Capítulo 22-1: Cielo sin estrellas.

Han pasado solo unas horas… y para mí se ha vuelto una eternidad completa.

El dolor solo es transitorio, la pierna y el meñique dejarán de doler eventualmente… puedo jurar a quien sea capaz de poder leer esto algún día… que aun siento ese meñique amputado… siendo sostenido por una mano pequeña y suave mientras oigo su voz.

Las remembranzas de lo que hubo antes y ahora solo son pequeños halos de luz azules y violeta hasta donde alcanza la vista, aun puedo sentir aquella caricia recorriendo mi espalda mientras el enervante aroma del mousse de mango que ella solía usar parecía opacar el intenso olor a sangre que provenía de mis vendas.

La boca me sabe a oxido y medicamentos.

Lo único que puedo pensar en este momento… es en aquella sabana ensangrentada que sirvió de manto fúnebre para esa persona.

¿Por qué estoy así si ella intentó matarme? Probablemente era mejor dejarle cumplir su misión… ¿Quién demonios eras Antoniette?

—Y así fue como conocí a tu madre. —Un sujeto andrajoso estaba hablándome mientras giraba mi silla de ruedas por el jardín en donde hace unas horas mis amigos y unos desconocidos junto al hombre que me torturó enterraron a Yung Hanzö, otro de mis presuntos enemigos.

—Pensé que hablábamos de cómo es que casi pierdo la pierna derecha…—Le increpé al sujeto.

—No olvides tu meñique.

— ¡Ya cállate Aiken, no ayudas! — Magdalena estaba gritándole, estaba como loca… no logro entender sus razones más allá del constante sentimiento de rechazo que ella ejerce sobre mí.

—Déjame ver si entendí bien… Derek envió a Yung Hanzö a recuperar a las chicas… entonces algo salió mal en tu operación, terminó muriendo y terminé en manos de Rey de Picas una vez más… ¿Intentabas guardar un bajo perfil para sacarme de ahí?
Gracias pero no gracias Kalil, perdí mi dedo por tu puta culpa, puedes irte a la mierda. — Con las pocas fuerzas que tenía comencé a gritarle casi escupiéndole en la cara.

—Estás en peligro Martínez, no solo Yung fue enviado a recuperar tu "paquete"… Antoniette estaba siendo perseguida por uno de los agentes de Derek cuando se rehusó a matarte… y aún sigue aquí, hace unos días tuve un encuentro con él.

—No me digas… ¿Qué se supone que voy a hacer cuando medio país quiere matarme ahora?

—Déjanoslo a nosotros Gordo… haremos lo que puedas mientras te recuperas. —Simón claramente trataba de envalentonarse frente a nosotros, pero su leve temblor en las rodillas lo delataba demasiado.

—Olvídalo… no quiero que ustedes se pongan en riesgo por mi culpa, toma la van y márchate, Simón… toma a Magdalena y váyanse lejos de la ciudad.

—Escúchame bien, gordo cabrón… Vas a dejar de comportarte como un marica, vas a permitir que Rarity cure tus heridas y vas a colocar de nuevo tu trasero en las calles para que podamos huir de aquí. —Magdalena me tomó por los vendajes… debo admitir que duele.

—De ninguna manera… la Maestre Pinkie desea verlo. — Kalil le interrumpió con su usual temple calmado.

—No pienso ir contigo… llegaré a Siria hacia donde está bajo mis propias reglas, me niego a aceptar la ayuda de un facha de terrorista que me amputó el meñique. — Estoy comenzando a perder la paciencia lentamente.

—No sé cuántas veces tengo que disculparme, si evitaba que Picas te cortara el dedo mi coartada se hubiera ido al infierno y hubiéramos muerto los dos. — No me está mirando a los ojos, mentiroso cabrón.

