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Disclaimer. Los personajes le pertenecen a Takeuchi-sensei, esto lo hago sin fines de lucro, he dicho.

Regalo de cumpleaños para Serena. Ya se imaginan quien es su regalote.


Capitulo 1

Pov´s Serena.

Por fin todo está en paz, Luna y Artemis han jurado por sus garritas, que no habrá más enemigos. También han anunciado que muy pronto tendré que fundar Tokio de Cristal y casarme con Darién. Mi inteligente y aburrido novio. Oh, vaya lo he dicho. Pero si es el hombre perfecto, eso dicen todas mis amigas, en especial la mandona de Rei, y seguramente ese es el problema con él: es perfecto como un cuadrado. Por lo menos para mí.

En fin. Por primera vez usare el cristal de plata con motivos personales, viajo con destino a las ruinas del milenio de plata. Hoy cumplo la mayoría de edad, a mi familia les he dicho que estaré con mis amigas, a mis amigas les mentí, excusándome por primera vez de comer ese delicioso pastel de Lita, de que tenía que pasarla con mi novio, a mi novio, bueno él esta tan ensimismado con sus estudios que ni idea tiene de que día es hoy, y aunque hace mucho le di una bofetada por no saber una fecha tan importante, hoy realmente no me interesa que lo pase por alto.

Quiero estar sola.

De un impulso, mi figura pequeña es lanzada al espacio, cruzo la atmosfera de la Tierra rápidamente, mis coletas se tensan al máximo, mi rostro es bañado por un viento frio, y aunque apenas puedo abrir los ojos por la rapidez del viaje, logro distinguir mi antiguo hogar.

Sonreí nostálgica.

Tan pronto piso las ruinas, busco algo a mí alrededor, entre los escombros y columnas caídas de lo que fuera un palacio, pero supongo que era demasiado pedir…

–Serenity.

Susurra mi nombre, su imagen fantasmal: Mi madre, la antigua reina.

–Feliz cumpleaños.

Me hinco para verle mejor, parece una muñeca de porcelana.

–Gracias.

–Te ves cansada.

Seguro que me veo peor que eso, pero ella es muy educada para mencionarlo.

–Quiero mostrarte algo.

Comienza a flotar en su burbuja de luz, guiándome por las ruinas, se detiene y en el piso se abre una entrada, con escaleras que descienden.

–Acompáñame.

Quiero preguntar adónde vamos, pero supongo que lo sabré en cualquier momento. Al terminar de bajar las escaleras, nos topamos con una pared, con muchos símbolos extraños. Mi madre empieza a enunciar algún tipo de plegaria, tan bajito que no le entiendo. Por fin se abre la pared

Es una gran cámara, parece un auditorio. En el centro hay una base piramidal, con una especie de "tetera" en la cúspide, que es iluminada por una luz.

Mi madre me invita a pasar

–Tómala.

–¿Cómo?

–Es tu regalo de cumpleaños, espero que le des mejor uso que yo.

Me acerco. Y la tomo, sin el mínimo de curiosidad. Se ve tan vieja y polvosa.

–Gracias, no te hubieras molestado– trato de no escucharme sarcástica.

–Frótala– me ordena– , verás que algo "lindo" aparecerá– dice con una pizca de ¿picardía?

Comienzo a pensar que a mi madre le falta un tornillo, ¿falta de oxigeno?, como sea, este pequeño paseo me ha librado de mis preocupaciones. Hago lo que me dice, y no sucede absolutamente nada. Mi madre se acerca y examina la tetera en cuestión.

–¿Se habrá descompuesto?– me pregunta y yo no tengo idea de lo que habla–Inténtalo de nuevo.

La froto y froto, pero nada pasa.

–Esto si no me lo esperaba– confiesa mi madre.

Una risa traviesa y varonil, inunda la bóveda.

–Vaya si que no has cambiado, tan travieso como siempre– dice mi madre con un pequeño rubor.

Miro en la dirección que enfoca. Hay una sombra. La luz apenas ilumina lo que parecen unos zapatos, muy chistosos y puntiagudos.

–¿Creías que haría el show del humo y todo eso?– pregunta una voz cantarina, y remarco: varonil.

Y ese chico, porque esa melodiosa y aterciopelada voz solo puede pertenecer a uno, comienza a salir a la luz.

Pantalones cafés, un poco inflados, me recuerdan a la vez en que Mina se disfrazo de mi bella genio.

¡Ah! Pero no puedo cerrar la boca, cuando me topo con una fina y esculpida cintura, viene armado, y no me refiero a algo en especial. No, señor.

Tiene un cinturón dorado, y unas mascadas azules y blancas, o sabrá que cosas metidas en el cinturón, porque no puedo detenerme más ahí. Pues ya puedo ver sus brazos, adornados con unos brazaletes dorados a la altura del antebrazo, tan bien formados, músculos perfectos. ¡Pero no puedo pensar en esos músculos, ni ese abdomen! No de otro que no sea mi novio, bueno tampoco es como si Darién motivara mucho, con esas combinaciones que son peor que las mías, como futuros reyes de Tokio de Cristal necesitamos una urgente asesoría en moda.

Y regresando a lo importante.

Es que se tiene que ser un sinvergüenza para mostrar tanta piel, ya que una diminuta que se yo – ¿porque no esta Ami para ayudarme con esta ropa tan desconocida?, seguro me regañaría por solo saber de mis tenis y mi traje de marinerita– casi puedo ver todo su pecho, ¡y que pecho por Dios!

–Hija, estas babeando– me susurra mi madre.

Torpemente trato de absorber mi saliva. El chico ríe. Y me pone la piel chinita, porque ya puedo ver sus ojos. Unos zafiros que traspasan mis sentidos, unos mechones oscuros apenas salen de esa especie de ¡Turbante! ¡Por fin doy con una palabra! Claro me recordó al caballero de la Luna. Pero esta es la versión para morir de un paro al corazón.

Su rostro sigue oculto.

–¿Por qué tienes una bufanda en el rostro? Aquí no hace mucho calor.

Dije lo que pensé, y hasta yo pienso que sono tonto.

El rie, no como burla, parece divertido.

–Es solo un accesorio– contesta destapándose la cara.

Siento que he dejado de respirar, es tan irrealmente guapo.

¡¿Hey Darién, adonde te fuiste?!

Contrólate, que no parezca que te intimida. Pero las muy traicioneras de mis mejillas se han puesto más rojas que un tomate.

Mi madre se quedo corta con la palabra "lindo". Momento. ¿Mi madre piensa de esa manera?

–Feliz cumpleaños– dice ella nuevamente– disfrútalo.

–¿Eh?

Y desaparece dejándome a solas con él.

El chico hace una reverencia.

–Soy el genio de la lámpara– ¿no es una tetera?–, puedes llamarme Seiya, para abreviar, ama y señora.

Me guiña un ojo, y yo siento que me descoloco por completo, casi húmeda, ni Haruka en su versión varonil me provoco semejante impresión.

–¿Ama y señora?

–Soy tu fiel sirviente- aclara.

¡¿QUE?!


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Comentario.

¿Qué tal? Siempre le regalo a Serena lindas cositas. ¿No?

Llegue hasta aquí, digamos que tuve interferencias molestas. Esto será un minific, porque siempre todo se me sale de control u.u lo pienso terminar de aquí al cumple de Seiya, hare lo posible por publicar cada semana.