- ¿Quieres algo de tomar? – me preguntó Primo cortésmente.

- ¿Puedo hacer eso?... – pregunté incrédulo, tocándome la garganta - ¿No se supone que soy algún tipo de Fantasma o algo así? – susurré mirándome a mí mismo, intentando descubrirlo.

Primo sonrió y se sentó al frente mío. Era una pequeña mesa la que se interponía entre nosotros, colocada justo frente al balcón. Era muy agradable…

El calor que se sentía era característico de verano, sin embargo una brisa proveniente del norte, pasaba por el balcón al salón y refrescaba un poco el lugar. Desde donde me encontraba se podía ver a las personas del pueblo caminar, siguiendo sus vidas cotidianas. Sin embargo era… extraño. Podía notar de inmediato que este era un tiempo muy diferente del cual yo venía.

Objetivo VI: Diferente.

- Dime en que puedo ayudarte – me preguntó tranquilamente.

¿En qué podía ayudarme?... Yo no venía por ayuda, de hecho ya no había venido por voluntad propia. Simplemente las personas que estaban a mí alrededor, de un momento para el otro ya no estaba allí y el momento siguiente supe que estaba en la época de Primo.

- Yo… en realidad no sé por qué o cómo llegué aquí.

- Ya veo.

De pronto se escucharon tres golpes en la puerta. Primo me miró e hizo una señal de silencio y luego giró hacia la puerta.

- Adelante – dijo.

Entonces se abrió la puerta y pasó un hombre alto al que yo no conocía. Tenía varias perforaciones en una de sus orejas y no estaba vestido formalmente como era costumbre, de hecho esta algo sucio, esto me llamó la atención. El hombre pasó y cerró la puerta detrás de él, para luego avanzar hasta el medio del salón. A pesar de que yo estaba allí, el hombre no se percató de mi presencia en lo absoluto.

- Giotto, vengo a avisarte que por fin hemos terminado las construcciones de la zona residencial en el castillo Vongola. Tienes que comprar el material para empezar las construcciones del ala este.

- Lo haré mañana temprano – aseguró Primo.

- Bien – aceptó, sacudiendo un poco su ropa - Creo que a este paso terminaremos antes de lo planeado.

- Sí, eso parece… muchas gracias por esforzarse tanto. La verdad es que me siento algo culpable – admitió Primo – ustedes mismos se han puesto a trabajar para cumplir uno de mis caprichos. No era necesario que lo hicieran.

El hombre que se encontraba concentrado sacudiendo su ropa, dejó de hacer eso para levantar su rostro sorprendido. Podía leer en su mirada el desacuerdo que sentía por lo que había dicho Primo, sin embargo sonrió.

- Déjanos – reclamó divertido – nosotros también queremos ser parte del nacimiento de Vongola. Seremos los mejores – aseguró sonriendo, levantando uno de sus pulgares – Además… – añadió más serio – tu nos diste una familia y algo por lo que luchar; por esa razón, te seguiremos por el resto de nuestras vidas.

- Deja de adularme – se quejó Primo.

- Bueno, pero eso no cambiará que seas nuestro Jefe consentido – se burló – Giotto, el Vongola Primo ¿Quién lo diría?... en fin, eso era todo, me tengo que ir – avisó girando hacia la salida.

- Nicola, - lo detuvo - ¿Cómo está tu hija? – preguntó.

- Bien – aseguró tranquilamente - la fiebre ha bajado y creo que pronto la tendrás corriendo por tu nuevo castillo – terminó de decir carcajeando.

- Eso espero, amigo mío, eso espero.

- En serio, me tengo que ir – avisó – es la hora del almuerzo y si no llego a tiempo me quedaré sin nada.

- Nos vemos luego, entonces.

- Sí – dijo, se dio media vuelta y se marchó, cerrando la puerta detrás de él.

