Notas: Hace tiempo que se me había ocurrido esto. Incluye Lemon.


[Defteros x Asmita]

Capítulo 1.

Verdadera identidad.

x—

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Ya los meses habían transcurrido después que la noticia de la traición de Aspros y, su muerte, se regaran por todo el Santuario. No fue para nadie un secreto que tal traición alimentara los comentarios de mal estima referente al honorable santo de Géminis y las consecuencias que traería.

No tenía que adivinar como la mayoría de los reclutas se preguntaban ahora si los santos de Oros eran de fiar, si acaso aquellos que portaban el oro eran los verdaderos elegidos para guardar el lecho de Athena. Quizás hasta algunos creyeran que eso abriría caudales de incomodidad, sin embargo, para muchos de los dorados, eso les valía tan poco, que ni con ello, podrían comprar una baratija en cualquier mercado adyacente. Sísifo apaciguó algunas olas, Aldebarán también, y el resto sólo pasó de largo sobre esos comentarios tendiendo las miradas acusadoras como una alfombra de sus botas doradas. Al final del día, quienes darían el frente en la guerra serían ellos. Guardando las casas y a Athena.

"Un secreto vale para quienes tenemos que guardarlo", habían sido sus últimas palabras cuando "El Segundo" como lo habían catalogado, se había despedido de él diciéndole que preferiría que nadie supiera de la traición de Aspros.

Con ese terrible pasaje, las lenguas, más larga que los estandartes que decoraban el Santuario, se encargaron de divulgarlo para cuando la penumbra azulada del alba empezaba a desvanecer las estrellas.

Virgo estaba enterrado en la oscuridad de su templo con los haces de luz se filtraban por las rendijas de las ventanas y, algunos más ágiles que otros, llegaban a bañar parte la mitad de su estancia. Sumergido en el mundo de imágenes sin trazos, intentaba no recrear el momento en el que había tenido que ser cómplice de la emboscada contra Aspros. Era un hecho ya irreversible que no tardaba en treparle por la espalda e interrumpir su meditación cuando intentaba concentrarse.

"Me convertiré en un demonio que romperá todos los límites. Y mi ego, no se dejará influir por nada", sentenció en voz alta. Llevando en sus brazos los restos de sol, y luz extinta, que una vez se llamó Aspros de Géminis.

Aquellas primeras palabras dichas por Defteros dejaron un resonar en su oído. Tan firmes habían sido, que sintió como si se las hubiese clavado en su pecho al rojo vivo. Pero nadie cambiaba de la noche a la mañana, porque por muy grande que sea la convicción, el eco de las palabras que creemos haber dejado atrás, nos acompañarán toda la vida. Esculpiendo ese palacio en nuestra memoria al que, tarde o temprano vamos a regresar. Y era la absoluta verdad. Quizás Defteros se hiciera rey en su propio palacio de memorias, reviviendo a cada segundo la muerte de su hermano.

Debía averiguarlo, debía comprobar lo que se resguardaba detrás de las inmensas puertas de aquel castillo. La curiosidad le gritaba al oído: ¿se encontraría con las cenizas de la identidad de Defteros convertidas en fuego para esculpir aquel "demonio" que osó a llamarse? ¿O sólo sería la sombra de Aspros?

Deslazando sus piernas, se puso en pie desmoronando el campo de meditación que venía intentando crear. Iba a ir en busca de una respuesta. No quería penetrar la mente del gemelo y rebuscar en el cofre de ella. Quería que él mismo se lo demostrara, quería ver que tanto había afilado sus colmillos para masticar su pasado y, con esa misma agresividad, construir su nuevo futuro.

Encendió su cosmos siendo salpicado por los haces de luz que encandecieron a su alrededor cuando su cuerpo empezó a desvanecerse, transformando su silueta en una fina transparencia hasta que desapareció completamente del templo de Virgo.

Su rumbo era fijo, y en la espera de los segundos que transcurrían para llegar a la isla de Kanon, su mente logró preguntarse por qué la fascinación y predilecto hacia ese gemelo. Al margen de esa peculiaridad, pequeñas escenas resurgieron de su interior siendo la respuesta, a su propia pregunta. No cabía duda que poseía una pedantería que no desmerecía su porte o celebridad, y tristemente al igual que todo, era algo parte de su identidad.

