7
Cometió un error, un descuido que podría costarle la vida. Una estupidez, si era honesto consigo.
Apartó la máscara de su rostro para limpiar los vendajes, jamás imaginó que al hacerlo algo como eso sucedería. Pero pasó. Jason Todd abrió los ojos, de la misma forma en que lo hizo al salir del Pozo de Lázaro.
Damon no tuvo tiempo para cubrir su identidad. El monitor cardíaco se disparó, al mismo tiempo que las manos del resurrecto se cernían sobre sus muñecas con desesperación.
—Damian.
El muchacho retrocedió, apartando sus manos con firmeza para liberarse del agarre de Jason. Odiaba ese nombre, y odiaba ser confundido con él.
El pitido de las máquinas lo obligó a tranquilizarse. Apartó el pensamiento de su hermano y se concentró en el hombre que le miraba como si se tratara de un fantasma. Tenía que hacerlo, por Brown.
—Necesitas descansar —Imitó la forma en que Damian hablaba, con esa dureza que se impregnaba incluso en las palabras más dulces.
—¿Q-qué pasó? —La voz de Jason salió entrecortada. La garganta le dolía, quizá por la cantidad de tiempo que había pasado sin hablar—. ¿Dónde estamos?
Damon pudo mentirle, o simplemente inyectarle un sedante para dejarlo inconsciente de nuevo. No hizo ninguna. Su lengua se paralizó, incapaz de formular una respuesta. Estaba asustado, y no sabía por qué.
—Damian —llamó Jason.
No soy él, quiso decir.
—Todd —Miró el monitor, donde las líneas comenzaban a regularizarse hasta volver a la normalidad—. Está bien. Necesitas respirar.
Jason obedeció, a pesar de que sus costillas dolían al inhalar. Abandonó los intentos por incorporarse, a sabiendas de que no serían exitosos. Permaneció quieto, hasta notar una fría superficie alrededor de sus muñecas.
Damon estiró una mano para tomar una jeringa de la charola metálica donde yacían los vendajes viejos.
Los ojos de Jason viajaron hasta sus manos, atadas a la camilla a la que se encontraba por un par de gruesas cadenas. Alzó la mirada, en busca de una explicación que no tuvo lugar.
—Tú no eres Damian —afirmó.
El muchacho reconoció esa mirada, era la misma que Talia le daba cuando recordaba a su hermano al verlo. Decepción, y una pizca de repugnancia.
—Lo siento —dijo, sin poder evitarlo.
De verdad lo sentía. Lamentaba no ser esa persona que ellos anhelaban que fuera.
Sostuvo con fuerza la jeringa y la clavó en el suero al que Jason estaba conectado. Esperó un par de minutos, en los que los gritos del resurrecto inundaron la habitación, hasta que el sedante surtió efecto.
Permaneció en su sitio por unos minutos más, recomponiéndose de lo que acababa de suceder. Abandonó el lugar un par de horas después, tras decidir que Jason se mantendría dormido por algunas horas.
No se atrevió a visitar a Stephanie. Se mantuvo ocupado entrenando y, más tarde, haciendo guardia en el ala donde la chica permanecía encerrada. Por la noche, bajo las órdenes de la madre del nuevo heredero, su presencia fue requerida por fin.
Damon se introdujo en la conocida habitación igual a los primeros días, con una extraña indiferencia que Stephanie no supo a qué atribuir.
—¿Estás bien? —inquirió la chica, con un matiz de preocupación en su voz—. No estuviste aquí en todo el día.
Stephanie no se atrevería a decirlo en voz alta, pero una parte de ella había extrañado la compañía del muchacho. Se había acostumbrado a su continua presencia, a su voz. Damon era lo único que la mantenía cuerda en ese lugar.
—Tuve que patrullar a las afueras —mintió. Señaló la barriga de la chica con un movimiento de cabeza—. ¿El heredero está bien?
—Lo está —asintió—. También yo.
—Bien.
Algo andaba mal. Hacía mucho que Damon había dejado de rehuir a la mirada de Stephanie.
—¿Cómo está Jason? —preguntó ella.
—Progresa.
—¿Sus heridas sanaron?
—Casi.
Eso tranquilizaba el corazón de Stephanie. Una parte de ella deseaba que Jason se recompusiera pronto, porque eso significaría la construcción de un plan, uno en el que ambos regresaban a Gotham.
—¿Te veré mañana?
Damon dudó por unos segundos.
—No lo sé. Hay algunas cosas que debo hacer.
A veces, Stephanie olvidaba quién era Damon, las responsabilidades que tenía más allá de protegerla a ella y a su bebé.
—Ya veo.
—Vendré por la tarde —prometió, sin saber del todo qué lo había motivado a decir algo como eso.
Los ojos de la chica brillaron ante esas palabras.
—Suena bien.
—Es tarde. Debes descansar.
—Yo solía patrullar por las noches —Le recordó—. Estaré bien con pocas horas de sueño.
—No le hará bien a tu bebé.
Stephanie enarcó una ceja. Damon jamás se había referido de ese modo a su hijo. Para la liga de las sombras, el niño que crecía en su vientre no era más que el heredero. Llamarlo bebé era nuevo, como un mote cariñoso. Se sintió cotidiano, normal, algo impropio del lugar en el que se encontraba y de las personas que le rodeaban.
—Tal vez tienes razón.
El muchacho no pareció darse cuenta del peso que la palabra traía consigo. Asintió con la cabeza e hizo un ademan para retirarse.
—Espera —Le detuvo la chica.
—¿Necesitas algo más?
No realmente. Stephanie no supo qué contestar, el llamado había surgido como un acto de reflejo.
—Buenas noches, Damon.
—Buenas noches, Brown.
