Disclaimer: Dragon Ball /Z/GT, películas y derivados así como sus personajes no me pertenecen. Personajes fuera de la serie o la trama que no conozcan, son míos y de mi intrusiva mente. Todo lo demás le pertenece a Akira Toriyama.

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DRAGON BALL Z: ALTERNATIVE UNIVERSE.

Resumen: Ni Goku ni Piccolo lograron vencer Raditz cuando llegó a la Tierra y como consecuencia, Gohan fue secuestrado por el malvado Saiyajin y llevado al espacio. Dieciocho años después de aquel trágico día en que Goku perdió a su hijo, los Guerreros Z están participando en una nueva edición del torneo de artes marciales que traerá consigo una nueva amenaza y grandes descubrimientos. ¿Gohan en realidad murió en el espacio? ¿Vegeta y Goku, junto a sus hijos, son realmente los únicos Saiyajins vivos en la galaxia? Pero, entonces, ¿por qué esa chica puede transformarse en Súper Saiyajin y su compañero también? ¿Y quiénes son esos sujetos tan extraños llamados Shin y Kibito? Al parecer, la Tierra jamás tiene suficiente paz, siempre un nuevo enemigo llega para poner en peligro millones de vidas, y, como siempre, Goku y el resto de los Guerreros Z están dispuestos a luchar por mantener la paz de sus familias y su planeta.


Aclaraciones:

«Pensamientos»

— Diálogos —

—Aclaraciones—

"Vinculo o conversación telepática"


Nota:El Supremo Kaio-sama (Shin) puede mantener conversaciones telepáticas con quien quiera. Es un maldito ser Supremo, después de todo, ¿no? xD

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N/A: ¡He vuelto!

No tengo buenas noticias... este será el último capitulo por tiempo indefinido, porque estoy pasando por un bloqueo importante y no puedo avanzar, llevo más de un mes y medio trabada con el capitulo once, y este es el último de "reserva" que tenía y ya que decidí subirlo, no hay más. No sé cuando la inspiración se hará presente y cómo, pero en cuanto tenga el próximo capitulo terminado, lo estaré subiendo.

Bueno, no sé siquiera si alguien sigue leyendo esto, ¿queda alguien por ahí? Espero que si, y lamento las molestias y las largas esperas, pero no es tan fácil escribir como antes. Además, conseguí un trabajo y empiezo el viernes, es de tres días incluyendo fines de semana, y son unas doce horas y media, así que menos tiempo voy a tener. Sin embargo, espero poder actualizar pronto.

Sin más, los dejo con el capitulo y espero que lo disfruten.


Capitulo 10: Gohan vs Dabura. El final del Rey de los Demonios.

Vegeta chasqueó la lengua mientras observaba los movimientos y golpes que iban y venían entre el semi-saiyajin y el Rey de los Demonios. Ambos eran rápidos, muy veloces, y seguro que golpeaban con fuerza… pero definitivamente no había precisión puesta en los ataques de ninguna de las dos partes. Sabia también que ninguno de los dos estaba usando todos sus poderes y aún les faltaba demasiado para llegar al total de sus limites y eso sumado al hecho de que tenía a un furioso Gohan y un engreído Dabura consiguiendo diversión —o algo así, porque su pelea era bastante normal, a su parecer— mientras él hacia de niñera de la chiquilla estaban poniendo al limite su paciencia.

Aunque él no tenía tal cosa conocida como paciencia en realidad.

Emitiendo un gruñido desde el fondo de su garganta, el Saiyajin abrió la boca para dirigirle algunas cuantas palabritas al mocoso —para que se diera prisa y acabara con aquella basura o de otra forma, él mismo tomaría el control y lo mataría, incluso cuando sabía que seria imposible que él se lo permitiera— pero otra voz se le adelantó y habló antes de que él pudiera hacerlo.

— Qué extraño — oyó murmurar. Se giró para ver a Kakarotto que estaba mirando hacia la pelea con el ceño fruncido —. ¿Por qué Babidi lo envió ahora? Además, claro, de querer matar a su hermana.

Al Príncipe de los Saiyajin no le pasó desapercibido el tono de desprecio en la voz del Saiyajin de tercera clase al soltar la última frase y el nombre del mago. Sin embargo, él lo ignoró y regresó su atención a la pelea mientras le respondía... innecesariamente, por supuesto, porque él no necesitaba tal cosa como una contestación a algo tan obvio como lo era ese cuestionamiento.

— ¿No es obvio? Babidi está desesperado, claramente, por eso ha enviado a su mejor hombre — rompió a decir el Saiyajin moviendo ligeramente su cabeza mientras miraba brevemente a la muchacha que sostenía en sus brazos —. Al parecer, está lo suficientemente asustado con estos dos como para enviarlo tan pronto para intentar acabar con nosotros.

— Pero él no tiene posibilidades contra Gohan — completó Shin observando la feroz batalla que se desarrollaba frente a ellos. O algo así, ya que él no era precisamente capaz de seguir todos los movimientos con gran exactitud —. Mucho menos ahora que está tan molesto por lo que él le ha hecho a Videl.

— Precisamente por eso él puede conseguir una ventaja sobre el mocoso — acotó Vegeta, mirando como si fuera un estúpido al Supremo Kaio-sama —. Está siendo controlado por la furia, y a pesar de que un Saiyajin enfurecido es algo letal, el descontrol emocional que está sufriendo es aún peor y le terminará jugando en contra.

— ¿Qué...?

Shin no pudo acabar la frase cuando una gran explosión lo interrumpió, había sido Gohan estrellándose con fuerza contra el suelo mientras creaba un gran cráter en la superficie.

— Lo que he dicho. Eso sólo va a jugarle en contra — repitió el Saiyajin moviendo negativamente la cabeza, sus ojos aún en el cráter creado por el muchacho al estrellarse con fuerza en el piso —, y mientras él no haga nada por tomar el control sobre sus emociones, el resultado de la batalla es incierto.

El puño del Rey Demonio se dirigió directamente hacia el rostro del semi-saiyajin, quien lo detuvo sujetándolo con una mano y usando la otra la cerró firmemente alrededor de su muñeca. Los ojos del demonio se abrieron con perceptible sorpresa ante la impresionante velocidad y capacidad de reacción del muchacho, que no hacia sino incrementarse de forma casi tan alarmante como el aura dorada que lo rodeaba, que además, se estaba volviendo electrizante… en el más literal sentido de la palabra.

Una sonrisa de total arrogancia se asomó en los labios del muchacho mientras comenzaba a apretar con más fuerza su agarre, de forma que se volvía doloroso para el demonio.

— ¿Eso es todo lo que tienes para mí, Dabura? — le preguntó, su voz fría y distante, pero arrogante al mismo tiempo.

— ¿Quién, o qué cosa eres tú? ¡¿Y cómo demonios sabes mi nombre?!

Una pequeña y distante risa se escapó de los labios del semi-saiyajin al oír su pregunta.

— Es algo irónico que lo preguntes de esa forma teniendo en cuenta qué eres — respondió, sus ojos llenos de falso humor mientras observaba a los de su rival. Levantó un poco la cabeza para mirarlo mejor y sonrió —. Mi nombre no es de tu incumbencia y el por qué sé el tuyo… bueno, eso se debe a Shin, por supuesto.

Un ligero parpadeo de confusión fue todo lo que pudo observar en Dabura.

— ¿Quién es Shin?

