No culpes a tu suerte.


Su mundo estaba de cabeza.

Misty Waterflower, reconocida líder del gimnasio de ciudad Celeste, 24 años, modelo a seguir para niños y entrenadores de todas las edades, había sido arrestada y detenida, acusada por varios cargos.

¿Cómo podía ser eso posible?, se preguntó mirando al techo, acostada en el frío metal que se supondría sería su cama si pasaba la noche en esa celda de la estación de policía en ciudad Verde, y colocó sus manos sobre su estómago dando respiros lentos para calmarse.

En sólo unas cuantas horas todo por lo que trabajó y luchó por construir durante, básicamente, su vida entera, parecía derrumbarse frente a sus ojos.

Tenía que detenerlo, de alguna manera.

Pero antes tenía que salir de ahí.

Se llevó las manos a la cara y se dio ligeros golpecitos para aliviar sus nervios, por el otro lado, cuando él llegara, ¿cómo rayos iba a enfrentarlo? Oh Ash, gracias por venir a sacarme de aquí. Por cierto, perdón por destruir tu carísimo convertible nuevo, te pagaré algún día. Lo juro.

Debía estar loca. ¿Por qué se le ocurrió siquiera tocar el bendito auto?

Todo era culpa de sus hermanas.

Si ellas no tuvieran ese síndrome de princesas consentidas y egocéntricas, si tuvieran los pies en la tierra, en lugar de pretender vivir su vida entre lujos y extravagancias exageradas, ahora mismo ella no estaría metida en ese lío.

¿Cómo podían pedir un préstamo ilegal dejando en garantía el gimnasio del cual la responsable era ella, y luego cuando los intereses hicieron la deuda absurda, largarse dejando sólo una nota (pobre excusa de disculpa) y un montón de hombres en su puerta exigiendo que les pagara lo que les debía, y no de la manera cortés?

Se culpaba a sí misma por no haberlo visto venir. Todos esos viajes a metrópolis y playas de moda, ropa y bolsos de diseñador, spas, cosméticos, y la lista seguía y seguía. Debió estar ciega.

Debió estar ocupada sacrificándose a sí misma por sacar el gimnasio a adelante, por mejorar su condición, y darle un prestigio como verdadero reto y no primera parada para entrenadores principiantes.

Su esfuerzo, ¿qué sería de él ahora?

Todo lo que vería la gente sería que ella irresponsablemente puso el gimnasio en peligro, que se involucró con personas corruptas, que luego huyó, y oh, Dios, realmente era su culpa.

¿Por qué creyó que era una buena idea conseguir tiempo escapando de ellos? ¿Por qué pensó que no la seguirían a Pueblo Paleta, una vez que subió al autobús? ¿Por qué tuvo que entrar en pánico cuándo se dio cuenta que sí lo habían hecho al verlos por la ventana mientras Delia la dejó esperando un momento en su sala, y sobre todo, por qué de entre todas las cosas le pareció buena idea tomar prestadas las llaves del auto que Ash había inocentemente dejado en la mesa?

No, lo peor de todo era que si iba a robar su auto para utilizarlo en una persecución, al menos se hubiera asegurado de saber conducirlo bien, y no de terminar sumergiéndolo en lo más profundo del mar.

Suerte que estaba viva.

Mala suerte que él querría matarla.

Estaba exagerando, intentó convencerse, pero en cuanto le avisaron que alguien había venido a verla se levantó de un brinco y su corazón comenzó a latir aceleradamente, y luego sin saber qué más hacer, se giró a la pared en cuanto oyó unos pasos y cerró los ojos incapaz de verlo a la cara.

Era tan vergonzoso.

"¿Misty?" Efectivamente, era la voz de Ash. "¿Estás bien? ¿Qué pasó?"

Oh, se escuchaba preocupado.

Pero claro, eran mejores amigos desde los diez años, obviamente estaría pensando primero en la seguridad de ella. Y entonces, se le ocurrió, sólo tenía que mantenerlo lo suficientemente preocupado para hacerlo olvidar que debería estar enojado con ella.

Respiró profundo, rezando por que él estuviera en un humor misericordioso.


En sólo unas cuantas horas Ash había pasado por varios estados emocionales, desde la angustia desconcertada al descubrir que su auto nuevo (edición especial para él, por cierto, conmemorando su cuarto año como campeón invicto) había sido inexplicablemente robado justo enfrente de su casa, pasando por el shock que llevó a la cólera cuándo le dijeron que el perpetrador lo había hundido en el océano al salirse de la carretera y caer por un acantilado, pero la mayor y más intensa de todas, cuando le dijeron quién era éste.

Entonces, todo lo que quería saber era si ella estaba a salvo.

Caminó con pasos rápidos por el pasillo que le indicaron, y la encontró dentro de una celda fría y húmeda, con su espalda volteada hacia él.

"¿Misty?" Le preguntó con voz preocupada. "¿Estás bien? ¿Qué pasó?"

Ella permaneció así un momento en silencio, y luego, respirando profundo se volteó hacia él lentamente.

"Ash," Le dijo alargando la vocal, en un tono indefenso, poco característico en ella, y se acercó a él. "¿Qué voy a hacer?" Lo miró con ojos lacrimosos.

