Esta historia está relacionada con mi Fic "Ojos en la espalda" y el manga original después de la batalla entre Kakashi y Obito. Va a abarcar desde el equipo siete reunido nuevamente luego de la guerra, conflictos entre los integrantes, viaje a otra dimensión, enseñanzas sobre amistad, lazos reconstruidos.

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Disclaimer:Los personajes y ambientes de Naruto no me pertenecen, son propiedad del gran Masashi Kishimoto. La trama de la historia sí me pertenece.

Referencias de lectura:

- (Pensamientos)

- Flash back.

- 0-0-0-0-0 Cambio de escena.


Hilo rojo del destino

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Parte VIII

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Sakura secaba su corto cabello con una toalla de forma distraída y lenta; estaba en la que de ahora hasta tiempo indefinido sería su habitación, arrodillada en su futón. Luego de la rápida ducha que había tomado, se vistió y tocó la puerta de sus compañeros para avisar que el baño estaba disponible y sin esperar respuesta se escabulló a su cuarto. Una vez sintió la seguridad de las cuatro paredes, pudo respirar con tranquilidad. Eran muchas las emociones que sentía, pero no podía reconocer ninguna con certeza, todo estaba mezclado debido a lo que estaban viviendo.

Dejó de pensar en eso un momento, no quería agobiarse innecesariamente. En su lugar, comenzó a inspeccionar la ropa que sería suya. Era muy bonita, todas prendas que ella usaría por lo que quizás Sakura-san había sido la encargada de comprarlas, y en un tiempo muy corto ya que habían llegado a ese lugar apenas unas horas atrás.

Una media hora después, unos golpes la hicieron dirigirse rápidamente a la puerta. Al abrir se encontró con la mirada oscura de Sakura-san, quien le sonrió. Con apuro y nerviosismo se hizo a un lado y la dejó ingresar.

—Venía a avisarte que la cena está lista. Ya avisé a los chicos y bajarán en un momento —dijo la mujer de manera amistosa, no quería incomodarla más de lo que la situación ameritaba—. Espero que la ropa sea de tu agrado y haber acertado en la talla.

— ¡Sí! No se preocupe, es parecida a la ropa que tengo en casa y me queda perfecto —se miró a sí misma para respaldar sus palabras. La falda negra hasta medio muslo y la blusa de mangas cortas rojo oscuro le quedaban de maravilla, ni hablar de la ropa interior.

—Me alegra saberlo —musitó en respuesta. Paseó la mirada por la habitación, no había tenido tiempo de organizar las habitaciones como correspondía pero al menos tenían lo esencial. Se dirigió al pequeño tocador y tomó un bote de crema corporal—. Me tomé el atrevimiento de comprar un par de productos para ti, pero puedes pedirme cualquier cosa que creas necesaria. Si no te gustan estas cremas podemos cambiarlas por otras. Que te encuentres en esta situación no quiere decir que debas olvidar mimarte a ti misma —le guiñó un ojo en forma cómplice, Sakura entendió y le sonrió de vuelta, más a gusto con la mujer.

—Gracias. Pero no quiero ser una carga —murmuró mientras se frotaba un brazo.

—Tonterías —le reprendió suave. Con un movimiento de mano la instó a acercarse a ella y la sentó en el pequeño banquito frente al tocador—. Los muchachos pueden esperar un momento más —le sonrió.

Sakura-san tomó un peine y comenzó a cepillar su cabello rosa con extremo cuidado. Sakura tenía el rostro rojo como un tomate, estaba apenada pero luego se relajó al ver la sonrisa reconfortante que le regalaba la mayor, reflejada en el espejo.

—Tienes un cabello muy bonito, Sakura-chan. Yo nunca lo llevé así de corto, pero a ti te queda muy bien —alagó al terminar su tarea.

—Gra-gracias.

Teniendo a la mujer tan cerca, su curiosidad por sus oscuros ojos se intensificó. Quiso aprovechar este momento en el que estaban a solas para preguntarle, más su intento fue interrumpido por el ruido de la puerta que habían dejado sin cerrar del todo.

