Ossu!~

Con este capitulo termino mi primer fic, lamento actualizar taaaanto tiempo después, pero con la escritura me cuesta que llegue la inspiración. Muchas gracias por esperar y espero de todo corazón que les guste, te antemano me disculpo si hay alguna faltilla ortográfica o incoherencia.

Como ya todos saben los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen, son propiedad del sensei Tadatoshi Fujimaki.

Let's start the show~


Murasakibara no podía mirar nada, se sentía justo como antes de dormir. Todo era plena oscuridad, la diferencia ahora era que, podía percibir una respiración muy cercana a él.

¿Muro-chin?– preguntó con un dejo de duda en su voz, no sabía que estaba pasando y eso le irritaba.

En ese momento sintió como una mano se posaba en su espalda con delicadeza, –Aquí estoy– respondió el azabache, manteniendo el contacto.

Espera aquí un momento– el más grande pudo sentir como la mano del otro recorría su espalda, pasando por su costado retirándose lentamente hasta romper el contacto, dejándole al más grande un rastro de calor por donde esta había pasado.

Segundos después pudo escuchar un "click", una tenue luz color rojo iluminó la habitación, Murasakibara miró a su alrededor perezosamente mientras sus ojos se acostumbraban a la nueva claridad.

Inspecciono cada detalle del lugar, pasando por las paredes hasta ubicarse en la cama que se encontraba en el centro de la habitación. Esta era redonda y lo bastante grande como para que sobrara espacio con el en ella, las sabanas al igual que la luz que iluminaba el lugar eran de color rojo. Encima de esta se encontraban unos dulces que el mas grande no dudo es tomar, ya que en ese momento no poseía ninguna golosina.

Comenzó a caminar hacia ella, decidido a comer cada uno de ellos, hasta que un chasquido interrumpió su camino y lo detuvo. Giro el rostro hacia donde este se había originado y pudo ver a Himuro recargado en un mueble a escasa distancia de el.

Atsushi– las palabras salieron lentas y sensuales de la boca del otro consiguiendo la total atención del mencionado, sus ojos se posaron en el dejando de interesarle lo que hace unos segundos atrás hacia.

Himuro le miraba de una manera muy intensa e íntima, cosa que activó los instintos de el mas grande causando que este frunciera el entrecejo pero sin dejar de mirarle. Himuro chupo sus labios para luego sonreír mientras se acercaba lentamente a el, dejando caer de sus manos un envoltorio justo como los que habían sobre la cama.

Murasakibara abrió la boca para articular palabra, pero antes de que estas salieran de ella Himuro posó un dedo sobre sus labios haciéndolo callar.

Arrodíllate– Su tono fue demandante, cosa que causó la inmediata acción del contrario, bajando hasta estar sobre sus rodillas sin soltarle ni por un segundo la mirada. Himuro le miraba ahora desde arriba con un creciente brillo en su único ojo visible.

Su dedo aun estaban posado en los labios de el otro, lo movió de lado a lado provocando así que el otro abriera levemente su boca, momento en el cual, este aprovechó para introducir dos de sus dedos dentro de esta llenándole de un dulce sabor a chocolate.

Justo cuando iba a succionar sus dedos para poder saborear más ese dulce sabor que desprendía, estos abandonaron la cavidad bruscamente siendo cambiados por los labios de azabache tomándole totalmente por sorpresa.

Su boca fue invadida al instante por la lengua del contrario, haciendo una hermosa danza donde estas se enredaban entre si de manera fugaz y continua. El sabor a chocolate se intensificó, Murasakibara se percató de que provenía del fondo de esa húmeda cavidad.

Con su lengua trato de alcanzar aquel recóndito lugar lo que quedará restante del chocolate, para así poder comerlo sin compartir, justo como le gustaba. Pero eso no estaba en los planes de Himuro, quien ponía resistencia en cada intento que el otro hacia evitando que este pudiese llevar acabo su cometido. Aquello no hizo más que molestar al pelipúrpura y divertir al contrario. El beso se volvía más demandante con cada segundo que pasaba, intentando fallidamente quitarle el chocolate. Abandonando su posición sumisa Murasakibara se levantó del suelo, agarrando con fuerza al más pequeño jalandolo del cabello, haciendo que su rostro quedara hacia arriba. Tomó el control del beso, para así conseguir lo que tantas ansias deseaba.

