Oblivion

La suave luz diurna acarició la ciudad gradualmente, los cristales del amplio edificio la proyectaron hacia el interior de la habitación asentándola sobre la larga cabellera rubio fresa de Kula que dormía de lo más apacible.

Como si lo estuviere esperando, sus ojos se abrieron de golpe al escuchar una puerta abrirse y luego cerrarse en el pasillo. K´ se había levantado ya.

Libre de pereza se sentó en el borde de la cama y se talló un ojo con el brazo vendado, al darse cuenta de esto procedió a examinarlo y se quitó la cubierta. Como K´ le había dicho, su hombro había sanado por sí solo, ya no quedaba huella del roce. Miró con especial afecto el artilugio entre sus manos, se sentía agradecida de una forma especial.

—K´ fue muy amable conmigo...

Y como si la idea se le hubiera aparecido de súbito por delante, la chica se levantó entusiasmada. Haría algo para K´, una sorpresa, así que con cautela pegó su oído a la puerta; por fuera se escuchaban los pasos de unos pies descalzos que cesaron al final del pasillo. Al parecer, K´ iba a tomar un baño matutino. Kula esperó hasta escuchar que la puerta del baño estuviera cerrada y entonces salió a hurtadillas rumbo a la cocina.

Una vez ahí, se plantó frente al refrigerador en busca de algo que pudiera preparar, desafortunadamente todo lo que captaba su atención y desplegaba su imaginación provenía de cosas frías. No había nada que a K´ le gustara, no al menos en la primera repisa, un poco más abajo encontró huevos y algo de carne, salchichas y tocino, cosas que él solía comer y que desde luego requerían prepararse en una estufa. Los ojos cautelosos de Kula se asomaron por la puerta del frigorífico, ahí estaba, grande y de acero inoxidable. Recordaba haber visto a Whip haberla usado antes, pero dado que no le interesaba la comida caliente no se molestó en aprender a usarla; por supuesto no era la gran ciencia. Hasta Maxima sabia usarla.

Volvió al interior del electrodoméstico y sacó un par de huevos junto con un paquete de tocino. Nada mejor que un desayuno típico, ¿No?

Se paró frente a la estufa con desconfianza, de verdad que odiaba el fuego. El sólo pensar que tendría que estar así de cerca de algo tan caliente le provocaba desagrado, pero no se le ocurría nada mejor.

Es para K´—se mentalizó—No pasa nada sólo es una pequeña flama—un suspiro profundo, medio paso después y Kula ya se estaba sonriendo, era un gesto para K´ y eso la hacía sentirse emocionada, sólo se trataba de cocinar. No podía ser tan malo.

Mientras tanto, en la ducha, K´ seguía con los ojos cerrados bajo el chorro de agua, apenas había dormido en toda la noche y podía sentir como su cuerpo se lo reclamaba por medio de la tensión en cada uno de sus músculos.

Dejó que el vapor lo envolviera y cuando un extraño humo acompañado por el olor de algo quemado se coló por su nariz, de inmediato corrió la cortina y vio como el humo se metía por arriba de la puerta.

De alguna manera, las cosas se salieron de control para Kula, el sartén estaba en llamas y la chica trataba de controlar el fuego. Fue cuando K´ apareció por el pasillo que la chiquilla dio un respingo y los cabellos se le tornaron azules a causa del sorpresivo...

— ¿Qué está pasando aquí?

El grito que soltó Kula no fue más potente que la ráfaga de hielo que cubrió toda la cocina, cuando se dio la vuelta se encontró a K´ cubierto con pequeños trozos de hielo desde las botas hasta el cabello, miró las gafas en su pecho que colgaban de su chaqueta, había una fina capa de escarcha sobre ellas, un toque del dedo de K´ y tanto él como su traje quedaron libres del hielo.

— ¿Qué se supone que tratabas de hacer?

—Bueno...yo...

El muchacho se acercó a la estufa y a través de la coraza helada que la rodeaba pudo ver los restos chamuscados de lo que fuera su desayuno.

— ¿Intentabas cocinar? Creí que habías dicho que no te gustaba la comida caliente—comentó él viendo el reflejo de la joven en el hielo antes de posar la mano sobre el mismo y liberar una llamarada que evaporo todo el cristal congelante.

