Naomi: Solo tengo que decir que hoy es mi cumpleaños. xD Y lo actualizo porque es mi cumple y estoy feliz por eso. c:

Mi teléfono móvil volvió a vibrar, atrayendo mi atención a este, para luego abrirlo, y con este simple acto, contestó automático.

— ¿Mamá? —La mirada de Akashi se posó por completo en mí, dejando a un lado la vida. ¡Nos estrellaremos! Aun así, seguía vigilante a cualquier auto que viniera a chocarnos.

— ¡Cariño! ¿Cómo estás? ¿Haz comido bien? ¿Cómo es allá? ¿Qué tal esta tu hermano? ¿Sigue igual de posesivo y protector contigo? —A pesar de que quise callarla al parlotear tan rápido como cotorra, me quede pensando en lo último que dijo antes de que dejara de oírla.

¿Posesivo y protector? ¿Hablaba de Él Akashi Seijuuro que estaba a mi lado? No, seguramente estaba equivocada, o tal vez pensaría que éramos diferentes de niño… Si pudiera recordar algo…

—Ma… —Murmure saliendo de mi estado de divagación, intentando llamar la atención de aquella loca que tenia de madre, que se preocupaba de más por mí, y que, si no fuera porque mi hermano estaba a mi lado, hubiera colgado. Me molesta a veces ese exceso de protección que me da.

— ¿Y cómo es el clima? ¿Es templado? ¿Estas cuidando tu piel? —Aleje un poco el celular, la voz de mi mamá ya me estaba haciendo falta, pero aun así, ¡cállenla! Me iba a dejar sordo de hablar tan alto, eso, o ella se ahogaría por la falta de respiración de la velocidad con la que me hablaba.

Suspiré uno. Suspiré dos. Y al final, ya que no se puso Stop, usaría algo que, sinceramente, odiaba pero a la vez amaba, mostraba que yo también tenía esa chispa que la mayoría a mi edad tenían, pero que casi nunca usaba por la tranquilidad de mi vida: Rebeldía.

— ¡CALLATE! ¡DEJAME HABLAR QUE HAS ESTADO GRITANDOME UN BUEN RATO! —Sentí que mi cuerpo iba directo a la ventana por el fuerte freno que pego el carro, gracias al cinturón no me despegue más que un poco del asiento, sino, hubiese salido volando. Aun así, seguí hablándole a mi mamá, sabiendo bien que mi hermano me miraba, con extrañeza, supongo que porque nunca me había visto en ese estado. — ¡Sé que te preocupas, pero déjame terminar!

— ¡Pero es que estoy preocupada! ¡Hace mucho no hablamos y no me mandas más que algunos mensajes de texto! —Nuestros gritos claramente los escuchaba Seijuuro, en vivo y en directo, a todo pulmón. Eso, y no faltaba la babita que se escapaba de mi boca cuando la abría para responder. ¿Pero qué asco le iba a tener? Esta mañana bien que si me beso y comió mi boca.

— ¡Pero...! —Antes de poder terminar, el teléfono móvil fue arrebatado de mis manos por mi hermano, que lo puso en alta voz, para que ambos escucháramos, mientras se confundía con las teclas e intentaba acercar un poco el teléfono a sí. ¿Quién le dio el permiso? Y para peor, deje que lo tomara. Empezó a hablar, después de un rato sin escuchar ni una palabra de su boca.

— ¿Madre? —Creo que era obvio que era ella, aun así parecía que lo hiciera por cortesía, si, era eso, cortesía. Al nunca haberse visto con ella desde los seis, imagino que era difícil decirle mamá. Lo entiendo, para mí sería difícil decirle a nuestro padre, papá.

—… ¿Hijo? —Se demoró un poco en responder, estaba pensando bien su respuesta, pues notó que esa voz no era la mía, era más grave, como la de un hombre de adulto. Aunque la mía era más aguda, y eso era molesto.