Profundizó el beso, pero Himuro no dejaba de darle pelea, Murasakibara estaba por perder la paciencia quería comer el chocolate y el no se lo permitía. Haciendo uso de su fuerza lo levanto por la cintura sin romper el contacto de sus labios. Himuro entrelazo los dedos tras el cuello del otro como respuesta ante aquel movimiento, mientras sus piernas lo envolvían sujetándose de la cintura.

Himuro le agarró por los cabellos mientras se apretaba contra él, por otro lado Murasakibara bajaba agresivamente sus manos por la espalda hasta posarse en los glúteos, los cuales apretó fuertemente causando un leve gemido en el azabache que no hizo más que excitar al más grande causándole un leve estremecimiento en su entrepierna.

El beso continuó como una pelea por obtener el dulce y aunque Himuro no tuviera interés alguno en comerlo puesto que los dulce no le gustaban, sentir como el más grande se volvía diligente, dejando de lado su pereza por obtener lo que quería le causaba una tremenda satisfacción.

El púrpura gruñía cada vez que creía que había logrado hacerse con el dulce para si y el contrario mostrando su agilidad con la lengua volvía a arrebatarselo soltando un sonido similar al de una risa que causaba vibraciones desde lo más profundo de su garganta.

El dulce terminó por deshacerse en la boca de ambos, sus respiraciones estaban agitadas y sus frentes perladas con gotas de sudor.

¡Muro-chin!– dijo jadeante, rompiendo el beso de golpe. –¡¿Por qué hiciste eso?!– preguntó sombríamente mientras el azabache lo miraba con un aire de diversión en su rostro.

¿Hacer que?– su mano jugueteaba con los cabellos que traviesamente se habían pegado a la frente contraria.

No me has dejado comer el chocolate– su tono era chineado aunque en contraste sus acciones no, lo estaba apretando con mas fuerza de la necesaria. Estaba molesto y si a eso le sumaban a su creciente palpitación en la entrepierna su humor no podía más que disminuir.

Himuro posó su mano en la cara del contrario, depositando un dulce beso en los labios de este tratando de calmarlo un poco con ese gesto.

Tengo más dulces para ti– su tono era suave, tratando de que este volviera a estar tranquilo. –Te dije que esto era una degustación, ese era el primer sabor. ¿Te gusto?– pregunto curiosamente.

Murasakibara lo medito por un momento antes de responder. Aquel sabor le había encantado al igual que el beso, pero le molestaba a partes iguales el hecho de no haber podido comerlo todo el.

Mmm… Si me gusto Muro-chin– lo dijo mientras le abrazaba – Es solo que…–

¿Es solo que…?– repitió instándolo a continuar.

Es solo que si continuas así no podré controlarme– dijo esto último volviendo su mirada hacia otro lugar, rompiendo el contacto visual que hasta el momento habían compartido. Himuro sonrió ante ese gesto, cosas como esas eran las que le hacían caer rendido ante ese gigante.

Yo no quiero que te reprimas conmigo, tienes mi aprobación para sentirte libre de tus actos– acariciaba su rostro al decir esas palabras. –no te preocupes–.

Asintió levemente con la cabeza, mientras bajaba a Himuro hasta que este poso sus pies en el suelo de nuevo. Le regaló una hermosa sonrisa agarrándolo de la mano para llevarlo a donde se encontraba la cama.

Con un leve empujón que era obvio que no iba a causarle daño alguno al otro le indico que se sentara en la orilla de la cama. Depósito en su mano un chocolate justo como el que habían utilizado anteriormente, el provocador de tan pasional guerra de lenguas.

Cómelo, después de este te mostraré un nuevo sabor– dicho esto se volvió dándole la espalda para ir hacia el mueble y buscar algo en el. Murasakibara no le presto atención, ahora tenía lo que estaba deseando y esta vez lo disfrutaría como se debía.

Himuro volvió justo cuando las últimas partes del chocolate se desvanecían en la boca del más grande.

Quiero probar algo– le dijo colocandose frente él, escondiendo tras él algo que el otro no alcanzaba a ver. –Acuéstate sobre la cama

Una vez que estuvo hecho le pidió que subiera sus manos y las ató con una cuerda al respaldar de la cama.

