IRRESISTIBLE ATRACCIÓN

~Owari no Seraph fanfic ~

Advertencias: Relación chico x chico (oséase shonen-ai /yaoi).

Pareja: MikaxYuu.

Disclaimer: La historia y personajes de Owari no Seraph no me pertenecen, son de Takaya Kagami y Yamato Yamamoto. Sólo hago uso de éste universo por entretenimiento y llenar ese vacío que dejan en mi corazón algunas situaciones oficiales del manga/anime.

Capítulo 5

Entraron a la mansión y el pelinegro dejó caer a Mika sobre un gran sofá. Entendió lo que el otro quizo decir al mencionar una caja, así que rápidamente subió a buscarla, seguro debía estar en la habitación de la que vio salir antes al rubio. Se digirió al escritorio, abrió el primer cajón y ahí estaba. Se preguntó si ésa sería la correcta, así que abrió los demás cajones. No vio alguna otra así que tomó la que había visto al principio y salió de la habitación. Mika realmente no deseaba que él se enterara cómo era que saciaba su deseo de sangre, así que decidió respetarlo reprimiendo la curiosidad de ver el contenido de la caja.

Llegó a la sala y vio al rubio sentado aún agitado. Se acercó con cautela y puso la caja sobre su regazo.

—No vi lo que tiene, te daré tu espacio—le dijo e iba a dárse la vuelta.

—Yahh...no importa...—dijo al momento que abría la caja y sacaba uno de los tubos llenos del líquido carmesí. —Es sangre de vampiro—agregó y tomó el contenido con premura. Poco a poco el dolor disminuía y su cuerpo se relajaba.

El pelinegro permaneció de pie, en silencio y observando con atención. Si bien no era sangre humana, seguía siendo sangre a final de cuentas. Entendía por qué lo trató de ocultar, pero jamás pensaría mal de él. Más bien, aún se sentía culpable del destino que había sufrido el ojiazul.

—Debes pensar que es desagradable. Siento mucho ponerte en ésta situación—dijo con aflicción el blondo después de un rato. Depositó el tubo vacío nuevamente en la caja y limpió su boca con el dorso se la mano.

—Claro que no tonto. Si estás mejor deberías cambiar esa cara, ¿no se suponía que era nuestro día libre?—expresó mientras se sentaba en un sillón frente al rubio.

—Pero...—.

—¡Pero nada! Aunque cambiara una parte de ti, sigues siendo Mika—le dijo dedicándole una sonrisa.

—Yuu-chan—lo miró y también sonrió. —Gracias—agregó poniendo más atención y noto algo enredado en el cabello azabache. Se levantó, se paró frente al chico y quitó lo que tenía.

—¡Ouch! ¿Qué es eso?—preguntó el ojiverde con curiosidad al sentir el jalón de cabello y notar que el rubio veía con atención lo que tenía entre sus dedos.

—Tienes pasto—contestó con normalidad y dirigió sus manos nuevamente a su cabello para quitar otro par.

—¿Pues de quién fue la culpa?—se quejó. Detuvo con ambas manos los movimientos del vampiro, no estaba siendo muy gentil al quitar las basuras.

—Aahh...eso...—dudó y no se atrevió a negar esa indirecta de acusación.

—Ya déjalo, entiendo. Mejor tomaré una ducha—atajó la respuesta del rubio y se levantó de su lugar mientras estiraba los brazos hacia arriba. Mika se había comportado así porque estaba sediento, no quería hacerlo sentir mal y no le iba a reclamar aquello, sobre todo porque lo que pasó fue demasiado vergonzoso como para exigir una explicación. Además quería olvidar esa tontería que se le ocurrió al verlo dormir.

—Te acompaño a la habitación—propuso el rubio al ver como el chico se alejaba rumbo a las escaleras.

—No es necesario—. Puso una mano sobre el barandal y giró el rostro hacia el otro chico. —No creo que quieras ver mientras me baño—agregó y sonriéndole subió.

