Este fanfic ocurre en un mundo semi-AU donde Akira ya era compañera de Amon durante la misión para aniquilar Aogiri, donde Anteiku no llegó a tiempo a salvar a Kaneki, y donde Kaneki no mató a Yamori, pero igual terminó loco.

Espero que les guste! Saludos!


-Kaneki.

No.

-Abre los ojos, Kaneki.

No.

-Mírame.

No quiero. No.

-¿Te gusta, Kaneki? El sabor de mi verga en tu boca.

Lo odio. ¡Lo odio!

-Así, métetela toda. Casi puedo sentir tu garganta.

Basta. No quiero. No me gusta. Lo odio.

-Te has vuelto todo un experto en esto, Kaneki. Te encanta, ¿no es cierto? Vamos, más adentro, sé que puedes meterla más profundo.

Es asqueroso. Termina de una vez.

-Ahh, Kaneki, eres tan bueno. Siento que ya voy a venirme. Vamos, muéstrame tu trasero, quiero correrme adentro de ti.

Por favor. Déjame en paz.

-Eso es. ¿Ves cómo es más fácil cuando obedeces? Separa más las piernas, déjame verlo. Guau, estás realmente usado aquí.

No mires. No me toques. Déjame ir, te lo suplico.

-Voy a meterlo ahora. Ohh que delicioso, estás realmente apretado. ¿Tanto te gusta?

Me duele. Sácalo. Por favor, ¡sácalo! No puedo. Estoy sangrando. Siento la sangre escurriendo por mis piernas. ¡Sácalo!

-Di que te gusta.

-…M-me gusta.

Lo odio.

-Suplícame que te folle hasta el fondo.

-P-por favor… fóllame hasta el fondo, Yamori-sama.

No. No. No. Sácalo. Me lastimas. ¡Duele!

-Eso es, eres un muy buen chico, Kaneki. Cómo tu desees, voy a follarte hasta que no puedas caminar, sólo porque tú me lo pediste.

-Gr-gracias, Yamori-sama…

¡Por favor! ¡Alguien-! ¡Quien sea! ¡Ayuda!

-Di que eres mi puta y que te encanta que te coja.

-Soy la… la puta de Yamori-sama… m-me encanta que me coja…

¡No puedo más! ¡Está destrozándome! ¡Ayuda! ¡Ayuda!

-¡Di que te gusta!

-¡Me gusta!

Lo odio.

-¡Dilo más, di cuanto te encanta tener mi verga en tu agujero de puta! ¡Di cuanto te gusta que un hombre te coja por atrás! ¡Dilo, como la puta que eres!

-¡Me encanta, Yamori-sama!

Lo odio.

-¡Me encanta!

Lo odio.

-¡Me encanta!

Me encanta.

-Es lo mejor.

Se siente tan bien.

-¡Ahh! ¡El miembro de Yamori-sama es tan grueso, me encanta!

Más. Más. Dame más.

-¡Yamori-sama, lléneme de su semen, por favor!

-¡Más fuerte, Yamori-sama!

-¡Úseme! ¡Úseme, Yamori-sama! ¡Soy su puta!

-¡Ahhh! El miembro de Yamori-sama se ensancha. ¡Ah! ¡Ahh! Me está llenando. ¡Me está llenando!

-¡Yamori-sama es el mejor! ¡Me encanta!

Alguien…

Por favor…

Quién sea…

Sáqueme de aquí…

Antes de que sea demasiado tarde para mí…

.

Por cuarta vez en ese día, había vomitado lo poco que tenía en el estómago, justo en el balde que estaba frente a él. No. Ni siquiera tenía nada en el estómago. Eran puros jugos gástricos, los que dejaba en ese objeto de metal, empapando aquello para lo que estaba ese bote en primer lugar. Almacenar sus dedos.

-Qué asqueroso- murmuró Yamori frente a él -¿Tanto te duele que no puedes evitar vomitar? Mira, ya te manchaste.

Kaneki mantenía los ojos cerrados, jadeando con fuerza. No podía más. Su cuerpo estaba demasiado débil. Desde hace unos días que tardaba más en regenerarse, y hace dos días había empezado a vomitar. Pero no siempre era por la tortura, a veces, incluso sin Yamori ahí, él soltaba todo sin poder evitarlo.

-No es divertido venir sólo a verte vomitar- Yamori torció su cuello, haciéndolo tronar –Oh, tengo una idea. ¿Qué te parece si, cada vez que vomites, te saco un ojo?

Kaneki se paralizó.

-Es decir, tus dedos están tardando cada vez más en volver a salir. Estoy aburriéndome de esperar. Podría sacarte los ojos. Y una vez que ya no tengas ojos, te cortaré la lengua, entonces seguiré por tus orejas. Está bien, ¿no es cierto? Te encanta el dolor, después de todo. En verdad que eres una puta.