—No le creas, ya estábamos justo ahí, mi Tovarisch el lagartijo ya sabía que teníamos que ir a rescatarte, si el lame bolas de Mahoma no se hubiese presentado aún tendrías tu dedito de salchicha coctelera. — "Aiken"… creo que así se llama… ugh… me niego a seguir jugando a esta estupidez del policía bueno y el malo con estos idiotas.

—¿Acaso le vas a creer a este chiflado que pretendía entregarte a Derek por el dinero? —Kalil me miró de forma incrédula señalando a Aiken, quien de una forma infantil le puso el dedo medio.

—Chinga tu madre. — Fue lo único que dije mientras me acercaba a la salida en la silla de ruedas y trataba de abrir la puerta de la casa, me aferré como pude a la puerta para abrirla pero fue inútil, caí al suelo.

Magdalena no tardó en aproximarse a mí corriendo seguida de los demás.

—Necesito tiempo a solas con él…— Fue lo que escuché decir mientras intentaba despegar mi rostro del suelo.
—Necesito protegerle…—

—¡A SOLAS! — Esta vez le escuché gritar, Simón se metió a la Van que estaba estacionada en el jardín… Cuando casi me caigo de la silla una vez más tratando de subirme noté que Aiken y Kalil ya me estaban ayudando, una vez me pusieron en la silla me los quité de encima, ambos salieron de la casa.

—Gordo… sé que estás lastimado y que han pasado muchas cosas en estas dos últimas semanas… ¡¿PERO ESTÁS PENDEJO?! — Ella volteó mi silla y me miró, poniéndose en cuclillas para observarme a los ojos… ella ya no podía contener el llanto mientras colocaba sus manos en mi rostro vendado.

—Necesitas su ayuda…. Nuestra ayuda… no tienes idea de lo preocupada que estuve todo este tiempo… desde que comenzaste a dejar de comer… ahora que te encuentro un montón de asesinos están buscándote… ¿Piensas que te voy a dejar solo, asno?... Nunca lo haría, tú no lo hiciste cuando más necesitaba ayuda…

—Yo la maté…— No pude más, cerré los ojos y me dejé llevar por las emociones encontradas… no pude pasar más que 5 días con ella y murió tratando de defenderme, cambió su misión y sus objetivos porque finalmente por una vez… le importé a alguien.

—No llores por favor… sé que ella trató de protegerte… ¿Cómo crees que se sentiría si algo te pasa?

—Que importa…

—Claro que importa cabeza hueca… ella creyó en esto que estás haciendo por esas ponies… vas a ponerte bien…

— ¿Puedo pedirte un favor? — Le dije con la voz quebrada.

—Dime…

—Hay un jardín de flores cerca de aquí, junto a las torres eléctricas… llévame.

Ella abrió la puerta y me sacó en la silla de ruedas, ya estaba casi oscuro y el alumbrado apenas podía iluminar las calles junto a la tenue luz de la luna de Diciembre.

En cuestión de 5 minutos llegamos al pequeño jardín que estaba entre las torres eléctricas, aquella gran avenida era una cerrada que se remonta a muchos años atrás, cuando yo solía tener un poco más de amor por la vida, un lugar por el que siempre pasaba junto con mi madre para ir a la escuela.

—Rosas blancas, eran sus favoritas.

—¿Antoniette?

—No… de mi madre.

Miré hacia arriba, no hay estrellas.

—Nunca me dijiste que le pasó.

—Tenía 11 años… por alguna razón la manguera de gas de la estufa se estropeó y quedamos expuestos mientras dormíamos… mi padre no estaba en casa… trabajaba en un taxi.

— ¿Tu padre sigue vivo?

—Sí, aunque no quiere verme ni en pintura desde entonces, quedé al cuidado de mi abuela hasta que también murió, cuando tenía 15… Una vez se enteró el resto del tiempo tuve que conformarme con una pensión alimenticia que no me alcanzaba para nada… me las ingenié para subsistir…

—No la has tenido fácil eh…

—Ni un solo día… pero ahora las cosas no van a ser fáciles, se pondrán peor que nunca… Ver las flores me recuerda que hubo tiempos mejores… que puede haberlos aún.