Kula se veía tan decepcionada y avergonzada que provocó que una de las comisuras en los labios de K´ apenas se levantara. Era extrañamente adorable. Por mucho que odiara reconocerlo.

—No te acerques a la cocina si no sabes cocinar. — K´ se puso las gafas, tomó el sartén y tiró los restos carbonizados en la basura sin saber que sus palabras habían hecho sentir mal a la joven. — Si tantas ganas tienes de comer, conozco un lugar—de inmediato el asombro se plasmó en los ojos granate de la adolescente.

— ¿De verdad?—pregunto sin ocultar su emoción.

—Yo no pienso cocinar, así que alístate de una vez.

Estando ya fuera, los jóvenes llegaron a un sencillo, pero agradable establecimiento que según la opinión de los lugareños, servía los mejores cortes de carne de la ciudad.

La primera impresión de Kula fue más de confusión que cualquier cosa, de lejos el lugar se veía bonito y acogedor, y en efecto, lo era. La mayoría de las personas que asistían lo hacían en compañía de un amigo o de su pareja, se trataba del tipo de lugar en el que rara la vez se ve a alguien acudir solo. Pero no parecía haber ninguna señal de que pudiera encontrar algo acorde a su temperatura.

Una de las mesas del fondo pareció ser la indicada. K´ se sentó con la misma naturalidad con la que lo habría hecho de haber estado solo mientras que Kula lo hizo todavía buscando con la mirada algún cartel o panfleto que diera señales de algún postre helado.

Sobre la mesa descansaban las fichas del menú, ella tomó el que estaba frente a su lugar y examinó el contenido.

Nada. No había absolutamente nada que pudiera comer.

No tardó en acercarse a su mesa un joven mesero con libreta en mano, listo para tomar la orden. Kula estaba tan concentrada en el menú que no se enteró en qué momento K´ había ordenado por los dos, tal vez él estaba al tanto de algún postre o algo por el estilo.

Cuando el mesero se retiró, Kula le preguntó a K´ ¿Qué había pedido? A lo que el moreno respondió.

—El número diez. —Cuando la chica localizó el platillo en el menú su expresión se volvió aún más extrañada, era ternera. Repasó el número una vez más, no había ningún error. Y palideció todavía más al darse cuenta del precio. No costaba lo mismo que un balde de helado de vainilla. ¿Qué habría pedido entonces para ella?

Por otra parte, el advertir la ansiedad en la cara de Kula a través de sus ojos ocultos detrás del menú y sus cejas juntas le producían a K´ un tipo de sensación extraña que más que molestia le daba curiosidad.

No pasó mucho tiempo antes de que el empleado volviera con una bandeja de un solo plato en la mano derecha que situó delante de la chica para luego retirarse. Kula levanto su índice con la intención de objetar, pero el chico ya se había ido.

Para cuando Kula se volvió, K´ estaba con los codos sobre la mesa, el puño de su mano enguantada sostenía su barbilla. La estaba mirando.

—Ah... creo que esto es...

—Come.

— ¿He?

—Come. — Repitió él sin cambiar su postura. Kula bajo´ la mirada al plato, K´ debía estar bromeando, volvió a subirla y se encontró con la misma expresión. No parecía estar bromeando—Si vas a probar algo caliente más vale que sea algo bueno.

—No. De ninguna manera voy a comer eso—declaró con desdén cruzándose de brazos.

Kula volvió a mirar el plato, la carne humeante no le parecía apetecible, no quería comerla. Iba a apartar el plato cuando la mano de K´ atravesó la mesa y deslizó el alimento hacia sí. Él no le dijo nada, estrictamente se limitó a tomar los cubiertos y comenzó a cortar los trozos de ternera.

Al cabo de un par de minutos, el camarero volvió a la mesa, esta vez con una charola y un plato diferente.

—Disculpen la tardanza. Señorita—gentilmente, el muchacho puso frente a la chica un tazón blanco y se maravilló al descubrir su contenido.

— ¡Postre!—le dedicó una sonrisa de gratitud al joven y añadió—Se ve delicioso. ¿Qué es?

