Disclaimer: How To Train Your Dragon es propiedad de DreamWorks Animation y/o Cressida Cowell. Esta historia ha sido hecha sin fines de lucro, solo es por diversión


~Prologo~

Con paso rápido, cerré la puerta de mis aposentos de golpe. Respiración agitada y mareada. Me había sentido así desde hace meses. ¿Cómo no estarlo? Había estado teniendo esas pesadillas desde su partida. Como consecuencia, no tenía mucho apetito, sin embargo había otras cosas que sinceramente no tenían nada que ver con eso, y yo sabía que. Tratando de calmarme respiré profundamente antes de dirigirme con paso lento hacia una mesa que había ahí. Tomé la libreta totalmente en blanco y sonreí ante el recuerdo.

Él me lo había dado antes de una terrible despedida. Jamás podré olvidar ese día, cuyos recuerdos me atormentan aun, pese a que sucedieron hace más de tres años.

Pensamientos melancólicos corrían por mi mente al solo recordar ese par de ojos verde bosque de los que me había enamorado. Tan llenos de amor, comprensión, bondad, valentía y muchas cosas más. Luego voltear la mirada para encontrarme con otro par de ojos verdes, pero estos no eran hermosos como los de él. Estos eran fríos, calculables y reflejaban tal cual era su poseedor: Un ser sin corazón ni misericordia. Un ser desquiciado y manipulador, dispuesto a sacrificar las vidas de miles de sus guerreros solo para obtener lo que quería. ¿De quiénes estoy hablando? Del Rey Hiccup Haddock y el Rey Dagur el Desquiciado por supuesto.

Dos hombres de reinos distintos, cuyas tierras habían estado en paz, pero fueron transformándose en enemigos luego de que el entonces Príncipe de Berk se hubiera negado a entrenar dragones para ellos. El Rey Oswald había fallecido y su sucesor había llegado. Dagur era el primogénito del difunto Rey y por consecuente el sería Rey a su muerte, pese a que nadie nunca supo cómo es que el hombre murió.

Yo no era más que una doncella berkiana, pero había cautivado a más de un hombre con mi aspecto. Sin duda alguna las cosas han cambiado desde ese entonces, las cuales, tú, mi querido lector, comprenderás cuando leas mi historia.

Tomé la libreta, una pluma, un frasco de tinta y me senté cómodamente antes de sumergir la fina pluma en la tinta. Aquí es donde dejaré plasmada mi historia. Siempre he sido realista, mejor dicho desde que mi desdicha empezó. Yo era alegre, con una sonrisa siempre en mi rostro redondo. Pero eso no importaba. Jamás volvería a ser la misma. Desde que caí en las manos de esas arpías, mi creencia en la magia desapareció. Y quizá, fue bueno hacerlo, pues si yo me hubiera quedado sentada y soportando los abusos esperando a que mi hada madrina me vistiera de galas para enamorar al Príncipe, es posible que no lo hubiera visto de nuevo, aunque solo fuese por un par de horas. Sí. Tal vez he pasado por mucho, con una vida de desdicha, sufrimiento y dolor. Sin embargo, todo pasa por algo ¿no? Si tu destino es un final feliz, pues así es. Si tu destino es un final de desdicha, tenemos que aceptarlo. Por desgracia eso lo entendí demasiado tarde, cuando ya había caído en sus manos. Las manos de ese repulsivo hombre de ojos verdes. Yo hubiera vivido en el paraíso con mi madrastra y hermanastras en comparación con tener que servirle a él.

Mi nombre de nacimiento es Astrid Hofferson y actualmente tengo cuatro meses de embarazo del hijo de alguien cuyos ojos son verdes. Esta es la historia de una chica sin una zapatilla de cristal, que luchó con todas sus fuerzas por volver a verlo.

Aunque fuera por un momento.


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