—Ciertamente… mi suerte cambió cuando te conocí.

—Dash fue quien te salvó, no yo.

—Pero tú me has ayudado sin pedir nada…

—Hey… todos necesitamos una mano no es así…

—Es por esa razón que te ruego que entres en razón… no eres invencible Gordo…

—Supongo… que estás en lo correcto.

—Oye Gordo…

—Mande…

—… Nada, probablemente Antoniette siga cuidándote desde arriba.

Volví a mirar al cielo… ni una sola estrella.

Esa noche fue una de las más difíciles que he tenido que pasar, Rarity estaba a mi lado, tomando un libro entre sus cascos y recitando galimatías inentendibles mientras que un intenso y agudo dolor subía por mi columna, Magda tuvo que subirse encima de mí para evitar que me lastimase por los movimientos bruscos que intentaba realizar para zafarme de esta.

La boca me seguía sabiendo a oxido y esta vez pude sentir como la sangre salía de mis encías y mi garganta, mi cuerpo se está esforzando demasiado en aguantar este dolor… intenté girar la cabeza.

Vi a Rarity, ella también estaba poniendo su máximo esfuerzo en revitalizarme y curar mis heridas, su maquillaje estaba corrido, su cuerno estaba al rojo vivo, se está esforzando demasiado en dejarme como estaba, a ojos de buen observador ella apretaba los dientes y las venas de la frente se le saltaban como si estuviese soportando una clase de dolor punzante… justo como el mío.

Magdalena estaba sudando, mientras me sostenía las manos para evitar que le golpease o me hiciera daño yo mismo, unas gotas de su sudor cayeron en mi cuello, ella también estaba esforzándose, lo están dando todo de sí mismas.

No he retribuido lo suficiente a todos los sacrificios que hemos estado haciendo desde que nos conocimos.

Nunca lo quise reconocer pero cuidar de varias personas nunca es fácil, probablemente esquivar balas sea una cosa muchísimo más sencilla que de verdad preocuparse por otros y su bienestar, tener el desayuno listo todos los días, la ropa limpia e intentar darles una vida normal a esas ponies mientras yo me encuentro llenando las calles de la Ciudad de México con mi sangre.

Ahora entiendo.

Bueno, no estaba equivocada al creer que yo soy un pendejo, pero si de algo sirvió, fue para cambiar lo que está pasando ahora… Ella también hubiese pensado lo mismo, y no me estoy convirtiendo en el hombre que ella tenía en mente.

Culpar a los demás sonaba fácil, una simple y banal fe de erratas que pretendía adjudicar a otras personas, pero el único problema que logro discernir soy yo.

El dolor ya no es tan malo como lo pintan si me lo preguntan, ella ha dejado de hacer presión en mis brazos y se ha quitado de encima.

—¿Está aguantando? — Magdalena preguntaba con una voz algo quebrada.

—Tal parece… pero aun no consigo restaurar su meñique... — Rarity pujaba entre palabra y palabra para no romper su concentración.

—Deja de enfocarte… en el meñique…— Apenas alcancé a musitar mientras seguía sintiendo aquella puñalada en la espina dorsal.

—Pero…

—Hazle caso…— Magdalena puso su mano sobre el hombro de Rarity, mientras ella dejó de ejercer su magia sobre mí por un momento, lo cual me dio la oportunidad de mirarlas de nuevo.

—No puedes devolver lo perdido así como así… solo enfócate en sanar, no en devolver…— Alcancé a susurrar antes de quedarme dormido… Antes de volver a percibir ese tenue calor en el dedo que ya no estaba en su lugar.

Ella ya no está aquí, por mucho que aun pueda percibir el olor de su cabello o el constante recuerdo de estar atrapado en halos de luz mientras su frente chocaba con la mía, nariz con nariz y sus labios con los míos… Por más que yo logre percibirlo como real no va a devolvérmela.

