una corpulencia agradable; extremidades largas y fuertes, hombros anchos, postura perfecta y ademanes elegantes. Su rostro era por demás interesante; sus ojos eran de un color oscuro y profundo, sus cejas pobladas le daban cierta pesadez a su mirada. Su nariz daba la impresión de haber sido recta, pero tenía una pequeña torcedura en el puente que hacía pensar que el hombre había recibido una que otra paliza desde joven, aunque lo disimulaba un poco con unos lentes de armazón delgado y redondo que se sostenían justo de ese punto. Esta imperfección no importaba realmente ya que su rostro era impresionantemente armónico, con unos labios delgados que de algún modo completaban el conjunto con una cicatriz que los partía en línea vertical por el lado derecho. Su cabello era azul oscuro, casi negro.
Se puso de pie. Su ropa también era oscura, pantalones, zapatos y camisa, así como el saco que usaba encima, tan largo como para ser una túnica, casi tan larga como el abrigo que llevaba Robin.
Caminó hacia ella y al estar a un metro de distancia hizo una inclinación profunda.
-Disculpe las molestias que mi tripulación pudiera haberle causado. Mi nombre es Blackhill William, pero usted si así lo desea puede llamarme Bill.
Tomó la mano de Robin y la estrechó con suavidad. Por un momento Robin pensó que la besaría, pero él solo levantó la mirada hacia ella, mirando sus ojos, sin soltar su mano.
-Un gusto. Mi nombre es Nico…
-Robin. Para mí es todo un placer- finalmente él besó su mano y se enderezó-, he oído hablar mucho de usted y no podía resistir más mi necesidad de conocerla. Aunque lamento mucho las circunstancias.
Robin no comprendió su amabilidad ni su ansiedad por conocerla. Él la guio hacia un cómodo sillón que había en la estancia y se sentó en el sillón contiguo, sin dejar de mirarla, aunque a ella esto no le causaba mucha molestia, sino una sincera curiosidad. Esto que estaba pasando era lo último que hubiera imaginado al llegar allí.
-Temo que no comprendo su interés en mí- explicó luego de unos segundos de silencio-, a menos que esto sea una trampa para aprovecharse de mí como hace unos minutos sus hombres intentaron hacer.
-Supongo que nunca terminaré de disculparme por eso- sonrió él, y en cambio, llevó una mano al bolsillo de su saco-, pero quizás esto sirva. Tengo la llave de la tobillera que le pusieron. Deme un momento.
Dicho esto, se arrodillo a los pies de Robin. Ella estaba descalza y se sintió avergonzada de su estado de higiene, pero a él no pareció importarle en lo más mínimo. Tomó su pie por el tobillo y la liberó.
Robin no perdió tiempo. Una vez que sintió la fuerza correr por su cuerpo otra vez, floreció unas manos tras él y lo sujetó, y lo torció hacia atrás con toda intención de romperle la columna. No se quedó a ver. Se puso de pie y corrió hacia la puerta.
Cuando llegó, sin embargo, chocó contra alguien.
Blackhill estaba parado frente a ella, la atrapó y le sujetó las muñecas firmemente, sin dejarla avanzar ni un paso más. Robin volteó, ¿cómo había podido liberarse con tanta facilidad? Y aún más importante, ¿cómo había llegado ahí frente a ella sin ningún problema?
-No te conviene hacer eso, hermosa. No abuses de mi hospitalidad.
Con firmeza, y al mismo tiempo con cierta gentileza, la obligó a volver a la silla donde estaba sentada. Entonces, al hacerse consciente del agarre sobre sus muñecas, Robin observó sus manos; tenía puestos unos guantes de un material un poco extraño, a medio camino entre la piel curtida y el plástico.
-Eres…- aventuró mientras se sentaba-…eres un usuario, ¿no es verdad?
Él sonrió.
-Eres muy lista, Nico Robin, debo admitir que incluso sobrepasas mis expectativas. En efecto, soy un hombre partícula-, explicó quitándose los guantes. Con ellos había podido quitarle la argolla de kairoseki sin que esta le hiciera efecto alguno-, puedo dividir mi cuerpo en todos sus átomos y hacerlos viajar distancias razonables, y juntarse de nuevo.
