CAPÍTULO XXVII

-Es el nombre perfecto para nuestra niña amor, pero, necesito hacerte una pregunta, ¿eres feliz?- preguntó Neil

-Mi amor, todos los días soy más feliz que antes, te explicaré, cuando era niña la hermana María me pidió que ante todo lo que pasara fuera feliz, luchara por ser feliz y con el paso de los años he aprendido eso, que a pesar de todo lo que he pasado, siempre habrá días felices y hoy es un día más que soy feliz- sonrió y Neil se acercó a ella para besarla.

-Mi pequeña, y yo soy el hombre más feliz del mundo, tú y mi hija hacen de mis días una eterna alegría- se abrazaron y contemplaban con gran amor a la pequeña Cathleen. Así duraron un momento cuando Dorothy tocó a la puerta.

-Adelante- dijo Neil

-Señor, tiene visitas- dijo Dorothy

-¿Quién será?, no le he avisado a nadie todavía del nacimiento de nuestra bebé- pensó Neil- ¿quién es Dorothy?- preguntó.

-Es su hermana la Señora Elisa-

-¡Elisa!- dijo sorprendido- hace mucho que no sé de ella.- ahorita bajo Dorothy, vaya a avisarle.

-Sí señor-

-¿Por qué hasta ahorita viene Elisa a buscarte Neil?- preguntó Candy

-Porque se enfadó cuando supo que eras mi esposa, pero… bueno, deja bajar a ver que necesita, ahorita regreso, toma un momento para descansar amor, te mandaré a Dorothy para que te ayude con la bebé- Le dio un beso en la frente y bajó a la estancia para encontrarse con Elisa.

-¡Hola Elisa!, ¿qué te trae por mi casa?- preguntó con ironía Neil.

-¡hola hermanito!, pues saludarte y….- agachó la cabeza, al ver esa reacción Neil se acercó rápidamente hacia donde ella estaba.

-Siéntate Elisa, vamos, sabes que me agrada verte, pero desde tu silencio hacia mí, pues me sorprende que hayas venido a buscarme-

-Sabes Neil, siempre fui muy posesiva contigo porque siempre fuiste mi hermanito, sólo mío, aunque eres un poco mayor que yo, pues no me gustaba la idea de compartirte con alguien que no fuera de nuestra clase-

-¡Elisa!-

-Déjame continuar… al enterarme por mi padre, escucha bien, por él y no por ti, que con la mujer que te casaste era Candy me sentí defraudada y no sólo por el hecho de que fuera ella, en parte, pero sí el que no me tuvieras la suficiente confianza para decírmelo, y… cuando me enteré que estabas desaparecido y posiblemente muerto ¡sufrí tanto!, ¡no sabes cuánto!- unas sendas lágrimas aparecieron en su rostro- estuve ausente de casa, no quería aceptar que estabas muerto, luego, vino la gran noticia y ¡me alegré tanto hermanito!, pero fue más grande mi orgullo, mi esposo estuvo conmigo en todo momento, él me ayudó a doblegar mi orgullo, y… luego me enteré de una dulce noticia, sabes… ¡serás tío! Y fue cuando comprendí que este tonto orgullo no sirve de nada. Hermanito, ¿me puedes perdonar?- dijo con lágrimas en los ojos.

Neil se acercó hacia ella y la tomó en sus brazos- Hermanita tonta, ¡te quiero tanto!, todo está olvidado entre tú y yo, no tienes que pedirme perdón-

-¡Gracias hermanito!, ¡te amo tanto!- duraron un rato abrazados, demostrando que ante todo, el lazo de sangre, sea cual sea es irrompible.

-Neil, ¿puedo ver a Candy para pedirle perdón?, sé que he sido malvada con ella, pero en verdad estoy arrepentida, y ahora que ambas estamos esperando un bebé, quiero reconciliarme con ella-

-¡Oh!, ¡qué tonto soy!,- Elisa lo miró asombrada- ¡ya eres tía!-

-¡Qué!, ¿cuándo pensabas decírmelo?- le dio un codazo.

