Disclaimer: D! PowerPuff Girls Z y sus personajes no son de mi pertenencia.
Nota de Autora: ¡Hola, lindas! Sé que han pasado siglos, y esta vez no tengo excusas, solo decir que desde que acabó el verano me he estado bloqueando con la historia y se ha me hecho un tanto difícil continuarla de manera frecuente. Me da mucha pena lo que me está sucediendo ya que yo comencé este fic con un montón de ideas, ideas a las que ahora no logro dar forma, y pues me siento bastante frustrada. En fin, espero que este capítulo les guste. :)
Capítulo 17.
Una sonrisa de auto satisfacción apareció en la cara de Kaoru cuando logró quitar la cerradura de la ventana, y haciéndole una seña a Miyako para que la siguiera, entró a la habitación con paso sigiloso. Lo primero que pasó por su cabeza fue que el lugar apestaba como si alguien hubiera muerto allí y hubiese comenzando a descomponerse. Por las quejas de Miyako, pudo suponer que ella pensaba lo mismo. Avanzaron a tientas en la oscura habitación, tratando de no tropezar con todas las cosas que estaban tiradas en el suelo y sin hacer demasiado ruido, ambas con las manos extendidas, por si algo se aparecía en frente sin previo aviso.
—Siento como si acabáramos de entrar a una casa embrujada, Kaoru...
—No metas ruido, puede escap... ¡Achú!
Sus manos volaron a la velocidad de la luz hacia su boca, de la cual había salido aquel estornudo que resonó en toda la habitación.
—Salud.
La rubia y la morena se detuvieron abruptamente y se voltearon de golpe hacia el lugar de donde había salido la voz; en un rincón especialmente oscuro de la habitación, un bulto envuelto en una manta del tamaño de una persona se removía en silencio, y en un lento movimiento, un par de ojos rosas se asomaron por la manta.
Miyako soltó un chillido y Kaoru dio un pequeño sobresalto de miedo, emoción que pasó rápidamente al fastidio.
—Momoko, ¿qué diablos? —gruñó Kaoru— ¿Puedes explicar qué demonios le ha pasado a tu habitación? O más bien, ¿a ti?
Los ojos rosas desaparecieron entre las mantas en los que se mantenían envuelta, y para el mayor fastidio de Kaoru, no volvieron a asomarse.
—Como sea —puso los ojos en blanco y miró a Miyako— ¿Puedes ir a encender la luz? Tal vez así le damos un ataque a la vista o algo.
En un par de segundos, la luz iluminó toda la habitación de paredes rosas, y Kaoru y Miyako lograron ver el verdadero estado de la situación: paquetes de dulces tirados por todos lados, cajas abiertas de pizza en las que solo se habían comido los bordes, una montaña de CD's de películas sobre la cama, pañuelos usados en los lugares menos imaginados, y un montón de cosas más que ninguna de las dos chicas pudieron seguir mirando.
—Parece como si un tornado ha pasado por aquí —comentó Miyako para acabar con el largo silencio que se había prolongado.
—Momoko, ¿estás viviendo con un indigente? —cuestionó Kaoru, que junto con Miyako habían comenzando a recoger la basura del suelo— ¿O has decidido volverte una?
La susodicha no respondió en ningún momento, y mientras Kaoru y Miyako se dedicaban a seguir recogiendo la basura, Momoko no se movió ni un poco dentro de su revoltijo de mantas. Luego de un estornudo, Kaoru miró a Miyako con exasperación antes de dirigir de nuevo su vista hacia el revoltijo de mantas.
—Pelirroja, ¿sigues viva allí dentro?
—Momoko, ¿qué ha pasado?
La pelirroja no respondió.
—Oye, has estado muy rara desde el campamento —le recriminó Kaoru, enojada— En el camino de vuelta no hablaste ni un poco, te fuiste a casa sola, llevas dos días sin ir a clases y no respondes nuestras llamadas, ¿acaso estás enfadada con nosotras?
—Hemos estado muy preocupadas —Miyako caminó hasta el bulto de mantas y se puso de cuclillas— Sabes que puedes hablar lo que sea con nosotras, y si hicimos algo que no te agradó, puedes decirlo, trataremos de solucionarlo, ¿vale?