-¿Por qué me lo cuentas? ¿No es una ventaja para ti que tu poder permanezca oculto hasta el momento adecuado?
-No vale la pena, sé que eres inteligente. Lo hubieras descubierto antes de que terminara la noche, preferí ahorrarte el esfuerzo.
-¿Antes de que termine la noche? ¿Cuánto tiempo piensas tenerme aquí?
-El necesario. Como ya te dije, estoy muy interesado en ti. Algo bueno podría salir de esto. Además, creo que puedo estar seguro de que no usarás la información que te dé en mi contra.
Ambos se quedaron en silencio después de esta última declaración. Robin estaba a la defensiva. Él se veía muy tranquilo, y el duelo de miradas no se hizo esperar. Pudieron haberse quedado así por horas, pero en ese momento unos sirvientes entraron a la habitación, llevando la cena.
Instalaron una mesa en la estancia, entre ambos sillones de manera que Robin y Blackhill siguieron uno frente al otro sin necesidad de moverse para hacer uso del servicio. Les llevaron los platillos y como bebida dos botellas de vino en un recipiente con hielos.
-Muchas gracias. Ahora retírense, necesito privacidad.
Una vez que se quedaron solos, Blackhill comenzó a comer, utilizando los cubiertos con una elegancia acorde con su apariencia. Robin tomó los cubiertos también y comió con calma a pesar de que estaba muriéndose de hambre. Él sirvió el vino en dos copas y le ofreció a ella una.
-Me encuentro gratamente sorprendido- observó él, después de un buen rato de encontrarse en completo silencio-, no sólo eres inteligente, también eres muy segura y elegante. Tu…lenguaje corporal, quiero decir. Pareciera que todo el tiempo sabes exactamente cómo moverte y cómo actuar.
-Soy muy autoconsciente-, contestó Robin con resolución, secretamente complacida de que su anfitrión la halagara-, en realidad no suelo dar un solo paso a menos que sepa que puedo conseguir algo con ello.
-Bueno, no tienes que ser así todo el tiempo, al menos no aquí. Yo no tengo intención alguna de hacerte daño.
-Perdón por no poder relajarme en tu presencia. He aprendido a no confiar en nadie con el paso de los años.
-¿Y qué me dices de los Mugiwaras?
-Ellos son mi familia. Son las únicas personas en quienes sé que puedo confiar y de quienes puedo estar plenamente segura.
-¿Todos ellos?
-Sí.
Pero la mente de Robin viajó a otro acontecimiento, un par de semanas atrás…
Hubo otro largo silencio en el que continuaron con la comida hasta que cada uno terminó de consumir lo que había en su plato. El silencio fue roto una vez más cuando Blackhill llamó a los sirvientes para que recogieran el servicio de la cena. Cuando estuvieron solos de nuevo, le invitó otra copa de vino.
-¿Está todo bien?
-No entiendo cómo puedes creer que debo estar tranquila. Me tienes secuestrada. Estoy en medio del mar en un barco que desconozco por completo, rodeada de una tripulación que no me respeta y sin saber dónde están mis amigos.
Él se quedó en silencio por varios segundos, como si estuviera analizando una respuesta adecuada ante tal interrogante, aunque Robin en realidad no estaba haciendo una pregunta sino una afirmación.
-No estuve en el barco en el momento en que fuiste capturada. No pude dar órdenes adecuadas para tu cuidado, de hecho fue apenas hace un par de horas que supe que mis hombres te tenían. Quiero compensarte. A partir de ahora te trataré como un huésped, no como una prisionera.
-Un huésped a la que tienes aquí por la fuerza. Espero no ser la única que puede ver el problema en esta situación.
-De nuevo, déjame pedirte disculpas. ¿Por qué no comenzamos de nuevo?
Robin levantó una ceja como preguntándole de qué hablaba. Le dio un sorbo a su copa, y a pesar de que la situación era tensa aún, encontró la manera de sonreír.
