¡Buenas noches o lo que corresponda a todos! Pues aquí vuelvo, con un nuevo proyecto (algo así) que también estoy subiendo en Fanfic (menuda novedad jajaja). Como sabréis los personajes no son míos, sino del fantástico Hiro Mashima, pero la historia es producto de mi perversa mente (guiño, guiño) jajaja.

He de confesaros que hice milagros acortando la sinopsis original y, de hecho, tenía pensado subirlo aparte como "capítulo"... pero la pereza ganó la batalla y al final pasé de todo xD (aunque seguramente eso os dé igual xD. No obstante, si queréis que ponga por aquí la sinopsis original solo tenéis que decirlo). Solo me queda por decir que: primero, la letra que veáis en negrita y cursiva son los pensamientos de los personajes (algo también muy novedoso, sí xD). Y, finalmente: ¡Espero que disfrutéis de esta historia! ^^


CAPÍTULO I: Salamander

Lunes. 14:58 h. Ciudad de Magnolia.

Un joven pelirrosa de piel medianamente bronceada y de alborotados cabellos caminaba a paso rápido por las calles de la ciudad de Magnolia. El muchacho aparentaba unos veinte años y, además del cabello rosado, lo que más destacaba de su rostro eran sus ojos. Dependiendo de la luz, sus ojos cambiaban de color: podía pasar de su usual color verde musgo a un tono marrón ante la ausencia de luz.

El muchacho partía rumbo a su lugar de trabajo a una hora mucho más temprana de la habitual. La razón de ello se debe a que cierto pelinegro de cabellos cortos, compañero de trabajo y amigo del primero, le hizo un favor. Gray Fullbuster, que así se llamaba el amigo-rival del chico, le cedió su turno, puesto que el joven de cabellos rosados tenía que encargarse de cierto asunto "delicado" más tarde.

Se le hacía raro trabajar en las primeras horas de la tarde, ya que sus turnos caían en el horario nocturno, de 23:00 a 3:00 h. Aunque también era cierto que alguna vez le tocó realizar algún turno de tarde-noche, de 19:00 a 23:00 h., como el que le correspondería el día de hoy.

Pero ese cambio de horario no le molestó en lo absoluto una vez que entró al establecimiento, un café-pub, y comprobó el ambiente tranquilo del lugar. No había presencia de aquella música estridente y a todo volumen que se había habituado a oír a altas horas de la noche, algo que molestaba a sus sensibles oídos, que captaban el más mínimo ruido. Era como si trabajase en un lugar completamente distinto: el ambiente relajado, el orden, la ausencia de ese calor agobiante que se producía al llenarse aquello de gente… Era otra historia. Los clientes charlaban calmadamente sentados en los sofás de la cafetería con su refresco o con su correspondiente café en la mano, sin armar alborotos y sin necesidad de alzar la voz. Se sentían en su propia casa.

En una amplia tarima, que se hallaba cerca de la barra y de varias mesas ocupadas por los clientes, se encontraba una albina de cabellera larga y ondulada, vestida con un vestido que llegaba un poco más por debajo de sus rodillas de un tono granate. Su flequillo estaba recogido en una pequeña cola que dejaba entrever sus espectaculares ojos de un tono azul profundo. La muchacha, que sería un poco más mayor que el pelirrosa y que respondía a nombre de Mirajane Strauss, estaba en medio de aquel pequeño escenario tocando una pieza de jazz en el elegante piano de cola negro, que se utilizaba para las actuaciones en vivo. La voz melosa y dulce de la mujer junto con la interpretación limpia y clara de la melodía no hacía más que mejorar el buen ambiente de la cafetería. Estaba claro que llevar de vez en cuando a la adorable Strauss como intérprete fue la mejor opción que pudieron escoger para atraer clientela a Fairy´s Club.

Natsu, que así se llamaba el muchacho de cabellos rosados, se dirigió hacia la barra y entró en la puerta que se encontraba tras esta, de la cual colgaba un letrero que ponía: privado. Se cambió rápidamente, poniéndose el uniforme completamente negro, formado por unos pantalones y una camisa de manga corta, y finalmente se ató el pequeño delantal granate por la cintura. Una vez preparado, fue atendiendo las mesas a la vez que disfrutaba de las melodías y canciones que cantaba aquella mujer con cara de ángel.

Entre actuación y actuación corría el tiempo y, cuando se iba acercando la hora de salida, al menos para el joven pelirrosa, la peliblanca, que estaba terminando su horario de actuaciones, le dirigió una mirada sutil y cómplice a Natsu, el cual solo asintió. Posteriormente ambos intercambiaron una sonrisa maliciosa.

