Sumary: Bella está segura o eso cree de que perder la virginidad con Edward, el hermano mayor de su mejor amiga Alice es lo mejor, al final de cuentas ella está enamorada de él desde hacía tiempo, ¿estará dispuesto Edward a ayudarle a Bella?

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen (qué más quisiera yo), son de S. Mayer yo solo los uso un rato para jugar con ellos en mi laca cabecita esperando que les guste.

* Linda *

Una emocionada Alice se acercaba corriendo a donde la esperaba una muy paciente Bella, para que juntas fueran a la casa de la primera.

- ¿Qué pasa Alice?, hoy estas más contenta de lo normal – dijo Bella haciendo la observación.

- Hay Bellita y como no estarlo si hoy regresa mi hermano – dijo Alice casi brincando de la emoción.

- ¿Quién?, ¿Emmett? – pregunto Bella tratando de no hacerse ilusiones.

- Claro que no él llega hasta dentro de una semana, quien se adelanta es Edward – dijo Alice más que emocionada ante la idea de que regresara el hermano mayor de los Cullen.

Edward Cullen… no existen palabras que puedan describirlo tal vez se le acerque la palabra Dios, con esa mata de cabello cobrizo alborotado que en lugar de darle un aspecto descuidado o de acabarse de levantar parecía que gritara ¡acabo de tener la mejor follada de la vida!

Una mirada profunda del color de jade, capaz de derretir todo a su paso y su voz… la voz más sexi y seductora que haya alguien jamás tenido el privilegio de escuchar.

- Bella, tierra llamando a Bella – dijo Alice pasando su mano frente al rostro de la castaña.

- Disculpa Alice que me decías – dijo Bella saliendo momentáneamente de su trance en el que caía cada que pensaba o escuchaba el nombre de Edward.

- Te estoy diciendo que tienes que ir a mi casa y saludar a Edward, sabes que estará encantado de tenerte y ni qué decir de Esme que todos los días me pregunta por ti, es más creo que lo hace más seguido por ti que por mí – dijo Alice continuando con su eterno parloteo.

- No lo sé Alice, hay demasiados deberes pendientes – dijo bella tratando de salirse por la tangente.

- Claro que Bella, tomamos las mismas asignaturas así que no me puedes dar evasivas con esa pobre escusa – Dijo Alice poniendo los brazos en jarras, dando un aspecto ligeramente intimidante.

- Está bien Alice tu ganas, como siempre – Dijo Bella rendida antes de dar siquiera un intento de batalla que bien sabia tenía perdida.

- Ya lo verás que nos la vamos a pasar genial – Dijo Alice dando brinquitos de hiperactividad.

- ¿A qué hora quieres que llegue a tu casa? – Pregunto Bella preguntándose si no se metería en algún problema con Charly aunque lo dudaba.

- Como que a qué hora, nos iremos juntas al salir del instituto y no te preocupes que le diré a Esme que hable con Charly para que te puedas quedar en casa y como es viernes te podrás quedar el sábado también y o me digas que no podrás porque sabes que Charly sale todos los sábados a pescar y tienes ropa y pijama en mi casa – dijo Alice con una sonrisita de suficiencia que dejo desarmada por completo a Bella.

- Pues entonces todo depende de lo que diga Charly – dijo Bella rogando internamente porque se negara por primera vez en su vida y es que no sabía cómo actuar delante de Edward, no sería la primera noche que pasaría en casa de los Cullen pero sí que sería de las primeras con él en la casa.

- Ya verás que ese no será ningún problema – dijo Alice pegada de sí misma.

Cuando las clases se terminaron ambas chicas se marcharon en el auto de Alice a la casa de la misma donde una emocionada Esme que las esperaba con la feliz noticia de que Charly había aceptado que se quedara en la casa Cullen hasta el domingo.

- Hola Esme buenas tardes – dijo Bella apenas traspaso la puerta principal.

- Bella cariño que bueno es verte de nuevo, no tiene mucho que he colgado con Charly y está encantado de la vida con que pases la noche en la casa, es si quieres te puedes ir hasta el domingo – dijo Esme con su característico tono maternal.