—Hola. —Mi madre no podía ver la sonrisa, pero yo sí. No lo había visto sonreír así aparte de la vez que me fue a recoger, tal vez porque era la única vez que nos vimos como tal, que nos hablamos, presentamos, y luego dejamos de hablar hasta esta mañana. Eso, y si las notas que dejaba antes de irse en mi puerta contaban. Notas como "Te deje el desayuno", "Llego tarde, "No salgas del apartamento", "Si necesitar algo llama al número que está al lado del teléfono" (nunca lo necesite, así que no sé qué era). —Tetsuya está bien, está conmigo. Casi no ha estado comiendo pero eso se puede cambiar. Hace mucho no lo veía así que en el aeropuerto lo confundí con una mujer. —Espera, ¿me confundió con una mujer? ¡¿Qué tengo de mujer?! Soy masculino, hasta donde creo yo. Tampoco es como si hiciera cosas que me hiciesen ver de mi sexo contrario, aunque… Tal vez se deba a mi estatura, bueno, él tampoco es que sea una torre, es un poco más alto. O por mi cabello… Hace un largo tiempo no lo corto, ha crecido más de lo que debía. —No he estado en casa estos días porque hacia los trámites para que Tetsuya entrara a mi universidad… — ¿Era por eso? De alguna forma me sentí mal por pensar que solo me evitaba, sabiendo que hacia todo eso por mi… —Y… Siempre lo voy a proteger. —Volvió a sonreír, sabiendo que mi madre no lo veía, pero yo sí, y sentía que esa sonrisa iba para mí.

¿Qué sucede? ¿Por qué mi corazón estaba latiendo? Estaba mal, solo éramos hermanos, y además de eso hombres… No es sano hacerlo entre dos hombre… ¡De por sí ya no lo es entre dos hermanos! Entonces, ¿por qué? ¿Por qué aun me duele el pecho como si algo me apretase ahí? Supongo es la primera vez que lo oigo diciendo algo tan lindo dirigido para mí, o que lo veo sonreír, o simplemente que estamos juntos…

Agache mi cabeza, volviendo mi mirada a la ventana, dejando de oír la conversación que ambos tenían de mí, además de que mi madre preguntaba, algunas veces, por cómo le estaba yendo a Seijuuro. Sus respuestas de sí mismo eran cortantes, secas, como si no le gustara alardear de eso. Wow, ¿Quién lo diría? Alguien con esa mirada y con ese orgullo no quiere alardear frente a su madre desconocida. Bueno, es entendible.

—Tetsuya. —No me había dado cuenta cuando termino de hablar, así que sin girar mi cabeza estire mi mano para coger el celular que seguro me tendería.

No vi cómo, pero en un veloz movimiento había caído en sus piernas, acostado en sus muslos, mientras el me miraba desde arriba, su posición actual, en el asiento del piloto. Había tendido mi brazo para tirarme en él, sin saber cuan era su propósito, ¡eso era realmente incomodo! Estaba acostado en él, con mis piernas aun encima de mi asiento anterior, y mi cabeza acostada en los muslos firmes que tenía.

— ¿A dónde quieres ir? —No sé, no soy yo quien se levantó a esas horas de la mañana –quien-sabe-para-qué- sabiendo que aún no entro a la universidad. No sé lo dije, permanecí en silencio observándolo, él también me miraba, pero su expresión no la entendía, no podía describirla, así que simplemente intente buscar alguna respuesta. No podía ser tan mal hermano alguien que se había pasado una semana haciendo trámites que debí hacer yo desde un principio.

—Vamos a conocer. —Comenté, intentando levantarme de sus piernas, aun así me lo impidió, y preciso ya había cambiado mi opinión de Akashi.

— ¿Algún lugar que quieras? —Ahora que lo pensaba, sí. Quería ir a algunos lugares, empezando por un parque, a tomar aire del exterior, que sí que me hacía falta. No había salido del apartamento en una semana, y bueno, este era acogedor y grande, tenía que decirlo, pero no quería vivir por siempre en cuatro paredes. Además no es que mi habitación fuera "cómoda" no tenía las cosas que acostumbraba en mi cuarto cuando vivía en mi villa.

—A una tienda. Quiero comprar cosas para el cuarto.