- ¡Bueno, abuelo! – exclamó el chico enérgico – Siento decirte que ya es hora de que me vaya – dijo muy animado el joven Dragneel, dándole un golpecito suave al hombro de un anciano de baja estatura, con la coronilla al descubierto y unos cabellos blanquecinos que la rodeaban, que no eran más que el signo de sus años de experiencia. También poseía un bigote blanco que caía en cascada bordeando la parte superior de su boca.

- ¡Cada vez trabajas menos, mocoso! – se quejaba el anciano dueño del pub, Makarov Dreyar.

- Venga viejo, no sea así... Le compensaré por mis faltas de hoy. Es más, puedes descontármelo del salario si lo cree conveniente… Pero no puedo aplazar la cita. Es importante…

- Ya veo… Aunque últimamente vas demasiado al médico – la expresión de Natsu cambió ligeramente por otra más tensa al oír la palabra "médico" – … ¿Seguro que estás bien, Natsu?

- No te preocupes abuelo… Solo son chequeos sin importancia.

- Bueno ya, pero…

- No es nada serio, viejo – lo cortó Natsu algo sombrío y con cierta dureza en su voz no pretendida.

- ... Que te vaya bien en la consulta, mocoso.

- Descuida – decía el pelirrosa con una sonrisa desbordante, recuperando su humor inicial.

Natsu entró nuevamente al vestuario para dejar el delantal rojizo y cambiar la camisa negra por otra blanca de manga larga. Se arregló un poco los cabellos y recogió sus cosas para salir escopetado de su lugar de trabajo. Gray llegaría aproximadamente en una hora, de eso estaba seguro pues solía ser bastante puntual. Malo sería que, durante esa hora de ausencia, el pub se llenase de gente y no fueran capaces de lidiar con todo… Confiaba en que no ocurriese aquello, porque se sentiría peor al dejarlos colgados. Al pelirrosa nunca le gustó dejar los trabajos a medias, pero en aquella ocasión no lo podía evitar. La "cita" estaba concertada precisamente para este día y a una hora concreta…

En la entrada del establecimiento le esperaba Mirajane o Mira, como la llamaban las personas más cercanas a ella, con una sonrisa en la cara que lo único que hacía era resaltar la faceta angelical de la joven. De su mano colgaba un maletín de cuero negro, el típico que empleaba la gente inmersa en el mundo de los negocios.

- ¿Vamos bien de tiempo? – preguntó Natsu, cuando iniciaron la caminata con pasos rápidos y firmes.

- Estamos siguiendo el orden tal cual lo establecimos, al igual que el tiempo… Todo va según lo previsto. Vamos muy bien.

- ¿Ya salieron? – decía el pelirrosa mirándola de reojo.

- Sí, de hecho… – murmuraba la albina consultando su reloj de pulsera – debería de llegar en unos: cinco… cuatro… tres… dos… uno…

Se escuchó el derrape de un coche que paró frente a ellos. Cuando los interlocutores alzaron la vista, vieron un Mercedes-Benz negro con asientos de cuero blanco. El conductor era un peliazul de cabellos cortos, cuyo rostro destacaba por el tatuaje rojizo que se hallaba en su ojo derecho. Curvó sus labios en una sonrisa ladina. Parecía estar bastante excitado por lo que estaba a punto de suceder.

- Te veo de muy buen humor Jellal… – comentó el pelirrosa.

- Llevo esperando demasiado a que llegase el día de hoy – confesó el peliazul de ojos verde oliva mientras soltaba una carcajada. Natsu solo rió y acto seguido echó un vistazo al coche.

- Te las apañaste bastante bien... Cochazo impoluto, elegante y… ¿Cristales traseros tintados? Ahí te he visto fino…

- Siempre me fijo en los detalles… Aunque tampoco te ilusiones mucho. Esta maravilla solo tiene uso para hoy – se lamentó el chico.

- ¡Menos cháchara! – se oía una voz desde el asiento delantero… Pero no había nadie más. Luego se percataron de que se trataba del kit de manos libres.

- Tranquilízate – decía calmo Natsu.

- El tiempo es oro, amigo – expresaba malhumorado la voz de la otra línea.

- Sí, sí… – murmuró cansado el pelirrosa – Vamos, "Eme".

- Como tú digas "S".

Ambos subieron al coche negro a través de las puertas traseras e iniciaron su marcha al lugar de su destino.

