Esta es una historia de L' Fleur Noir y yo :D espero les guste. Este capitulo lo ha escrito ella :3

~Cuidado con lo que Deseas~

Capitulo 1

- ...Y esto es para ustedes…- la hermosa Undine de cabello azul apareció frente a ambos portando un plato lleno de sandwiches. Les dedicó una sonrisa amable antes de entregarle el objeto al Spriggan quien ni siquiera la miró.

- ¡Gracias Asuna!- comentó Klein con mucha animosidad, robando un sandwich y comiéndoselo sin perder el tiempo -¡Está delicioso…!

- Buen provecho Klein, con permiso…- la muchacha volvió sobre sus pasos. Acomodó el grueso chal de lana que llevaba sobre los hombros y se metió dentro de la casa, dejando a los dos jóvenes allí afuera quienes disfrutaban del paisaje nevado, al parecer sin que les importara la baja temperatura.

Era mediados de diciembre, y todo lo que antes era verde primaveral, ahora era gris y blanco. Las praderas, y las copas de los pinos se encontraban coronados de nieve. Hasta la larga orilla del lago se había congelado en una promesa del invierno que aún no llegaba. Quizás a mediados de Enero podrían juntarse a patinar, si el hielo era lo suficientemente grueso.

- Kirito kun…- la chica volvió al exterior con expresión preocupada -No te olvides de esas luces…

- Ya sé, ya sé, me lo has dicho un centenar de veces.

- Bueno es que tú pareces olvidar todo lo que no sea referido a la comida- Asuna no dijo más y volvió a entrar a la cabaña.

El spriggan revoleó los ojos con cierta irritación, manoteó dos sándwiches del plato y se los metió en la boca masticándolos con profunda concentración.

- Oye te envidio- Klein dijo de la nada mientras se soplaba los dedos.

- ¿Que envidias?- preguntó el otro como si no le entendiera.

- Pues… tienes una esposa bonita que te atiende como un rey, y que cocina delicioso, y que de seguro ha de darte todos los gustos…

- Y que tiene un carácter de los mil demonios…- completó Kirito en voz baja como diciéndole un secreto -Que puede ser algo obsesiva… Como ahora, que quiere que empecemos con la decoración de Navidad para darle una sorpresa a Yui…

- ¿Y?

- Pues que ha rechazado la ayuda del sistema para esto, y quiere hacerlo del modo normal, como lo haríamos IRL… y ha estado pidiéndome que me suba al techo a colgar las luces navideñas…

- ¿Y porque no lo haces?

- Si voy a hacerlo, pero cuando deje de pedírmelo cada cinco minutos…- le sonrió guiñándole un ojo y comiéndose el último de los sándwiches ante la mirada decepcionada del pelirrojo.

- ¡Kirito kun ya va anochecer, ve a poner esas luces…!

El Spriggan le hizo un gesto con el pulgar ante la voz demandante de su esposa y reprimió un suspiro de fastidio -¿Ya ves?- le siseó.

- Pues no es nada malo, son las situaciones domesticas de una pareja normal…- el pelirrojo rió viendo el cielo gris -Y daría lo que fuera por tener una esposa que me manejara a su antojo, así como tú…

- No sabes lo que dices…- rió Kirito.

- Es muy fácil hablar cuando tienes un harem haciendo fila para salir contigo…- replicó Klein entre dientes.

- ¿Que dices, baka? ¡No vuelvas a decir eso en voz alta!- el Spriggan lo golpeó en el hombro con furia contenida.

- ¡Kirito Kun…!

- ¡Ya voy Asuna, no es necesario gritarlo a cada rato!- respondió dando un chillido hacia el interior de la vivienda. Se volvió a su amigo -Pues cuidado con lo que deseas, pues puede que las hadas escuchen tu petición y la cumplan, y termines teniendo una esposa más malhumorada que la mía…

- ¡Sería muy feliz! -le interrumpió -Y ya todos ustedes dejarían de burlarse de mí.