El rubio se sentó en el sofá donde había estado el pelinegro y dió un largo suspiro. Si pudiera elegir entre ver o no al azabache mientras toma una ducha sin ningún problema, le habría dicho que sí, pero el otro iba a armar un escándalo y él mismo empezaba a dudar sobre su propio autocontrol. Pensar en la calidez del azabache lo hacía sentir necesitado, y no quería volver a forzar al chico.

Se había dado cuenta que su afecto era mucho más sobreprotector, pasando por lo romántico y cayendo en lo lascivo. Sabía que los sentimientos de los humanos al convertirse en vampiros se intensificaban, pero jamás pensó que al tener contacto con la persona que era más importante para él iban a cambiar por ese rumbo. No le molestaba que fuera de esa manera, lo que le preocupaba era el tener que reprimirse debido a la reacción que podría tener el ojiverde, no podría soportar que se alejara de su lado.

Al cabo de un rato decidió ir a la cocina y tomar un coctel de frutas en conserva para llevárselo al azabache después de su baño.

Yuu había terminado de ducharse y se alegró al darse cuenta que salía agua caliente de los grifos de la tina, espero a que se llenara y se metió en ella. El vapor empezó a llenar el cuarto de baño, la sensación del agua caliente abrazando su cuerpo y el ligero ruido que hacía ésta cada vez que se movía, lo hacía sentir muy bien. Recargó los brazos a cada lado de la tina y cerró los ojos.

Ambos habían tenido un desafortunado destino pero a diferencia de él, que había encontrado una nueva familia, Mika había permanecido sólo, al lado de esas horribles criaturas que les habían arrebatado todo. Ahora que estaban juntos lucharía por la felicidad del blondo. Se sintió tonto por haber pensado en cosas innecesarias.

Chapoteó y cuando sus dedos empezaban a arrugarse decidió que era hora de salir. Se enfundó en una bata, salió del baño y se dejó caer boca abajo en la cama.

Mika que llevaba en la mano una charola con un tazón de cristal y una cucharilla, se paró frente a la puerta de la habitación y dió unos golpes un par de veces.

—¿Yuu-chan, ya terminaste?—preguntó por cortesía y al no obtener respuesta abrió la puerta. Notó la figura del chico de ojos esmeralda en la cama. —¿Yuu-chan?—.

—Estoy bien, sólo que creo que me excedí en el tiempo dentro de la tina, jaja—río y levantó el rostro sonrojado a causa del calor. —Me siento mareado—se quejó haciendo una mueca graciosa y cambiando su posición a boca arriba.

—Pff..., se nota que te divertiste—trató de no reír.

—Oye no todos los días puedes disfrutar de un buen baño, los de la ciudad prácticamente se burlan de ti—se sentó recargándose en el respaldo de la cama.

—Bueno, te traje algo. Prepararé la mesa del balcón en lo que se te pasa el mareo—dijo tratando de ignorar esa bata entreabierta y las finas gotas que se deslizaban de las hebras oscuras hacia el pecho.

—Sí...—susurró cerrando los ojos.

El cielo comenzaba a nublarse, el viento se tornaba más fresco, amenazando con prontas gotas de lluvia.

Ya era el segundo día que no tenían noticias de Yuichiro. Todos se habían estado reuniendo en el departamento de Shinoa, pero tanto Mitsuba como Kimizuki que eran menos pacientes, habían decidido marcharse a hacer otras cosas.

Un castaño veía melancólico desde la ventana del departamento, como esperando de repente ver al azabache en una de las calles como si nada.

—Si quieres también puedes irte, ante cualquier eventualidad no dudes en que seremos informados— trató de tranquilizarlo la chica.

—Shinoa-san, ¿crees que si se pudo reencontrar con el chico rubio quiera volver con nosotros?—preguntó rompiendo el silencio. Llevaba cerca de media hora sentado observando en silencio.

—Mmm, creo que será una decisión difícil. Es decir, él ya es un vampiro. No creo que Yuu-san quiera dejarlo, pero tampoco considero prudente que esté aquí—explicó y se paró junto a la ventana. —Además está lo que ocurrió en Shinjuku, hay cosas que desconocemos sobre el mismo ejército—agregó.