—Parfait de chocolate. No nos piden postres a menudo, por eso no aparece en el menú, si acaso los clientes que vienen a menudo lo conocen. Es cuestión de pedirlo.

Ante esto, Kula no pudo evitar mirar a K´ que escindía la carne sin prestar la menor atención a la chica que lo observaba obsequiándole congratulada una de sus miradas más tiernas y su sonrisa más cálida.

—Muchas gracias—dijo al empleado cuando sus palabras iban más para el hombre callado con quien compartía la mesa.

Nuevamente estaban solos. K´ comía en silencio mientras que Kula picoteaba curiosa el contenido del tazón. Una rodaja de piña en almíbar como base con pequeños cubos de durazno encima rodeando una pieza de helado de vainilla bañada en salsa de chocolate y por si fuera poco, decorado con nuez espolvoreada en la parte superior. Aquel complemento era tan vistoso, tan apetitoso que Kula no sabía si comerlo de inmediato o contemplarlo un minuto más por temor a que se terminara demasiado rápido.

Pasada una hora los platos estaban semivacíos, demasiado tiempo para quienes apenas habían cruzado palabra alguna.

Los primeros cinco minutos, Kula los dedicó a saborear y a hablar de lo delicioso que era su postre, los siguientes diez intento entablar una conversación con su compañero con diferentes comentarios y preguntas. Lo bello del lugar, lo agradable que era comer al aire libre, dejando a un lado que era un restaurante para carnes todo ahí era perfecto. Por desgracia, los comentarios que parcamente salían de la boca del moreno eran escuetos. Como último intento, la chica dejó una pregunta para el final.

— ¿Vienes muy seguido aquí, verdad?

—Sólo cuando quiero un buen corte. — La respuesta más extensa hasta ese momento, según ella.

Siguió pasando el tiempo, y entre más pasaban los minutos, más lento comían ellos. A veces él se detenía y hacia girar su tenedor sobre el plato sin decir nada mientras que ella llenaba su boca con trocitos pequeños, muy pequeños de piña. Cuando por fin hubieron terminado con la última sobra, K´ rompió el silencio.

—Kula...

La chica dejó de buscar nada con su cuchara y levanto la vista para verlo.

—Ayer. Casi recibes una bala por mí...pudiste haberla detenido con un escudo, pero no lo hiciste. ¿Por qué? ¿Por qué te arrojaste sobre mí?

Llevó sus guantes amarillos a cada una de sus rodillas y se enderezó mirando con serenidad a los espejuelos rojos que ocultaban las obsidianas que podía sentir como la miraban fijamente.

—No lo sé. —Respondió—Supongo...que no estaba pensando con claridad. —por último, cerró los ojos y dijo con cándida voz—No quiero que hieran a K´.

La boca de K´ se abrió sutilmente, rompiendo con ese pequeño acto la expresión impasible de su cara.

—Aquí está su cuenta—dijo de repente el camarero dejando sobre la mesa la pequeña bandeja con el papel y una pluma, ya estaba por retirarse cuando se aventuró a decir—Perdonen la indiscreción, pero de casualidad ¿son pareja?—Kula le contestó en seguida que no y el chico se sonrió al oír la forma tan cómoda en la que lo dijo—Bueno, en ese caso permítame decirle que es usted muy bonita, señorita.

El joven era muy simpático y sin malas intenciones, además de majo, con cabello rubio y ojos verdes. Después de que Kula agradeciera el cumplido, K´ dejo el dinero sobre la mesa, introdujo sus manos en las bolsas de sus pantalones y pasó de largo dejando a la chica atrás.

—Debo irme, muchas gracias por la comida, ha sido delicioso—Afirmaba Kula a medida que se alejaba corriendo y agitaba su mano, y mientras ella se marchaba, el chico del restaurante se preguntaba... ¿Cómo alguien con esa chispa podía estar con alguien tan... callado?

Anduvieron por la vereda hasta salir de la calle en dónde estaba el restaurante. K´ caminaba tranquilo delante de Kula, ella, por el contrario se veía nerviosa, como si quisiera decir algo, pero no supiera como decirlo. Las últimas hojas otoñales comenzaron a caer sobre sus cabezas, al cabo de unos instantes el chico supo que algo no andaba bien.