Vas a probar diferentes sabores, pero tus ojos estarán cubiertos. Deberás adivinar y con cada acierto tendrás una recompensa–. Las reglas parecían fáciles de seguir por lo que se dejó hacer a voluntad del otro.

El escenario estaba listo y Himuro más que preparado, se subió sobre la cama hasta posarse encima de aquel tremendo cuerpo a horcajadas, y sonrió ante la espectacular vista que estaba disfrutando en ese momento. Abrió un empaque esparciendo un líquido en sus dedos.

Abre grande– y así hizo, Himuro metió sus dedos en la boca de Murasakibara dejando que este los saboreara, con cada succión que le regalaba su entrepierna palpitaba. Aquello era endemoniadamente bueno, mejor de lo que esperaba.

Más pronto de lo que le hubiera gustado Murasakibara paro sus succiones y adivino rápidamente el sabor correctamente.

No esperaba menos de ti, ahora va tu recompensa– agarrando el dobladillo de la camisa Himuro la subió tanto como pudo, llegando hasta la altura del pecho dejando al descubierto todo aquel hermoso cuerpo, totalmente tonificado y cuidado. Por que, a pesar de que su dieta se basaba más que todo en dulces el ejercicio que hacía le dejaba un cuerpo para morirse.

Con sus manos recorrió todo el pecho de Murasakibara, pasando por los costados, girando alrededor de la hendidura del ombligo hasta llegar a la línea del bóxer. Joder, aquel cuerpo estaba mucho mejor de lo que quisiera admitir.

Murasakibara sentía las manos frías de Himuro recorrer su cuerpo, cada toque que este le regalaba era sumamente placentero, abrió sus labios un poco respirando pesadamente ante el tacto tan experto que le estaba regalando el azabache. Sintió cómo su cuerpo se pegaba al de él, la respiración de Himuro le daba escalofríos con cada exhalación que daba. Hasta que lo sintió. Los labios contrarios rodearon uno de sus pezones dándole una inesperada frescura que lo quemaba a pesar de lo contradictoria que sonaba eso, era justamente lo que sentía en ese momento.

Himuro movió su lengua alrededor de aquel pequeño botón rosa que tenía en su boca, podía sentir como Murasakibara se retorcía levemente bajo su cuerpo. Con una de sus manos atendía el otro pezón, por que claro, el no se había olvidado de él. Le mordía suavemente, succionaba y besaba sin reparo alguno pasando de uno a otro siempre manteniéndolo bien atendido.

La respiración de Murasakibara aumentaba de ritmo con cada toque que le proporcionaban. Su entrepierna comenzaba a alzarse ante tales atenciones pero para su peor pena el pantalón que tenia puesto le apretaba mas de lo que desearía y no lo dejaba erguirse en toda su extensión.

M-Muro-chin– su voz era más pausada de lo normal, cada parte de su cuerpo estaba erizada.

Himuro sonrió, mientras le daba tregua a aquellos pezones que ya se encontraba totalmente estimulados y erectos. Todo estaba saliendo justo como lo había planeado, Murasakibara llenaba totalmente sus expectativas.

Siguiente sabor– mediante un beso depósito algo parecido a una bolita de algo muy dulce en la boca contraria. –Esta vez quizás te cueste más, pero si te esfuerzas y lo adivinas tendrás otra recompensa– A oídos de Murasakibara aquella era una invitación a algo mejor, una que no iba a rechazar.

De la misma manera que la anterior adivino el sabor, aunque esta vez si había tardado un poco mas de tiempo. Pero el resultado fue el mismo, había adivinado y tendría a cambio una recompensa.

Himuro bajo un poco para colocarse justamente en la entrepierna contraria y comenzó a moverse de manera hipnótica sobre esta, mandado ínfimas descargas de placer a través cada movimiento que hacía. Murasakibara maldecía el hecho de tener una venda porque realmente deseaba poder verlo en ese momento

Muro-chin… ¿Podrías quitarme la venda?– Su tono fue suplicante, deseoso de que se cumpliera su petición, pero el azabache respondió con un vago no, la venda era parte del juego y aunque las reglas podían ser cambiadas, no lo serian en ese momento.