Si su intención era romperle el corazón, lo estaba consiguiendo porque inmediatamente sintió deseos de protegerla de lo que fuera que le estuviera mortificando y de hacerla saber que él la sacaría de cualquier dificultad.

Se aclaró la garganta y se dispuso a hablarle, intentando mantener un tono estable.

"Misty, si me explicas con calma, te ayudaré. Lo prometo."

Ella estiró una mano hacia él pero la detuvo en uno de los barrotes y se sostuvo de éste.

"¿De verdad?" Lo miró con una leve sonrisa.

"Claro." Le dijo suavemente colocando su mano por encima de la pequeña suya para darle fuerza. "Mist, ¿por qué te fuiste sin decir nada? No tenía idea de que habías sido tú la que se llevó el auto; de haberlo sabido nunca lo habría reportado como robado, lo sabes, ¿verdad?"

Ella lo miró con expresión afligida.

"Ash, lo siento tanto. No estaba pensando claramente. Yo, algo pasó, no tenía tiempo y no tuve otra opción." Comenzó a trabarse en sus palabras, y desvió un poco su mirada, visiblemente avergonzada, y luego volteó nuevamente a verlo suplicante. "Puedes sacarme de aquí, ¿verdad?"

No quiso presionarla con los detalles, ya habría tiempo para eso después.

"Sí, están procesando el trámite pero descuida, ya me encargué de eso. Sólo les pedí que mientras tanto me dejaran hablar contigo." Acarició nuevamente su mano, y le sonrió aliviado.

Usualmente sería de la manera contraria, con él metiéndose en situaciones peligrosas, y ella preocupándose; y ya que estaba del otro lado del asunto, comprendía por qué ella solía regañarlo tanto por su imprudencia.

"Me alegra que estés bien, Mist. Dicen que el accidente no fue cualquier cosa, pudiste haberte lastimado gravemente. ¿Sabes lo afortunada que eres?" Le preguntó intentando aligerar el ambiente, sin embargo, la mirada de Misty cambió de una apesadumbrada a una incrédula.

"Sí, claro, soy muy afortunada." Dijo con un notorio sarcasmo, y eso de hecho, lo tranquilizó, si ella podía comenzar a quejarse, él lo tomaba como una mejor fase que la Misty con expresión indefensa.

"Bueno, Mist, tienes mucha suerte de tenerme como amigo," Le informó con una sonrisa. "otro estaría demandando que le pagaras por su coche destrozado. Hay quienes incluso no podrían perdonarte una deuda menor, digamos, como la de una insignificante bici. ¿No te suena vagamente familiar?" Le guiñó un ojo, provocándola.

En menos de tres segundos, como pensó, todo rastro de desamparo desapareció.

"¡Cómo te atreves a llamarla insignificante, Ash Ketchum! No sabes lo que significaba para mí." Declaró cruzándose de brazos, y pisando con fuerza el suelo. "Y no compares esto con lo otro, yo en verdad estoy arrepentida por lo que hice, tú sinceramente nunca lo hiciste."

Sí, eso era más como la Misty que se convirtió en su mejor amiga.

"Pero al final, la recuperaste, ¿no?" Él le preguntó cruzándose de brazos también.

Ella exclamó insultada.

"No gracias a ti, Ash. Si la enfermera Joy no la hubiera arreglado, tú nunca lo habrías hecho." Lo miró acusadoramente.

Es cierto, no lo habría hecho.

"Hey, si consigues que alguien más arregle mi auto por ti, por mí no hay problema, Mist." Le dijo sonriéndole despreocupado.

Por su cara, si ella no hubiera estado detrás de las rejas en ese preciso instante, le habría dado alguna clase de golpe, y por si las dudas él dio otro paso hacia atrás.

"Ash, ¡como si tuviera tu suerte!" Le gritó, perdiendo el control. "Algunas personas de hecho tenemos que esforzarnos para conseguir lo que queremos, y no podemos depender como tú de que otros—" Ella se detuvo de golpe, quizás por notar la mirada un poco herida de él, y luego respiró profundo como procurando recuperar el buen juicio que durante los años, él sabía, ella se había determinado superara a su temperamento. "No, no es eso. Lo siento. Es lo mismo, tendrías derecho a estar enojado conmigo." Aceptó con voz baja. "Así que, te agradezco por sacarme de aquí, y te prometo que te pagaré hasta el último centavo." Le dijo firmemente. "Aunque puede que me lleve un tiempo." Agregó bajando la mirada.

Y así, una vez más Misty consiguió romperle el corazón; Ash reconoció que no era momento de sacarla de sus casillas, había sido un día duro para ella: accidente, hospital, arresto, y quién sabía qué otra cosa.

"Lo sé, Mist. Además el seguro cubrirá la mayor parte. Sólo bromeaba." Le explicó con voz más suave, y le ofreció una sonrisa de paz.