-Yo… no soy una puta…

Eso le sacó una sonrisa a Yamori.

-Cierto. Las putas cobran. Y tú te abres de piernas por simple gusto.

-Yo no…- apretó los dientes con fuerza, antes de volver a vaciar el estómago en la cubeta.

Yamori rió, ansioso y tomó sus pinzas de la mesa de herramientas.

-Pobre, pobre Kaneki. Lleva aquí casi un mes, esperando que vengan a salvarlo. Te diré un secreto, Kaneki- el hombre se acercó a su oído, causándole escalofríos y haciéndole temblar –Todos tus amigos ya están muertos, Kaneki.

Apenas Kaneki abrió la boca para decir algo, la pinza rozaba su ojo derecho.

.ki- Yamori cantó su nombre, antes de tronar su dedo índice -¿Cuánto es mil menos siete?

Todo de pronto se volvió obscuro.

-¡AHHHHHHHHHHHHHHH!

.

-¿Aquí es donde se esconde Aogiri?- Amon admiró la estructura desde lejos. Había visto los planos antes de que comenzara la misión de exterminio de Aogiri, así que sabía que detrás de esos edificios, se encontraba otra hilera. –Es gigante.

-Deben superarnos en número, ¿no?- dijo un soldado que estaba a su derecha.

-Aún no se conoce el número exacto de los miembros de Aogiri, pero no importa cuántos sean, tenemos que encargarnos de que ni uno solo quede- declaró su compañera, Akira.

-En cuanto seamos capaces de entrar. Tienen pistolas.

En ese momento, el sonido de una motocicleta encendiéndose llamó la atención de todos los miembros de la CCG en el lugar.

-¡¿Pueden hacerse a un lado?!- gritó Juuzou, montando la recién adquirida motocicleta de Marude.

-… ¿Qué rayos está haciendo…?

.

-Las Palomas han invadido este lugar, Kaneki- le habló Yamori, colocándose la máscara para cubrirle el rostro y regresar a ser Jason.

Kaneki temblaba en su lugar. No era capaz de hablar. No era capaz de ver. Y la sangre dentro de su oído casi le impedía escuchar.

–Es mi deber acabar con ellos. No tardaré. En cuanto vuelva, seguiremos divirtiéndonos, lo prometo.

Kaneki escuchó a Yamori salir de la habitación, y sólo entonces comenzó a llorar. Ya no podía. Era demasiado. Esperaba que Yamori muriera. Pero, ¿sería mejor si las Palomas llegaran hasta él? ¿Qué le harían si lo encontraran?

Estaba tan mareado, tan adolorido, y había perdido tanta sangre que no fue capaz de soportar más su peso y cayó al suelo con todo y la silla a la que permanecía atado.

La piel de sus muñecas y tobillos se habían fusionado con las cadenas de metal que le sujetaban. Era inútil siquiera intentar huir ahora. Morir ahí era su destino.

Una sonrisa apareció en su rostro lleno de sangre y lágrimas, iluminado como una última esperanza.

Las Palomas quizás encontrarían esa habitación. Si así fuera, lo más probable es que lo matarían de inmediato. Eso sería mucho mejor que las lentas y dolorosas torturas diarias de Yamori.

Ah… La muerte sonaba como algo tan hermoso en esos momentos.

.

-Jason. Rango S. Un Ghoul Kakuja.- le reconoció Akira, mirando su cadáver en el suelo. –Era un ghoul demente y sádico. Antes de devorar a sus presas, le gustaba torturarlas lentamente.

-¿Ehh? ¿Tanto así? Tal vez nos suban de rango- rió Juuzou, jugando con el cuerpo inerte del enorme ghoul.

-Juuzou, deja de jugar con él- le reprimió Shinohara, des-equipando su armadura, Arata.

–Sigamos adelante, a limpiar el edificio cinco- dijo Amon, avanzando.

Curiosamente, no encontraron a ningún otro ghoul en el camino hacia el otro edificio, y una vez adentro, éste también parecía completamente desierto.

-Está demasiado silencioso. No bajen su guardia- ordenó el Investigador Shinohara.

Los cuatro andaban a paso lento, no dejando una sola esquina sin revisar.

-Shinohara, aquí Marude, ¿me copias?- le habló por el transmisor.

-Te escucho, Marude.

-Vuelvan al punto de partida. Aogiri se ha retirado. Repito, Aogiri ha terminado su retirada. Todos los edificios se encuentran limpios.