-¿Qué propones?
-Podríamos conocernos un poco mejor. Ya sabes, conversar un poco. Entiendo que te gusta leer.
-Bueno, es lo que más me gusta hacer desde que aprendí a hacerlo.
Backhill sonrió.
-Para mí es como un escape.
-Ah, entonces también te gusta.
-Por supuesto. Encuentro especial placer en la narrativa, debo admitir. Hay pocos libros de historia o de ensayos que me gusten realmente. Lo único que me ha sido útil es la teoría, digamos, de cómo manejar un barco, y algo de política y relaciones de gobierno en general...
-¿Has leído "El Príncipe"?
-Maquiavelo, por supuesto. Mis padres me hicieron leerlo cuando era un niño, se suponía que me ayudara cuando heredara sus tierras y su título. La vida da muchas vueltas, como puedes ver. Asumo que ninguno de ellos esperaba que me hiciera de un barco y me convirtiera en un corsario.
Robin levantó la vista hacia él.
-Entonces trabajas para el gobierno.
-No exactamente. Trabajo para los reyes de un país. Intento pagar una deuda, así que esto no tiene mucho que ver con el gobierno.
-Espero que comprendas-, contestó ella, removiéndose en su silla con algo de incomodidad-, que esto no me hace sentir más tranquila. Mis amigos y yo tenemos una relación difícil con el gobierno, si entiendes a qué me refiero. Yo, para ser específica, desde hace más de 20 años.
-Comprendo eso. De hecho, de no ser por esa fama que te creaste, no me habría interesado tanto en ti.
-Habla claro.
-Digamos que llevo un buen tiempo siguiéndote. Los admiro mucho, a ti y a tu tripulación. Sobre todo a ti, si me permites ser específico. Quería conocerte desde que eras Miss All-Sunday. Siempre pensé que Crocodile no te supo aprovechar.
Robin frunció el ceño y siguió bebiendo de su copa. Ya había vaciado la mitad. Levantó su mirada hacia él.
-No me gusta que hablen de mí como mercancía. Ya tuve suficiente de esos días. No soy más "Miss All-Sunday", esa mujer desapareció hace mucho tiempo.
Blackhill sonrió entonces como si aquella fuera la respuesta que estaba esperando de su parte.
-Estar con los Mugiwara te ha hecho bien.
-Me tratan como a un ser humano y no como a un monstruo. Eso le haría bien a cualquiera.
Él se quedó en silencio después de esta declaración. Ella no se sentía incómoda con los silencios normalmente. No era un problema para ella.
- Déjame replantear lo que dije hace un rato. Quería explicarte que llamaste mi atención por tus habilidades. Eres una mujer muy centrada, y se nota que eres capaz de distinguir entre tus sentimientos y lo que es bueno para ti y tu tripulación.
Robin se puso de pie. Aún con la copa en la mano, caminó lentamente hacia un ojo de buey que estaba cerca y miró hacia afuera. El mar estaba en calma, quizás demasiada calma. Era una noche tranquila, pero no necesitaba ser Nami para advertir con una sola mirada que pronto caería una fuerte lluvia. Él se acercó. Lo sintió aproximarse a sus espaldas y se dio la vuelta apenas a tiempo para detenerlo e impedir que se acercara más.
-Perdona si no he hablado con la claridad que deseaba en un principio- expresó entonces, aceptando que lo rechazara- estoy interesado en hacer un trato contigo. Y con tus compañeros. Una pequeña alianza.
-¿Qué clase de alianza?
-Una en la que todos saldremos ganando, si sale todo bien. Ustedes salen ilesos de estas aguas y yo pago mi deuda y me libero de esta ridícula situación en la que estoy, ¿comprendes lo que quiero decir?
Había algo en este hombre que Robin no podía negar que encontraba extremadamente atractivo. Quizás era su aspecto en general –maltratado y aun así hermoso a su manera- o quizás era su elegancia, o su aparentemente irresistible voz de mando. Robin sabía que no podía darse el lujo de caer y confiar en él con tanta facilidad, pero era persuasivo también y ella se encontraba en una situación donde no podía defenderse en caso de estar en peligro.