Gohan, aunque ligeramente divertido por lo irónico de la escena, quiso golpearlo por su estupidez y golpearse a él mismo por realmente haberlo considerado digno de una respuesta. Interiormente, se preguntó si el sujeto frente a él era realmente tan temible como su contacto —entiéndase por Shin— les había dicho la verdad sobre el sujeto frente a él o simplemente había exagerado —como muy bien él tenía conocimiento de que hacia normalmente en ocasiones mortales como aquella—, sin embargo, solo suspiró.

— El sujeto al que ustedes seguramente conocen como Supremo Kaio-sama, idiota — masculló entre dientes mientras ponía los ojos en blanco —. Pero bien, basta de charla, que este no es el momento ni el lugar. Estoy aquí, frente a ti, para hacerte pagar por lo que le has hecho a mi compañera hace un momento.

— ¿De qué hablas? ¿Qué compa…?

Dabura no pudo acabar la frase pues Gohan había aprovechado ese momento de distracción, y usando a su favor el control que tenia ejerciéndose sobre él, con ayuda de su increíble poder, lo levantó en el aire sobre su cabeza y lo envió a volar. Esto claro, no sin antes propinarle un disparo de ki que sólo aumentó el daño y el impacto contra el terreno rocoso en el que terminó por colisionar debido a las acciones del semi-saiyajin.

— Te has metido con la persona equivocada, Dabura.

Gohan escupió las palabras lenta y venenosamente, sus ojos solo demostraban el odio que sentía por el demonio casi desde que lo había visto, era una de esas miradas que serian capaces de congelar el mismísimo infierno. Sentía odio. El mismo odio que sientes hacia la persona que no ha hecho más que dañar lo más importante para ti, como era el caso del semi-saiyajin, pues el sujeto frente a él se había metido con la persona equivocada.

— Si hay algo que debes saber de nosotros los Saiyajin es que solo puedes esperar la muerte más lenta y dolorosa si te metes con nuestros compañeros. Y tú, tú lo has hecho. Le has hecho daño a Videl de esa manera. ¡Y yo te haré pagar muy caro por eso, maldito!

Con un feroz gruñido, Gohan se abalanzó sobre un confundido Dabura, más que dispuesto a acabar con su miserable vida por el daño causado a Kibito y a los amigos de su padre, pero principalmente por lo que le había hecho a Videl, su compañera.

De repente, una sonrisa de lado, llena de burla y arrogancia, se formó en los labios del demonio haciendo fruncir más el ceño al joven semi-saiyajin.

— Fue divertido — dijo lentamente, asegurándose de que el muchacho lo escuchara con atención y no se perdiera ni una palabra —. Solo bastaron unos pocos minutos y ella estaba fuera de combate. Si no hubieras intervenido, ahora mismo estaría muerta como esa inútil de Towa y tendríamos su energía para dársela a Majin Buu.

Gohan lo sabía, tenía muy claro que aquello no era más que una mera provocación, que él no lo había dicho con otra intención más que molestarlo, y sabía que hacerle caso o seguirle la corriente no era una buena opción, pues terminaría por jugarle en contra, pero no pudo evitarlo. Su comentario, la forma despectiva y burlona con la que habló de Videl fue suficiente para enfurecerlo, eso se pudo ver cuando sus ojos se oscurecieron un poco de su tonalidad verdosa habitual tras la transformación. Visiblemente llenos de furia y rencor. Sí al principio había sido presa del odio y la sed de venganza, ahora ese sentimiento no había hecho sino aumentar con su comentario.

Pero Dabura no podía saber que estaba jugando con fuego al meterse con un Saiyajin.

— Si juegas con fuego puedes quemarte, Dabura — le dijo lentamente, su voz baja y cortante mientras lo miraba a través de sus ojos ligeramente más oscuros —. Voy a matarte, pero te haré rogar por tu vida primero, todo lo que has hecho hoy, y lo que has hecho desde que pusiste un pie en este planeta, voy a hacértelo pagar muy caro.

Gohan observó con deleite el rostro de Dabura mientras sus facciones se contraían con evidente dolor tras haber llevado su puño directo a su estómago. Observó una vez más hacia arriba, pues el demonio era bastante más alto que él, y sonrió de nuevo demostrando lo feliz que estaba de causarle aquel dolor, aunque fuera mínimo. Procedió a volver a estrellar su puño, esta vez el derecho y el la zona media del torso, robándole cualquier halo de oxigeno que pudiera haberle quedado o haber conseguido en el transcurso de el último minuto y medio que él le había cedido, o algo así. Sin darle demasiado tiempo para recuperarse, el muchacho volvió a arremeter contra su rival, ahora combinando el uso de manos y pies en la serie de ataques que había comenzado a emplear sobre su oponente.

Dabura terminó por estrellarse contra un montículo de rocas sin forma alrededor de cuarenta metros o algo así de distancia de donde estaba el joven, flotando a una considerable altura de vértigo.

Sin esperar a que él pudiera ponerse de pie o intentar cualquier cosa, Gohan se dejó llevar por todas las fuertes emociones que lo embargaban en ese momento: ira y furia, entre otros. Dejó que sus sentimientos se hicieran plenamente cargo de lo que hacia, el odio y el rencor tenían pleno control sobre sus acciones y su modo de pensar en ese momento, y él no podía sentirse más satisfecho de lo que ya estaba mientras comenzaba a golpear violentamente a su rival. Lo mejor, o quizás lo peor, era que él lo estaba disfrutando. Estaba disfrutando el sufrimiento que él mismo le estaba causando al Rey Demonio.

Una sonrisa ladina apareció en su rostro cuando el cuerpo débil y casi tullido de Dabura volvió a estrellarse en una formación rocosa, destruyéndola por completo y dejando un cráter en su lugar, justo como esperaba que pasaba, pues no había usado demasiada fuerza en sus movimientos como para tenerlo medio muerto… todavía.

— ¿Eso es todo lo que tienes, Dabura? Se supone que como Rey del Mundo de las Tinieblas tengas algo mejor que lo que estás mostrando, porque si no es así, déjame decirte que tus poderes son patéticos y no te mereces la reputación que tienes — dijo con un tono burlón, despectivo y denigrante el joven semi-saiyajin mientras volaba sobre el cráter donde estaba el susodicho —. ¿Enserio, eso es todo? ¡Qué decepcionante!

Un gruñido bajo y molesto desde el cráter llamó su atención, haciéndolo sonreír.

— Espero por tu bien que no sea todo, Dabura, porque yo apenas estoy comenzando a divertirme en nuestra pelea.

Sin esperar nada más, el Saiyajin se echó para atacar al Rey Demonio nuevamente.

Goten frunció el ceño cuando sintió el ki del padre de Pan elevarse de forma alarmante, claramente, estaba metido en una pelea y una de las grandes y épicas, pues sus poderes seguían aumentando más y más con cada momento que pasaba. Él incluso podía sentir el ki de su rival, que si bien era menor, le estaba causando dificultades en la pelea. Intentó concentrarse en sentir el ki de su propio padre y el resto de los Guerreros Z, pero sólo logró sentir el del padre de Trunks y el suyo, además del ki del sujeto de piel violeta que había estado con sus padres y los demás en la enfermería mientras la madre de la niña se recuperaba después de ser atacada por aquellos sujetos tan raros.

— Es el ki de mi papá — murmuró Pan en voz baja.

Ella estaba volando entre los dos adolescentes, pues los había seguido después de que estos escaparan de sus madres en la sede del torneo de artes marciales, negándose a quedarse allí sin hacer nada mientras ellos iban a buscar a Grumpy, como llamaba a Bura, además ella quería ir a donde estaban sus padres y asegurarse de que estuvieran a salvo. Para desgracia de los dos adolescentes, no pudieron hacerla cambiar de opinión, así que se habían resignado a llevarla con ellos y protegerla a costa de todo, ya que no querían ser asesinados por los padres de la pequeña.

