Todo comenzó cuando Shaka creyó enamorarse de alguien, sin notar que esa persona intentaba olvidarle en vano. Sin embargo, sin que fuera su culpa, los hechos llevaron a que aquella noche Mu encontrase algo en el Santuario que nunca creyó que ocurriría tan cerca. A veces el corazón se manda solo.


Por lo visto ha sucedido lo impensable. Volví a encantarme con esta historia, aunque no sin antes de hacer una profunda reforma. Para serles honesta, cuando borré "Sin pan ni pedazo" creí que nunca más tendría ganas de escribir de nuevo en Saint Seiya. Odié ese fic con ganas y olvidé que lo había subido por años… mi Musa había desaparecido…

… y sin embargo, apareció su reemplazo, en la forma de algunas lectoras que nunca parecieron perder la fe. Para comenzar por Juanis, que nunca, nunca dejó de recordarme que este fic existía y que necesitaba una conclusión, y otras, que con paciencia fueron animándome de nuevo.

Y aquí está, "Lo que los Ojos no ven", reemplazo de "Sin Pan ni Pedazo", con severas modificaciones. Les ruego que le den una oportunidad, pues creo que me quedó bastante más decente que la primera vez. Al menos así opina "El Concilio del Fic", o como me gusta llamar a las lectoras de prueba que intervinieron en la reforma, con enorme paciencia y muchos ánimos.

Nunca me olvido de las madrinas originales del Fic: Sonomi, Arwencita y Seika Lerki. Conste. A ellas gracias eternas.

Para referencias a mi estilo y a ciertos aspectos del fic, lean 'Littera Minima' y sus esta ocasión, sumen 5 años a las edades del canon. Por favor, quienes dejan reviews anónimas, DEJEN UN MAIL DE CONTACTO para que pueda responder sus comentarios: les prometo por mi Madre que nunca hago uso malicioso de direcciones ni envío cadenas que nadie lee.

Un especial agradecimiento a Seika Lerki (¡DE NUEVO!), Tsuyu Ryu y Eckléctica, madrinas y lectoras de prueba de este fic, que me instaron e incentivaron a escribir y reformar, y que incluso pudieron ver escenas del próximo fic.

"Saint Seiya", la trama y sus personajes pertenecen a Masami Kurumada y a quienes han pagado por el derecho respectivo. El personaje de Selene Ishikawa pertenece a Fanny Shadow y cuento con su autorización para usarlo. No estoy sacando beneficio económico de este escrito: nada más hago esto para relajarme y entretener a mi imaginación, eso es todo.


ADVERTENCIA.

Manual del Villano Para la Malvada Conquista de la Galaxia, Artículo Cuarto: Dispararles NO debe ser suficiente para mis enemigos: Hay que asegurarse. En otras palabras, ¡DEBEN MORIR!

Cualquier coincidencia con la realidad, con situaciones reales y semejanzas con personas vivas o muertas, es una mera coincidencia. Se pide criterio y discreción por parte de los lectores. No me hago responsable de castigos, lesiones, o penas capitales derivados de la lectura de este capítulo.


SOUNDTRACK SUGERIDO: 1917, Mecano


"Lo que los Ojos no ven"

Apertura: Vae Victis!

Predios del Santuario.

00:57 a.m.

Mu caminaba cabizbajo. No era un lemuriano feliz, se sentía pesado. Miró al cielo con desgano, y ni siquiera pudo encontrar el consuelo de las estrellas. Hacía mucho frío y las nubes estaban tan cerradas que se amenazaba lluvia en cualquier momento. Mu se ajustó la bufanda sobre su cuello y siguió caminando. Gruñó apenado, ¡Esto no debería estar pasándole! Se supone que la vería de nuevo al día siguiente, y prácticamente ya era otro día, pero aun así. Ahora sí que le entregaría aquél regalillo que le tenía hacía dos días y que no se atrevía a darle. Ese día sí se lo daría, por Athena que se lo daría y nada se lo impediría.

¡Patético! Ni se atrevía a decirle lo que sentía ni podía darle un regalo. Si seguía así, arruinaría sus oportunidades. ¿Por qué no había aprovechado cuando estaban viendo la película? ARGH.

"… Estoy tan impulsivo como Kiki…" Susurró Mu neutral.