Han pasado 3 días y cualquier doctor catalogaría mi recuperación como milagrosa, el muñón está propiamente cicatrizado y no hay ningún remanente de hueso que me lastime, la movilidad de mi mano izquierda bajó un poquito pero me siento bien.

Fluttershy y Magdalena han estado cuidando de mi alimentación también, me siento con mucho más energía que en mi estado "saludable", aunado a lo que Kalil les dijo… que tenía que bajar los cupcakes… no sé si esto rinda frutos pronto, pero estar constantemente hostigado por ellas para que deje la comida chatarra y las gaseosas me motiva un poco.

¡Inclusive ya puedo caminar de nuevo! Aunque tengo que usar bastón… el bastón que Antoniette me regaló, aun me cuesta trabajo creer que se haya ido, pero trato de tomármelo por el lado amable, sabemos lo que Derek planea con nosotros y si pienso evitarlo, debo recuperarme lo más pronto posible, Rarity dijo que esta noche iba a intentar quitarme los clavos con magia.

—Bien, al parecer ya no corres riesgo de fractura o de una infección si te retiran los clavos— Mencionó el doctor mientras Magdalena y yo salíamos del consultorio de la clínica privada cerca de la casa.

—Gracias Doc…— Le dije mientras procedía a caminar hacia la salida.

—¿No quieres que te programe la cirugía? Me sorprende que en tan poco tiempo hayas tenido un avance de acuerdo a tu expediente inicial, esa rodilla hubiese tardado meses en sanar y tú en tres días lo lograste.

—Solo tome el dinero Doc…

—Disculpelo… no la ha pasado bien últimamente, muchas gracias por darnos seguimiento— Magdalena le pagó al Doctor con varios billetes de 500.

—No es nada, me intrigó la forma en la que alguien pudo terminar así, aunque la confidencialidad de esto iba implícita, pero al menos logró recuperarse… además esta clínica no tiene mucha clientela, me han salvado de tener que reubicar mi consultorio… por ahora.

—Haremos algo al respecto Doc…— Magdalena caminó hacia mí, mientras salíamos de la pequeña clínica apenas tan grande como una casa de dos pisos.

La calle estaba tan vacía como siempre, con apenas un par de autos transitando y apenas un alma caminando por el rumbo.

—Ya oíste al doctor… mañana no tendrás clavos y podremos viajar ¿No es eso genial? — Magdalena y yo estábamos caminando, extrañamente no íbamos a casa…

—No quisiera irme… he vivido aquí toda mi vida.

—Ya no es un lugar seguro Gordo…

—Aún tengo una opción… Kalil

—¿Estás loco? Entrenar para largarte a Siria y no tener la certeza de que volverás algún día…

—Volveré a México… a casa… de verdad.

—Además aún está ese loco que menciona Kalil, un asesino está buscándote, el hampa también…

—Para eso voy a entrenar… voy a protegerlas.

—¿Estas consciente de que lo que dices carece de todo sentido?

—Yep— Me reí un poco mientras Magdalena estaba en su teléfono, llamando un Uber.

—Eres un completo idiota… pero si es lo que quieres voy…— Suspiró— Voy a apoyarte.

— ¿En serio Magdalena Jara la niña rica que solo quería una vida tranquila me va a apoyar?

—Eres un idiota sin futuro y sin esperanzas… te diriges a rumbos inciertos… pero por alguna razón quiero ver como lo arruinas.

Quiero pasar un último día como personas normales antes de que empieces esta tontería ¿Podemos? — Ella me miró, extrañado le devolví la mirada, me acomodé el cabello lo mejor que pude para que el viento no revolviera mi melena.

—Que tienes en mente.

—¿Unos tacos?

Me reí como tonto por unos segundos, negué con la cabeza pero no pude rechazar su invitación.

—Felicidades, ya estás mexicanizada.