- Bien, es hora de ponernos en marcha. Disponéis de veinte minutos hasta que lleguemos a nuestro objetivo para prepararos. Aquí tenéis lo vuestro – decía el peliazul entregándoles, nada más y nada menos, que un pinganillo de color carne, para disimular más la apariencia de aquel artefacto – Eme, R. Fox acaba de enviarte unas imágenes a tu correo. No me queda nada más que decir, ya sabéis lo que tenéis que hacer.

- ¡Déjamelo a mí! – dijo la albina haciendo una seña levantando el pulgar.

Mirajane sacó las gafas de su bolso de mano e intercambió la tablet que contenía el maletín por una carpeta negra de fundas con una serie de hojas en su interior y le dio el maletín a Natsu. Por su parte, este cogió una americana negra que se encontraba colgando en uno de los ganchos del coche y se la puso, a la vez que abrochaba los botones que quedaran sin abrochar de su camisa y acto después se colocó el pinganillo. Mira deshizo la cola de su flequillo y recogió su cabello, apartándolo a un lado, en una coleta, mientras que echaba su flequillo hacia atrás con la ayuda de unas horquillas. Posteriormente se puso el pinganillo y entró a la aplicación de correo de la tablet.

- Bien… – se escuchaba la misma voz malhumorada de antes a través del pinganillo – Supongo que ya tenéis delante el material. Voy a ser breve: envié varias imágenes. Una es del sujeto por el que tienes que hacerte pasar Salamander, te daré lo demás que necesitas una vez que llegues al lugar citado.

- Eme échame un cable – decía el pelirrosa, mientras ponía en el asiento del medio una bolsa de viaje que había bajo sus pies. Sacó una peluca negra y un estuche de maquillaje que se los pasó a la albina. Ella comenzó a ponerse manos a la obra con el disfraz, observando la imagen y plasmándola tal cual en el rostro que tenía ante ella.

- … Las siguientes imágenes son del propio edificio – prosiguió la voz – Quiero que os grabéis en la mente la imagen, sus dimensiones, sus alrededores… Todo. Tenéis que prepararos para cualquier cosa… Pero ahora lo que importa son las entradas. Hay tres: la principal, la trasera y la lateral. La lateral no os compensa. Así nos queda dos vías: la trasera y la principal. Aunque en un principio parezca que la ideal es la primera, olvidaos de eso. Precisamente por los últimos incidentes relacionados contigo, Salamander, están con las alertas al máximo. La seguridad es demasiado alta, perderíais mucho tiempo del que no disponemos… Por lo tanto, todo se reduce a la entrada principal. Con que muestres la tarjeta de identificación te basta. Una vez que entres, tienes que ir primero a la izquierda y después tirar por todo el pasillo hasta el fondo. Hay muchísimas cámaras de seguridad, por eso mismo Eme, eres la primera en actuar. Mi hermano te dará un pen drive que tendrás que usar en alguno de los ordenadores de la recepción. Te será sencillo, las que están allí son un poco estúpidas y por las cámaras no te preocupes, si sigues mis instrucciones no te cogerán. Una vez que Eme haya usado la memoria USB, tú te vas directo al despacho del director. No te entretengas con nadie, no saludes ni te pongas a coquetear con el personal. El hombre al que sustituyes tiene un carácter frío y es considerado un tirano, así que cíñete a tu papel… Por el momento, eso es todo. Cuando lleguéis os daré más instrucciones.

La albina ya terminara de dar los últimos retoques al disfraz de Natsu. Ahora solo le quedaba un pequeño detalle para sí misma. Sacó del bolso un estuche con unas lentillas y se las colocó, con ayuda del espejo. Eran lentillas de color, que transformaron sus ojos claros en otros de un tono parecido al de los ojos originales de Natsu, ya que ahora, con la ayuda de otras lentillas, eran negros.

- Mira, ¿qué te parece? ¿Te gusta? Me inspiré en ti – bromeaba la albina.

- Pues fíjate, que no te quedan mal… Sí señorita, estás arrebatadora – dijo en un tono coqueto Natsu.

- Bien – dijeron a la vez alzando sus pulgares. Ese tipo de bromas era algo habitual entre ellos.

- Centraos chicos… – les dio un toque de atención Jellal – Estamos a punto de llegar, espero que estéis completamente listos.

- Lo estamos y en un tiempo récord… ¡Chúpate esa, Jell! – decía Mira divertida.

