¿Abstinencia?
Oh, no.
¿Por qué todo lo malo tenía que pasarme a mí?
—Hinata, ¿Estas bien?
—Sólo dame un minuto —escuché como Hinata regresaba toda la cena del banquete—. Por favor.
—¿Qué tienes? —pregunté no pudiendo creer mi suerte— Antes de llegar aquí no tenías nada.
—¡Lo sé! —me contestó enseguida.
Suspiré. Eso era algo que no me esperaba.
—¿Quieres que te ayude de algún modo, linda?
—¡No!
—Ya estamos casados, puedo ayudarte y juro que no me dará asco, preciosa.
Ella no contestó.
Yo me encontraba detrás de la puerta del baño, recargado ahí.
Estaba empezando a desesperarme cuando me dijo.
—Enseguida salgo.
—Ya era hora —susurré.
Sentí la puerta abrirse y giré mi cuerpo para poder ver a Hinata.
Se veía fatal.
El velo lo había tirado al suelo, su vestido lucía un poco desarreglado y fuera de lugar, pero no estaba manchado, aunque su rostro sí.
Su peinado elegante en forma de moño ya no estaba, únicamente eran cabellos desbordados por doquier.
—Oh, Hina —no sabía que decirle para hacerla sentir bien.
Ella avanzó hacía mí.
—Estoy bien —trató de sonreírme—. No te preocupes por mí.
—No digas eso —me senté en la cama y di pequeñas palmaditas a un lado mío, para que ella se sentara ahí.
Así lo hizo ella, ocultando su rostro tras su flequillo.
—No tienes por qué sentirte avergonzada —le indiqué mientras limpiaba suavemente sus mejillas con mis dos manos—. Si queremos estar toda una vida juntos, estos momentos estarán presentes tarde o temprano, ¿no?
Me sorprendió que saliera de mí aquello tan dulce y sentí mis mejillas arder. Desvíe la mirada.
—Sasuke, no importa mi estado, quiero pasar contigo la esta no...
—Olvidado —le ordené con suavidad—. Duerme y descansa todo lo que necesites, mañana te sentirás mejor, y entonces podremos pensar en otra cosa.
—No, sólo necesito un minuto para reponer fuerza, en serio.
—Hinata —solté con tono de advertencia.
—Sólo un minuto...—respondió, no supe si trataba de convencerme a mí o a ella misma.
Ella se recostó delicadamente sobre el colchón, estirando sus brazos a los costados y suspirando.
Quizá era mi imaginación, pero me parecía aún más adorable en ese estado, enferma y desarreglada. Totalmente expuesta a mí, sin importarle mantener la compostura.
Esta mujer era hermosa, al parecer, todo el tiempo. Tal vez era mi imaginación, o tal vez era mi amor por esta mujer.
Escuché como su respiración se debilitaba. Se había dormido.
—Parece que tendré que complacerme como antes… —sonreí ladeadamente.
Me quité el traje de boda y me quedé sólo con mi ropa interior.
Me acosté junto a Hinata.
Desde pequeño creía que ver a alguien dormir, era la forma más pura de observación que podía existir.
Deposité un beso en la palma de su mano, al hacerlo, me llegó un olor a vomito que hizo que abriera demasiado mis ojos, era un olor penetrante.
Sonreí sin darle importancia al olor.
Y juntó a Hinata, dormí como pocas veces podía lograr.
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Al sentir los rayos blanquecinos de la luna en mi rostro, fruncí el ceño y entrecerré mis ojos.
Giré al otro lado, intentando seguir durmiendo.
Subí las sábanas a la altura de mi rostro, estirando el brazo y tanteando la cama para poder abrazar a Hinata un rato más, al menos hasta que tuviéramos que levantarnos. Mis ojos se abrieron por completo al no sentirla junto a mí, di un pequeño saltó en la cama y me levanté a toda prisa.
—Estoy aquí —escuché como me decía ella desde el baño, que se encontraba a la izquierda de la cama—. Enseguida salgo.
Me quedé un segundo más en la posición en la que estaba, y luego, de manera lenta, me senté de nuevo.
¿Ya se sentiría mejor?
Suspiré. Esto de suspirar por cualquier situación lamentable ya se estaba volviendo una costumbre para mí.
Me dejé caer en la cama, mis pies, gracias a mi altura, tocaban sin problema alguno el suelo.
Escuché la puerta del baño abrirse unos segundos después.
—¿Quieres desayunar ya? —le pregunté.