- Mami, ¿dónde está Edward? – pregunto Alice un tanto impaciente.

- Está en su habitación, creo que aún no termina de desempacar – dijo Esme regalándole una sonrisa a su hija.

- Muy bien le iré a molestar un poco, ¿vienes Bella? – pregunto Alice.

- Creo que, quieres que te ayude en algo Esme – dijo Bella retrasando el momento de volver a ver a Edward y no es que tuviera algo en contra de él, pero no sabía cómo actuar en su presencia, la ponía tan nerviosa que las manos le sudaban y de la nada se quedaba muda.

- Claro que si cariño vamos a la cocina – dijo Esme pasando una de sus manos por los hombros de Bella y se encaminaron a la cocina.

La tarde transcurrió de manera normal, con un montón de preguntas de parte de Alice hacia Edward, la mayoría acerca de su apresurada fecha de llegada a casa, ya que él tenía planeado llegar una semana después de que llegara Emmett diciendo que les traería una sorpresa.

Por su parte Edward no soltó prenda y solo le dijo a Alice que no se metiera en sus cosas y que el motivo había sido que extrañaba demasiado a su familia y que esa era la sorpresa que les tenía planeado dar.

Alice a pesar de ser la menor de los Cullen los conocía a la perfección y sabía que Edward aunque fuera el mayor de los hermanos con cinco años más que ella, estaba un tanto triste y no quería decirle porque, aunque siempre había sido demasiado reservado.

Por otro lado conocía a Emmett un pequeño en el cuerpo de un hombre que se dedicaba a verle el lado divertido a la vida, que amaba de hacer bromas y divertir a la gente que le rodeaba, pero que sabía que cuando la situación lo ameritaba mostraba la madurez y seriedad requerida.

Bella por su parte se la paso ayudando a Esme con la cena que estaba preparando para celebrar la llegada de su hijo, además de que disfrutaba de la tranquilidad que le daba Esme y que de vez en vez la escuchara y que la tratara como a una hija y se comportara como la madre que siempre quiso tener, pero que por desgracia le arrebataron hacia casi diez años.

El tiempo había pasado volando y solo regresaron a la realidad cuando escucharon la entrada principal ser abierta por el patriarca de la familia Cullen… Carlisle Cullen el director general del hospital de Forks, un gran hombre según palabras de la gente del pueblo y además un doctor demasiado sexy con sus hermosos y claros ojos azules y su cabello rubio como los rayos del sol, según palabras de la mayoría de las enfermeras que tenían el placer de trabajar a su lado.

- Hola cariño buenas noches – dijo Carlisle entrando a la cocina.

- Hola cariño ¿Cómo te fue en el hospital? – pregunto Esme acercándose a su marido para depositar un dulce beso de bienvenida.

- Por fortuna fue un día tranquilo, pero mira a quien tenemos aquí, hola Bella cariño ¿cómo estás? – pregunto Carlisle con amabilidad sonriéndole a Bella.

- Hola doctor Cullen, estoy bien gracias – dijo Bella sintiendo como sus mejillas se sonrojaban un poco.

- En qué quedamos Bella – le dijo Carlisle levantando una ceja.

- Perdón Carlisle es que aún no me acostumbro del todo – dijo Bella bajando un poco el tono de su voz.

- Pues ya va siendo hora de que te acostumbres nos conocemos de hace años y aquí no estamos en consulta – dijo Carlisle tan amable como siempre.

Después de un par de minutos un torbellino de cabellos oscuros descendió por las escaleras para ir a estamparse contra el pecho de su padre para ser recibida con una sonrisa benevolente.

- Papi que bueno que has vuelto, ahora ya podremos cenar y seguir con el interrogatorio de Edward – dijo Alice con alegría.

- Alice… te dije que dejaras descansar a tu hermano, no que lo atormentaras toda la tarde – dijo Carlisle en un tono ligeramente severo.

- Sabes que le gusta estar a mi lado – se defendió Alice.