Al verlos pude notar claramente que compartían una fuerte amistad, esto me hizo descubrir algo…

Siempre me pareció normal que Primo tuviera una relación fuerte con sus guardianes, justo como yo la tenía; pero no consideré o reflexioné mucho en el hecho de que Primo tuvo que tener una fuerte relación con todos los demás para poder construir a Vongola desde sus inicios. Primo tuvo que ser un personaje tan importante que la gente lo reconoció como alguien digno de seguir. Después de todo, formó una gran familia… toda Vongola seguramente lo quiso mucho…

- ¿Sucede algo malo? – preguntó con intriga.

Tarde uno segundos en responder ¿Pasaba algo malo?... no lo sabía, pero me sentía incómodo.

- Vongola… – susurré, levantando la mirada – la formaste con gente que te aprecia, todos te han seguido por voluntad propia. Es increíble. Yo… la verdad… siento un poco de envidia – confesé.

- ¿Acaso nadie cree en tus ideales? ¿Nadie ha decidido seguirte?

- Es diferente – dije cabizbaja – Los muchachos siempre me han apoyado y aunque no entienda muy bien sus razones siempre me han seguido, sin importar el lugar o los peligros. Pero todo es muy diferente ahora que soy el Jefe.

- ¿Tuviste problemas con los integrantes de Vongola? – preguntó acertando.

- Ellos me obedecen – aseguré - pero es como si no tuvieran otra opción… bueno, en realidad no la tienen. Yo fui impuesto como su Jefe y no importa si están o no de acuerdo conmigo… Yo sé que el personal de Vongola no está contento conmigo, sé que ellos desearían tener a un jefe muy diferente a mí. A veces, no sé si estoy haciendo lo correcto.

Primo me escaneó por unos segundos, tratando de entender lo que había dicho. Su mirada era penetrante, como si buscara dentro del alma la respuesta a sus dudas; pero al mismo tiempo era tranquilizante, digna sensación de un portador del cielo, cuyo atributo es la armonía.

- Alguna vez te preguntaste que es ser Jefe – preguntó esperando unos segundos para ver si respondía. No lo hice – Ser jefe es el perfecto sinónimo de preocupación – dijo y sonrió - Puedo ver que aún no les tienes mucho afecto y no has formado lazos de amistad con ellos. Aun así, te preocupas por ellos y por lo que piensan, eso me afirma que estas en el lugar correcto. Si te preguntas que es lo que debes hacer de ahora en adelante, recuerda que ser como eres y seguir tus intuiciones, te permitirá dibujar el camino por el que debes llevar a tu gente.

- ¿Cómo sé si es el camino correcto?

- Confía en ti – respondió amablemente pero firme - Si no estás convencido de lo que piensas ¿Cómo podrás seguir adelante?... – Primo dejó de mirarme para perder su mirada en el horizonte, y su humor cambió en ese mismo instante - Yo por mi parte – continuó - seguiré haciendo lo que crea correcto hasta que llegue el momento en que tenga que dejar el mando de Vongola.

Su mirada era tranquila, pero podía notar que había un rastro de nostalgia y tristeza en ella. Entonces recordé la disputa que tuvo con Daemon Spade… él no tenía buenas intenciones para con Primo, eso yo lo sabía muy bien. Según la historia de Vongola, Primo se resignó a seguir siendo el líder de los Vongola y fue traicionado por Daemon Spade, convirtiéndose en el Guardián de la Niebla de la Segunda Generación. Primo…

- Primo, Daemon va ha… - callé de golpe al darme cuenta que tal vez no debería decirlo.

- No te preocupes – me calmó y guardó silencio por unos segundos para luego continuar hablando – No te voy a mentir – dijo con una sonrisa melancólica - esto me produce cierta tristeza, después de todo Daemon fue un gran amigo, pero él hará lo que tiene que hacer. Debe ser así... Las circunstancias deben transcurrir libremente para que algún día tú tomes mi lugar. Después de todo, Secondo no es mi sucesor, si no tú.

Primo lo sabía todo…

- ¿Por qué sabes todo eso?... ¿Por qué puedes verme? ¡¿Por qué estoy aquí?!

Con la última palabra, sentí un palpitar recorrer todo mi cuerpo, una sensación muy extraña. Era como si mi corazón se hubiera subido a mis oídos, los sentía uno tras otro, haciéndome perder el sentido de la realidad por completo. Aun así, pude escuchar sus últimas palabras.