Nunca se habían deseado una buena noche. Al abandonar la habitación, Damon se sintió enfermo. Una sensación desconocida se concentró en su vientre, como un nudo que se deshacía y se volvía a apretar con fuerza. Sus mejillas se colorearon con violencia, igual a cuando Nyssa aseguraba que tenía fiebre. ¿Brown había ocasionado eso en él? Tal vez. Pero, ¿qué era eso?
Se llevó una mano al pecho, donde su corazón latía desbocado.
.
Jason no quiso mirarlo, ni siquiera cuando Damon extendió una cucharada de sopa para alimentarlo.
—No mejorarás si no comes —intentó razonar el menor.
—¿Por qué querrías que yo mejore? —inquirió.
—Porque se me ha ordenado mantenerte con vida —respondió con simpleza—. Y debo acatar lo que se me ordena.
—¿Talia ordenó eso?
Damon apretó los labios. La líder del gremio no permitía que se compartiera información con los prisioneros de la orden, pero Brown también se había convertido en su superior, y a ella le habría gustado que compartiera esa información con Jason.
—Lo hizo. También Brown.
Jason giró el rostro, lo suficiente para que sus ojos se encontraran con los del chico.
—¿Dónde está?
—Lo sabes, Todd. ¿Acaso no intentaste burlar la seguridad que Talia dispuso en la torre?
El resurrecto dejó escapar una risita.
—No te hagas el listo conmigo.
—Entonces no hagas preguntas estúpidas, ¿quieres? —Extendió la cuchara hacia la boca de Jason, indicándole con una mirada que bebiera la sopa.
—La comeré después de que tú lo hagas.
Damon enarcó una ceja.
—¿Siempre son tan desconfiados?
—Ser desconfiado me ha mantenido con vida.
Tenía un punto, uno muy razonable. A sabiendas que no podría convencerlo de otro modo, Damon se llevó a la boca la cucharada de sopa. Estaba algo fría, pero sabía bien. Él mismo la había preparado, ya que nada en ese lugar parecía ser lo suficientemente nutritivo para ayudar a que Todd pudiera sanar. En la liga se les dejaba morir, no se les curaba.
—¿Contento?
El resurrecto no respondió, se limitó a abrir la boca para que Damon le alimentara.
De haber sido otro momento, con otra persona, en cualquier otra circunstancia, Damon lo habría dejado morir de hambre ante tal atrevimiento. Jason lo estaba tratando como un sirviente, no como el mejor soldado dentro de las filas de la liga de las sombras. Era un insulto a su persona, uno que no podía permitir; sin embargo, había algo que le impedía molestarse.
—Te volveré a sedar —advirtió, después de que Jason terminara con la comida.
—¿Tengo opción?
—No.
—Hazlo, Hereje.
Damon detuvo el trayecto de la jeringa sobre la bolsa del suero.
—Ese no es mi nombre.
Jason se movió sobre la camilla para alzar la cabeza.
—¿Qué nombre te ha dado Talia esta vez? —inquirió con voz burlona—. Ese fue el nombre que ella le dio al último clon de mi hermano.
—Damon. Brown me llamó Damon.
Las preguntas que Jason quiso hacer murieron en su garganta. La dosis que el menor inyectó fue superior a la última vez, logrando noquearlo en cuestión de segundos.
Damon dejó caer la jeringa. Por primera vez, no sintió odio al recordar que era el tercer experimento de Talia.
.
Tim giró sobre su silla, buscando el rostro de su hermano. Damian mantenía su vista sobre la pantalla, donde se reflejaban las frecuencias de audio del micrófono de Jason. Ninguno habló por lo que pareció una eternidad. Fue el mayor quien decidió dar el primer paso.
—Hay un nuevo Hereje.
Los dedos de Damian recorrieron el panel de control de forma desinteresada.
—No es un nuevo Hereje.
Tim frunció el ceño.
—Lo escuchaste.
—Sí. Tú también lo hiciste —Levantó el rostro—. ¿Acaso no has entendido nada?
¿Qué se le estaba escapando? Pensó de nuevo en las palabras del clon, en la forma en que había corregido a Jason cuando éste le llamó igual que a la máquina asesina que terminó con la vida de su hermanito tantos años atrás.
Bingo.
—Es humano.
Damian asintió.
—Desarrolló sentimientos, eso lo hace un error.
—Talia lo destruirá.
—Sigue vivo, eso quiere decir que ella todavía no lo sabe —Volvió su atención a la pantalla—. A Talia jamás se le escaparía algo como esto. Deduzco que el fallo comenzó hace poco.
—¿Por qué desarrollaría sentimientos?
Una sonrisa apareció en la comisura de los labios de Damian, extendiéndose lentamente hasta surcar su rostro.
—Brown.
Me preguntó si alguien leerá esta historia todavía. Ha pasado mucho, ¿no es así?
Pasaron demasiadas cosas en los últimos años. Me retiré de la escritura por un tiempo, volví a finales del 2018, en otra plataforma y con historias sobre otros temas. La universidad me consume, incluso cuando el mundo se encuentra en la situación actual. Hay mucho que decir, pero no quiero quitarles tiempo.
Volví porque me gustaría terminar lo que comencé. No sé cuánto me tomará, pero me gustaría darles un final a las dos historias que permanecen en hiatus. Lento pero seguro. Espero que alguien pueda leerlas y sea de su agrado.
¡Nos leemos!
P.D. Corregiré todos los errores más tarde.
P.D. 2 Releí la historia por completo porque olvidé algunas cosas, y como era de esperarse, encontré un montón de fallos en mi escritura que probablemente corregiré en unos días. Por ahora sólo he corregido los primero tres capítulos de la historia, incluido el prólogo.