- Claro padre, ¿Qué aria yo sin tener a Alice atosigándome todo el día? – pregunto Edward quien venía bajando por las escaleras.

- Hijo, ya sabes cómo es tu hermana difícil de mantener a raya, espero que hayas podido descansar – dijo Carlisle acercándose a recibir a su hijo.

- Si descanse un poco, pero como dice Alice la noche se hizo para descansar y el día para disfrutar – dijo Edward reparando en eso momento en la presencia de una castaña que se había quedado muda apreciando al hombre que tenía delante suyo.

- Claro… bueno a menos de que tengas que salir de fiesta – dijo Alice de manera pensativa.

- Pero mira, quien diría que Bella creciera tanto, te ves tan diferente a como te recordaba – dijo Edward acercándose hasta donde estaba Bella con una sonrisa sincera desde que dejo Chicago para volver a su casa.

- Hola Edward ¿Cómo estás? – Pregunto en un susurro Bella.

- Pues no me puedo quejar – dijo Edward de una manera extraña mientras tomaba entre sus brazos a Bella, quien no salía de su asombro por volverse a ver en medio de los brazos de Edward, pero ahora era consciente de que era un hombre en todo el sentido de la palabra.

- Qué bueno que has regresado, Alice te extrañaba horrores – dijo Bella sintiendo como el rostro le ardía.

- Teniéndote a ti a su lado no creo que haya acordado siquiera de que tenía un hermano siquiera – comento Edward regalándole una ligera carcajada que sacudió todo su cuerpo y el de ella también al estar aún perdida en sus brazos.

- Claro no sabes lo genial que es ser hija única – dijo Alice enseñándole la lengua como una pequeña de cinco años.

- Claro que si o acaso olvidas que fui hijo único por tres años – dijo Edward repitiendo la acción de su hermana, haciendo que la mente de Bella volara imaginándose esa lengua húmeda recorriendo otros lugares.

- Niños dejen de pelear, que va a decir Bella – dijo Carlisle dirigiéndose al comedor.

- Que está acostumbrada a la actitud infantil de mi hermana – dijo Edward liberando por fin a Bella.

Cuando llegaron al comedor disfrutaron de las delicias que tanto Esme como Bella habían preparado, mientras le preguntaban de mil y un cosas a Edward.

- Y bien hermanito cuéntanos a ¿Cuántas novias dejaste en Chicago esperando por ti? – le pregunto Alice a Edward quien al momento se le borro la sonrisa y se tensó lo mismo que Bella.

- Ninguna Alice, no deje a nadie esperando por mí – dijo Edward de manera cortante, preocupando a Esme y Carlisle que ante las acciones de su hijo algo sospechaban.

Bella por su parte no sabía si sentirse aliviada o triste por ver el dolor en los ojos de Edward al decir que no había dejado a nadie en Chicago.

No quería ser egoísta pero una parte de ella le decía que esa la oportunidad de que Edward la pudiera ver como mujer y no como amiga de su hermanita.

Quería saber lo que se sentía sentirse deseada y que mejor que por el hombre por quien deliras, Alice le había comentado algunas noches atrás que se había entregado a Jasper y que había sido lo mejor y que lo volvería a hacer mil veces más, porque había sido la mejor experiencia y que todas las sensaciones descubiertas eran indescriptibles.

Le había dicho tal secreto en un tono tan embelesado que por un momento Bella sintió celos de que Alice hubiera disfrutado de esa experiencia y que ella no tuviera con quien tenerla.

Cuando se disponían a ir a dormir, Alice le dijo que sería vecina de la habitación de Edward ya que estaban haciendo una que otra reparación a la habitación en la que normalmente ella pernoctaba cuando se quedaba en la casa Cullen.

Bella estaba hecha un manojo de nervios al saber que solo una pared le separaba del hombre de sus fantasías, tomando coraje de quien sabe Dios donde, se levantó de la cama y así en pijama salió con decisión de la habitación para ir a tocar la puerta de al lado y hacer una locura, pero sus intenciones no llegaron tan lejos como ella pensaba ya que con la mano en alto lista para tocar a la puerta Bella se arrepintió y regreso corriendo como una gran cobarde a su cuarto para enterrarse en las cobijas para tratar de dormir y olvidar la locura que estuvo a punto de hacer.