- Tú y yo somos diferentes del resto – explicó y luego me miró con ansias – me gustaría hablar contigo por más tiempo, pero parece que esto es todo lo que puedes soportar, por ahora.

Entonces, como una llama de fuego que se esfuma por el viento, Primo desapareció de mi vista y todo se volvió oscuro. Pronto escuché sonidos extraños que me producían cierta familiaridad, entonces recordé que antes había escuchado algo parecido. Eran sonidos suaves de la naturaleza que formaban una melodía en particular. Ciertamente nada parecido al producto de ningún instrumento que haya escuchado antes; era tranquilizante pero guardaba un toque de misterio. Detrás de esos sonidos se podía escuchar algo parecido a voces cantar… pero se escuchaban tan lejanas que no las podía entender, parecían susurros de viento…

- ¡Décimo! ¡Décimo!

- ¡Tsuna reacciona!

Poco a poco me iba encontrando de nuevo. Mi respiración apenas y la podía notar, aún escuchaba un ligero pitido en mis oídos que pronto empezaba a desaparecer y a pesar de querer ver con mis propios ojos si ya había regresado a mi época, aún no lo podía hacer porque el mareo que sentía era bastante fuerte.

- ¡Tsuna!

- Estoy bien – susurré con dificultad, enseguida escuché varios suspiros de alivio alrededor mío.

Había regresado. Primo… ¿Qué sucedió realmente?...

Mi cuerpo se encontraba totalmente debilitado, como si me hubieran succionado toda la energía que había en mi cuerpo. Era parecido a lo que sentí las primeras veces que entré en modo híper última voluntad. Estaba totalmente exhausto, pero aun así luché contra mi cansancio para intentar abrir mis ojos. Entonces pude ver que en verdad me encontraba de vuelta, recostado en uno de los sofás, con muchos rostros conocidos alrededor mío, todos estaban pendientes de mí.

- Señor, - me llamó Gioell preocupado - ¿Necesita que llame al médico?

- No – dije rápidamente – no es necesario, sólo estoy un poco cansado.

- ¿Estás seguro? – me preguntó, esta vez Reborn – Llevas inconsciente por bastante tiempo.

Me sorprendí un poco por eso, pero no me sentía tan mal, cansado sí, pero no sentía que fuera necesario un doctor... Respiré profundamente y me incorporé lentamente, permaneciendo aun sentado en el sillón. Los mareos habían bajado en intensidad y aún me sentía agotado.

- ¿Qué fue lo que sucedió? – pregunté débilmente.

- Todo fue muy rápido – comenzó a explicar Gokudera-kun que permanecía atento y a mi lado – su anillo Vongola empezó a brillar y de pronto las llamas tipo cielo formaron una especie burbuja que lo retuvo en su interior. Nos asustamos porque estaba inconsciente. Inmediatamente mandamos a cerrar todas las puertas y ventanas de la casa, para que el pueblo no se enterará.

- Intentamos romper la burbuja – continuó Yamamoto mostrándome su espada – pero fue imposible.

- Pasaron como unos diez minutos – continuó Gokudera-kun – después la esfera simplemente comenzó a quebrarse como si fuera de cristal y usted cayó inconsciente.

- Ya veo… Lamento haberlos preocupado.

- Nos diste un gran susto – reclamó mi madre - ¿Qué fue lo que pasó Tsu-kun?

La busqué con la mirada y la encontré siendo abrazada por Kyoko-chan y Haru. Mi madre en verdad estaba muy afligida… Me sentía mal por eso.

- Mamá… no te preocupes… ya estoy bien.

Ella me miró por unos segundos, no muy convencida de mis palabras, pero luego se relajó y me sonrió. Reborn caminó hacia mí y saltó hacia el sillón donde yo estaba sentado y se colocó a mi lado.

- ¿Qué fue lo que sucedió realmente? – me preguntó Reborn.

- Yo… no lo sé – confesé tratando de recordar y entender - Aún no termino de entenderlo por completo, pero pude hablar con Primo – le aseguré, mirándolo a los ojos - también vi a sus guardianes.