Sólo al escuchar esas palabras fue que Shinohara, Akira y Amon lograron soltar el suspiro que llevaba horas atorado en su garganta. Relajando los músculos tan tensos que ya tenían y bajando sus niveles cardíacos.

-Ya escucharon, chicos. Todos de regreso- sonrió Shinohara, regresando por donde habían entrado con Amon y Akira detrás suyo. Después de unos pasos, se dio cuenta de que Juuzou no los seguía. -¿Juuzou?

El más joven estaba parado estático en su lugar, observando una puerta a su derecha, con la mirada perdida.

-¿Sucede algo, Juuzou?

-Alguien está aquí dentro- indicó el menor, y sus palabras pusieron en guardia a los demás inmediatamente.

-¿Un ghoul?- preguntó Shinohara, desenvainando su espada.

-No lo sé, pero respira muy rápido. La puerta está cerrada con llave.

-Akira-san, Shinohara-san, cúbranme, voy a tirarla- dijo Amon, acercándose a la puerta de metal y tirándole de una patada. Los otros tres investigadores se apresuraron a entrar, preparados para luchar, con sus armas en alto, pero fueron sorprendidos con una habitación vacía, pero con una peculiar mezcla de hedores que los obligaba a contener la respiración.

No, la habitación no estaba vacía. Ahí, en medio de la ridículamente enorme habitación, se encontraba una figura tirada en el suelo, amarrada a una silla. Pero era tan pequeño que había sido difícil de verlo.

Fue Amon quien se acercó a él, con extrema precaución, preparado para asesinarlo, de ser necesario.

Había un balde metálico a un lado, lleno de vómito y otras cosas que no podía diferenciar ni se atrevía a mirar, y entonces pudo ver al chico. Su cabello completamente blanco, con el rostro hacia el suelo, sin hacer siquiera un esfuerzo por moverse. Manchaba todo el piso de sangre y se encontraba completamente desnudo a excepción de las cadenas que lo unían a la silla.

Amon bajó su arma y entonces los demás Investigadores se acercaron, todos con la misma pregunta en la cabeza. ¿Estaba vivo?

-¡Eeeeey! ¡¿Estás vivo?! Estabas respirando agitadamente hace unos momentos, ¿cierto?- gritó Juuzou, acercándose al cuerpo del otro chico. Le tomó del cabello sin el mínimo rasgo de sutileza y lo jaló. Amon iba a regañarle por cómo le estaba tratando, pero lo que vio lo dejó en un estado de shock tan extremo que se había quedado sin palabras.

Akira tuvo que desviar la mirada, a punto de vomitar.

-¡No tiene ojos!- rió Juuzou, contemplando el rostro macabro y desfigurado de esa persona. Sangraba tanto que casi era imposible distinguirle sus facciones -¡Su lengua tampoco está, y miren, sus orejas están despedazadas! ¡Ja ja ja! ¡Qué maravilloso!

-¡Suzuya!- le riñó Amon, pero entonces Shinohara les habló seriamente, ganando su atención.

-¡Juuzou, Amon, aléjense de él! ¡Es un ghoul!

-¡Pero Shinohara-san, mire! ¡Está tan débil que ni siquiera puede mantenerse a sí mismo, si le muevo la cabeza así o así, es como si fuera una muñeca de trapo!- se divirtió Juuzou, y, efectivamente, la cabeza del ghoul se movía hacia donde el investigador más joven le jalara. Incluso cuando le soltó, ésta cayó directamente al suelo. –Es como si estuviera muerto. Pero aún respira.

-Sigue siendo peligroso. Un ghoul débil significa un ghoul hambriento- dijo el más experimentado. –Matémoslo aquí, ahora.

-Me pregunto qué habrá hecho- comentó Juuzou, para sorpresa de Shinohara.

-¿Huh?

-Es decir, debió de haber hecho algo para que le hicieran esto, ¿no?- explicó el más joven –Tal vez dijo algo que no debió o intentó traicionarlos. ¿Qué habrá hecho?

Shinohara y Amon se miraron, con la misma idea en la cabeza.

Tal vez no deberían matar al ghoul, después de todo. Quizás podrían sacarle algo de información. Shinohara hizo un movimiento de cabeza firme para Amon, indicándole que se lo llevara.

El Investigador pelinegro levantó su quinque y cortó la silla a la que el ghoul se mantenía prisionero, dejándole las cadenas puestas. Al verlo liberado, se quitó el abrigo y lo cubrió con éste, entonces lo cargó y lo llevó en sus brazos.

Estaba tan débil, tan frío, tan ligero, tan delgado y malnutrido. Algo en Amon le decía que tenía que cuidarlo. Sobretodo cuando éste comenzó a temblar en sus brazos.

El Investigador le tomó con más firmeza.