—Sakura-Hime —ambas se giraron para ver al pequeño felino de cinco colas en la entrada, se dirigió a la mayor—. Su chakra está en el perímetro —y desapareció luego de decir aquello.

—Muy bien. Es hora que bajemos, Sakura-chan.

Luego del asentimiento de la menor, las dos fueron a reunirse con los hombres en la planta de abajo. Al entrar el comedor encontraron a los muchachos sentados a la mesa y a Sasuke-san acomodando los últimos alimentos.

— ¡Sakura-chan! ¡Aquí! ¡Te reservé un sitio! —exclamó Naruto al verla. Señaló el asiento vacío que estaba a su izquierda, él había tomado el lugar de la cabecera y había apartado ese asiento exclusivamente para ella, haciendo que su compañero bufara por su actitud y tomara lugar junto al que sería el de Sakura y a la derecha de Sasuke-san, sentando en la otra cabecera.

—Baja la voz, Naruto —reprendió ella dirigiéndose al lugar, evitando hacer contacto visual con Sasuke. Su nerviosismo regresó a ella al tenerlo tan cerca—. (Respira, Sakura. Solo está a medio metro de ti, no es tan malo. Solo comeremos la cena, uno junto al otro, ya lo has hecho en el pasado. Naruto también está aquí, y esas personas también. Sakura-san y Sasuke-san, un matrimonio, marido y mujer, esposos, nuestros otros Yo de este mundo, y están casados. ¡Pero eso no tiene nada que ver contigo! Respira con calma. ¡Con calma, Sakura!)

—Hmp —musitó Sasuke, desentendiéndose del notable nerviosismo de su compañera, suficiente tenía con el propio, que conseguía disimular magistralmente ante todos. Todos menos Naruto. Su amigo le enviaba miraditas de: ¿No que no te afectaba? Para Naruto siempre sería como un libro abierto, lo que conseguía molestarlo siempre.

— ¡Ya estoy en casa!

Todos frenaron sus pensamientos y lo que estaban haciendo al escuchar el grito infantil. Los jóvenes se miraron entre ellos antes de dirigir su atención a la puerta por la que Sakura-san había desaparecido; expectantes, agudizaron el oído para intentar escuchar algo.

—Bienvenido —era la voz de la mujer cargada de dulzura, la cual se volvió en reprimenda luego—. ¿Sabes la hora que es? Es muy tarde, la cena está lista. Me tenías muy preocupada, Naruto-chan. Hablaré luego con Konohamaru sobre esto. Debió avisarme.

— ¡No es culpa de Konohamaru-nii-chan, no lo regañes Mamá! Yo lo convencí de jugar más tiempo a los ninjas luego del almuerzo. Él no quería desobedecerte, pero fui muy insistente. Te prometo que la próxima vez pediré permiso —era el típico monólogo infantil para intentar excusarse de alguna travesura.

—Está bien. Pero que no se repita. Solo debes avisar, cariño, sé que estás a salvo con Konohamaru-kun pero debes hacerlo de igual forma. Es para que Papá y yo estemos tranquilos. Eres nuestro tesoro.

Sakura realmente había estado preocupada, cualquier cosa relacionada con el niño lo hacía; sobre todo en la situación en la que vivían. Confiaba ciegamente en Konohamaru y en que lo protegería, pero no le quitaba su estado de alerta.

— ¡Es una promesa, dattebayo!

"¿Dattebayo?", fue lo primero que se les cruzó por la mente a los jóvenes del otro mundo.

—Vamos, cariño. Papá nos está esperando para cenar y tenemos unos invitados.

Los pasos resonaron por el suelo de madera, acercándose al comedor. A Sasuke-san le causó diversión ver a esos tres observando fijamente la entrada al lugar, esperando a su esposa e hijo, estaban sumamente concentrados en ello. Se llevarán una gran sorpresa, fue lo que pensó. Y no se equivocó.

Haruno, Uchiha y Uzumaki quedaron anonadados, petrificados en sus lugares al ver a las dos personas que ingresaron: Sakura-san de la mano de su hijo, un niño de unos siete años. Un niño rubio, de ojos azules, marcas en las mejillas. ¡Vamos, que era como un mini Naruto!