Reborn cerró sus ojos y suspiró, entonces saltó del sillón hacia el suelo.

- No hay nada más que hacer aquí – dijo Reborn – sigamos con el recorrido del pueblo.

- ¡¿Cómo puedes decir eso?! – gritó Lal indignada.

Me giré para verla, parecía bastante alterada. Miré a los demás y supe que la preocupación que sentían por mi salud, rápidamente había sido sustituida por sorpresa y alarma ante mi explicación de lo sucedido.

- Cálmate, Lal – pidió Colonnello y giró para verme recelosamente, para luego ver de frente a Reborn – No podemos dejar esto como si fuera un evento sin importancia. Kora.

- No veo que tenga de malo – respondió de inmediato – esto no significa lo que están pensando.

- ¿¡Cómo estás tan seguro?! – reclamó Lal.

Los tres Arcobaleno intercambiaron miradas intensas por unos segundos, al parecer ninguno estaba de acuerdo con el otro, pero pronto vi resignación en la mirada de Lal, dejando el tema cerrado por ahora, aunque Colonnello no estaba nada convencido con la explicación de Reborn.

- ¡Dejen de perder el tiempo! – se quejó Gokudera-kun – lo verdaderamente importante es que el Décimo este bien.

- Tal vez, debamos suspender la fiesta – sugirió Gioell.

- No, por favor – pidió rápidamente el Alcalde – hemos trabajado muy duro para este día. Estoy seguro que el Vongola Décimo se recuperará en unos segundos. Sólo necesita un poco de espacio – terminó de decir, riendo nerviosamente.

- Lo más importante es la salud del Décimo – aseguró Gokudera-kun – cancelemos de una vez esta fiesta.

- No será necesario – dije rápidamente.

Los mareos habían desaparecido por completo y podría notar que un poco de mis fuerzas había regresado. Con algo de confianza me levante de mi asiento, como prueba de mi mejoría.

- ¿Estás seguro? – me preguntó Yamamoto, algo preocupado.

- Sí – aseguré – todos han esperado mucho por este día, no quiero arruinarlo.

- ¡Grandioso! – Festejó el Alcalde con un inmensa sonrisa - ¡Eso es realmente grandioso! En ese caso sigamos – sugirió.

- Un momento – detuvo Gokudera-kun – no se atreva a mencionar nada de lo que ocurrió aquí – amenazó - Si alguien se llega a enterar…

- Por supuesto que no – interrumpió nervioso - soy una tumba- aseguro llevando una de sus manos hacia su boca, imitando el cerrar de un candado.

- Más le vale, o si no estará en una.

- ¡Gokudera-kun! – reclamé, él simplemente bufó.

Después de unos minutos todos nos dirigimos a la salida de la casa de Giotto. Algo sorprendente había pasado aquí y estaba de acuerdo con Colonnello en eso, no podía dejarlo como un evento sin importancia… era todo lo contrario, de hecho. Pero por el momento lo mejor que podía hacer era seguir con el programa que habían preparado, para no causar más problemas. Al salir al exterior, las personas del pueblo, al vernos, estallaron en alegría y una vez más los saludos y aplausos se hicieron notar. Yo sonreí. Debía admitir que en verdad deseaba estar más tiempo en el pueblo, era un ambiente cálido y amigable que me hacía recuerdo a mi casa en Namimori.

- ¿Se encuentra bien Décimo? – preguntó el Alcalde, mientras saludaba a la gente.

- Sí.

- Me alegro, de todas maneras podrá descansar un poco a donde vamos – me aseguró.

- ¿Eh?

El día estaba a punto de terminar y el sol se ocultaba en el horizonte, justo al fin del mar. Al frente nuestro, estaba la callé principal que descendía hacia la playa, desde lo lejos podía ver que las orillas del mar estaban totalmente iluminadas y aún lejos podía distinguir que había una gran cantidad de personas aglomeradas allí. Comenzamos a descender por la calle hacia aquel lugar. En el camino, el Alcalde continuó mostrándonos los lugares más importantes del pueblo, pasamos por el mercado, el correo, las oficinas del periódico y cuando llegamos a una pequeña plaza el ambiente cambió, porque desde ahí para adelante las calles estaban decoradas con luces y cintas de colores. Realmente se habían esforzado mucho preparando todo. El ambiente era muy similar a los festivales que se realizaban en Japón. Había diversos puestos, algunos con comida y otros con juegos para entretener a la gente. Al pasar, todos saludaban y pude detectar a varios integrantes de Vongola. Caminamos por un poco más y llegamos a un lugar custodiado por el personal de Vongola.