La entrepierna lo mataba y deseaba que Himuro hiciera algo mas que solo provocarle y rosarle, podía sentir como su bóxer se humedecía por culpa del aquel delicioso movimiento que el azabache hacía sobre esa sensible área, haciendo que su cabeza sintiera mareos y no pudiera pensar en otra cosa que no fuera ese sensual movimiento que sentía.

Himuro podía sentir la excitación de Murasakibara, literalmente, la vista que tenía era deliciosa, todo aquel movimiento aunque fuera lento había logrado agitar al más grande, haciendo su respiración pesada y continua, con sus labios entreabiertos para que el aire pasara con mayor facilidad. En el momento que cesó el movimiento pudo escuchar el fuerte gruñido que hizo el contrario mostrando su descontento ante la situación.

Tranquilo– dijo a bajando para estar a la altura del oído –ya disfrutaremos de más cosas– y dicho eso volvió a su posición inicial.

Murasakibara sintió como el peso del Himuro desaparecía, abandonando la calidad de su cuerpo. Sabía que el azabache aún se encontraba sobre el por el peso que ejercía a cada lado de él donde estaba ahora centrado su peso. Escucho como abría una botella que inmediatamente inundó su olfato de un delicioso sabor a fresas.

Supuso que este turno sería el más fácil de adivinar, puesto que no había otra cosa que no fuera un fresa que tuviera ese olor. No obstante no iba a bajar su guardia.

Abre la boca grande Atsushi– Murasakibara hizo como le ordenaron estando totalmente decidido en no fallar para tener su premio. No estaba seguro en que momento dejo de tener interés por las golosinas, pasando a ser su nuevo deseo obtener las recompensas que le daba Himuro.

Esta vez hay una regla, no están permitidos los mordiscos– Dicho eso, introdujo algo caliente en su boca. Tenía sabor a fresas, pero la textura de aquello no se sentía como una, además de un había un leve sabor salado que se entremezclaba con el dulce de las fresas.

Succiono, para probar mejor aquella extraña barrita, justo en ese momento el azabache gimió fuertemente, agarrándose de el respaldar de la cama para mantener el equilibrio. Aquel sonido había invadió sus oídos haciéndolo caer en cuenta inmediatamente que era lo que realmente tenía en la boca.

Himuro se sentía en la gloria, estar dentro de la boca contraria lo hacía mirar las estrellas, Murasakibara le succionaba con evidente hambre, ni siquiera tenía que moverse por que el gigante había comenzado el vaivén con su cabeza, metiendo y sacando de su boca su falo con insistentes movimientos que si no fuera por que estaba bien sujetado ya se habría derrumbado.

No tardo en saber que estaba cerca del final, movió su cadera hacia atrás para evitar regarse en la boca de Murasakibara, pero este no lo dejo escapar de su boca, provocando que derramara su semilla en toda su boca. Sus gemidos fueron sonoros sin pena alguna. Vacío todo su ser temblando de placer hasta que salió todo.

Murasakibara lo trago sin ningún reparo, tratando de tragar toda aquella tibia sustancia, la virilidad de Himuro abandonó su boca, respirando entrecortadamente. Debía bajar sus revoluciones para volver a pensar

Fresas de Muro-chin– el comentario le sacó del estado en el que estaba.

¿Qué?– dijo con evidente duda

Dije, fresas de Muro-chin– El azabache miro hacia abajo tratando de comprender qué era lo que decía. –Ese era el sabor que tenía que adivinar, quiero mi recompensa– Su voz sonaba cantarina y le adornada una sonrisa satisfecha al saberse que estaba en lo correcto.

Tienes razón. Es tiempo de tu recompensa– Se levantó de la cama dejando postrado y amarrado a Murasakibara –Esta vez te quitaré la venda para que mires

Murasakibara abrió los ojos ante tal vista que tenia ante si. Himuro estaba totalmente desnudo, sentado en una silla con sus piernas abiertas dejándole ver toda su anatomía, su entrepierna le mandó una fuerte descarga ante lo que estaba observando. Nunca había visto algo tan sensual como aquello, sin duda el chico ante el sabia lo que tenia y como usarlo.