De pronto se sintió una ligera agitación en la proa. Robin levantó la mirada.
-No prestes atención.
Ella no se dio cuenta de cuándo había sido que se había vuelto a acercar tanto. Ahora estaba de pie tras ella, y luego de un par de segundos, le sujetó la cintura y la atrajo un poco más.
Robin volteó un poco la cabeza hacia él, como si no lo pudiera evitar. Sintió su aliento caliente golpear contra su rostro y sus propios ojos cerrándose presa de un extraño éxtasis que le producía su presencia tan cerca de ella…
La puerta se abrió de un golpe.
-Disculpen la intromisión.
Robin volteó hacia la puerta y su estómago se sacudió. Zoro estaba parado allí, con las espadas en las manos, agitado y con una cara de pocos amigos que habría espantado al mismísimo Lucifer.
-Zoro…
-Mujer, ¿qué está pasando aquí…?
Antes de que Zoro preguntara más, Blackhill besó la mejilla de Robin. Zoro frunció aún más el ceño y se quedó congelado donde estaba por un segundo. El otro ni se inmutó.
-Vete con él. Mis hombres no deben darse cuenta de que los dejé ir, deben apresurarse.
-¿Que nos dejaste ir?- Zoro dio un paso al frente-. Esos inútiles no pudieron hacernos frente. Tienes suerte de que no decidiéramos destrozar tu ridículo barco.
-No hables de más, Roronoa. Váyanse de una vez.
-¿Dónde está Tashigi?- preguntó de pronto Robin y al sonido de este nombre, Zoro se tensó-, no deberíamos dejarla aquí también. Si tus hombres no saben nada sobre esto seguirán…
-Tienes razón. Por el bien de la chica, deben llevársela también. Debe encontrarse en la misma celda, no permití que la movieran o la sacaran de ahí. Te prometo que nos veremos pronto.
Robin no dijo nada más y se desprendió de él para seguir a Zoro, que le lanzó una última mirada de odio a Blackhill y la siguió.
Robin trató de no prestar atención a la cercanía que ese hombre se había permitido tener con ella. Corrió asegurándose de que Zoro la siguiera y pronto encontraron la celda donde tenían encerrada a Tashigi. Zoro tiró la puerta con sus espadas y miraron al interior.
La chica estaba agazapada en el rincón, como si eso le sirviera para esconderse.
-¡Ven con nosotros!- la llamó Robin-, te prometo que estarás mejor que si te quedas aquí.
Tashigi la miró, llena de dudas. Ella no era quien pudiera confiar en un grupo de piratas, y Roronoa en específico la hacía sentir siempre menor, menos valiosa como espadachín. Sin embargo, Nico Robin había sido amable con ella y eso ya era bastante decir para una pirata que tenía fama de desalmada. Se puso de pie, y aún sin estar segura de nada, los siguió.
-No te quedes atrás- le advirtió Zoro con gran severidad, antes de dar vuelta por el pasillo equivocado y ser devuelto a la ruta correcta por unas manos que Robin floreció en las paredes y lo trajeron de regreso.
Corrieron hasta la cubierta, en donde los demás les limpiaban el camino rumbo al barco quitándose de encima a los piratas al mando de Blackhill. Cuando consiguieron regresar todos al barco se alejaron con toda la rapidez que pudieron. Aquellos tripulantes no le ganaban a los Mugiwara en habilidades pero sí en cantidad y la situación comenzaba a tornarse molesta.
Cuando estuvieron de regreso en el barco, se sintió una atmósfera general de tranquilidad.
-¡Robin, qué bueno que estás bien!- gritó Luffy y su alegría contagió en seguida a sus compañeros.
Robin fue recibida con júbilo de vuelta en el Sunny. Habían estado buscándola por varios días y al fin daban con ella. Traerla de regreso había sido más fácil de lo esperado, ya que no tuvieron que enfrentar demasiada resistencia.