-Pues, no me has dado oportunidad, aparte acaba de nacer, no he dado parte a nadie de la familia, eres la primera en saberlo- le dijo un sonriente y feliz Neil.

-Pues es lo menos que me merezco, ser la primera en enterarse, dime, ¿puedo ver al bebé?-

-Claro, es una niña, le pusimos Cathleen-

-¡Hermoso nombre Neil- ambos hermanos se dirigieron a la habitación conyugal donde reposaban las mujeres que más amaba Neil en esta vida.

-Candy, ¿estás despierta?-

-Pasa amor, le estoy terminando de dar de comer a nuestra hija-

-Alguien vino a visitarnos y se enteró por casualidad del nacimiento de nuestra princesa-

-¡Oh!- ¿quién es?- preguntó una curiosa Candy.

-¡Soy yo!- dijo Elisa

-pasa Elisa- Candy le dio el paso y estando ambas frente a frente.

-Candy, quiero decirte que…- fue interrumpida.

decirme, por su expresión veo que lo que tenías que decir y aclara ya fue hecho y si mi esposo te permitió venir hasta acá, por mí todo está saldado, esta pequeña me ha hecho reflexionar en muchas cosas, que hay que valorar la vida día a día, disfrutarla y vivir sin rencores, por mi todo está olvidado, ven, acércate a ver a tu sobrina- le indicó Candy.

-¡Es hermosa!- la tomó en sus brazos- se parece a ambos, vaya, hiciste bien tu trabajo hermanito- le dijo con sarcasmo Elisa.

-Todo lo que yo hago es excelente hermanita, eso no debes de dudarlo- todos se echaron a reír. Estuvieron platicando por largo rato, Neil había mandado a uno de sus empleados a avisar a la familia, así que para después de la comida ya estaban ahí los orgullosos abuelos, la tía Elroy, Albert, Archie y Patty los cuales pronto contraerán matrimonio. La casa estuvo llena de alegría y llegando el atardecer la matriarca invitó a todos a retirarse para que la recién estrenada madre pudiera descansar, no se retiró sin antes indicar a Dorothy lo que tenía que hacer exactamente con Candy-

-Yo eduqué a mis sobrinos desde que eran unos bebés, así que sé exactamente lo que se tiene que hacer en estos casos- repetía constantemente la tía Elroy, lo que ocasionó algunos comentarios.

-La tía abuela está tan feliz por Cathleen, pero ella quiere seguir siento la que da las órdenes. Genio y figura- dijo Archie.

-¡Archie!, serénate, es tu tía abuela y debes respetarla.

-Paty, ¿a poco no se ve graciosa?-

-Bueno…- y ambos sonrieron con complicidad.

-Gracias a todos por venir y especialmente a mi hermana Elisa y al tío William por aceptar ser los padrinos de nuestra hija- Ambos sonrieron y finalmente se despidieron de la feliz pareja.

-Por cierto, en cuanto salgas de tu recuperación Candy, vendré a ultimar contigo los detalles de su boda eclesiástica- advirtió Sara.

-Con gusto, sabe que usted es bienvenida en esta casa- contestó Candy.

Pasaron dos meses de que nació Cathleen, las matriarcas de la familia estaba ultimando los detalles de la boda de Archie y Paty que se celebraría dos días después del bautizo de Cathleen, el cual fue celebrado al día siguiente.

Era un día de verano realmente agradable, Candy y Neil bautizaban a la pequeña fruto de su amor, sus padrinos, Elisa y Albert lucían realmente emocionados, la capilla de la familia Leagan estaba realmente hermosa, cubierta de flores desde la entrada hasta el altar, el código de vestir para esa ocasión fue todo de blanco por la bienvenida a una nueva hija de Dios. Fue un día inolvidable, la feliz familia se dispuso a ir a descansar, Dorothy se llevó a Cathleen, desde que nació la niña se convirtió en su nana oficialmente, así que dejó de ser una mucama para convertirse en parte importante de la familia Leagan White- Andrew.

