Reto de los mini-fics de mayo del foro "El Diente de León". Personaje: Haymitch Abernathy.

Caperucita Roja

Hoy no ha sido un buen día, no es como que los días en el distrito doce puedan serlo pero hoy en especial las cosas parecen ir de peor en peor.

Mitch no está bien. La neumonía amenaza con reunirlo con su gemela antes de tiempo. Y por si fuera poco mi padre finalmente demostró lo cobarde que es y se fue dejándonos únicamente seis botellas del maldito alcohol en el que se gastaba nuestro dinero, una de las cuales destroce contra la pared en medio de un ataque de rabia. Ahora intento vender las demás en el quemador, no he tenido demasiada suerte, apenas y he vendido un par y para conseguir la medicina que mi hermano necesita tendré que venderlas todas y aun así es probable que me falte.

Para empeorar las cosas todo en este distrito podrido parece estar hecho de carbón, las casas, las calles, la ropa… inclusive las mismas personas. Por más que busco un poco de color en este ceniciento granero lo más llamativo es el óxido de las viejas cazuelas. Y entonces la vi.

Una caperuza roja cereza. Algunas manchas de hollín la cubren sin embargo eso no la hace menos llamativa. Hipnotizado la sigo y de repente me siento como el lobo de aquel cuento que mama les contaba a Harriet y Mitch que seguía a una niña a la que llamaban caperucita roja. Un apodo bastante patético si me preguntan pero perfecto para ella.

Los siguientes minutos fueron una cacería, yo perseguía a la ondeante caperuza mientras me aseguraba que su dueña, una chiquilla un par de años más joven que yo que recorrió todo el quemador sin casi mirar los puestos, no me notara. De repente doña caperucita roja se paró frente uno de los puestos más bonitos del quemador y tomo algo de la mesa que se encontraba llena de las más curiosas chucherías que un habitante de la veta podría imaginar. El hombre con la piel reseca como la tierra dueño del puesto fumaba despreocupadamente mientras la niña no dejaba de manosear el objeto, pareciera que ya la estaba esperando.

Camino como un lobo a punto de atrapar a su presa y me pongo a las espaldas de caperucita y miro sobre su hombro, lo que es un poco complicado ya que no he de ser más de una frente más alto que ella. En su mano se encuentra un relicario con forma de hojas que hacen un corazón de plato.

-Demasiado costoso para una chica de la veta ¿no caperucita?- le pregunto a sus espaldas haciendo que pegue un brinco.

-Tú que sabes.- contesta poniéndose a la defensiva una vez que me vio.

Era bastante guapa. Su piel olivácea, ojos grises un poco rasgados y el cabello castaño de un largo poco calculable ya que su caperuza se lo cubre, sin embargo un mechón bastante largo se asoma.

-Ninguna hija de un comerciante se atrevería a entrar a este lugar.- le aseguro y sé que ella también esta consiente de eso.

-Me refiero a que esto es mío.- alego levantando la pequeña pieza frente mis ojos.

-Si claro y yo soy capitolino.

-Pues parece que pronto lo serás.- dijo abriendo el relicario y mostrándome que en su interior había una foto de ella mucho más pequeña junto con sus padres, ya tenía su caperuza- ¿Ahora harás el favor de largarte?

-Corrección, era tuyo, ahora me pertenece.- le recuerdo el dueño del puesto antes de que contestara.

-Ya le he dicho que conseguiré el dinero para volvérselo a comprar.- reclamo la chiquilla.

-Pues más te vale que te apures. Una mujer que vino esta mañana parecía bastante interesada y tenía algo bueno con lo cual canjearlo.- informo el vendedor.

Caperucita saco unas cuantas monedas de su pantalón color carbón y las miro tristemente, era obvio que no le alcanzaría.

-Ese relicario lleva mínimo cinco generaciones pasando de mano a mano por mi familia.- murmuro con tanto pesar que no pude evitar mirar mis botellas que aún no había vendido por estar siguiéndola.

Le quite sus ahorros de su helada mano y se los tendí al hombre junto al alcohol.

-De todos modos no me iba a alcanzar para la medicina, devuélvale su cosa esa.- le ofrezco impulsivamente, el tipo no lo duda un segundo y toma mis cosas para luego hacernos señas para que nos fuéramos.

Ahora camino al lado de caperucita que nerviosamente juega con sus dedos. Probablemente sea un idiota total al haber hecho lo que hice, debí intentar regatear por las botellas para conseguir el dinero que Mitch tan urgentemente necesita pero por más que me esforzara hay tantos vendedores de alcohol en este lugar que el mío no lograría gran cosa, no había nada que pudiera hacer por mi hermanito, moriría tal como lo había hecho Harriet un par de semanas atrás.

-Una el papá de amiga mía tiene una farmacia.- dijo la rojita – Necesitan un par de manos extra. Estoy segura de que te podrían dar la medicina que necesites si trabajas gratis para ellos durante un tiempo.

-¿Acaso bromeas?- pregunto lo más frió posible, no quiero ilusionarme.

-Yo no bromeo con esas cosas.- asegura y yo le sonrió, quizá caperucita roja y el lobo podrían ser amigos.

Un poco extraño pero esta idea fue la que me surgió cuando supe que el personaje del mes seria Haymitch. Este es el primero de cuatro mini-fics. Espero y les guste.

Los quiere: yo.