—Tal vez sea mejor que no vuelva—dijo el castaño aún más afligido.

—En ese caso, debemos asegurarnos de que estarán bien—.

—Tienes razón—el chico sonrió.

Tocaron a la puerta, ambos cruzaron miradas y la pelimorado terminó por apresurarse a abrir. Era Sayuri con un semblante serio.

—Equipo Shinoa, tengo un mensaje de parte del Teniente Coronel—.

Yoichi se levantó de su asiento y vio como la castaña entraba en la habitación.

—Vine personalmente porque la misión a la que serán enviados deberá ser manejada de la manera más discreta posible. Hyakuya-kun fue visto cerca de Osaka. Deberán presentarse dentro de dos horas para darles a conocer los detalles de la misión—explicó la chica suavizando su expresión al notar el alivio que mostraba el castaño.

—Gracias Teniente Segundo, ahí estaremos—dijo la Hiiragi y acompañó a la castaña a la salida.

—Yo iré a informar a Mitsuba, tú ve al hospital con Kimizuki—ordenó la chica aún cerca de la puerta.

—Entendido—.

Guren ya los estaba esperando en su oficina analizando un plano extendido sobre el escritorio. Todos entraron y se acomodaron alrededor del mismo.

—Bien, parece ser que nuestro pequeño objetivo fue visto cerca de Osaka. Lo reconoció un soldado que patrullaba con él antes de que fuera suspendido por insubordinación—empezó a explicar el Ichinose. —Y como imaginábamos, no estaba sólo—agregó con ironía.

—¿Entonces cómo procederemos?—preguntó Mitsuba.

—No sabemos si ese vampiro nos dejará acercarnos tan fácilmente, sería arriesgado confiarnos sólo porque Yuu lo conoce. Además de que aún no tenemos información sobre si es el único que se encuentra con él—.

—¿Entonces debemos esperar hasta obtener más información?—intervino Yoichi. En parte estaba aliviado de saber que el pelinegro seguía con vida.

—No, deberán partir a la base de Osaka—ordenó señalando la ubicación en el mapa. —Ellos ya están buscando el paradero exacto de ese tonto. El tiempo es importante, confío en las fortalezas de su equipo. Sé que sabrán distinguir entre una buena oportunidad o el rotundo fracaso—les dijo Guren dedicándoles una sonrisa de soncarrona.

—¿Hay alguna otra cosa que debamos saber Teniente Coronel?—intervino Shinoa. En ocasiones también podia ser seria, aún tenía sus dudas respecto a las intenciones del Ichinose.

—Mmm...recuerden ser discretos, está de por medio un integrante importante. Además como saben hay intereses tanto entre aliados como en enemigos—continuó al momento que enrollaba el mapa y se lo entregaba a la Hiiragi. —Saldrán mañana por la mañana. Sayuri les indicará acerca de los detalles de transporte y suministros. Pueden retirarse—.

Y sin decir más abandonaron la habitación.

Mika había permanecido sentado en el balcón esperando al pelinegro. Prefirió quedarse afuera a torturarse viendo al chico que bajaba la guardia.

Subió un codo a la mesa y recargo la cabeza contra su mano. Observó como una gran nube cubría el cielo, haciendo parecer más tarde de lo que realmente era. Tenía una sensación nostálgica al estar en la superficie, después de todo pocas veces había salido desde que era niño, y las últimas ocasiones en las que había tenido esa oportunidad era para patrullar junto a otros vampiros, meramente necesario para en algún momento alcanzar su objetivo.

Ya habían pasado unos veinte minutos, dirigió la mirada al interior de la habitación y pensó en entrar para ver si el azabache se encontraba bien pero escuchó pisadas, entendiendo que el chico por fin se había decidido a arreglarse. Sonrió y volvió a observar hacia afuera, al apacible jardín, deseando que esa tranquilidad junto a su adorado ojiverde durara para siempre.

A la distancia, entre la espesura de unos árboles una penetrante mirada carmesí se posaba en la figura del joven vampiro blondo.

—Te encontré, Hyakuya Mikaela...—

Continuará.