-¿Qué te pareció la recepción amor?- preguntó Neil al momento de ayudar a su esposa a ponerse cómoda.

-¡Excelente!, tu madre y la tía abuela son excelentes organizadoras, hay mucho que aprenderles, no se les va ni un solo detalle- mencionó Candy.

-Lo sé, aunado a que no dejan opinar más que sólo lo necesario- dijo sonriente Neil.

-¡Ay amor!, como siempre, tienes un comentario divertido de todo, ya deja a tu madre y a la tía de tus bromas- guiñó el ojo en forma divertida- ya nuestra hija duerme con Dorothy y es momento de que tú y yo tomemos un tiempo para nosotros.- dijo Candy de forma seductora, acercándose a él para depositarle un tierno y sensual beso en los labios del moreno, que con la edad y el tiempo se ha puesto más apuesto y más varonil.

-Mi dulce Candy, qué bueno que me demandas, yo estoy dispuesto a complacerte, eso lo sabes traviesa- y correspondió al beso con otro más atrevido y sensual.

Siguieron los besos que fueron subiendo de tono, Candy ayudó a su esposo a despojarse de su camisa, le tocó su torso, bajó de sus labios hacia él, lo acarició con sus labios, después con su lengua dejando al moreno cada vez más extasiado con el roce de aquella boca que era suya solamente, así fue bajando lentamente hasta desabrochar su pantalón el cual ayudó a despojarlo y ahí, erecto, estaba el objeto de sus deseos, de sus sueños húmedos y con el cual gozaba extasiada cada vez que penetraba en su ser, así lentamente lo acarició con su mano, después con los labios llenándose de deseo de su marido, de su hombre, de su todo, de su amor, él no dejaba de gozar ese hermoso regalo que le daba su esposa gimiendo de placer, cuando sintió que ya no podía más se contuvo, tomó a Candy entre sus brazos, la alzó hacia él y la depositó en el lecho nupcial que tantas noches los ha visto gozar de su amor, la llenó de besos sensuales mientras con sus manos acariciaba sus piernas lentamente hasta llegar a su monte y acariciar sus labios lentamente y abrirles paso para comprobar la humedad de su dulce tormento y ansias de vivir. Así se detuvo un rato y bajó acariciando con sus labios el cuello níveo de la rubia, deslizándose hacia sus turgentes pecho, más voluminosos a causa de la maternidad y que ahora lo tenía más enloquecido con sus nuevas formas de mujer. Ya que sació su sed de ellos bajó hasta el monte con sus labios llenándolos de besos, enseguida con su lengua acarició el clítoris y sus partes más sensibles hasta llenarla de pasión, de gozo y cuando la rubia llegó al orgasmo se alejó lentamente, la miró a los ojos y susurró- ¡Te amo Candy!, ¡te amo con todo mi ser, con mi vida, con mis fuerzas y todo mi ímpetu!, ¡eres lo más hermoso que me pudo haber pasado y doy las gracias a Dios por la dicha de darte este placer- a continuación tomó las piernas de su esposa entre sus brazos y las abrió con delicadeza a lo cual a petición de ella se introdujo en lo más profundo con estocadas suaves, luego, con más fuerza y vigor haciendo que ella gimiera de deseo y placer- ¡Neil, te amo!, eres el amor de mi vida- ella se aferró a su espalda y así sentados en contacto cara a cara terminaron en un gran orgasmo juntos, al final, exhaustos, se tumbaron en la cama donde estuvieron largo rato abrazados y acariciándose con todo el amor que sentían- Sabes Candy, jamás llegué a pensar que esto tan hermoso que siento fuera correspondido algún día por ti- dijo Neil.

-¡Shhh!- puso sus dedos en su boca- ahora es una realidad y no la cambiaría por nada del mundo- lo abrazó y así jóvenes cual sol se entregaron uno al otro toda la noche.