- ¡Qué lindo! – chillaron Kyoko-chan y Haru emocionadas.

- Es muy romántico – comentó Bianchi, levemente sonrojada.

Era un lugar circular, justo a las orillas del mar, lleno de mesas con manteles blancos, estaba iluminado por grandes antorchas de fuego y al centro estaban personas muy conocidas...

- Oh, Tsuna – saludó Dino, manteniendo una mano en alto.

- Buenas noches, Sawada-san – saludo sonriente Uni.

- Hola… - dije algo asombrado de verlos allí.

- Ven, siéntate con nosotros – me pidió Dino-san, que compartía mesa con el resto de los Jefes de las familias aliadas.

Yo acepté y dejé a los muchachos para reunirme con los Jefes de la alianza. No sólo estaban Dino-san y Uni, también estaba Franco, Jefe de Nerande y Gotama, Jefe de Bobino. Varia también había venido, Squalo, Fran y Belphegor se sentaban a unas cuantas mesas lejos de nosotros. También estaba el vicepresidente del comité de disciplina, Kusakabe-san, quien rápidamente fue acompañado por los muchachos y por último Basil-kun, líder de CEDEF que compartió mesa con Nono.

¡Era gran parte de los altos mandos!

Todos nos acomodamos en las diferentes mesas y cuando ya todos estaban en sus puestos el Alcalde empezó a hablar.

- Es un gran honor tenerlos a todos ustedes aquí, hemos preparado un gran banquete con la comida típica del lugar, esperamos que la disfruten.

Entonces meseros empezaron a pasar por entre las mesas, colocando encima de ellas, comida por gran cantidad. Muchos de los alimentos eran de mar, sin embargo los platillos preparados eran muy variados. Todos pasamos la siguiente hora probando todo lo preparando y conversando tranquilamente. Hablamos muy poco del posible atentado que podría hacer Dervan, pero fue un comentario tan ligero que no me malogró la noche. Más bien, ninguno tocó ningún tema más de trabajo...

Cuando la mayoría ya estaba satisfecho, muchos empezaron a dispersarse por el lugar. Yo me alejé tan solo un poco para poder disfrutar del ambiente tan tranquilo que obsequiaba el mar. El chocar de las olas y ese olor tan característico del agua salada… me giré un momento para ver a los demás, la mayoría había formado pequeños grupos para charlar. Uno de esos grupos, eran Varia con Yamamoto. Estaba seguro que los interesados en hablar eran los más fuertes espadachines de Vongola, aunque "hablar" era un término muy inadecuado, en realidad Squalo estaba muy cabreado con Yamamoto por algo que yo no sabía, sin embargo Yamamoto sólo reía intentando aligerar el ambiente. Sonreí y mi mirada se fue a otra parte, en seguida vi en uno de los rincones a mi madre y a mi padre, juntos observando el mar… entonces decidí cambiar mi mirada de dirección. Nono estaba junto al Alcalde y Basil-kun, charlando aún en una de las mesas, estaban riendo por algo. Suspiré… que tranquilidad…

- Puedo acompañarlo, Décimo – me pidió Gotama.

- ¿Eh?... sí, claro – respondí de inmediato.

- Puedo ver que está disfrutando de la maravillosa vista.

- Sí… es muy tranquilo.

- Tiene una hermosa familia – me comentó viendo hacia los demás- lo felicito. En verdad estoy muy feliz por el hecho de que Lambo forme parte de su familia, sin mencionar que verlo convertirse en su guardián, fue el mayor honor para nuestra familia.

- No diga eso – pedí avergonzado.