— Hace un rato el ki de su madre se elevó demasiado y después bajó rápidamente. Ahora su padre, ¿de verdad están peleando en ese lugar? — preguntó el muchacho de cabello lavanda observando de soslayo la expresión de consternación en el rostro de la niña.

— Eso parece — asintió Goten —, pero entonces eso solo significa una cosa, Trunks.

Bajo la atenta y curiosa mirada de la niña, los dos adolescentes se voltearon a ver y pusieron las expresiones más horrorizadas que ella había visto jamás.

— ¡Más problemas!

— Si Bura va para allá, en donde claramente hay una pelea, conociéndola como la conozco ella sólo va a querer participar. ¡Mis padres van a matarme! Oh Dios, estoy tan muerto, Goten — se lamentó Trunks mirando a su mejor amigo.

— No eres el único, recuerda que tu padre nos metió en esto a los dos. Así que estamos en problemas juntos… otra vez — dijo, medio lamento y medio intento de consolarlo.

No funcionó, porque cuando eran castigados juntos eso sólo significaba veinticuatro horas de duro entrenamiento con el antiguo Príncipe Saiyajin. Eso no sería tan malo si por lo menos pudieran comer en sus horas, pero Vegeta solía sumar a su castigo la penitencia de no comer, así que era aún peor para ellos de sobrellevar. Además, ¿qué clase de Saiyajines serian si pudieran pasar tantas horas sin comer y morir de inanición?

Ninguno de los dos pudo seguir su lamento cuando Pan aumentó la velocidad dejándolos atrás, y por instinto de supervivencia –más o menos-, ellos la imitaron.

— ¡Ahí está Grumpy! — señaló la niña de cabello azabache, indicando un punto blanco y azul claro más adelante, todavía bastante alejada de ellos —. ¡Hey, Grumpy!

Goten sonrió con diversión al oír como llamaba a la niña, pues el apodo le quedaba demasiado bien como para ser real, ya que la niña de cabello azul claro era idéntica al padre en lo que a personalidades se refiere, pues era igual de gruñona y malhumorada que él cada día, especialmente cuando perdía en algo o no conseguía algo que quería, como lo había sido la victoria ante Pan. Trunks, por otro lado, luchaba por reprimir su diversión ante el apodo, así como para mantener a raya su alegría de haber alcanzado a su hermana, y el enfado con ella por haberse escapado para ir con su padre.

Fue en ese momento que los tres notaron que ella ya se había dado cuenta de su presencia y estaba a punto de acelerar, sin embargo, Trunks actuó rápidamente y apareció frente a ella antes de que siquiera pudiera intentarlo. La tomó del brazo y la sujetó con fuerza.

— ¿A dónde crees que vas, Bura? — le preguntó entre dientes, sonando molesto.

— ¡Quiero ir con mi papá! — le gritó ella en respuesta, frunciendo el ceño.

En ese momento, los dos hermanos fueron alcanzador por el par de chicos de cabello negro.

— Bura, no se puede y lo sabes — dijo el muchacho de cabello lavanda, regresando la atención hacia su hermana —. Papá nos ha prohibido, a todos, ir detrás de ellos. Dijo que seria peligroso y evidentemente es así, ¿acaso no te das cuenta de la influencia maligna que hay en ese lugar? ¿Quieres ir a poner tu vida en peligro?

— ¡No me importa! Tú estás demasiado ocupado con ella — dio una mirada despectiva hacia Pan, quien solo le sacó la lengua y volteó el rostro hacia otro lado —, así que no creo que te importe demasiado lo que yo haga.

Ignorando deliberadamente los celos en su tono de voz, el muchacho tomó aire para hablar.

— ¡Por supuesto que me preocupo por ti, niña tonta! Eres mi hermana pequeña, después de todo — le gruñó, sonando ligeramente molesto porque ella creyera que de verdad podía importarle alguien más que ella, que era su propia hermana, la niña a la que él defendía a pesar de todo y de cualquier tipo de peligro, por mínimo este que fuera —. Sabes que no suelo decirlo a menudo, Bura, pero eres mi hermana y yo… te quiero, idiota, eres importante para mí y jamás, escúchame, jamás nadie reemplazará tu lugar, ¿entiendes?

La niña se sintió emocionada con las palabras del adolescente, pero como digna hija de Vegeta que era, supo mantener sus emociones a raya y no demostrar cuánto la habían complacido sus palabras en realidad.

— ¿Eso quiere decir que irás conmigo a ver la pelea?

— Por supuesto que no. Estamos regresándonos al lugar del torneo ahora mismo — respondió el muchacho negando con la cabeza repetidas veces.

Tres pares de ojos, dos azabaches y un par azules, lo miraron repentinamente sorprendidos.

— ¿Enserio?

— ¡Yo quiero ir a ver la pelea!

— Y yo quiero ir a ver a mis padres.

— También quiero ir a ver qué está pasando, Trunks — completó su mejor amigo, ahora sumamente emocionado con la idea de ver la pelea que estaba desarrollándose en el lugar que se encontraban su padre y los demás —. ¡Podría ser algo genial!

— ¿Acaso no has oído la parte de "Influencia maligna", Goten?

— Lo he oído, pero si ya estamos tan cerca, ¿por qué no echar un vistazo?

Con un encogimiento de hombros, el semi-saiyajin esperó la respuesta de su amigo, aunque ya sabía cuál seria. A fin de cuentas, el pánico a sus madres se había quedado unos cuantos kilómetros más atrás, por algún curioso motivo que no le importaba demasiado en realidad.

El orgulloso Saiyajin que respondía al nombre de Vegeta observaba con una mueca la pelea que se desarrollaba frente a él. Una pelea ardua, podría decirse, ninguno llevaba las de perder y eso, por obvias razones, no hacía sino alargar el combate. Por supuesto, eso solo dejaba como consecuencia a un molesto Príncipe Saiyajin.

Gran parte de su molesta, también, se debía al daño que el semi-saiyajin estaba recibiendo. Si bien la pelea iba bastante pareja -cuando él sabía que el muchacho podría derrotar a su oponente demasiado fácil-, quien más daño había recibido hasta el momento había sido el Saiyajin. Eso, con o sin razón, le molestaba... y mucho. Si, tal vez él si sabía la razón, pues aunque jamás fuera a admitirlo ante nadie aquel pequeño mocoso de cuatro años que había llegado a conocer en el pasado había sabido ganarse su respeto y su afecto. Él y Videl habían sido lo más parecido a un hijo que él había tenido antes de realmente tener a su propio hijo. Incluso si él solo había pasado poco tiempo con los dos.

Por supuesto, eso nadie jamás lo sabría, porque él tenía una maldita imagen que mantener.

Como digno Príncipe de la extinta raza guerrera Saiyajin que era.

Un grito ahogado lo sacó de sus pensamientos y él rápidamente enfocó sus ojos oscuros en el campo de batalla, solo para ver a un Gohan cayendo rápidamente sobre la tierra, creando un gran cráter en el proceso de impacto. Una ligera mueca apareció en sus labios, pero esta se convirtió en media sonrisa cuando vio cómo él se movía velozmente hacia el demonio para golpearlo. Lastimosamente para su paciencia y la cordura de los demás, todo era más de lo mismo, intercambios de golpes muy poco certeros por parte del semi-saiyajin.

De reojo, pudo ver a Kakarotto cerrando sus manos con fuerza, probablemente intentando contenerse para no ir a asistirlo en la batalla. También se dio cuenta de la expresión horrorizada en el rostro del pequeño sujeto que respondía al nombre de Shin y decía ser el Supremo Kaio-sama.