Franky comenzó a realizar los movimientos necesarios para que el barco se alejara de la zona y buscar un lugar seguro. Por estar concentrados en la búsqueda de Robin habían descuidado el reabastecerse y Nami buscaba desesperadamente una ruta a alguna isla cercana sin salirse demasiado de su plan de avance original.
Fue hasta varios minutos después que los Mugiwaras se percataron de un alma extra dentro del barco que normalmente les alarmaría tener ahí. Tashigi aguardaba, inquieta, recargada contra la barandilla del barco en un profundo silencio pero alerta a todo movimiento o comentario.
-Ella…-habló Nami al notarla. Dio un paso tentativamente en su dirección, pero se detuvo casi en seguida. Robin asintió.
-La traje conmigo, en ese barco corría muchos peligros. No creo que sea problema tenerla con nosotros un tiempo.
-¡Pero es la subordinada de Smoker!- gritó Ussop, visiblemente inquieto-. Si la tenemos aquí lo más probable es que él ya venga en camino a buscarla y entonces nosotros somos los que tendremos que enfrentarlo. No creo que haya sido buena idea traerla aquí.
Ni bien Ussop hubo terminado de decir esto, Sanji ya había salido de la cocina cargado de platos de comida y postres para sus adoradas damas, Nami, Robin, y la joven y hermosa Tashigi que afortunadamente estaba ahora bajo sus dedicados cuidados. Como era de esperarse, Tashigi lo miraba con horrorizada sorpresa mientras bailoteaba a su alrededor, hasta que Nami le dio un buen golpe en la cabeza para que se calmara.
-No seas idiota, no necesitamos que la asustes más de lo que ya está- puntualizó. Luego se acercó a ella. Tashigi se había negado reiteradamente a aceptar el postre que Sanji le ofrecía, así que Nami probó ofreciéndole uno ella misma-. Creo que necesitas comer algo. Si quieres puedes dormir con nosotras en lo que llegamos a algún puerto seguro, te prometo que nada te pasará.
Tashigi no aceptó tampoco el pastel de manos de Nami y se negó también rotundamente a dormir con ellas en la misma habitación.
-Tienen que dejarme ir- aseguró, temblando de miedo y de rabia-, denme un bote en el que pueda salir al mar. De lo contrario…-, pensó en una buena amenaza, pero no se le ocurrió nada que ella pudiera hacer. Entonces pensó en su jefe-, Smoker san los hará pagar. Lamentarán haberme tomado como rehén.
Robin levantó las cejas. Ellos no la habían tomado como rehén, ella misma se había animado a acompañarlos a final de cuentas. Probablemente seguía muy asustada.
Una risa de desdén se escuchó a través de la cubierta. Todos voltearon entonces a ver a Zoro, que estaba recargado en el mástil con las manos tras la nuca. Al parecer estaba escuchando todo lo que ocurría a pesar de aparentaba estar dormido. Su expresión fue el acento que hacía falta para que Tashigi perdiera el control.
-¡Roronoa!- la detuvieron antes de que se acercara a Zoro.
-¡El nido de cuervo! ¡Puedes dormir en el nido de cuervo, es perfecto!- reaccionó Nami, poniéndose frente a ella antes de que ocurriera algo qué lamentar-. Nadie te molestará, te llevaremos tus comidas y una vez que lleguemos a tierra firme puedes hacer lo que quieras para encontrar a tus compañeros y a Smoker.
Tashigi cambió su mirada hacia ella. Tenía los ojos llorosos y estaba sonrojadísima, producto del enojo, el miedo y la desesperación. Nami se sintió profundamente conmovida con lo vulnerable que era.
-No te podemos dejar salir al mar así como así. Nos encontramos a kilómetros de la siguiente isla y tú sola te perderías. Estas aguas son traicioneras.
Tashigi pareció considerarlo. Nami sonrió.
-Te llevaremos mantas y almohadas para acondicionar el lugar. No te preocupes por nada.
Tashigi no asintió, pero tampoco protestó más.
De pronto un relámpago iluminó el cielo, y fue como la señal que todos necesitaban para dispersarse y atender cada quien sus asuntos.