Instintivamente trató ir hacia donde estaba el otro, pero el amarre lo volvió a la realidad cuando su intento resultó fallido. –Solo puedes mirar Atsushi, podrás ver cómo me preparo para tu recompensa– y dicho esto lamió dos de sus dedos y comenzó a preparar su entrada para lo que vendría.

No había vergüenza en sus acciones, su mirada lo penetraba tanto como lo hacían sus dedos con la angosta entrada ubicada entre sus nalgas. Himuro introducía constantemente sus estilizados dedos, mientras se tocaba los pezones y gemía sonoramente, siempre manteniendo el contacto visual con Murasakibara.

Murasakibara sentía como se quebraba su cordura con cada auto penetración que Himuro se proporcionaba, su entrepierna palpitaba y desde hacia un rato atrás le había comenzado a doler. Necesitaba desahogarse inmediatamente o caería en la perdición y se llevaría a Himuro con el.

Himuro lo miraba forcejear con el amarre, Murasakibara trataba de soltarse, mientras lo miraba directamente a los ojos para luego ponerlos en la abertura que estaba siendo invadida gruñendo por lo bajo con desesperación. Himuro disfrutaba de aquello, a decir verdad lo complacía, aunque su ano estuviera totalmente dilatado disfrutaba de la impotencia y deseo que reflejaban los iris lilas de su acompañante.

Estoy listo– dijo sacando sus dedos y chupándoles descaradamente, se levantó de la silla, posándose esta vez a la altura de la ingle de Murasakibara, con una sonrisa de total erotismo que encerraba promesas que el mas grande le haría cumplir por haberle hecho llegar hasta a tal punto.

Poso sus manos en la cremallera de gigante, abriéndola más lento de lo que este hubiera querido. Cuando bajó el pantalón lo suficiente para quitárselos y tirarlos en el suelo vio que el gigante lo miraba de una manera distinta, sus ojos eran penetrantes, se sentía como si fuera una presa lista para ser comido por el depredador.

Rozo la hombría de Murasakibara con la mano, notando la gran mancha que había en este, era obvio que estaba más que excitado por toda la situación y el bulto entre sus piernas era más que notorio. Le beso sobre los bóxer, pasando también su lengua por ella, se notaba la molestia del contrario ante esas acciones.

La delgada tela de los bóxer le proporcionaba mas sensibilidad que el pantalón, pero no la necesaria para el estar satisfecho quería sentir el calor directo del cuerpo de Himuro.

Himuro bajo los bóxer tirándolo de cualquier manera sobre el suelo. El pene de Murasakibara se levantó imponente, dejándolo asombrado por tal extensión de carne que se erguía frente a él, le alegro haber durado mas de lo normal dilatándose.

La expectación estaba dejando a Murasakibara en mal estado, sus intentos de soltarse del amarre eran cada vez más seguidos y desesperados.

Himuro estaba complacido con la situación, estaba seguro que el gigante pronto iba a caer y el poco autocontrol que le quedaba iba a estar destruido. Su deseo era mirar los verdaderos tonos de Murasakibara, sentir su pasión descontrolada y sabía que estaba a poco de conseguirlo y su intensa mirada se lo reforzaba.

El pene de Murasakibara goteaba constantemente, había llegado al punto de derramarse a lo largo de su longitud, Himuro chupo desde abajo hacia arriba abarcando toda su extensión, recogiendo a su paso la gota que traviesa se había ido de su lugar.

Murasakibara gimió, pero su voz fue tan ronca que bien podría haber sido el gruñido de un animal salvaje, el azabache repitió la acción provocando que se escaparan más sonidos de aquella hermosa boca.

Muro-chin– su voz ronca –déjate de juegos y hazlo ya antes de que te aplaste– a oídos de cualquier otra persona esa amenaza hubiera causado terror, pero para Himuro solo era una razón mas para aletargar su juego.

Abrió su boca grande, fingiendo que iba a meter el pene de Murasakibara en ella, pero luego solo lamió la punta y sonrió en modo de desafío hacia el más grande.

Aquello fue más de lo que Murasakibara pudo aguantar y haciendo uso de su fuerza rompió su amarre gruñendo en el acto, cosa que sorprendió al Azabache, pero éste logró ocultarlo tras su rostro de usual de poker.