Pasaron dos meses del bautizo de Cathleen, la boda de religiosa de sus padres se llevaría a cabo ese día, en la mansión todo era un caos, corrían mucamas de un lado al otro, Sara Leagan estaba muy nerviosa ya que no llegaban los arreglos de Dulce Candy que mandó traer de la casa Andrew, la tía abuela supervisaba que todo en la cocina estuviera a la orden, los ahora esposos Cornwell, Paty y Archie recién llegaban de su luna de miel y ya estaban a la orden de las matriarcas para ayudar a Candy.

-¡Dorothy!, que la niña quede hermosa, no la descuides por ningún motivo- dijo Sara.

-No se preocupe señora, la señora Elisa me mandó ayudarle mientras ella se encargaba de cambiar a si sobrina- contestó Dorothy.

-Está bien, unas manos extra no me vienen mal, todavía falto yo de arreglarme. ¡Oh George!, qué bueno que llega, ¿ya enviaron las dulce Candy que pedí?-

-Ya están en camino, no creo que demoren- respondió George sorprendido por la angustia de la dama- todo saldrá bien señora, usted y la señora Elroy son excelentes anfitrionas-

-Gracias George, me siento un poco mejor, pero…. ¿dónde está mi esposo?, siempre se me desaparece cuando más lo necesito. Compromiso George, si busca a mi hijo está en el despacho- dijo una apurada Sara, la cual salió cual rayo hacia el jardín dejando a su paso unas pícaras sonrisas de George y Dorothy.

-Dorothy, siempre es un gusto verla- saludó George cortésmente a Dorothy.

-Igualmente señor George, lo llevaré hacia el despacho- y siguió a una sonrojada Dorothy.

-¡Buenos días Neil!, espero todo esté bien por acá-

-¡hola George!, pasa, claro, todo saldrá perfecto, me vine acá a despejarme un poco porque mamá puede ser un poco irritante cuando organiza una fiesta, y más tratándose de mi boda- se tocó la cabeza y rió, dicha acción fue correspondida por George.

-Le traigo el contrato de compra de los pozos petroleros que adquirió en Texas y la cesión de derechos de la mina de Rancagua hacia el Señor Sewell, ¿está seguro de no querer vender su casa de Chile?- preguntó George.

-Estoy seguro, Candy y yo le tenemos mucho cariño y juramos regresar algún día y así será- dijo Neil.

-Muy bien, le dejo los papeles para que los revise con calma, si puede el día de hoy y luego que regrese de su luna de miel ultimamos los detalles-

-Perfecto, te espero más tarde-

-No faltaré-

Se llegó la hora de la boda religiosa, la capilla de los Leagan lucía realmente hermosa, mucho más que el día del bautizo de Cathleen, ahí, al pie del altar un impaciente Neil esperaba a su amada, ataviado en un elegante frac negro con pañuelo y mancuernillas en color dorado, lucía realmente gallardo y guapo, a su derecha sus padres y a su izquierda la tía Elroy, Elisa y Dorothy cargando a Cathleen, la cual estaba ataviada con un elegante vestido color dorado y una banda del mismo color rematada en un elegante moño hecho por su tía Elisa, al lado de ella los padrinos de Lazo Patty y Archie, y al otro extremo la madrina de anillo Annie, acompañada de su novio Michael y sus padres, los señores Britter. De pronto cuando la impaciencia llegó a su punto máximo, ahí al pie de la capilla estaba un gallardo caballero ataviado en frac negro con vistas en color beige el cual llevaba del brazo a una hermosa novia ataviada en un vestido de novia de seda beige y encaje francés con vistas doradas, cubierta con una tiara usada por la familia durante generaciones en las bodas de los patriarcas o sus hijas, las cuales tenían el honor de portar la tiara de diamantes heredado de su dinastía escocesa acompañada de una mantilla española del más fino encaje y en su mano derecha como adorno un hermoso ramo nupcial elaborado con dulces Candy. Al estar entrando al altar, Albert, orgulloso de la felicidad de Candy miraba a la tía Elroy que lo observaba desde el altar y los pensamientos de la anciana volaron unos días atrás.