No sabía ni siquiera que le hubiera dicho si hubiera pasado a su recamara.

La noche fue larga para Bella quien apenas pudo pegar un ojo al estar dándole vueltas a la cama tratando de olvidarse de lo que estuvo a punto de hacer, pero también temía dormir e imaginar todo lo que hubiera hecho si tan solo se hubiera atrevido a insinuársele a Edward.

Bella sabía que Edward nunca la vería como a una mujer, desde su punto de vista ella no tenía nada que ofrecerle, no tenía grandes curvas, ni estilizado cuerpo, según ella era muy simple para alguien como Edward.

Cuando los primeros rayos de sol se colaron por su ventana, Bella cansada de dar vueltas en la cama decidió ponerse de pie e ir a ayudar a Esme con el desayuno.

Cuando llego a la cocina en efecto Esme ya se encontraba preparando el desayuno.

- Buenos días Bella, ¿a qué se debe que estés de madrugadora? – pregunto Esme sorprendida al ver a Bella levantada tan temprano.

- Bueno es que quería ver si podía ayudarte en algo, ya que no se me hace justo que tengas que preparar el desayuno para todos tu sola – dijo Bella comenzando a tomar algunas cosas para preparar un poco de jugo.

- Eres muy considerada, qué más quisiera que mis hijos pensaran lo mismo que tu – dijo Esme en medio de una sonrisa cómplice.

- ¿Qué es lo que más quisieras madre? – pregunto Edward entrando a la cocina aun con el pijama puesto.

- Que me ayudaran a preparar el desayuno – dijo Esme depositando un pequeño beso en la mejilla de su hijo.

- Buenos días madre, buenos días Bella, veo que eres muy madrugadora – dijo Edward mirando fijamente a Bella mientras escaneaba el pijama de Bella un poco infantil con los diversos estampados que tenía.

- Buenos días Edward, ¿Cómo amaneciste? – pregunto Bella tratando de poner atención a lo que estaba haciendo.

- Bueno digamos que al menos ya he descansado del viaje, muchas gracias por preguntar – dijo Edward regalándole una de sus clásicas sonrisas torcidas que alborotaban el palpitar de Bella.

Después del desayuno Bella procuro por todos los medios habidos y por haber mantenerse alejada de Edward y la tentación que le representaba, ya que la loca idea del día anterior no dejaba de rondarle por la mente y quería tener material de sobra para sus sueños.

Quería evitar a toda costa perderse en la profundidad de su mirada, en los ángulos de su rostro varonil y no en la perfección de sus músculos que se notaban aun con la ropa puesta.

De buena gana Bella acepto convertirse en la Barbie de Alice con tal de estar encerrada en su habitación la mayor parte del día y así evitar ir a la sala donde se había quedado Edward leyendo un libro.

- Bella yo no sé porque no te arreglas así todos los días, si gustas yo puedo ir a tu casa en las mañanas y ayudarte a arreglarte hasta que lo puedas hacer tu misma – dijo Alice con una enorme sonrisa de satisfacción al ver su trabajo finalizado.

- Muchas gracias por la oferta Alice, pero no me siento yo misma, es como si fuera otra persona – dijo Bella mientras un espasmo le recorría el cuerpo al imaginarse ser sometida a esta rutina todos los días.

- Pero solo será hasta que te acostumbres y veras que los vas a buscar tu misma – dijo Alice aferrada a su idea.

- No la Alice ya lo habíamos discutido anteriormente y en eso no me vas a convencer, me dejare que hagas conmigo lo que gustes de vez en vez, pero no pienso convertirlo en una rutina – dijo Bella con decisión pero de manera dulce ya que no quería una confrontación con Alice en donde sabía que ella llevaba las de perder.

- Está bien Bells pero ya verás que con un poco más de paciencia te voy a convencer – dijo Alice con mucha seguridad.