Ambas esperaron a que Momoko diera alguna señal de que siquiera estaba escuchando, señal que apareció en cuanto los ojos rosas de la chica aparecieron de nuevo.
—No estoy enfadada con ustedes —murmuró con voz extraña, como si no hubiese hablado en un tiempo— Y no me ha pasado nada ma...
—Si dices que no te ha pasado nada malo, te daré una paliza —la amenazó Kaoru, y dio una rápida mirada al desastre que estaba alrededor— Lo que sucede aquí no es exactamente "nada malo"
Momoko guardó silencio un par de segundos mientras las observaba detenidamente.
—Yo... Hablé con Brick la última noche del campamento.
Las dos muchachas a su lado alzaron las cejas ligeramente.
— ¿Y qué pasó?
— ¿Te dijo algo malo?
—No sé cómo considerarlo —les dijo, y al ver las caras de desconcierto de sus mejores amigas, suspiró— Soy una completa idiota, yo realmente no tengo remedio.
—Eso no es ninguna noved... ¡Ay, no me pegues, Miyako!
— ¿Por qué dices eso, Momoko?
Momoko se quedó en silencio de nuevo, y para cuando Kaoru estaba comenzando a planear en silencio una manera de sacarla del revoltijo de mantas, la pelirroja se levantó de golpe con los puños alzados y la cara totalmente roja, espantado de paso a las dos chicas que estaban junto a ella.
— Oye, ¿qué...?
— ¡He pasado la vergüenza de mi vida, maldita sea!
Kaoru y Miyako se echaron hacia atrás inconscientemente, y con los ojos muy abiertos, intercambiaron miradas de preocupación.
— ¿A qué te... a qué te refieres?
— ¡A que cómo siquiera se me cruzará por la cabeza volver a la escuela! ¡He superado mi límite de estupidez, ya que la he cagado! ¡La he cagado, la he cagado! ¡Mi vida se arruinó completamente! ¡No podré seguir... ¡Ay, qué te pasa! ¡¿Por qué me jalas del cabello, Miyako?!
—Es suficiente, cálmate.
Momoko miró a la rubia pestañeando, mientras que ella se mantenía tranquila en su lugar, con Kaoru a su lado aún mirándola como si un tornillo acabara de salirse de su cabeza. Respirando profunda y pausadamente, cerró los ojos y volvió a tomar asiento, ya un poco más calmada.
—Lo siento, ya me he calmado.
—Eso es bueno —le dijo Kaoru, que acababa de recuperarse de la sorpresa—, ¿nos dirás ahora cuál es la causa de tu ataque de histeria?
La pelirroja bufó y se quitó las mantas que la habían estado cubriendo, ignorando eñ hecho de que solo vestía un arrugado pijama de dos piezas rosa y de estampado de leopardo, y también restándole importancia a que su cabello se pareciera a un nido de pájaros ni a que sus ojos estuvieran hinchados y oscurecidos por unas grandes ojeras.
—Ya se los dije, ¿no? —respondió en un tono brusco, y al ver las caras de desconcierto, suspiró— Bien, lo explicaré correctamente: me dejé llevar por el calor del momento y le dije a Brick que estaba enamorada de él.
Sin contar un estornudo de Kaoru, solo hubo silencio después de que terminara de hablar. Definitivamente, no era la reacción que Momoko esperaba.
—No es necesario el silencio, ¿saben? —se cruzó de brazos con molestia— Ya he reflexionado sobre eso, y he llegado a la conclusión que fue la mayor estupidez que he hecho en mi vida. Él... Dios, él parecía tan sorprendido... Y bueno, ¿quién no lo hubiera estado? ¡Él estaba hablando y de repente de mi boca salió todo! ¡Lo único que podía pensar mientras veía su cara era "Mierda, mierda, mierda"!
—Umh, espera —Miyako la miró detenidamente— ¿Qué fue lo que respondió él? ¿Fue algo muy malo? Porque para decir que fue la vergüenza de tu vida...