— ¿Qué ocurre?— soltó él al detenerse. La muchacha apenas y lo escuchó, no dejaba de hacerse nudos con los dedos de las manos, K´ le miró por encima del hombro y se bajó las gafas, lo suficiente para mirar a Kula directamente y sin rodeos. — Estas muy callada. — Al no obtener una reacción por parte de la menor, se subió de nuevo las gafas y con una mueca astuta dijo— No me digas que el camarero te ha dejado sin palabras.

— ¡No...No es eso!— alegó la adolescente de manera abrupta y con las mejillas tenuemente coloradas, K´ se dio por satisfecho, la conocía bien y darse cuenta de eso impidió que la mueca que estaba apareciendo en su rostro terminara de dibujarse.

— Eres demasiado transparente. — Sentenció secamente, casi como un reproche cuando en realidad buscaba excusar el hecho de que quizá la conocía mejor que a sí mismo. Y eso no estaba bien.

Kula no entendió lo que quería decir y tampoco quería preguntarle, a su parecer, K´ se estaba poniendo algo pesado. Pasaron por el parque que no estaba muy lejos del departamento, afuera había un gran cartel blanco con letras azules que decía:

Nueva pista de hielo

¡Ven a disfrutar!

¡Démosle la bienvenida al invierno!

K´, lo vio primero, sus intenciones de perder el tiempo en una pista de patinaje eran nulas, ni siquiera por petición de Kula, por lo que decidió pasar de largo; pero antes de que consiguiera llegar a la otra esquina...

— ¡K´, mira, una pista de hielo!— la chica corrió agitando su lacio cabello azul hacia la entrada, y aguardó por él en el acceso.

— No pasan de las doce. La pista la abren hasta las tres.

Kula estaba por torcer la boca cuando algo se le ocurrió— Podríamos esperar.

— Sería un desperdicio de tiempo.

— No para mí— sostuvo Kula pasando sus manos detrás de su espalda— A mi gusta pasar el tiempo contigo.

La dureza en su rostro se acentuó más, iba a darle una última e irrevocable negativa a Kula cuando la vio sonreír, como en el día anterior, ella resplandecía. No pudo negarse. Así de fácil. No pudo negarse.

— Iré...— comenzó K´ cuando cambio su rumbo hacia el acceso— Pero no esperes que entre contigo a la pista.

La chica no quiso tentar su surte, así que no dijo nada más. ¿Qué más podía pedir?

Lo bueno de los días entre semana es que no hay mucha concurrencia en los parques, era extraño que decidieran abrir la pista ese mismo día, de igual forma, K´ estaba conforme con ello, pronto regresaría Whip para relevarlo del repentino cargo de niñera y con suerte se desharía de ese nudo que lo sujetaba como a una marioneta.

En especial después de esto.

Había una zona en donde se volaban cometas, se trataba de un campo alto y verde, como siempre, Kula caminaba por la barandilla dando pasos pequeños y a veces grandes. K´ mantenía un ritmo normal, permaneciendo alerta por cualquier cosa que pudiera pasar. Las llamativas cometas tenían embelesada a la muchacha, pensó cuan divertido seria volar una, nunca lo había hecho, entonces quiso saber cómo se hacía, pasó su atención del cielo a la tierra y ahí vio no a niños, si no a parejas. Parejas que se divertían en unión. Había una joven que volaba una mariposa de colores opacos, ella sostenía el carrete y se reía mientras su novio la abrazaba, unos metros más atrás un muchacho enseñaba a su novia como maniobrar una cometa con forma de dragón. La última pareja estaba tomada de las manos mientras sostenían juntos el carrete; era muy bonito de ver, pero... ¿Qué se sentía? Que alguien le tomara de la mano, que le murmurara cosas al oído y la hiciera reír. Que le diera un beso.

— Oye— la grave voz de K´ logro sacarla de si ensimismamiento— Hay que seguir.