- Lo que tú digas, pero céntrate… – en ese momento el coche se detuvo un poco más atrás de un enorme edificio grisáceo en el que destacaba su enorme letrero: MAGNO BANK – Bien, llegasteis a vuestro destino. Salamander, tú espera un momento. Te deseo suerte en la primera parte del plan, Eme.

- Gracias – murmuró la albina.

Antes de salir del coche, Mira se puso una chaqueta blanca y las gafas. Ella bajó primero del automóvil para dirigirse al interior del establecimiento, mientras que por su parte Natsu aún permanecía en el coche. Jellal arrancó un poco más para dejarlo frente a la puerta principal del banco.

- Salamander, antes de que vayas tengo que entregarte una última cosa – decía el peliazul sacando algo del bolsillo de su pantalón. Era otro pen drive de color rojizo – Este es para ti, R. Fox te dará instrucciones en su debido momento. Ten mucho cuidado, tu parte es la más delicada…

- Descuida – decía el pelirrosa guardando el USB en el bolsillo de su americana, mientras permanecía en el coche.

En el interior del establecimiento estaba una albina buscando con la mirada a cierto pelinegro de cabellos cortos y ojos oscuros. Este último identificó a Mira y se acercó a ella dándole un abrazo.

- ¡Hola! ¡Cuánto tiempo sin verte! – saludó el pelinegro de piel morena, muy morena. Se notaba que iba a la playa...

- Hola Lily… ¿Qué tal todo? ¡Te veo muy bien!

- Sí, yo también te veo estupendamente y como siempre tan encantadora – decía mientras agarraba la mano de la albina dándole una vuelta, mientras le pasaba muy sutilmente el pen drive – Pues todo bien, ya me ves… Aquí, teniendo que resolver unos asuntos bancarios.

- Oh ya veo…

- Bueno nos vemos – decía Lily dándole un guiño mientras se dirigía a la mesa de la recepcionista, en la que había tan solo una chica.

Lily habló algo con la chica e inmediatamente ambos se fueron hacia el pasillo derecho, dejando la mesa de la recepción completamente libre.

- Fox, guíame – susurró la albina.

La voz del pinganillo le guiaba paso a paso hacia donde tenía que dirigirse y cómo tenía que hacerlo para que no fuera avistada por ninguna de las cámaras. Cuando adoptó la posición idónea, se dispuso a meter el pen en el puerto USB del ordenador. Redfox, o Fox como le decían, dijo que esperase un minuto. Después le dio la señal para quitar el pen del ordenador y le dijo que se pusiera delante del mostrador. Ahora Redfox tenía el control de las cámaras.

- Salamander, primera fase completada – advirtió la peliblanca.

Natsu, que estaba en el coche, recibió la señal, haciendo que este bajara del vehículo. Jellal le deseó suerte y el muchacho se puso manos a la obra con la segunda fase y más importante del plan. Iba de camino a la entrada principal del MAGNO BANK, pero la presencia de cierto pelinegro, de aspecto amenazador por los piercings que cubrían su cara, lo detuvo. Se dirigió adonde se hallaba este, que estaba de brazos cruzados y con los ojos cerrados hasta que los abrió cuando se percató de la presencia del pelirrosa, ahora pelinegro.

- ¿Estás preparado? – preguntó el pelinegro de cabellos largos, quien era el dueño de la voz que se oía a través del pinganillo.

- Siempre lo estoy.

- Aquí tienes "tus" documentos. Ten cuidado con lo que haces. Por el momento olvídate del pen rojo, eso lo utilizarás en el último momento. Una vez que llegues al despacho tienes que ser rápido. En esta caja encontrarás las huellas dactilares del tipo. Y este pen – decía mostrando uno de color amarillo – es el que vas a tener que usar primero. Altera la seguridad del ordenador, pero por un tiempo limitado. Haz lo que puedas. Va a ser imposible que logres hacer una transferencia a todas esas cuentas que aparecen en la carpeta, pero cuantas más, mejor. Cuando te quede medio minuto usarás el otro pen rojo, que borrará todo rastro de tus operaciones realizadas. De vital importancia es que saques los dos USB a la vez, cuando el contador llegue a cero… ¿Entendido?

- Sí, primero amarillo, último rojo. Y los dos se quitan a la vez, ¿cierto? – Redfox asintió.

- … Estaré vigilando. Para cuando llegue el verdadero Director, no te preocupes. Eme lo distraerá y nadie sospechará nada porque en las tardes suele entrar por la entrada lateral. Ahora, entra y suerte.