Un momento, pensaron los tres, ¡¿ese es Naruto?!

—Hablaremos luego —la voz profunda de Sasuke-san los sacó del estupor en el que se sumergieron al caer en cuenta de lo que ocurría, o al menos eso creían—. Naruto, siéntate junto a Mamá. No hagamos esperar a los invitados.

—Sí, Papá —respondió el niño, extrañamente feliz a ojos de Sakura-san. Sus ojos habían brillado después de observar a los tres desconocidos, en lugar de asombrarse. Era una reacción por demás curiosa.

Cuando se sentaron a la mesa, quedaron dispuestos de esta manera: Naruto y Sasuke-san en los extremos; a la izquierda del hombre estaba su esposa y luego su hijo; a su derecha se sentaba Sasuke y luego Sakura. Quedando Sakura-san frente a Sasuke del otro mundo y el niño frente a la otra Sakura y a la derecha de Naruto.

La cena transcurrió por demás silenciosa, más no incómoda. Cada uno estaba metido en sus pensamientos. Los dos mayores estaban en su papel de anfitriones y padres, aunque para ser más precisos era Sakura-san la que se encargaba de lo primero siendo la más atenta ante los invitados. En cambio, Sasuke-san se mantenía taciturno, escuchando con atención lo que su hijo le relataba de su día con entusiasmo.

Por otro lado, los jóvenes del otro mundo observaban con extrema curiosidad la interacción de esa familia. Las preguntas surgían una a una y desencadenaban más a medida que pasaban los minutos.

Sakura comía en silencio, más relajada, el nerviosismo por estar junto a Sasuke había desaparecido con la llegada del niño. Naruto, recordó su nombre. Con disimulo levantó la vista de su comida y la posó en el pequeño que comía alegremente frente a ella. Es Naruto, pensó, definitivamente es él. ¿Pero cómo es posible? Esa misma pregunta se la hacían sus compañeros. Su mirada debió ser muy intensa ya que, de un momento a otro, el niño se dio cuenta y le devolvió la mirada de grandes ojos azules. Le sonrió. Una enorme sonrisa.

—Eres muy bonita. Te pareces a Mamá, dattebayo —le dijo.

— ¿Eh? —Sakura se sobresaltó, no supo qué contestar.

— ¡Papá, ¿ellos son los hermanos que te pedí?! —exclamó con entusiasmo, apoyando las manos en la mesa para llamar la atención de su padre.

Sasuke-san, que estaba bebiendo té en ese momento, se ahogó con el líquido ante tan repentino cuestionamiento.

— ¡¿Estás bien, Papá?! —Sakura-san salió en auxilio de su esposo dándole palmaditas en la espalda, mientras él se recuperaba de la tos

Los del otro mundo se sonrojaron, incluso Sasuke. Ella le dijo Papá, pensaron.

— ¿De qué cosas hablan ustedes dos? —regañó Sakura-san, ante lo dicho por su hijo.

—Papá dijo que me traería herm-

— ¡Naruto! ¿Ya has terminado de comer? ¡Vamos, es hora de tu baño! —Sasuke-san se levantó, tomó en brazos al pequeño Naruto y salió disparado con él escaleras arriba—. ¡Habla con ellos! —fue el grito que se escuchó de él, luego, un portazo.

Naruto, Sasuke y Sakura tenían una gota de sudor en la cabeza, incrédulos ante lo que habían presenciado. Segundos después, tragaron pesado; aquél aura oscura había vuelto a Sakura-san y sus cabellos levitaban furiosamente mientras tenía un puño elevado, mirando en dirección por la que habían salido sus hombres.

—Estás tentando tu suerte, Uchiha Sasuke —le oyeron decir en un murmullo terrorífico. Después suspiró y se tranquilizó antes de dirigirse a ellos—. Si ya terminaron de comer, podemos pasar a la sala —les invitó con una sonrisa mientras recogía la mesa, como si no hubiera ocurrido nada.

¿Los extraños no éramos nosotros? Otra gota de sudor les apareció.

—S-Sí —dijeron los tres a la vez.

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Gracias por leer!

-17/04/2020-