— Eres un pequeño idiota, porque las personas que no controlan sus emociones se vuelven ignorantes y eso sólo te llevará a la perdición — se encontró gritando Vegeta sin saber exactamente qué lo impulsó a hacerlo. Contrario a lo que él, y probablemente los dos idiotas que lo acompañaban esperaban, Gohan no se enfadó con sus palabras, tampoco se frustró y mucho menos se ofendió como él supuso que lo haría.

El muchacho simplemente se había congelado en mitad de su ataque y su mirada se oscureció un poco, indicando que su atención ya no estaba puesta en la pelea.

Tras esquivar el puñetazo lanzado hacia él por su enemigo, el semi-saiyajin elevó un poco más su ki para aumentar su velocidad, pues había notado que después de tanto tiempo de pelea, su rival ya había encontrado varios puntos por donde atacarlo y realmente hacerle daño. Eso se debía, por supuesto, a que él no era dueño de sus emociones en esos momentos, algo que nunca podía ser bueno, ni para él ni para ningún Saiyajin.

Él tuvo que aprenderlo a las malas, pero todavía estaba demasiado furioso con Dabura como para poder mantener realmente a raya sus emociones.

Esquivó otro golpe y lanzó una patada que se estrelló en el costado derecho del demonio, más o menos, porque él había bloqueado su ataque usando su brazo como protección. Luego había tomado su pierna y lo había arrojado hacia el cielo, para después enviar una esfera de ki hacia él, que esquivó con bastante facilidad. Esa distracción le costó, pues cuando buscó al demonio esté no estaba por ninguna parte y cuando se dio cuenta de donde estaba y se volteó para bloquear o esquivar el ataque que este iba a enviarle, ya era demasiado tarde y tenía el puño de Dabura estrellándose con fuerza en su estómago y enviándolo a volar hacia el suelo a una gran velocidad.

— Maldito — gruñó entre dientes el semi-saiyajin mientras saltaba fuera del cráter que se había creado tras el impacto de su cuerpo contra el piso.

Sin demorar mucho en recuperarse del impacto o el daño recibido, el semi-saiyajin levantó vuelo y se dirigió a toda velocidad hacia el demonio para atacarlo. Ellos intercambiaron golpes duros, firmes y que difícilmente podían esquivar y con suerte lograban bloquear. Sin embargo, y pese al daño recibido y que continuaba recibiendo, Gohan estaba más que decidido a matarlo, después de todo, acabar con su vida era lo mínimo que podía hacerle después de que él se había con su compañera, los amigos de Vegeta y su padre, además de los posibles humanos que habían muerto en sus manos, algo que después de presenciar como asesinaba a su hermana a sangre fría, no dudaba.

Se preparó para darle un certero golpe, con el cual pretendía distraerlo para preparar un ataque que lo acabaría cuando escuchó algo que un orgulloso Saiyajin le había gritado. Conocía esas palabras, recordaba aquella frase, y él sería capaz de reconocerla donde quiera que fuera. Pero, en aquel momento, cuando la frase se repitió en su cabeza no escuchó la voz de Vegeta. Él pudo oír una voz que le era familiar, una voz llena de burla, pero segura y protectora.

Su mente se perdió en ese momento, su ataque quedando totalmente olvidado.

~Flashback~

Un Gohan de aproximadamente doce años, con el cabello corto y alborotado, sus ojos oscuros paseándose alrededor mientras buscaba algo, o mejor dicho, a alguien. De repente pudo sentirlo. Un niño tres años mayor que él con un cabello oscuro, alborotado y revuelto disparado en varias direcciones lo miraba a través de sus ojos ónix. Su mirada era burlona, y eso llenó de furia y desesperación al semi-saiyajin, quien le devolvió la mirada tan fríamente que hubiese intimidado a casi cualquier persona.

Lamentablemente para él, esa mirada no parecía tener efecto en el otro chico.

— ¿Qué sucede, Gohan? ¿Acaso eso es todo lo que tienes? No creo que puedas proteger a Videl con esas habilidades, ¿no estás de acuerdo? — musitó el chico sonriendo con burla, sus ojos brillando con malicia.

Gohan sólo atinó a cerrar sus manos en puños, claramente más que molesto y frustrado por el comentario, antes de abalanzarse hacia su rival. Sus movimientos, cada uno de sus golpes, eran inestables y sin coordinación. La furia lo controlaba, y eso no era bueno para su rendimiento.

El niño mayor lo empujó ligeramente usando su ki haciendo que el semi-saiyajin cayera hacia atrás.

— Ya, ya. Tranquilo, Gohan, que no es para tanto. Recuerdas que somos amigos, ¿cierto? — dijo el chico mientras se dejaba caer en una posición sentada sobre el césped.

Dando un rápido salto, el semi-saiyajin se levantó del suelo y se sentó junto a él.

— Eres mi rival, Jem — se quejó mirando fijamente hacia el cielo —, y sé que soy más fuerte que tú. No es justo que sigas ganándome. Tú simplemente me sacas de mis casillas.

El semi-saiyajin hizo una mueca, que fue más bien parecida a un puchero que en vez de hacerlo ver enfadado lo hacia ver descaradamente adorable, justo como se vería un tierno animalito.

— Tú sabes eso, y yo también — dijo Jem sonriendo lentamente —. Pero tu verdadero problema aquí es que siempre quieres, como bien has dicho tú mismo, rivalizar conmigo. Yo no soy tu enemigo, Gohan, soy tu amigo. Un aliado, ¿comprendes? — suspirando sonoramente, lo miró y continuó —, por otro lado, no estudias al enemigo, no lo analizas u observas sus movimientos, no dejas de guiarte por tu lado salvaje y eso sólo te lleva a actuar con un animal. Un ser no pensante. Y todo resulta en lo que ya hemos visto.

Un ceño fruncido por parte del menor fue lo único que consiguió.

— ¡Eso no es verdad! Si lo hago. ¡Si analizo al enemigo! — expresó con un tono exasperado —. Lo que sucede es que tú siempre me quieres ganar. Quieres robarme mi puesto de guerrero y también a Videl. ¡Eres un idiota, Jem! ¡Un gran idiota!

El semi-saiyajin sintió sus ojos cristalizarse, aunque no podía asegurar si era de ira, tristeza o frustración. Fuera lo que fuera, él no dejaría que sus lágrimas salieran. Él era un guerrero, después de todo. ¡Él más fuerte, además! Él había sido entrenado desde pequeño para ser fuerte, para mantenerse indiferente ante el enemigo y sobre todo, para proteger su orgullo.

— Tal vez — dijo el mayor tentativamente, una sonrisa ligera en sus labios —. Tú si te mereces a Videl, Gohan. Mucho más que yo, mucho más que nadie en este universo. Además, no hay mucho que pueda hacer. Ella fue tu compañera desde el primer momento en que se conocieron, entiendo eso, pero no quiere decir que deje de ser divertido fastidiarte. Deberías conocer mejor que eso nuestras costumbres, Gohan.

— Nunca meterse con la compañera de un Saiyajin — murmuró el más joven frunciendo el ceño.

— Oh, vamos, Gohan. No estés tan molesto. Eres más fuerte que yo, solo necesitas más experiencias. No has realmente tenido una pelea de verdad en mucho tiempo y a pesar de que eres fuerte, te falta experiencia. Pero eso no significa que no eres un guerrero — agregó Jem sonriéndole.

— ¿Puedo confiar en que dices la verdad? — preguntó Gohan con recelo en su mirada.