No escuché respuesta alguna.
—¿Hinata?
Me extrañó que mi esposa no comentara nada.
Levanté mi rostro y parte de mi pecho, apoyando mi peso sobre uno de mis codos. La miré y la boca se me seco de inmediato.
Hinata sólo llevaba puesta una playera mía que le llegaba por debajo de su amplia y blanca cadera. Su cabello estaba recogido en un chongo hecho deprisa.
Su mirada estaba puesta en la mía de una forma tan intensa que, por un momento, no reconocí a mi mujer.
Se veía tentadoramente deliciosa.
—¿Por qué me miras así? ¿Acaso quieres que...
No esperó a que terminara de hablar, se acercó a mí sin dejar de mirarme ni un sólo segundo, juntado todo su valor y aprovechando mi posición, se colocó encima de mí.
El asombro se apoderó de todo mi ser y tardé más de lo que hubiera querido en reaccionar.
Ella, con suavidad y sin decir una palabra, puso su mano sobre mi pecho, indicándome que me recostara otra vez sobre la cama.
Quería cargar mi peso y recorrerme al centro de la cama para quedar por completo dentro del colchón para que estuviéramos más cómodos, pero ella me besó sin titubear.
Conocía a esta chica y sabía que debía de estar luchando consigo misma para poder ser tan atrevida.
Me alcé, regresando a la posición que tenía cuando ella estaba por salir del baño y con ambas manos tomé su reducida cintura.
Hinata sólo había agachado su rostro.
Intenté profundizar el beso, pidiendo permiso para que nuestras lenguas tuvieran una exuberante lucha de poder.
Me dio el acceso y su lengua, con timidez, quiso juguetear con la mía.
Yo tampoco era un experto en el tema. A pesar de lo que todas las chicas de Konoha creían, no era un profesional ni en este tema, ni en muchos otros de este tipo, sólo sabía lo que mi primo Shisui me contaba de vez en cuando.
Seguí besándola, pero esta vez, alargue mi mano despacio en dirección a su cintura, de tal manera que creía que mi piel jamás llegaría a tocar la suya.
Cuando al fin rocé mis dedos por sobre su cintura, dejé que otra de mis manos, dibujaran círculos imaginarios en su cadera.
Todo mi ser se encontraba impaciente, palpitante.
Me atreví a alzar una parte de la playera y entonces noté algo muy importante.
—Hinata —hablé con voz baja, dejando de besarla un segundo. Ella abrió sus ojos con gran lentitud mientras deslizaba sus manos por mi pecho hasta mi cadera— ¿No llevas puesto nada bajo la camisa? —arqué una ceja, tontamente incrédulo.
Mi voz sonaba extraña y ligeramente entrecortada.
Ella enrojeció y se sentó en mi cintura, cubriendo su rostro con sus pequeñas manos.
Sólo asintió.
Yo también me levanté y con mi brazo derecho rodeé su cintura. Ella quitó sus manos de su rostro para colocarlas sobre mis hombros con delicadeza y mirarme haciendo un triste puchero.
—Oye —acaricié su mejilla de la manera más dulce que pude—no tiene nada de malo. Está bien, nada más me sorprendió un poco, es todo.
Acerqué mi rostro al suyo y con la punta de mi nariz rocé la suya. Ella entrecerró los ojos, mirando mis labios.
—Eres hermosa, Hinata.
No pude resistirlo más tiempo e inicié una nueva sesión de besos.
Ella rodeo con sus brazos mi cuello y dejó que la danza de nuestras lenguas continuaran.
Deslicé mis manos por debajo de la playera que tenía puesta y me aventuré a acariciar su espalda por completo.
Hinata que únicamente había estado acariciando mi cabello, dejó de alborotar mi pelo para posar ambas manos sobre mi pecho. Dejó de besarme y miró directamente mi entrepierna.
Movió una de sus manos sólo unos centímetros hacía abajo y paró, su rostro enrojeció aún más.
Besé sus mejillas. Se veía tan adorable y atractiva que hacía estremecer hasta el último centímetro de mí expectante ser.
Posé mis manos sobre las suyas y comencé a recorrer mi cuerpo, ayudándola a explorarme.
Mientras los dos recorríamos mi cuerpo giré mi cabeza y besé su cuello con desespero.
Mi lengua pasó por el largo de su cuello y mordí una parte de su blanquecina piel, ella soltó un gemido que, sin saber por qué, me había gustado más de lo que imaginé.
