Bueno, yo de verdad debiera escribir caps de los fics que ya tengo y no salir con mis... nuevas historias n_n' pero esta serie de historias breves (se supone que son drabbles, pero soy mala con los drabbles) será muy corta y básicamente nació por esta discusión que siempre tengo con la señorita Ronald que se empeña en hacer hasta del tema más feliz una completa desgracia y un drama que dan ganas de tomar vodka por una semana seguida (por lo menos eso me pasa a veces con sus historias que son bellísimas además) En fin, por eso se nos ocurrió que de un mismo tema o punto de partida, haremos cada quien, la historia que crea conveniente para ese tema.

Así que si entran al perfil de Ronald Anderson, encontrarán una historia del mismo nombre, pero que probablemente será muy diferente a esta, es más o menos lo que intentamos probar (¿lo diferente que vemos la vida? jaja) En fin, esperamos que les gusten ambas ideas en cualquier caso y aquí está la mía.

Burn the Pages

"No hagas ningún comentario fuera de lugar"

"No digas nada estúpido, Ash"

El chico bufó al recordar los consejos de Brock al partir hacia Ciudad Celeste. Se sentía bastante molesto que lo tratara de esa forma como si fuera un... ¡Un niño! Uno muy idiota al parecer, tan inmaduro como para lastimar deliberadamente a su mejor amiga en ese, el momento más difícil que ella vivía.

Por supuesto que no iba a hacer tal cosa... Aunque, sí le había advertido que ese tipo no le agradaba y claro que tenía motivos para desconfiar del arrogante de Allan. Odiaba la forma en que se dirigía a él... odiaba aún más cómo la trataba a ella.

A pesar de que había augurado que todo terminaría en desastre, no era su intención señalarlo; no iba a verla para remarcarle el error tan fatal que cometió al convertirse en la novia de ese patán, su única intención era asegurarse que se encontrara bien, pues algo en la actitud de Brock indicaba que no lo estaba. Por eso tenía que verla, sólo así podría asegurarse de que así fuera.

"No digas tonterías."

Volvió a repetirse una vez más al tocar el timbre, seguro de que sabría comportarse… Al menos eso creyó hasta que la puerta fue atendida y con tan solo ver a Misty sintió ganas de llorar como un crío o llamarle a su madre, seguro ella sabría qué hacer en ese momento, tal vez, tendría una solución para reparar a su mejor amiga porque él no tenía ni una idea.

- ¿Ash? – Preguntó Misty un tanto avergonzada, pasando rápido sus dedos por su cabello rojizo esperando que ese sutil movimiento cubriera lo suficiente su mejilla - ¿Q-qué haces aquí?

- Vine a… saludarte, sólo quería saber cómo estabas… - "Después de lo que pasó" casi se mordió el labio para no soltar el resto de su frase.

- Estoy bien, - contestó bajando más la mirada, halando las mangas de su suéter celeste en señal de nerviosismo – Si eso es todo lo que viniste a hacer… Bueno, ¡misión cumplida! Puedes irte.

- ¡En realidad…! – Se apresuró a decir sin tener un argumento para alargar su estadía. Finalmente se le ocurrió la más simple de las ideas – Esperaba que pudiéramos pasar la tarde juntos.

- Ash, no tengo muchas ganas de…

- ¡Vamos! Podría ser divertido, podemos hacer lo que tú quieras.

- No quiero hacer nada.

- Entonces, sólo déjame acompañarte, sólo por una tarde... Por favor... - No quedaba nada lindo en él rogar de esa forma, pero sabía que era una táctica infalible. La chica suspiró caminando de vuelta hacia el interior del gimnasio sin cerrar la puerta.

- Haz lo que quieras, Ketchum. - Y fue justo lo que él hizo; caminó detrás de la chica, siguiéndola hasta el campo de batalla donde ella se sentó al filo de la alberca e introdujo sus pies en el agua tibia, manteniéndose silenciosa, incluso esquiva a la mirada del moreno quien optó por sentarse junto a ella cruzando las piernas.

Quería decirle muchas cosas, preguntarle tantas más, pero podía sentir esa barrera que Misty había creado y que no iba a permitirle decir ni una palabra mientras deseara seguir realizando actividades como... caminar o respirar.

Entonces sólo quedaba disfrutar del silencio observando la ligera ondulación en el agua creada por el vaivén de las piernas de la pelirroja... Eso pronto se volvió aburrido y siendo tan impetuoso no podría estar así por mucho tiempo, sobre todo mientras ella tratara de ignorar lo sucedido.

Aunque no quisiera, debía enfrentarlo, superarlo.

Sabiendo que tal vez esas serían sus últimas palabras, Ash se atrevió a hablar.

- Ey Mist, acerca de lo que pasó... - La pelirroja dejó de moverse por completo y alejó más la mirada del chico. Él continuó hablando - Sé que probablemente no pienses así ahora, pero creo que hiciste lo mejor...

- Ash, por favor, podrías no hablar...

- Es en serio, yo sé que... tú lo querías, por eso fue más valiente de tu parte,

- Es suficiente Ash.

- Porque no debes estar con alguien capaz de maltratarte así...

- ¡Dije que no quiero oír más! - Gritó poniéndose de pie. Ya bastante tonta se sentía con la situación como para escuchar las boberías que alguien tan ingenuo como Ash tenía por decir al respecto. - ¡¿Cómo puedes opinar en algo como esto?!

- Puedo opinar porque soy tu amigo, porque… Sé qué puede hacerte feliz.

- Sí, creo que tú lo sabías mejor que yo... Hace un año cuando dejaste muy en claro tu desagrado por Allan.

- Misty, yo… yo no quiero echarte en cara nada.