El Uber había llegado, ambos subimos mientras ella verificó que el conductor y las placas correspondieran, todo estaba en orden.

—A donde me llevas.

—Shhhh…—Magdalena me hizo callar mientras el chofer emprendía el camino hacia el destino que ella programó, en cuestión de 20 minutos ya estábamos accediendo a la zona céntrica de la ciudad desde el final de Calzada Misterios para ingresar a Reforma.

Después de varios minutos circulando por el centro de la ciudad el chofer del Uber dio vuelta para introducirnos en el sentido correcto de Avenida Juárez, estábamos justo frente a "El Caifán", un restaurante bastante conocido.

—Llegamos, déjame pagar y búscanos una mesa, no tardo.

—¿Segura?

—Sí, anda…

La dejé sola por unos segundos, busqué una mesa que quedase en un lugar no tan vistoso y ahí me quedé… Magdalena estaba tardando más de lo debido, me estaba consternando un poco el hecho de que tardase, pero cuando me iba a levantar ella entró y se sentó conmigo.

—¿Todo bien?

—Sí, es que no pasaba mi tarjeta pero solo fue una tontería, ya quedó.

—Vale…

Ambos ordenamos unos cuantos tacos con y una bebida, me apena un poco porque ella está literalmente pagando todo esto…

—¿Pasa algo? — Ella me preguntó mientras le daba un sorbo a su bebida.

—No puedo creer que hayas pedido agua de Piña…— Fruncí el ceño un poco.

—No es mi culpa que tú la detestes… ¿Está delicioso no?

—Sí… aunque tú sabes… preferiría algo más "tradicional" si me preguntas por tacos.

—Todo el mundo se siente crítico.

—En especial tú— Me reí y ella pareció reírse también, si me lo preguntan es extraño porque ella usualmente me sacaría la mierda a golpes por un comentario así.

Los minutos se volvieron una hora, ambos estábamos conversando de cosas sin importancia, tiempos mejores, cuando ella solía tocar el Cello con sus amigos en Valparaiso, yo le contaba de las constantes bromas que solíamos hacer mis compañeros de preparatoria y yo, las risas, inclusive una que otra pelea porque por alguna razón éramos el blanco del bullyng, pero eso jamás nos detuvo de ser lo que éramos, auténticos.

—Aún recuerdo cuando torcimos a la maestra de Derecho Mercantil fajándose con el Doctor de la escuela en el estacionamiento, casi escupo la maruchan sobre una computadora en el servicio social, desde nuestra ventana lo vimos todo. — Me reí casi a carcajadas mientras ella también constantemente hacia ese ruido con la nariz al reír, lo que hacía que me carcajeara más fuerte.

—Oye Gordo…

—Mande…— Le contesté recobrando el aliento por las risas.

—Quiero que vivamos en Santiago… los dos…— Ella me tomó de las manos extendiendo las suyas del otro lado de la mesa.

—No digas esas cosas… nos quedaremos aquí, ese sujeto no va a intimidarnos con ese rollo de los sicarios.

—No quiero que sigas en este juego pendejo de probar quien puja más fuerte… por favor…

—Magda…

—Gordo, tienes que decidir… están ellas o yo…

¿Qué carajo? Acaso acaba de decir lo que creo que dijo… Me levanté de la mesa bastante molesto.

—No pienso hablar de esta pendejada otra vez.

—Por favor…— Ella me detuvo de las manos una vez más… ella me puso uno de sus auriculares, intenté quitármelo pero de nuevo seguía repitiendo "Por favor" una y otra vez…

⏪ ⏯ ⏩-Now Playing –2GOOD4ME.

Artist: Breakbot-

—Magda… no pienso dejarlas a su suerte…

—¿Por qué no? Ya has hecho mucho por ellas y es momento de que hagamos nuestra vida, Kalil entenderá.

—Que eso sea lo que quieres no implica que yo quiera eso….

—Déjate de tonterías…— Ella me rodeó la nuca con sus brazos — ¿Acaso la perra de Antoniette no te metió en esto?