—Ah, lo que respondió —de la nada, una leve y extraña risa salió de los labios de Momoko— Ahora viene lo gracioso. Él no respondió porque no le di tiempo de hacerlo, antes de darme cuenta estaba en la habitación juntando cosas en la puerta para que nadie entrara.
— ¿Eso significa que no sabes su respuesta? —le preguntó Kaoru, y al ver a Momoko negar, ladeó la cabeza— Entonces, ¿por qué te preocupas tanto? Aún ni sabes su verdadera respuesta y ya estás hundiéndote en la miseria.
— ¿Acaso no oíste? He dicho que lo interrumpí cuando estaba hablando —explicó exasperada— ¡Me confesé en el momento exacto en el que estaba diciendo que yo le gustaba a Randy!
En ese momento, el silencio también reinó en la habitación, aunque era un silencio mucho más fúnebre.
—Oh, mierda...
— ¡Ajá, fue exactamente lo que pensé! —chilló la pelirroja— ¡Todo hizo clic en mi cabeza de la nada! ¡El amigo que estaba interesado en mí, Boomer pidiendo información, Boomer sin poder decir quién era, Brick diciéndome que quería decirme algo, Randy en el mismo equipo, Randy siendo amigo de esos idiotas! ¡Todo fue tan claro en el mismo momento en el que metí la pata! ¡Me sentí tan tonta, dije que no me dejaría ilusionar, pero de todas formas lo hice! ¡Soy una imbécil!
—Tranquila —Miyako le pasó una mano por la cabeza, tratando de volver a calmarla— No hiciste del todo mal, expresar nuestros propios sentimientos no es malo, así que no has cometido ningún pecado. Y respecto a lo de Randy, tú solo te has equivocado en eso. Además, hay que tomar en cuenta el hecho de que realmente no logró decirte su respuesta a tiempo. Sí, él estaba ayudando a Randy para acercarse a ti, pero...
—Miyako, no me des más esperanzas —murmuró abatida Momoko, y se lanzó sobre su cama— Y bueno, ya no tienen que preocuparse por mí, superaré esta vergüenza pronto. Prometo que mañana volveré a la escuela, ¿de acuerdo?
— ¿Qué harás si te topas con Brick? —le preguntó Kaoru.
—Umh, aún no estoy segura —los labios de la pelirroja se fruncieron— ¿Cuál será la mejor opción? ¿Hablarle y decirle que olvide todo? ¿Exigir una respuesta? ¿Ignorarlo? ¿Lanzarme de un edificio antes de tener que enfrentarlo?
—Dejando de lado la extraña y última opción —le dijo Miyako, juntando las cejas—, creo que deberías pedirle una respuesta. ¿Realmente quieres quedarte con la duda por el resto de tu vida?
—Sí, ignorarlo será lo mejor.
—Momoko...
—Momoko —la llamó Kaoru, y la pelirroja la miró con las cejas alzadas— Mañana nuestra escuela tendrá un juego en contra del equipo Ibuki, y tú amas ver a los Jaguares jugar, por lo que si decides ignorar a Brick, ¿no irás al juego?
La susodicha se quedó en silencio y pasado los segundos un pequeño puchero apareció en su cara. Ante eso, Kaoru chasqueó la lengua con irritación.
—Decide luego, ¿sí? —continuó Kaoru, levantándose de su lugar— Me voy ahora, me he escapado por un rato de la práctica del equipo para venir a verte —caminó hasta la puerta dando largos pasos— Espero que vayas mañana, Momoko, yo... ¡Achú!
En ese momento, Miyako miró a Kaoru con curiosidad.
— ¿Has pescado un resfriado, Kaoru?
—No seas ridícula, rubia —hizo un gesto con la mano, desechando la idea al instante— Es solo que esta habitación está tan sucia que me está matando. Bueno, nos vemos.
Salió de la casa de Momoko y en un par de minutos estaba devuelta en la escuela, y en cuanto entró al recinto fue directamente al gimnasio, devolviendo los saludos de bienvenida y caminando con rapidez hacia el despacho en el cual se guardaban los balones y demás. Abrió las puertas y fue hacia uno de los estantes, rebuscó entre las cosas y tomó un pequeño tarro de pintura junto con una pedazo de tela grande, los puso sobre el suelo y se sentó cerca de ellos, reprimiendo el cansancio que la había invadido de repente.
