El traje de un Kingsman
Cuando Merlín le habló de su traje, cuando tuvo el bolso en su mano fue que sintió a aquel anterior Kingsman hablarle al oído, endehesar su espalda, darle la rectitud que se merecía y considerar el punto en el tiempo en que, Hemingway rebotaba en su mente azotando las paredes de su cerebro y, comenzaba a despedir la vieja piel que como las serpientes, dejaba atrás.
La camisa perfectamente lisa se deslizó por el largo de sus brazos, cubriendo la piel que por años soportó golpes y cicatrices, aquellas agresiones que había sufrido de parte de su padrastro, marcas que se habían grabado con los gritos de Dean y el llanto de su madre y de la bebe.
Los pantalones subieron hasta su tope, de corte elegante y sobrio, marcando la línea perfecta como el margen a sus actos, a las acciones, ese límite lineal donde dejaba de ser el que buscaba el escape en la locura y ahora, como caballero, se alzaba a buscar el orden frente al caos.
Oxford no perforados
Casi pudo escuchar a Harry hablarle del detalle del calzado, allí, en la soledad de un cuarto de avión escuchó al que había perdido a la distancia sin poder golpear al culpable, sin poder dañar al enemigo, sin poder hacerlas que gritarle a una computadora.
La corbata a su tope, el saco ceñido y justo, cada botón en su espacio determinado con el porte que correspondía.
Sin ser Lanselot se ajustaba a un Kingsman, sin ser Arthur podía verse al espejo con la nobleza de su nueva piel.
Si, Hemingway tenía razón, la verdadera nobleza estaba en ser superior a su anterior yo, en ser diferente al chico que nada terminaba, que nada cumplía, que había abortado todos los posibles futuros exitosos por acciones criminales de baja complejidad, drogas, y dedicarse a una vida sin sentido más allá que la del refugio pagano para no escuchar una vez más, que su destino sería como el de su padre, y que solo una medalla en acción sería un recuerdo con su nombre.
"Los modales hacen al hombre, Eggsy"
El reloj Bremont ajustado a su muñeca, la argolla a su mano dominante, y finalmente, las gafas Cutler and Gross y la sonrisa frente a un espejo que le dejaba la sensación, de que no era el traje lo que le hacía sentirse algo diferente, era la sensación de que, había tomado al fin un camino que terminaba, que culminaba con sentirse, que estaba completo y que terminaba un ciclo.
Si Harry estuviera, seguramente la escena terminaría con el sonriéndole levemente al menor, mientras sostenía su paraguas apuntando al piso, haciendo un gesto con su cabeza de aprobación en un silencio de satisfacción plena al ver, que aquel chico prospecto había sido una buena elección.
Al salir, sintió que era momento de dar los pasos solos, y que aquella silueta disfrutara en lo lejano de sus logros.
No arruinaría esa sensación recordando a quien no estaba sino, a quien había logrado todo eso con su voz calmada, con sus consejos, con su apoyo.
Merlín lo observó salir con un porte propio, vio entrar a un muchacho y salir a un Kingsman
-Te ves bien, Eggsy
.Me siento bien…