- Pues deberías, porque fui una completa estúpida... - Dijo aquello sin atreverse a encarar a Ash, aunque igual sentía todo su cuerpo estremecerse ante la mirada de él - no soy valiente al dejarlo porque me abofeteó, la verdad es… que no debí salir con él en primer lugar.

Silencio. Sus propias palabras la despertaron tanto como había hecho aquel golpe que recibió días atrás por parte de ese chico que alguna vez juró amarla. Se había burlado por completo de ella con esa mentira y se sentía como la peor de las tontas por permitírselo.

- Si te sientes así… - Misty escuchó dubitativo a su amigo al que aún no se atrevía a mirar, pensó que intentaría tranquilizarla y no quería su compasión, pero sin duda no estaba preparada para sus siguientes palabras - ¿Entonces por qué lo dejaste ahora? - Eso sin duda la obligó a encararlo, dedicándole la mirada más cargada de furia que le hubiese mostrado jamás.

- ¡¿Qué clase de pregunta estúpida es esa?!

- Tengo curiosidad, si ya habías cometido el peor error de tu vida…

- ¡Obviamente tenía que remediarlo! Pedazo de tonto - Dijo un poco más tranquila cruzándose de brazos - Desde el principio todo estaba mal, siempre fueron sus celos enfermizos o la forma como me trataba. – Suspiró – Desde antes de golpearme quiso acabar con mi vida y no iba a permitírselo.

- Entonces... - Se levantó resuelto hacia ella, mostrando una reconfortante sonrisa - No lo permitas.

- Yo no estoy...

- Justo ahora te deshiciste de él, pero sigues pensando en lo que pasó y eso te está haciendo daño. Sí, entiendo, es muy reciente y complicado, pero es el pasado, Mist. A partir de ahora es un nuevo capítulo en tu vida, tienes que empezar a vivirlo, tiene que ser uno mejor, uno feliz ¡y yo te voy a ayudar a conseguirlo!

- Sólo dices tonterías... ¡Ey! ¿A dónde me llevas?

- No lo sé, a hacer algo divertido.

- ¿Ese es todo tu grandioso plan para ayudarme?

- Es un inicio...

Finalmente Misty se dejó arrastrar por él, pensando que no había peligro en hacer tal cosa.

Claramente no recordaba como era lidiar con Ash Ketchum, experto en crear problemas, pues lo que pareció un inocente paseo por la ciudad se convirtió rápidamente en aventura al toparse con un montón de entrenadores quienes se volvieron rivales de batalla, después en perseguidores cuando Ash no dejó de burlarse de "tan malos perdedores". Tardaron más de una hora en perderlos de vista y al hacerlo, Misty no tardó en llamarlo arrogante, algo que Ash contestó... Invitándole un helado, postre que la chica no logró disfrutar pues terminó en su cara. Ash sonrió triunfante por hacer tan buena broma y entre risas corrieron mucho más, claro, el chico llevaba la delantera, pues no quería ser golpeado por ella.

Así llegaron hasta la orilla del río que conducía a la cueva Celeste. Él insistía en visitarla, sobre todo porque resultaría interesante hacerlo de noche. Ella, hizo todo en su poder para detenerlo hasta que en un largo forcejeo, ambos cayeron al río siendo arrastrados por la corriente.

Salieron de allí al llegar a un pequeño prado debajo del gran puente que conducía al mirador Celeste y al no tener fuerzas para nadar de vuelta o buscar otro camino entre la hierba, se tumbaron sobre el húmedo pasto y durmieron hasta que los rayos del amanecer tocaron sus rostros.

Misty se despertó, manteniéndose quieta a lado del chico, mirando como despuntaba una hermosa mañana. Sentía ganas de sonreír como no lo había hecho en días.

- Gracias por esto, Ash. De verdad lo necesitaba.

- Lo supuse - El entrenador miraba a las nubes y a los pidgeys volar sobre ellos. No quería perturbar a su amiga que seguro admiraba el mismo paisaje - Así que... ¿Crees que sea posible que hagas lo que sugerí? ¿Crees que puedas dejar todo atrás, y… seas feliz otra vez? - La respuesta no llegó de inmediato, Misty conservó la quietud que los rodeaba por un par de minutos antes de contestar.

- No estoy segura - dijo con tranquilidad - Tal vez... Necesite más días así, ¿sabes? Donde sólo haga tonterías por seguirte y evitar que te metas en problemas.

- ¿O sólo te dejes llevar y los disfrutes conmigo?

- Sí, eso podría funcionar también.

El silencio reinó de nuevo mientras veían el cielo de la mañana, sintiendo sus cuerpos humedecidos con el agua pura del río y sus dedos meñiques que comenzaron a acercarse, tocándose ligeramente, brindándoles a ambos todo el soporte que necesitaban en la vida.

Ash sintió que un plan se formaba en su mente con rapidez.

- Entonces tendré que quedarme y sacarte de ese gimnasio todos los días, ya sabes, para asegurarme de que no hagas algo increíblemente absurdo como escuchar a tu conciencia y comportarte bien. ¿Qué tal suena eso? - Él no pudo ver cuando la pelirroja sonrió, pero sintió sus dedos entrelazarse aún más con los suyos.

- Suena perfecto.

- Bien, pues eso haré - Y diciendo aquello apretó del todo la delicada mano de su amiga.

Sí, Allan fue una peste que cada día se vería como un mal recuerdo, pero él se encargaría que nunca nadie más se atreviera hacerle algo parecido.

No, ningún hombre volvería a ser un montón de páginas obscuras que Misty deseara quemar, porque a partir de ese momento estaría él, porque decidió convertirse en la primera página de un nuevo capítulo, uno que jamás terminaría.


Bueeeeno que les puedo decir, fue lo que se me ocurrió con este primer tema, en total solo serán seis. Espero que les agrade este nuevo proyecto n_n