No me pude resistir… mi mano derecha ya se encontraba del otro lado de su rostro, el auricular de mi oído se cayó.

—¡Pendejo! — Ella se sostuvo de la mesa mientras tocaba su mejilla, recobrándose de la bofetada que le di.

—No te vuelvas a expresar así de una muerta… ella nos advirtió de lo que está por venir…

—¡Entonces voy a hacer que tú y la piruja de Francia se reúnan en el infierno!

El rostro de Magdalena cambió su semblante a uno más furioso, del lugar en donde la golpee crecían grietas, hasta que su rostro se partió por completo y de su abrigo sacó una máscara dorada, la cual se puso para proteger su rostro.

—¡ESCUCHEN IDIOTAS NADIE SE MUEVA! O me cargo a todos aquí mismo… —Su voz era distinta… Cuando parpadee… ya no era Magda, era un sujeto de mi tamaño, vestido totalmente de negro y vistiendo esa mascara… ¿Cómo diablos ocurrió esto?

—Escúchame bien, gordo pendejo… Te vas a entregar y escaparemos de aquí o de lo contrario mataré a todos estos comensales… — El sujeto cargó la recamara de su pistola y le dio en el hombro a uno de los meseros, que cayó inmediatamente al suelo gimoteando por el dolor.

—Quien cojones te crees…. — Apreté el pomo del bastón con mi puño, increpándole.

—Escucha bien, porque ya no hay escapatoria una vez me miras a los ojos…

Derek Abengarde en persona me comisionó matarte, a la putita francesa y a todo aquél que se metiera en el camino… pero me ahorraste muchos problemas al cargarte a Antoniette…

El Camaleón a tu servicio…— Hizo un movimiento como si se bajara el sombrero…— Tu amor por esas mulas de mierda y por esa Chilena de pacotilla terminó por ser la ruina de tu vida, gordito.

⏪ ⏯ ⏩-Now Playing –Turbo Killer.

Artist: Carpenter Brut-

—Eso te piensas pedazo de pendejo…— Por mucho que doliera di el primer paso, mi rodilla derecha apenas si podía sostener el peso de mi cuerpo… pero aun así no me importó, pie izquierdo…. Pie derecho… corrí con todas mis fuerzas mientras El Camaleón reaccionaba para apuntarme, cuando estuve al alcance con el pomo del bastón le solté un golpe en la mano, lo que hizo que se le desviara el balazo hacia una de las ventanas, la gente gritaba por fuera del restaurante mientras otros parecían curiosos… la policía no hacia acto de presencia… tendré que pelear…

—¡ME LAS VAS A PAGAR GORDO CABRÓN!— El camaleón inmediatamente soltó la pistola cuando me tuvo frente a frente e intentó darme una patada en la rodilla, a lo cual respondí bloqueando el golpe con el cuerpo del bastón, sostuve el aliento y con todas mis fuerzas metí un cabezazo directo en su mandíbula.

El camaleón inmediatamente me jaló de la melena, intentaba hacer fuerza para competir con su agarre, sin embargo me soltó un puñetazo inmediatamente me soltó, tuve que soltar el bastón.

Golpe a golpe no nos dimos tregua, el parecía ser un experto pugilista, por lo cual con sus rápidos movimientos pudo hacer frente a mis puñetazos, la boca una vez más me sabía a sangre mientras preparaba un uppercut que esquivé haciéndome a un lado, lo que me dio la posibilidad de meterle un codazo que lo hizo recargarse en una mesa, tomé un banquillo de acero y lo golpee justo en la cabeza contra la mesa.

—¡HIJO DE PERRA! — El Camaleón gritó, por muy fuerte que le di el golpe este no parecía responder al dolor… el malnacido no solamente le hacía honor a su habilidad, tenía una resistencia inhumana.