Exhalé el aire de mis pulmones con fuerza, pues el placer de escuchar a Hinata gemir era demasiado grande. Dejé que ella sola siguiera acariciándome y delicadamente, deslicé mis manos sobre su vientre llegando debajo de sus senos, ahí contemplándola posé mis manos para llenarla de caricias.
…Como ya le mencioné antes no soy muy conocedor de los placeres del amor, pero vaya, algo me decía que no todos los pechos eran de tal tamaño.
—Sasuke…
Al escucharla suspirar mi nombre, algo dentro de mí quiso que ella siguiera invocándome.
Apreté sin demasiada fuerza sus senos entre mis manos y al igual que ella, suspiré.
Se sentía endemoniadamente bien.
Besé el inicio de sus senos en lo que mis manos estrujaban con ímpetu.
Ella sólo soltaba pequeños suspiros que alimentaban mis ansias por tenerla.
Al tratar de alzarse para darme un mejor acceso a su pecho, recargó una mano en mi pierna mientras se elevaba y, la otra, al intentar alcanzar mi cadera, bajó más de lo que ella hubiera querido, provocando que tocara mi sexo endurecido, que se alzaba ya con fiereza para ese momento.
De mis labios salió un gruñido al sentir su mano en mí que, con urgencia necesitaba atención.
—¿Te lastimé? —me preguntó Hinata enseguida.
—No. Estoy bien —apenas podía contestar.
—Entonces… te… ¿te gustó?
Asentí, sin poder responder a eso.
Hinata miró la prenda que seguía cubriendo mi cadera y luego me miró a los ojos, con cierto aire que no supe reconocer.
—¿Puedo…?
—…Adelante, Hime…
Cuando ella escuchó como la había llamado, me besó con tanta pasión y amor al mismo tiempo, que giré nuestros cuerpos y recargué mi peso sobre mis codos, quedando encima de ella. Quería demostrarle que yo también la amaba y deseaba con la misma intensidad.
Ella rio entre el beso, provocándome una inmensa ternura.
Con sus manos intentó quitarme la ropa que le obstruía tocar mi sexo, la ayudé y deslicé mi prenda, aventándola y perdiéndola en algún lugar de la habitación.
Al mirar lo que ahora se podía apreciar de mi anatomía, Hinata abrió con desmesurada sorpresa sus blancos ojos y su rostro enrojeció por completo.
Pasaron varios segundos y, al notar que no se movía la miré a los ojos.
—Tocame —le susurré al oído.
Ella me miró de vuelta con insistencia para después, regresar su mirada.
Con lentitud, tomó mi sexo en su mano y aunque con un poco de timidez, empezó a recorrer toda su longitud.
Ahogué un gruñido de placer besándola con vehemencia.
Comenzó a acelerar el ritmo de su mano.
Coloqué mi cabeza entre su cuello y su hombro.
Sentía una sensación asombrosa, pero no quería disfrutar la noche sólo yo.
Detuve su mano con suavidad y la puse sobre mi espalda.
Era mi turno de hacerla sentir de esta manera.
Besé sus clavículas y llevé mi mano derecha a uno de sus senos. Lo apreté con deseo.
Escuché como Hinata gemía, pero no con un buen sentimiento.
—¿Te hice daño? —pregunté con miedo.
De nuevo, Hinata asintió.
—¿Quieres que paré?
—Continua —me sonrió.
Deslicé mi mano, primero por su vientre, luego por su cintura, su cadera y llegué al punto más cálido de su ser.
Noté que ella estaba apretando sus piernas, con temor a que yo continuara bajando.
Acaricié sus piernas, en un intento de tranquilizarla y ella, con vergüenza, comenzó a separarlas.
—Estoy aquí, Hime.
Tomé mi tiempo y con lentitud comencé a deslizar mi mano hasta su entrepierna.
Cuando llegue ahí sentí que estaba húmeda y por lo que Shisui me había dicho, debía ser su entrada.
Rocé mi dedo índice sobre aquel sitio tan cálido y al momento la escuché gemir más fuerte que la ocasión anterior. Eso me había gustado.
Seguí haciéndolo y en un momento, Hinata arqueó su espalda mientras decía mi nombre con notoria lujuria.
Aceleré el movimiento de mi dedo, ella parecía retorcerse por lo que esperaba, fuera placer.
Sentí un estremecimiento en todo mi ser, ver a Hinata así me estaba gustando demasiado y todavía no nos unificábamos.
Paré después de un minuto y la miré.
Había llegado la hora.