El calor abrazador no tardó en colársele por las botas, anunciando que ya había llegado a las entrañas del volcán. Dio unos pasos y la tierra crujió bajo él, siendo suave el sonido de las piedras repiqueteando al ser reducidas a cenizas. Sintió la presencia con la que deseaba hablar, al parecer sumergida en medio de ese corrosivo mar de lava.

—¿A qué debo tu intromisión aquí, Asmita? —Una pregunta cargada de un tono sepulcral le llegó a los oídos. Asmita, que lo conocía desde que había sido un minino al que él le había quitado el bozal para transformarlo en aquel temerario león, sonrió lánguidamente.

—"Segundo" —murmuró con tono impenetrable.

En respuesta, una mirada airada se encendió en aquellas pupilas azules.

—No vuelvas a llamarme así —sentenció, con palabras tan afiladas que Asmita sintió como si su piel fuese arañada.

—No te estoy llamando por él —Sonrió altivo—. Sólo dije la palabra. Si tú te consideraste un "Segundo", entonces ya he verificado la duda que me trajo hasta aquí.

Un suspiro desdeñoso brotó de los labios de Defteros, después de esas palabras.

—¿Qué quieres? —preguntó, y en aquella pregunta el caballero de Virgo le pareció entrever un cierto respeto que, no había estado allí momentos atrás.

Empezó a caminar hasta él, paulatinamente, como si pudiera oler a una buena presa como un lobo huele la sangre. Defteros se guardó el aire en los pulmones, de alguna forma sintió que allí estarían mejor. Las botas de Asmita perforaron el río de lava y como si caminara sobre un jardín de flores, llegó hasta él. Con aquella perfecta preeminencia de ser llamado el hombre cercano a Dios.

—Defteros —dijo, ya frente a él—, ¿qué eres?

Una sonrisa sinuosa se rasgó en los labios del gemelo. Quien se levantó al segundo siguiente, batiendo su cabello a su espalda y estar a la altura donde el Virgo se alzaba.

—Esa pregunta suena como polvo de carbón raspando mis tímpanos.

En los labios del rubio una sonrisa glacial no tardó en aparecer. Aquel hombre destilaba una oratoria capaz de aniquilar las moscas al vuelo —pensó Defteros—, al tiempo que prefirió dar un paso hacia atrás.

—Carbón —repitió con cierta diversión—. Qué curiosa elección de palabras, Defteros.

El silencio fue la respuesta a las palabras del santo, quien no tardó en descubrir en esa capa temeraria aquellas señales inequívocas de confusión, surgir en el interior del hombre que yacía frente a él. Así que se deleitó un rato del silencio, mientras se regodeaba del momento.

—Ciertamente suena a un cántico —añadió, cuando dejó que el mutismo fuese un intimidador secundario—. Recuerdo que decía que, en la profundidad de nuestras almas, un color carbón las sombreaban…

—"Y es por esa razón que somos brasas ardientes, que generan la flama más vehemente cuando nuestros sueños se encienden" —culminó por él. Mostrando una sonrisa beatifica, mostrando su deleite con los latinajos y aquel verbo fácil.

—No sabía que leías latín —comentó, curveando un poco la línea de sus cejas.

—Te podrías sorprender de muchas cosas, Asmita —Lo miró inquisitivamente, devolviendo esa mirada aguileña que aún si poder ver, sentía que le arrancaba la piel y le escrutaba el alma—. El Defteros que conociste, ya murió —finalizó—. Ya comprobaste tu pregunta.

—Hay cosas que sólo pueden verificarse entre tinieblas —insinuó blandiendo una sonrisa enigmática.

—¿Sí? —Se acercó a él, rompiendo el límite del espacio, creando un contacto de pieles—. ¿Quieres que te lleve a ellas, entonces?

Una risita por debajo, fue la afirmación que necesitaba.

—Entonces, déjalo en mis manos, Asmita de Virgo —Sonrió con la malicia que lo abordó, antes que sus melenas empezaran a flotar—. Another dimension.

Continuará.


Notas finales: Esto será un two-shot dedicado a la pareja. Y, después, dependiendo de como me tome la inspiración, continuaré uno de mis Mani x Alba^^ Próximo cap, LEMON.

¡Hasta la próxima!