Había visto a Brick de camino hacia el despacho, pasando pases con Butch, y pudo notar perfectamente el estado del pelirrojo, solo le había bastado con mirarlo para saber que su cabeza estaba en cualquier parte menos en el gimnasio. Eso era algo bueno para Momoko de alguna manera; si a Brick no le hubiese importado lo más mínimo la chica, en esos momentos no hubiera estado completamente en las nubes, lo que significaba claramente que la repentina confesión aún no salía de su cabeza. Definitivamente, Momoko podía llegar a tener una oportunidad, si es que no se daba por vencida.
— ¿En qué piensas?
De un sobresalto, la brocha que había cogido hace poco saltó de su mano hasta a ir a parar cerca de los pies del chico que se había aparecido a su lado. Dando un gruñido, Kaoru lo miró con ojos molestos.
— ¡No te aparezcas así!
— ¿Por qué parece que todos últimamente están en modo pensativo? —cuestionó Butch algo enojado. Se arrodilló al lado de la chica que mantenía su expresión malhumorada, y frunciendo un tanto el ceño, le entregó la brocha que había dejado caer— Brick también ha estado así.
—Sí lo noté —dijo con voz amarga— ¿Él no te ha dicho nada?
—No, pero he unido un poco los puntos —respondió ante la mirada de inquisición de Kaoru— Tiene algo que ver con la última noche del campamento, cuando Momoko no quería abrir la puerta, ¿no?
—Ugh, no creí que fueras tan perceptivo —admitió de mala gana— De todas maneras, sólo déjalo estar. No creo que sea bueno entrometernos más en esto.
Ambos se quedaron en silencio, un silencio que solo era interrumpido por alguno que otro estornudo de Kaoru.
—Momoko es una buena chica y Brick es un idiota —dijo Butch después del silencio que se había formado— Pero aún así, en algún momento creí que ella realmente quedaba bien con Brick. Si te soy sincero, pienso que a él realmente le podría llegar a gustar, si es que no le gusta ya. Supongo que las confesiones de amor y ese tipo de cosas alborotan un poco los sentimientos... Qué demonios estoy diciendo...
—Te iba a preguntar lo mismo —dijo Kaoru riendo— Dejando de lado eso, ¿qué diablos estás haciendo aquí? ¿Por qué no estás entrenando? ¡El partido de mañana es muy importante!
—Ya sé, ya sé —se levantó del suelo y le dio unas palmaditas en la cabeza a la chica, que bufó con molestia— Antes de que vuelva, hace un rato me estoy preguntando qué tipo de arte abstracta estás haciendo allí.
—Arte abstrac... ¡Es un jaguar!
—Ah, ¡ya veo, ya veo! —soltó una carcajada, ignorando los insultos de parte de la chica, pero se detuvo de golpe— Espera, ¿es una pancarta para animar?
La miró atentamente, viendo como su mano dejaba de mover la brocha y como su rostro lentamente se contraía en una mueca.
—S-solo vete, ¿sí?
Butch sonrió, era justamente lo que pensaba.
— ¿Por qué sigues... ¡Achú!... aquí?
—Había venido aquí en primer lugar a ver si estabas bien —Kaoru lo miró con desconfianza— ¿Qué? Es en serio. Parecías algo cansada cuando llegaste, incluso ahora estás algo pálida y no has dejado de estornudar, ¿no habrás pescado un resfriado?
—Por supuesto que no —dijo Kaoru indignada— ¿Qué te piensas que soy? ¡Mis autodefensas son las mejores!
—Sí, sí —Butch dio media vuelta y fue hacia la salida— Solo trata de estar bien para mañana, quiero ver esa cosa extraña que estás haciendo terminada, ¿de acuerdo?
—Muérete.
—No te enfermes, eh.
—Que no lo haré.
Había dicho eso, pero sin embargo...