- ¡Jefe! – se escuchó chillar a mis espaldas y corriendo llego Lambo para abrazar a Gotama. Este a su vez tomó a Lambo y lo abrazó con genuino cariño. Esto me hizo sonreír. Gotama era una buena persona y Lambo definitivamente pensaba lo mismo, lo que me daba aún más confianza.

- ¿Cómo has estado Lambo? Veo que has crecido.

- Lambo se ha vuelto muy fuerte – dijo presumidamente y con una sonrisa.

- Ah sí, dime ¿te ha faltado municiones? No seguirás jugando con la bazuca de diez años ¿verdad? – retó de forma paternal.

- No… Lambo-san cuida muy bien de las cosas que le ha regalado su jefe.

¡MENTIRA!

Gotama rio divertido, supongo ya conociendo las verdaderas acciones de Lambo, luego acaricio su abultado cabello.

- Ya no debes llamarme Jefe – le explicó – ahora tú jefe es el Vongola Décimo.

- ¿Tsuna? – Preguntó confundido volteando a verme y de pronto temí por la sonrisa que se había formado en su rostro, entonces saltó hacia mí tumbándome en el piso – ¡Tsuna es el esclavo de Lambo!

- ¡Lambo! – reclamamos yo y Gotama, pero éste sólo rio y se apartó de mí.

- ¡Lambo deja de molestar! – retó I-Pin.

- ¡Vaca estúpida! ¡No trates así al Décimo! – Chilló Gokudera-kun deformado por la ira que sentía y con varias dinamitas en las manos.

- ¡No me quedaré atrás! – dijo rápidamente Lambo sacando sus propios explosivos.

- ¡Ya basta los dos! – pedí.

Gokudera-kun me observó detenidamente por unos segundos y luego con un suspiro de rendición, apagó sus dinamitas a regañadientes. Pero Lambo era una historia muy diferente, sin pensarlo mucho tiró sus granadas por todo el lugar...

¡BUM! ¡BUM! ¡BUM! ¡BUM!

- ¡VACA ESTÚPIDA! – chilló Gokudera-kun.

- Lo siento mucho, Décimo – pidió Gotama, ayudándome a levantarme, yo por mi parte estaba todo chamuscado.

- No importa – dije a penas, botando humo por la boca.

- Ese niño, nunca pudo controlarse.

- Lo sé.

Ambos reímos y nos quedamos charlando por un poco más de tiempo. Ya era de noche y luna blanca pintaba el mar de color plateado, las olas del mar se volvieron un poco más ruidosas y la brisa marina empezó a enfriar el lugar.

- Sawada-san – llamó Uni, apareciendo detrás de mí.

- Uni.

- ¿Cómo estás? – preguntó.

- Bien, el pueblo de Vongola es realmente agradable.

- Además la comida estuvo fantástica – aumentó Gotama.

- Sí, Tienen razón – respondió ella con una gran sonrisa y luego su mirada se perdió en el mar y el cielo – La luna hoy se ve muy hermosa, en días así a veces suele ocurrir cosas inesperadas.

- ¿Eh?...

Ella solo giró a verme y sonrió. No pasó mucho tiempo para que el Alcalde se parara y nos informara que debíamos seguir el recorrido.

- Vamos – me animó Uni, alejándose de nosotros junto a los demás.

Entonces salimos de aquel lugar, para seguir al Alcalde por un par de cuadras, encontrándonos inmediatamente con mucha gente, justo al frente de una gran casa, sin duda la más grande del lugar, la alcaldía. Habían preparado un escenario justo a la entrada, donde había un atril y varios asientos reservados especialmente para nosotros. Me asombró la cantidad de personas que había allí, esperando para vernos, muchos eran del pueblo pero la gran mayoría era de Vongola. Fácilmente pude reconocer a los líderes con los que había tenido problemas más temprano. Suspiré y subí al escenario para sentarme en la silla que decía "Décimo". Nono, Reborn y los muchachos me acompañaron, mientras que Kyoko-chan, Haru, mi madre y los demás se quedaron con el público, en primera fila.