- ¿Bueno y ahora que vamos a hacer? – quiso saber Bella con curiosidad.

- Pues no lo sé, tengo unas cuantas ideas en mente – dijo Alice.

Y en efecto Alice tenía muchas cosas en mente, tanto así que prácticamente no salieron de la habitación de la pelinegra hasta que prácticamente fue hora de la cena, dejando inconclusa la plática que las chicas mantenían sobre como en una ocasión Alice sedujo a Jasper colándose en su habitación para esperarlo y darle una sorpresa.

Y de nuevo las mil y un ideas se vinieron a la mente sobre como seducir a Edward ya en su mente solo había una cosa y eso era perder la virginidad y que mejor que hacerlo con la persona de quien está una enamorada desde que tiene conciencia de lo que era la atracción de una mujer por un hombre.

No sabía aun como le haría, pero sí que estaba segura de una cosa y era que tenía que perder su virginidad esa misma noche, fuera como fuera.

Una vez que la cena termino y todos se retiraron a sus habitaciones para descansar, Bella estaba más que nunca al pendiente de que todos estaban en su respectiva habitación; principalmente Edward.

Paso cerca de una hora para que se asegurara de que era seguro lleva a cabo su plan, se colocó solo su bata la cual cubría su desnudez y salió rumbo a la habitación de al lado haciendo el menor ruido posible.

Como si de un ladrón se tratara Bella giro el picaporte agradeciendo al destino el hecho de encontrar la puerta sin seguro, abrió lentamente y una sonrisa adorno su rostro cuando le llego al rostro la esencia de Edward la cual estaba impregnada en toda la habitación y lo que más le gusto fue el encontrar un bulto en la cama que abarcaba el mejor espacio en la habitación exquisitamente decorada, muy masculina… muy Edward.

Muy lentamente levanto las cobijas después de despojarse de la bata y se metió a la cama aferrándose al cuerpo que dormía plácidamente descubriendo con gran asombro que solo portaba un pantalón de pijama dejando al descubierto su suave y bien formado pecho al cual se aferró mientras regaba pequeños besos.

- Que dem… - dijo Edward sobresaltándose al sentirse acompañado en la cama por una mujer que claramente estaba desnuda.

Por un momento Edward confundido pensaba que se encontraba de nuevo en Chicago acompañado del fabuloso cuerpo de Tanya su novia… hasta que cayó en cuenta de que había terminado con ella y que se encontraba en esos momentos en casa de sus padres en Forks.

- Shhh, soy yo no te espantes – dijo Bella permitiendo que Edward se girara sobre su eje para quedar de frente y así poder seguir adelante con su plan que hasta ahora iba de maravilla.

- Bella, ¿Qué estás haciendo? – pregunto de manera estúpida Edward ya que estaba más que claro lo que estaba haciendo.

- Lo que siempre he querido hacer, por favor déjame continuar – pidió Bella antes de buscar con desesperación los carnosos y bien llenos labios de Edward para fundirse en un beso cargado de pasión y de lujuria.

Edward por su parte solo se dejó hacer, una parte de él le pedía que parara que no era no lo que tenía que hacer, aún estaba muy fresca la ruptura con Tanya y no era esa la manera de olvidarla, así como tampoco era la manera de hacerle pagar su traición.

Sabía que Bella no se merecía ser tratada de esa manera, que tenía que ser especial y no quería pensar que quien le recorría el cuerpo con sus labios era Tanya cuando Bella era la que lo estaba haciendo.

Aunque la verdad es que Bella se lo estaba poniendo muy difícil ya que no sabía cuándo había adquirido tales habilidades manuales y estaba comenzando a desquiciarlo y sin poder resistirlo más, hizo un movimiento un tanto bruco para poder colocar a Bella debajo de su cuerpo mientras sus manos recorrían con desesperación el cuerpo bien formado de Bella.

Edward se sentía como poseído por una fuerza superior a él ya que no podía detenerse quería perderse en el calor que el cuerpo a su lado le ofrecía, como un bálsamo para su corazón roto, lo quería todo de ella y ella muy amablemente se lo estaba ofreciendo no sabía porque, pero en esos momentos no le importaba nada más que perderse en el consuelo que su cuerpo le ofrecía.