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Después de haberse dado un buen baño y de asegurarse –aunque sin acercarse demasiado a ella para no molestarla- de que Tashigi estuviera cómoda, Robin ya estaba recostada en la habitación de chicas cuando Nami al fin apareció por la puerta.
-¿Está todo bien?
-Sí, ya encontré una buena ruta y creo que llegaremos pronto a una isla habitada- se quitó su ropa de diario y se puso un pijama rá reabastecernos ahí y dejar a Tashigi en algún lugar donde pueda quedarse en un hotel y comunicarse con Smoker.
Robin asintió. Luego de pensarlo un momento, se decidió a hacerle otra pregunta.
-Me pareció que al principio tú tampoco estabas muy complacida por tenerla aquí. ¿Puedo saber qué te hizo portarte tan bien con ella?
Nami se encogió de hombros, retiró las sábanas de su cama y se acostó.
-No quiero problemas sobre el barco hasta que todo esté bien otra vez. Mientras más pronto nos liberemos de ella y de un posible enfrentamiento con Smoker, mejor.
Robin sonrió, inclinando un poco su cabeza hacia un lado.
-¿Desde cuándo le tememos a Smoker?
-Desde que Luffy, Zoro y Sanji no se encuentran en su mejor forma para pelear- aclaró Nami en un gesto que indicaba que no estaba bromeando en lo absoluto. Robin no tardó en darse cuenta de que su actitud estaba siendo demasiado relajada, de lo cual se arrepintió en seguida. Llevaba un par de días sin saber de su tripulación, así que ahora debía preguntar.
-¿Qué pasó mientras no estuve?
Nami suspiró y se abrazó a sus rodillas. Levantó la mirada hacia Robin.
-Bueno, hemos tenido demasiados enfrentamientos con los marines y con otras tripulaciones…nada demasiado serio pero no ha habido tiempo para descansar debidamente ni para terminar de sanar-, Nami se quedó pensativa un momento, y Robin esperó paciente a que siguiera hablando-. Extrañamente, Luffy no está tan mal, después de lo que pasó en Thriller Bark hubiera esperado algo más serio pero… son Sanji y Zoro los que más me preocupan, especialmente Zoro. No creo que resistan mucho más si no tienen unos días de descanso adecuados.
Robin finalmente asintió. A pesar de que no decía nada, Nami podía interpretar bastante bien su silencio. Finalmente, la joven se decidió a preguntar a su amiga todo lo que no había podido decir antes.
-¿Qué sucedió mientras estaban en ese barco?
Robin se enderezó un poco y se recargó contra la cabecera de su cama. En la mesa a lado de ella había un vaso con agua así que bebió un par de sorbos antes de hablar.
-Nos tuvieron encerradas sin poder comer ni beber nada. No dijimos ni una palabra ninguna de las dos y apenas pudimos dormir. Luego unos sujetos entraron y trataron de abusar de Tashigi y yo…hice que fijaran su atención en mí y no en ella-, Nami asintió, en cierta manera comprendiendo el accionar de su amiga-, y luego apareció el capitán del barco.
-¿Y quién es?
-Su nombre es Blackhill William, al parecer es una especie de corsario y…él me dijo que no era su intención que esos hombres nos trataran así. Luego él fue muy atento conmigo.
Nami levantó las cejas. Robin se quedó callada, meditando un momento en las acciones de ese hombre mientras habían conversado en su estudio. Se preguntó qué querría que hiciera por él, y cuándo sería que volverían a verse. No porque ella quisiera o lo deseara, sino simplemente porque le daba curiosidad…
-¿Hizo algo malo? la cara que traía Zoro cuando te sacó de ahí era peor de lo usual.
Robin se encogió de hombros.
-Probablemente se quedó con alguna idea equivocada. Ese hombre mostró mucho interés en mí, quizás demasiado, aún no lo decido. De hecho me dijo que deseaba volverme a ver.
-¿Para qué?
-No lo sé. Dijo que quizás yo podría ayudarle en algo pero no me dio ni un detalle.
-Ya veo.
Robin no tenía mucho más qué decir al respecto, pero por la expresión traviesa que tenía Nami en el rostro supo qué idea tenía ahora en la cabeza.