Y el alivio la envolvió. Lo tenía justo a su lado, en la mira de sus ojos, eso que por un segundo sintió que le faltaba. Aunque no era su novio, aunque él no supiera cuanto ella lo apreciaba, cuanto lo quería. Kula se sentía feliz por el simple hecho de tener su compañía, a ella no le molestaba su actitud, ni le importaba su carácter; y sin importar que K´ no supiera lo que Kula sentía, ella ya estaba contenta, porque ese sentimiento era suyo y nadie se lo podía quitar.

Terminaron recargados en una baranda de acero, K´ estaba empezando a perder la paciencia y no se debía sólo a la espera, Kula ya llevaba rato sin hablar y eso no era bueno, descubrió que si había algo le disgustaba más que oírla hablar sin parar, era no escucharla y se reprochó por ello. La vio por el rabillo del ojo, ella ni siquiera se había terminado su algodón de azúcar.

— ¿En qué piensas?— indagó él de manera casual.

— En nada...— dijo con la voz apagada y distante. Ya no pensaba en las cometas, tampoco en las parejas que dejaron atrás. Pensaba en lo triste que era no poder expresar sus sentimientos por temor a no ser correspondida y sabía que no lo era.

— Mentira.

— No importa, son sólo tonterías.

— Llevo desde ayer escuchando tonterías, una mas no hará la diferencia.

Kula miro el cielo en busca de que decir, de pronto recordó las cometas y las preguntas que se había hecho al ver a esas personas tan enamoradas y tan felices, aquel recuerdo la enternecía y traía un débil brillo a sus ojos.

— Me preguntaba... ¿Qué se sentirá que alguien te quiera? Que te tome de la mano al caminar, la apriete y no te suelte. Te abrace y te dedique palabras dulces. Me pregunto ¿Cómo se siente un beso?

Era como ver una luz extinguirse, de repente, Kula no se veía radiante, su chispa se estaba apagando. Entonces K´ recordó las últimas palabras que le dijo su hermana antes de marcharse.

¨Mantenla contenta¨

— Vamos— espetó K´ atrapando con su mano enfundada una de las delgadas manos de Kula y empezando a caminar de manera apresurada.

— ¿A dónde?— protestó la joven trastabillando por el repentino tirón.

— Faltan veinte minutos. Si esperamos más tendremos que hacer fila y yo no pienso quedarme más tiempo.

La velocidad de los pasos de K´ casi hacía que la adolescente tuviera que correr a sus espaldas. Kula tenía el brazo bien estirado y sentía la suave presión en sus dedos de cuando en cuando; era la primera vez que K´ la tomaba de la mano, por lo regular, si él la sujetaba era ya sea por el brazo o la muñeca, nunca por la mano. Tuvo el deseo de sujetar también la suya, titubeo un poco antes de poder mover un dedo siquiera.

— ¿K´?

— ¿Qué?

— Sobre ayer y hoy... Se lo tedioso que es todo esto para ti, no te agrada nada de esto y sin embargo haz sido muy amable conmigo, solo quería...

— No lo digas. — Le cortó de tajo— No necesito que lo hagas, sólo hazme un favor— la chica se puso atenta, si podía hacer algo por él sería más que suficiente— No vuelvas a ser tan imprudente. No necesito que nadie se arriesgue por mí.

No era lo que esperaba oír, pero no discutió. Cuando llegaron a la pista se encontraron con una fila de unas diez personas, K´ había tenido razón otra vez. Él le soltó la mano y Kula se le quedo mirando.

— ¿No vienes?

— No. Me quedare aquí hasta que salgas. — Respondió. Luego de que Kula se hubiera apartado, el teléfono de K´ empezó a vibrar dentro de su chaqueta, miró la pantalla y posteriormente atendió. — ¿Qué pasa, Maxima?

Mientras tanto en la fila, Kula se hallaba detrás de dos chicos bastante altos que se hablaban cosas al oído, uno de ellos se volteó burlesco y le dijo:

— Oye, niña ¿Viniste a patinar?

— Sí, ¿En dónde están tus padres? Los niños pequeños tienen que entrar acompañados por un adulto— le secundó el otro igual de socarrón.

— No soy ninguna niña y sí. Vine a patinar. ¿Tienen algún problema?

