Gracias a mi koibito, por su entusiasmo y geniales ideas en el desarrollo de esta historia.

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: Skip Beat no es mío, porque si lo fuera, ya hubiera hecho algo al respecto…


HASTA PRONTO

LA DESPEDIDA

Lo único bueno de este viaje a Hokkaido es que le había brindado la excusa de charlar con Kyoko todas las noches. Ya lo había empezado de muy mal humor porque su estancia estaba prevista para dos semanas, y ya iban por la tercera. El clima, que no acompañaba, o los retrasos debidos a sus compañeros de trabajo, una panda de niñatos irresponsables sin un mínimo de profesionalidad.

No, Ren no llevaba bien la ausencia…

Empezó llamándola cada dos noches, casi como si fuera 'Hey, me pregunto qué estará haciendo mi kohai'. Pero para la semana siguiente, ya se habían convertido en diarias. Kyoko se burlaba de él, muy educadamente por supuesto, diciéndole que parecía que no podía dormir sin su charla de buenas noches con ella.

No sabe cuánta razón tenía…

Las noches se le hacían eternas y el sueño le rehuía, esquivo y burlón, si no escuchaba su voz. Y si ya por algún azar de la conversación lograba arrancarle alguna risa, él soñaba esa noche con los dos niños que jugaban junto al río. O si se ponía idiota por haberse saltado alguna comida, ella le regañaba con un tono tan de Setsu, que esa noche sus sueños se poblaban de cuero negro, tacones de aguja, y minifaldas muy cortas. Como fuera… El caso es que necesita escuchar su voz. Solo ella mantenía alejadas las pesadillas, incluso desde la distancia.

Él se tendía en la cama cuando hablaban. Le gustaba imaginar que ella hacía lo mismo al otro lado, y así los dos parecerían sacados de una película antigua, como aquellas comedias clásicas de Doris Day que veía con su madre, en que la cámara los colocaba a cada extremo de la pantalla, como si compartieran la misma cama.

Esa ilusión le tendría que bastar… Porque él no estaba ni un momento más cerca de contarle a ella su historia. Al contrario, cuanto más íntima y cercana se volvía su relación con Kyoko, más miedo le daba a él revelarle sus secretos. Y mucho menos ahora que Kyoko empezaba a considerarlo un amigo casi igual que Corn. Tsuruga Ren casi al mismo nivel de amistad que Corn... Lo cual tiene su gracia, porque él era Corn.

Pero él era feliz con eso. Kyoko se estaba abriendo a él, y para él era como si le entregaran las llaves del reino. Si él, el Kuon adulto, el que una vez fue el príncipe Corn, era capaz de otorgarle consuelo como cuando niños, significaba que aún había posibilidad de redención para su castigada alma.

- ¿Seguro que no te molesto, Mogami-san?

- Para nada, Tsuruga-san. Tú nunca molestas.

A Ren le hizo gracia que ella usara sus mismas palabras.

- Te pido perdón por llamarte tan tarde.

- No te preocupes, en serio, todavía estoy ayudando con el restaurante.

- ¿Aún queda gente?

- Unos pocos, sí…

- ¿Una noche movidita?

- Pues sí… Un cumpleaños, varias reuniones de amigos, un par de familias y algunas parejas…

- ¿Bastante alcohol, verdad?

- Pues sí, pero si te refieres a si hubo incidentes, no más de algunas voces y risas altas y algún vaso que acabó en el suelo. No te preocupes, Tsuruga-san.

- No puedo evitarlo. Siempre me preocupo por ti, Mogami-san.

- Tsuruga-san… De veras te lo tengo dicho… Si alguien se pone tonto, la simple visión del Taisho con sus cuchillos les hace recuperar la sobriedad de golpe…

Ren rió.

- Sí, sí… Supongo que tienes razón… Pero aun así, ten cuidado, ¿sí?

Ella suspiró. Ren cerró los ojos.

- Lo tendré…

- Me muero de ganas de probar eso tan especial que el Taisho nos ha preparado para mañana. Llegaremos a media tarde. ¿Estarás libre para entonces o vamos a buscarte a algún sitio?

- No, no hace falta, gracias. Yo estaré aquí mucho antes para ayudar al Taisho.

- Pero Kyoko… -protestó él. Sí, a veces se le escapaba el 'Kyoko'...-. ¿Cuál es la gracia de invitarte a cenar si haces tú la comida?

La voz de Ren le recordó a Kyoko la de un niño al que no le hacen caso. Ella rió, alegre. Ren, al otro lado de la línea, sonrió también.

- Mi casa, mis reglas, Tsuruga-san…

Ren resopló…

- Está bien… Pero la próxima vez elijo yo el sitio.

- Me parece justo…

- Hasta mañana, entonces… Buenas noches… -dice él.

- Buenas noches… -dice ella-. Hasta pronto…

Esa noche Ren sueña con la sonrisa de Kyoko y las tardes de verano de su infancia.


A la mañana siguiente, cuando está terminando de desayunar, café solo y poco más, Yashiro entra en la habitación sin llamar. La puerta abierta con estrépito y su cara deformada por una mueca de dolor, en la que se mezcla el espanto, la incredulidad y una pena infinita.

Ren se envara. Y un escalofrío de mal agüero le recorre la espalda. Esto no es bueno… ¿Qué ha ocurrido?

Yashiro está de pie, quieto frente a él. En la mano enguantada sostiene su teléfono móvil. No se atreve a hablarle. No se atreve a mirarle.

¿Qué demonios pasa?

- Ren… Y-Yo…

Y le tiende el aparato.

Bajo la fría pantalla de cristal líquido, negras letras se dibujan:

Diario de Tokyo Digital

Sucesos. Última hora

La joven promesa Mogami Kyoko ha fallecido esta madrugada en un incendio en su domicilio.

La actriz, a quien muchos recordarán por…

Ren no pudo leer más.

La sangre se detuvo en sus venas. Su corazón se paró.

Dejó de respirar.

El teléfono cayó al suelo.

Él quería gritar.

El mundo entero seguía girando.

Pero su mundo ya no existía.

- Lo siento, Ren…, lo siento tanto… Pobre Kyoko-chan… -decía Yashiro al borde del llanto.

No.

No.

No es posible.

Kyoko está muerta.

Muerta.