Me posicioné entre sus piernas y la besé. La besé con todo el amor que sentía por ella.
Tomé en mi mano mi sexo y poco a poco empecé a introducirlo dentro de Hinata, que había posicionado sus manos sobre mis hombros y que, ahora, clavaba sus dedos en mi piel.
El placer que sentía era sublime, jamás antes en toda mi vida había sentido algo parecido a esta exquisita sensación.
Paré por unos segundos, ya que el cuerpo de Hinata aún se encontraba tenso.
La miré, apretaba con fuerza sus ojos.
Besé sus parpados, quería que ambos disfrutáramos del momento.
Ella me miró, abrazó mi cadera con sus piernas y me rodeó el cuello con sus brazos.
Terminé de introducirme en ella, sintiendo que el paraíso éramos nosotros.
Sentí como su entrada era muy estrecha, tanto, que parecía abrazar con fuerza mi sexo.
Mis brazos se debilitaron un segundo que aproveché para recargame en el hombro de Hinata, su respiración era agitada, al igual que la mía, sus ojos estaban entrecerrados y el sudor parecía hacerla brillar.
Deposité pequeños besos por todo su rostro, para luego, recargar mi frente sobre la suya.
—¿Lista? —le pregunté antes de seguir.
—Listos —me respondió con dificultad, besando mi barbilla.
Comencé a mover mi cadera, saliendo y entrando en el tibio ser de la mujer que amaba y amaré.
Nuestras respiraciones se hacían más y más irregulares cada vez.
El tiempo parecía detenerse.
Los sonidos que salían de lo más profundo de nuestro ser, anhelaban con cada embestida, que nuestras almas fueran una sola, para siempre. Llamándonos con una ansiedad y deseo que no creímos sentir antes.
La danza de nuestros cuerpos, delirantes de placer, era más frenética y necesitada conforme pasaban los segundos.
De un momento a otro, el cuerpo de Hinata pareció convulsionar mientras gritaba mi nombre. Miré sus ojos, al observar nuestros cuerpos unidos, siendo uno solo, acompañados por el vaivén de nuestras caderas, mi cuerpo se llenó de un placer tal, que creí que podía tocar el cielo con mis manos. Y algo salió de mi cuerpo inundando el ser de Hinata.
Grité su nombre sin pena alguna ni pudor.
Cuando nuestras respiraciones estaban por regresar a su estado natural, no sentí temor de decirle la verdad.
—Te amo —susurré.
*/
¡Hooolaaaaaaaa!
Lo sé! Tardé siglos para actualizar y, finalizar :'( este fanfic…
Así es, esta historia, como avisé un capítulo atrás, ha llegado a su fin. xC
Jamás había finalizado un fanfic de este tipo y tengo muchos sentimientos encontrados, para no decir que lloraré cx
¡Muchísimas gracias a todas las hermosas personitas que siguieron este fic hasta el final, y también a las que no! Cx De verdad, les agradezco mucho su paciencia y su lectura. Son las mejores y siempre lo serán.
Lamento mucho la demora de esta historia, me hubiera gustado acabarlo antes, cuando estaba en pleno apogeo, pero creo que este fue el momento exacto de terminarla. Sin duda alguna me siento más capaz.
Si quieren que siga escribiendo SasuHina, pídanmelo. Ya que no es de mis más sagradas parejas, pero mentiría si dijera que no he disfrutado escribiendo este fic. Tal vez es el fanfic con el que me he divertido y disfrutado más, ya que no lo planeé, sólo lo escribí como agradecimiento a una seguidora, uchihinata-20.
Espero que les haya gustado el lemon, (si así se le puede llamar a esta cosa hermosa cx) que eh creado sólo para ustedes.
Para serles sincera, me ha fascinado a mí. Lo sentí tan tierno y romántico que me sorprendió mucho al final. Pero eh amado este capi con todo mi corazón.
Gracias otra vez a todas y cada una de las personas que siguieron, añadieron a favoritos, y las que comentaron la historia. Siempre las llevaré en mí.
Y respondiendo a los últimos 3 comentarios recibidos:
Hima947: espero con todo mi corazón que te haya gustado.
LadyByakughan UchIha: Amiga mía! Muchas gracias y aunque no me parece muy fiero creo que fue muy bueno cx
Mikashimota Z: Lo sé! Cx fue un fic muy chistoso, es un Sasuke no amargado xD gracias C:
Gracias a todas y espero leerlas pronto.
¡Besitos en la frente para todas!