Primero se realizó un homenaje a Nono. El Alcalde habló de todos los años que había servido a Vongola, habló de sus grandes logros y por sobre todo de la gran estabilidad que había conseguido durante su gestión. También le agradeció por todos los gestos buenos que había tenido con el pueblo, de como siempre había cuidado de ellos. En la segunda parte del discurso, el Alcalde habló mucho sobre mí, el discurso fue muy parecido al que hicieron en la ceremonia de sucesión, aunque también dijo que tenía grandes esperanzas en mí, que sentía que mi presencia como nuevo jefe de Vongola ya estaba trayendo aires de cambio. Cuando el Alcalde dijo esto se escucharon unos cuantos silbidos, como gesto de reprobación. Intenté no darles mucha importancia y el Alcalde siguió hablando, hasta que me invitó a acompañarlo.

- Décimo – dijo girando a verme - Queremos mostrarle con un detalle lo honrados que nos sentimos de tenerlo aquí. Acompáñeme, por favor.

Me invitó a pasar al lado izquierdo del escenario donde una tela roja de terciopelo tapaba una de las paredes de la alcaldía. Entonces el Alcalde me extendió un pita y me pidió que tirara de ella, cuando lo hice la tela cayó y se desveló un muro donde se encontraban las letras que simbolizaban a los anteriores jefes de Vongola; desde Primo hasta Nono y una última placa en forma de "X", símbolo romano de Décimo. Su brillo era mayor al del resto, pues era nueva y de plata.

Al girarme para ver al público, vi que muchos aplaudían, otros no lo hacían pero por lo menos se quedaban callados. Todos mis amigos tenían una sonrisa en el rostro, estaban emocionados… Sonreí un poco, pero antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa, me llamó la atención el que los aplausos súbitamente se callaran. En la calle principal se empezó a abrir un gran camino entre la multitud, para darle paso a ellos… Cuando el Alcalde los reconoció, dio varios pasos hacia atrás asustado, yo me quedé donde estaba y rápidamente los muchachos junto a Reborn se pararon junto a mí, todos en posición defensiva.

- Vindice – dijo Reborn, reconociéndolos.

Tres seres de gran altura con vendajes en el rostro, pasaron por medio de la multitud junto a una densa neblina. A pesar de que éstos se movían con gran velocidad hacia mí, sus cuerpos no se movían para caminar. Era como si esa extraña neblina los transportara, como si ellos se deslizaran sobre ella. Las personas que se encontraban a su alrededor, rápidamente daban varios pasos hacia atrás, ciertamente ninguno querría interponerse en su camino. Yo me tensé cuando los vi cerca de Kyoko-chan y Haru, pero Vindice sólo tenía los ojos puestos en mí. Avanzaron unos cuantos metros más, y se quedaron delante de mí.

- Vongola Décimo – dijeron los tres al mismo tiempo, con una voz de ultratumba - estamos aquí para cumplir juramento.

- Explíquense – demandó Reborn con cautela.

- Nosotros somos los protectores de la ley de la mafia – habló uno de ellos - aquellos que castigamos a quienes la justicia común no puede castigar.

- Nuestra voluntad es cumplir la ley- dijo otro de ellos

- Y en ella dice… – dijo el otro para luego hablar los tres al mismo tiempo.

- Jurareis hacer cumplir las órdenes del Capo di tutti capi, en las cuales Vindicare sea nombrado.

- Capo… di tutti… capi... – murmuré.

- Delante del Jefe de Vongola, - continuaron - legítimo sucesor de Primo y Capo di tutti capi, líder de la mafia. Prestamos juramento. Nosotros los Vindice, juramos castigar a aquellos que no cumplen los mandatos del Décimo Vongola, en nombre de Vindicare.

- Todos los que oyeron el juramento, quedan advertidos.

Los tres se quedaron unos segundos viendo a su alrededor, y luego comenzaron a retirarse.

- Hasta pronto, Vongola Decimo.

El silencio fue sepulcral por bastante tiempo, ninguno podía reaccionar correctamente después de lo sucedido...

El evento se dio por terminado y el Alcalde necesitó un buen respiro después de lo sucedido.