—Kaoru, ¿quieres algo de comer antes de que me vaya a mi club?
Quitó su brazo de su rostro, el cual se sentía caliente, y alzó un poco el cuello para observar a Shou, su hermano menor que se mantenía en el umbral de la puerta sosteniendo un balón de soccer en las manos y mirándola algo apenado.
—Ve por un cuchillo y acaba con mi sufrimiento, Shou.
El niño rodó los ojos ante lo dicho por la mayor.
—Supongo que eso es un no —dijo Shou con voz molesta— Ya me voy, mamá pidió que te dijera que te ha dejado el almuerzo dentro del microondas.
—No merezco comer.
—No actúes como Momo... —la voz de Shou fue interrumpida por el sonido del timbre, y acomodando la gorra que llevaba sobre la cabeza, se dio media vuelta para irse— Esos deben ser los de mi club de soccer. Nos vemos, ¡cuídate!
No le hizo caso a la despedida de su hermano pequeño y solo optó por darse vuelta hasta quedar mirando hacia la pared. Pataleó un poco para quitarse la manta que tenía encima, ya que gracias a la fiebre sentía un calor horrible, y en el transcurro en el que la manta caía al suelo, a su cuerpo la atacó unos horribles escalofríos. Harta de su resfriado, estiró la mano para agarrar de vuelta la manta mientras que con la otra trataba también de encontrar el paradero de su teléfono móvil, y al encontrar primero el aparato, prefirió dejar para después la hazaña de recuperar la manta.
"¡El partido ha acabado, y nuestra escuela ganó! Aunque por muy poco, en un momento pensé que perderíamos, ¡pero Boomer estuvo absolutamente genial! ¡Nunca lo había visto jugando así, en serio!
El mensaje de parte de Miyako había sido enviado hace más de una hora, así que seguramente todos ya habían vuelto a casa. Pero ella no había vuelto a casa, porque, para empezar, a su estúpido cuerpo le había dado por coger un resfriado justo el día del juego contra el equipo Ibuki. Fue regañada por medio mundo en su casa por querer ir —extrañamente— a la escuela, a pesar de la alta fiebre, los estornudos que de alguna forma se habían transformado en tos, los escalofríos, los temblores y las horribles ganas de desmayarse en cualquier lugar.
"—Yo me encargaré de avisar a la escuela, tú solo quédate en cama, ¿de acuerdo? ¡Tienes que recuperarte!"
Había dicho su madre, y antes de que se diera cuenta, había acabado en su cama con un montón de mantas encima, a su madre a un lado bombardeandola con medicamentos y regaños, y a ella tratando inútilmente de hacerse la saludable, cuando era obvio que no lo estaba para nada.
Escuchó la escalera crujir un poco y después de eso el sonido de unos pasos andar por el pasillo llegaron a sus oídos. Se imaginó que a Shou se le había olvidado algo, por lo que había vuelto a la casa, lo que le venía de maravilla ahora que le había entrado apetito.
—Shou, he... cambiado de idea —dijo con voz rasposa mientras agarraba la manta que estaba en el suelo— ¿Qué tal si... vas por uno de esos bollos de carne...?
Esperó ansiosa la aprobación de Shou, pero solo siguió oyendo los pasos que se detuvieron justo antes de llegar a la puerta de su habitación.
— ¿Shou?
En vez de ver la cara asomada de su hermano pequeño, una bolsa negra fue extendida en su dirección.
—Si tienes apetito como para comer bollos de carne, supongo que ahora estás mejor, ¿no?
Una pesadilla.
Sí, todo debía ser una pesadilla causada por su resfrío. No era real que ese molesto bastardo estuviera entrando en esos mismos momentos a su habitación tan casualmente, como si entrara todos los días a cada minuto. Pero el dolor que le provocaba pellizcarse el brazo sí que era escalofriante mente real, lo que significaba...
—Acerté con esto de que seguramente tendrías hambre —alzó la bolsa negra y dejó caer su contenido sobre la cama de Kaoru. Paquetes de galletas y barras de chocolates en su mayoría fueron los que cayeron— No necesitas agradecérmelo, me gusta ayudar a los necesita...
