Personajes|| Hiro Hamada, Tony Stark.

Pairings|| Ninguna. Tony x Pepper como segundaria.

Géneros|| Family / Humor/ Drama

Advertencias|| Post Avengers, Pre Iron Man 3 y demás películas en adelante.

oOoOo

Disclaimer Applied

oOoOo

.

.

.

.

oOoOoOoOo

Genes De Genio

~Capítulo Uno

oOoOoOoOo

.

.

.

.

La alfombra tibia bajo sus pies, le provocaba una sensación acogedora debido al helado clima que se había cernido sobre la ciudad esa mañana. En las noticias lo habían asegurado, teniendo en cuenta las bajas temperaturas que se volvían más continuas. Estando cerca de fin de año era normal en varias zonas, mas no en la ciudad antiguamente llamada San Francisco, bautizada "San Fransokio" hace sólo una década. El paisaje había sido pintado, por la noche, de un blanco inmaculado gracias a la basta cantidad de copos de nieve. Las copas de los árboles, los techos de las casas, el pavimento de las carreteras y la punta de cada edificio de departamentos, como así la ventana corredera, que daba a su pequeño balcón, que había sido visitada por la escarcha.

Sus ojos brillaron, quedándose embelesada ante la magia de su primer día nevado en la ciudad. Por suerte la calefacción no se había averiado, algo muy común en días así, funcionaba a la perfección, de modo que sólo tendría que preocuparse de ponerse presentable con prendas adecuadas para ese nuevo día. Buscó una muda de ropa, la dejó sobre la cama y acto seguido se metió al baño con rapidez mientras que, en la parte superior de la cama doble, la otra joven habitante aún dormía a pierna suelta.

.

.

.

No era normal recibir visitas de autoridades importantes esos días de invierno, por lo que en cuanto la limusina aparcó frente al enorme edificio, de inmediato llamó la atención de todos los transeúntes, en su gran mayoría estudiantes enfundados en gruesos abrigos, bufandas, guantes, orejeras o gorros.

Lo que les dejó estupefactos en un inicio fue la música que provenía del interior del vehículo, demasiado alta para el gusto de muchos, mas cuando la puerta se abrió, la sorpresa de todos los espectadores se elevó, a niveles insospechados, al ver quién era la persona que salía a pisar el terreno levemente cubierto de copos blancos.

—¿Buscan algo en particular? —el joven Anthony Edward Stark les preguntó, con una sonrisa arrogante, a las embobadas mujeres que cuchicheaban, a pocos metros a su derecha.

El hombre, el chofer de la limusina, se dirigió al jovencito con una maleta en mano y una mirada tranquila.

—Dame eso Jarvis, no vaya a ser que te rompas la cadera — Mirándole divertido, le quitó la manija del equipaje para cargarlo por cuenta propia.

—Tengo que decir que es poco considerando sus hábitos, casi compulsivos, de su "necesidad" en cuanto a la cantidad de atuendos, joven Tony.

—Nah, esto es sólo mi ropa de hoy —comentó encogiéndose de hombros.

El anciano suspiró, aunque sólo era una verdad a medias, no importaba su esfuerzo en hacerle ver que no era apropiado gastar tanto dinero, menos aún en atuendos que sólo utilizaba una vez. Lo que seguía impresionándole no se trataba de que el joven había se inscrito en esa Universidad, que tenían frente a ellos, sino que lo había hecho sin el permiso de sus padres... Y él, Edwin Jarvis, le había ayudado en cada detalle.

Ahora no quería pensar en las consecuencias, pero es que desde un principio no había estado de acuerdo con Howard Stark en colocar a su hijo en un Instituto Privado, sin importar el buen futuro que le aseguraba pertenecer y graduarse en dicho lugar. Sabía que el jovencito lograría buenas cosas, superaría a su padre.

Pero para ello necesitaba tener más fe en sí mismo y, todo el mal comportamiento que había tenido hasta la fecha en el internado, le confirmaba que era lo suficientemente inmaduro, no tenía la confianza suficiente, si continuaba intentando buscar maneras tan pobres de llamar la atención.

Fue cuando recibió una llamada del director, donde Howard no se encontraba y la señora María estaba atendiendo asuntos en una cadena de su fundación, que fue informado sin rodeos, ni preámbulos, de las locuras que Tony había llevado a cabo en el campus y dentro de una fraternidad vecina. La expulsión inmediata para Anthony Stark sería un absoluto escándalo en los medios. Logró persuadirlos, ofreciéndoles el trato repetido, de una gran suma de dinero, para pagar los daños causados, el daño moral y la destrucción a la propiedad pública. Así había callado al todos en el internado, mas no logró hacer que aceptaran a Tony de nuevo, por más números que aumentara al precio de su matrícula.