-Ten cuidado, supongo- sonrió- ¿al menos es guapo?
-Es muy atractivo- contestó Robin, siguiéndole el juego-, si es guapo o no depende de lo que a ti te parezca. Si me preguntas a mí…
Robin no terminó la oración porque en seguida un resplandor pasó por su mente impidiéndole seguir hablando.
Unos ojos oscuros mirando los suyos, una piel bronceada sudando y empapándola, unos jadeos ahogados y profundos, un beso con sabor a licor en sus labios…
Y un salto en el corazón...
Nami casi se asustó al ver esta reacción de su parte.
-¿Está todo bien?
-Sí.
-¿Te estabas acordando de ese hombre?
Robin negó con la cabeza. Y no mentía. En ese momento pensaba en alguien más.
Pero la imagen de Blackhill volvió a su mente casi en seguida, cuando Nami lo insinuó.
-Es muy elegante- dijo a modo complementario-, inteligente y culto también. Y es usuario de una fruta del diablo que lo convierte en un hombre partícula. No sé si sea muy fuerte pero al menos a mí me sorprendió. No creo que sea del todo malo. De hecho, nos dejó ir sin más. Y me dijo que nos volveríamos a ver…
-Ya veo- Nami se recostó y para Robin fue más que evidente que ahora las cosas parecían más en serio que minutos antes, porque Nami había dejado de mirarla de esa manera traviesa-, pues habrá que estar atentos. Como ya te dije, no estamos para buscar problemas al menos por unos días.
Robin asintió y ambas se acostaron a dormir.
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Robin se puso de pie y caminó. Tal como esperaba, encontró a Zoro sentado en la cubierta, aún a esas altas horas, meditando al parecer. Pero él reaccionó en seguida y se lanzó contra ella como un animal feroz en respuesta del ataque de cualquier enemigo.
Robin no tuvo tiempo de reaccionar, estaba furioso. La bestia extraña en que se transformaba su compañero entonces no tenía piedad con nada ni con nadie…y en cierto modo era irresistible tenerlo así. La empujó contra una pared y la envolvió con sus brazos, y la absorbió con su mirada y la obligó a consumirse en su calor.
-Si ese tipo te vuelve a poner una mano encima…
Zoro pegó su frente a la de ella y la miró a los ojos intensamente, como si la amenaza fuera para Robin y no para aquél sujeto. De pronto su piel se sentía mucho más caliente que antes. Ella casi temió que su nakama tuviera alguna fiebre, pero no era el caso.
-Como si de verdad te importara- sonrió entonces, antes de inclinar su rostro y besarle, y en realidad poco consciente fue de cuándo su ropa desapareció, o la de él. Sus cuerpos se movieron en perfecta sincronía, su espalda se raspaba contra la pared de madera pero él la mantenía en su lugar, perfectamente acoplada a su cuerpo, acariciándose, mordiéndose y explorándose.
-¿Crees que no me importa?- ambos sudaban abundantemente producto de la fricción de sus pieles y del ambiente húmedo que había quedado después de la tormenta. Cualquiera que saliera podría haberlos visto allí, cualquiera podría haber escuchado los sonidos generados por ese placer en bruto que compartían, pero estaban en ese punto de nublazón mental que les impedía razonar al respecto y tomar precauciones. El deseo se apoderaba de ambos casi en cualquier situación y ya bastante era disimularlo frente a los demás.
Sus pieles se reconocían al instante, encontraban su ritmo y danzaban juntos en un compás disparatado, él en ella, el firme ir y venir de sus cuerpos, la piel erizada, cada embate profundo, cada caricia, cada punto de placer encontrado por sus dedos, cada mordida, cada beso…
-No tendría por qué….aahh….-suspiró-…es…aaah….ahí….sigue, más fuerte…
Y sus gemidos subieron en volumen e intensidad junto con los de él, largamente, hasta concluir en una culminación que parecía construirse desde el momento en que dejaban sus cuerpos ir hasta volver a dejarlos encontrarse y volverlo a hacer todo de nuevo.