-¡Bienvenido seas Wiiliam!, me has castigado mucho últimamente-

-tía, sólo seguía tus consejos, despejar mi mente y ordenar mis pensamientos, desde la plática contigo y con Annie he reflexionado mucho y como tu dijiste, ese amor no iba a fructificar porque no fui lo suficientemente valiente para intentarlo en el momento adecuado, aparte, he dejado que Candy empiece a ser más desapegada de mí, ese vínculo que hice con ella no estaba bien para los dos, sobre todo después del accidente, ya superé eso tía, la sigo amando, pero como lo que realmente es ahora, mi hermana, así ella lo decidió y yo también, sólo necesito comunicarte que en cuanto tome Archie control de los negocios de nuevo lo dejaré a cargo de ellos para retirarme un tiempo al Tíbet a meditar sobre el rumbo que quiero tomar en la vida-

-¡Hijo!

-Déjame continuar tía, te decía, quiero tomarme un tiempo conmigo mismo, ver que deseo y cuál es mi misión en la vida, sabes que he pasado por muchas cosas y deseo que mi mente y mi corazón se coordinen de nuevo-

-Respeto tu decisión Williams y, esperaré con ansias tu regreso-

-Claro tía, volveré, de eso no tengas duda-

Se abrazaron con gran amor, él sólo conocía a esa anciana como una madre ya que fue la única que conoció toda su vida y le tenía un gran amor y respeto.

Llegaron al altar, ahí hizo entrega de Candy a su futuro esposo ante Dios, - Neil, te entrego a Candy y deseo que sean felices por el resto de sus vidas y que ante todo se tengan respeto, comunicación y quiero que sepan que tienen una familia que los respeta y los respalda-

-Gracias tío- dijo Neil

Albert tomó su lugar al lado de la tía abuela y comenzó la ceremonia, la cual fue dirigida por el obispo de Chicago y les dijo unas hermosas palabras tomadas de la carta de San Pablo a los Corintios:

"El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia. El amor no presume ni se engríe, no es mal educado ni egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca."

Después comenzó el rito nupcial, todos se pusieron de pie.

-Yo Candy, te acepto a ti Neil como mi esposo, y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida-

-Yo Neil, te acepto a ti Candy como mi esposa, y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida-

Neil y Candy se colocaron las argollas de oro blanco y dorado con las iniciales de cada uno, regalo de Annie.

Enseguida pasaron Elisa y Arthur, padrinos de arras y las colocaron en la mano de él, el cual al recibirlas dijo a Candy.

-te entrego estas arras como signo de que nada nos faltará en nuestro hogar- Neil

-yo las recibo en señal del cuidado que tendré de administrar que nada falte en nuestro hogar- Candy

-Les pido a los presentes brindemos un aplauso a esta nueva familia formada por Dios, lo que Él ha unido, no lo separe el hombre. Los declaro marido y mujer- recitó el obispo- puede besar a la novia.

Los presentes aplaudieron fuertemente a la pareja, ya que sabían de antemano lo que tuvieron que pasar para llegar a ese momento, el nuevo matrimonio de hincó para poder ser lazados por el matrimonio Cornwell y así terminar la ceremonia religiosa.

Al terminar se dirigieron hacia la residencia Leagan White –Andrew para celebrar la recepción, la cual estuvo muy amena y llena de amigos, los recibieron con una bella melodía los niños del hogar de Pony, lo cual los hizo derramar lágrimas de emoción, al terminar les tocaron Vienna Blood Waltz de Johann Strauss para abrir la fiesta, la cual fue acompañada de diversos valses y música de la época, el banquete de bodas fue exquisito, digno de reyes, como entrada un consomé Windsor, seguido de suprema de salmón, chuletas de cordero en salsa de tamarindo, capones a la Strathmore y de postre tarta de fresas, el favorito de Candy. Las mesas lucían unos arreglos de orquídeas y follaje realmente hermosos que rodeaban a un candelabro para alumbrar la mesa, la fuente de la casa fue adornada con rosas y velas flotantes, encendidas cuando la pareja comenzó a bailar.