— ¡Pero por supuesto! — sonriendo, Jem revolvió el cabello del niño frente a él, que parecía mucho menor que él de lo en que en realidad era. Ellos solo tenían una diferencia de dos años y medio, más o menos, pero Jem tenía los genes de su padre que le habían dado una altura de un adolescente de quince o incluso dieciséis años —. Tú único problema es que no puedes manejar muy bien emociones muy fuertes como la furia o la ira, a consecuencia de ello es que no tienes el control sobre tus poderes, pero si logras dominarlas, podrás desbloquear tu máximo poder y no habrá un límite que no puedas superar sin perderte en el camino.

— ¿Cómo puedes saberlo?

Jem sonrió ante el tono cauteloso en su voz.

— Estoy absolutamente seguro — respondió de manera solemne —. Tú poder es muy grande, pero ya sabes lo que dicen.

Sonriendo lentamente, los dos se miraron y dijeron al mismo tiempo:

— Con un gran poder llega una gran responsabilidad.

Se sonrieron al acabar la frase.

— Así que ya sabes, debes aprender a controlarlo, pequeño idiota, porque las personas que no controlan sus emociones se vuelven ignorantes y eso sólo te llevará a la perdición. Por eso, Gohan, debes prometer que aprenderás a controlarte, que no dejarás que tus emociones se hagan cargo de tus acciones durante cualquier batalla.

— Lo prometo, Jem.

Con una sonrisa como respuesta, Jem simplemente revolvió nuevamente su cabello.

~Fin flashback~

Un puño estrellándose en el rostro del semi-saiyajin lo sacó de su ensoñación momentánea y lo trajo de nuevo al presente, lejos de aquel dulce-amargo recuerdo de su infancia. El golpe, claro está, fue entregado por cortesía del Rey demonio.

Este, por cierto, ahora sonreía como psicópata. Ciertamente, él lo era, pero dejando eso a un lado, él había logrado hacerlo enfadar. Pero, también, debido al recuerdo que lo había inundado había conseguido el control sobre sus emociones. Ahora estas no lo controlaban ni a él ni a su accionar, aunque él no tenía total control sobre ellas tampoco. Pero eso le servía, con eso sería suficiente para poder matar al maldito demonio frente a él.

Sonrió con frialdad mientras limpiaba un rastro de sangre que bajaba por su mejilla desde su ceja izquierda. Miró la sangre en su mano y su sonrisa aumentó, pero ahora no solo había frialdad, sino también determinación y la pizca justa de maldad en ella. No maldad en su pura extensión, sino malicia contra el sujeto frente a él que pretendía ganarle.

No lo haría.

Él no perdería.

Jamás iba a dejarse vencer.

Por Videl y Pan, también por Trey, por su familia recién recuperada -más o menos-, y por todas las personas que habían sufrido a manos de Babidi y este demonio. Incluso por Towa, su propia hermana. Pero, principalmente, por Jem. Por la memoria de su mejor amigo y su único digno rival hasta el momento, aparte, claro, de su compañera y su maestro.

Jamás en su larga existencia, Babidi se había sentido tan desesperado y frenético como en aquel momento mientras observaba, a través de su bola de cristal, la pelea que estaba desarrollándose entre su mejor ayudante y aquel chiquillo humano que poseía unos asombrosos poderes, ya que había sido, no solo capaz de mantenerse luchando con Dabura, sino que ahora había logrado tomar el control a su antojo de la pelea.

Eso no podía estarle pasando a él, no cuando Majin Buu estaba tan cerca de despertar.

Se giró para ver el huevecillo que mantenía dormido a la criatura con gran poder que su padre había creado con tanto esmero mucho tiempo atrás, incluso antes de que él mismo naciera. Luego miró el aparato debajo de él, una especie de reloj-marcador que indicaba la cantidad de energía recolectada y puesta en el huevecillo. Antes de que aquellos granujas se metieran a su nave, había estado alrededor de la mitad, pero desde que las peleas habían comenzado la energía seguía llegando y yendo directamente para Majin Buu. Las últimas dos peleas, la de Towa contra la otra granuja, y la del granuja ahora con Dabura eran las que habían dejado la mayor energía, llegando al punto de que solo faltaba muy poco.

Babidi sonrió al pensar en ello y su sonrisa no hizo sino aumentar cuando se giró hacia la pelea de nuevo y vio como Dabura hacia aparecer uno de sus juguetes: una espada.

«Ahora ese granuja no tendrá oportunidad, pues Dabura es un gran espadachín» pensó sonriendo con malicia, sus ojos llenos de satisfacción mientras observaba a Dabura blandiendo su espada. «Todo el daño que él reciba, vendrá directamente para el huevecillo de Majin Buu» soltando una carcajada, continuó mirando la pelea.

Su sonrisa se congeló cuando vio la espada de Dabura en manos del chiquillo humano.

Gohan ladeó su cabeza un poco, solo lo suficiente para esquivar la espada de Dabura.

El demonio había sacado su espada –por decirlo de alguna manera- unos cuantos segundos atrás y ahora la blandía hacia y sobre él, intentando atinar con la filosa hoja de la misma. Probablemente, él pensaba que era bueno con ella, pero no lo era. Gohan sabía que había falta de técnica en cada movimiento que hacia con la espada, y que probablemente esta le pesara más de lo que realmente podía controlar, porque sus movimientos eran ligeramente descoordinados y torpes.

Poca experiencia, asumió el Saiyajin mientras volvía a esquivar los movimientos del arma.

— ¿Eso es todo lo que tienes? — le preguntó el muchacho, sonriendo con parsimonia.

— ¿Estás burlándote de mí, niño? — gruñó el demonio enfadado, movió su espada en un vano intento de atizar en él, pero como cada movimiento anterior, falló al ser esquivado.

— Para nada, era solo una pregunta — respondió el semi-saiyajin con ironía mientras le sonreía con burla. Miró fijamente la espada, sintiendo curiosidad por ella —. ¿Me la prestas? Se ve que tiene un buen filo, me gustaría probarla, si no te importa.

— ¡Ja! Esta espada no la puede usar cualquiera, se necesita de practica — se jactó Dabura sonriendo con burla hacia el Saiyajin, quien simplemente lo observaba de forma monótona, demostrando que sus palabras no tenían ningún efecto sobre él.

Entonces, una sombra de sonrisa atravesó las facciones del Saiyajin, que cruzó los brazos.

— ¿Estás diciéndome qué puedo y no puedo hacer? — preguntó, luego sonrió más y lo observó rápidamente —. Para empezar, no debes sostener la espada de esa forma, idiota, no conseguirás jamás atizar a tu enemigo si la sujetas así.

Observó con diversión como la quijada del demonio se abría con sorpresa, así como sus ojos y su expresión demostraban lo impactado que se sentía ante tal pregunta y afirmación. Sonrió al percatarse de eso, le seria tan fácil acabarlo, seria tan simple como formar una esfera de ki, lanzarla y hacerlo desaparecer de la faz del universo. Pero él quería divertirse con su rival, quería tomarse su tiempo en matarlo, quería tener tiempo para devolverle el favor por todo el daño que había estado causando desde su llegada a la Tierra. Pero principalmente quería hacerle pagar con su sangre y dolor el acto de traición a uno de los suyos, a su hermana, y especialmente el daño que le había causado a su compañera.

Por eso, él iba a tomarse un tiempo para matarlo, porque quería disfrutar el momento en que él se pusiera a rogar por su miserable vida. Pero, antes de eso, él iba a divertirse un poco manejando a su antojo las emociones de su rival.