Natsu no dijo nada más y entró al banco con una actitud segura, firme y con cara de póker, tratando de ser lo más fiel posible a la imagen de aquel a quien tenía que sustituir temporalmente. Al parecer tan convincentes fueron su disfraz y actuación que no necesitó mostrar identificación. Los guardias saludaban al "Director" mientras que este solo asentía. Fue directo al despacho a través del pasillo izquierdo. No tenía mucha ciencia encontrar el lugar, pues se hallaba al final del pasillo y se distinguía de los demás despachos por estar todo tapiado, por medio de un cristal mayormente opaco... Lo que no sucedía con los restantes despachos, en los cuales sí se podía ver el interior del mismo. Y además estaba el cartelito que señalaba a quién pertenecía dicha estancia: Director General.

Entró al cuarto y cerró la puerta. Fue rápido hacia el ordenador, mientras pegaba las huellas dactilares recogidas y elaboradas por Gajeel Redfox. Lo hacía por cuestiones de seguridad, para que no dejara rastro a la hora de realizar sus operaciones. Una vez que se cercioró de que aquello estaba bien pegado, sacó la carpeta negra del maletín, abriendo en la primera hoja e introdujo el pen amarillo. Como dijo Gajeel aquello le permitió entrar en el ordenador sin problemas, pero se abrió una ventana con un contador. Tenía tan solo veinticinco minutos. Tendría que esforzarse…

Tecleó lo más rápido que pudo, abriendo ventanas de las distintas cuentas y haciendo transferencias bancarias sin parar a los números de cuenta que figuraban en la carpeta. Trataba de ser lo más equitativo posible, aunque era difícil actuando bajo presión. No obstante, antes de comenzar con la faena, hizo ciertas trasferencias a dos cuentas bancarias concretas que conocía de sobra, sin aportar una cantidad de dinero exorbitante. El dinero que había en el banco comenzó a descender drásticamente. Sin embargo, el dinero que poseían sus clientes fue transferido a otro banco para que no lo perdieran. Su objetivo no era dañar a inocentes, sino a aquellos cara dura que se aprovechaban de toda su clientela con sus escandalosos intereses y demás. El tiempo corría y tan solo quedaba un minuto. Natsu aceleró lo que pudo las operaciones bancarias, mientras que con la otra mano iba preparando el pen rojo.

Treinta y cinco, treinta y cuatro, treinta y tres, treinta y dos, treinta y uno… – contaba mentalmente. En ese momento introdujo el otro pen en el ordenador para que realizara su trabajo, mientras que él aprovechaba los escasos segundos que le quedaban para arreglar los desequilibrios que, por desgracia, existían en el mundo. Gajeel tenía razón. Era imposible transferir el dinero en tan poco tiempo a todas aquellas cuentas bancarias, pero al menos logró hacerlas para todas las cuentas que se hallaban impresas en la primera hoja de la carpeta.

Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…

Y quitó los dos pen a la vez. Suspiró aliviado porque lo hizo a tiempo y comenzó a recoger todo lo más rápido que pudo.

- Fase dos: completada – comunicó Natsu a los demás.

- Bien hecho Salamander – felicitó el pelinegro de piercings.

Durante todo ese tiempo la peliblanca estuvo entreteniendo al personal pidiendo un préstamo y para su suerte, quien la atendía estaba un poco perdido, por lo que ganó tiempo. Pero entonces llegó el verdadero Director General y ella también tuvo que distraerlo. No sabía como lo había logrado, pero tenía la atención de ambos sobre ella. Y consiguió entretenerlos aprovechándose un poco de la ignorancia del novato. Le daba un poco de lástima el pobre chico, pero tenía que hacerlo. Justo en el momento en que iban a negociar la cuantía del préstamo escuchó a través del pinganillo la voz de Natsu: "Fase dos: completada". Ella se sintió aliviada porque no sabía que más hacer para entretenerlos.

- Director… Aquí hay algo raro – decía el muchacho que se puso completamente blanco.

- ¿Qué pasa? – gruñó este.

- No… No hay fondos – la voz del muchacho temblaba.

- ¿Cómo que no hay fondos?

- No hay dinero… Estamos secos.

- ¡¿Qué estás diciendo?!

- ¿Perdone qué está pasando aquí? – intervino Mirajane.

- No pasa nada… – decía el Director con una sonrisa forzada, pero el joven muchacho cada vez se ponía más nervioso.

- Pues… Por la cara de tu subordinado diría que pasa todo lo contrario… ¿Qué ocurre?