Pasaron unos minutos y las personas, tanto del pueblo como de Vongola, empezaron a abandonar el lugar, por el miedo que sentían. Nadie se animaba a hablar más de lo necesario y sentí muchas miradas llenas de temor…

- Fue muy rara su aparición aquí – comentó Reborn – No es común que hagan esto, no lo hicieron con ningún jefe antes.

- ¿Que?...

- Es extraño – susurró Reborn pensativo - me pregunto si esto es porque...

- ¿¡Por qué!? – demandé.

- Quien sabe – respondió – quizá es una de las tantas cosas que te hace diferente. Supongo que ahora los ejércitos de Vongola te tratarán con más temor.

- No quiero eso – le aseguré – Jamás enviaré a alguien de Vongola a Vindicare. Eso no pasará.

Reborn me observó por unos segundos y luego simplemente se marchó sin decir nada.

Nadie me había prevenido de esto, yo no sabía que ellos aparecerían, ni mucho menos ahora y para darme un poder que jamás utilizaría, ¡No lo quería! ¡Nunca llevaría a nadie a Vindicare! ¡Mucho menos a alguien de Vongola!... Mukuro… yo había visto con mis propios ojos lo que le habían hecho… ¡Chrome! - pensé y la busqué rápidamente con la mirada, ella estaba junto con Ken y Chikusa, al parecer los tres se encontraban de muy mal humor… Suspiré y decidí tranquilizarme, sin embargo eso no sería posible.

- Tsunayoshi-kun – me llamó Shoichi-kun.

- ¿Qué sucede? – pregunté.

- Podemos hablar un momento en privado – me pidió.

- Sí, está bien.

Seguí a Shoichi-kun a la parte posterior de la alcaldía, y allí sacó su computadora portátil y empezó a teclear en ella mientras me explicaba.

- Hace unos segundos recibí una señal SOS de Futa y Moretti, me dejaron un mensaje.

Entonces giró su pantalla y pude ver un video donde aparecían Futa y Moretti, corriendo.

- Tsuna-nii…- dijo agitado mientras corría – Dervan nos ha descubierto, ahora estamos escapando, intentaremos despistarlos pero son muchos – una explosión se escuchó detrás de ellos, pero Futa no paró de correr – Dervan tiene tres cedes confirmadas, en Italia al este de Nápoles, en Japón Tokio y en Egipto, cerca de nuestra propia base.

- Apresúrate Futa – gritó Moretti y se escucharon tres explosiones más, una tras otra, muy cerca de ellos.

- El Jefe de Dervan usa el atributo del trueno y la niebla, es peligroso – Futa miró hacia atrás y continuó con desesperanza - seguiremos a Omertá...

- ¡Futa! – chillé al ver el video terminarse - ¡¿Shoichi-kun?! ¿¡Qué pasó!? ¿¡Qué sucedió con Futa y Moretti!?

- Ese es todo el video – dijo sombríamente – su posición a desaparecido del mapa, lo que quiere decir que ya no se encuentran con el rastreador, lo más probable es que hayan sido capturados.

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¡Hola a todos! ¡¿Cómo están?! Yo feliz y un poco apenada por haberme atrasado, sólo fue un día así que creo que podré ser perdonada, lo que pasa es que estoy en exámenes y honestamente no sé cómo he logrado acabar el capítulo, esto se llama mucho amor a Katekyo y especialmente a ustedes xD Literalmente estoy exhausta -.- en fin ayer tenía un examen importante y quedé KO todo el día, así que hoy pude al fin acabar el capítulo, me quedó un poco corto, lo siento mucho, pero creo yo, está bastante interesante y tiene muchas sorpresas, espero les haya gustado así que espero reviews. Con este capítulo se acaba el maratón, si… bueno pero como vi que les gusta los maratones, no se entristezcan porque estoy preparando otro que lo anunciaré muy pronto, déjenme ver cómo me las arreglo con los estudios. En fin, creo que eso es todo, el siguiente capítulo lo publicare dentro de dos semanas como es costumbre, intentaré ser más puntual y publicar el sábado, los quiero mucho y espero tengan unos maravillosos días por delante y leerlos muy pronto, no vemos bye,bye