— ¡Deja de decir estupideces y pelea! — le gritó Dabura con molestia, lanzándose hacia él para atacarlo, blandiendo su espada torpemente, según creía el Saiyajin. Él lo esquivó con suma facilidad, y así siguió por el próximo par de minutos, hasta que se aburrió.

— Me he aburrido — comentó el muchacho con cansancio, dejando caer sus brazos a los costados de su cuerpo con toda tranquilidad. Miró hacia el demonio sonriendo lentamente y vio como éste se molestaba cada vez más —. Esto es aburrido.

Ante las palabras repetitivas e insultantes, el demonio actuó por instinto y movido por sus emociones, la ira y la molestia lo controlaban, así que volvió a lanzarse para atacarlo con la espada. En esta ocasión, Gohan no lo esquivó, sino que levantó su mano izquierda para detener la espada a mitad de su trayectoria mientras aumentaba ligeramente su ki. Sonrió cuando el arma estuvo en su mano, apretó ligeramente su agarre y tiró hacia él.

Dabura estaba sorprendido, así que no alcanzó a sujetar el arma con suficiente fuerza como para evitar que fuera arrastrada a las manos del Saiyajin, que ahora la sostenía entre sus manos y la miraba exhaustivamente, examinándola y detallando cada centímetro de la misma, como buscando algún desperfecto o algo que estuviera mal con ella. Encontró varias cosas que, para empezar, estaban mal en esa espada. Muchas de las cuales cualquier persona con algo de sentido común podría notar. Sin embargo, el muchacho decidió probarla por su cuenta, no en alguien, simplemente la movió un poco e hizo varias veces como si fuera a golpear a alguien, pero deteniendo el ataque a mitad del camino.

Una especie de risa o bufido escapó de sus labios mientras continuaba mirando la espada.

Shin observó maravillado el momento exacto en que Gohan se hizo con el control de la espada, sintiendo como todo su cuerpo era llenado de alivio, pues ahora que el semi-saiyajin tenia el arma de Dabura, a este le seria imposible derrotarlo.

Por supuesto, con o sin espada, él no tenía posibilidad, Gohan ya había demostrado eso.

— Ahora sí que Dabura está en problemas — no pudo evitar murmurar, llamando la atención de los dos Saiyajin que estaban de pie a su lado —. Gohan es un gran espadachín, su manejo sobre las espadas ha sido excelente, pero después de entrenar con la Espada Z se volvió aún más cerca de perfecto. No conozco a nadie que maneje las espadas como él.

Una mueca sarcástica fue todo lo que obtuvo de Vegeta, pero Goku sintió curiosidad.

— ¿Qué dices, Shin? ¿Qué es eso de la Espada Z y de que Gohan es un gran espadachín?

— ¡Es como lo digo, señor Goku! Gohan siempre ha demostrado grandes habilidades en el campo de batalla, desde que lo conozco, él ha sido muy poderoso — respondió con renovado entusiasmo —, pero cuando nos conocimos, él fue capaz de sacar la Espada Z, la cual se encontraba sellada en el Planeta Supremo, y la cual solo podía ser utilizada por un guerrero con poderes sin igual. Esta espada, además, haría a quien la usara la persona más fuerte del universo.

— No veo cómo eso tiene que ver con el mocoso — gruñó Vegeta con impaciencia.

— Él fue quien, después de más de diez generaciones, fue capaz de sacar dicha espada de su lugar de descanso. En aquel momento, Kibito y yo nos sorprendimos demasiado, pues a pesar de que yo tenía mis sospechas, no creía que realmente seria capaz de manejarla tan bien — explicó Shin, sonriendo lentamente ante aquel recuerdo —. Sin embargo, Gohan no sólo fue capaz de obtener la espada, sino que obtuvo un gran entrenamiento gracias a esta.

— ¿Qué quieres decir con eso? — preguntó Goku con el ceño fruncido.

— Esa espada pesaba toneladas. Kibito y yo no solo no pudimos sacarla de la roca en la que estaba, sino que tampoco pudimos sostenerla por más que unos pocos segundos. Pero Gohan, además de sacarla, pudo sostenerla y moverla a su antojo desde el primer momento. A pesar de que esta pesaba mucho para él, logró hacerse con el control y fue un gran entrenamiento, sus poderes no cambiaron mucho, pero su velocidad y reflejos aumentaron de una forma increíble — respondió a la pregunta del Saiyajin.

— Entiendo eso — dijo el Saiyajin de dogui naranja, arqueando ligeramente las cejas —. Pero, ¿dónde está esa espada de la que tanto hablas? ¿Y por qué Gohan la necesitaría?

— No conocí a Gohan en buenas circunstancias, señor Goku, fue cuando un poderoso enemigo atacó el planeta en el que él y Videl vivían. Fui a dicho planeta junto a Kibito para enfrentar a este enemigo, pero no tuve oportunidad, él era demasiado poderoso y fuimos derrotados — explicó con el ceño fruncido —. Gohan y Videl nos salvaron la vida en aquel momento, ellos pelearon valientemente, pero no fueron capaces de derrotarlos. Fue en ese momento, cuando vi los increíbles poderes que los dos tenían, que supe que uno de ellos podría sacar la Espada Z, razón por la cual los llevé a ambos a mi planeta.

— ¿Poderoso enemigo? ¿De quién hablas?

El Supremo Kaio-sama sacudió su cabeza.

— Lo siento, señor Goku, pero no puedo responder a eso. Hay mucho que ustedes no saben — dijo, recordando el hecho de que era la primera vez que Gohan estaba en la Tierra en casi diecinueve años y que veía a su familia, había mucho que ellos no sabían. Pero estaba seguro de que no querría que él les contara por todo lo que habían pasado, pues era su asunto y no el de él —. Gohan va a molestarse conmigo si ando platicando su pasado a cualquier persona.

— ¡No somos cualquier persona! Soy su…

— Sé quién es, señor Goku — dijo, interrumpiendo su frase —. Pero estoy seguro de que Gohan me mataría si le cuento algo que le corresponde a él. Entiéndame, ya he dicho más de lo que debería. Y como ambos habrán visto, hoy no soy exactamente la persona favorita de Gohan… o Videl. No quisiera que ellos se molestaran más conmigo de lo que ya lo están.

«Para ser un Dios de Dioses, él se comporta como un cobarde cuando se trata de los dos chiquillos» pensó Vegeta ligeramente molesto, no por este hecho, sino porque a causa de esto él no quisiera contarles más sobre el pasado de los dos semi-saiyajin, y él tenia extrema curiosidad por todo lo que habían vivido para llegar a donde estaban ahora.

Pero especialmente por saber cómo habían sobrevivido a Freezer y sus hombres.

— Pero, dejando todo eso a un lado — Shin dijo, enviando una mirada corta y rápida hacia el orgulloso Saiyajin, como indicación de que lo había oído —, ahora que Gohan ha conseguido arrebatarle la espada a Dabura, él no tiene oportunidad.

Un bufido que salió como risa por parte de Vegeta llamó su atención.

— No me importa lo que digas, dudo mucho que use esa basura para matar a su rival. Él es un Saiyajin, y nosotros no hacemos uso de armas inútiles para matar a nuestros enemigos, nuestras manos y nuestro ki es suficiente para matar a quien sea.

Goku, aunque no apoyaba por completo todo lo dicho por Vegeta, ciertamente le daba la razón en que ellos, como guerreros, no solían usar armas y que era algo que evitaban mucho. Por cómo había visto actuar a Gohan, él podía asumir que así mismo lo haría él, pues no se veía del tipo de persona que usaría algo como una espada para pelear.