Una vez más probé uno de sus puñetazos, retrocedí y esta vez no pude evitar caerme, sacudí la cabeza para librarme del aturdimiento, pero lo que me despertó en su lugar fue una presión punzante en mi rodilla.

—¡Agh!

—Vas a morirte gordo puto— Me dio un pisotón en la rodilla, el bastardo sádico se va a divertir conmigo… no pude más que gritar y llevarme las manos a la rodilla.

Se alejó de mi… fue por mi bastón… con el cual comenzó a golpearme en todos lados.

—¡AH! — Reiteradamente me estaba quejando del dolor hasta que simplemente cerré los ojos…

—¡AJAJAJAJA! — Pronto solamente era su risa lo único que podía escuchar entre golpe y golpe… me duele todo…

No… ¡NO!
No voy a dejarme vencer así… ¡les hice una promesa!

Abrí los ojos y le vi, su máscara hecha de oro brillando con el sol, vidrios rotos y el bastón en alto acercándose a mí con todas sus fuerzas, junté ambas manos esperando atrapar el objeto contundente, cuando sentí entre mis palmas la forma del bastón hice presión.

—Malnacido— Me increpó mientras intentó hacer fuerza y hacerme perder el control del bastón, a lo cual respondí con una patada de mi pierna izquierda directa hacia la ingle del Camaleón, aullando de dolor. Sabía que era el momento.

—¡INFELIZ! — Gruñí con todas mis fuerzas mientras me levanté casi de inmediato ignorando todo rastro de dolor en mi cuerpo, mi sangre me empapaba la cara cuando vi los vidrios rotos del suelo, apreté los dientes y con ambas manos tomando el bastón le di un golpe en el rostro, el pomo del bastón jalaba su máscara dorada mientras su verdadero rostro se dejaba ver.

Era asqueroso, su cara estaba totalmente demacrada, solo unos brillantes ojos verdes se podían vislumbrar entre la plasta de carne que conformaba su rostro, algunos dientes sobresalían de la cuenca que bien podría ser su boca, este escupió sangre color verduzca mientras se reponía del golpe.

—Has visto mi rostro real… no puedo permitirte vivir, seboso malnacido. — Ese sujeto tenía una resistencia increíble, aun podía mantenerse en pie mientras que yo tuve que casi sostenerme por completo del bastón, mis piernas ya no están reaccionando…

Si tan solo no tuviera estos estúpidos clavos… no me sirve de nada seguir luchando porque ya las piernas no me responden por más que quiero levantarme…

Él me toma del cabello…

—Y después voy a matar a la chilena puta… me daré un festín con ese coño frio y muerto… y después con tus mulas de porquería… con Kalil… mataré todo lo que alguna vez te importó… solo por el placer de hacerlo, el dinero ya me vale madres…— Le escupí cuando me levanto la cara, podría jurar que di la batalla perdida hasta que escuché el silencio romperse junto con una botella de vidrio, los dedos de ese sujeto se deslizaron por mi cabello mientras que vi a Magda, tras ella los rayos diurnos resplandecían…

—¡¿TE PARECE QUE LO VOY A PERMITIR?! — Ella gruñó sosteniendo la botella de vidrio con la mano mientras el Camaleón recobraba el balance.

—¡Si quieres mi coño frio y muerto vas a tener que buscarlo, imbécil fome!

—¡Maldita puta! — El Camaleón se veía decidido a asesinarla, con todas mis fuerzas me arrojé hacia él, ya estaba preparando un disparo hacia su dirección.

—Oye estúpido ¿me la mamas con esa boca tan sucia? — Reconocí esa voz de inmediato, Camaleón volteó con una cara que parecía estar aterrorizada, me detuve antes de embestir al enemigo.

Ahí estaba Seth, el amigo de Aiken que supuestamente se había marchado del país… delante de la puerta del baño subiéndose la cremallera.