- Nada… La verdad es que lamentamos decirte que el interés a cobrar subió a un 25%, aún no estamos habituados a esa nueva normativa… Disculpe nuestro despiste y nuestro error.

- Pero Director, no hay din…

- ¡Calla! – ordenó en un susurro.

Flipo – pasó por la mente de la albina – Lo que eran capaces de hacer con tal de conseguir un mísero duro... Aunque por dentro estaba totalmente hecha una furia, su cara angelical no se vio afectada. De hecho, sonrió dulcemente y se incorporó del asiento. Inspiró un momento y cambió su expresión por otra totalmente cabreada. Parecía el mismísimo demonio. Para los más perceptivos, casi era posible ver un aura negra a su alrededor.

- ¡Este banco está lleno de estafadores! – vociferó la albina – ¡No solo se atreven a ocultarme que están sin un centavo, sino que tratan de cobrarme unos intereses elevadísimos, cuando ni siquiera pueden hacerme el préstamo! – murmuró indignada – ¡Quien haya venido aquí a dejar su dinero, pierde el tiempo! ¡Sois unos malditos estafadores! ¡A mí no me vais a engañar! – decía la mujer totalmente enfadada y mostrando una expresión de asco al Director General.

La gente que andaba por allí había escuchado todo y comenzó a entrar en pánico. Empezaron a gritarle a todo el personal de la sucursal, llamándolos ladrones y estafadores. Querían que les devolviese su dinero ya. Recibieron toda una lluvia de insultos y de golpes, aunque intervinieron los guardias y no pudieron acercarse a los empleados de la oficina. Por otro lado, Natsu, ya cambiado, y Mira, junto con Lily salieron airosos de la situación, uniéndose con los demás clientes enfadados llamándoles de todo, hasta que salieron por la puerta principal manifestando toda la indignación del mundo. Una vez que pisaron la calle, comenzaron a reírse por todo lo alto, orgullosos de su triunfo. Otro alto mando había caído y se había hecho justicia. Se dirigieron al coche que los esperaba, esta vez un coche verde oscuro de segunda mano, donde se encontraba Jellal con una sonrisa en la cara, felicitándolos por su éxito.

Esa misma noche retransmitieron por la tele la quiebra del banco MAGNO BANK, y una joven rubia de largos cabellos sueltos observaba con atención la noticia:

- Esta tarde ha sucedido una tragedia para el banco MAGNO BANK. Por causas desconocidas llegaron a la quiebra en un abrir y cerrar de ojos el día de hoy. Ninguno de los empleados sabe como sucedió, aseguran que en todo el día no hubo nada fuera de lo común. Pero parece que la desgracia solo se queda en el banco porque sus ex clientes afirmaron que el dinero depositado en MAGNO BANK, se encontraba intacto en otras cuentas bancarias. Todo ello apunta que el causante de todo este alboroto es, nada más y nada menos, que el misterioso Robin Hood, que se apoda a sí mismo como Salamander, el ladrón travieso que reparte dinero entre aquellos que más lo necesitan… – la rubia apagó la televisión al momento soltando una risa irónica ante la sarta de tonterías que escuchaba por tal medio de comunicación.

- No, si ahora va a ser que el criminal es el ser más bondadoso y puro de todo el mundo... ¡Vamos, le dedicarán el Nobel de la Paz!... Está claro que da igual donde vaya, no me voy a librar de esos malditos – expresó molesta – Así que por aquí el ambiente está bien calentito, ¿eh?... Vamos a ver cuánto duras Salamander – murmuraba la rubia curvando los labios en una sonrisa con una mirada desafiante.


¡Y hasta aquí por hoy!

Espero que haya sido de vuestro agrado este primer capítulo y hayáis disfrutado con su lectura tanto como yo escribiéndolo en su momento jajaa, aunque sabéis que lo que os haya parecido podéis manifestarlo libremente en un comentario y si no, me conformo con haberos entretenido por unos minutos ^^

Me encantaría poneros algunos links para detallar más ciertos aspectos del capítulo, para dar cierto apoyo audio visual pero... va a ser que no es posible (se me cortan los links en la mitad U.U).

Ahora me despido con mi mítico besazo enorme, gran abrazo y... hasta ahí xD

¡Nos veremos en el siguiente capítulo! ;)

P.D.: Moraleja de este capítulo... ¡CUIDADO CON LAS MEMORIAS USB! jajajajajajajaja (Vale, ya está... ya lo dejo xD)