Murasakibara lo agarró por los cabellos acercándolo hacia si mismo. –Te dije que te dejaras de juegos– Los labios le rozaron la oreja con cada palabra que dijo causando que se estremeciera. Acto seguido Murasakibara lo bajo a la altura de su pene y de una brutal estocada le lleno la boca totalmente.

Himuro casi se ahoga a pesar de que no toda la longitud del otro fue introducida en su cavidad, estaba claro que Murasakibara era un hombre grande, pero las dimensiones de su falo eran mucho mas de lo que esperaba y aunque abría su boca tan grande como podía se le dificultaba hasta poder respirar.

Murasakibara no tenía ningún tipo de lástima hacia el, le estaba violando la boca con fuerza, le obligaba a bajar hasta que la punta chocará con el fondo y aun así con cada que volvía a bajarle la cabeza siendo agarrado por los cabellos pretendía meterla hasta llegar más hondo.

Le ardía la garganta pero aun así estaba disfrutando en demasía del momento, por lo que con una de sus manos Himuro agarro los que queda fuera de su boca y comenzó a masturbarle mientras con la otra le acariciaba los testículos. Subía su mano hasta que esta chocara contra su boca, al mismo ritmo que Murasakibara había impuesto.

A como podía trataba de ver la cara del mas grande que lo miraba con una expresión sombría mientras gruñía y gemía como una bestia salvaje, que en este momento muy poco lo separaba de ser una. Las lágrimas salían de los ojos de Himuro que se esforzaba en seguirle el brutal ritmo que parecía aun no satisfacer del todo al otro.

Sintió en su boca como el pene del contrario vibraba, sabía que estaba cerca de la liberación así que a como pudo aceleró el ritmo de su mano y succiono con fuerza para hacerlo terminar.

Aún no– Murasakibara lo agarro a la fuerza y lo tiró en la cama, posicionándose sobre el. Himuro jadeaba y lo miraba con una sonrisa pícara que expresaba lo mucho que había deseado que aquella situación se diese. Podía ver como había liberado a la bestia en el interior del titán pero su meta era dominarla, por lo que aunque sentía el peligro aproximarse no pudo más que ver al diablo a los ojos e invitarlo a pasar.

Abrió sus piernas vulgarmente dándole a entender al otro lo que quería que hiciera, este lo agarró fuertemente por los muslos al punto de casi romper la piel bajo sus manos. Himuro soltó un sonoro gemido que expresaba dolor y placer a partes iguales cuando sintió que de un solo movimiento el falo de Murasakibara penetró hasta lo más profundo de su ser, teniendo un orgasmo instantáneo con solo esa acción.

Por su lado Murasakibara estaba mas que perdido, no estaba teniendo ningún tipo de autocontrol en sus acciones, estaba totalmente libre. Sintió como el cuerpo de Himuro trataba de recibirlo, como la delicada carne de su anillo se esforzaba al máximo y cuando este empezó a contraerse producto del orgasmo que el contrario estaba disfrutando la poca conciencia que aún tenía fue cosa del pasado y ahora no iba a detenerse hasta saberse satisfecho.

Himuro se contorsionaba bajo su cuerpo y antes de que llegara ese momento de relajación sintió las penetrantes estocadas de contrario, que arremetía contra su entrada con fuerza y deseo, no pudo hacer otra cosa más que sujetarse al con sus piernas dándole tanto acceso como podía al tiempo que se aferraba a su espalda.

Los gemidos inundaban el lugar, así como los sonidos obscenos producto de los líquidos que combinados con el vaivén de las caderas producían una sinfonía de lujuria y perdición.

Murasakibara posó sus labios en la clavícula contraria, dejando suaves besos a medida que avanzaba hasta ubicarse justo entre el cuello y los hombros, lugar donde mordió con fuerza al tiempo que lo penetraba brutalmente provocando que el otro soltara un chillido de dolor, las uñas de este penetraron la espalda del gigante dejando un camino escarlata sobre ella.

Pero no paró allí ya que el mordisco continuo junto con las intensas estocadas hasta que un hilito de sangre se derramó por el cuello del azabache, Murasakibara lamió la herida y bajo el ritmo de su penetración, sonrió levantándose para así mirar el rostro ajeno.