Lo peor es que faltaban meses para fin de año, comenzaba el invierno y las universidades de prestigio no recibían estudiantes pasado el primer semestre...

Salvo una. Había oído, en las noticias, que ese año se cumplían tres décadas de la inauguración del laboratorio Ito Ishioka, en el Instituto de Tecnología de ubicado en San Fransokio. Ese mismo día se comunicó con el hombre, cambiando un poco la historia, aunque el señor Ishioka era un hombre listo — de otro modo, no ocuparía el puesto de actual catedrático — y había partes del relato que lo dejaron pensando. Al final Jarvis tuvo que ser sincero, comentándole la verdad, aunque no a lujo de detalles, pues ni él mismo los conocía. El señor Ishioka dudó al principio de su relato, mas le dio una oportunidad. Dijo que enviaría, a uno de sus miembros, a hacerle una entrevista a su próximo candidato.

Tuvieron que ingeniárselas para que los padres de Tony no descubrieran nada, después de todo a Howard no le haría gracia descubrir que motaban toda una fachada y su hijo, al que pensaba que se hallaba estudiando en el extranjero, vivía a menos millas de lo estipulado. Pero Jarvis había prometido cubrirle, debido a que como su tutor, no sólo velaba por su bienestar físico, sino emocional. También se encargaría de que los medios no se enterasen, al menos no pronto en lo que le restara de vida.

De eso sólo hace una semana. Ahora ambos ya podían relajarse. Jarvis estaba más bien consigo mismo, aunque algo de culpa le comía por dentro, sabía muy bien que esta vez Tony aprovecharía su segunda oportunidad.

Al fin y al cabo, enterarse de que había una Universidad que se enfocaba en los distintos aspectos de las Ciencias, había dejado impactado a Tony. El joven moreno no había podido, ni fingir, que no le interesaba que personas valoraran esos ámbitos al igual que él.

Faltando poco para que cumpliese diecisiete años, esperaba que sentara cabeza y usara su don para algo más que causar desastres a montón. Estaba seguro de que lo haría, poseía un buen corazón a pesar de la mala imagen de sí mismo que aparentaba, pero le encantaría que el mundo conociera su lado noble más temprano que tarde.

Le tomó de los hombros, mirándole con todo el orgullo que poseía por él, a quien había acompañado desde bebé y al que, hasta el día de la fecha, aún tenía en gran estima.

— Cuídate mucho, joven Tony — Le pidió, con su acento inglés intacto a pesar de todos los años en Estados Unidos.

Tony relajó sus facciones, dedicándole una de sus más sinceras sonrisas.

— Tú también, Jarvis —le dijo, estirando su mano para acercarlo a él y estrecharlo en un abrazo. Después de todo, Jarvis era la única figura paterna que tenía siempre a su lado.

.

.

.

Ya estaba anocheciendo y la jovencita, de ojos verde esmeralda y cabello castaño recogido en una coleta, que atendía uno de los tantos locales de comida, ubicados dentro del campus de la universidad, suspiró un tanto enfadada. Los alumnos no solían ser amables con personas de su... ¿Clase social? No, de hecho su trabajo de medio tiempo allí no era el problema, sino su CI que al parecer no estaba a la altura de los genios nada simpáticos a los que les tomó la orden. Conteniendo los impulsos de escupirles en las bebidas, les entregó sus pedidos.

— Maemi, hay un cliente en la mesa seis — Le señaló la cocinera detrás de la barra, que también era su hermana menor y muy parecida en apariencia a ella.

—Ya lo tengo, Cass —se dirigió con libreta en mano al sitio. Se sorprendió un poco de las gafas oscuras del sujeto, pues el clima estaba nublado y frío, además era de noche. Por otro lado sus ropas era normales para el clima, aunque con lo impecables que se veían, teniendo en cuenta las pequeñas basuras que solían mezclarse con la nieve, parecían recién salidas de fábrica.

Negó mentalmente y se dispuso a hablar.

—¿Qué va a ordenar?

El moreno, que hasta ese instante había estado mirando más allá de las ventanas, puso su atención en ella. Se quedó en silencio unos segundos, luego bajó sus gafas unos centímetros.

—¿Puedo ordenar una cita contigo?