Quien diría que las tiendas de las ciudades grandes tienen tantos productos extraños, nunca los había visto, son de distintos tipos y colores, pero acá son más sintetizados y de fábrica que en mí ciudad. Claro, es obvio, vivía en una villa donde se fabricaban sus propios productos, aunque mi casa estaba en uno de los barrios más centrales, como una mini industria dentro de la zona rural. Era bonito, la verdad lo extraño. El aire que siempre llenaba mi cuarto, y vivir en una casa, no era nada comparado con esto, vivir en un apartamento en un barrio lujoso… Aun así, quería mi casa y mi vida, mis amigos… Hasta extraño a la gritona de mi mamá.

— ¿Ya elegiste que comprar? —De repente, Seijuuro apareció atrás de mí, con una canasta para meter todo lo que necesitaba. Él también había dejado unas cosas en la canasta, mientras me la tendía para que pusiese ahí la lata que tenía en la mano, a la que hace unos minutos le miraba el contenido. Soy algo quisquilloso en esas cosas, mi madre me enseñó a serlo, pues al vivir en el campo todo era muy sano, en la ciudad, nadie sabe.

—No conozco estas marcas… —Murmure, atrayendo por completa la mirada de Akashi, que paso de ser indiferente, a formarse en… ¿Se estaba comenzando a reír? Sus rasgos cambiaron de tensos a algo más normales, mientras algunas arrugas por la sonrisa burlona que empezaba a formar, se mostraban a los lados de la comisura de sus labios, sus ojos se extendieron, en sorpresa, pero para mí todo aquello era solo una burla. Y ahí, empezó a romper en una violenta carcajada, aquella que no le había escuchado. Rio de una forma tan fuerte, tan violenta, que algunas personas se detenían a vernos, mientras mi hermano se cogía el vientre para intentar no ahogarse con la risa, y yo, simplemente me ruborizaba por aquel espectáculo que estaba formándose.

—En realidad eres un pueblerino… jajaja… —Dijo entre risas, cayendo en el suelo, mientras dejaba la canasta recostada en este. Estaba rojo, no sé si de la risa o de la falta de aire. Yo también lo estaba, pero por razones diferentes: cólera y vergüenza.

—Call-… ¡Cállate! —Queje, en una voz tan poco propia de mí, que pareció un gemido que otra cosa, y no hizo más que aumentar la risa de este, que comenzaba a híper ventilar por la falta de aire en el suelo, intentando regularse. — ¡Que te calles! —Patee en un tipo de pataleta infantil el hombro de mi hermano, que por un momento dejo de reír, limpiando sus lágrimas, y volviendo a su común expresión seria, analítica.

Estaba enojado, parecía enojado por lo que hice, ¡lo patee! Seguramente me devolvería el golpe por dos, seguramente me pegaría… Seguramente… Me mataría. Él es más grande en cuerpo, y al parecer con mayor corpulencia. No tenía oportunidad.

Pero no lo hizo.

—Eso fue bastante infantil. —Su tono era cariñoso, podría decir casi burlón, pero no, más cariñoso y meloso de alguna forma, mientras se levantaba y limpiaba un poco del polvo de sus ropas. —Y tierno. —Una de sus manos fue a mis cabellos, empezando a revolverlos de una forma amorosa, como si intentara imitar a un hermano mayor, mayor por unos minutos de nacimiento. —Al menos sé que te puedes expresar. —Tomó la lata que aún mantenía en las manos, metiéndola en la canasta, para luego salir del pasillo, dirigiéndose a una de las cajas en frente de donde estaba.

¿Pero qué acababa de ocurrir? Lo patee, a él, a Akashi Seijuuro, Don Perfecto. ¿Por qué no me pego?

Mis labios se formaron en un tipo de puchero, para luego atrapar el inferior en mi dentadura superior, mordiéndolo con nerviosismo. Mientras escondía por completo mi rostro en mis manos.

¿Por qué? ¿Por qué me dolía el pecho de esa forma? Duele. Lo odio. Quiero que se detenga.