…Y cerrando los ojos, volvió a pensar en aquella chica que no se podía, ni quería, sacar de la cabeza. Al menos ya se había reconocido a sí mismo lo que sentía por ella, pero le daba pánico escénico cada vez que tenía ganas de decirle y no podía. Gruñó molesto consigo mismo. Era aries, se supone que enfrentaban estas situaciones a cabezazos. ¿Acaso era su signo ascendiente? Argh. Mu apretó los puños. ¡Mañana le diría cuando la viera! ¡Por Athena que lo haría!

Se detuvo en seco.

Prestó atención. Entrecerró los ojos.

Algo ocurría, había una perturbación en el aire.

De inmediato supo que algo andaba mal. Mu se detuvo muy serio y comenzó a analizar sus alrededores, con una actitud crítica y urgente. Percibía un cosmo… No, eran dos conocidos y familiares cosmos, pero… ¡Qué raros se sentían! Parecían alejarse y diluirse en la atmósfera. Inspiró una buena bocanada de aire mientras analizaba lo que sus sentidos le entregaban. Era una sensación acrílica, plástica, trémula y como llena de polvo. Como pintura de lata recién aplicada o como el olor del pegamento extra fuerte instantáneo. De algún modo todo eso le atosigaba la garganta. Mu entrecerró los ojos y mentalmente llamó a su armadura, la cual no tardó en cubrirlo.

Ajustándose la capa, Mu fijó la mirada en una dirección específica. Resuelto se dirigió allí, repasando mentalmente las listas de turnos, para saber a quién preguntar, aunque no sabía qué era aquello que le intrigaba. Conocía a los santos que, se supone, deberían estar allí vigilando, aunque no lograba dar con ellos. De hecho, esos cosmos tan anormales que había percibido pertenecían a esos dos. Tendrían que estar cerca, ¿por qué no se había topado ya con ellos?

Les llamó vía cosmonet, pero no le respondieron.

Llevaba unos 10 minutos caminando, cuando comenzó a percibir en el terreno unos curiosos patrones. Al notar que el suelo que pisaba estaba alterado se detuvo a investigar, cada vez más inquieto, pero no por ello menos templado. La tierra estaba congelada o lodosa y era evidente que allí había tenido lugar una fiera pelea, pero por más que trataba de descifrar la situación por medio de la energía liberada durante esta batalla, sólo lograba detectar las anormales trazas de estos dos cosmos, que en ningún caso se sentían hostiles. ¿Qué significaba todo eso? Apuró el paso y comenzó a contactar a algunos guardias que había en la cercanía.

"¿Sr. Mu?" Preguntó Argol de pronto, vía cosmochat. El santo tenía ronda muy cerca de allí y por lo visto estaba tan curioso como preocupado.

"Argol, ¿También lo percibes?" Preguntó a su vez Mu. El plateado meneó la cabeza.

"¿Los cosmos extraños? O sea, que no eran ideas mías. ¿Por qué estos dos se sienten tan… raros?" Preguntó el plateado.

"Es lo que pienso averiguar."

Mu cortó la comunicación. Seguro que Argol se reuniría con él en el origen de estas anormales emisiones de energía, por lo que prefirió guardar silencio, pura precaución, y concentrarse en dilucidar este misterio. El terreno se veía cada vez más agitado, como si la pelea hubiera involucrado a más de cuatro o cinco personas. La oscuridad no lo ayudaba demasiado: si hubiera habido un poco más de luz, el dorado se habría percatado de huellas y de que aquella sensación líquida que estaba sintiendo en los pies cuando caminaba, se trataba de sangre y no agua o barro.

Se horrorizó cuando prestó atención.

Alguien yacía en el suelo. Mu lo encontró por accidente, al tropezar con él… El dorado se agachó en seguida y fijó la mirada en el bulto que no esperaba encontrarse allí. Sabía que era un santo, llevaba una armadura, pero ¿por qué no podía reconocerle por el cosmo? No se veía mucho con esa oscuridad, pero eso no debería ser un impedimento para identificar a otro santo de Athena. Buscó la cabeza del caído a tientas, y tuvo que encender su propio cosmo para obtener algo de luz y ver de quién se trataba. Solo entonces le reconoció.

"¿Daniel?" Entre que preguntó y exclamó. Mu abrió los ojos como platos. Conocía a este plateado, lo conocía bien. Camus se había pasado toda la semana refunfuñando por su culpa. El dorado le sacudió. "¡Daniel! ¿Qué te pasó?"