— ¿Qué diablos estás haciendo aquí? —ladró Kaoru enojada— ¿Cómo has entrado? Olvida eso, ¡mejor vete!
La sonrisa de Butch dio paso rápidamente a una mueca de enojo.
— ¿Qué clase de agradecimiento es ese, niña ingrata?
— ¡Vete, vete, vete!
—No me iré, vine a visitarte —Butch sonrió de medio lado. Se sentó a los pies de la cama, obligando a Kaoru a hacerse a un lado, y cogió una barra de chocolate— Tu hermano me ha dejado entrar, le dije que era tu novio. ¿No te parece que estos chocolates están...?
— ¡¿Mi qué?! —exclamó incrédula ante la falsa mirada inocente de Butch— ¡¿Por qué dijiste eso?! ¿Qué pasa... con... ¡Ah, maldita... sea!
Butch esperó pacientemente a que el ataque de tos de la chica terminara. Mientras esperaba aprovechó la oportunidad de dar un vistazo al lugar: era una habitación un tanto pequeña pero acogedora de alguna manera, y era un poco cómo se la había imaginado, con las paredes pintadas de verde claro y luciendo algo masculina. Había una estantería con unos cuantos trofeos y medallas puestos en un rincón y dejados ahí descuidadamente, y cerca de la estantería, un par de fotografías adornaban la pared. Butch sonrió en cuanto su mirada llegó a ellas.
— ¿Qué edad tenías en esa?
Kaoru siguió la dirección que señalaba el dedo de Butch y resopló.
—Tenía siete años, ¿qué hay con eso?
—Eras muy mona —Butch se quedó pensativo, mirando la imagen en la que Kaoru aparecía sonriendo, mostrando una hilera de dientes pequeños— Y mira esa en la que sales con el dedo en la nariz, eras una mocosa adorable...
— ¡Coff, coff! ¡Qué desagradable, vete! —insistió Kaoru— ¡Y deja de... mirar mis fotografías... Agh, mierda!
Butch soltó una risa entre dientes mientras la observaba luchando por no comenzar a toser otra vez. Miró alrededor buscando algún medicamento, y al no verlo, su vista fue de nuevo hacia Kaoru.
— ¿Estás tomando medicamentos, no?
—Más importante... ¿qué pasó con el juego? —preguntó Kaoru, irritada— Sé que ganaron y que Boomer estuvo fantástico, pero más allá de eso...
— ¡Ah, es cierto, Boomer se lució hoy! —contestó, teniendo un cierto toque de orgullo en sus palabras— Pero estoy totalmente seguro a que se debió a que Miyako fue a ver el juego. En realidad, no importa si lo hizo para impresionarla, el que Boomer dé lo mejor de sí ya es lo suficientemente bueno. Claro, él de por sí es muy bueno jugando, pero siempre pareciera como, no sé, como si temiera que los otros se fijaran en él. Cuando éramos pequeños, Brick siempre estaba regañándolo... Hablando de Brick, ¡él también jugó muy bien! Ya sabes, por algo es el capitán... ¿Qué?
Kaoru lo miraba pausadamente, evaluándolo con la mirada.
—No es nada —musitó Kaoru encogiéndose de hombros— Es solo que es extraño oírte elogiando a otros. Por lo general eres un maldito arrogante.
—Ignoraré que acabas de insultarme —dijo Butch, extendiendo la mano para coger un chocolate— Oye, volviendo a lo de antes, ¿has tomado tus medicamentos? No tienes muy buena pinta.
Kaoru entornó los ojos y se reincorporó, empujando a Butch para que saliera de su cama. Se levantó arrastrando los pies y salió de su habitación con Butch detrás de ella siguiéndola y comentando acerca del extraño pijama que estaba usando, que consistía en una camiseta de hombre demasiado grande para su cuerpo y un par de pantuflas de diferentes colores.
— ¿Qué llevas debajo? —levantó la camiseta que le quedaba a la altura de las rodillas, encontrando un par de short largos negros— Aburrido. No sé ni por qué me hice ilusiones.
— ¿Qué, esperabas que estuviera en ropa interior?