Al terminar la recepción los ahora esposos fueron a preparar su equipaje, saldrían temprano en la mañana rumbo a Florida, donde tomarían un crucero por el Caribe, ante la insistencia de Sara de dejarles a la niña, los padres se negaron ya que la niña era aún pequeña y necesitaba a Candy, por lo cual llevaban a Dorothy para que no les faltara nada y los apoyara con la pequeña, así que muy temprano fueron despedidos por los miembros de la familia en la estación de trenes.

-Candy, ¡soy muy feliz a tu lado!, me has dado el más hermoso regalo, miraba embelesado a su hija la cual era su adoración. La besó y enseguida besó a su esposa, y felices partieron hacia su luna de miel.

Tres años después

-¡Buenos días dormilona!, ¿cómo has pasado la noche?-

-La he pasado excelente, cansada, pero al fin juntos, donde comenzó nuestra historia de amor-

-Precisamente, porque lo prometí conservé todo esto, y ahora, los cuatro estaremos una temporada aquí en el lugar donde vio nacer nuestro amor, la bella Rancagua-

-¡No puedo ser más feliz!, ¡Te amo Neil!, ¡te amo con todo mi ser!-

-Y yo a ti, mi dulce esposa- sellaron su amor con un tierno beso.

-Pues tengo algo que comunicarte querida, nuestros hijos ya nos están esperando, Dorothy y George están con ellos.-

-¿Quién lo iba a pensar?-

-¿Qué Candy?- preguntó Neil ansioso

-Que este par terminarían juntos, a pesar de la diferencia de edades.

-Es cierto, pero su amor es muy grande, mira que aceptar venirse con nosotros para no estar lejos de su esposa, bueno, a George le pegó duro el amor, aparte, a Dorothy no la veo como nuestra empleada, si no como parte de la familia.

-Tienes razón, ella es parte de la familia-

-Me daré una ducha y te alcanzo cariño-

-No tardes-

Neil esperaba impaciente a su esposa, ella se demoraba siempre un poco, pero él sabía que la espera había valido la pena, había estado con ella en las buenas y en las malas, sobre todo en su último embarazo que fue casi tan pronto como el primero, sólo que en este último ella la pasó muy mal, por lo cual él le dijo que ya no tendrían más hijos, que la amaba con todo su ser como para dejar que le pasara algo y así decidió cuidarla para no quedar embarazada de nuevo. Ella tuvo a un niño moreno de ojos verdes, al cual le pusieron Neil Leagan White-Andrew, sus padrinos, Archie y Paty Cornwell.

-Ya estoy lista-

-Vamos niños, su mamá llegó-

Y así, tomados de la mano salieron a disfrutar de la hermosa Rancagua, cargada de recuerdos buenos y tristes, pero sobre todo del recuerdo de como el amor puro y verdadero se puede gestar aún en los peores momentos.

FIN

¡Hola chicas! bueno, al fin el fic llegó a su fin, me demoré un poco en publicarlo porque quería que me quedara hermoso, espero así haya sido, digno de esta pareja, agradezco a todas y cada una de ustedes que se han tomado la molestia de regalarme sus comentarios, los cuales me dan el aliciente a seguir, a pesar de todo lo que pasé para terminarlo me llenó de orgullo y satisfacción y ahí va la historia de por qué la pareja Neil - Candy, este fue un reto que se me hizo en la página Candy y Terry fan fic inesperados, en el cual se me pidió un fic de Neil, fue un escrito muy pensado para justificar el cambio del caprichoso Neil que todas conocemos, hasta me terminé enamorando de él, en fin... espero haya sido de su agrado y comenzaré a preparar uno nuevo, sólo que no sé si de Terry o de Albert, o lo que mi inspiración me dicte, acepto sugerencias. Les mando un gran abrazo.