Himuro le devolvió la sonrisa y agarrándole bruscamente del pelo lo bajo hasta que sus labios se encontraron. Se besaron con intensidad, no había ternura en el, solo deseo, carnal y mundano. Se apretaban contra si, tocándose y estimulándose cada vez más -si es que eso era posible-, los mordiscos no tardaron en aparecer en tan candente beso arrancando gruñidos y jadeos de las bocas de ambos.

Te voy a aplastar Muro-chin– las palabras salieron en un tono siniestro, dichas sobre los labios contrarios antes de darle vuelta y dejarle inmóvil con la cara contra la cama y dándole la espalda a aquellos ojos que lo miraban sedientos.

Una de las manos de Murasakiraba se encargó de sujetar los brazos de Himuro por la espalda de este para evitar que se moviera y con la otra lo obligó a levantar en trasero para que le quedara a la altura antes de penetrarlo de nuevo.

Himuro jadeo ante aquella acción, esa posición le permitía al otro llegar mas al fondo, Las embestidas eran continuas, penetrándole sin pausa. Murakibara se percato de el momento donde tocó el lugar que había estado buscando, Himuro se estremeció y gimió hasta que su voz se desvaneció perdiéndose en el placer que segundos atrás disfruto.

Murasakibara empezó a arremeter con fuerza, jalandolo por los brazos para que este levantara el pecho de la cama y quedara suspendido en el aire. Aquella acción le dolía pero el placer podía mas que cualquier otra cosa por lo que rápidamente se acostumbró y movió su trasero hasta chocar con la ingle de pelipúrpura ayudándole a este a penetrarlo.

Himuro sintió como estaba punto de liberar su ser de nuevo, su interior había empezado a contraerse ligeramente y cuando la mano de Murasakibara le rodeo el pene juro que en ese momento iba a tocar el cielo.

No tienes permitido hacerlo aun, no seas un niño malo Muro-chin– posó el pulgar en la punta del pene y con fuerza lo apretó, evitando que este pudiera correrse. –Yo no he terminado, no seas egoísta–.

Soltó los brazos de Himuro y lo levanto por el cuello hasta que la espalda de este tocara su pecho, sosteniéndolo aun por el cuello y evitando que este pudiera correrse posó su cara en el cuello y arremetió contra su entrada con una fuerza brutal, cada estocada dejaba a Himuro sin aliento su cuerpo estaba al límite y los gruñidos del otro eran tan fuertes que sentía como su cuerpo vibraba a causa de ellos.

Mngh… Ahhh– Himuro no podía articular palabra, de su boca solo salían sonidos sin sentido que excitan mas al otro cada que los escuchaba. –Atsh…. Ahhh… A-Atsushi let me…– Deseaba correrse pero le era imposible hablar, Murasakibara continuaba penetrándole y con cada estocada que le daba tocaba la parte dulce de sus adentros.

Himuro podía sentir cómo se formaba una presa dentro de el, albergándose en el centro de su eje esperando para poder salir, todo era demasiado placentero y eso era justo lo que quería, ser la presa de aquella bestia que lo tenía en sus brazos dándole el mejor sexo de su vida.

Ahhh… Ya…Mnnngh…– Murasakibara apretó con fuerza el pene entre sus manos mientras mordió de nuevo el cuello contrario, antes de dejar salir su tibia esencia adentro, dando unas últimas estocadas para dejar salir todo su esperma. Himuro pudo sentir como ese dulce líquido se derramaba en sus adentros provocándole escalofríos en todo su cuerpo.

Ya puedes Muro-chin– Con esas palabras Murasakibara soltó el falo de Himuro permitiéndole regar toda su excitación en un fuerte torrente que se esparció en la grandes manos que minutos atrás le sostenían. Cayo rendido sobre la cama mientras sentía como lentamente su hueco volvía a estar vacío dejando salir rastros de el acto anterior.

Volteo el rostro para mirarlo sonriente, Murasakibara le devolvió la mirada. Los ojos de Himuro bajaron hasta posarse en el falo del gigante, su expresión cambio a una de sorpresa, Murasakibara aun estaba duro aunque el tamaño había disminuido un poco. Aquello era increíble contando con toda la actividad que habían hecho. De verdad que El era lo que había estado buscando.

Muro-chin, aún no estoy satisfecho– Le dijo mirándolo con evidente hambre. –Haz algo para remediarlo–. Más que un pedido fue una orden, una que Himuro siguió con gusto.