—Me conoces bien.
—Repugnante.
La siguió por las escaleras hasta llegar a la cocina de su casa, en donde entraron para que Kaoru comenzara a rebuscar en un cajón mientras que Butch se paseaba nerviosamente a su alrededor, esperando el momento en el que alguien entrara a la cocina de imprevisto. Kaoru notó su extraño comportamiento y lo observó frunciendo el ceño.
— ¿Qué ocurre?
—Ah, nada, solo... —hizo una pausa, inquieto— ¿No están tus padres en casa?
Kaoru sacó un par de aspirinas de un nuevo cajón y las puso sobre la barra de mármol, dirigiéndole una mirada de exasperación a Butch.
—No hay nadie en casa —aclaró Kaoru— Es por eso que quería y quiero aún que te vayas.
El nerviosismo de Butch dio paso a una nueva emoción.
— ¿Es así? —se acercó a ella peligrosamente, sonriendo— ¿Significa esto que tengo vía libre para atacarte sin interrupciones?
— ¿De nuevo con eso? Supéralo.
Indignado, la miró pasar por su lado deliberadamente hacia el grifo con un vaso en la mano. Fue tras de ella, enfurruñado, y se apoyó de espaldas y de brazos cruzados contra la barra. Ella estaba ahí, dándole la espalda y actuando totalmente normal, como si realmente no consideraba posible el hecho de que, al estar solos en su casa, Butch pudiera atacarla en serio.
Kaoru posó su mano en su frente para comprobar su temperatura y bufó molesta cuando sintió su fiebre aún más alta de lo que había estado por la mañana. Era cierto que había fingido tomar sus medicamentos al principio, ya que consideraba que no necesitaba de esas cosas, pero en aquellos minutos en los que incluso su vista se nublaba un poco por momentos, pensó que, al parecer, ella realmente no era inmune a los refriados. Claro que era muy tarde para darse cuenta de eso. Por otra parte, una clara señal de que estaba resfriada, era que ni siquiera había notado el momento en el que Butch la había agarrado de los brazos para acorralarla contra la barra.
— ¿Qué...?
—No quiero pensar que haz dejado de considerarme un hombre —admitió enojado ante la mirada desconcertada de Kaoru— Entiendo que confíes en mí pero, ¡por Dios!
Demasiado cerca, pensó Kaoru vagamente. En un intento algo inútil, movió sus brazos tratando de liberarse, pero en su estado, no tenía la fuerza necesaria. De hecho, casi agradecía que Butch la estuviera sujetando, porque al paso de cómo temblaban sus piernas, seguro que se iba derecho hacia el piso. Incluso le había comenzado a faltar el aire. ¿Qué estaba sucediendo? Se sentía tan débil y con frío que solo quería acurrucarse en su cama y no volver a levantarse, no volver a sentir la sensación de que la cabeza le daba vueltas y vueltas.
— ¿Qué pasa con esta obediencia tuya? —cuestionó Butch extrañado— Me molesta. Si no haces nada, te besaré.
La voz sonaba demasiado lejana para importarle lo que sea que estuviera diciendo, aunque en una parte de su cabeza una alarma que parecía saltar siempre en casos como esos se activó de repente. Pero la dejó estar. Tal vez, si se dejaba arrastrar por esos brazos que lucían y se sentían tan fuertes, podría acabar con los mareos de alguna manera...
—Vamos a mi cama.
Butch definitivamente no se esperaba eso. Tampoco se esperaba que ella se aferrara a su cuello como si se le fuese la vida en ello.
— ¡¿Q-qué?!
—Vamos... Vamos...
Decir que se sintió nervioso era poco.
—Kaoru, ¿qué demonios...?
Ella continuó balbuceando, sin embargo, con un sentimiento de preocupación latente, Butch notó que sus balbuceos habían pasado a ser incoherencias. Entre el extraño abrazo que ella le daba, buscó hasta dar con su rostro, que estaba muy sonrojado debido a la alta fiebre. Sintió el calor que ella emitía en el mismo momento en el que Kaoru comenzó a temblar. Algo malo le estaba sucediendo.