Los dos sujetos se echaron a reír al ver que la chica se había enfadado— Mira esto, Roy. La hiciste enojar.

— Venga, no te enojes muñeca. Te daré un dulce ¿Vale?— del bolsillo de su chamarra, el muchacho extrajo una paleta de caramelo que paso repetidas veces frente a la expresión aburrida de la chica.

El portero siguió llamado y dando pases a los que esperaban en la entrada hasta llegar con el par de fanfarrones que cuando quisieron avanzar, se llevaron la gran sorpresa de no poder despegar los pies de su sitio.

— ¿Qué dem...?

— Creo que se les congelaron los pies, chicos— con una sonrisa de satisfacción, la chiquilla los pasó llevándose la paleta consigo.

La pista era espaciosa, pero era artificial y las hojas de los patines no se deslizaban con fluidez. Con disimulo, Kula procuró que nadie la mirara, puso la palma extendida de su mano debajo de sus labios y de un solo soplido recubrió el suelo bajo sus pies con hielo de verdad.

— Mucho mejor— dijo y entró a disfrutar. Dio una vuelta, luego dos, luego tres y a la cuarta empezó a patinar en círculos, cerca de la entrada estaban dos niños que la veían patinar, debían ser hermanos puesto que el chico, que también era el mayor, cuidaba mucho y aun a regañadientes a la pequeña con la que tenía gran similitud.

Estaban asombrados y le seguían en cada movimiento, ella los vio y agitó una mano para saludarles, los pequeños le regresaron el saludo, luego el niño pareció buscar algo la diminuta mochila que cargaba, con trabajo sacó una escultura de vidrio, era un delfín y se lo entregó a la niña junto a él, Kula los veía mientras patinaba y en una última vuelta escucho decir a la pequeña.

— ¡Prey, recordaste mi cumpleaños!

La niña abrazó a su hermano y este rascándose la nuca le contesto:

— Bueno, yo... quería darte algo especial, siempre eres muy linda conmigo y... pues como te gustan los delfines te conseguí esto.

— ¡Muchas gracias! De verdad me gusta mucho. Aunque hubiese estado bien si me hubieras dado algo hecho por ti.

— Sí, bueno...no soy muy bueno con las manualidades.

La joven de hermoso patinar se inmovilizó en el centro de la pista y caviló.

Nunca le había regalado nada a K´ y con franqueza era larga la lista de cosas que no le gustaban. ¿Qué podía darle ella de sus manos que él no despreciara?

— ¡Lo tengo!— y sin más, salió de la pista con aire entusiasmado—A K´ le gusta el fuego, esculpiré fuego para él. No importa si esta hecho de hielo, seguro que le gustara.

Por su parte, K´ ya estaba perdiendo la paciencia con Maxima.

¿El parque central? ¿En serio?— rio Máxima— Y a ti ¿Desde cuándo te gusta el parque?

— Kula quería venir. — Contestó secamente.

Ya veo...

Pero que tierno de tu parte, hermanito. — Se asomó su hermana por el altavoz

— Whip...

— Ya admítelo, K´. Kula es una buena niña, deberi...

— Basta. — Demandó molesto. — Estoy cansado de esto. No siento nada por Kula, no es más que una niña con la que tengo que cargar...

Y de repente, se desquebrajó, la flama de hielo que Kula había fabricado se hizo pedazos en sus manos, no supo que se rompió primero. El eco de su corazón siendo desgarrado se confundió con el del hielo al ser despedazado.

— Kula...

Continuara...

N/A: Quiero agradecer a todos por su review :D y sus buenas críticas. Escribir desde dos perspectivas tan diferentes si que da dolor de cabeza. Además, antes de subir el capítulo, rondaba en mi cabeza la siguiente pregunta... ¨ ¿K´ diría algo así?¨ así que para inspirarme tuve que ir a gastarme un peso en las maquinas del cine y las tiendas, solo para ver al par abrazarse XD.

Me disculpo si me demore, pero... ya saben. Tenía que matar a Rugal jajaja. Bueno. Me despido, no sin antes darles nuevamente las gracias por aceptar mi humilde trabajo. Espero y les guste, pasen buen (inserte dia)