- Pues puede que hoy sea tu día de suerte…- Kirito habló misteriosamente ensayando una sonrisa traviesa – Sólo debes esperar un poco más, y quizás no vuelvas solo a tu hogar.

- ¿Eh?- Klein parpadeó impresionado.

- Solo espera a que llegue Liz.

- ¿Que tiene que ver esa herrera insoportable en todo esto…?

- Ya lo verás…

- ¡Kirito Kun las luces…!

- ¡He dicho que ya iré!- le gritó otra vez en dirección al interior de la cabaña.

- ¡Pues no veo que estés moviéndote…!

Klein reprimió una risita divertida viendo la cara enfurecida de su amigo, quien había inflado las mejillas ofendido de que la muchacha lo regañara justo frente a terceros. No era que le molestara eso, pero prefería discutir sus pequeños malentendidos entre ellos, sin la presencia de testigos.

Esta vez decidió no responderle aunque su boca se torció en una mueca desagradable.

- A veces no sé porque la soporto…- murmuró sin pensarlo -Y desearía que…

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- A veces no sé porque la soporto…- escuchó que decía la voz contenida del muchacho. Se le notaba furioso y ofendido. Ella reconocía muy dentro suyo que se había pasado de rosca con sus exigencias, pero quería tener una decoración perfecta para su pequeña hija, pues sería la primera Navidad que pasaban juntos dentro del juego, y por ende deseaba que todo saliera a pedir de boca. Se apegó a la pared contigua a la puerta y se ajustó el chal contra los hombros, esforzándose por oír la perturbada voz de quien era su esposo – Y desearía que… dejara de atosigarme un poco, Asuna es genial, pero es obsesiva, por momentos pareciera que aún se cree parte de los KOB y que yo soy alguno de sus subordinados a quien necesita exprimir para conseguir sus caprichos...Y desearía, desearía que dejara de sofocarme…

Asuna se llevó una mano a los labios y reprimió una exclamación ofendida. Sabía que en verdad en los últimos días se había portado de modo intolerable y odioso, pero quería que el recuerdo de la primera Navidad con su familia virtual fuera en verdad perfecto. Y… porque era la única forma que conocía para hacer las cosas, sí, era controladora y manipuladora. Pero era parte de su naturaleza, y Kirito la había conocido así.

Se alejó del lugar en el que estaba no queriendo oír más, y reprimiendo un triste suspiro abrió su inventario y buscó entre los items hasta que encontró las hermosas luces navideñas. Se quitó el chal y lo dejó en una esquina del sillón verde, se acercó a la mesa de madera de donde tomó una bufanda de lana que hacía juego con el chal y se la colocó en el cuello sobre su largo cabello azul. Siguió buscando hasta que dio con una pequeña botella roja de diseño extraño y antiguo.

- ¿Una poción?- se preguntó en voz alta -Ahh, deben ser de las últimas que compró Kirito kun…- sin pensarlo demasiado se la bebió de un solo trago, sorprendida de su sabor dulce, y más sorprendida aún de que la botella no hubiera desaparecido tras acabársela.

Extrañamante se sintió más alegre y con las fuerzas renovadas. Tomó las luces entre sus manos y se dirigió hacia la puerta trasera.

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- ...Y desearía que… dejara de atosigarme un poco, Asuna es genial, pero es obsesiva, por momentos pareciera que aún se cree parte de los KOB y que yo soy alguno de sus subordinados a quien necesita exprimir para conseguir sus caprichos...Y desearía, desearía que dejara de sofocarme…

- ¿En verdad deseas eso?

- Créeme, cuando pasas mucho tiempo con ella…- comenzó, inspirado. Luego sonrió inexplicablemente, y meneó la cabeza en un gesto negativo -Olvídalo, así ha sido desde la conocí; mandona y quizás algo intolerante… pero así la amo ¿verdad?

- ¿Porque me lo preguntas a mí?- el pelirrojo se encogió de hombros riendo.

- Para que lo afirmes.

- Es demasiado obvio, desde que se conocieron en SAO no han vuelto a separarse.

- Ella siempre me perseguía a sol y a sombra…

- No parece que ello te disgustara.