- Así… hazme tuya Edward – suspiro Bella sintiendo como sus manos obraban milagros sobre su cuerpo que estaba más tenso que una cuerda de violín esperando a ser tocada y reproducir la mejor de las melodías.

- ¡Oh por Dios! – jadeo Edward mientras cerraba sus labios sobre uno de los senos de Bella tan tierno y suave que pedía a gritos ser devorado por él.

- Por favor – suplico Bella sin ser consciente de lo que en realidad necesitaba, solo sabía que necesita que Edward hiciera algo más para aplacar el calor latente que le quemaba por dentro concentrándose principalmente entre sus piernas donde claramente sentía un cálido liquido descendiendo por sus piernas.

Como si de una invocación se tratara Bella abrió las piernas en una muda suplica de que la terminara de tomar y fundirse en uno mismo.

Justo cuando Edward estaba por sucumbir a sus deseos un rayo de lucidez se coló en su mente gritándole que a quien tenía entre sus brazos no era Tanya como él se había comenzado a imaginar, aunque no sabía en qué punto se había desprendido de la realidad para pensar que a quien tenía debajo suyo no era Bella si no su antigua novia y estaba a nada de comenzar a clamar su nombre cuando se detuvo en seco incorporándose un poco, lo suficiente como para que una ráfaga de aire frio se colara entre ambos produciéndoles un escalofrío.

- ¿Qué pasa Edward porque te detienes? – pregunto Bella mirándolo con infinita ternura, tanta que Edward se asqueo de el mismo al ser consciente de lo estaba a punto de hacer y una duda se coló en su mente.

- ¿Eres virgen Bella? – pregunto tratando de concentrarse en lo que estaban haciendo y no prestar atención a los apetecibles pechos que le llamaban como el canto de las sirenas.

- Sí, pero estoy segura de que quiero estar aquí contigo – dijo Bella sonrojándose al dar tal declaración.

En ese momento si Edward se había asqueado de el mismo ahora se consideraba un maldito bastardo y un monstro al estar a punto de robarle la pureza a un ser tan noble como lo era Bella a quien aún consideraba como una niña… la mejor amiga de su hermanita.

Y lo peor del caso es que él se encontraba fantaseando con otro nombre, otro cuerpo, otra fragancia… en conclusión fantaseaba con otra mujer.

- Lo siento mucho Bella pero debemos de detenernos – dijo Edward rodando sobre si para dejar de presionar a Bella entre la cama y su cuerpo.

- Pero ¿Por qué?, ¿he hecho algo mal? – pregunto Bella sin saber que era lo que tenía que hacer para volver a como estaban algunos minutos atrás.

- No has hecho nada mal, él que se ha equivocado soy yo – dijo Edward cubriendo con delicadeza el cuerpo de Bella que aún le representaba una gran tentación.

- ¿Es porque soy virgen? – pregunto Bella ya que después de que le dijera que era virgen él se había detenido y separado de ella de manera un tanto brusca.

- En parte si… pero no lo tomes a mal – dijo Edward apresuradamente al ver la cara de desilusión de Bella – lo que pasa en que ese es un regalo que no puedes obsequiar así como así – dijo Edward sintiendo como el peso de su conciencia se aligeraba.

- Pero yo quiero darte ese regalo a ti - dijo Bella haciendo inconscientemente un puchero que distrajo a Edward por un momento por lo sacudió la cabeza.

- No te quiero lastimar Bella – dijo Edward sintiéndose incapaz de confesar que estaba pensando en otra mujer.

- No te preocupes sé que no me harías daño, confió en ti, además soy consciente de que por ser la primera vez será incómodo y tal vez un poco doloroso pero no me importa – dijo Bella incorporándose en busca de los labios de Edward.

- No me refiero solo al dolor físico Bella, si no al emocional – dijo Edward con un deje de dolor en la voz.

- No entiendo explícame a que te refieres – dijo Bella confundida por sus palabras.