El comentario descarado le dio un sonrojo en las mejillas. Pero ella no era una colegiala enamorada, ni una chica fácil y sólo frunció el ceño, ofendida.

—Lo siento, no tenemos "citas con el personal" en el menú.

Él parpadeó confuso, como si no fuera normal que una chica le diese un no por respuesta. Luego sonrió de lado.

—¿No te gustaría añadirlo?

—¿Vas a ordenar algo o no? —reclamó, ya hastiada.

Al parecer el moreno se había dado por vencido, pues sólo se reacomodó en la silla ni atreverse a enfrentarla.

—¿El combo de hamburguesa con queso aderezado con tu número de teléfono?

Maemi volvió a disgustarse con la invitación pero, divertida de que él creyese que la cursi frase podría lograr algo, intentó sonreír a la par que iba anotando.

—Okey, una hamburguesa con queso, aderezado con una patada entre medio de las piernas.

Fingiendo dolor, el joven hizo un gesto con la mano de que le dejara pasar sus idioteces.

—Mejor sin aderezo, oí por ahí que producen gases.

—Oh claro, porque seguro tú no tienes necesidades básicas de humano, señor gafas de sol —ella rodó los ojos, burlesca.

Ese comentario sorprendió al cliente, mas sólo atinó a sonreír. Esta vez la sonrisa no era para coquetear.

—Llámame Tony.

Extrañada por el repentino cambio en su actitud, le miró dudosa.

—Humh, soy Maemi —de todos modos decidió presentarse, no era mucho esfuerzo olvidarse de una mala primera impresión.

.

.

AÑOS MÁS TARDE.

.

.

Pepper observaba enternecida el cabello revuelto, manchado de aceite y con aroma a humo, en la cabeza de su novio, a quien se le había dado por quedarse dormido en el sofá del living. No era de extrañar teniendo en cuenta las notables ojeras, que sin dudas habían sido ocasionadas por las innumerables horas en su taller.

Meses después de la batalla de Nueva York, ambos habían regresado a la mansión en Malibú. Como CEO de Industrias Stark, le era dificultuoso estar en un mismo sitio junto a Tony, pero se las había arreglado para tener una semana libre en ese mes y asegurarse de revisar la salud del genio, quien tendía a descuidarse si ella no estaba cerca.

Ahora tenía por seguro que esa noche Tony descansaría, se encargaría de ello.

Como si leyera sus pensamientos, el susodicho se removió buscando una mejor posición para su cabeza, acabó con los parpados cerrados en dirección al respaldo del sofá.

.

.

.

Despertó sin recordar en qué momento se había quedado dormido.

— Maemi — El nombre salió de sus labios, sin querer.

— ¿Quién? — La voz de Pepper, que terminaba de hablar por su teléfono, le preguntó detenidamente.

Tony se enjuagó los ojos con las dedos, parpadeando durante unos segundos para acostumbrarse a la luz.

— ¿Qué hora es?

Pepper vino hacia él para levantar la manta que hace poco lo cubría y, por su movimiento, había terminado en el piso.

—Diez de la mañana —contestó sentándose a su lado. —¿Qué tienes, Tony? — Preguntó preocupada de verlo tan metido en sí mismo.

El susodicho dio una respiración profunda, sin poder ocultar su verdadero estado.

—No es nada, sólo... Una pesadilla —trató de restarle importancia al asunto.

.

.

.

—¡Dagh! —Tony se quejó, debido a que calibrar mal la potencia en su guante derecho, gracias a la fuerza extra, le hizo terminar por salir volando y chocar la espalda contra el capote de uno de sus autos. —Agh, Jarvis... Recuérdame poner almohadas para amortiguar el impacto.

"Bien pensado señor, eso arreglará perfectamente las abolladuras provocadas en su automóvil."

Ignorando a su IA, caminó hacia el televisor pantalla plana que transmitía las noticias.

"... Lamentablemente, no hay evidencia que pruebe cómo se ocasionó el fuego que acabó con la mayor parte del hall, donde se llevaba a cabo ayer la Feria Estudiantil de una de las mejores Universidades de San Fransokio."

El nombre del lugar llamó totalmente la atención de Tony. ¿Acaso hablaban de...?

—Sube el volumen.

"El lamentable incendio acabó con la vida del Profesor Robert Callaghan y uno de sus más brillantes estudiantes: Tadashi Hamada. En segundos volveremos con más detalles de los hechos."Y la cámara mostró una toma final, enseñándole videos grabados del terrible estado de destrucción en que había quedado ese sitio que conoció hace mucho. Pero había algo que lo golpeó aún más fuerte, que saber de ese accidente, y fue oír el nombre de una de las víctimas.