Exhausto, Zoro dejó caer lentamente hasta quedar sentado en el suelo y luego reclinó su cabeza en el pecho de Robin. Su carne era suave y cálida y parecía darle la bienvenida cuando él atacaba sus senos con besos y succiones. Sentada sobre su regazo, ella abrazó su cabeza contra su piel y suspiró al sentir su pulso acelerado y sus jadeos furibundos, y su sangre aún caliente como si corriera por sus propias venas.
-Cada día lo haces mejor- ronroneó en su oído, perceptiblemente satisfecha-, sobre todo cuando estás molesto.
Zoro gruñó, no encontrando otra respuesta a su observación.
-Nami me comentó que te veías muy enojado.
-¿Y si así fuera qué?
-Nada. Sólo que sería interesante saber que te estás poniendo celoso.
-¿Celoso yo?- preguntó entonces él en tono burlón y Robin le acarició la espalda en los mismos lugares donde un par de minutos antes le había sacado sangre con las uñas. Zoro se enroscó aún más contra su piel. Era como un gatito dulce y sumiso a su disposición- aunque minutos antes había sido un animal un poco más salvaje. Usó sus dedos para peinar su cabello hacia atrás y lo sintió suave, pero húmedo por el sudor.
-Sí, tú. Y quizás deberías. Ese hombre era…
Zoro se movió de nuevo contra ella como si fuera a continuar embistiéndola y Robin lanzó un gemido de sorpresa. Luego le dio una mordida en el cuello que la hizo ver estrellas.
-Cállate. Si quieres tener algo con él al menos no lo hagas en mi cara, mujer.
-Lo mismo va para ti.
-¿De qué hablas?
Robin lanzó una mirada rápida hacia el nido de cuervo, aunque no era visible desde donde estaban.
-Ahora tú eres la que está celosa.
-Claro que no. Pero ella…es espadachín igual que tú.
-Mmh. ¿Igual que yo? Eso es cuestionable.
Poco a poco la incomodidad comenzó a trepar por sus cuerpos. Tuvieron que separarse y vestirse, contentos de no haber sido descubiertos. Una vez que estuvieron de pie otra vez, y quizás por la misma incomodidad, Robin se acercó y dejó un beso suave y externo en los labios de Zoro. Él movió los suyos, correspondiendo ligeramente, y se dejaron ir con extraña facilidad en esta ocasión.
Zoro se quedó mirando en algún punto del horizonte que ella no pudo visualizar.
-Hablo en serio, mujer. Ese hombre no me dio confianza alguna. Si pones en peligro a nuestros nakama…
-No lo haré. Y también hablaba en serio yo con lo de Tashigi.
-¿Quieres que te sea fiel?-preguntó él con cierto aire burlón. Robin sonrió después de pensarlo un momento.
-No si no te nace. No hay necesidad alguna. Yo por mi parte no puedo prometerte nada- sonrió con picardía y luego se mordió los labios-. Buenas noches.
-Buenas noches.
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Extrañamente, el cuerpo de Robin había quedado satisfecho totalmente por Zoro y estaba muy feliz de volverlo a ver después de haber sido violentada por esos piratas, pero no podía dormir porque su mente vagaba buscando respuestas acerca de Blackhill... a quien extrañamente en su imaginación sentía que podía llamar por el nombre que le había sugerido, Bill.
Zoro por su parte, estaba exhausto pero contento con la sesión de ese día y reconfortado de sentir de nuevo la calidez de Robin después de haberla tenido lejos. Pero de pronto se encontró a sí mismo meditando en lo que ella le había dicho, porque en efecto, al igual que él, Tashigi sabía usar espadas…y además, ella era idéntica a Kuina…
Continuará…
La relación de Zoro y Robin comienza ambigua, como siempre, me gusta mucho cómo funciona así :'D hace todo más interesante.
Llevo mucho tiempo escribiendo este primer capítulo, y he hecho lo mejor que he podido. Espero que les haya agradado y que me den su opinión que sin duda me será de gran ayuda.
Sin más que agregar, me despido.
¡Besos!
Aoshika October