- Te seré sincero, hace unos momentos cuando te estaba besando no estaba pensando en ti, pensaba en otra y tú no te mereces eso – dijo Edward en voz baja, pero aun así Bella lo alcanzo a escuchar y el alma se le vino a los pies.

- ¿Entonces no te soy atractiva? – pregunto Bella con dolor en la voz.

- Claro que eres atractiva, pero no quiero robarte tu primera vez mientras pienso en otra, que tus manos y tus besos son de ella, no te lo mereces – dijo Edward con dolor.

- Está bien – dijo Bella conteniendo las lágrimas que amenazaban con desbordarla.

- Por favor Bella, no te vayas – pidió Edward aferrándose al cuerpo de Bella de manera desesperada cuando ella comenzaba a incorporarse.

- Tengo que irme – dijo Bella luchando contra ella misma y sus deseos de quedarse a pesar de saber que cuando Edward la tocara no pensaba que la estaba tocando a ella.

- Por favor aun no, abrázame solo eso te pido – dijo Edward sintiendo un poco de paz entre sus brazos.

Así se quedaron un par de minutos en los que ninguno de los dos sabía que hacer o que decir, Edward se sentía culpable pero aun así no quería dejarla ir así como y así; mientras que Bella trataba de no pensar en nada y disfrutar de los escasos momentos que le quedaban a su lado.

- Dame un poco de tiempo Bella, estoy aun roto por dentro, pero no tienes nada que envidarle a ella – susurro Edward enterrando su rostro en la curva del cuello de Bella aspirando su dulce aroma a fresas.

- Creo que será mejor que me retire, ya es tarde y ambos tenemos que descansar un poco – dijo Bella retirándose del cálido cuerpo de Edward sintiendo pudor por primera vez en la noche.

- Solo dame tiempo Bella, sé que puedo amarte como tú te lo mereces – dijo Edward tomando con ambas manos el rostro de Bella y depositar un tierno beso sobre sus entreabiertos labios saboreando el aliento del otro.

- ¿Cómo…? – preguntaba Bella antes de verse silenciada con un dedo fino sobre sus labios mientras Edward le regalaba una hermosa y genuina sonrisa torcida.

- Se te nota en la mirada mi dulce Bella y sería un tonto si te dejara ir, pero primero necesito tiempo para sanar – dijo Edward volviendo a atraer hacia si el cuerpo de Bella.

- ¿Por eso regresaste antes de lo que tenías planeado? – pregunto Bella, entendiendo de momento muchas cosas y como respuesta sintió el frotarse de la cabeza de Edward sobre su pecho de manera afirmativa.

Soltando ambos un sonoro suspiro se separaron y Bella se incorporó de la cama buscando su bata para colocársela lo más rápido posible para después salir huyendo de la habitación de Edward para refugiarse en la suya y dar rienda suelta a las lágrimas que trataba de contener.

Está de más decir que ninguno de los dos logro conciliar el sueño en lo que quedaba de noche recordando lo sucedido en esas cuatro paredes.

Por su parte Bella se sentía una tonta por pensar que alguien como Edward se pudiera fijar en ella y reprendiéndose mil veces el ser tan obvia que hasta él se haya dado cuenta de sus sentimientos que tan celosamente se guardaba para ella.

Mientras que Edward daba mil vueltas en la cama buscando la calidez que poco a poco de perdió en el lado contrario de la cama, aunque lo que persistía era su aroma a fresas y a ternura; eso lo estaba volviendo loco, pero estaba decidido a enamorarla más y entregarle su corazón, su cuerpo y su alma para poder sanar y corresponderle como ella se lo merecía.

Hola ya ando de nuevo por acácon una nueva historia que sera muy pequeña de solo tres capítulosy espero que sea de su agrado.

Se que me dirány esta porque anda con nueva historia si no puede terminar con "Seras mía", pero las musas me han abandonadocon esa historia dejándomemas ideas nuevas que no se por donde empezar, pero tratare de hacer lo que esta en mis manos por darle el final que se merece.

Hasta la próxima, Besos Ana Lau