—Hamada —repitió incrédulo.

La compuerta se abrió y Pepper entró con dos tazas de café humeantes. Sin embargo, la sonrisa suave en su boca se borró al ver la expresión seria de su novio. No logró preguntar a tiempo, antes de que el moreno hablara.

—Jarvis busca información sobre él.

La IA lo hizo en un santiamén.

"Recientemente fallecido según el acta en el Hospital de su ciudad. Fue un estudiante destacado del Instituto Tecnológico de San Fransokio, bajo el programa de Robert Callaghan. Su promedio total era de un 84/100. Su especialidad era la robótica, ámbito en el que basaba su proyecto. Entre sus hobbys estaban la lectura de libros de enfermería, a pesar de que había fallado en su examen de ingreso a la Facultad Pública de Medicina un año antes."

—¿Tony qué está-

—¿Me estás jodiendo? —ladró exaltado—. Dame nombres. ¡AHORA!

"...

...Tadashi Hamada. 19 años de edad, su padre era el cirujano japonés Tomeo Hamada, mientras que su madre era la japonesa-americana, Maemi Hamada."

No era cierto.

No era cierto.

No es verdad, es lo único que Tony podía pensar.

—Muestra una foto reciente de la familia. —ordenó, dirigiéndose a la zona de los ordenadores. Debía sacarse las dudas.

En el más grande, pudo ver la fotografía de una familia de cuatro. Un adulto, un niño y una mujer sosteniendo un bebé envuelto en mantas.

Deseó que todo fuese una chiste, pero hasta el momento Jarvis no había usado su conocido sarcasmo y es significaba que no bromeaba, además de que nunca había programado a la IA para burlarse con temas trágicos, como lo era la muerte.

Tadashi Hamada era hijo de Maemi.

—Mierda... —si él estaba internamente escandalizado de esa muerte, ni siquiera quería imaginar cómo lo estarían llevando ella y su esposo.

Miró la foto una vez más. —¿Esta es la foto MÁS reciente? —ya que había comprobado que se trataba de, la misma, Maemi que conoció hace años... Pero se suponía que el hijo mayor tenía diesinueve, mientras que en la imagen no pasaría los ocho o siete años.

" Son las últimas imágenes tomadas en vida del matrimonio "Aclaró para total consternación del millonario." Ambos fallecieron en un accidente hace diez años, señor. "Comentó Jarvis, como si le costara dar ese detalle.

— ¿Tony qué es todo esto? ¿Quiénes son — Se interrumpió a sí misma, dando un pequeño grito de susto cuando su novio usó su guante para lanzarle un ataque al cristal delantero de uno de sus autos, derritiéndolo como una paleta de helado y ocasionando que comenzara a sonar la alarma. No satisfecho con eso, aumentó la potencia e incendió el capó y las llantas.

Quedó totalmente consternada de esa reacción, mas se calmó al ver cómo el pecho de Tony subía y bajaba continuamente, su reactor brillando a la par que su respiración tensa. Sus hombros elevados, el ceño fruncido a más no poder, demostraba su ira, su rabia, mas sobretodo Pepper pudo ver el dolor que ocultaba bajo esa fachada de desquiciado.

Extendió la palma para tocarle la mejilla, pero Tony aún seguía ido. Buscó sus ojos y cuando el moreno le dirigió la mirada, percatándose de ella, la atrapó entre sus brazos y hundió la cabeza por debajo de su hombro.

Esa manera de actuar era muy rara en él, lo sabía, usualmente no auguraba nada bueno. Miró lejanamente, pensativa, sus ojos encontraron a cierto bot utilizando el extintor sobre el fuego.

La pelirroja quiso contenerse, pero no pudo evitar preguntarle la razón que lo llevaba a sentirse tan roto.

—¿Quién es Maemi?

De nuevo se hizo presente el silencio de la primera vez que hizo la pregunta, igual que la mirada intensa, ahora ya no disimulada de desinterés, en los ojos del genio al volver a centrarse en ella.

—Era una amiga... —lo dijo tan suave como un susurro, que por unos segundos Pepper lo creyó mentira.

Ciertamente, Tony aún continuaba sorprendiéndola con los sucesos de su vida.

oOoOoOoOo

.

.

.

.

n/a:Todo se explicará mientras avanza la historia, pero no lo piensen mucho, no habrá tanto misterio. Cualquier error o falta, háganmelo saber.

Nuevamente gracias por leer, saludos a todo mundo ^^