— ¡¿Qué demonios está haciendo ese chiquillo?! — gruñó Vegeta, llamando la atención de sus acompañantes, quienes lo miraron a él confundidos —. ¡No me miren a mi, par de idiotas! Observen lo que el chiquillo hace, estúpidos.

Ante aquella sugerencia, que sonaba como demanda, los dos hicieron caso y se giraron para ver hacia donde se encontraban el Saiyajin y el demonio, solo para encontrarse que los dos estaban levitando en el aire, casi en la misma posición que momentos atrás, pero lo más destacable era que ellos parecían estar discutiendo por algo. No, ellos no parecían estar discutiendo, ellos estaban discutiendo y eso probablemente se debía a la espada que Gohan aún tenía en sus manos, pero que sostenía casi con desprecio.

Shin se detuvo para intentar oír por qué estaban discutiendo, aunque se daba una idea.

— ¡Gran imbécil! ¿Cómo te atreves a decirle eso al Rey del Mundo de las Tinieblas, el Gran Dabura? ¡Voy a matarte, granuja arrogante!

— ¿Que tú vas a matarme? ¿De verdad? Oh, por favor, no me hagas reír — se burló el Saiyajin mirando con arrogancia hacia el demonio —. ¿Planeas hacerlo con esta basura que tú llamas espada? Adelante, te la devuelvo, porque no es más que basura. He visto ranas más peligrosas que esta espada.

Shin tuvo un encuentro con el piso al oír la ridícula discusión, pero se asombró al ver que Gohan realmente le lanzaba la espada a Dabura.

«¿Qué rayos haces, Gohan?» se preguntó Shin mientras veía a Dabura sostener la espada al mismo tiempo que la sonrisa regresaba a su rostro.

Observando la sonrisa en el rostro de Dabura, Gohan sonrió también.

— Has cometido tu último error, niño, porque hoy morirás — comenzó a decir Dabura, levantando sus ojos oscuros hacia él y sonriendo malévolamente —. Hoy voy a acabarte y darle toda tu energía a Majin Buu.

— Sigue soñando — respondió en voz baja el semi-saiyajin, su sonrisa aumentando lentamente —. Porque hoy es el día de tu muerte.

Las cosas sucedieron exactamente como Gohan esperaba que pasaran. Su comentario no hizo sino enfurecer a Dabura, y a consecuencia de esto, el demonio se dejó controlar por la ira y el rencor, como había hecho él al principio de su batalla, pero con la diferencia de que él se había controlado ahora y sabía lo que hacia. A juzgar por los movimientos torpes y descoordinados de su oponente, él solo estaba siendo movido por sus emociones.

Sonrió una vez más cuando la espada iba nuevamente dirigida hacia él.

— Vamos a dejarnos de tonterías — murmuró, ganando la atención de su rival. Sonriendo, sujetó una vez más la hoja de la espada y miró al demonio —. Esto de la espadita de juguete fue divertido al principio, Dabura, pero es hora de ir acabando con los juegos y ponernos a pelear enserio, ¿no crees?

Dicho eso, movió ligeramente su mano y la hoja de la espada se partió ante la mirada incrédula de todo el mundo. Imaginaba que, desde donde estuviera, Babidi estaba sufriendo algún tipo de ataque o algo por el estilo, pues había descubierto que Dabura era su mejor hombre, y no sólo eso, sino su favorito. Pero ahora, él se estaba divirtiendo a su costa, y lo que era más, estaba a punto de matarlo sin que este pudiera robarle su energía para Majin Buu. Imaginaba que el mago estaría molesto, lo que ciertamente a él le iba perfecto.

Pero lo que Gohan más disfrutó, fue la expresión de total impacto en el rostro de Dabura.

Ahora sí, pelearía enserio y le haría pagar por todos sus malvados actos.

Sonriendo, el Saiyajin se apresuró a conectar su puño en su estómago antes de que el demonio pudiera reaccionar. Vio como el aire escapaba de sus pulmones y sintió como la adrenalina comenzaba a recorrer sus venas, se emocionó. También pudo apreciar la mirada perdida en el rostro de su oponente, pero no le dedicó mucha atención, ya que seguido a aquel primer puñetazo, volvió a atacarlo, esta vez usando diferentes tipos de golpes. Su rival estaba tan desconcertado por lo de la espada y ese primer golpe todavía, que no había sido capaz de reaccionar a tiempo… y él no le había dado el tiempo suficiente.

Sus golpes ahora eran precisos, certeros, en lugares en que él tenía conocimiento que le causarían daño. Daño real y puro. Vio sus facciones contraerse con dolor y no pudo evitar sonreír complacido con ello, lo golpeó con fuerza suficiente para hacerlo estrellarse en una formación rocosa y luego caer de lleno sobre el terreno arcilloso, no sin antes lanzar una buena cantidad de energía impactó de lleno en su cuerpo.

Lo observó mientras se ponía de pie, ahora con dificultad y apareció frente a él, lo tomó firmemente del cuello y lo levantó varios pies sobre el suelo, le sonrió con malicia y luego simplemente se giró sobre si mismo para después estampar el rostro del demonio contra el suelo, haciendo que se hundiera en él debido a la fuerza ejercida. Mientras él literalmente limpiaba el piso con su cara, vio el rastro de líquido oscuro que iba dejando detrás de él.

Sonrió aún más al reconocerlo como sangre y lo levantó para observarlo.

— ¿Por qué no me matas de una buena vez, despreciable humano? — escupió Dabura, las palabras brotaban torpemente de sus labios mientras lo miraba con odio —. ¿Lo estás disfrutando, verdad? ¿O acaso es por tu amiguita? ¿Es por cómo la dejé?

Gohan sintió como la furia y el odio querían tomar el control de sus emociones y sus acciones tras oír sus palabras, pero no lo permitió, mantuvo una expresión indiferente por fuera, pero por dentro estaba rabioso y quería matarlo de una vez. Pero una pequeña parte de su mente, la más oscura y malvada, le dijo que todavía no era el momento, que todavía debía hacerlo sufrir por todo el daño que había causado.

Le dio la razón, porque era lo que quería, y lo que él haría.

Volvió a arrastrar la cara del demonio por el suelo, volviendo más fuerte su agarre en el cuello y asegurándose de que él no pudiera usar nada su favor. Pero se dio cuenta de que ya no le quedaban demasiadas energías, él moriría muy pronto, si él no lo mataba, moriría solo. Por supuesto, él lo mataría, a su debido tiempo, claro está.

Decidió que era el mejor momento para burlarse de él.

— ¿Este es el Gran Rey de las Tinieblas que se burlaba de mi hace un rato? — le preguntó de forma desdeñosa, sonrió complacido al ver la furia en los ojos oscuros del demonio —. ¡Ja! No eres más que un simple y patético idiota que se ha resignado a morir. Pero no, todavía no es el momento, por más que ruegues que te mate no lo haré. No aún.

Dejó que su voz, sus palabras y su mirada expresaran el odio que le tenía.

Lo lanzó contra unas rocas puntiagudas unos metros más adelante y se cruzó de brazos esperando que él se pusiera de pie o intentara algo. Sintió puro placer al ver que este a penas logró ponerse de pie y avanzar algunos pasos hacia él.

— ¿Sabes? De hecho, eso es lo que quiero que hagas. Ruega, ruega por tu miserable vida, inútil. No eres más que un pedazo de basura — se rió mientras se movía hacia él y clavaba su pie contra el estómago de su rival, siempre sonriéndole con arrogancia o burlándose de él —. Vamos, ¡ruega! ¡Ruega por tu insignificante vida!