—¡Hey weona, toma esto! — Seth le arrojó una pistola a Magdalena, mientras que nuestro contrincante no perdía tiempo e intentó apuntar de nuevo, pero esta vez sí me arrojé y tumbé al Camaleon, mientras que ella tomaba la pistola que volaba por los aires saltando.

—¡MAGDALENA, DISPARA AHORA! — Me abracé con todas mis fuerzas al torso del Camaleón una vez que soltó su pistola, ambos forcejeamos por un breve instante, la miré a los ojos una última vez, ella estaba más que nerviosa, una lagrima salía de sus ojos.

—¡GORDO, NO QUIERO! — Ella temblaba y la pistola se movía de sus manos, tragaba saliva tan fuerte que pude oírla.

—¡HAZLO CON UN DEMONIO! — Le sonreí, no iba a resistir más tiempo, él ya estaba librándose de mi agarre cuando pude escuchar el sonido del disparo, cerré los ojos.

El camaleón cayó, cuando pude darme cuenta ya estaba abrazando un cadáver, me quité de inmediato.

—¡Rápido! Tenemos que salir de aquí antes de que llegue la policía— Seth me ayudó a levantarme mientras Magdalena se quedó ahí, estática, con la pistola humeando en la mano, sorbía por la nariz, Seth le gritó mientras intentaba caminar pero eso no la sacaba del trance.

—Mag… vámonos…— Nos acercamos a ella y la tomé del brazo para hacerla reaccionar, le quité la pistola de sus manos y la guardé en mi cinturón, la tomé de la mano.

—Corre, toma mi bastón, no podemos dejar huellas ni evidencia. — Ella asintió y tomó mi bastón, los tres corrimos como pudimos mientras la gente ya comenzaba a huir del Caifán.

La camioneta de Seth estaba en un estacionamiento cercano, tuvimos que correr casi una calle completa para meternos a la pensión y entre los dos me subieron a la parte trasera, ella se subió conmigo y Seth comenzó a conducir y alejarse del lugar mientras algunas sirenas ya comenzaban a escucharse.

—Gordo…— Ella ya estaba llorando una vez más, acurrucándose en mi camisa que estaba cubierta de sangre.

—Ya… ya pasó… estamos a salvo…— No pude hacer nada más que abrazarla con fuerza, no la vi llorar tanto desde aquella noche, en la que nos conocimos— ¿Estás bien?

Ella asintió, su nariz estaba sumamente roja y no paraba de sorber.

—Me alegro mucho…— Le dije mientras ella seguía acurrucada. — Creo que después de todo tu eres quien está cuidando de mi…

Notas del Autor:

No ha sido fácil para mi desde la última vez que publiqué un capitulo.

Perdí muchas cosas, no me refiero a solo la inspiración que por lapsos vuelve para después largarse, perdí muchas cosas que me daban el extra para seguir adelante.

Personas que eran importantes para mí, lo que sea, el mundo no se va a detener porque te encuentres mal ni mucho menos, tampoco espero que ustedes me esperen toda la vida por un capitulo.

Pero pienso seguir subiendo, terminaré la historia, aunque claro, no me tomaré un hiatus tan largo, decidí escribir este capítulo en 2 partes porque realmente estoy abarcando varias cosas para el climax de la historia, sin mencionar que este no es el capítulo que pensaba subir inicialmente, así que esperen el capítulo 22-2 y el 23, espero subir el mes que viene o la semana que viene, aun quiero escribir y aunque sean pocos los que me sigan si es que aún hay alguien por ahí siguiéndome, yo continuaré.

PD 1: Hubo quienes me prestaron sus OC para un capitulo de este fanfic (El capitulo que curiosamente no me digné a subir y por lo cual me puse en hiatus) Sigue en pie el capitulo, no lo he cancelado, solo que mi puto cerebro aun no logra consolidar a todos los personajes que aparecerán, sigan pacientes que sigo en eso.

PD 2: No hubo trivia ni nada porque todo eso irá para la parte 2 de este capitulo, incluso varios epilogos que tengo en mente, sigan atentos.