- Pues por supuesto que no, esa es mi esposa…- declaró con orgullo con una enorme sonrisa de superioridad. Sin decir más palabra se giró sobre sus talones y entró a la cabaña -A ver, cariño ¿donde están esas luces que quieres que coloque…?- Klein lo siguió de cerca cerrando los ojos agradecido ante el calor de la chimenea que crepitaba desde un rincón manteniendo una temperatura agradable dentro de la casa -¿Asuna?

- Al parecer no está aquí.

- No me digas genio.

En ese momento se oyó un ruido en el techo, seguido de golpes pequeños, como si se trataran de pasos, y luego el sonido sordo de un martillo.

- Creo que te ganó de mano- Klein se rió sin importarle la cara ofuscada del Spriggan que se había mordido con fuerza el labio inferior.

- Es una tonta…-siseó con fiereza, mirando con atención la mesa donde había colocado horas atrás la pequeña sorpresa que tenía preparada para su mejor amigo. Sin embargo, la fina botella que contenía la costosa poción estaba volcada, vacía a un lado sobre la madera -¿Qué…?

Pero no pudo terminar lo que decía, oyó un golpe potente, y luego un grito ahogado que sin duda provenía de Asuna. Pero Kirito había alcanzado la botella vacía de la poción y la sostenía entre sus manos como no entendiendo, mientras todo transcurría en cámara lenta a su alrededor.

Klein observó a su amigo quien no movió un musculo, y la adrenalina lo hizo actuar, se precipitó velozmente al exterior sin esperar su consentimiento.

- ¡No…!- Kirito despertó de su letargo, y dando un grito salió tras su amigo en el preciso instante en que este atrapaba el grácil cuerpo de la Undine entre sus brazos -¡Nooo!- volvió a gritar con angustia, pero ya era tarde. La inercia de la atrapada había hecho que Klein cayera hacia atrás, quedando sentado sobre el suelo de madera con la muchacha en sus rodillas. Asuna lo veía con sus hermosos ojos azules bien abiertos y le dedicaba una sonrisa enorme y sincera, sus mejillas tenían un leve tinte de rubor, al igual que el Salamander cuya boca se había abierto desmesuradamente como si estuviera viéndola por primera vez.

Como si ambos estuvieran viéndose por primera vez…

Momento tras el cual, la extraña botella vacía de la poción que aún sujetaba inconscientemente entre sus manos terminó por fragmentarse y desaparecer.

- ¿Asuna?- murmuró sintiéndose excluido.

Pero la nombrada ni lo miró -Gracias por salvarme Klein…- le dijo en una voz suave y agradecida.

El pelirrojo volteó hacia Kirito primero, quien lo veía con desesperación, y luego sus ojos volvieron al rostro perfecto de la chica como si de ella emanara una profunda fuerza magnética de la cual no podía resistirse -No tienes que agradecer…

Las manos de Kirito volaron hacia su cabello despeinándolo más de lo que usualmente lo llevaba. ¿Cómo aquello había terminado de esa forma repentina? El caro item que hubo comprado para dárselo de beber a Liz cuando esta se decidiera a llegar, y que la atraería irremediablemente a Klein (eso era lo que había planeado, sintiéndose de antemano muy orgulloso de su plan) había salido de la peor manera. Asuna lo había bebido, y Kirito sabía que la pócima tardaba solo unos minutos en actuar y era muy efectiva.

La forma tímida y ruborosa en la que ella veía al Salamander le indicaba que ya había hecho efecto. Y a juzgar por la agonía en el rostro del pelirrojo, en él también lo había hecho.

- Kirito ¿para qué me llamaste?- la herrera de cabello rosado plegó las alas tras su espalda y se detuvo al inició de la galería, muy sorprendida viendo la escena; con Klein y Asuna que no se quitaban los ojos de encima, y al fondo la expresión rota y angustiosa del Sprigan quien en ese momento se pasaba la mano sobre el puente de la nariz y expulsaba el aire de un modo casi bestial. De pronto la miró.

- Estúpida Liz, llegas tarde.