Sin darle tiempo para decir nada, clavó su rodilla en el estómago del demonio, para luego conectar su puño derecho en su rostro y en su pecho, hasta cansarse de ello.

— Querrás la muerte, la desearás tanto, pero no te la daré. Te haré sufrir como nunca lo has hecho — murmuró, su voz más fría de lo que jamás había sido, haciendo que su oponente se estremeciera. Sonrió con crueldad ante esto, sujeto los hombros de su vestimenta destruida y usando su increíble fuerza lo envió a volar varios metros sobre su cabeza.

Él iba a enseñarle una muy valiosa lección: Nadie podía meterse con su compañera y salir victorioso, mucho menos frente a sus ojos, a menos claro que quisiera morir en sus manos.

Dos de los tres observadores de la pelea miraban con horror la escena frente a ellos.

Shin y Goku no podían creer lo que estaban viendo, sentían horror mientras observaban a Gohan hacia sufrir a Dabura. Lo peor de todo eso era que él parecía estar disfrutándolo. Bueno, él no solo "parecía", él de hecho lo estaba disfrutando. Parecía una especie de asesino psicópata con ansias de ver sufrir a su victima.

— N-No puedo creer que Gohan esté haciendo esto — habló Goku entrecortadamente, mostrando el horror que sentía ante semejante espectáculo. Él simplemente no lo entendía, no tenia lugar en su mente cómo aquel dulce y tímido niño que había sido su hijo mayor en el pasado, aquel mismo niño que soñaba con ser un gran investigador, el mismo que ni siquiera se atrevía a hacerle daño a una pequeña flor, estaba ahí golpeando sin piedad a alguien, incluso si esa persona era un demonio tan malvado como Dabura.

Shin se sentía más o menos igual, pues si bien él había conocido a Gohan en el pasado, durante su peor época –pues la adolescencia no había sido algo fácil para el muchacho- jamás lo había visto de esa forma. Sabía y creía que Gohan era todo un guerrero, y que podía llegar a tener la sangre más fría que un glaciar si la situación lo ameritaba, pero jamás había visto que él actuara de esa forma. Claro que él tampoco había visto al muchacho después de que alguien se metiera con Videl, pero había oído que no era algo que nadie quisiera ver, y ciertamente él jamás había sido tan valiente para tentarlo hasta ese punto.

Por supuesto, para toda regla hay una excepción, en este caso era Vegeta, que si bien estaba un poco impresionado, se veía muy complacido con la forma de actuar del semi-saiyajin y no estaba en el aire, pues sabía cuál era su razón para reaccionar de esa forma. De estar en su lugar, él haría exactamente lo mismo… o quizás algo peor. Él mismo no sólo sentía placer al ver como el joven disfrutaba de la tortura que le provocaba al demonio, sino que además se sentía complacido con sus acciones, unas dignas de un guerrero Saiyajin.

— ¡Hasta que por fin se ha decidido a acabarlo! Espero que no tarde demasiado jugando, porque sino yo mismo me encargaré de esa insignificante basura — exclamó el Saiyajin llamando la atención de los otros dos, quienes lo miraban impresionados.

— ¿Pero qué cosas dices, Vegeta? ¡Así no es como es Gohan!

Sonriendo desdeñosamente hacia su rival, el orgulloso Saiyajin lo miró arrogante.

— Entonces no conoces para nada al chiquillo, Kakarotto — refutó, antes de agregar —. Él es exactamente como lo estás viendo, y puede ser peor. Tú no quieres ver su lado realmente malo, él es implacable, especialmente cuando se meten con su compañera. Reacciona como cualquier Saiyajin de verdad lo haría.

— ¡Eso no es verdad, esa no es su verdadera forma de ser!

— Kakarotto, supéralo, este Gohan jamás será como el niño llorón que recuerdas. Esa faceta de él dejó de existir en el momento en que se golpeó la cabeza mientras viajaba con Raditz, y por más que recupere o haya recuperado su memoria, ha sido más tiempo el que ha estado viviendo como un verdadero Saiyajin que como un terrícola. Él no será jamás como tú, él si es digno de ser llamado guerrero Saiyajin.

Goku no sabia si sentirse impresionado u horrorizado por lo que Vegeta había dicho, porque había halagado a alguien y había aceptado que había alguien mejor que él, aunque no lo hubiera dicho con esas palabras exactas. Por otro lado, se sentía horrorizado porque, muy en el fondo, sabia que tenía razón. Sabia que su hijo, su alguna vez tímido hijo, no volvería a ser jamás de nuevo ese niño dulce que había sido antes de que Raditz llegara a la Tierra, y sintió impotencia por eso, porque era su culpa, porque él no lo había protegido.

Sin embargo, algo en las palabras de su rival llamó su atención.

— ¿Dices que Gohan se golpeó la cabeza cuando era pequeño?

Poniendo los ojos en blanco, Vegeta asintió.

— Pero no esperes que por eso él vaya a cambiar, ha vivido toda su vida de esta forma, como un verdadero guerrero. Es como es ahora — agregó al ver el brillo de esperanzas en sus ojos —. Él jamás, Kakarotto, jamás volverá a ser como lo recuerdas.

Sintió su corazón hundirse al comprender que él tenía razón.

— Qué despreciable — la voz de Gohan llegó a ellos fuerte y clara —. Ya ni siquiera te puedes poner de pie. Eres un desperdicio de mi valioso tiempo. ¡Hey, Vegeta!

Ante aquel llamado, tres pares de ojos negros se giraron hacia él, quien gruñó en voz baja.

— ¿No querías acabar con esta basura? Ahora tienes la oportunidad — dijo el semi-saiyajin con una sonrisa burlona. Vegeta, quien aún sostenía a Videl en sus brazos, sintió una venita hinchándose en su frente al oírlo, lo miró furioso.

— ¡¿Qué es lo que estás diciendo, mocoso?! Yo no me haré cargo de tus desperdicios — le gritó completamente molesto, ganándose una risa de parte del aludido —. Ya acábalo de una buena vez, ¡no tengo todo el maldito día!

El Saiyajin de raza pura observó con ligero interés el momento exacto en que el semi-saiyajin se giraba hacia su oponente, notó el tono despreciativo en su mirada y la sonrisa llena de malicia en su rostro. También vio como lo sujetaba por el cuello, alzándolo para poder verlo directamente a los ojos.

— En el infierno recuerda no volver a meterte con mi compañera — le murmuró, pero no fue lo suficientemente bajo como para que sus agudos sentidos no captaran las palabras.

Dicho eso, movió su mano libre hasta la altura del pecho del demonio, su mano comenzó a brillar mientras una gran cantidad de energía comenzaba a concentrarse en ella, para luego atravesar el corazón de Dabura. Soltó su cuerpo y este cayó pesadamente sobre el suelo, sin ningún vestigio de energía, ahora estaba muerto.

«¡Por fin!» no pudo evitar pensar Vegeta.

Una lenta sonrisa cruzó los labios del Saiyajin mientras veía como el cuerpo sin vida de Dabura caía pesadamente sobre el suelo. Sintió su propio cuerpo relajándose, todo rastro de odio o ira abandonándolo como si jamás hubiera estado ahí. Su mirada viajó alrededor, comprobando los daños causados en el terreno, todo estaba destrozado y hecho pedazos.

Sonrió un poco más mientras sentía como las fuerzas abandonaban lentamente su cuerpo, todo comenzó a volverse borroso hasta que finalmente era completamente negro. Lo último oyó antes de perder totalmente la conciencia fueron dos voces diciendo su nombre.

Pero ya era tarde, la inconciencia lo había reclamado y no había nada que él pudiera hacer al respecto.