Ella se tomaba ese tipo de cosas muy en serio, pensó estirando su brazo entre los barrotes para alcanzar su cabeza y despeinar su cabello de forma amigable, el cual todavía lo usaba corto, apenas rozando el inicio de sus hombros y el final de su cuello, sólo un poco más largo a cuando era niña; y de hecho, su rostro no parecía haber cambiado, seguía viéndose bastante infantil e inocente, como él sabía ella era realmente por dentro, a pesar de su intento por dar la impresión de ser ya totalmente madura y adulta a los demás.

Sabía que era porque quería ser respetada, después de vivir su infancia siendo tan subestimada por sus hermanas, y la admiraba por trabajar tan duro por su gimnasio, pero de vez en cuando sentía deseos de entrar precipitadamente, y sin importarle si interrumpía una de sus batallas o no, llevársela de vacaciones con él y sus demás amigos.

Sonrió imaginando su cara si un día realmente lo hiciera, y entonces notó que más que despeinarla, había comenzado a acariciar suavemente su cabello, pasando sus dedos entre sedosos mechones, tocando ligeramente su cuello y el contorno de su quijada como si se trataran de caricias, y sintiéndose avergonzado al ver la mirada un poco extrañada de ella, quitó rápidamente su mano, y se volteó levemente sonrojado.

Tosió algo nervioso.

"En fin, ya que vi que estás bien. Volveré a ver si hace falta algo más." Se giró sin mirarla mucho.

"Ash," Misty lo detuvo con una voz más calmada. "Gracias por no hacer un escándalo de esto, y también, por no hacerme muchas preguntas." Lo miró con sinceridad.

"Para eso estamos los amigos." Le sonrió.


Sabía que era afortunada de tener su amistad, pensó un poco más tranquila viéndolo alejarse, pues si de algo podía estar todavía segura, era de eso. En cuanto a lo demás, se sentó nuevamente en la banca de metal y suspiró, se las tendría que arreglar.

Una vez que saliera de ahí, conseguiría alguna clase de préstamo legítimo con el banco sin que la Liga Pokémon se enterara de nada y/o vendería algunas joyas de valor, después liquidaría la ridícula deuda de sus hermanas, trabajaría duro para pagar lo otro poco a poco, y nunca volvería a confiar en el trío de inmaduras nuevamente; ya vería qué hacía con ellas después.

Sonaba a un buen plan, intentó convencerse, quizás incluso el nombre de su familia y la reputación del gimnasio no tendría que verse afectada en el proceso. Nadie tendría que enterarse.

Misty no tuvo que esperar mucho más para que alguien abriera la celda y la guiara de regreso a donde Ash la esperaba hablando animadamente con algún oficial al mando; aún si él no tuviera su título y fama, siempre había tenido el poder de ganarse a la gente fácilmente.

El resto de la amplia habitación era un revoltijo; escritorios, papeles y sillas por doquier, ruidos variados combinados con gritos y voces tensas, y con los policías yendo y viniendo, interrogando a personas seriamente sospechosas, o esposando a otros, y le costaba creer que hacía unas horas ella había sido una de ellos.

Faltaba poco para que esa pesadilla terminara.

Ash se levantó al verla, y la abrazó de buena manera, como si hubiera estado encerrada por al menos días, y aún si probablemente estaba exagerando, el gesto la reconfortó inmensamente. No se había dado cuenta lo cansada y adolorida que realmente se sentía hasta ese momento.

No prestó demasiada atención a lo que le dijo el oficial, aunque supo que Ash disfrutó más de la cuenta cuando éste comentó que tenía mucha suerte de contar con un amigo como él, y cuando al fin los dejó irse, respiró aliviada.

Ash la guió a la salida, rodeándola con un brazo, como si con el hecho quisiera protegerla mientras atravesaban el caos de gente, y no la soltó aún cuando llegaron a la entrada principal de la comisaria de ciudad Verde, y fue bueno que no lo hubiera hecho, porque en la sala de espera la televisión estaba dando en ese justo momento las noticias nacionales, y probablemente por sí misma no se habría mantenido en pie después de escucharlas.

Ash y ella soltaron una exclamación de sorpresa casi al mismo tiempo.

Ahí frente a sus ojos, en la gran pantalla se mostraban imágenes de su persecución y accidente de esa mañana, y una persona con el rostro oculto y voz distorsionada (para proteger su anonimato) daba a conocer con seguridad cómo ella pidió un préstamo ilegal por razones personales dejando el gimnasio como garantía, y aparentemente la prensa se preguntaba, si la Liga Pokémon debería seguir permitiendo actitudes tan irresponsables por parte de los líderes de gimnasio, y exigían que tomaran medidas pertinentes en el asunto.

Entonces, como si estuviera todo bien coordinado por un horario meticuloso, un montón de reporteros comenzaron a salir de la nada y cuando se dio cuenta, estaban rodeados por ellos, y sus incesantes y mal intencionadas preguntas.

Vaya, suerte que tenía. ¿Por qué las cosas no podían salir por una vez de acuerdo a su plan?


Continuará.


Disclaimer: Pokémon no me pertenece. Este fanfiction es por entretenimiento, sin ánimo de lucro ni la intención de ofender a nadie. Valoro y agradezco profundamente todo su apoyo, opiniones y comentarios, cada uno de ellos me ayuda a mejorar.