Mu levantó una de sus manos al notar una sustancia viscosa. Sangre. Su mano estaba embadurnada en sangre. Rápidamente buscó el origen de la herida, pero al palpar la zona, desistió de su idea: sin dar crédito a sus ojos, de inmediato buscó los ya inexistentes signos vitales… pues Daniel de Sculptor estaba muerto. Con heridas terribles: se habían ensañado con él. El lemuriano no se lo creía. ¿Muerto? Pero… ¿Muerto cómo? Parpadeó estupefacto. ¿Cómo no se dio cuenta antes? No se lo creía. ¿Cómo… no se percató del tremendo daño que tenía?

Se quedó pasmado por más de un parpadeo. Daniel estaba por completo fracturado, apuñalado, golpeado y arrastrado… Pero no mostraba signos de haberse defendido en lo más mínimo. Apenas tenía unas cuántas heridas defensivas en los brazos y punto, y se notaba que ya llevaba por lo menos media hora fallecido. ¡¿Qué Diantres?! Mu se puso de pie. ¡Apenas hacía un instante que había detectado su cosmo! ¿Cómo era posible…?

Sus ojos se abrieron como platos y al erguirse en toda su altura, totalmente en actitud ataque–defensa, Mu no escatimó cosmo para rastrear sus alrededores. No era el momento de ser sigiloso, lo que ocurría era cosa de cuidado. Si esto le había pasado a Daniel, ¡Bien que podía haberle pasado lo mismo al otro plateado cuyo cosmo se sentía tan acrílico como el de Sculptor! ESO era precisamente lo que le preocupaba. Esta vez buscó con más urgencia, con más miedo, con más…

"¡Me Enferma Cuando Tengo Razón!" Exclamó de corazón Mu, al detectar una silueta en la oscuridad, antes de echar a correr hacia la derecha.

Menos de un nanosegundo se tardó Mu en llegar junto al segundo caído. Una máscara estaba hecha pedazos tirada en el suelo no muy lejos de allí; esta persona yacía sobre un charco de su propia sangre y su tez era la de un cadáver. ¡Estaba casi en las mismas deplorables condiciones que Daniel! Se abalanzó sobre la figura con la misma angustia de un hermano y por instinto estuvo tentado de sacudirle para despertarle. Se contuvo en el último momento y en vez de sacudirle, le tomó la mano izquierda en un gesto fraterno de apoyo y cariño, en caso de que estuviera…

Mu soltó la mano como si se tratase de una brasa caliente y cayó de golpe sobre sus posaderas. Ya no podía seguir abriendo más los ojos, le era imposible. Miles de pensamientos se arremolinaron sobre su cabeza y no podía darle prioridad a ninguno. Sí… Ella estaba viva, apenas, pero viva nada más por necia, lo supo en el segundo en el que le tomó la mano, pero… Pero… ¿QUÉ HABÍA PASADO CON SU COSMO? No podía percibir el de esta amazona, no podía, no lo lograba, por más que intentaba hacerlo. NO SE PODÍA. Era como si se lo hubieran robado, pero ¿CÓMO LO HABÍAN HECHO?

El santo se pasó la mano limpia por la cara y despabiló. Aún en la oscuridad, Mu fue capaz de notar como sus párpados con gran esfuerzo se abrían, dejando apenas una delgada línea de visión abierta, pero en seguida se cerraron, sin dar otros signos de conciencia. El santo de Aries le acarició la cabeza y volvió a tomar la misma mano que antes soltase…

"¿Qué te pasó Chantal?" Preguntó en un susurro antes de dar la alarma y alterar el pesado silencio del Santuario.

Fin de la Apertura.

Continuará…

Por
Misao–CG


PS: El fic original fue escrito en 2006, sufriendo en esta reforma leves modificaciones que espero en serio que no los decepciones. Faltas de ortografía, de gramática, tipeo y redacción (excepto en el caso de los diálogos de Niké) no son intencionales y si descubren alguna, por favor, sean buena leche y avísenme para poder corregirla, lo mismo si tienen quejas o críticas respecto de la historia, para poder ver como lo soluciono (en tanto sean educadas y civilizadas) ¡GRACIAS POR HABER LEÍDO EL CAPÍTULO!


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Vae Victis!: ¡Ay de los Vencidos!