Se posiciono de cuatro frente a el y comenzó a lamerlo con esmero. Le chupo desde la base hasta la punta deteniéndose allí para soplarle y provocarle un estremecimiento al más grande, debido a el cambio de temperaturas ya que calor que le había dado la lengua de Himuro minutos atrás pasó a ser frío por el aire sobre el rastro de saliva.

Himuro metió a como pudo el miembro en su boca, chupándolo y succionando con destreza provocando que el pene de el más grande volviera a estar erguido en toda su totalidad.

Ahhhh…– Cada gemido del pelipúrpura le otorgaba una gran satisfacción a el azabache, saber que era el quien le proporcionaba tanto placer lo ponía a mil. Le jalo de la mano para instarlo a que se acostara con el pecho hacia arriba.

Déjame cuidarte hasta que estés satisfecho– Dicho esto se posiciono sobre Murasakibara empalándose a si mismo gimiendo en el acto. Volver a estar lleno con aquel trozo de carne no tenía comparación.

Movió sus caderas de arriba hacia abajo, fue como un deja vú para el mas grande, solo que ahora tenía la mejor vista que podía pedir. El azabache se movía de manera sensual sobre el, dejándole ver de cerca cada estocada que se daba a si mismo. Murasakibara observaba como su falo se perdia en los adentros del Himuro, para luego casi dejarle afuera y después en un rápido y placentero movimiento volvía a estar envuelto en la calidad de aquel estrecho lugar.

Gaaah… Mnngh…– Murasakibara le agarró por las caderas haciéndolo bajar mas fuerte y subiendo el mismo sus caderas para toparlo y así llegar tan adentro como le fuera posible.

Himuro se tocaba descaradamente los pezones, chupando sus labios mientras los apretaba y se pasaba las manos por el cuerpo. El sudor perlaba su cuerpo y gracias a la luz que iluminaba el lugar brillaba en tonos rojos y vinos que contrastaban con el negro de su cabello y el gris de sus ojos que ahora se habían tornado plateados por culpa la excitación.

Murasakibara aceleró el paso, haciendo sonoro el encuentro de sus cuerpos sudorosos. Si algo debía de decir es que Himuro estando arriba lo iba a matar, lo sentía succionarlo y apretarlo cada vez que su pene salía como si se negara a dejarlo ir.

Pronto ambos culminaron simultáneamente, Murasakibara dentro de Himuro y este en el pecho contrario. Sus respiraciones no daban a más, se sentían como si hubieran jugado 3 partidos seguidos sin descanso alguno. Himuro bajo hasta pegar su pecho contra el de el gigante, abrazándolo mientras sus respiraciones volvían a la normalidad.

¿Estás satisfecho ahora?– su voz fue dulce, lo dijo entre besos soltados con cariño por la mandíbula del otro, se recargo en el pecho contrario para ver su rostro al momento de la respuesta, mirándolo con curiosidad.

Mmm… Por ahora esta bien Muro-chin– su mirada estaba fijada en el techo de la habitación. –Aunque creo que nunca estaré satisfecho– lo miro a los ojos, –eres mi nuevo dulce favorito Muro-chin y no pienso compartirte con nadie– arrugó levemente su entrecejo al decir aquellas palabras.

Una leve risa invadió la instancia.

No te preocupes por eso Atsushi– dijo una vez que su risa paro. –Solo debes de prometer que nunca te controlaras conmigo y yo a cambio te voy a satisfacer– Sonrió amablemente y beso sus labios con ternura.

Murasakibara lo abrazo –Lo prometo– dijo en tono feliz –Aún hay muchas partes de Muro-chin que quiero probar y la degustación no ha acabo– Sonrió al mismo tiempo que Himuro sintió como el pene contrario volvía a erguirse en sus adentros prometiéndole una larga noche.


...Y asi finaliza!

Es el primer lemon que escribo y realmente me costó ;-; gracias a Shin-chan por aconsejarme cuando lo necesite y también a mi nonne por que sin ella no lo hubiera escrito, espero que te gustara el regalo que con tanto cariño te hice.

Gracias a todos lo que llegaron hasta aquí y leyeron mi primer escrito, espero que lo disfrutaran y fuera de su agrado!

Muchos abrazos y gracias~